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Pregón de la Semana Santa de Osuna 2017
José Manuel Torrejón Japón
Como te podré pagar Señor, tú me escrutas y conoces.
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Tú me enseñaste, cuando tuviera sed, a dirigirme a las fuentes de agua viva.
Tú me mostraste, que en silencio y con paso corto se encuentra toda respuesta. Tú me empujaste, a lanzarme al vacío para aprender a confiar en ti, como lo hiciera Pedro al fundar tu Iglesia.
Tú me anunciaste, “derramaré mi Espíritu sobre mis siervos”.
Tú me concediste, la valentía necesaria para acoger este encargo.
Tú me otorgaste, esta distinción inmerecida que hoy tembloroso pongo en tus manos.
Señor, como te podré pagar. Como te podré pagar, todo el bien que me has hecho. Aquí estoy, siervo inútil soy, haré lo que tenga que hacer.
Cuantas bendiciones Padre, echando la vista atrás, insistente es mi pregunta, ¿cómo te podré pagar?
Cuarenta años como regalo, imposible dejar de hablar aquello que he visto y oído, ¿así te podré pagar?
Porque no tengo dinero, ni tesoros ni tierras, pero sí una familia, unida hasta en las flaquezas.
Y la luz de una pequeña que me ilumina cada día y el amor de una esposa que me alza en mis caídas.
Unos padres que apostaron, por sembrar una semilla, fe en Dios en cuatro hijos es la enseñada recibida.
Tengo estampas de recuerdos, de una mujer y dos hombres, que están junto al Padre eterno y lloro al decir sus nombres.
Estas son mis pertenencias, son mi muleta y capote, para afrontar esta lidia que surge de mis mayores. Me postro Señor a tus plantas situándome ante ti, tomo con ilusión estas pastas sujetándome a este atril.
Solo tengo un corazón, abierto de par en par esperando que tú entres, ¡pasa! y lo inundes de humildad.
Y a tu Madre bendita, Madre del Mayor Dolor, le ruego que me conceda la Paz en mi corazón.
Abro mis brazos a ustedes para acogeros con fuerza, caminemos hacia al Padre hasta la cruz verdadera.
Abracemos aquel árbol, que es la salvación perpetua, en la que Cristo nos ama y entrega la vida eterna.
Miremos nuestro interior, no lo dudéis que es mentira, que el demonio nos engaña pero en ÉL está la VIDA.
Ponerse en marcha conmigo, no lo penséis, daros prisa que ese hombre que nos llama, va a bautizarnos con agua, en el Jordán de esta villa.
Revístete querido hermano con el arma de la oración, que en apenas siete días, acompañado de María te encontrarás con el Señor. Señor de la Misericordia y altar de mi devoción, hazme tú tocar la gloria y bendíceme este pregón.
Todo tiene un comienzo y un alguien especial
Así comenzó mi pregón en las primeras lluvias otoñales coincidentes con la onomástica de la Virgen del Pilar. Tras unos primeros días de contradicciones y nervios, en los que no entendía por qué era mi momento, fui a beber al manantial fresco que todo cristiano tenemos en
Foto: Clara Domínguez
casa, la Biblia. Cada vez que en mi vida ha aparecido la incertidumbre, esa que me hace saber que estoy vivo, porque no creo en quien no duda, Dios me ha entregado la respuesta hecha palabra, tal como me enseñaron, abriendo al azar por el nuevo testamento.
Él vino a socorrerme del peso de la responsabilidad, con unos ángeles que me traían en bandeja una invitación a la evangelización a través de Hechos de los Apóstoles, capítulo 2. Él, derramaría su Espíritu sobre mí y por eso “se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua”.
Y después de dirigir mis primeras líneas al verdadero protagonista de este acto, quisiera saludar mostrando mi gratitud más profunda:
• Al Sr. Vicario episcopal, máximo representante de nuestra Iglesia en Osuna y con la que este pregonero renueva su disposición como católico en su arrastre hasta llegar a ser cristiano.
• A la Ilma. Sra. Alcaldesa de Osuna, gracias por su presencia en este acto. Y por extensión al delegado de cultura así como a toda la corporación municipal.
Le ruego a Dios que os conceda la sabiduría necesaria para velad por el bien de nuestro pueblo. Esa, será la mejor de las recompensas.
• Al Sr. Consiliario del Consejo, sacerdotes presentes y a todos aquellos que han formado parte de mi vida porque habéis sido lámparas de aceite en mí caminar a través de vuestros sabios consejos.
• Al Sr. Presidente y Junta Superior del
Consejo de HH. y CC. De sobra sabéis que recibisteis un SÍ porque fue ÉL quien llevaba la propuesta en vuestros labios. Gracias por ser instrumentos de
Dios y haber dejado en mi hogar la mejor de las ofrendas.
Hermanos mayores y representantes de las distintas hermandades de penitencia y gloria. Contáis con mi admiración por tantos y tantos desvelos que supone la difícil tarea de gobernar nuestras corporaciones. Que Dios os bendiga por la felicidad que me habéis regalado al confiar en mi persona para pregonar nuestra semana mayor. A mis queridos hermanos pregoneros de este bendito año. Al primero decirle que la maravillosa coincidencia no es otra que el haber compartido con él nueve años como costaleros. Y al segundo, vicesecretario y pregonero joven, gracias por esos ratos distendidos junto a nuestra fotógrafa hablando de cómo iban nuestros textos. Hoy cerraré y daré fe del acta que tan magistralmente abriste el pasado sábado.
Y agradecimiento que hago extensivo a todos ustedes: A mi familia, a mis hermanas a las que adelanto que les defraudaré porque apostaban que hoy hablaría bajito, a mis amigos, a mi junta de gobierno, a la banda de música Villa de Osuna por su disposición hacia mi persona, a mis hermanos de Misericordía y Pax, a mis queridos alumnos y compañeros docentes, comunidades neocatecumenales, miembros de Ampa, hermanas franciscanas de los sagrados corazones y a todos aquellos que habéis tenido la gentileza de querer acompañarme en esta mañana de domingo de Pasión. A todos, GRACIAS.
Pero se nos anunció, “si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?”. Pues es también momento de pedir perdón a quienes haya podido herir a través de mis palabras o hechos.
Y a aquellos a los que no pude atender, les ruego comprensión y generosidad.
Y a aquellos a los que entregué algo de mí, ojalá pudiera haberles proporcionado aún más.
Y a mi presentador, lo dejo para el último, porque es la posición que lleva por bandera. De ti he aprendido a que sembrar con hechos y no con palabras junto a un exquisito regado de detalles da lugar a frutos más verdaderos en las personas que nos rodean.
Os encargo la primera tarea de esta mañana de pregón, dividan al menos por diez los halagos del presentador a mi persona y reduzcan un buen tanto por ciento los méritos que ha nombrado. De esta forma se aproximarán al resultado de este ejercicio subjetivo de amistad. Amigo Álvaro, “la gratitud es la memoria del corazón” y es donde guardo todas tus atenciones conmigo hasta llegar a este día. Dedicatorias
Y es habitual que toda obra tenga uno o varios destinatarios a la que se dedica toda el alma puesta en ella. Y como no podía ser de otra forma, ellas son las personas que protagonizan gran parte de vivencias, simplemente porque siempre, siempre, estuvieron ahí.
