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Nº8
Ave
acendera
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A.C.D
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La sillla de parar las prisas.. 2
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EDITORIAL SYLVIA PÉREZ GALLARDO
Cada vez más, cada vez mejor Un año más nuestra revista Hacendera nos permite compartir pensamientos, inquietudes y vivencias. Esta vez quiero dar las gracias a todos aquellos que con sus plumas rellenan estas páginas con cariño; para que podamos recordar con ellos momentos e historias, aprender cosas nuevas y distraernos pasando unos buenos ratos. Escribir no es fácil. A veces no se encuentran las palabras adecuadas para expresar ciertos sentimientos, circunstancias o recuerdos… Pero una vez más lo habéis hecho; lo habéis logrado y aquí está de nuevo Hacendera. Gracias por dedicarnos el valioso tiempo que habéis empleado para llenar cada página. Trocitos de las vidas de nuestros vecinos que quedarán para siempre guardados en estas hojas. Gracias también por colaborar con esto tan bonito que hemos creado entre todos: la Asociación Cultural y Deportiva Ave Fénix. Van ya unos cuantos años y ahí seguimos: al pie del cañón. Cada vez más, cada vez mejor. Manteniendo nuestras costumbres y creando otras nuevas. Gracias por vuestra colaboración sin la cual nada sería posible, ya que siempre estáis dispuestos a participar en cualquier locura que se os propone. Por nuestra parte solo resta decir que seguiremos adelante con este proyecto, cuya finalidad es continuar realizando actividades que nos unan y nos reúnan. Para seguir escuchando de otros pueblos: Valcabado..! Ahí sí que hacéis cosas…! Cómo os lo montáis en Valcabado..! Que artistas hay en Valcabado!
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En busca del camino....
... de la memoria 6
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Sumario 03
EDITORIAL, por Sylvia Pérez
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Mecenas del Mudéjar; por David Fernández
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El Vestido de Novia; por Eva de la Fuente
12 Preservar la escuela es obligación de todos; por Sylvia Pérez 14
A pie de página; por Encarna Monje
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Redacción del día de la madre; por Nerea Pérez
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El rincón de “Grelea”; por Sandra García
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¿Qué sabes de pájaros? por Isaac Astorga
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Chistes; por Valentín Monje
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“En Jesquino”; por Pepe Monje
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“Inciso y Contante”; por Roberto Carro
24 Amores del Páramo en tiempos de posguerra; por Carolina Rodríguez 28
Frases célebres; por Valentín Monje
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El canal de la Ferrera; por Paco Pines
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El rincón de María; por María González
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Nostalgia; por Ricardo Fernández
40 Recuerdos de una aciaga mañana de marzo de 2004; por Dominga Alija 42
In Itínere; por Dominga Alija
Edición: Ave Fénix Coordinación: Roberto Carro Fernández | Piedad Alija Martínez Diseño: Verónica Fernández Simón Fotografía: José Manuel Olmos Velázquez y fondo de archivo Ave Fénix Impresión: Editorial MIC
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El mecenazgo es una fórmula mediante la cual no solo se dona dinero para una causa, sino que esa causa se hace propia y se lucha por ella
Mecenas del Mudéjar DAVID FERNÁNDEZ CUESTA
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Muchos de los que estáis leyendo este texto seguramente os habréis preguntado en ocasiones qué habrá sido de esa campaña que un día empezamos para la restauración de nuestra iglesia, creyendo que ha pasado del boom inicial en los medios y la implicación por parte del pueblo en distintos actos culturales, a directamente la nada, el abandono, el olvido... Es cierto que a partir del robo en la iglesia de piezas de gran valor, toda esta campaña se vio frenada; pero debo decir que el error no fue la publicación en los medios de los tesoros con los que contábamos, sino la desprotección anti cacos y la falta de seguridad que aún hay hoy en día en nuestra iglesia. Durante este tiempo han sido muchas las ocurrencias que se han planteado para llegar a la meta de esta carrera de fondo que es la restauración de nuestra iglesia, y muy especialmente la de nuestro artesonado. Y créanme cuando les digo que hemos hallado la solución a nuestro eterno problema. No nos dábamos cuenta de que nuestro objetivo era el que ya tuvieron antiguamente muchos artistas; es decir, la creación y protección del arte y el patrimonio. Además de compartir el fin, también compartimos los mismos problemas que ellos, esencialmente la financiación, el tema económico. Una vez llegado a este punto lo que está claro es que debido a estas similitudes entre los dos casos, la solución que buscaron ellos en su día será la misma que necesitemos nosotros en la actualidad. Les estoy hablando del mecenazgo. Un mecenas en época Renacentista (S. XV-XVI) era un noble, burgués, aristócrata, rey…
No solamente las instituciones y organismos deben velar por la conservación del patrimonio, sino todos nosotros, los ciudadanos de a pie En definitiva, una persona con una buena posición social y económica, que financiaba a pintores, escultores, arquitectos…, para que llevaran a cabo sus proyectos y obras artísticas. Actualmente el mecenazgo no es una práctica reservada a los aristócratas, gracias a la nueva y fuerte posición con la que cuenta esta clase media a la que la mayoría pertenecemos. No solamente las instituciones y organismos deben velar por la conservación del patrimonio, sino todos nosotros, los ciudadanos de a pie. La verdad es que actualmente nos lo ponen muy fácil. Digo esto porque el mecenazgo es algo que el Gobierno a través de la Hacienda pública defiende activamente gracias a lo atractivo que resulta donar dinero a este tipo de causas culturales. Actualmente una persona que realice una donación a la restauración de nuestro artesonado, recibirá por parte de hacienda el 75% del dinero aportado.
La verdad es que como ya he dicho, esto no ha sido una ocurrencia exclusivamente nuestra y ni mucho menos de estos momentos; es algo que se lleva realizando desde hace mucho tiempo. Es importante reseñar que este tipo de campañas de crowdfunding (forma moderna de llamar el mecenazgo) ya se han llevado a cabo exitosamente en otras localidades con fines muy parecidos, como son la restauración de retablos, imágenes, torres...
Ejemplo:
Esta fórmula no solo aporta ventajas económicas, sino también morales. Gracias a un pequeño esfuerzo por parte de cada uno de nosotros se consigue la realización de un proyecto inmenso. Un proyecto del que cada uno de los donantes se sentirá una parte activa muy importante y cuyo resultado final dependerá de su voluntad y trabajo. El mecenazgo es una fórmula mediante la cual no solo se dona dinero para una causa, sino que esa causa se hace propia y se lucha por ella.
- Cantidad aportada por el donante: 100€ - Cantidad que recibe la cuenta de restauración del artesonado: 100€ - Cantidad que devuelve hacienda al donante: 75€ - Cantidad que realmente ha invertido el donante: 100€ donados – 75€ devueltos = 25€
Espero que estas líneas sirvan para poner fin a ese gran problema que es la preservación de nuestro patrimonio. Y que desde este origen informativo, cuando todo esté preparado para arrancar esa campaña de mecenazgo, habiendo dado cumplida información, la gente se vuelque por esta causa.
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El vestido de Novia
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EVA DE LA FUENTE
El color viene dado por la costumbre, prueba de ello es la foto matrimonial de sus padres que preside la habitación principal. Allí ambos muestran sus mejores galas, aportando la novia un bonito collar de coral y el novio un reloj de cadena. A veces el fotógrafo, con mucha pericia, añade una medalla de la Virgen de Fátima al conjunto. Los dos muy serios eso sí, son tiempos difíciles.
Esta es la bella historia de un vestido negro… Si seguimos su rastro de naftalina podemos verlo somnoliento en el rincón olvidado de un viejo armario de lunas, lunas que con el paso de las décadas ya no reflejan apenas nuestro rostro y no consiguen detenernos un pequeño instante para pensar en alguno de los tesoros que alberga su interior. Pero…y si lo hiciéramos?... entonces volaríamos de nuevo a 1959 cuando una novia ilusionada idea su diseño en su cabeza… …sencillo, telas que no se arruguen, no demasiado ceñido, por debajo de la rodilla y sobre todo sin demasiado escote; en definitiva sobrio y elegante, al más puro estilo Audrey Hepburn.
Lo que no puede imaginar en ese momento es que su hija cambiará el negro por un vaporoso blanco roto, color perfectamente identificado en el cerebro de una mujer e imposible de detallar a un hombre (el blanco es blanco, esté roto o no el vestido…). Después lleva su idea a la modista y esta lo modifica lo suficiente para que se adapte a los patrones que ya tiene con lo que al final todos parecen iguales, como ideados por Amancio Ortega. Sin embargo, para esta novia como para todas las demás, su vestido es especial y lo distinguiría entre miles en cualquier centro comercial. Toda la primavera, la novia camina mensualmente al pueblo vecino para realizar las pruebas del vestido, rodeada del olor a flores silvestres, el canto de los pájaros y la compañía de los vecinos que sabiendo donde va, la ven más guapa y radiante que nunca. Poco a poco el verano deja paso al otoño y con las últimas hojas caídas llegarán las primeras
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nieves y por fin ese día tan esperado…y es entonces cuando el vestido será estrenado por fin! Se le añaden algunos accesorios como los zapatos de aguja no demasiado altos, un casquete de redecilla y un pañuelo de encaje muy doblado metido en su manga francesa. En ese instante el fotógrafo inmortaliza el momento. La novia con su ya marido en una mano y un discreto ramo en la otra, se muestra radiante ante sus invitados. Desde ese día, el vestido presidirá todas las risas y llantos de la familia. Si las inclemencias del tiempo o la economía no permiten contar con un fotógrafo no hay ningún problema, ya que siempre habrá otra boda donde poder utilizar el mismo vestido y solo es necesario pedir a la nueva novia el ramo durante los minutos necesarios para que la pareja se haga una foto, que igualmente será la de su boda. Y es que el vestido no es para un día, si no para siempre. Acompañará a la novia en las bodas de todas sus amigas, en las misas y bailes importantes, en viajes increíbles e incluso en muchos meses de gestación de sus futuros hijos. Pasados los años, la llegada al país de prosperidad y libertad relegó al vestido a su rinconcito en el armario, sustituido por sedas de colores. Y allí sigue esperando a que alguien lo rescate.
