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La desconocida Ronda de la Procesión de los Pasos
Julio CAYÓN
Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez
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La Ronda de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno -esquila, clarín y tambor destemplado- es un punto y aparte de la Semana Santa de León. Tiene personalidad propia. Carácter insustituible. Aroma a incienso. A día de hoy -y también desde hace siglos-, ya no se entendería la Pasión en la capital leonesa sin su presencia en las calles y en las plazas de la ciudad. Por derecho propio y por personalidad. Sin otras proclamas que lo que ella, cual pentagrama de cera y crespones doloridos, anuncia en la noche del Jueves Santo y, en concreto, en el ánima oscura de la traición al Hijo del hombre, que es frontera con la jornada del dolor y la hora nona: el viernes de la sangre. Y La Ronda escribe el prólogo del también titulado Día de la Cruz, el Viernes Santo, a continuación de que el reloj de la catedral de Santa María de Regla, admirada como “Pulchra Leonina” (hermosa leonesa) desgrane, pudoroso, las doce de la noche. Es el anuncio primario de la tragedia cristiana que se avecina a partir de la amanecida.
Y será el director nato de la cofradía y a la vez encargado de la muy histórica parroquia de Nuestra Señora del Mercado, la antigua del Camino, quien inicie, con un Padre Nuestro a título de preámbulo, esta primera llamada oficial frente al antiguo Ayuntamiento de la plaza de San Marcelo, conocida en su tiempo -aunque menos hoy- como plaza de las Palomas. La oración, elevada a piadosa plegaria, la comparten los cientos de personas que acompañan a la cofradía. Es una cita obligada.
Después de los cuatro ‘toques’ perceptivos de la esquila, el clarín y el tambor-los marca el protocolo y la costumbre-, se escuchará de nuevo -a modo de epílogo- el sonido de la esquila y el ronco redoble del desafinado tambor antes de que el canto que obliga la tradición haga pedazos la noche: “Levantaos, hermanitos de Jesús, que ya ha es hora”. Es, sí, el inicial mandato a los papones de la sarga negra y el emblema morado -una corona de espinas de ocho huecos- para que, al romper la mañana, asistan a la procesión de Los Pasos.
Desde allí, dejando atrás el viejo Consistorio que ideara el arquitecto Juan de Ribero, la Ronda proseguirá su periplo anual visitando el Palacio Episcopal, la Diputación,
la Subdelegación de la Defensa y la Subdelegación del Gobierno. Por último, la Ronda acompañará al abad de la cofradía -compañía-, como se indica en antiguos legajos- hasta su domicilio, donde -en expresión heredada por los papones de Jesús- quedará ‘encerrado’ hasta el inicio del cortejo procesional. Volverán a ‘buscarle’ al alba para llevarlo, protegido, a la iglesia de Santa Nonia y presidir la procesión. Esta es la Ronda oficial. La más conocida.
No obstante, la Ronda no descansará tras despedirse del abad. Desde la residencia del viceabad como punto de partida dará inicio la otra, la que se ha bautizado como ‘Ronda nocturna’, que recorre la ciudad hasta la hora en que los trece pasos que componen la primera expresión evangélica de la jornada -la inaugura la Oración del Huerto y la epiloga la Madre Dolorosa- se pongan en marcha a hombros de sus braceros.
Y nace la tercera Ronda. No son aún las siete del nuevo día. Los papones de Jesús, apiñados, hierven en Santa Nonia, su refugio permanente. Está a punto de comenzar el cortejo con su ‘ruta de los cuatro conventos’ -todos femeninos- por el casco antiguo de la capital del viejo reino. Antes, la Ronda, que ya ha dejado de proclamar por innecesario lo de “levantaos, hermanitos de Jesús...”, espera la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno -el Nazareno siempre- abrigado por quienes lo portan. Cuando aparezca por el pórtico de Santa Nonia el rostro entristecido del que van a crucificar, los tres integrantes de la Ronda interpretarán el toque -el principal y oficial del camino procesional- en honor del que va a expirar sin remedio en el Gólgota. Y se hará la primera reverencia, la inclinación de cabeza, que será repetida en cada toque durante el transcurso de la vía dolorosa leonesa. El encargo se ha cumplido. Comienza el largo peregrinaje de los hermanitos de Jesús. Anótese que la Ronda abre marcha, delante de la cruz y los ciriales, por lo que, en puridad, camina fuera del cortejo. Su encargo, por lo tanto, es ir ‘anunciando’ a las gentes y vecinos que la procesión se acerca.