En primer lugar mi madre, porque sin aquel encuentro de Jueves Santo con mi padre en Sevilla delante del paso de Montesión, este pregonero no hubiese llegado a este atril. Más tarde me mostraron el camino a seguir dentro de la Iglesia y mirad donde me encuentro. Y es que en Dios comienza todo y acaba todo. En Él, todo adquiere un sentido.
Precisamente sexto sentido, es el que posee mi mujer, cuando le trasladé hace unos meses, sin darle más pistas, que había recibido una llamada. Ella le bastó preguntar: ¿Ya? Supo ser la primera en sentir que era Dios quien nos citaba. Sin tu empuje, no me habría embarcado en esta travesía.
Y una travesía, la de nuestras vidas, que hace cuatro años que no hacemos solos, nos acompaña una pequeña tripulante. Quisiera preguntaros, ¿qué habéis sentido al escuchar la marcha Candelaria? ¿Tal vez luz?, ¿tal vez alegría?, porque precisamente son esos los sentimientos que transmiten mi pequeña del mismo nombre. Ya os podéis imaginar lo que significa compartir la vida con tan poquita cosa, canción que le canta su madre alguna noche que otra.
Por último y antes de finalizar mis dedicatorias, a mi padre, que como Abraham supo ponerse en camino hace muchos años y que aún hoy, cargado de primaveras, continúa peregrinando por este valle de las Hermandades que nos conduce hacia Dios. Un cofrade que en sus cuatro años de hermano mayor tan solo pudo realizar una única estación de penitencia.
Igual que Abraham, ha superado las tentaciones que el Señor nos somete en la vida porque “muchas son las pruebas por las que pasa el justo, pero de todas las libra el Señor”. El Señor ha hecho proezas con su brazo a aquel que ha sabido poner su confianza en Él. Y yo como hijo tuyo, como si de Isaac se tratase, aquí me encuentro preparado ante ti porque Dios y tú, así lo hablasteis.
Papá, no me sueltes de tu mano tú valiente como Abraham quieres enseñar a tu hijo que el Señor Dios proveerá en el día de su pregón y su voz no temblará.
Dame tu mano Papá, y háblame de cofradías, ese mundo fascinante que sabes en demasía y por lo que has entregado un corazón sin medida.
Dame tú mano Papá, y llévame a los pregones para saber apreciar el relato de esos cofrades que llevan por gala a Osuna y es amor de sus amores.
Dame tu mano Papá, y enséñame a respetar a las personas que sembraron y que supieron regar el árbol de la prudencia con aguas de la humildad, dando hojas de pureza y frutos en su Hermandad.
Dame tu mano Papá y explícame porque traspasa al asomarme a este atril, las fronteras de mi alma brotando de mi interior la necesidad de proclamar lo que tú con amor hiciste ya quince años atrás.
Queda tranquilo Papá, tu mano ya he de soltar, puesta en Dios la confianza es momento de practicar todas aquellas enseñanzas que tú me supiste entregar.
Esta mano no es más, que la herencia que nos dejan los hombres que antecedieron el pisar de nuestras huellas, de incalculable valor es el legado de un padre, él fue quien me supo dar, Misericordia y Paz, y yo no sé ni cuánto vale.
Camino hacia la Cruz
Y aquí estoy, antes de que perciban mi falta de valentía para afrontar este lance, ya va siendo momento de adentrarnos en ésta que será mi proclamación pública de fe ante ustedes al mismo tiempo que el de ponerse en camino hacia la cruz, al encuentro directo con Jesucristo.
Me muestro ante ustedes consciente del presente, ni angustiado por el pasado ni intranquilo por el futuro. ¡Cuántos momentos perdidos por no disfrutar del hoy! Hoy, es sin duda el mejor día para nuestra conversión.
En este discurrir, quiero llevaros conmigo, al igual que me han acompañado, cuatro objetos: Una foto, una estampa, un cuadro y una mochila vacía. Ésta última, la alforja de un peregrino que fue de las JMJ, esa que me ha asistido en cada encuentro y actualmente lo hace en cada viaje cultural por Europa con mis alumnos. Algunas veces dudo si es porque me siento joven aún o porque es mi arca de la alianza donde deposito mis bendiciones.
Foto: Clara Domínguez
Antes de partir recuerdo nuevamente a nuestro padre en la fe, Abraham, cuando Dios se dirige a él diciéndole, “Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré”. Con esa confianza, me pongo en marcha y os invito a caminar conmigo. Sería buen momento para emular a una artista y tomar prestada parte de su famosa frase y decir: “Si me queréis, ..venirse”.
Sí venirse, venirse a este peregrinar hacia el Dios hecho hombre mientras os cuento todo lo que ha obrado en mi. No dejaré resquicio alguno en descubrirme ante ustedes porque es mi intención desnudar hoy mi alma para revestir de gloria al Señor. Ojalá mis palabras, mi propia historia, lo que soy, lo que tengo y lo que siento os sirvan de instrumento para acrecentar vuestra fe.
Hacía ti voy, hacia ti me dirijo (suena Mi Amargura)
Hacía ti voy, hacia ti me dirijo. Desde aquellos primeros pasos de adolescentes y vivencias de niño, En la que la inocencia no descubre verdaderamente la dureza de un camino. Te mostrabas como padre eterno hecho amor, hecho amigo. Se da comienzo a un sin vivir de la gran ruta de este desafío. Uno va creciendo dentro de la Iglesia, dentro de uno mismo. Desconoce cuál es la salida, cuál es esa ruta, cuál será su sino. La Medicina o tal vez la Química, Matemáticas ese era mi sitio. Ya me licencié, es la voluntad del Padre con la que he crecido. Vivo aquel noviazgo de casi diez años, en el que he sentido, un amor tan grande de aquella otra persona con la que he vivido, arriesgarlo todo, casándome joven, lánzate al vacío, que se completaba con una ilusión, con aquel esfuerzo y mucho cariño. Tú te haces presente en aquel hogar donde ya faltaban voces de chiquillos. Y a los nueve años llega desde el cielo un pequeño ángel, lucero divino.
Otros sin sabores, tardan en cerrarse como cicatrices de este peregrino, si faltaran fuerzas de pisar tus huellas y proseguir el camino, hazme recordar todos esos momentos con los que he sufrido. Donde haces presente, que tú lo puedes todo, que contigo he vencido, estas experiencias que con cruz gloriosa tú me has esculpido. Todo lo que soy, todo lo que tengo, siempre agradecido. No me hacen dudar que hacia ti yo voy, hacía ti dirijo, este caminar lleno de MISERICORDIA, repleto de PAZ, quiero reencontrarme con quien es mi amigo, con quien es mi guía él es JESUCRISTO. Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador de cielo y tierra
La Cuaresma, tiempo de camino. Tiempo propicio para mirar hacía dentro de uno mismo y escuchar al corazón, porque como dice el autor “A donde el corazón se inclina, el pie camina”.
Esta mirada interior nos permitirá descubrir la confianza que tenemos en los planes de Dios. Y es que la fe es la valentía de fiarse de Dios, al mismo tiempo que oramos para encontrar sentido a la voluntad de aquello que Él quiere para nosotros. No temamos, que el Padre nos acompañará en este caminar hacia el Hijo. En las diferentes peregrinaciones que he vivido, he experimentado como el espíritu santo va por delante de nosotros allanando el camino y a pesar de las dificultades que en él se presentan, siempre ha tenido agua para el sediento, ropa para el desnudo y alimento para el hambriento.