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Preservar la escuela es obligación de todos SYLVIA PÉREZ GALLARDO
Hoy me había propuesto escribir unas líneas de agradecimiento a todas las personas que colaboran en las actividades de la asociación, pero me desperté reivindicativa y me dije: -voy a hablar de otra cosa. Y de qué cosa, -os preguntaréis…. Pues del colegio de Valcabado. Sí, del colegio que gracias a dios aún conservamos en nuestro pueblo. Un lujo que mucha gente del pueblo no sabe apreciar y que, sin embargo, es la envidia de muchos otros pueblos que lo perdieron y añoran los tiempos en los que lo poseían. El colegio de nuestro pueblo forma parte del CRA de Alija del Infantado. CRA significa colegio rural agrupado y, junto a Alija y Valcabado, formaron parte, hasta hace
muy poco tiempo, los colegios de Altobar de la Encomienda y Quintana del Marco. Quintana cerró hace unos años debido al abandono de varios niños a los que sus padres decidieron llevar a colegios de La Bañeza, creyendo que allí iban a recibir una educación mejor (ahora no entraré en este tema); y Altobar cerró el año pasado, ya que no hay niños y, por ley, si no hay cuatro niños, se cierra el colegio. Y sí, se cierra si no hay cuatro niños; pero no creáis que se abre si los vuelve a haber. No, no, se cierra y punto. En Valcabado hay más de cuatro niños que van al colegio y no solo eso. Por haber más de once tenemos dos aulas, una de infantil y otra de pri-
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maria. Se puede pensar que tener solo dos aulas, con varios cursos cada una, dificulta el aprendizaje y la educación es peor. Pero nada parecido; simplemente es diferente. Es una educación personalizada y particular, en la cual el profesor se puede adaptar a tu ritmo y puedes aprender de manera individualizada. Con clases casi particulares y adaptadas a tus actitudes. Tenemos profesores distintos para cada asignatura: inglés, música, educación física, religión, matemáticas….. Decir adaptadas a tu ritmo no solo quiere decir que sea así por si te cuesta más y necesitas ir más despacio, sino también, porque puedes avanzar más deprisa de lo que harías en una clase de muchos; de paso se
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aprovecha al máximo tus capacidades. Ser pocos tiene esa ventaja, no tienes que esperar por los más lentos y pueden sacar lo mejor de ti y tus capacidades. Además, si lo necesitamos, tenemos profesores de apoyo y orientadores para solucionar problemas de dicción, aprendizaje, psicomotricidad…. Este apoyo extra llega como a cualquier otro colegio, con la particularidad de que si tocan por horas y por colegio -y aquí hay la centésima parte de alumnos que lo puedan necesitar- pues a más nos toca. Creo que es fácil de hacer la cuenta. Otra de las cosas que nos podemos permitir en estos colegios, es la cercanía con los profesores, a quienes vemos a la entrada y a la salida; tenemos contacto por teléfono con ellos….; de tal modo que los conocemos y nos conocen a todos. Si surge algún problema se comunica de inmediato, no hay citas ni protocolos: todo es cercano y familiar. Citaré algo que en los colegios de las ciudades no tienen y en
los CRA´s sí: son las “aulas activas”. Son unas convivencias dirigidas a niños de primaria. Los de 3 y 4 de primaria tienen la posibilidad de ir a Páramo de Sil, Criepa, y los de 5 y 6 al Criele en León. Duran cuatro días, son totalmente gratuitas y en ellas realizan actividades culturales y deportivas, excursiones, competiciones… Por todo ello, los colegios rurales son especiales. Habrá quien diga que tienen inconvenientes, pero también tienen muchas ventajas. Y, de verdad, me da mucha rabia que no sean valorados por las propias personas que viven en el pueblo, y tanto se les llena la boca cuando dicen eso de que “como en el pueblo no se está en ningún sitio”. Porque resulta falso hablar de este modo y después despreciar algo que supone un lujo hoy en día; no colaborando
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para que podamos seguir teniendo esta oportunidad en el pueblo. No hace mucho leí en el Facebook comentarios de mamás de León capital. Preguntaban por CRAs de alrededores de la ciudad para llevar a sus niños, porque los colegios estaban masificados; así que buscaban coles pequeños con un trato más personal. Entonces me di cuenta de la gran suerte que corren nuestros hijos teniendo esa posibilidad a pocos metros de casa. Espero que se puedan mantener nuestros colegios muchos años más; ya que es un tesoro que debemos cuidar entre todos.
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A pie de página ENCARNACIÓN MONJE ALIJA.
A mis queridos lectores de esta nuestra revista Hacendera 2019. Aprovecho este hermoso espacio que se me brinda en primer lugar para dar las gracias a ONDA CERO por hacer posible el concurso; y como no, a la profe Rebeca y a la directora del colegio que dieron a los niños la oportunidad de participar. Todos sabemos que ellos son muy competitivos y los concursos los motivan tanto que se ven abocados a esforzarse. Muchas gracias también, en nombre de Nerea, por tantas felicitaciones recibidas y por la repercusión mediática que le habéis dado, porque en algún momento la hicisteis sentir como si de una diva se tratase. Aprovecho así mismo para reivindicar y romper una lanza por “la escuela rural”, el cole al que he confiado la educación de mis hijas, que son para mí, como para cualquier madre, lo más; y a su vez es el mismo en el que yo estudié. El mismo de esa manera, porque poco tiene que ver con aquel de hace 35 años, aunque de nada me arrepiento. Ahora equipado de tecnología al más alto nivel, las aulas mucho más confortables, con profesores especializados en cada asignatura e incluso uno de apoyo y un orientador por si algún niño lo pudiera necesitar. En general un elenco bien preparado con vocación y ganas de trabajar, como no puede ser de otra manera; otra cosa es que, como humanos que son, se cuele alguno desmotivado o desganado al que hay que invitarle, educada y legalmente a que se vaya a otro centro donde se encuentre mejor. Pero esto es el devenir de la vida y ha ocurrido, ocurre y ocurrirá siempre, aquí y en cualquier lugar. Y ya puesta sigo reflexionando sobre este, mi cole y pienso… mira si alcanza el nivel, que los
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propios pupilos nos avalan, y me doy cuenta que disfrutamos ya entre nosotros de unas preciosas generaciones de ingenieros, economistas, profesores, médicos, enfermeras, licenciados en ADE, en publicidad, en derecho, periodistas, graduados sociales, policías, guardias civiles, administrativos, etc. Además de buenísimos agricultores y ganaderos que saben sacar el mayor rendimiento a sus negocios. Todos ellos con un caldo de cultivo común “la escuela rural”, la de mi pueblo, de la que aún presumo porque puedo, porque cada vez que cierran una sufro como si de la mía propia se tratase, en la que, por cierto, también se ganan concursos, y de la que me gustaría seguir presumiendo mucho tiempo. Porque si hay escuelas quiere decir que hay niños, y si hay niños, hay ruido, y vida, y futuro y no seremos otro pueblo más de los que tanto se ha hablado últimamente con motivo de esta campaña electoral interminable que llevamos a nuestras espaldas. Otro pueblo más de esa “ESPAÑA VACIADA”.
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Redacción del día de la madre NEREA PÉREZ MONJE
“Mamá”, es la palabra que más llego a repetir a lo largo del día. A veces he llegado a pensar qué pasaría si tuviese que dejar de decirla porque ya no hubiese nadie a quien poder dirigirme con ella. Cuando ese pensamiento llega a mi mente entro en mi peor pesadilla: la de un mundo sin ella. Sin esa persona, sin esa luz que ilumina todo y que daría lo que fuera por verme feliz. Entonces no pude dejar escapar una lágrima y seguir imaginándome historias como que estuviese en un hospital o que ya no estuviese. Al rato dejo todo esto a un lado y recuerdo que está en la cocina, preparando la merienda y antes ayudándome a hacer los deberes. Entonces vuelvo a la realidad y agradezco al mundo por tener la madre que tengo y pedirle que siga siempre ahí, con esa sonrisa. Que esa palabra tan sencilla pero que guarda tantas cosas como es “mamá” siga siendo la que más pronuncio al día. Nerea Pérez Monje 3º premio, Concurso De Redacción Día de la Madre en Onda Cero La Bañeza.
