Vacunología en pequeños animales

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DOSIER DE

PRESENTACIÓN


Vacunología en pequeños animales eBook

disponible

La diversidad de situaciones clínicas y opciones para la vacunación de perros y gatos exige que los veterinarios estén actualizados en sus conocimientos de forma constante, para así dar solución a los problemas del día a día. Esta obra nos muestra todo lo referente a las vacunas y la vacunación mediante un abordaje eminentemente práctico, con el objetivo de responder a los numerosos interrogantes que surgen en la práctica vacunológica.

PÚBLICO OBJETIVO:

✱ Veterinarios clínicos ✱ Estudiantes de veterinaria FORMATO: 17 × 24 cm NÚMERO DE PÁGINAS: 192 NÚMERO DE IMÁGENES: 84 ENCUADERNACIÓN: tapa dura

PVP

65 €

Autores FERNANDO FARIÑAS (COORDINADOR) Experto en inmunología clínica y enfermedades infecciosas. MARISA PALMERO Licenciada en Veterinaria por la Univ. Complutense de Madrid. Gattos Centro Clínico Felino. RAFAEL ASTORGA Doctor en Veterinaria por la Univ. de Murcia, Catedrático de Sanidad Animal de la Univ. de Córdoba.

PUNTOS CLAVE:

➜ Las respuestas a las dudas más frecuentes en la vacunación de perros y gatos. ➜ Con indicaciones y recomendaciones sobre cómo y cuándo vacunar según las enfermedades y en las diversas situaciones posibles. ➜ Toda la actualidad de las enfermedades infecciosas y de su prevención vacunal de la mano de expertos de reconocido prestigio en la materia.


Presentación de la obra La vacunación forma parte importante de los programas de salud que se aplican a nuestras mascotas. En la práctica clínica, las vacunas son la herramienta más eficaz en el éxito de la medicina preventiva, constituyendo igualmente una importante actividad económica. Normalmente, los veterinarios siguen las recomendaciones de administración que indica el laboratorio fabricante. Sin embargo, hace ya unos años que se están abordando cuestiones e incluso dudas acerca de la duración de la inmunidad conferida por algunas vacunas y la necesidad o no de las revacunaciones anuales. Por otra parte, otros especialistas creen que los datos actuales no demuestran adecuadamente los periodos de inmunidad previstos por los laboratorios fabricantes. De esta forma, los veterinarios clínicos se encuentran en una posición difícil a la hora de informar a los propietarios de sus pacientes. La vacunación no es siempre un procedimiento inocuo y su uso debe acompañarse de manera invariable de una evaluación de los riesgos, lo que se denomina virulencia residual o efectos secundarios de las vacunas. Es evidente que la capacidad de inmunización de una vacuna en cada animal va a depender de múltiples factores propios de este último, entre los que cabe destacar la edad, el sexo, la raza, la existencia o no de enfermedades de base, la administración de fármacos inmunosupresores y la existencia de estados de malnutrición y estrés, entre otros. Por otro lado, otro punto a tener en cuenta es que la población de perros y gatos en situación de inmunodeficiencia en los países desarrollados, con acceso a servicios veterinarios, es bastante elevada. Muchos son los animales en tratamiento inmunosupresor por múltiples patologías, a los que hay que sumar un largo etcétera de animales sometidos a grandes cirugías, que padecen enfermedades crónicas o infecciones “inmunodisregulatorias”. Esto hace que la probabilidad de fallos de eficacia vacunal en la primovacunación se encuentre incrementada, o que la inmunidad conferida sea de corta duración. Actualmente, existe una tendencia hacia un cambio de conducta y de mentalidad por parte de los veterinarios y propietarios, que persigue una mayor, mejor y más racional inmunización de nuestras mascotas.


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Por lo tanto, los protocolos de inmunización se han de someter a un cambio de política en el que la vacunación quede supeditada a un programa integral anual de revisión de la salud y bienestar de la mascota. La vacunación es un acto clínico que debe ser realizado exclusivamente por el veterinario tras una concienzuda evaluación del estado de salud y de las características individuales de cada paciente, con el objetivo último de adoptar la decisión de vacunar o no, y en el caso de que sí, elegir el protocolo adecuado. La diversidad de situaciones clínicas, posibilidades y opciones para la vacunación de perros y gatos exige que los veterinarios de animales de compañía estén actualizados en sus conocimientos de forma constante, para así dar solución a los problemas que surgen en el día a día de la clínica. Con este objetivo hemos querido abordar la publicación de esta obra titulada Vacunología en pequeños animales, donde, tras un bloque básico que nos acerca al conocimiento de todo lo referente a las vacunas y la vacunación, desarrollamos dos bloques eminentemente prácticos para el clínico que intentan responder a los numerosos y a menudo grandes interrogantes que surgen en la práctica vacunológica.

