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RUGBY Y EMPRESA ILUSIÓN

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BALONES AL ALA

BALONES AL ALA

Desde La Cabina De Prensa

Dudo que sea novedad para nadie, y menos aún para los que son lectores de Rugby en Blanco y Negro, que el rugby es un deporte ilusionante. Con un balón de forma extraña, con reglas que a los que son ajenos a esta forma de vida les parecen de lo más extraño, y, sobre todo, con 14 compañeros al lado que lo van a dar todo por cada uno de los demás y por la camiseta que visten.

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Ese sentimiento se multiplica por cifras muy altas cada vez que El Salvador Inclusivo se pone en marcha. Ya sea en un entrenamiento, en un test match, en un encuentro con compañeros de otros equipos de rugby inclusivo de España, en un torneo… sea donde sea. Pero, si nos ponemos a hacer el cálculo, la multiplicación se dispara cuando hablamos del IMART que se ha jugado en Cork (Irlanda).

Y no es solo por el hecho de ver a nuestras ‘ChamiOsas’ coronadas como las mejores del mundo, que también tiene su aquel –y es responsable de unas cuantas lágrimas de alegría vertidas al verlas conseguir su hazaña–, sino por el mero hecho de haber estado en la ciudad irlandesa jugando contra equipos de todo el mundo, llevando las franjas blanquinegras con el máximo orgullo y con todas las ganas, sin importar quién fuese el rival.

Recuerdo cuando, días antes de partir hacia la Isla Esmeralda, se citó a los integrantes de los equipos en los campos de Pepe Rojo para hacerles entrega de las equipaciones que vestirían en el campeonato. El simple hecho de ver las ganas con las que las recibían, tratando la ropa prácticamente con veneración, ya hacía suponer que los nuestros iban a darlo todo por hacer el mejor papel posible en tierras irlandesas, como así hicieron en cada partido.

Pero, volviendo a ese día, recuerdo con diáfana claridad un detalle. Y es que nuestro David Mateos, ‘Chicote’ para los amigos –es decir, para todos, porque no puede tener a nadie que no sea su amigo. Si lo encuentran, por favor, infórmenme– era, posiblemente, el más ilusionado de todos. Con responsabilidades enormes, teniendo que ser el líder de una expedición de casi 70 personas a un país extranjero, pero sin que se le borrase, ni siquiera teniendo que dar órdenes, ese gesto risueño y complaciente de la cara. La felicidad hecha entrenador, vamos.

Lo acompaña un gesto muy similar, con el mismo protagonista, pero varias semanas después en otros escenarios. Concretamente, en la Plaza Mayor de Valladolid, primero, y en el Palacio de Pimentel unos días más tarde. En esos momentos llevaba consigo el trofeo que acredita a nuestras ‘ChamiOsas’ como las mejores jugadoras del mundo de rugby inclusivo. Es grande, aunque tampoco excesivamente pesado, y muy bonito, pero, sobre todo, es el premio a muchas horas de desvelos, de preocupación y de dedicación por parte de una persona absolutamente fundamental para que este proyecto tan bonito echase a andar hace años, y que siga, como si de un cohete se tratase, creciendo sin parar.

Hay mucho trabajo detrás, no solo de nuestro amigo ‘Chicote’, sino de decenas de personas más: directivos, entrenadores, jugadores de otras categorías, dinamizadores, patronos… No me detengo a mencionarles a todos porque me quedaría sin página, pero no quiero que se me acabe el espacio sin decirles a todos, en mayúsculas para que desde el silencio del papel lo oigan bien alto, un clarísimo ¡GRACIAS! por haberlo hecho posible. Porque sí, el rugby es ilusión. Pero, cuando hablamos de rugby inclusivo ese sentimiento entronca con la pureza del deporte oval en su máxima expresión. Porque nuestros ‘ChamiOsos’ son rugby. Y son los mejores. Lo demuestra el trofeo, y lo demuestran ellos mismos cada día.

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