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Lo hemos hecho GRELEA
A lo largo de los tiempos, las tradiciones han ido pasando de generación en generación. Increíble es la palabra cuando preguntamos a nuestros padres y abuelos sobre sus aventuras de jóvenes y vemos que se parecen tanto a las nuestras. Y es que hay cosas que todos hemos hecho. Y eso que mucha gente intenta negarlo. 1. Picar a los vecinos Confieso que nunca he tocado el timbre, pero sí que he sido cómplice de hacerlo. Sé que ya habrá algún adulto que esté pensando: “Eso está mal. Los jóvenes de hoy en día no tienen ningún respeto por sus mayores”. A ese señor le diría que está muy equivocado, porque todos hemos picado al timbre y salir huyendo. He de decir que no soy de las mejores en este arte, pero tengo claro cuando hemos disfrutado con esto. No solo es picar a la puerta y salir huyendo. El esconderse y ver con nuestros propios ojos que el propietario de esa casa sale a la puerta, y encima busca al culpable. ¡Acelera el corazón a cualquiera! Lo curioso es que, aun sabiendo que no es difícil reconocernos, seguimos haciéndolo sin pensar en las consecuencias. Pero si nos pusiéramos hacer eso, la mayoría de las aventuras que vivimos, serían como colocar un libro en un estante alto.
2. Tirarse con la bicicleta sin frenos. Para mi suerte, haciendo esa actividad nunca me rompí nada. Me acuerdo de la primera vez que lo hice. Estaba en un pueblo vecino, Moscas del Páramo. La cuesta que llevaba a la ermita se veía imponente para mí, pero tras mucho pensar decidí dejar que las ruedas de mi bicicleta dictaran mi destino. Soltamos los frenos y nos dejamos llevar por la velocidad. Notamos cómo el viento comienza a sonar en nuestra cabeza con más fuerza. Nuestra destreza ciclística se nota en este momento para saber cómo, cuándo y dónde frenar para no salir disparados. No es uno de los mayores méritos que alguien lo haga, pero cuando lo haces la primera vez, es como que no puedes parar. Incluso prefieres acelerar justo en ese momento.
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3. Meterse en una casa abandonada. Esto a lo mejor no lo ha hecho todo el mundo. Tal vez por cobardía o porque no le apetecía mancharse. Ellos se lo pierden. Sabemos el peligro que corremos cuando nos metemos por esos lugares, pero la verdad divierte y a la vez asusta ver una casa abandonada y ruinosa. Imaginas cómo viviría allí la gente. Porqué nadie dejó los muebles. O porqué la madera están ruinosa. Pero lo mejor de todo es encontrarse alguna pista sobre la existencia de personas que vivieron allí. Alguna foto o un juguete de un niño demuestran que fue cada habitación. ¿Por qué no probar a meterse en un lugar complicado? Muchas veces, por esas cosas, he tardado media hora en salir. Un techo roto que ha creado un laberinto de cuartos, una puerta oxidada difícil de abrir o varios ladrillos que están a punto de caerse, es lo que da gracia a la aventura.
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4. Nadar a contra corriente - ¡Venga, sigue nadando…! - ¡Que no puedo; me doy con las piedras y la corriente me lleva…! - ¡Que se nos va, que se nos va...! Típica conversación cuando intentas luchar contra la madre naturaleza. Bañarse en el río es tradición de aquellos que podemos ir a uno. A la mayoría le gusta que le lleve la corriente; hasta cierto punto, claro!!!. Pero luchar contra ella es lo más. También he tenido muchas veces que dejarme llevar porque mi zapatilla ha decidido salirse de mi pie y la corriente ha visto óptimo acelerar su flujo. ¿Irónico, no creéis?
5. Rogar a tus padres quedarte en la fiesta más tiempo. Tú, el que dice que no le va la fiesta. El que se aburre porque no le va bailar. El que prefiere dormir. Sí, te estoy hablando a ti. Ambos sabemos que aunque estés muy a gusto en tu cama, más de una vez has preferido quedarte en el baile viendo cómo tus amigos bailan, algunos bien y otros haciendo el tonto; y escuchando la música que te gusta. Yo tampoco he sido una persona que rogara demasiado, pero tengo una hermana que la denominaría “fiestera”. Mi prima y ella han rogado más de una vez a sus respectivas madres quedarse más tarde. Cuando una decía que no, atacaban a la otra. Y gracias a eso, alguna vez volvieron dos horas más tarde de lo que debían. Mi truco ha sido normalmente el de: “sé buena dos días de fiesta y así ganarás más horas para los mejores días”.
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Sé que aún me quedan millones de tradiciones, pero eso lo dejo para la mente de cada uno. Somos niños enseñados por nuestros padres. Las técnicas del pueblerino corren en la sangre de cada uno; por lo que es imposible resistirse hacer, alguna vez que otra, una trastada. Por tanto…: -Riinnnggg!!! ¡Correr, que ya han picado a un timbre y no quiero ser yo a la que pillen...! Vosotros no sabéis nada; si me veis, yo no he estado aquí.
Yo tampoco he sido una persona que rogara demasiado, pero tengo una hermana que la denominaría “fiestera”
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Mis principios GRELEA
Nunca tendré suficientes palabras de agradecimiento para deciros el gran honor que fue el dejarme escribir cada año en esta revista. Sé que a veces mis relatos no son los mejores. Que pueden tener fallos gramaticales o expresiones que muchos no entenderían. Pero igualmente, me alegra saber que cada año contáis conmigo para hacer esto posible. Así que, sin más dilación, vamos a contar cómo empezó todo. Serían mediados de noviembre cuando, un fin de semana que pasaba en el pueblo, mi tío Rober, conocido como Roberto Carro, me contó la existencia de un concurso de relato corto. Él sabía que yo amaba escribir, por tanto pensó que me interesaría. El premio en sí me daba igual, ya que mi relato iba a estar en la revista pasara lo que pasara. El tema era Un lugar del pueblo. Para la desgracia de todos los participantes, no se podía hacer de ninguno de los dos bares. Si es que…., de verdad ¿quién escribió esa norma? Dándole muchas vueltas a la cabeza me decante por dos opciones: el antiguo parque o el callejón de la iglesia.
Escribí dos borradores sobre ellos. Hablando con mis padres llegamos a la conclusión de que el mejor era el segundo, por lo que lo comenzamos a matizar. Me daba rabia que hubiera un límite de palabras tan pequeño; de otro modo habría podido decir muchas más cosas. Poco a poco el relato fue tomando forma y convirtiéndose en el relato que se publicó en la revista de aquel año. Enviar y esperar. La llegada del verano trajo consigo la segunda revista del pueblo, en la cual aparecieron millones de relatos. Tardé un rato en encontrar el mío. Lo leí con la misma ilusión que cuando lo había escrito. Mis seudónimo, Drasan, dejaba muy anónima mi identidad ¿Quién iba a pensar que cambiando las sílabas de lugar aparecería mi nombre? Seguramente nadie creería que era yo la propietaria de aquel escrito. Por fin llegó el día de la entrega de los premios. He de decir que mi vestuario no era el más óptimo (tuvieron que poner los disfraces ese mismo día…) Anun-
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ciaron el segundo premio, varios aplausos por parte del pueblo, entrega del galardón y gratitud por parte de la ganadora. Y ahí comienza el momento. -Bueno…, y el primer premio es para…- comienza a decir Roberto, que saca del sobre el nombre de la ganadora- (mi tensión se podía cortar con un cuchillo) - ¡Drasan! No sé si será chico o chica... -añadía. Mi felicidad ya había explotado, obviamente. Y la persona que estaba detrás de aquel seudónimo, Sandra, sube a recoger su premio. Salvo por mi indumentaria, todo fue perfecto. Y cuando creí que todo eso no podía ser más maravilloso, descubrí que podría participar más años en la revista. Y así es como, actualmente, estoy aquí, hablándoles de mis aventuras o mis pensamientos sobre lo valioso que es tener un pueblo. Y como dije al principio, no tengo suficientes escritos para deciros lo mucho que agradezco que cada año una hoja esté a mi nombre. Y a todos los que leéis estos escritos de una niña que aún le queda por aprender y escribir millones de relatos, solo os quiero decir: GRACIAS!!!
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Qué sabes de pájaros?
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ISAAC ASTORGA
Esta sección está hecha para dar a conocer algunas curiosidades de los pájaros que posiblemente no sabíais, o tal vez no os las habíais planteado. • ¿Sabías que hay un tipo de pájaro que vuela dormido? El vencejo es un pájaro el cuál tiene las patas tan cortas que sería casi imposible remontar el vuelo si se apoya en el suelo. • ¿Sabías por qué los pájaros vuelan en formación de cuña? Lo hacen básicamente para ahorrar energía, compenetrando el movimiento de sus aleteos. • ¿Sabías cuántos tipos de sonidos pueden emitir? Pueden emitir más de diecisiete sonidos diferentes. • ¿Sabías que los pájaros tienen los huesos huecos? Los tienen así porque si no pesarían demasiado para mantenerse en el aire. • ¿Sabías que los pájaros se pueden hacer impermeables? Lo consiguen echándose por la piel un fluido que tienen en el pico. • ¿Sabías por qué los pájaros mudan sus plumas? Hay casos muy diversos, pero los más comunes son que las mudan cuando migran y cuando van a nacer sus crías.