Han pasado seis meses desde que dio comienzo mi particular Cuaresma, mí tiempo de conversión en el que he desempolvado recuerdos, escrutado los cimientos de mi vida y construido los pilares de mi existencia a través de las conversaciones de tú a tú. Así, hasta ir edificándose las razones de mi fe, mi Credo. Ahora que tan solo restan siete días para llegar a Jerusalén es el mejor momento de compartirlo con vosotros.
Entre Osuna y Jerusalén no es tan larga la distancia, si pones delante al Señor liviana será tu marcha. Convertirás barreras del hoy, en esperanzas del mañana.
Aprovecha esta Cuaresma el tiempo que Él nos regala, para andar por el desierto, para caminar por las aguas, haciendo vivo un mensaje, ¡ánimo, levántate y anda!.
Entre Osuna y Jerusalén no es tan larga la distancia, porque Él está en nuestros templos lo verás en nuestras plazas, lo sentirás en cada esquina de nuestra Semana más Santa.
Un caminar que aquí comienza, proclamando mi alabanza hacia aquel que me ha entregado, un cielo azul como gracia, de una Osuna celestial, que me estremece hasta el alma. Y el regalo de la vida, y con Dios nada me falta.
Foto: Clara Domínguez
Vengo a proclamar mi fe, a decir con claridad y firmeza: Creo en un Dios que es Padre, creador de mi presencia, Padre todopoderoso creador de mi existencia, creador de nuestro cielo y creador de nuestra tierra.
La Oración que echa a andar
Os decía que entre mis objetos se encontraba una estampa. Mirad qué grande es Dios que la mantuvo guardada y apareció el primer día que se gestaba este pregón. No era otra, que el recordatorio de la proclamación de fe de mis hermanos de la segunda comunidad de Consolación con los que anduve más de 17 años y con los que aprendí a vivir un camino de humildad, sencillez y alabanza.
Hoy recuerdo tantas preparaciones a luz de la palabra o el fruto de la evangelización por las calles de la feligresía junto a hermanos colmados de sabiduría. Algunos ya no se encuentran con nosotros, al igual que nuestro eterno y querido párroco, que nos entregaba en un folio escrito a máquina y firmado por él donde se podía leer:
“La Paz del Señor sea con vosotros. Los portadores de la presente son enviados por la Parroquia para anunciaros el Evangelio, el amor que Cristo tiene para con todos nosotros, experimentado por ellos en la medida que el Señor se lo ha permitido. No dudéis en recibirlos, pues Cristo va con ellos”. Esta maravillosa carta de presentación junto al espíritu santo que nos acompañaba abría puertas, o más bien los corazones faltos de amor y cariño de muchos de nuestros paisanos.
Tras esta misión por las calles de la feligresía, mis hermanos proclamaron su fe. Y esos credos vivos que quiso Dios escuchara como oyente en la Parroquia de Consolación, ha querido que un Domingo de Pasión, 9 primaveras después, sea yo quien lo proclame, ni más ni menos, que ante todo un pueblo.
Y convencido que es Dios quien maneja nuestros tiempos, vengo a pregonar que
creo en un Dios Padre, porque como padre me ha cuidado y me ha instruido, Todopoderoso, porque para Él nada ha sido imposible y creador de cielo y tierra, porque me entregó la alegría de vivir en Osuna.
Y Osuna será nuestro desierto en este caminar para luego convertirse en una Jerusalén celestial. Todo transcurrirá en un lugar cargado de historia, de monumentalidad y belleza que traspasa fronteras. Pero la perfección de sus calles, el misterio de sus iglesias y conventos o el encanto de sus casas no debe anclarnos en un pasado ni en la hermosura de lo material. De nada sirve tener magníficos decorados sin la presencia de los actores. Y es que nada adquiere sentido sin las personas. Os invito a cuidar y valorar la belleza, el orden y las formas pero no a detenerse exclusivamente en ello. Tratemos de penetrar en las raíces mismas y a detenernos ante lo sencillo que se encuentra en el interior de cada uno porque quien quiera comprender nuestra Semana Santa de Osuna, tendrá que descubrir la mirada, el sentimiento y el corazón de sus gentes.
Yo no he venido a cantar, a la rosa o al clavel, que adorna a nuestra Madre en su paso o su dosel, ni a la jarra ni al varal, ni a candelabros en sus pies, ni al bordado de su manto, ni a la saya de ese mes. Yo venga a cantar unos sueños, que se sienten y no se ven.
Yo vengo a cantar el sueño que Osuna tiene en primavera, de unos silentes cofrades que viven el tiempo de espera, descontando a su reloj las pocas horas que quedan.
Yo vengo a cantar el sueño, de fieles que llenan Fátima, que buscan a Encarnación en devoción tan mariana, y encuentran un corazón de hágase en mi tu palabra.
Yo vengo a cantar el sueño, de unos niños que se alejan, que archivan con emoción unas fotos color sepia, junto a esa borriquilla, en su primera penitencia.
Yo vengo a cantar el sueño, del anonimato de personas, que viven en desolación hasta que el Nazareno se asoma, por la puerta de su casa que es la iglesia la Victoria.
Yo vengo a cantar el sueño, del enfermo que se postra y que reza sin descanso y al ver a Dolores llora, pero se alegra su cara porque ella va y se lo colma.
Yo vengo a cantar el sueño de la soledad de una anciana, que espera con devoción querer cumplir su palabra, acompañando a un Caído y a la vez su vida levanta. Yo vengo a cantar el sueño de una Osuna que recuerda, las proezas de aquel hombre que Cautivo se nos muestra, sentado sobre una roca y que Humildad y Paciencia revela.
Yo vengo a cantar el sueño de un pueblo que se emociona, de Santo Entierro de Cristo embriagándonos con su aroma, aroma de Espíritu Santo que nos despierta y transforma.
Sabed que en el mundo hay odios, tristezas y hay penas porque pasamos de largo aquellos sueños que inquietan de quien tenemos al lado de nuestras vidas repletas.
Detenerse ahora un instante, porque la vida es tan bella que si descubres al hombre el cual transita por ella, dichosos serán tus labios, proclamando a boca llena, yo creo en Jesucristo su Hijo y tengo confianza plena que ÉL haga realidad estos sueños, al consumar mi Cuaresma.
Creo en Jesucristo, su único Hijo nuestro Señor La Semana Santa se acerca y a la vuelta de la esquina, el olor a incienso se conjugará con la luz de la cera y el rezo de la saeta para que se convierta en eterno lo que solo dura una semana. Y es que esa semana es una forma de entender la vida, es fin y a la vez principio para el cristiano.
Y no solo para el cristiano, porque la grandeza de la Semana Santa radica en que viene a alumbrar a todo un pueblo, a todo aquel que con respeto mira a Cristo desde los ojos de la fe o bien desde la mirada de la expresión artística. Para todos, va dirigido mi pregón.
Y en particular los cofrades, que en un acto de generosidad y entrega a su pueblo y a sus hermanos, pierden el sueño pensando que mejorar cada estación de penitencia para que el mensaje de Cristo y el ejemplo de María conecten con el sentir más profundo de sus paisanos. En estos tiempos difíciles en el que todo el mundo tiene un Dios al que se agarra, la Iglesia nos necesita para dar testimonios de fe y no podemos disimular antes los demás nuestra creencia. Con esa convicción saldremos a la calle a anunciar el evangelio.