hkeita/shutterstock.com

Dr. Fernando Fariñas Guerrero Director y coordinador de la obra


Autores Fernando Fariñas Guerrero Fernando Fariñas es un reconocido experto en los campos de la inmunología clínica y las enfermedades infecciosas, desarrollando gran parte de su carrera profesional en Francia, Estados Unidos, Sudamérica y Asia. Ha sido fundador y presidente de la Fundación IO, dedicada al desarrollo de proyectos de lucha internacional frente a enfermedades infecciosas emergentes y zoonosis. Es diplomado internacional en virología médica, virología animal, medicina tropical y en leprología, habiéndose dedicado principalmente a las enfermedades zoonóticas en el ámbito de la patología infecciosa, y a la inmunoinfectología, vacunología e inmunodeficiencias en el terreno de la inmunología clínica. Asesor de diversos organismos públicos y privados nacionales e internacionales, forma parte de grupos de estudio especializados como el de inmunoterapia (GEIT) y el de inmunodeficiencias (GEID), así como de diversos grupos relacionados con las enfermedades infecciosas vectoriales y zoonosis. Actualmente coordina el Grupo Internacional de Expertos en Enfermedades Infecciosas Emergentes y Zoonosis (ZEIG). Como docente imparte numerosas conferencias, másteres y cursos de especialización relacionados con la inmunología clínica, inmunoterapia, vacunología y enfermedades infecciosas. Es autor de varios libros y numerosos artículos sobre el tema en revistas de carácter nacional e internacional. Actualmente dirige el Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas, sito en Málaga. Igualmente, en la actualidad desempeña el cargo de presidente de la Asociación Española Ynmun para el Estudio de las Enfermedades Inmunológicas e Infecciosas. Ha recibido numerosos premios en el ámbito nacional e internacional tanto en el campo de la medicina como de la veterinaria.


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Marisa Palmero Colado Marisa Palmero es licenciada en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid y socia y cofundadora de Gattos Centro Clínico Felino. En 2011 obtuvo el certificado en medicina felina (General Practitioner Certificate in Feline Practice) de la European School of Veterinary Postgraduate Studies (ESVPS) y en 2012 la acreditación de AVEPA en Medicina Felina. En 2011 realizó el curso de medicina interna felina del Centre for Veterinary Education de la Universidad de Sídney. Es miembro de la ISFM (International Society of Feline Medicine), la AAFP (American Association of Feline Practitioners), de AVEPA, de AMVAC y del comité científico de GEMFE (Grupo de trabajo de Especialistas en Medicina Felina de AVEPA). Es coautora del libro Enfermedades infecciosas felinas publicado en el año 2010 y autora de casos clínicos y artículos originales en revistas nacionales e internacionales en medicina interna y medicina felina. Es ponente en congresos nacionales e internacionales además de impartir conferencias en el ámbito nacional. Sus principales áreas de interés dentro de la medicina felina son las enfermedades infecciosas, la medicina interna, la cardiología y el diagnóstico por imagen.

Rafael Astorga Márquez Rafael Astorga es doctor en Veterinaria por la Universidad de Murcia y catedrático del área de Sanidad Animal de la Universidad de Córdoba. Es coordinador de la asignatura de Medicina Preventiva y Política Sanitaria (5.º curso, Grado de Veterinaria) y ha sido Vicedecano de Estudiantes y Extensión Universitaria (2006 a 2010) y Secretario Académico de la Facultad de Veterinaria (2010 a 2014). Es académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de Andalucía Oriental, diplomado por el European College of Small Ruminant Health and Management (ECSRHM) y miembro del Comité de Redacción de la revista Producción Animal desde 2013. Pertenece al Grupo de investigación de la Universidad de Córdoba AGR-256 “Sanidad Animal: diagnóstico y control de enfermedades”. Ha participado en múltiples proyectos de investigación tanto nacionales como internacionales, principalmente en las líneas de investigación: salmonelosis animales, sanidad animal y seguridad alimentaria en el Cerdo Ibérico, enfermedades infecciosas en animales de vida libre y mastitis caprinas. Ha sido miembro de AVEDILA desde 1997 y vocal de la asociación durante los años 2004 a 2009.


