Revista Cooperador Paulino 186

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LA LITURGIA… ¡CUESTIÓN DE SENTIDOS!

La liturgia es a menudo una materia sensible, capaz de provocar acaloradas discusiones. Pero es «sensible» también porque afecta a nuestros «sentidos»: «Gustad y ved».

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Lino Emilio Díez Valladares, SSS Párroco de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, Madrid.

a bondad del Señor no es solo una idea abstracta. La expresión del salmo 33,9 nos invita a vivir la experiencia: «Gustad y ved qué bueno es el Señor». En una celebración, todos nuestros sentidos han de estar en vela: ¡estamos llamados a escuchar, ver, oler, tocar y gustar! Es toda nuestra persona la que ha de responder a la llamada del Señor. También nuestro cuerpo se abre a la iniciativa de Dios que viene a nuestro encuentro y, con nuestro corazón, manifiesta nuestra respuesta, nuestro agradecimiento. Es todo nuestro ser, cuerpo y alma, el que está llamado a orar y a unirse a la asamblea para formar un cuerpo con ella. La asamblea, orando con todo su ser, puede dejarse transformar por el Espíritu que hace de ella la Iglesia de Cristo. Orar «con todo mi ser»: todo el cuerpo ora Nuestras celebraciones son con frecuencia demasiado «cerebrales», cuando la liturgia es cuestión de sentidos, de signos, de símbolos. Por timidez, rigidez o desconocimiento de su naturaleza, tenemos, en este campo, un gran retraso a superar.

Nuestros hermanos de África han sabido, mejor que nosotros, europeos, mantener una expresión vivaz de su fe, de su alabanza. Oran con todo su ser, incluidas la música y la danza. Su acción de gracias se traduce espontáneamente mediante actitudes y movimientos del cuerpo que expresan su gozo, su confianza, su súplica. Definitivamente, la liturgia pasa por el cuerpo. La liturgia, materia «sensible» La liturgia es a menudo una materia sensible, capaz de provocar acaloradas discusiones. Pero es «sensible» también porque afecta a nuestros «sentidos». Y la experiencia lo dice: «durante tal celebración nos impresionó la buena sonorización de la iglesia -es agradable oír bien-, la adecuada iluminación, la calidad de los cantos»; o bien, al contrario, nos hemos podido sentir a disgusto un día por el exceso de incienso, o porque hemos sentido que las hostias del tabernáculo no eran demasiado recientes, o quizá nos hemos emocionado con la dulce compasión de un sacerdote al administrar el sacramento de los enfermos. Sí, la liturgia pasa a través de nuesCooperador Paulino I 9


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