Por ello proclamo que creo en Jesucristo, su único Hijo nuestro Señor, que a lomos de un borriquillo entrará en nuestra particular Jerusalén y la respuesta no será otra que la de glorificar al Rey que montado en lo más humilde es capaz de ser dueño y señor de nuestras vidas. Tengámoslo presente en cada despertar y así brillará nuestro amanecer, aportando sentido al sufrimiento, fortaleza a las debilidades y amor a nuestras acciones.
Imagino la escena de la acogida que sucedió hace 2000 años en aquella Tierra Santa, comparable a ese soleado día 8 del pasado mes de diciembre, que tras ser inundados por la pureza de la Inmaculada Concepción de María, un pueblo se echó a la calle a alabar al Señor en su entrada triunfal en Jerusalén y posterior llegada al templo. Un templo que se alza en estos momentos como monumental iceberg en el mar de la plaza del bacalao.
¿Os habéis percatado que desde ese día, Osuna se convirtió en uno de los pueblos más afortunados? Si en diciembre de 2015, nuestro patrón quiso repartir alegría en forma de segundo premio en cientos de familias ursaonenses, las pasadas navidades, me atrevería a decir que fue agraciada con mucho más que el gordo. Porque este premio no regaría solo a una parte, inundaría a todo un pueblo. Porque
esta ofrenda del cielo no sería caduca sino perenne puesto que fue directa a las raíces de una historia y de una religiosidad.
Se nos devolvió de nuevo un templo, gracias a la entrega de todos.
Dos testigos de excepción nos relatan aquel día y nos harán reflexionar sobre la manera que afrontamos los cristianos los acontecimientos, si con la tristeza o la alegría en el Señor. Escuchemos este diálogo
Santo Domingo abre sus puertas
Es la historia de dos campanas silenciadas de una Iglesia, que conversaron por diciembre, ¡levántate, levántate compañera!.
¿Qué ocurre hermana mía, por qué despiertas con esa fuerza? Tengo una gran noticia nuestra Iglesia, abre sus puertas.
No lo creo tras once años, no quiero soñar despierta, el tiempo me ha derrumbado y me siento ya muy vieja.
Alégrate querida hermana, cumplamos nuestra tarea, habrá que anunciar a Osuna que la Iglesia no está muerta.
Que vuelve a nacer el templo que aguarda entre sus piedras, tantas promesas y rezos y de la feligresía, su esencia.
No me convence tu postura, no me abandona la tristeza, son tantos lo que se fueron y no la vieron abierta.
Un hombre que asaba castañas muy cerca en la plazuela y otros que pertenecieron a la Parroquia ya nuestra.
Levantemos nuestras miradas y toquemos aires de fiesta para que se escuche en el cielo y brillen esas estrellas.
Orgullosa de tu pueblo muéstrate por esta entrega pues lo importante es conseguir sin desesperar lo que sueñas. Atenta que ya se asoman que vienen por la Carrera Jesús en la borriquita y el niño con la insistencia, de jugar en esa plaza que dejará de ser huérfana.
Su madre Desamparados con cuidadito a su vera, le mostrará con agrado que esta casa ya es eterna.
Detrás marcha Jesús Caído de la mano de una doncella La Virgen de los Dolores, guapa como una reina.
Mira hermana que alegría Osuna ya está de fiesta, reflejado en sus dos Madres de rostros con menos pena, porque vuelven a su casa, en el final de su espera.
No pares ya de tocar por favor no te detengas, la alegría compartida, es lo que edifica una Iglesia, la que ves en este pueblo, que alaban con fe a ciegas, que Dios en Santo Domingo, abre de nuevo sus puertas.
Nació de Santa María Virgen
Y en Santo Domingo seremos testigos del infinito amor de un hombre que entregará su vida por nosotros. El que fuera concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen. De tan sencilla mujer, vino nuestro salvador. María nos aguarda a la puerta de Jerusalén para acompañarnos en el trayecto de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Sin ir más lejos, en Consolación, mi Virgen del Mayor Dolor nos espera, para quien no lo conozca, ella adelanta un pie sobre el otro, lo que representa la mujer itinerante, la mujer en camino, la disposición en persona.
Precisamente este año, ha querido el Consejo de Hermandades y Cofradías, a través de la elección del cartel anunciador, que la puerta de acceso a la Semana Santa sea María y nos sirva de guía en el misterio que celebraremos.
Ella mejor que nadie, Nuestra Madre y Señora en su Quinta Angustia, sabrá mostrarnos el camino para profundizar en el conocimiento del mensaje de su hijo así como aprender de su respuesta afirmativa a la voluntad del Señor.
Mujer de fe, madre de Cristo y madre de la Iglesia, en ella creo, porque ante los fracasos, los desconsuelos y la soledad nos servirá de apoyo y compañía. Ella, como Madre celestial, no nos abandonará y permanecerá hasta el final con su hijo al pie de la cruz. Porque la angustia de María, consuelo será de Osuna, advocación gloriosa de nuestra protectora y patrona.
Ella, sintió la soledad antes que nosotros y se encomendó al Padre. Su mirada hacia el cielo, nos eleva cada Jueves Santo y nos invita a mirar a Jesús con ojos de madre y así amarlo en plenitud.
Ella, en su Soledad y Amargura, nos mostrará cual será el mejor maestro y la mejor escuela, que no serán otro que el Señor y su Pasión. Decía un santo jesuita “Cuando siento amargura en mí, la coloco entre Dios y yo y le ruego hasta que la transforma en dulzura”. Dirigir a ella una oración nos permitirá sentir el bálsamo de su amor y descubrir la dulzura de vivir en el Señor.
Tú sientes sobre tu cuerpo, el caer de un manto negro, que te viste desde el cielo, la Soledad que queremos.
Soledad de Jueves Santo o Soledad y Amargura una mirando a la luna la otra templanza en su llanto.
Discípula de gran hermosura de Jesucristo sagrario, el mejor de vuestros cantos es la marcha mi Amargura.
Tú tornas en esperanzas el sentir de los cristianos para amarnos como hermanos, mientras tú con elegancia, nos bendices cada año.
Para sentir la Esperanza (suena Triana de Esperanza)
Recibamos a María símbolo de la Esperanza para el cristiano. ¡Esperanza! Que belleza de nombre y cuanto encierra. ¡Qué privilegiado soy de tener tres Esperanzas en mi familia! No es más que el fruto del
corazón trianero de mi abuelo que deseó poner a su primera hija el nombre de su devoción y más tarde, quiso Dios que ella llegara a Osuna. Décadas antes, otra madre del mismo nombre, vendría a alumbrar nuestras calles el Martes Santo.
No hay que vivir en Sevilla, para sentir la Esperanza, la tenemos a nuestro lado en Santa Rita su plaza, en la plaza, una Iglesia y en la Iglesia, ella aguarda.
Que envidia le tengo a San Juan que le susurra a su espalda, vayámonos de paseo cuando la tarde se apaga, para escuchar que en Osuna todo el mundo dice guapa.
Guapa fue ella creada, por su autor Vicente Tena, que manos del valenciano las que tu rostro esculpiera.
A ella, a ella tenerla presente cuando creáis que se pierda, la Esperanza es un valor, la Esperanza siempre llega, llega a tu alma cristiana si la pides cuando rezas.
Yo tengo que revelaros, que no me falta siquiera, porque la tengo en mi mente, porque la tengo a mi vera, porque la tengo en mi casa, quien me trajera a esta tierra, por aquel mes de septiembre, de aquellos años setenta.