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Chistes VALENTÍN MONJE
-¿La capital de España? La mayor parte en Suiza.
-Shhhhh, -Shhhht,- Shhhhh, -Shhhht,-Shhhhh,-Shhhht, -Shhhhh, -Shhhht, -Shhhhh, -Shhhht,(Discusión entre una cobra y una bibliotecaria).
¿De qué signo es tu mujer? Debe ser de exclamación, porque se pasa el día gritándome…..
Si la energía no se crea, ni se destruye, ¿Qué cojones nos está cobrando Unión Fenosa???.
¿Me pone un zumo de piña? ¿Natural….? De Pontevedra, pero no creo que eso importe…..
¿Es grave doctor? ¿Has oído ese refrán que dice que lo que no mata engorda? Sí Pues has debido de comer alguna cosa que no engorda.
Camarero, ponga una de calamares a la rumana. Perdón señor, será a la romana. Irina, cariño, dile al gilipollas este de dónde eres…..
Hola, ¿Es aquí el club de imbéciles? Sí, pero ….. ¿Qué hace aquí con todo ese estiércol? Vengo a abonarme. Dios santo, pase, será el líder!!
¿Lo aceptas como esposo en la salud, en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe? Sí, no, sí, no, no.
Me siento solo Yo también, sentarse es fácil.
Siempre que mis padres decían : “Estudia”, yo entendía “ Es tu día”, y salía de copas!
¿Me das una rebanadita de pastel?... ,pero, así super chiquita, que estoy a dieta. ¿Así como las otras 7? Sí , porfa.
Tengo tres llamadas perdidas de mi oftálmologo. El de ver me llama.
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Enjesquino PEPE MONJE
Hoy vamos a recordar un juego de niños MUY NUESTRO para intentar que no se pierda. Sería interesante que jugasen los niños con nuestra ayuda al principio. Se pueden sustituir las alubias por cualquier cosa que entren varias en la mano (cacahuetes, gominolas, pipas, gusanitos……)
Al Embruño DAME 5. Que era la diferencia de los que tenía. Posteriormente los dos jugadores cambiaban el orden en el juego para que intentase acertar el otro.
Aquí se practicaba un juego muy parecido al juego de los chinos de monedas, la diferencia era que en lugar de monedas se hacía con HABAS que se recogían a REBUSCO. Se llamaba “AL EMBRUÑO”. Se jugaba por parejas. Cada jugador (normalmente niños) tenía un número indeterminado de HABAS en la mano y el otro tenía que adivinarlo en un abre-cierra rápido de la mano. El que acertaba se quedaba con las HABAS del otro jugador. También se practicaba con SANTOS o cualquier cosa menuda.
EMBRUÑO: Juego de niños que consiste en acertar el número de cosas (castañas, avellanas, garbanzos, alubias, etc.) que hay en el puño cerrado. HABAS: Alubias.
La forma de jugar era la siguiente: Se colocaban los dos jugadores uno frente al otro con un puñado de HABAS cada uno en la mano y decía uno:
REBUSCO: Buscar algo minuciosamente. SANTOS: Los había de dos clases, unos eran las tapas de las cajas de cerillas (son a los que me refiero en este juego) y otros se hacían con las cartas de la baraja partidas por la mitad y de cada mitad se sacaba un SANTO doblándola de una forma determinada. Es difícil de describir por lo que sugiero que se les enseñe a los jóvenes como hacerlo.
AL EMBRUÑO. El que estaba enfrente le contestaba. ABRE EL PUÑO. El otro jugador hacia un abre-cierra rápido de la mano y le preguntaba. SOBRE CUANTOS GARDUÑOS. El otro jugador tenía que decir un número para acertar las HABAS que tenía en la mano. Por ejemplo:
GARDUÑOS: No existe esta palabra. Probablemente se derive de GUARDUÑO, esta es una persona que acapara toda clase de objetos y los acumula en previsión de una necesidad futura; por lo que podemos suponer que el GARDUÑO es cada uno de esos objetos que tiene atesorado. Espero que os haya gustado y os haga recordar aquellos buenos y felices años de nuestra infancia.
SOBRE 20. Si acertaba se quedaba con las HABAS que tenía en la mano y si no era así pagaba la diferencia. Si el anterior niño tuviese 15 le decía al otro:
Permitirme recordaros que me podéis enviar palabras, frases, dichos, juegos o cualquier otra vivencia que quisierais recordar al siguiente correo: enjesquino@gmail.com.
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Asedio 2.0 ROBERTO CARRO
Retrasé esta salida todo lo que pude porque sabía que, lo que iba a ver, terminaría por provocar un sentimiento contradictorio. En estos días en los que el aliento de la primavera empieza a notarse en el cogote del invierno, cogí la bicicleta con la intención de salir a los caminos de nueva concentración y ver cómo se disponía el trazado y las nuevas fincas 2.0. Claro, coger el camino Carrodanzas, el de El Egido, o el de El Carrascal sería un intento vano. Los nuevos no sé cómo se llaman, pero lo que está claro es que son el relevo generacional de aquellos. La distribución es de auténtico tiralíneas, encajando y organizando a lo largo de sus márgenes un trazado regular de fincas tamaño XXL; a la vez que adornan sus cabeceras con lo último en tecnología GPS para radiar y racionalizar el riego a través de los terminales móviles que se han hecho imprescindibles en la vida de los agricultores del siglo XXI. Es lo que toca. Lo mismo que antes el kit básico de portabilidad para el riego lo componían las botas Gaviota, la pala Bellota y unas cuantas tablas enrolladas en un saco de plástico de nitrato de Chile, y todo ello en el portabultos de la Mobyilette, ahora es un teléfono móvil el que simplifica tanta parafernalia.
vientos secos y fríos, ahora es una vergel fértil que da lo que antes negaba por puro cabreo improductivo. Y si lo daba era porque se le sometía a un tercer grado. Pero el paso del tiempo y la capacidad del hombre para adaptarse paulatinamente, mientras va cambiando el rostro deshidratado de la llanura, hace que el terrazgo evolucione y con él se produzca una transformación económica y social que hoy no tiene parangón. Pero vamos a lo mollar, al sentimiento contradictorio que decía. Este paisaje de formas poligonales en las que se aprecia la intensa participación de la acción humana con una elevada vocación agrícola, se da de bruces con aquel paisaje primigenio de masas boscosas de caducifolias adaptadas al frío, también encinares, carrascas…. Y como testigo mudo del tiempo y la vida que se va, nuestro monte; en otra época amplio bosque de encinar por donde corrían los cérvidos y donde se hospedaba por una noche la ardilla que, partiendo de Cádiz, llegaría a Asturias días más tarde. El monte, hoy es una mancha verde asediada por un paisaje longilíneo obsesivo, deglutido por los labrantíos monocrómicos que le han asestado, esta vez sí, una estocada casi definitiva.
Resulta que este Páramo -no hace tanto tiempo espacio yermo y deforestado-, batido por los
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De hombres y perros normales De lealtades ROBERTO CARRO
Es noche cerrada. Las noticias de la radio y el calor del interior del coche dan al habitáculo la calidez necesaria para cerrar la jornada; de camino a casa y al fin de semana. No recuerdo muy bien en qué contexto, el caso es que el locutor de radio concluye la noticia con una frase contundente: “su mejor virtud es la de ser un hombre normal”. Y en ese preciso momento en el que aún resuena la palabra “normal” en mi oído, veo al fondo de la carretera, por el carril izquierdo, rescatado de la oscuridad de la noche por unas cuantas franjas reflectantes, un caminante que, cadencioso, apresura su vuelta a casa. No hay duda –me digo; es Carlos, “El Portu”. Ha terminado la faena con el ganado y desanda el camino que diariamente recorre para llegar a la majada. Y si el amo no llega antes a recogerlo.., como está acostumbrado a andar..., se echa al asfalto y allá va. Poco importa que el testigo de temperatura marque dos grados bajo cero en el exterior del coche, y que aún le resten cuatro kilómetros para llegar a casa. El Portu forma parte de ese colectivo, últimos herederos, de lo que era la trashumancia y la todopoderosa Mesta. Me gusta oírle cuando, bien entrado el otoño, baja de Torrestío
para buscar refugio en los campamentos de invierno en el Páramo Bajo. Entonces le pido que me cuente historias de lobos, de mastines y carrancas; de morrales, calderetas y música de cencerros….. De cómo es el recorrido que le lleva a los pastos de montaña, a través de las veredas, o por anchos caminos -resquicios de cañadas- hoy bañadas de asfalto; o avanzando por la espesura de los matorrales y el calor… De cómo se percibe esa soledad de la buena. Pero hoy, cuando le rescaté del asfalto, le pregunté a ver cómo no esperaba un poco más a que llegase el amo y así evitar la temeridad de salir a una carretera estrecha y solitaria. Y él, con esa parla en la que intercala salpicaduras de castellano, pero también recias virutas de un portugués que se le ha hecho fuerte, me espeta indignado: ¡El otro día, un coche me hubo llevar por delante! Yo iba por la izquierda, como siempre; con el chaleco y todo ¡Me golpeó con el espejo al pasar a mi altura y ni si quiera paró! Entonces le digo - ¿Portu, y qué hubiese pasado si los perros van contigo, y el coche te deja en la cuneta malherido, con un brazo o una pierna quebrada? Que se hubiesen quedado conmigo toda la noche; a mi lado -me contestó.