El segundo de los toques previstos se producirá a la entrada de la calle Hospicio, debajo de la imaginaria, hoy desaparecida, Puerta Gallega. La procesión se adentra así en la ciudad dejando atrás, extramuros, el convento capuchino de San Francisco el Real. Después, cumplido este caminar primario, se alcanzará la cruz urbana, arteria cuádruple conocida por los parroquianos del barrio del Mercado como ‘las cuatro calles’ -la propia Hospicio, Puerta Moneda, Escurial y Herreros- donde los miembros de la Ronda, al repetir el anuncio, se girarán hacia la izquierda, hacia Herreros, para saludar y dar los buenos días a la Virgen del Mercado, a la Virgen de las Tristezas, a La Morenica, en palabras sentidas del que fuera cronista de la ciudad, Máximo Cayón Waldaliso. También, la Virgen Guapa. En definitiva, la Virgen de León.
Siguiendo el trayecto y cumplido el de Escurial, la Ronda se asomará a la plaza de Santa María del Camino o, para los leoneses, Plaza del Grano. A la altura del crucero que descubre el lugar donde apareciera María la del Mercado un 9 de febrero del año 560, de nuevo sonará la esquila, el clarín y el tambor. Es el cuarto toque. Superada la plaza y a los pies de la cuesta y junto a la puerta de la iglesia de las monjitas benedictinas, conocidas por el sobrenombre de Carbajalas -primero de los cuatro conventos de la ruta- se oirá, una vez más, la Ronda. Continuará adentrándose en la ciudad, pisando de tacón, por la empinada cuesta de los Castañones en plena caída, y en la mítica calle de la Santa Cruz su producirá un nuevo y amargo toque. El sexto. No será hasta la entrada de la Plaza Mayor donde, de nuevo, la Ronda repondrá su dolorido anuncio en honor de cuantos leoneses quieran testificar, con su presencia, el emotivo acto del encuentro de San Juan con la Dolorosa.
Finalizada la simbología de la unión -por mandato divino- entre la Madre y su nuevo hijo, la Ronda volverá a ratificar su presencia al final de la calle Mariano Domínguez Berrueta -la calle Nueva- uno de los pórticos desde donde, como un milagro, en uno de los dos puntos más altos del núcleo urbano, se eleva al cielo la gótica catedral de Santa María. Aquí habrá otro toque, que se repetirá, luego, frente a las dos estilizadas torres del monumental templo de piedra y luz sacra.
Los siguientes se producirán al principio de la calle Cardenal Landázuri, antigua de la Canóniga Vieja, muy cerca del Hospital de Nuestra Señora de Regla, y, de igual forma, se repetirá al final de la misma vía donde se asienta la casa cenobial de las Clarisas -segundo convento de la ruta monasterial- “quienes siempre, en silencio, han sabido y querido servir a la cofradía de Jesús Nazareno con sus continuados desvelos y humildes manos”. Después, la Ronda volverá a escucharse en Puerta Castillo, en pleno barrio de Santa Marina, al lado de la que fuera casa y estudio del inolvidable escultor natural de la cántabra Santoña y leonés convencido, Víctor de los Ríos. El definitivo toque de la primera parte de la procesión -se celebra un descanso de una hora, aproximadamente- se llevará a cabo en la puerta del patio de Santo Martino (San Martín de León), en la plaza de igual nombre, a espaldas de la Basílica de San Isidoro. >
Fotografía: Marta Cayón
Fotografía: Marta Cayón
A mediodía, sobre las doce, da comienzo el siguiente tramo procesional por la calle Sacramento. El románico refugio del santo sevillano Isidoro -aunque nacido en Cartagena- es a quien la Ronda rinde homenaje. En suma, lo dedica al sagrado recinto, al propio obispo hispalense y, naturalmente, al abad y canónigos isidorianos. Unos metros más allá, donde luce el bautizado Jardín del Cid -llamado romántico en el conocimiento popular-, en el lugar en que se levantara la residencia de la Encarnación de las Agustinas Recoletas -el tercer convento de la ruta y, más tarde, cuartel del desaparecido Regimiento de Infantería Burgos 36- la esquila marcará un nuevo toque.