Ella vino de Sevilla, para quedarse prendada, del amor de nuestra Osuna, de esta tierra milenaria.
Y así fundar una familia, que el Señor se la entregaba, con un solo hijo varón, que es su deseo exaltarla exaltar a estas dos madres, madres que nunca descansan,
Madre del Verbo encarnado, mi madre, de sus entrañas. Ya puedo decir con fuerzas, cuando la Cuaresma avanza, que hay que vivir en Osuna, para sentir la Esperanza. y padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Y a Cristo le fallamos. Le fallamos cuando nos pide “velad y orad” y al igual que los apóstoles en aquel huerto, nos encuentra en muchas ocasiones dormidos. Le fallamos, cuando el mayor consuelo para un amigo es la presencia.
¿Y a mí me duele? Ínfimo dolor comparado con el de su pasión. Observemos al Santo Ecce Homo del Portal y mirémonos al espejo donde encontraremos el responsable de su sufrimiento. Quien pudiera ser tu clavero para poseer la llave que acceda a ti y curar tus heridas.
Aquel que entró como rey triunfal en Jerusalén o como príncipe de la Paz, en tan solo una semana, ratificará con su sangre el reino que establecerá secretamente en el interior de cada hombre. Jesús Cautivo, tú no viniste a ocupar ningún trono, ¿verdad? Conocías perfectamente que el patíbulo sería el lugar desde donde reinaras.
O preguntadle a ese sayón, centurión que te azotó mientras atado a la columna demostrabas que ninguna pena es peor al que odia, que la de ser amado. Y así nos regalas tu entrega cada jueves santo, firme y sublime por las calles de Osuna. Entrega que al mismo tiempo conmemoramos en cada templo en el oficio del lavatorio de pies, inicio del triduo pascual. Tres días de liturgia que nos devolverán al pasado, gracias en gran medida, a las
Foto: Clara Domínguez
historias que nos contaron nuestros antecesores. Esta es la semilla para entender la fiesta que nos alumbra cada primavera.
Porque a mí me contaron ilustres paisanos nuestros a través de obras, periódicos o convocatorias archivadas en una querida imprenta, hoy a disposición de un pueblo, la maravillosa historia de nuestra Semana Santa durante décadas.
A mi me contaron, la cara de ilusión de un niño revestido de túnica blanca y azul que cogido de la mano de su padre se dirigía a realizar estación de penitencia cada jueves santo desde el antiguo convento de la Merced.
A mi me contaron, como existieron costaleros de promesa que cada madrugada de Viernes Santo detenían por unas horas sus duras jornadas de trabajo y se disponían a llevar sobre sus hombros al Nazareno. Los que allí se presentaran, unos años 25, otros 30, ¡que más da! .Únicamente aquellos que tenían el deseo ferviente de pedirles o devolverles con amor a Jesús todo lo que les había concedido.
Me contaron como hermanos octogenarios le infieren verdadero sentido a la túnica o como algunos se revisten de color morado para seguir a Jesús Nazareno hasta su subida para luego marchar rápido a casa y transformar su penitencia en negro junto a la Virgen de los Dolores en su bajada. ¡Qué muestras de amor y agradecimiento más grande!
Estas imágenes que se guardan en la retina o conversaciones grabadas en la memoria son las que conforman la tradición de un pueblo, como confiesa Osuna que Cristo padeció bajo el poder de Poncio Pilato, proclamando en las calles su Pasión al caer la tarde del Jueves Santo.
Tras lo vivido aquella tarde, no pude conciliar el sueño, grabada quedó la imagen del que llamaban cordero. Cristo atado a la columna, Cristo paciente y sereno, tú manifestando a Osuna lo que confiesa nuestro Credo.
Me desvelé de mi sueño, evocando esos recuerdos, otra imagen me rondaba la de Cristo asido al suelo. Me contaron sus tres caídas, me contaron que fue hombre bueno, que sale cada Jueves Santo a delatar nuestros egos. Que Él fue a la humillación, sin compasión y en silencio, porque sobran las palabras, si puede hacerlo con gestos. Yo me fijé en su mirada, su dirección no era el cielo, ni a la Merced, ni a Colegiata, él miraba a los adentros. Los adentros de sus paisanos, a los labios de aquellos besos, al rosario de aquellas manos, y a las cruces sobre sus cuerpos. Tu quisiste transmitir, ¡levantaos!, no tengáis miedo, pues yo antes ya caí, no reneguéis como hizo Pedro.
Antes de que amaneciera, quise volver a tu encuentro, me enseñaron que preguntara por el Nazareno de mi pueblo. Tu cuerpo se encontraba alzado, con igual cruz del madero, con andar acompasado y con la túnica de reo. ¿Qué es lo que allí emocionaba?, ¿Qué inundaba a un pueblo entero?, ¿que encerraba esa mirada?, No entendía aquel misterio. ¿Eres divino o eres humano? ¿Eres alumno o eres maestro? De tantos y tantos pecados, ¿cómo soportas nuestro peso?
En tu estación de penitencia se perciben mil dolores de padres que ya no curan de la vida grandes golpes. Acompañan en tu subida, con su cuerpo hecho jirones han dado toda su vida por quien fueron sus amores. Un hijo adicto a los males, o el otro que perdió el norte, o el enfermo que solo puede verte desde de los balcones. Ellos suben a tu lado, y dirigen confesiones, para que tú les bendigas y no sientan más reproches. Tu sufrimiento y el suyo se funden en el horizonte llegando a Cuesta de Abades, se encienden los corazones.
Me contaron de una mujer, que salió por la mañana, la conocen por Dolores a esa rosa más temprana. Era madre del altísimo madre de Dios soberana, seguía de cerca a su hijo sin perderle la mirada. Sus ojos me descubrieron, que era ejemplo de cristiana, por unas lágrimas que caían, del dolor de siete espadas. Espadas de dolor servita, que con amor se clavaban, en el corazón de una Madre, que nos auxilia y nos guarda. Le cantaron un Dios te Salve, de Encarnación Coronada y ella con mismo semblante en solemnidad desgarrada.
Llegados los dos al Calvario, ambos se vieron la cara, reflejaron en su pueblo, la luz de aquellas miradas. Que hizo que toda Osuna, de inmenso gozo brillara, comprendí lo que me contaron, el misterio de aquellas lágrimas, aquí no se llora de pena, sino de alegría, desbordada.
Se repite año tras año esta hermosura de estampa que regala el calendario de la liturgia cristiana. Cuando una madre y un hijo, como su pueblo esperaba, primero viendo a un Caído, y por el Carmen ya pasan y si te sientes perdido aún te queda la fragancia de vivir con los sentidos el viernes de madrugada. Nazareno sube al Gólgota, y Dolores que acompaña, todos escriben la Pasión, no hacen falta las palabras pues solo habla el corazón que de mis pasados contaran.
…fue crucificado, muerto y sepultado.,
Un amigo que me felicitaba por mi nombramiento me recordaba un refrán eclesiástico: “en la alegría ningún día sin cruz”. La cruz es necesaria en cada etapa de la vida. Lo que para muchos es símbolo de humillación o muerte, Cristo
lo transforma en exaltación y vida. Santa Cruz, Vera- Cruz, emblema para el cristiano. Escándalo para unos y necedad para otros.