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Amores del Páramo en tiempos de posguerra CAROLINA RODRÍGUEZ
Los años sesenta conformaron una década de grandes cambios para España. Se producía el famoso ‘éxodo rural’ y muchos jóvenes de los pueblos viajaban a las ciudades de la revolución industrial en busca de un porvenir mejor. En las artes, nos estrenamos en Eurovisión con Conchita Bautista y Luis Buñuel ganaba la Palma de Oro del Festival de Cannes por ‘Viridiana’. En el deporte, el fútbol de Alfredo Di Stefano y el boxeo de Juan Manuel Urtain llenaban las pantallas de los primeros televisores. Pero, ¿y en el amor? Durante esa época, España protagonizaba un famoso ‘baby boom’ como resultado de las políticas franquistas para apoyar la natalidad mediante préstamos a los recién casados y premios a las familias numerosas. Esos eran los datos pero, ¿cómo era el proceso? Hoy en día, hemos pasado de las pistas de baile de los años 80 al uso de aplicaciones móviles para conocer gente e incluso buscar el amor. Pero, ¿y en los años 60? ¿Sabrías decirme cómo se conocieron o, mejor dicho, cómo se enamoraron tus abuelos? La vida en los tiempos de la posguerra española no era fácil, pero el amor era siempre
una salida de emergencia al caos y la miseria que se vivía en aquellos momentos. En los pueblos, la vida era tranquila pero con mucha labor que desempeñar en el campo. Los domingos eran el único día de la semana en el que había tiempo para pensar en el amor. Y en el verano, a pesar de que era la estación de mayor trajín para los labradores y ganaderos del Páramo, las verbenas de julio y agosto eran las más propicias para conocer a alguien. Los veraneantes regresaban al pueblo y el buen tiempo animaba a salir al baile a pesar del trabajo.
Las verbenas Después de muchos meses sin verse, muchos veraneantes ponían sus ojos en aquellas mozas que ya no eran niñas y que vestían con coloridos vestidos veraniegos. Otros, sin embargo, veían la oportunidad de dar el primer paso y sacaban a bailar a las muchachas que ya conocían desde siempre. En la mayoría de casos, los chicos superaban en edad a las chicas, ya que solían regresar de la ‘mili’ o servicio militar obligatorio cuando se ‘echaban novia’. En cambio, durante ese tiempo, las chicas no tenían la
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oportunidad de viajar y quedaban relegadas a un segundo plano para trabajar en casa o en el campo, esperando la ‘oportunidad’ de casarse y formar su propia familia. “Recuerdo que íbamos al bar de Navianos en bici, con 18 años, antes de ir a la mili. Éramos los amos en Navianos. Teníamos que cruzar el río con la barca y con la ayuda del barquero, que era familia nuestra”. ¿Y con las chicas? “Íbamos una vez con una o con otra hasta que encontrábamos a la definitiva”.
El cortejo Los paseos en bici por la carretera hasta el Carrascal o los bailes en las verbenas del verano, o en las bodas, eran los primeros nexos de unión entre los mozos y las mozas de Valcabado. “Cuando íbamos en la bici nos pasábamos el día carretera arriba, carretera abajo, hablando. Si querían montar en la barra o en el manillar, era buena señal. Si solo querían montar en el portabultos…entonces nada”. Después, “ellos te acompañaban hasta la puerta de casa para despedirse pero sin beso, eh!!!. Y si tardabas mucho en entrar, tu madre ‘pegaba una voz’ y te llamaba para ir a cenar”.
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Cuando algunos se habían ido a Madrid o al País Vasco a trabajar, la relación se mantenía por carta. “Eran unas cartas tan nobles que hasta un niño podía leerlas”.
nos encontramos en la ‘plaza de los churros’ y nos quedamos juntos. Paseamos toda la mañana y, antes de despedirnos, él me compró una sortija de zafiros preciosa”.
Y a veces, incluso, se pedían románticas pruebas de amor: “Me viene a la memoria el día de San Valentín, que cayó en lunes ese año, y él venía a La Bañeza en tren. Por carta me había dicho: ‘si me quieres, ven a encontrarme’. Pero claro, yo pensaba… ¿cómo le digo yo a mi madre ahora que voy a La Bañeza y a ver al novio? Entonces le enseñé la carta a mi madre. Y mi madre me dijo: Haz lo que quieras. Y dije: pues yo voy. Recuerdo que en el autobús coincidí con medio Valcabado, todos iban a una boda. Pero bueno, al final, nosotros
¿Y el matrimonio? Antiguamente, ‘se pedía la mano’ de la novia en su casa pero con mucho pudor. “Casi te casabas sin hablar, aunque nos conocíamos de toda la vida. No había timbre así que entrábamos por el corral o por las puertas grandes. Te daba mucha vergüenza… pero bueno. Ambos sabíamos que estábamos de acuerdo pero sin decirlo”.
Las bodas En Valcabado se celebraban bodas prácticamente cada mes
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y semana. Eso sí, solo durante la temporada de las matanzas y la recolección de las cosechas. Las bodas se organizaban en cuestión de una semana, a veces, incluso en días. Transcurrían a lo largo de dos días en los que las familias se juntaban en casa de la novia. Sin perder tiempo, se recogían, casa por casa, sillas, escaños o mesas que pudieran reunir a muchos invitados durante la celebración. Se desmontaban las camas de la parte baja de la casa y la gente subía a dormir ‘a granel’ a las paneras. Ese par de días, se contrataba un cocinero que hacía un jato para toda la familia al son de la música. Siempre había una orquesta acompañando la boda hasta la madrugada cuando se hacía la “redondilla” por todo el pueblo anunciando el enlace. Y
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por la mañana, se desayunaba una buena taza de chocolate acompañada de unos callos. Sí, de unos callos. Había que coger fuerzas para el trabajo del día siguiente ya que ‘ir de luna de miel’ no era cosa común, y no se podía rechazar un plato de comida caliente. Además, si había luto se casaban de negro, y aunque no lo hubiera, eran pocas las novias que vestían de blanco. Sin embargo, hay cosas que no han cambiado tanto, ya que durante las celebraciones las gamberradas estaban a la orden del día. “Un día íbamos a dormir caminando después de una boda, cuando vimos a los novios entrar en una casa para pasar la ‘noche de bodas’. Éramos cuatro o cinco pero, oye, nos picaba la curiosidad. Les seguimos y nos colamos por las puertas grandes hasta el dormitorio. Allí, nos escondimos debajo de la cama, pero éramos tantos que se nos veían los pies. Los novios no habían empezado a desnudarse cuando se dieron cuenta y nos corrieron a palos de allí. Se los llevó todos uno que llevaba un tabardo de cuero y tras el que todos nos escondíamos para aguantar el chaparrón. Pero luego, al día siguiente, todo se olvidaba y se tomaba a broma”.
que daba Franco a razón de la boda, muchos se hacían un hueco en alguna casa humilde del pueblo.
La familia
“Con las 3.000 pesetas de la boda nos fuimos a una casa muy pequeña y compramos un par de jatos o terneros-, yo no sé ni lo que eran,- y cuatro sacos de habas, que guardábamos en la misma habitación en la que dormíamos. Después, nos dejaron una tierra para sembrar y ahí empezó todo”.
Los comienzos eran difíciles pero los jóvenes ‘mantenían el tipo’ cargados de ilusión y paciencia. Entonces, muchas parejas que no podían independizarse y continuaban viviendo juntos en casa de los padres. Tras lograr unos cuantos ahorros y con la ayuda económica
Al poco de casarse, muchas mujeres se quedaban embarazadas. Se vivía a medio camino entre criar niños y hacerse una casa. “Pusimos las paredes de la casa pero todo estaba sin rematar”. Todo se hacía poco a poco, salvo concebir niños.
“No íbamos a por ‘nada’, pero los que ‘vinieran’, eran los que había que sacar adelante”. Con el paso de los años, todo iba cogiendo forma, hasta que, de pronto, se convertían en las grandes familias que han llegado hasta nuestros días. Hoy aquellos jóvenes comparten con nosotros estas historias y yo me pregunto, ¿tienen esto algo que ver con cómo entendemos el amor hoy en día?