Índice de contenidos 1. Bloque I: vacunología básica Capítulo 1. Aspectos inmunológicos de la vacunación Capítulo 2. Características, tipos y composición de las vacunas Capítulo 3. Fallos de inmunización Capítulo 4. Introducción a las reacciones vacunales Capítulo 5. Dudas frecuentes sobre vacunación en pequeños animales

2. Bloque II: vacunación canina Capítulo 6. Mitos y realidades sobre los fallos vacunales frente a parvovirus Capítulo 7. Vacunación frente a la leptospirosis Capítulo 8. Vacunación frente a la rabia Capítulo 9. Protocolos vacunales Capítulo 10. Vacunación en circunstancias especiales Capítulo 11. Vacunación frente a Leishmania

3. Bloque III: vacunación felina Capítulo 12. Vacunación frente a retrovirus felinos Capítulo 13. Vacunación frente a la peritonitis infecciosa felina Capítulo 14. Vacunación frente a calicivirus Capítulo 15. Vacunación frente a herpesvirus Capítulo 16. Vacunación frente a la panleucopenia Capítulo 17. Vacunación frente a la clamidiosis felina Capítulo 18. Protocolos de vacunación felina Capítulo 19. Preguntas frecuentes sobre vacunación felina

Editorial Servet

Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 Centro Empresarial El Trovador planta 8, oficina 50002 Zaragoza, España

+34 976 461 480



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ASPECTOS INMUNOLÓGICOS DE LA VACUNACIÓN

Introducción general a la respuesta inmunitaria A lo largo de la evolución, los seres vivos han ido formando toda una serie de mecanismos y estrategias para intentar rechazar u oponerse a la invasión de virus, bacterias, hongos y parásitos. Vivimos y crecemos en un mundo microbiano, y la defensa frente a estos “invasores” se ha considerado tradicionalmente como la función principal del sistema inmunitario. Los agentes infecciosos también han desarrollado a lo largo de la evolución diversas estrategias para poder invadir y asentarse en nuestros cuerpos, así como para asegurar su transmisión a otros individuos de la misma o distinta especie. Muchas bacterias patógenas producen enfermedad fabricando millones de toxinas en el organismo donde se asienta (por ejemplo, el tétanos), otras tienen la capacidad de invadir y penetrar profundamente en los tejidos, además de producir toxinas. En muchas ocasiones, algunas de estas toxinas van dirigidas especialmente a la “matanza” indiscriminada de los glóbulos blancos o leucocitos con el fin de evitar la acción de estas células sobre los agentes infecciosos. Igualmente, muchos virus son capaces de

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“modular y manipular” el sistema inmunitario a través de intrincados mecanismos. No es infrecuente que estos virus tengan la capacidad de dirigir y alterar la respuesta inmunitaria, encontrándose entre sus “víctimas” fagocitos y linfocitos de todo tipo y condición. Recordemos que la principal acción ejercida por retrovirus como el VIH del SIDA humano, el FIV o el FeLV es la de “aniquilar” linfocitos y macrófagos, lo que hace que el sistema inmunitario sea incapaz de organizar buenas respuestas defensivas frente a los distintos microbios que pueblan el ambiente externo e interno, promoviendo así el desarrollo de graves infecciones. Muchos parásitos denominados de forma familiar “gusanos” o, de manera más correcta, “helmintos” (Taenia, Ascaris, Toxocara, Anisakis, etc.) desarrollan otros mecanismos de persistencia y evasión de las defensas. Entre sus variados mecanismos de escape destaca su capacidad de “disfrazarse”, adornando sus cuerpos longilíneos con proteínas propias del individuo al que están infestando, de tal modo que así es capaz de evadir la respuesta defensiva.

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Ante esta absoluta diversidad de estrategias para hacerse con el control del cuerpo, los animales han tenido que desarrollar sofisticados mecanismos para controlar a todos y cada uno de estos microbios y parásitos. Sin duda alguna, los mecanismos defensivos más importantes y exquisitos adquiridos y perfeccionados a lo largo de millones de años de evolución son la respuesta inmunitaria innata y la adaptativa.