No nos preocupemos por borrar o esconder las llagas de nuestra cruz porque han sido señal de victoria de Jesucristo. Id a adorarlo el Martes Santo a San Agustín. Porque los cristianos predicamos a un Cristo crucificado, cruz arbórea como trono de salvación que convertiremos en gloriosa, de la que me nutro y me deleito, como entona el himno, en sus raíces crezco y en sus ramas yo me extiendo.
Paz y Mayor Dolor Mirando el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo, proclamo que fue crucificado. Tras la celebración de los oficios del Viernes Santo, vuelvo a recordar mis inicios de nazareno con tan solo 4 años y desde entonces tener la posibilidad de ser instrumento de la Paz del Señor a través de mi estación de penitencia.
Y es que hablarle de estación de penitencia a un diputado mayor de gobierno es como hablarle a un padre de su hijo. Me quedo sin palabras para explicarles las vivencias que regala una hermandad en la calle, cuando desde cruz de guía al palio, se ponen a disposición tuya para dar testimonio de comunión entre hermanos. En los últimos años he podido aprender de mis capataces que su grandeza de cuerpos es proporcional al amor que le infieren a sus costaleros y estos a su vez derrochan el mismo sentimiento a nuestros titulares. O quedarme asombrado cuando nazarenos de menos de un metro enseñaban a sus padres que la lluvia no es impedimento para seguir acompañando a Cristo, o como el cortejo en su conjunto comprende que la Madre debe seguir siempre de cerca, muy de cerca a su hijo, ambos siendo uno. En mi mente siempre ha estado grabada la naturalidad, la puntualidad y el orden como cualidades de un buen cortejo procesional, las mismas que deben regir tu propia vida.
Con la Hermandad de la Pax, he tenido la dicha de vivir dos centenarios, en la que contamos con la gracia de escuchar las palabras del Cardenal o el privilegio de ser espectadores de las maravillosas estampas de la Virgen del Mayor Dolor junto al Santo Cristo de la Paz representando un Stabat Mater, momento histórico por la unicidad de aquel dialogo entre madre e hijo, mas intimo si cabe que los vividos cada Viernes Santo.
Ya se cumplieron 100 años de la venida de la Virgen quien aparecería resplandeciente como una estrella para iluminar a nuestra Hermandad.
Parece que fue ayer y han pasado casi 3 años que celebramos tu centenario y nos postramos a tus pies. El tiempo corre al revés desde aquel acontecimiento y tú rejuveneciendo tu rostro cada vez más joven tus manos más puras y nobles con las que nos vas bendiciendo.
Tu Hermandad quiso aquel día el encuentro con tu hijo para que caminara contigo hasta el final de su vida. Nada más verlo tenías una sonrisa en tus labios, se convirtió el centenario en la mejor conversación, que traspasó el corazón de todo aquel invitado.
Aquella tarde esplendorosa siete frases sentenció, el corazón de una rosa que vive en Consolación.
“Padre tú, perdónales, el hijo exclamó al cielo, porque no saben lo que hacen”, se escuchó en aquel templo. En el silencio de la tarde, la Madre interpeló al hijo, “¡hijo mío, hijo mío!, no sufras que estoy contigo”. EL hijo le contestó: “aunque no entiendas mi destino siempre estaré a tu lado, conmigo hasta el Paraíso”.
“No sabes mamá que dije que ocuparme yo tenía de las cosas de mi Padre que son de verdad las mías”.
Hoy me encuentro en esta cruz, para dar ejemplo vivo del amor de nuestro Padre que quiso entregar al hijo. “No llores más Madre mía y vive tu Pontifical porque tan solo este día saldremos juntos a pasear”. “Tu y yo bajo un mismo paso, a Osuna habrá que inundar, el día de tu cumpleaños y así poder regalar el mayor de los tesoros que Osuna nunca tendrá Mayor Dolor de su madre y el cobijo de mi Paz”.
“No llores más Madre mía, dirígete a la Hermandad que nos ha bajado del cielo para escuchar la verdad, la verdad de aquel mensaje, que tanto dará que hablar, pues vengo a entregar la vida y ellos a los demás”. “Con todo tu corazón y alma, al Señor tu Dios amarás, y al prójimo como a ti mismo, esa, esa es la gran verdad”.
Llegando a Plaza del Duque, la madre entró ya en la calma, el sol que con pleitesía secaba sus cinco lágrimas.
Un cardenal que es Amigo nos bendijo aquella tarde nos enseñó el camino “he aquí a tu hijo, he ahí a tu Madre”.
En el padecimiento pensó, “Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado?” y su cabeza levantó y desde el cielo fue ensalzado. Llegado al convento del Carmen, el hijo ya sin aliento, pronunciaba dos palabras “¡Tengo sed!”, exclamó al cielo.
“Preguntad en esta casa, a la madre del Carmelo, si puede darnos el agua, de su corazón marinero”.
Y así fue el cumpleaños, “No desfallezcas hijo mío, déjame curarte ahora”. “Todo está consumado, Madre pues ha llegado la hora, de encomendarme a mi Padre y el espíritu en sus manos, y al finalizar esta tarde lo rociaré en mis hermanos”.
de la dolorosa más bella, que aún perdiendo a su hijo conquistaba a Osuna entera, porque cubrió con su manto, y consoló con su pena, los corazones de aquellos que demostraron su entrega. Tras aquel hermoso día de emoción y de grandeza nos rendimos a los pies de esta obra tan perfecta, que quiso Dios regalarnos y tomar ejemplo de ella, de humildad y sencillez, de tan bendita pureza. Y le devolvimos su amor y le apagamos sus velas porque cien años cumplía, Mayor Dolor, que es mi estrella.
Descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Confieso que Cristo murió y fue sepultado. ¿A quién no le desconcierta la muerte?¿A quién no le aturde ver esa urna el sábado santo? No temamos, la Hermandad del Santo Entierro viene a demostrarnos que la vida triunfa sobre la muerte. La muerte está vencida. Pero el camino a la vida pasa inevitablemente por un abandono, a no aferrarse a lo que poseemos y a no temer de ir con Dios. “Quien busque preservar su vida la perderá, y quien pierda su vida la salvará”.
Igualmente proclamo que Cristo, descendió a los infiernos, pero antes había descendido a los brazos de su madre, que nos fue dada por Él, a la hora de su muerte, como madre nuestra. Y con sus manos abiertas manifiesta la acogida al hijo, la misma que este Viernes Santo le tributaremos al Cristo de una corporación que estrenará por título: Antigua, Venerable y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Madre y Señora en su Quinta Angustia.
Y nada tendrá sentido si no celebramos la Pascua para recordar que al tercer día resucitó de entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Solo a la luz de la resurrección adquiere sentido la muerte. Salgamos a la calle el Sábado Santo y demos testimonio de fe acompañando a Cristo muerto al mismo tiempo que cantamos en nuestro interior el himno del salterio que mi padre incluyó en su pregón y viene a resumir con toda claridad este artículo de mi Credo.
Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto, ni en la montaña se esconde, decid si preguntan dónde que Dios está sin mortaja donde un hombre trabaja y un corazón le responde.
Creo en el Espíritu Santo y en la Iglesia Católica.
Y es momento de tomar el tercero de los cuatro objetos que traía conmigo, la fotografía. La miro detenidamente y aprecio en primer plano tres personas, mi padre, mi hija con escasos dos años y quien os habla. En segundo plano, el paso que representaba el Stabat Mater antes mencionado.