Hay cosas que no han cambiado tanto, ya que durante las celebraciones las gamberradas estaban a la orden del día
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Barncloa
La Mo
Carretera Estación Villadangos Valcabado s/n Roperuelos del Páramo Te l . 6 9 9 1 0 2 9 1 6 - 6 8 9 1 3 6 8 9
SA
La plaza BAR- CAFETERÍA
C/ Las Eras, Nº 10 - Valcabado del Páramo Te l . 6 9 9 1 0 2 9 1 6 - 6 8 9 1 3 6 8 9
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FRASES CÉLEBRES 2019
l e c frases
VALENTÍN MONJE
- A las mujeres, la libertad no nos hace más ni menos felices, nos hace sencillamente mujeres. - Un feminista es quienquiera que reconozca la igualdad y la plena humanidad en mujeres y hombres. (Gloria Steinem) - La primera igualdad es la equidad. (Víctor Hugo, poeta, dramaturgo y novelista romántico francés) - Yo no digo que todos sean iguales en su habilidad, carácter o motivaciones, pero sí afirmo que debieran ser iguales en su oportunidad para desarrollar el propio carácter, su motivación y sus habilidades. (John F. Kennedy, expresidente de Estados Unidos). - La prueba para saber si puedes o no hacer un trabajo no debería ser la organización de tus cromosomas. (Bella Abzug, política estadounidense nacida en 1920) - Todos los hombres deberían ser feministas. Si los hombres se preocupan por los derechos de las mujeres, el mundo será un mejor lugar. Somos mejores cuando las mujeres están empoderadas: esto conlleva a una mejor sociedad. (John Legend, cantante estadounidense) - Lo que todavía nos falta a las mujeres aprender es que nadie te da poder. Simplemente lo tienes que tomar tú. (Roseanne Barr)
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r b e l e c frases
s e r b e cseesl
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- Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior. (Frida Kahlo) - El lenguaje, la palabra, es una forma más de poder, una de las muchas que nos ha estado prohibida. (Victòria Sau) - La construcción patriarcal de la diferencia entre la masculinidad y la feminidad es la diferencia política entre la libertad y el sometimiento. (Carole Pateman, ‘El contrato sexual’, 1988) - El hecho de estar excluida del poder da a la mujer una increíble libertad de pensamiento, desgraciadamente acompañada de una insoportable fragilidad. (Fátima Mernissi).
-La degradación de la mujer está arraigada en la idea del hombre de sus derechos sexuales. Nuestra religión, las leyes, las costumbres, están fundadas en la creencia de que la mujer fue hecha para el hombre. (Elizabeth Cady Stanton, activista estadounidense) -Mi idea del feminismo es la autodeterminación, y es muy abierto: toda mujer tiene derecho a ser ella misma y a hacer lo que tiene que hacer. (Ani di Franco, cantautora estadounidense) -El feminismo no se trata de odiar a los hombres. Se trata de desafiar las distinciones de género absurdas que los niños y niñas aprenden desde la infancia y llevan en su vida adulta. (Robert Webb, comediante inglés) -A pesar de que tenemos la valentía de criar a nuestras hijas como a nuestros hijos, raramente tenemos el coraje de criar a nuestros hijos como a nuestras hijas. (Gloria Steinem, periodista estadounidense) -El feminismo es la noción radical que las mujeres sean personas. (Cheris Kramarae y Paula Treichler)
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Crónicas de la Ferrera EL CANAL DE LA FERRERA PACO PINES
Los seres humanos, conscientes de nuestras limitaciones y lo efímero del trayecto que realizamos por este perdido planeta del sistema solar, soñamos a menudo con ser protagonistas del suceso histórico que marque, si es posible para bien, el punto de inflexión que justifique tan azaroso viaje. No suele suceder, pero en la década de los sesenta del pasado siglo, el se-
ñor Murphy, el de la ley del mismo nombre, se tomó un respiro y ocurrió. En la zona de Covaleda (Soria) fue una película, aquí en el Poblao y alrededores: la construcción del canal. Después de casi mil años regando con las reposadas norias que trajeron los árabes, cuya relación esfuerzo - provecho era cuando menos cuestionable, dada la ínfima productividad de
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aquellos artilugios, apareció un buen día: el agua del canal. Su llegada supuso una profunda revolución en una sociedad resignada a su suerte durante casi un siglo de abandono y más de veinte años de paz y ciencia. Con un arado, romano, tirado por mulas, se hicieron las primeras regaderas para tomar el agua del arroyo Huerga. Em-
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Con la incorporación de los Pivas y los motores “de luz”, el panorama cambió radicalmente y los pozos se “botaban” en horas, recuperándose con exasperante lentitud
balses y continuos reventones sirvieron para ir haciendo camino que, como decía Machado, se hace al andar. A mediados de la citada década, se realizó la construcción del que, con ligeras variantes de tamaño, ha permanecido activo hasta, la última reconcentración parcelaria, la de hace un par de años. Todos estos trabajos se ejecutaban por el comunitario sistema de “cendera”; y las expectativas, o las necesidades, eran
tan altas, que la camaradería reinante soslayaba la dureza del esfuerzo. Una vez acabado el canal “Madre”, surgieron ramales varios destinados a paliar la endémica sequía que, por definición, padecen las mesetarias planicies. La nuestra estaba alimentada por, groso modo, dos docenas y media de pozos diseminados de forma irregular por su superficie.
riego. El origen era la confluencia del monárquico camino con el canal Madre, siendo una caseta blanca rematada con unas rayas azules en su parte superior, testigo mudo del lugar. La caseta, conocida como la del transformador, estaba situada unos doscientos metros más arriba del lugar donde el canal se cruzaba con el camino de los Adilones. Tiempos aquellos…
Mientras, apenas mil años, la extracción de agua se realizó con los cuatro calderos que daban vueltas en las vetustas norias, las de los árabes de fundición de hierro; los aljibes apenas sufrían y aguantaban hasta bien avanzado el verano. Con la incorporación de los Pivas y los motores “de luz”, el panorama cambió radicalmente y los pozos se “botaban” en horas, recuperándose con exasperante lentitud. Una vez sacado “el pozao”, podías ir al vaquero o a pescar sardas porque, hasta el día siguiente, no había más agua.
Dos ranuradas columnas de ladrillo, construidas a ambos lados del canal permitían la introducción de tablas que, forradas con plásticos facilitaban, previo embalsado, el desvío del agua al ramal. El inicio de la aventura no auguraba un trayecto fácil. La canaleta inicial -la monárquica-, era casi más ancha que el canal madre y estaba poblada en demasía por flora autóctona. Allí había trebolillo, cardos lechares, forrajeras, grama y fenifos (los había de diseño que superaban el metro y medio de altura). Para mayor facilidad - no todo iban a ser malas noticias-, el terreno picaba hacia arriba y al agua le faltaba tiempo para embalarse, quiero decir embalsarse, en el espacioso desagüe. De haber contado -como Colón con lo de América-, con ayuda gubernamental, hubiéramos montado una turbina y generado la luz necesaria para satisfacer las necesidades energéticas de medio Páramo. Cuando finalmente se llenaba la zanja, el agua bajaba alegre y saltarina dispuesta a recuperar el embalse perdido y rauda para surcar las canaletas de la Quemada.
Con la llegada del agua del canal se dispararon las expectativas de una manera tan española que fue peor el remedio que la enfermedad. El terreno a enaguar se multiplicó exponencialmente pero, lejos de administrar el escaso caudal disponible, el asunto se nos fue de las manos y, en las tierras no tanto, pero en las cunetas y caminos, el agua -para regocijo de ranas y raneros-, nos salía por las orejas. El primer ramal del pueblo que cogía agua del canal Madre era el de la Ferrera. Se trataba, en origen, de una cuneta de la cañada real del vecino pueblo ese que, por tradición, nos toca padecer cada verano cuando llega la temporada de
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El Canal de la Ferrera, La Quemada y la Traviesa eran los lugares que, además de cruzar cinco caminos, recorría el
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ramal que nos ocupa, antes de llegar a la Ferrera. Dichos terrenos, similares geológicamente, son poco agraciados en su composición o ubicación: el terreno tiene poca chicha y están situados allí donde Cristo perdió el gorro. Quizás por ello,
son los parajes elegidos por el sol para pasearse, antes de visitarnos cada mañana. Una vez superado el atracón inicial de agua embalsada, las ganas de avanzar y la pendiente del terreno ayudaban al caudal superviviente a tomar carrerilla,
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progresando en su largo periplo transitario. Aquello marchaba; solo faltaba ir un poco por delante de la corriente, linterna en mano repasando la regadera y quitando alguna yerba de esas que te miraba por encima del hombro. Había que reforzar
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El nacimiento de un nuevo día abriendo y cerrando surcos con la pala al hombro y las zapatillas mojadas, es una experiencia impagable que deberíamos exigir, hoy, como asignatura obligatoria en las escuelas
las paredes reventadas por las roderas de algún carro despistado o quitar las presas olvidadas de tapar. Porque se trataba de llevar el agua a la Ferrera, no de enaguarle al vecino las habas o la cebada. En más de una ocasión, repasando los cin-
co kilómetros de canal, la pila de la linterna no llegaba viva a la noria. Las noches que había suerte y a la una de la mañana empezaba a entrar “buen agua” en la caseta del transformador, a las seis la tenías en la remolacha de la noria y abrías la primera tanda de surcos. Con la segunda estabas preparado para lo peor. Porque aquí, como ocurría en el baile, estaba permitido el corte y el primero que, después de haber dormido toda la noche, la viera pasar por delante de su parcela, te la podía cortar y dejarte con los cantares aprendidos. Uno que a menudo no cae en la cuenta de lo que hizo ayer, conserva con asombrosa nitidez el onírico recuerdo de aquel tiempo primero, y la añoranza en la contemplación del estrellado cielo le ha subyugado desde entonces con ese punto de romanticismo mágico que envuelve las grandes situaciones. La fascinación que produce la prolongada observación, en el Páramo bajo, del techo celeste en las noches de verano, es un regalo para los
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sentidos que trasciende más allá de credos o letanías; y la riqueza, de formas y luz, que emite la Vía Láctea -no confundir con la cooperativa Lar de Veguellina-, es un patrimonio autóctono poco explotado que podía ser una futura fuente de ingresos, vía turismo, muy importante. La abstracción del techo solar alcanza su cenit con la aparición del lucero de la mañana que, como dice mi madre, es el que trae el día. El nacimiento de un nuevo día abriendo y cerrando surcos con la pala al hombro y las zapatillas mojadas, es una experiencia impagable que deberíamos exigir, hoy, como asignatura obligatoria en las escuelas. Ahora que, cubata en mano, regamos desde el bar, la pala forma parte de los museos y parece ser que, aburridos del barrigón que amenaza con rompernos el cinto, estamos pensando en recuperar los viejos fantasmas que nos llenaron la infancia de paz y ciencia.
