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de Nuestra Señora y Madre de los Dolores • Trabajos de mejora en el camarín
Trabajos de restauración de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora y Madre de los Dolores
Consideraciones acerca de la imagen devocional como expresión de la Historia y la intrahistoria a la vez
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La imagen de Nuestra Señora de los Dolores es de una singular belleza: original asunción entre un canon popular, con rostro de facciones turgentes y expresión de dolor contenido, y un clasicismo elegante. Parece que fue tallada por la gubia de Gabriel Astorga, según se desprende del catálogo de la Hermandad que fechado en 1873, describe a la imagen como de Astorga, tratándose, probablemente, de una escultura que sustituyera a otra previa de la segunda mitad del siglo XVIII. En cualquier caso, son consideraciones que otros especialistas en la materia deberán aclarar.
La imagen es de una juventud previa aún a la plena madurez, no es una imagen de dolor lacrimoso, compungido, sino que es expresión de una serenidad cargada de matices expresivos. Su modelado es suave, blando; sus formas son redondeadas, lo que hace su expresión natural, ayudada además por la compleja composición de su cabeza: de mirada ascendente, que evita el artificio de la frontalidad, perdiendo quizás “mayestatismo” pero cargándose de sentido humano. Su clasicismo se recoge además en esos originales rasgos de belleza serena pero cargadas de expresividad: su nariz clasicista, de perfil recto y modelado cúbico contrasta con la expresión descolgada de sus párpados que es la asimetría del dolor. Sus labios se entreabren y dejan ver sus finos dientes y una retraída lengua. Su ceño fruncido dibuja unas sinuosas cejas: arrancan angulosas y se extienden rectas y sinuosas.
Su cuello no es largo pero sí parece esbelto, acentuado por la suave torsión de la cabeza que se dispone además ascendente. Su cuello se compone igualmente de formas circulares: se alza dibujado por un tenue óvalo que arranca desde la escotadura yugular y asciende por detrás de su redondeado rostro.
Nuestra Madre expresa dolor, pero no teatraliza, porque quiere ser equilibrada y contenida, y es algo ensimismada. Es quizás expresión de la nueva religiosidad ilustrada,serena, donde la razón se pone al servicio de la fe; no se niegan, no se enfrentan como en el histrionismo teatral de lo barroco, donde la razón sucumbe a la emoción y desaparece. El racionalismo ilustrado encuentra su vía de plenitud en la reflexión, en la idea expresada en un concepto. La imagen debe dar significado a la reflexión, favorecerla, porque la percepción sensitiva, tomada sólo por sí misma, infla las emociones, y excita y engaña al entendimiento, por ello debe estar constreñida.
Algo de este sentido religioso se intuye en Nuestra Madre. Ella es expresión de esta
Bendición de los trabajos de restauración en la Virgen
Primer plano del rostro de la Virgen restaurado
Momento de la conferencia ofrecida por el restaurador Fabían Pérez nueva religiosidad ilustrada y academicista que se inaugura en el último tercio del siglo XVIII, pero que se extiende a lo largo del siglo XIX: Dios ya no se expresa en la realidad de las cosas (barroco) sino que las cosas ahora son una expresión idealizada de Dios (clasicismo). En cualquier caso, cierto halo de romanticismo esteticista tiñe su significado, porque la razón, a lo largo del siglo XIX, ante la inmensidad incomprensible de la existencia humana, recala nuevamente en la necesidad de la trascendencia, en la constatación de lo inaprensible: pero ahora es fruto de la reflexión, no sólo de la intuición.
La imagen de Nuestra Madre de los Dolores mostraba antes de iniciar larestauración, desperfectos en su capa polícroma, numerosas punteaduras provocadas por los alfileres, que son los ladrillos de las camareras y vestidores. Esos daños eran muy numerosos en su pecho y en el entorno de su pabellón auditivo izquierdo.
Además, constatamos una capa de suciedad (leve agrisado de su policromía) que aun no siendo de una explícita evidencia, sí que su eliminación determinó la aplicación de un concepto de limpieza preventiva: la eliminación de los depósitos de suciedad que en una acumulación prolongada, determinarían traumáticos trabajos de limpieza. La presencia inicial de las pestañas postizas, de pelo artificial, muy pobladas y negras, oscurecían su mirada, falseaban su naturalidad; dichas pestañas fueron eliminadas y sustituidas por otras de pelo natural que realizamos para Ella.
Finalizados los trabajos de restauración, la imagen ha eliminado aquellos elementos formales que distorsionaban su natural orden de percepción; ahora puede lucir más aireada, desprendida, si se quiere, de los ropajes de Reina de los Cielos, porque la turgencia, y cierta morbidez de su modelado, pueden mostrarla ahora tanto como Madre de Jesús, además, también, de como Madre de Dios.
Fabián Pérez Pacheco
Historiador del Arte y Restaurador de Obras de Arte de Ars Nova Restauraciones S.L.