las elecciones en una ciudad romana
ESTRECHANDO MANOS
Cada anualidad, los cuatro magistrados que dirigían la vida política de una ciudad romana debían ser elegidos por sus conciudadanos varones en una votación pública que se celebraba en la plaza forense . El proceso imitaba en todo al que durante siglos se había venido reproduciendo en Roma cada año para escoger a los dos cónsules de la República, y es que las colonias y los municipios romanos eran todos ellos copias a pequeña escala de la propia Roma (simulacra Romae) . En cada ciudad romana, el consejo de notables u ordo decurionum actuaba como en Roma hacía el Senado de las grandes familias . Dos duoviros, a la vez alcaldes y jueces, dirigían la vida pública auxiliados por dos jóvenes ediles . Un cuestor, experto en la cosa pública por haber sido antes edil y duoviro, actuaba como gerente responsable de las cuentas . En último lugar, el cargo de sacerdote de culto imperial cerraba la carrera pública (cursus honorum) a escala ciudadana . Pero los más preparados y más ricos podían proseguirla ingresando en el orden ecuestre y ocupando entonces todo tipo de cargos (curatelas) administrativos, militares y religiosos . Todo se iniciaba con la campaña electoral . El anterior duoviro debía convocarla en el momento oportuno inscribiendo a los candidatos después de comprobar
ESPERANDO AL EMPERADOR. Adriano y el paraíso de Cayo Nemesis ARQ (Tarragona)
fehacientemente sus requisitos (edad, inscripción en el censo y estar libres de cargas judiciales) . Cada uno de ellos debía declarar públicamente su voluntad de ser elegido (professio), y, una vez aceptada su candidatura (petitio), su nombre se incorporaba a la lista de candidatos, que era hecha pública en carteles colocados en el foro . Comenzaba entonces la campaña electoral . El candidato (candidatus, petitor), vistiendo la toga candida, de color blanco, se dedicaba a buscar votos utilizando el recurso recurrente de la prensatio, es decir, literalmente el apretón de manos . El lugar más oportuno para ello era de nuevo la plaza y la basílica forenses . En esta tarea de la aproximación individual resultaba esencial la ayuda de un esclavo nomenclator, encargado de recordar a su amo nombres, fechas y acontecimientos para facilitar la conversación y el acercamiento a los electores . La campaña electoral se iniciaba cada mañana en la propia puerta de la casa del candidato en el acto protocolario de recepción de sus clientes (salutatio), que al fin y al cabo también eran votantes . Algunos de ellos le acompañarían como comitiva en su paseo por el foro, muestra del poder y prestigio de su patrono; eran los amici, que a su vez también se convertirían en agentes electorales pidiendo a sus conocidos el voto para su patrono . La fama del candidato debía conseguirse mediante larguezas hacia sus conciudadanos . La liberalitas y la L AS L E C T U R AS
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