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Qué tiempos aquellos! MARÍA GONZÁLEZ
Tiempos de la postguerra, cuando no había dinero ni para pan y teníamos que ir con la cartilla de racionamiento a buscar una hogaza de pan a casa del tío Pedro (Pedrón); más amarilla que un limón y dura como una piedra. El que tenía algo de trigo que no le habían requisado, iba a molerlo a Quintana de noche, pasando el río; y luego a guardar la harina entre dos paneles o sepultados en la tierra...! Cuando tenían que amasar o matar los cerdos de noche, guardar las hogazas y los chorizos en el pajar y los jamones colgados en la cuerda del paso. Todo por miedo a Sebastián, el inspector de hacienda. Cuántas madres tenían que teñir las sábanas de la cama para hacer pantalones y camisas a sus hijos. Hilar la lana de las ovejas para hacer refajos, jerséis, calcetines y medias. Cuando no había Flex ni Pikolín y se dormía en un jergón de paja o de hojas de maíz, y se tapaban con una manta rayona de esparto. Esos, eran malos tiempos
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Lloran, con su sonido triste y melancólico cuando alguien muere o hay incendios e inundaciones en el pueblo
Las campanas MARÍA GONZÁLEZ
En la torre hay unas bonitas campanas. Ellas llaman al pueblo cuando hay algunas fiestas, bodas, bautizos y días de gloria. Repican con alegría y su sonido contenta al pueblo. Pero también lloran, con su sonido triste y melancólico cuando alguien muere o hay incendios e inundaciones en el pueblo. Un día de gran fiesta la campana no sonó, entonces el campanero subió al campanario a ver qué pasaba, y vio que una de las campanas tenía una brecha en uno de sus lados y por ello no sonaba. De modo que tuvo que retirarla quedando solo una campana; pero su sonido no era igual dado que le faltaba su compañera. Así que el pueblo decidió comprar otra, mas esa nueva campana no tenía sentimientos y su sonido no era igual. Cuando había algún difunto y los demás acontecimientos, a esta le daba igual; y a la vieja también, debido a la falta de su compañera. El pueblo, desilusionado, le dijo al campanero que la llevara a la fundición y que hicieran una nueva. Pero el campanero dijo al del taller que si no tendría arreglo, pues el sentía que la fundiera. Le tenía cariño. Este le puso una pieza de zinc y le dijo al campanero que la llevara al campanario para comprobar como sonaba. El campanero retiró la nueva campana y puso la vieja; la cual, al verse junto a su compañera, sonó con semejante alegría que todo el pueblo salió a la calle a oír tocar y diciendo: ¡Esta es nuestra vieja campana! Es que los mayores sienten y se emocionan más por los casos tristes que la juventud, pues ni cuando las campanas tocan a gloria se inmutan. Les llama más la atención la orquesta o las discotecas.
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Nostalgia RICARDO FERNÁNDEZ
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“Cuando madre comenzaba a contarnos historias, conocidas a veces, inventadas otras; pero siempre bonitas y que te dejaban esa sensación que, apenas terminar una, ya estabas deseando que empezase otra” Al alba, cuando el rocío extiende su manto húmedo, se van apilando en nuestras manos esas matas de alubias arrancadas de las entrañas de su madre la tierra; y como si tuviesen necesidad de venganza, dejan parte del agua que almacenan sus hojas, depositada en nuestras ropas, para después volver a descansar de nuevo sobre el lecho de la tierra. Sus raíces -esta vez ya hacia el cielo-, esperan los primeros rayos de sol que a la postre serán sus verdugos. Paulatinamente les van acompañando sus hermanas que, a ritmo acompasado y sin pausa, vamos extrayendo; ora del surco de la derecha, ora del de la izquierda, sin olvidarse pasar por el del centro. A fuerza de trabajo, fuertes y bruñidas por el sol, esas manos que con firmeza atenazan el fruto al arrancarlo para luego depositarlo con suavidad sobre la tierra, y esa encorvada espalda que soportaría el peso de tan arduo trabajo, y que era la primera en disipar el frío vespertino para dar paso a la calidez de los primeros rayos de sol que recibíamos en plena faena, sin apenas prestarle atención. Los sonidos de la naturaleza nos acompañaban y envolvían nuestros sentidos de tal manera que absortos en la labor nos pillaban por sorpresa las palabras de padre: “vamos, que
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ya está cerca la punta y, cuando volvamos, en la otra cabecera, nos espera la litrona…” Esas palabras nos sacaban de ese estado de automatismo en que estábamos sumidos, dando lugar a que nuestra mente despertase pensando en esa botella de cristal de gaseosa la pitusa, o la casera, reutilizada para la ocasión como envase de esa leche fresquita, en ocasiones sola, otras mezclada, pero que de cualquier manera suponía nuestro desayuno matutino. Sin duda esta era la vuelta más rápida que haríamos en toda la mañana. De vuelta al tajo comenzaban a estorbar las ropas de abrigo que portábamos y se iban quedando, unas veces a lo largo del recorrido, otras atadas en nuestra cintura, lo cual variaba mínimamente el paisaje. Era entonces cuando madre comenzaba a contarnos historias, conocidas a veces, inventadas otras; pero siempre bonitas y que te dejaban esa sensación que, apenas terminar una, ya estabas deseando que empezase otra. Las horas transcurrían bajo un sol que, a pesar de portar ya sombreros, viseras o pañuelos, comenzaba a dejarse notar, provocando que las primeras gotas de sudor recorrieran nuestro rostro. Para entonces,
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No olviden que el pasado se puede vivir hoy a través de la memoria
ya con la calor, el sonido que nos acompañaba era el de las hojas y las vainas de las alubias con sus quejidos de muerte. Sin apenas darnos cuenta del paso del tiempo entre vuelta y vuelta, embelesados con las historias, se acercaba la hora de parar a tomar las diez. Y no, no nos comíamos el reloj, así llamábamos a ese trozo de pan con chorizo, salchichón, queso o lo que se terciase ese día para reponer fuerzas y acompañarlo con ese sorbo de agua aún fresca y que sabía a gloria. Una vez acabado el tentempié, volver al trabajo suponía una lucha entre el quiero y no quiero; pero había que volver y lo hacíamos con más resignación que fuerza de voluntad. Al abandonar el refugio de nuestro descanso, estirábamos nuestro cuerpo y nuestros huesos se recolocaban, entonando su música particular. Lorenzo (el sol) ya no tenía compasión y caía a plomo, haciendo que las fuerzas menguaran y el ritmo decayese. A madre aún le quedaban fuerzas para amenizar el rato; esta vez con canciones que nosotros escuchábamos embelesados, pues cada día nos enseñaba alguna diferente; y conseguía que olvidásemos aquello que hacíamos ya casi de mala gana. Ni
que decir tiene que al final de cada vuelta, acudíamos a beber un agua cada vez más caliente y que se iba agotando. Sumado al cansancio que ya se acumulaba, hacía mella en la gente más joven hasta el punto de aprovechar cada llegada a la cabecera para sentarse. Entonces una vez padre, otra madre, soltaban las mismas frases: “vamos que ya queda poco; venga que es la última… Siempre era la última pero nunca se acababa. Así que esperábamos expectantes ese momento en que padre miraba el sol y ante nuestras miradas ansiosas, soltaba aquello de: “ya casi son las dos, hora de ir pa casa”. Sorprendentemente recobrábamos la energía para recoger rápidamente las cosas, y ni qué decir tiene que era uno de esos momentos en el que jamás íbamos a protestar. La media jornada de ese día se daba por terminada. Pd: Para todos aquellos que lo han vivido. Y para los que no lo han hecho, lo puedan conocer a través de estas palabras. No olviden que el pasado se puede vivir hoy a través de la memoria. Dedicado también a todos esos padres que nos han hecho vivir momentos como estos y que despiertan cierta nostalgia. Entre estos, dedicado muy especialmente a mi madre.