Respuesta inmunitaria innata y adaptativa Ante cualquier exposición antigénica se desarrollará una respuesta inmunitaria. Esta respuesta consta de dos fases (fig. 1):

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Una primera fase que intenta contener al patógeno rápidamente, pero que es incapaz de dar lugar a una respuesta de memoria (respuesta inmunitaria innata). Una segunda fase, más tardía, que es capaz de montar toda una serie de estrategias particulares, sumamente específicas para eliminar al agente invasor y crear memoria (respuesta inmunitaria adaptativa).

Durante las primeras fases de la infección, la inmunidad innata se constituye en la primera línea de defensa del huésped frente a la invasión por el agente infeccioso. En esta respuesta inmunitaria innata participan células entre las que se incluyen macrófagos, células dendríticas, neutrófilos y células NK (natural killer), que están equipadas con receptores para la detección de los distintos patógenos que pueden poner en riesgo la vida del individuo.

Componentes de la respuesta inmunitaria

Inmunidad innata

Barreras físicas:

Barreras químicas:

■ Piel ■ Mucosas (moco)

■ pH de los fluidos corporales ■ Péptidos antimicrobianos

(defensinas) ■ Proteínas (p.ej.: lisozima)

Células fagocíticas: ■ Neutrófilos ■ Eosinófilos ■ Monocitos y macrófagos ■ Células dendríticas

Inmunidad adaptativa

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Respuesta humoral:

Respuesta celular:

■ Anticuerpos ■ Citocinas, etc.

■ Linfocitos

Figura 1. Características de la inmunidad innata y adaptativa

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Todos los patógenos llevan consigo unas señas de identidad, una serie de moléculas que son fácilmente reconocidas por las células del sistema inmunitario. Estas señales se denominan PAMP (pathogen-associated molecular patterns: patrones moleculares asociados a patógenos) y son reconocidas por las células inmunitarias a través de unos receptores llamados PRR (pattern-recognition receptors: receptores de reconocimiento de patrones), entre los que se encuentran los TLR (Toll-like receptors: receptores tipo Toll) (fig. 2). La estimulación de cualquiera de estos receptores por parte de un patógeno conllevará la producción de una serie de mediadores inflamatorios (citocinas).

A diferencia de la inmunidad innata, la inmunidad adaptativa es específica frente a un determinado antígeno y crea memoria, es decir, protegerá frente a las posibles reinfecciones por el mismo agente patógeno. La acción coordinada de los linfocitos CD4+ (T4 o helper), CD8+ (citotóxicos o supresores) y B efectores (células plasmáticas), dará lugar al desarrollo de esta segunda fase de respuesta específica frente a la infección. Dependiendo del tipo y del número de citocinas que se formen durante la respuesta innata, el balance final de estas moléculas determinará el desarrollo preferente de una respuesta adaptativa basada fundamentalmente en (fig. 3):

ADNmc (virus) TLR3

Profilina

TLR7

ARNmc (virus)

TLR11 TLR8

¿?

ARNmc (virus) TLR10

TLR9

TLR1 Diacil-lipopéptidos

Citocinas

ADN CpG (bacterias, virus)

TLR2 TLR5

TLR6 Triacil-lipopéptidos

TLR2

TLR4

Flagelo

Lipopolisacáridos

Figura 2. Distintos tipos de receptores tipo toll (TLR) y moléculas que reconocen. La activación de los TLR estimulará la síntesis de citocinas. Mc: monocatenario; ADN CpG: regiones de ADN con una alta concentración de pares de citosina y guanina enlazados por fosfatos (tienen que ver con la regulación de la expresión génica).

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Una respuesta de inmunidad celular Th1 (con activación de linfocitos T8 citotóxicos y NK). Una respuesta humoral Th2 (con producción de una alta cantidad de anticuerpos de calidad). Una respuesta Th17 basada en la activación de polimorfonucleares neutrófilos. Una respuesta mixta.

Toxoplasma, Neospora, etc.) y hongos (Histoplasma, Cryptococcus, etc.) (tabla 1). Para la defensa frente a agentes extracelulares, parásitos macroscópicos (helmintos) y toxinas, el sistema inmunitario dispone de la respuesta Th2. Los linfocitos Th2 producen una serie de citocinas (IL-4, IL-5 e IL-13) que estimulan una respuesta de tipo humoral caracterizada por la producción de grandes cantidades de inmunoglobulinas por parte de los linfocitos B (principalmente IgA, IgE e IgG1), que serán las responsables de la defensa frente a estos agentes infecciosos extracelulares y sus toxinas. Además, esta respuesta Th2 activa y estimula la producción de eosinófilos, células encargadas de la defensa frente a parásitos helmintos.

