TOTANA 2018 Fiestas de Santa Eulalia
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Sobre la Rambla de La Santa vemos esta bella doble arcada (1779, la parte inferior), conocida como Arco de El Perdiguero, a la vera del camino de La Huerta
TOTANA,
tierra de acueductos Ginés Rosa López
B
uena parte del agua que discurre por el término de Totana lo hace a través de importantes obras de ramblas y acueductos que encontramos en su zona norte desde las mismas laderas de Sierra Espuña hasta las cercanías de los límites del conocido paraje de Mortí, con su amplia y bella extensión de huertos de frutales, que décadas atrás fue el gran centro de cultivo de la mandarina totanera con notables cifras de exportación a Gran Bretaña y Alemania, principalmente. La profusión de ramblas que vertebran este territorio en su accidentada geografía y que en días de fuertes lluvias conducen el agua hasta el mismo centro de la población, en la actualidad debidamente encauzada su Rambla de la Santa, que divide Totana en sus dos grandes barrios -Sevilla y Triana- que sufrieron importantes inundaciones hasta los años ‘60 del siglo XX, obligó al trazado de un buen número de acueductos y arcos, la mayor parte de ellos bien conservados, sobre todo los dos más monumentales, levantados en los extremos de la población. Dos de los más importantes ejemplos arquitectónicos en su especialidad en la Región de Murcia. Presentamos los rasgos principales de esta articulación de acueductos sobre nuestras ramblas serranas, urbanas y semiurbanas, como una de las características que destacan en nuestros parajes verdes de la zona norte y que sin duda supondrá un descubrimiento o al menos una novedad para quien no conoce este catálogo monumental hidráulico de nuestra población.
ACUEDUCTO DE LA CARRASCA. Se trata de la obra hidráulica más importante llevada a cabo en toda la historia de Totana abordada por el Concejo de la Villa. Alcanza un recorrido de 16,718 kilómetros de longitud con un desnivel de 876 metros con 23 arcos de distintas proporciones, llevando el agua a la fuente de la plaza de la villa de Totana, en un programa que constituyó una gran conquista social por dotar de agua al barrio de Sevilla, que hasta 1753, fecha de inauguración de la fuente, dependió del suministro de la Fuente de los Frailes, en el barrio de Triana. Todo el trayecto fue trazado al aire libre, a excepción de los últimos 900 metros, desde el Arco de la Rambla hasta la misma fuente por la calle Mayor Sevilla. Su finalidad fue la conducción de agua potable del manantial de La Carrasca, en las proximidades de la cúspide de Sierra Espuña al centro de la villa en una obra que se considera de grandes soluciones técnicas. La elección del agua de la Carrasca como alternativa a la de la Fuente de los Frailes u otros posibles caudales se llevó a cabo en 1747 cuando fue nombrada una comisión en el Concejo de la Villa para el reconocimiento y análisis de las fuentes naturales de la sierra, decidiéndose por el agua de la Carrasca en 1748 y por la construcción del acueducto a finales de 1750. El director de la obra fue Silvestre Martínez Teruel, con la participación de los alarifes Pedro Mora y Javier Molino. Unidas estrechamente a este acueducto se encuentran el Arco o acueducto de la Rambla, del que hablaremos seguidamente, y la fuente de la plaza, la culminación de esta gran obra. La financiación del acueducto corrió a cargo de fondos de la Villa (sobrantes de Propios e impuestos) y de donativos particulares. El total de la obra, según diversos historiadores, oscila entre 142.000 y 167.000 reales de vellón.