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Recuerdos de una aciaga mañana de marzo de 2004 DOMINGA ALIJA
En esta fecha he recibido invitación para colaborar con algún artículo para la edición anual de nuestra entrañable revista Hacendera. Este año, después de 15 años y con lágrimas en los ojos os haré participes de mis recuerdos de la aciaga mañana del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en la cual se perpetraron los fatídicos atentados por todos conocidos y desear que nunca más se repitan. Por ser el mayor atentado que se ha producido en España con 193 fallecido, haber residido en Madrid durante 33 años y conocer metro a metro los lugares donde ocurrieron tan luctuosos hechos, me conmueven especialmente esos recuerdos. Yo ya residía en Valcabado y en esa fecha había venido mi nieto Teo con 10 meses por primera vez con sus padres Asun y Carlos, mi hijo. Fue muy traumático vivir dos cosas tan distintas, una tan buena y otra tan catastrófica. Mi hijo se iba a Madrid con todo tipo de controles y nosotros desde aquí llamando a la familia que allí vivía, por si alguno iba en los malditos trenes del atentado, por suerte no fue
así y mi familia se encontraba bien. Pasados dos meses apenas, por San Isidro, nos fuimos a Madrid, y lo primero que hicimos fue ir a la estación de Atocha, lugar en que se recordaba a los fallecidos, llena de flores, velas y escritos de todo tipo, los cuales leías y te partían el alma. También visitamos el Jardín de los Ausentes en el Retiro donde, como homenaje, se había plantado un árbol por cada fallecido. Todo era muy dramático y por cierto, Madrid que es una ciudad muy ruidosa y alegre, estaba triste. La gente en el metro y por la calle iba en silencio. Como no todo iban a ser tristezas, también recuerdo que el 22 de mayo e casaron Felipe de Borbón y Grecia y Doña Leticia Ortiz Rocasolano. Ahora, desde hace 5 años, son nuestros Reyes. Esto que os cuento son recuerdos personales porque los hechos los conocéis todos por los medios de comunicación. No obstante y como siempre en la vida ocurren cosas malas y cosas buenas. En una vida, y
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Esto que os cuento son recuerdos personales porque los hechos los conocéis todos por los medios de comunicación
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Fue muy traumático vivir dos cosas tan distintas, una tan buena y otra tan catastrófica
más si es larga, nos toca vivir de todo, pero esto y otros recuerdos, ahí quedan. Espero no haberos cansado con mis recuerdos, con los ojos llenos de lágrimas, esta es mi historia, con sus luces y sus sombras. Perdón y un abrazo para todos.
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In Itínere
(Actividades del año)
COMENZANDO POR ENERO Utilizando el frontón Para comer el chorizo De Santo Tirso Patrón. TORTILLERO SE CELEBRA Con familias bien unidas Hay que juntarse con todos Para comer la tortilla. POR SANTIAGO, EL MES DE JULIO Ya con calor a rabiar Nos comemos la paella De los quintos, una más.
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EN EL FRONTÓN CELEBRAMOS La gimnasia de mayores Para poder mantenernos Jubiladas como soles. OTROS DÍAS DE LA SEMANA Se aprovecha el local Para celebrar con zumba La puesta a punto a otra edad. CELEBRAN EN OTRO DÍA Los niños multideporte Porque a todos nos conviene Mantener bien cuerpo y mente.
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NO OLVIDEMOS EL DEPORTE Que para eso se hizo El frontenis es seguro Dos o tres días como mínimo. SI QUEREMOS AIRE LIBRE Y sin contaminación Visitemos nuestra fuente Y cuesta en restauración. HA QUEDADO MUY CUIDADA Sin piedras y apisonada Por si cambian los tiempos Y hay que volver a por agua. CUIDEMOS EL PATRIMONIO Que es nuestro y heredado A ver el año que viene Lo que hemos progresado.
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SALUD Y PAZ PARA TODOS Vecinos de Valcabado Y cuando el 2020 llegue Todos juntos a celebrarlo. DESPEDIDA PARA SIEMPRE A los que nos han fallado Y Bienvenidos los niños Que este año han llegado. MI RECUERDO ES PARA TODOS Niños, jóvenes y ancianos Y para el año que viene Que podamos celebrarlo.
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Valcabado del Páramo, mayo de 2019 Estimados señor/a, Mi nombre es Antonio del Canto Ramón, soy el Presidente de la Junta Vecinal de Valcabado del Páramo. Le agradezco mucho que me dedique este par de minutos de su tiempo. Quisiera aprovechar la oportunidad y darle a conocer el proyecto “Valcabado, MEZENAZGO MUDÉJAR”, iniciativa que hemos puesto en marcha para la restauración del artesonado que se sitúa en la nave central de nuestra Iglesia parroquial de Santiago Apóstol; pieza de estilo renacentista (S.XVI) que destaca, dentro de los artesonados mudéjares en la Vía de la Plata, como una de las más emblemáticas por sus extraordinarias dimensiones. Para ello necesitamos 30.000 €, cantidad inalcanzable para pueblos como el nuestro. Pero estoy seguro de que, con pequeñas aportaciones individuales, podemos hacerlo. Desde estas líneas me atrevo a pedir su colaboración, informándole de que al ser un donativo a una entidad amparada por la ley 49/2002, los sujetos pasivos del Impuesto sobre Sociedades tendrán derecho a deducir de la cuota íntegra el 35 por 100 de la base de la deducción del donativo realizado*. Si deseara hacer una aportación a título personal obtendrá una devolución en su declaración del IRPF del 75% hasta los 150 € y del 30% en la parte que lo supere. Es decir, si se aportan 150 € al realizar su declaración de la renta le devolverán 112,50 € (o abonará 112,50 € menos, si la declaración le sale a pagar). Por su parte, la Parroquia, (todas las aportaciones van directamente a su cuenta) declarará los donativos. No olvide facilitar sus datos fiscales, nombre y apellidos, NIF y domicilio, bien al párroco don Ángel Domingo o a mí mismo, para expedir el correspondiente certificado. Parroquia de Valcabado del Páramo: ES11 0075 03 93 3207 01400355. Reiterar mi agradecimiento por su atención y animarle a colaborar en la medida de lo posible. Sé que entre todos seremos capaces de llevarlo adelante. Para cualquier aclaración, puede ponerse en contacto conmigo en el teléfono 610 22 88 47. Quedando a su entera disposición para posibles reportajes de prensa, publicitarios o cualquier asunto que puedan considerar oportuno. Atentamente,
Antonio del Canto Ramón Presidente de la Junta Vecinal de Valcabado del Páramo
¡Apuesta por la cultura; apuesta por el “llenado” de nuestros pueblos! *La base de esta deducción no podrá exceder del 10 por 100 de la base imponible del período impositivo. Las cantidades que excedan de este límite se podrán aplicar en los períodos impositivos que concluyan en los diez años inmediatos y sucesivos
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Valcabado del Páramo, mayo de 2019
Estimados vecinos, Les informamos del proyecto que vamos a intentar sacar adelante: la Restauración del Artesonado Mudéjar (S. XVI), de la iglesia de nuestro pueblo. Ya hemos instado a las diferentes instituciones (Diputación de León, Instituto Leonés de Cultura, Consejería de Cultura y Fomento de la Junta de Castilla y León, PROMONUMENTA) de cara a conseguir todas las ayudas a las que podemos optar aunque, lamentablemente, no va a poder ser todo lo que necesitamos. Recordaros que todas las iniciativas son bienvenidas y cualquier idea o aportación es importante. En este punto, nos gustaría informaros de un aspecto que resultaría interesante a todos los donantes; esto es, las deducciones por donativos que ofrece Hacienda. (Artículo 19 de la ley 49/2002 de Mecenazgo)
Si realizas un donativo en la cuenta de la parroquia de Valcabado del Páramo, ES11 0075 03 93 3207 01400355 Podrás beneficiarte de importantes deducciones:
Los primeros 150€ que dones desgravan el 75% y a partir de 150€, el 30% Como veis, las deducciones se practican según una escala. Los primeros 150 euros donados tienen una deducción del 75%. Es decir, cuando hagas la declaración de la renta te devolverán 112,50 euros (o pagarás 112,50 euros menos, si la declaración te sale a pagar). Al resto de lo donado que supere los 150 euros se le aplica una deducción del 30%. ¡Ojo!, que las deducciones sólo se las pueden aplicar los titulares que han hecho el donativo. Por lo tanto, si abonas varias cuotas (hijos, nietos…) sólo podrás deducirte la tuya. Pero sí puede hacer una donación, como titular, cada uno de los cónyuges. Por su parte, la parroquia declarará cada año qué personas han hecho los donativos y su cuantía. Así que no olvides facilitar tu nombre, NIF y domicilio al párroco (o al Presidente de la Junta Vecinal) para que se expida un certificado con el que justificar el importe de los donativos realizados. A modo de ejemplo se puede hacer un donativo de 150 € antes del 31 de diciembre y otro después, con lo que habrás aportado 300 € a la restauración del artesonado y hacienda te devolverá, en dos ejercicios, 225 €. Tu desembolso habrá sido de solo 75 €. Deciros que esta campaña de mecenazgo local está encuadrada dentro de una más amplia que tendrá una repercusión importante en los medios de comunicación: digitales, prensa escrita y televisión. Cuanto más lejos lleguemos, mejor. Recordaros en este punto que el presupuesto total al que asciende la restauración de nuestro artesonado, ya valorado por las Instituciones, es de 102.850€; y que, de este montante, a través de la campaña de mecenazgo, queremos conseguir 30.000 €. El resto sería asumido por la administración vía subvenciones. Solo me queda daros las gracias por vuestra atención y animaros a colaborar en la medida de lo posible. Entre todos seremos capaces de llevarlo adelante. Atentamente,
Antonio del Canto Ramón Presidente de la Junta Vecinal de Valcabado del Páramo.
¡Apuesta por la cultura; apuesta por el “llenado” de nuestro pueblo!
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