LA MIRADA DEL FOTÓGRAFO
Chuchi Guerra
S
i algo me regala la fotografía es emoción, la emoción de capturar recuerdos y guardarlos, busco esos recodos de la belleza y de la realidad para inmortalizar instantes de vida y rescatarlos para siempre del olvido. Todos aterrizamos en este mundo de la misma manera, desnudos, sin bagaje textil ni vital, con la piel como único traje, eso me trasmite este Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre de La Antigua de Valladolid. Como un cazador de momentos mágicos que regala una imagen a la tradición y costumbrismo de una ciudad. La habilidad de estar en el momento justo, en el lugar adecuado alcanza cotas máximas con la fotografía religiosa, con este subgénero fotográfico espontáneo y sensible que, sencillamente nos resulta conmovedor por la capacidad que tiene de transmitir la emoción de un momento o capturar la magia de un instante. Me sorprende el paso del tiempo; cuando veo imágenes de hace unos años, se notan cambios físicos imperceptibles en el día a día, cambios que la memoria y los recuerdos no son capaces de retener, pero
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una cámara de fotos sí. La fotografía es el arte de la observación, se trata de encontrar algo interesante en un lugar ordinario, me he dado cuenta de que tie-
ne poco que ver con las cosas que ves y mucho con cómo las ves. Una imagen vale más que mil palabras, y en muchas ocasiones, una ima-
LA MIRADA DEL FOTÓGRAFO
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