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“En AVEDE creemos que los jóvenes y futuros veterinarios merecen tener una vía clara de formación y cualificación después de graduarse”

La ausencia de una estructura oficial de posgrado ha llevado a que en el sector veterinario exista una “terminología libre y descontrolada”, en palabras de Antonio Cruz. El recién nombrado presidente de la junta directiva de la Asociación de Veterinarios Especialistas Diplomados de España (AVEDE) expone en esta entrevista los aspectos en los que se centra el trabajo de la asociación, con el objetivo claro de mejorar la situación actual.

ha demostrado estar al máximo nivel no tiene ninguna ventaja sobre alguien que no haya realizado dicha formación; es más, seguramente esté en desventaja al no haber “jugado” en el sistema español. Esto tiene que acabar. Mientras la universidad no integre a especialistas diplomados, la capacidad de tener departamentos clínicos reconocidos internacionalmente será muy limitada.

¿Qué objetivos se ha marcado para esta nueva etapa?

El principal objetivo de esta junta es conseguir que la profesión veterinaria acepte una estructura profesional clínica de posgrado a partir de una escala formativa estructurada y bien definida, con diferentes escalones hacia el máximo grado de formación en un área determinada, que es la diplomatura.

“El principal objetivo de la junta de AVEDE es conseguir que la profesión veterinaria acepte una estructura profesional clínica de posgrado a partir de una escala formativa estructurada y bien definida, con diferentes escalones hacia el máximo grado de formación en un área determinada, que es la diplomatura”.

¿Qué significa para usted haber sido elegido presidente en la nueva junta?

La Asociación de Veterinarios Especialistas Diplomados de España (AVEDE) nació en 2013. ¿Con qué finalidad se fundó?

AVEDE nació para representar la creciente presencia de veterinarios españoles que han alcanzado la cúspide de la formación a través de las diplomaturas de los Colegios Europeos o Americanos de la especialidad correspondiente. Este grupo de profesionales, casi en su totalidad formados allende nuestras fronteras, regresaban a España y se encontraban huérfanos de representatividad, por lo que decidieron unirse para promocionar y defender su espacio profesional.

¿En qué ha cambiado la situación de los veterinarios diplomados en España desde entonces?

En muy poco. A nivel profesional y privado, los compañeros veterinarios van reconociendo nuestra capacidad profesional y nuestro elemento diferenciador de cualquier otra formación a nivel mundial, que es ser diplomados.

Pero nos queda que ese reconocimiento sea social y oficial para que los diplomados que así lo deseen puedan competir en igualdad de condiciones en el mercado laboral y, sobre todo, en el acceso al cuerpo docente universitario, que a mi parecer es un punto crítico para optar a un progreso de la profesión real y tangible. Hoy en día, poseer el sello del máximo nivel de formación no es algo que esté reconocido para acceder a plazas docentes, por lo que un diplomado que se ha formado fuera durante años y

Actualmente, representar a los diplomados españoles y liderar un progreso es lo más importante para mí a nivel profesional. Además, lo hago como parte de una junta con compañeros altamente comprometidos con el avance de nuestra profesión.

Yo obtuve mi primer diploma (en cirugía) en el año 1999, lo que supuso que me convirtiera en el tercer diplomado español, y mi segundo diploma (en medicina deportiva y rehabilitación) en 2013. Pasé 30 años “exiliado” al máximo nivel profesional sin que en España las cosas cambiasen de forma dramática para los diplomados. He cumplido con creces todos los objetivos profesionales que me propuse en cuanto a reconocimiento de mis colegas, actividad profesional y experiencia en mi especialidad. Mi tiempo fuera ya estaba amortizado. Regresé a España hace 5 años y me puse manos a la obra.

Creemos que los jóvenes y futuros veterinarios merecen tener una vía clara de formación y cualificación después de graduarse y no tener que marcharse como hemos hecho la gran mayoría para formarnos porque la Universidad en España no puede. ¡Y España es doctorado-céntrica!

Porque nunca ha habido interés por otras ideas, y si lo ha habido no ha cristalizado en algo diferente para la veterinaria. Somos una profesión altamente similar a la medicina, si no idéntica; somos considerados profesión sanitaria a nivel ministerial y, sin embargo, sufrimos el máximo abandono por parte del Estado, que no apoya nuestras iniciativas ni nos ayuda a desarrollarnos. No es serio que un país como España en el siglo XXI carezca de una escala formativa clínica reglada, cuando en medicina existe una estructura de especialistas con su debida formación.

Todo el mundo sabe que un doctorado no es una formación clínica especializada, y un máster (como los actuales) se queda muy corto con respecto al máximo nivel.

“Queremos consolidar la asociación, conseguir mayores cuotas de socios y dar a conocer al público en general qué es un especialista y qué puede hacer, no solo en las áreas clínicas. Hay 27 colegios de especialidades reconocidos a nivel europeo y de todos tenemos representación en España”.

O ¿acaso usted va al cardiólogo porque tiene un doctorado en reperfusión del miocardio? No. Usted va al cardiólogo porque este se ha formado durante 4, 5 o 6 años viendo casos de cardiología junto a otro cardiólogo especialista que lo ha formado.

Las situaciones las cambian las personas con responsabilidad y con poder de hacerlo. Si no lo hacen, que expliquen por qué y trabajaremos para eliminar los obstáculos que existan. El mayor obstáculo al cambio es siempre el miedo a lo desconocido, y yo digo que no hay que tener miedo.

Otros objetivos son consolidar la asociación, conseguir mayores cuotas de socios y dar a conocer al público en general qué es un especialista y qué puede hacer, no solo en las áreas clínicas. Hay 27 colegios de especialidades reconocidos a nivel europeo y de todos tenemos representación en España.