A la entrada de la calle Ancha en su confluencia con la del Cid, la Ronda anunciará que llega la procesión. En días de sol, este enclave es uno de los más destacados para presenciar el cortejo si el espectador se sitúa enfrente, en la calle Regidores, rotulada durante muchos años como del General Mola. El contraste de las sombras de la estrecha calle que recuerda al caballero castellano, fundidas con la luminosidad solar y la clara luz de la Ancha resulta espectacular. Bellísimo. Quienes lo saben -y ya son muchos- siempre eligen este punto para contemplar el desfile penitencial. El próximo destino de la Ronda será el Cristo de la Victoria y su oratorio en la propia calle Ancha. Los encargados de la esquila, el clarín y el tambor se girarán hacia la izquierda para enfrentarse a la pétrea y santificada fachada. Concluido el entrañable toque y la reverencia al crucificado, el abad de la cofradía -acompañado por su familia- esperará a la Ronda un poco más allá. Es lo habitual. Allí, cercano a la embocadura de la mítica calle de La Rúa, junto a la gente que se suma a uno y otro lado a la representación cristiana, será el receptor de un toque especial. Es el primer hermano de la cofradía y disfruta de tal honor. Cuando el tambor concluye su dolorido redoble, el abad, emocionado, se funde en un abrazo con los tres papones de la Ronda.
Los siguientes toques se efectuarán, primero, junto a la iglesia de San Marcelo, patrón de la ciudad. A continuación, en la plaza de Santo Domingo, donde se levantara el desaparecido convento dominicano, germen fundacional de la cofradía, y tuvieran también su casa las religiosas recoletas desde los últimos años del siglo XIX hasta mediados de la sexta década del siglo XX. Luego, se oirá en la plaza de San Marcelo en homenaje a la ciudad y a su Ayuntamiento. Desde hace unos años se ha incorporado un nuevo toque dedicado al Cristo de los Balderas, de la cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, que, escoltado por sus cofrades, sale sobre andas al encuentro de la Ronda.
Se llega a la calle del Teatro. En adelante no se producirán nuevos toques hasta la plaza de las Concepciones -final de la calle de la Rúa y término de la ruta de los cuatro conventos- en que se reproducirán los sonidos a las queridas e inmaculadas monjitas concepcionistas de azul. Concluirá la Ronda en Santa Nonia, colocándose al lado izquierdo del exterior de la iglesia para recibir a los pasos de la procesión, uno a uno, con una señalada y notoria interpretación de la esquila, el clarín y el tambor. Cuando aparezca el Nazareno -sexto de la comitiva-, la Ronda saldrá a su encuentro sin esperar a que enfile su recogida en la iglesia. Es un honor especial.