Los linfocitos Th1 y Th17 promueven principalmente la respuesta celular contra patógenos intracelulares entre los que se encuentran virus, numerosas bacterias (Mycobacterium, Salmonella, Listeria, etc.), rickettsias, ehrlichias, clamidias, parásitos protozoarios (Leishmania,

+

Respuesta Th1

+

CPA T

IL-2 IL-12

Ag IFN-γ TNF-α

lgG2

NK Tc

-

B

-

Respuesta Th2

NK

-

CPA

Tc

T Ag

IL-4 IL-13

5

IL-5

+ B

+

lgG1 lgE lgA

Figura 3. Perfil de respuestas Th1 y Th2. Ag: antígeno; CPA: célula presentadora de antígenos; IL: interleucina; IFN-γ: interferón γ; TNF-α: factor de necrosis tumoral α; T: linfocito T; NK: linfocito natural killer; Tc: linfocito citotóxico; B: linfocito B; Ig: inmunoglobulinas.

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Tabla 1. Resumen de las características de las respuestas adaptativas Th1, Th2 y Th17.

Tipo de respuesta

Células activadas

Th1

Linfocitos T8 citotóxicos y NK

Th17

Polimorfonucleares neutrófilos

Th2

Linfocitos B (síntesis de IgA, IgE e IgG1) Eosinófilos

Patógenos Virus Numerosas bacterias (Mycobacterium, Salmonella, Listeria, etc.) ■ Rickettsias, ehrlichias y clamidias ■ Parásitos protozoarios (Leishmania, Toxoplasma, Neospora, etc.) ■ Hongos (Histoplasma, Cryptococcus, etc.) ■ ■

Agentes extracelulares Parásitos macroscópicos (helmintos) ■ Toxinas ■ ■

Respuesta inmunitaria y vacunación Términos y definiciones Siempre resulta conveniente volver a recordar algunos términos y definiciones relativas a la inmunología de las vacunas: ■ Antígeno: molécula o sustancia capaz de inducir una respuesta inmunitaria específica, con capacidad de unirse a un anticuerpo o bien de estimular receptores específicos localizados en la membrana de los linfocitos T (receptor de la célula T o TCR). Dentro de los antígenos existe una subclasificación en dos tipos: ■ Antígeno T independiente (Ti): se trata generalmente de moléculas de hidrato de carbono, como por ejemplo polisacáridos de las cápsulas bacterianas o algunos lipopolisacáridos. Inducen la producción de IgM por parte de los linfocitos B pero no de IgG y, por lo tanto, no tienen capacidad de inducir células de memoria. ■ Antígeno T dependiente (Td): normalmente son proteínas con capacidad de inducir respuestas tanto de inmunidad

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humoral como de inmunidad celular. Por ello, pueden activar la producción de anticuerpos de tipo IgG y generar células de memoria T y B. Hapteno: molécula o sustancia de bajo peso molecular que es incapaz de activar una respuesta inmunitaria si no está asociada a otra molécula de alto peso molecular (transportador o carrier). Respuesta primaria: es la que se genera cuando se somete al individuo a una primera exposición antigénica. Esta respuesta puede ser tanto celular como humoral; en el segundo caso se producirán anticuerpos de tipo IgM con capacidad para neutralizar un gran número de antígenos, ya que se trata de una molécula generalmente tetramérica o pentamérica (4 o 5 anticuerpos unidos entre sí por sus “colas” o fracciones Fc). Esta respuesta se produce en los primeros 5-7 días tras la exposición. Dentro de este proceso se van a generar células T y B de memoria para establecer una respuesta secundaria si el individuo vuelve a tener contacto con el antígeno en cuestión. La detección de este anticuerpo (IgM)