¿Colabora AVEDE con otras entidades científicas españolas e internacionales?

Nuestra asociación es pionera en Europa gracias a sus fundadores, que tuvieron la visión de establecerla. Nuestra labor como asociación en la actualidad no está orientada hacia esa colaboración externa, sino hacia la consolidación de los diplomados en nuestro país. Cada diplomado tiene sus conexiones y colaboraciones con otros colegas a nivel nacional e internacional que son muy amplias porque su experiencia internacional les ha permitido desarrollarlas. Y estas colaboraciones son mucho más fructíferas y dinámicas.

Con respecto a la formación posgrado, ¿cuál es la situación actual en nuestro país?

Altamente ineficaz. En la actualidad la formación posgrado es un batiburrillo de títulos propios, másteres, diplomas de for- mación, jornadas, cursos, cursillos, charlas, acreditaciones, webinars, talleres, etc. a la que se ha llegado por inercia y por falta de control y liderazgo. En general hay poco rigor y poca continuidad de progreso. Y este statu quo está claro que no es sostenible y ya no es apropiado para nuestra profesión.

Hay una ausencia de estructura oficial, aunque el Consejo General de Colegios Veterinarios está trabajando en una escala formativa y en el establecimiento de una certificación oficial que me parece muy interesante y útil. Esperemos que los 52 colegios veterinarios tengan el coraje político y la altura de miras para apoyar la escala formativa y la formación propuestas por el Consejo General, que ayudarían a mejorar la profesión de forma significativa y duradera. Si no lo hacen, tendrán que explicar por qué.

¿Cree que la situación actual genera confusiones entre el público general? ¿Perjudica esto a la imagen colectiva del sector veterinario?

Por supuesto. La ausencia de una estructura de posgrado clínico promueve una terminología libre y descontrolada. Y a río revuelto... La semántica es la forma en la que interiorizamos conceptos. Si confundimos al público con la semántica, con los nombres, denominaciones, etc. lo confundimos a nivel conceptual.

Un diplomado es único en su formación y, por tanto, exclusivo. ¡Y al público hay que educarlo conforme a esto para que pueda elegir libremente y para que conozca lo que hacemos! Es lo básico en cualquier mercado libre.

El sector veterinario se beneficiaría enormemente al crear una estructura profesional clínica como tienen los médicos, por ejemplo. Las consecuencias serían enormes porque de ahí se deberían derivar cambios en las universidades, programas docentes, investigación, etc., tal y como sucede en medicina. Cuando incorporas profesionales de mayor nivel a un sistema, la cascada de consecuencias es enorme, y el resultado final es el progreso. Y, cuando no lo haces, sucede lo contrario.

Pero lo que más nos perjudica es la ignorancia que rodea a la labor de nuestra profesión. El resto de las profesiones sanitarias deben entender que la profesión veterinaria hoy en día está a un nivel que nada tiene que ver con hace 20 años, ni siquiera 10. Los avances han sido enormes. Utilizamos toda la tecnología disponible para las personas, hacemos investigación al más alto nivel y muchas veces de manera invisible; investigación que luego se usa para mejorar la calidad de vida de la sociedad: radiología intervencionista, tomografía computarizada, resonancia magnética, técnicas mínimamente invasivas, prótesis articulares, anestesia inhalatoria con los mismos medios, tratamientos oncológicos avanzados, rehabilitación, y un largo etcétera.

Al igual que un médico especialista que ha pasado por un MIR, los diplomados también lo hemos hecho y estamos formados de forma reglada, intensa, rigurosa y reconocida en el ámbito profesional mundial al máximo nivel. La medicina veterinaria muchas veces sirve de modelo para la medicina humana, y ambas son siempre complementarias. Por ejemplo, el uso de células madre, terapias ortobiológicas, tratamientos oncológicos, manejo de la osteoartrosis, etc. La clínica veterinaria es pareja con la práctica de la medicina humana y el

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concepto One Health implica reconocer al ser humano como parte del mundo animal, con todo lo que ello conlleva. Negarlo sería una necedad.

Quizás reconocer la valía de los veterinarios en general y de los especialistas diplomados sería una buena forma de comenzar a implementar dicho concepto. La veterinaria es la más global y completa de todas las profesiones sanitarias. El día que despertemos la sociedad nos pondrá en el sitio que merecemos y eso tendrá sus consecuencias, políticas, económicas, sanitarias, etc.

En su opinión, ¿qué pasos habría que dar para optimizar la situación actual de la formación posgrado? ¿Hay ejemplos de otros países que puedan servirnos como modelo?

No hay que inventar nada. El modelo para seguir ya lleva muchas décadas implementándose en el sistema anglosajón. Yo lo he vivido durante 30 años desde todas sus perspectivas: pública, privada, docente, clínica, investigación, etc. Por eso para mí está clarísimo. Hay que crear una escala formativa con niveles intermedios y reconocer a los diplomados al máximo nivel y como especialistas; es decir, hay que generar una estructura que ponga a cada uno en su sitio y luego ir poblando ese andamiaje.

El sector público tiene que aprovecharse de la existencia de diplomados para poblar sus plantillas docentes y volver a liderar el progreso profesional. Para ello las universidades tienen que modernizar su proceso de contratación y compensación, reconocer a diplomados formados fuera con un plus de baremación y, a partir de ahí, incorporar savia nueva y de máxima calidad.

El sector privado lo hará sí o sí pero, si el sector público no lo hace, el progreso se quedará en el sector privado y no para el bien común. Hay que destacar que un diplomado no solo tiene excelentes capacidades clínicas, sino en muchas ocasiones también docentes y de investigación. El público se sorprendería de la contribución de veterinarios diplomados especialistas en estas áreas.

Sheila Riera Argos – argos@grupoasis.com

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