Estos son los toques oficiales de la Ronda en el desfile de Los Pasos. Se dan varios otros -nunca representativos pero tampoco menores- durante el largo recorrido, por aquello de proclamar el anuncio de lo que llega por detrás: la procesión. La Ronda ‘secreta’, la menos conocida, tiene por ello vida propia. Y cometidos muy marcados. Desde tiempo inmemorial. •••
Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno
Fundada el 4 de febrero de 1611, en el desaparecido Monasterio de Santo Domingo El Real, de la Orden de Predicadores. La Cofradía, que posee un patrimonio artístico impresionante, organiza, la mañana del Viernes Santo, la procesión de «Los Pasos», una visión catequética de la Pasión y Muerte de Cristo, mediante la puesta en escena de trece representaciones iconográficas. Incardinado en dicho cortejo penitencial, en la Plaza Mayor, aproximadamente a las 9:30 horas, se lleva a cabo «El Encuentro» entre la Santísima Virgen y San Juan, al que precede el estatutario «Sermón». Ambos actos están reflejados por Gustavo Adolfo Bécquer en sus artículos de costumbres. En este cortejo participan cerca de tres millares de papones y más de mil braceros.
Resaltan, entre otras, la magnífica talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de la escuela de Gregorio Fernández, o la Flagelación de Gaspar Becerra. Ahora bien es a diversos escultores del siglo XX a los que debe la Cofradía el grueso de su patrimonio artístico actual, destacando entre ellos, especialmente la figura del imaginero Víctor de los Ríos, autor de las tallas de los pasos de La Oración del Huerto; el Cirineo, que acompaña a la imagen titular de Jesús Nazareno; San Juan y La Dolorosa.
IMAGINERÍA
• La Oración del Huerto.
Víctor de los Ríos. 1952. • El Prendimiento. Ángel Estrada. 1964.
• La Flagelación.
Atribuido a Gaspar Becerra. Siglo XVI. • La Coronación. Higinio Vázquez. 1977. • Ecce Homo. Anónimo. 1905. • Nuestro Padre Jesús Nazareno. Imagen titular de la escuela de Gregorio Fernández.
El Cirineo que lo acompaña fue realizado por
Víctor de los Ríos en 1946. • La Verónica. Francisco Pablo. 1926. • El Expolio. Francisco Díez de Tudanca. 1674.
Fotografía: Miguel Seijas
• La Exaltación de la Cruz.
Navarro Arteaga. 2000. • La Crucifixión. Anónimo. 1908. • La Crucifixión: José Antonio Navarro
Arteaga. 2022.
• Cristo de la Agonía.
Laureano Villanueva. 1973. • San Juan. Víctor de los Ríos. 1946. • La Dolorosa. Víctor de los Ríos. 1949.
Año de
fundación: 1611
Abad:
Francisco Javier Jimeno Gómez
Templo: Capilla de Santa Nonia
Hermanos: 4.500
Indumentaria:
Túnica negra, sencilla, con el emblema JHS bordado en color vivo morado sobre la tela negra. El morado simboliza dolor y esperanza en la resurrección. Los papones, que llevan capillo, van cubiertos durante todo el trayecto.
Emblema: Corona de espinas, de doble entrelazado con ocho huecos. En el centro, arriba, una cruz. En medio, JHS y debajo los tres clavos de la crucifixión.
LA RONDA
El Jueves Santo, cuando en el reloj de la Catedral suenan las doce de la noche, el Abad y la Junta de Seises, acompañados por los hermanos de la Cofradía, acuden ante las autoridades civiles, eclesiásticas y militares de la ciudad para anunciar la salida de la procesión de los Pasos. Durante toda la noche, y por calles, plazas y esquinas de la ciudad, La Ronda repetirá la llamada a la procesión con la frase “Levantaos, hermanitos de Jesús, que ya es hora”. Este anuncio lo reciben el Alcalde, el Obispo, el Presidente de la Diputación, el Delegado de Defensa, el Subdelegado del Gobierno, el Abad de la Cofradía, y luego todos los hermanos. •••
PROCESIONES
• Lunes Santo:
Procesión de La Pasión, organizada en colaboración con las cofradías de Minerva y Veracruz y Ntra. Sra. de las
Angustias y Soledad.
• Jueves Santo:
La Ronda.
• Viernes Santo:
Procesión de Los Pasos.