Mirar esa foto, me invita a continuar proclamando mi fe diciendo: “Creo en
el Espíritu Santo y en la Santa Iglesia
Católica”, porque no cabe duda que esa llama del espíritu que lo envuelve todo fue encendida en mi padre y se transmite a través del sacramento del bautismo de generación en generación, así hasta conformar familias de la Santa Madre Iglesia. Sí, Madre Iglesia, porque como madre me ha acogido desde mi niñez, me ha educado y ha sostenido mi fe.
Y deteniéndome aún más en la foto, observo que mi hija se encuentra en mis brazos y me pregunto, ¿sostenemos la fe de nuestros hijos? ¿Cuántas llamas de la fe se encuentran apagadas?
Pues en la carrera de la fe, no bastará con encender la vela a nuestros descendientes, no será suficiente revestir con la túnica a nuestros pequeños o traspasar las almohadillas a nuestros hijos. Es necesario, o perdonadme la osadía, es imprescindible, recorrer el camino del Señor en la actitud del EJEMPLO.
La firmeza en nuestro compromiso será la garantía de construir generaciones con una base sólida. Como hijos de Dios que somos, nuestro ejemplo es CRISTO. Y él podría estar preguntándose
¿Dónde estás tú nazareno? Que me acompañabas aquel tiempo con esa túnica planchada con el escudo en tu pecho.
¿Dónde estás tú nazareno? Que corrías el primero para coger un buen sitio y dirigirme unos besos.
¿Dónde estás tú nazareno? Que al salir de costalero ya no te veía a mi lado no entendía ese destierro.
Yo quiero estar junto a ti, dentro de nuestro cortejo, revestido de tú túnica que guardabas con esmero, dando lo mejor de ti, y enseñando a tus pequeños, que se mantenga esa llama, hasta llegar a tus nietos.
Yo quiero que estés junto a mí, para mí fuiste el primero, yo muero y vivo por ti no entiendo de quiero y no puedo solo entiendo de cumplir, nuestra misión dando ejemplo, con el cirio en una mano y en la otra el evangelio, cúbrete de tú antifaz, más yo no entiendo de edad, ¿Dónde estás tú, nazareno? En la comunión de los santos y en el perdón de los pecados Queridos hermanos, os tengo que confesar un secreto. Este pregón no ha sido construido exclusivamente por mí. Os daré la razón. ¿En quién pensáis cuando visitáis una ciudad desconocida para que os sea mostrada con todo detalle?
Pues en mi intención de adentrarme en lo más profundo de la devoción de mi pueblo, decidí ir al encuentro de cuatro cicerones que me llevaran a descubrir cada uno la ciudad de sus sentimientos y fueran mi guía en aquello que les transmiten sus sagradas imágenes. Para tal encomienda, escogí a cuatro jóvenes, por aquello de ser siempre un enamorado del tesoro que supone la juventud y al
Foto: Clara Domínguez mismo tiempo, mi simple petición les sirviera de eslabón entre generaciones. Opté por cuatro pregoneros, que ya demostraron en su día experiencias en estos lares. Preferí a cuatro ex alumnos, porque siempre consideré que aprendí más de ellos que lo que pude yo enseñarles.
Y no me equivoqué, en conversaciones de verdadera profundidad dejaron latir su corazón, que junto al mío han aderezado algunos fragmentos de este pregón. Les agradezco públicamente su aportación porque me he sentido acompañado en este caminar y ellos me han hecho ver en su madurez de pensamientos la riqueza de la Iglesia cuando un mismo espíritu nos inunda a todos.
Y de esta forma, construimos Iglesia, a través de contar a los demás nuestras experiencias de Dios. Esta vivencia y las que me ha regalado el Señor en mi vida, me invitan a decir: “Creo en la comunión de los santos”. Una llamada, para abrir caminos hacia la santidad en nuestra vida tomando ejemplos como Madre Carmen, Santa Ángela de la Cruz o nuestro patrón San Arcadio. Testigos de Dios que han esparcido con sus obras el olor a Cristo para que los demás huelan su fragancia.
Misericordia
Igualmente os confiaré que he sentido el perdón de los pecados porque he experimentado lo que anunciaba el profeta Isaías, “Eres precioso a mis ojos y te amo”. Qué difícil se hace mirarte a la cara. Hace 20 años que no tengo la valentía de enfrentarme a tu mirada y sigo tus huellas mientras me late el corazón a ritmo de tambor ronco. Y tú en cambio, me devuelves misericordia para que yo sienta tu perdón. Tú a cambio, me entregaste maestro y escuela, corazones generosos de mis hermanos mayores, hermanos costaleros, capataces o grupo joven con el que crecí. Innumerables experiencias de tu amor que tras las regaladas en las últimas semanas me confirman una vez más que estás escribiendo una maravillosa historia de salvación conmigo.
Les contaré una curiosidad que conocen muy pocos. ¿Saben que existe un elemento en común entre los cortejos procesionales de la Cofradía de la Misericordia y la Hermandad de la Pax? Ambas avanzan bajo el mismo sonido.
Este costalero, se encarga cada Miércoles Santo al salir del paso de Cristo acercarse a las canastillas y tomar prestada la matraca del diputado mayor de gobierno para que ésta suene en la tarde-noche del viernes santo. No creo en las casualidades. Es como si el Señor quisiera recordarme que él viene conmigo manteniendo este vínculo entre mis dos hermandades y al mismo tiempo sepa apreciar lo que aprendí en su día en la organización de la estación de penitencia para ponerlo al servicio de mi otra hermandad.
Tú fuiste quien me enseñaste a que salieran las cuentas algunos piensan que no vale descubrir nuestras miserias. Quien se humilla, se enaltece, enunciado está el teorema Misericordia, tú eres, resuelto queda el problema. Amor igual a la cruz, la identidad siempre cierta, multiplicas con tu ejemplo, no concibes nuestra resta. No admites los decimales, tu entrega siempre es entera, tú eres balanza y eres medida, eres geometría perfecta. En mis renglones torcidos siempre escribes en línea recta, no hace falta que tú hables, cuando te miro de cerca. Porque eres silencio en la noche eres mi luna y estrella, eres el brillante broche de mis proyectos y metas. Das sentido a los porqués eres pregunta y eres respuesta, eres fin en mi oración, eres lugar de promesas, cabecera del soñador, eres albor que nos despierta. Eres luz del penitente eres guía que atraviesa que caminas reluciente eres mi alfa y mi omega. Eres sentir de un costalero, que va viniendo de vuelta, y el cariño de unas manos, de quien es tu camarera, Eres aceite que no apaga esa llama en mi pequeña, eres fuego que me abrasas cuando me acerco a tu vera. Eres mi vida, eres mi muerte, eres salvación eterna eres bendito regalo de Dios que tallara Juan de Mesa. En la resurrección de la carne y en la vida eterna Y va llegando a su fin mi proclamación pública de fe. Y durante este recorrido, que comenzó hace seis meses en mi salón de casa con la visita de Dios representado en los miembros de la junta superior del Consejo estuvo presente el cuarto objeto, aquel cuadro, aquella puerta. Obra que quiso Dios regalarme en el concurso de pintura rápida que se celebra en Osuna cada año obteniendo una mención de honor.
Me impactó nada más verlo, al igual que a mi presentador que fue miembro del jurado en esa edición. Me transmitió algo más que Miércoles Santo, incluso encerraba mucho más que Misericordia.
¿Y que puede transmitir una simple puerta? Para ello solicité vuestra participación, buscaba que os convirtierais en bastón en la distancia para hacer más ligero el caminar de la confección de este pregón, razón a la que se le añadía mi deseo que este canto lo edificarais conmigo, ya que ustedes sois los protagonistas del mismo y yo tan sólo he venido a transmitir un mensaje que me ha sido dado.
Pues bien, tras la paz interior que nos ofrece haber llegado al pie de la Cruz en la compañía de María ahora nos encontramos delante de una puerta y os haré una pregunta. ¿Qué os transmite esa imagen?. (Silencio). Si os leyera todas las respuestas que he recibido en este tiempo, posiblemente completaríamos otro pregón.
A los que aún no lo habéis pensado, os ayudaré. Dos mundos divididos en la separación entre el interior y el exterior. Un amigo me documentó sobre ella. ¿Sabéis cuál es su nombre? “Puerta de la cuesta”. Cuanto significado encierra tras este caminar, ¿verdad? Al igual que la cartela sobre el arco con la inscripción donde se puede leer “Concebida sin mancha de pecado original”. ¿Estaba o no María a nuestro lado? Y si alguien aún cree en las casualidades, ¿sabéis a que nave se accede por ella? A la nave del evangelio.
Pero no nos quedemos en la simple observación. Esta puerta debe transportarnos a la verdadera puerta. En ocasiones, nos ocurre como los buenos juegos de magia, son aquellos que mientras atendemos a una mano, es en la otra donde se encuentra el encanto. Y es que la verdadera puerta, no es esa, es aquella. Pues Él dijo, “Yo soy la puerta”.
Y a él nos acercaremos, dejando atrás todos los ídolos que nos atan y las comodidades que nos absorben, para tocar esa herida del costado que no es otra que el aldabón del portón del corazón de Cristo. Y llamar con firmeza para hacer cumplir las escrituras “al que llama, se le abrirá”. No bastará asomarse o entreabrir el pequeño portón, no temamos de “abrir las puertas de par en par” tal como nos invitaba Juan Pablo II y cruzar el dintel, aquel que cantaba el salmo: “Alzaos puertas, alzad los dinteles, puertas eternas”.
¡Crucemos el umbral! Será signo de auténtica conversión. Y le pediremos que nos ilumine para abrir también las puertas de nuestros corazones, no sin antes, transformarlos en corazón de niño, porque así seremos pequeños ante él, así basaremos en las emociones y no en la razón nuestros pensamientos. Porque para un niño un nuevo día, es una nueva vida.
Y a los niños, sean hijos, nietos o incluso jóvenes de nuestra Hermandad le ofreceremos nuestra mano para cruzar esas jambas de la puerta, aquellas donde los antiguos cristianos colocaban el Shemá para educarles en el principal mandamiento.
¡Traspasemos el pórtico! Y sacaremos la estampa, aquella que guardábamos en nuestra cartera o en nuestra mesilla de noche y cada vez que la observabas te servía de espejo donde mirarte.
¡Atravesemos la entrada! Y recordaremos la foto, la de aquel instante que tan solo al pensar en él derramabas unas lágrimas o dibujabas una sonrisa en tus labios. Porque aquel recuerdo, fue experiencia viva de encuentro con Jesucristo que te impulsó a seguir el camino hacia él.
¡Franqueemos la puerta! Y nos colgaremos esa mochila vacía de nuestro caminar. Vacía porque será reflejo de habernos despojado de la basura que nos oprimía y a partir de entonces estará
lista para cargarla de bendiciones. Porque viviendo con él y experimentando la promesa que Cristo nos hizo, nuestra alforja quedará llena de experiencias de vida eterna que nos servirán para dar testimonio de Dios a aquellos que no lo conocen o no esperan nada de Él.
Y es que se nos dijo, “estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza”. Llevemos al mundo nuestra esperanza que es Cristo, a esos corazones que como puertas cerradas están deseosos de escuchar la buena noticia. Y anunciar esa noticia es EVANGELIZAR. Compartir la alegría del evangelio, la alegría de vivir en el Señor que nos permitirá a ti y a mí poder pagar a Él tanto bien como nos ha hecho y proclamar a boca llena “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”. Amén.
Pasa, la puerta está abierta (Suena Palio Blanco) Cuando tus manos se arruguen y emblanquecido tu pelo, no es momento de ir atrás de pensar en los recuerdos, toma hoy este regalo, que con amor yo te entrego, no temas en decidir situarme a mí el primero. Te daré mi propia vida que es todo lo que yo tengo te entregué las Cofradías para yo ir a tu encuentro.
Pasa, deja aquello que sobra riquezas ni tierras yo quiero, yo quiero tus manos que acaricien tus dedos atravesar mi costado y toquen el cielo, podrás descubrir que yo soy eterno.
Tus ojos ya vieron andar nazareno de un rey que en Osuna es Dios y es maestro. Has visto mi muerte, la cruz del madero sentido mi Paz, Misericordia yo quiero. Mi rostro en la tierra, caído en el suelo, mostré Humildad cautivo me hirieron.
Mi cuerpo en la urna estuvo ya yerto
el pueblo de Osuna presenció mi descenso.
Olvida ese trance, mi alma está lejos el sepulcro vacío es muestra de ejemplo.
Mi pasión y mi muerte tan solo recuerdos pues después de tres días levanté yo mi templo. El templo del alma, del alma en tu cuerpo del cuerpo del ser del ser que yo quiero. Pues te quiero con fuerzas, con amor yo te siento, alegra esa cara que yo te la alegro. Descubre la vida, atiende al consejo, mirando a María, el camino es ya recto. Alcanza tu brazo, apoya en mi pecho, tu cabeza pensante de mil pensamientos, de todas tus culpas de tus sufrimientos, pues yo te desato de todos tus miedos. No dudes, da el paso, no eres tan pequeño, para mí sí eres grande pues yo de ti espero. Espero que entres proclames tu credo delante del mundo ya sean gentiles o sean fariseos. Que aceptes tu cruz, vivas mi evangelio que empujes la puerta serás tú mi espejo. Te haré tan sencillo te haré pregonero de andar por la calle y tomarme de ejemplo. Entrega a tu prójimo sirve en silencio, tu gratis recibes el don de mi reino. Pasa, la puerta está abierta mi casa es tu casa, la vida está dentro, en la tierra podrás tocar hasta el cielo. Pasa, la puerta está abierta; mi casa es tu casa, la vida está dentro
yo estoy con el hombre hasta el fin de los tiempos. Tras el adiós del maestro, cierra las pastas el discípulo, con la entrega del pregonero del corazón en versículos. Emocionado cierro el capítulo del que abriremos cerrojos, este Domingo de Ramos para apreciar en los rostros la alegría del cristiano. Y os digo finalmente hermanos, la Paz del Señor sea con vosotros
He dicho
Con la certeza de que no llegaré a pagar todo el bien que me ha hecho, sirva la publicación de este pregón como reconocimiento a D. José Torrejón Real, mi padre, quien me transmitió la alegría de ser pregonero y sembró en mí la semilla de la fe con su ejemplo de amor a Cristo y María.
Bibliografía: Sagrada Biblia de Jerusalén Magníficat – Libro del peregrino ( JMJ Madrid 2011) Cantos del Camino Neocatecumenal Pregón Semana Santa de Osuna 2002 a cargo de D. José Torrejón Real Pregón Semana Santa de Sevilla 2000 a cargo de D. Joaquín Caro Romero.