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existen otras, como la de la leishmaniosis, que más que prevenir la infección previenen la enfermedad. Para la elaboración de cualquier vacuna es imprescindible conocer la inmunología e inmunopatología de cada enfermedad, aunque en algunas de ellas desconocemos las respuestas inmunitarias específicas involucradas en la resolución de la infección natural. La meta de cualquier vacuna es la de producir una respuesta inmunitaria lo más parecida posible a la que se provoca durante la infección natural. La inmunización a través de la vacunación constituye una “teatralización”, una imitación de la respuesta inmunitaria que provoca la infección natural, evocando mecanismos similares a los que ocurren tras el proceso infeccioso. Es la respuesta inmunitaria adaptativa, con sus linfocitos B y T, la responsable de generar la inmunidad duradera que sigue a una

mediante serología suele indicar, en la mayoría de las infecciones, un proceso agudo o exposición reciente. Respuesta secundaria: tras el contacto primario, si el individuo vuelve a exponerse al mismo antígeno mostrará una respuesta secundaria caracterizada por ser mucho más rápida (término medio de 48 horas), más eficaz y con anticuerpos (IgG principalmente, aunque también IgA e IgE) que presentan una mayor afinidad por el antígeno. La detección serológica de estos anticuerpos suele indicar, en la mayoría de las infecciones, un proceso crónico o una infección ya pasada (fig. 4).

Generalidades sobre vacunas La mayoría de las vacunas existentes sirven para la prevención o control de infecciones agudas bacterianas o virales, aunque

Segunda exposición al antígeno

Primera exposición al antígeno

Cantidad de anticuerpos

IgG

Respuesta secundaria Respuesta primaria

5

Células B activadas

Célula plasmática de vida larga (principalmente en la médula ósea)

Célula B no estimulada 0

IgG IgA IgE

Célula plasmática secretora de anticuerpos

IgM

Célula plasmática secretora de anticuerpos Células B activadas

10

7

365

Días tras la exposición al antígeno

Célula plasmática de vida larga (principalmente en la médula ósea) Célula B de memoria

Célula B de memoria 0

5

10

365

Días tras la exposición al antígeno

Figura 4. Cinética de la respuesta inmunitaria primaria y secundaria.

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infección natural o a las inmunizaciones. Después de la exposición al antígeno, las células B y T proliferan en clones produciendo anticuerpos y células efectoras específicas. Tras el contacto antigénico inicial, la vida media de los linfocitos efectores es reducida; por lo tanto, la generación de clones de células de memoria es esencial para sostener en el tiempo la respuesta inmunitaria específica frente a una infección o inmunización. Las siguientes exposiciones al antígeno son capaces de desarrollar la respuesta inmunitaria secundaria o anamnésica, caracterizada por ser más rápida y de mayor magnitud que la primaria, a menudo con menor cantidad de inóculo. La respuesta inmunitaria frente a una infección natural o a una vacuna ha sido evaluada generalmente midiendo títulos de anticuerpos en suero y correlacionando estos con distintos grados de protección o susceptibilidad (correlatos de protección). Esto es esencialmente cierto en enfermedades como moquillo, parvovirosis, adenovirosis y borreliosis, donde los altos niveles de anticuerpos se correlacionan muy bien con la protección frente a la infección. Sin embargo, una protección adecuada frente a cualquier agente infeccioso puede requerir de una fuerte inmunidad celular, una potente inmunidad humoral o una combinación de ambas. Así, las infecciones por Bordetella bronchiseptica, coronavirus o virus de la parainfluenza pueden causar un gran daño en las superficies mucosas, requiriéndose de una eficaz inmunidad en dichas estructuras para inducir un alto nivel de protección. Para estas enfermedades, por ejemplo, la concentración de anticuerpos séricos no se correlaciona con la protección. Otro ejemplo característico lo

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constituye la infección por Leishmania infantum, donde la principal respuesta que ha de poner en marcha el perro para no desarrollar la enfermedad es de tipo celular Th1. Por lo tanto, cualquier vacuna frente a Leishmania infantum cuyo objetivo y mecanismo sea solo la producción de anticuerpos será garantía de fracaso. Otros ejemplos en los cuales la presencia de anticuerpos después de una vacunación no siempre está correlacionada con la protección (no son correlatos de protección) son las vacunaciones frente a Leptospira, calicivirus felino y herpesvirus felino.

En general la evaluación de la inmunidad celular frente a las distintas enfermedades caninas y felinas y sus vacunas ha sido siempre la gran olvidada.

En la bibliografía científica actual pocos trabajos “rematan” sus resultados con medidas de esta inmunidad celular, a pesar de que hace años se han venido publicando casos de animales protegidos frente a una enfermedad siendo seronegativos para la misma. Es seguro que en muchísimas de estas enfermedades, si no en todas, la inmunidad celular desempeña un papel preponderante en el desarrollo de un grado significativo de protección. Así, habrá animales que presenten un título bajo de anticuerpos y sin embargo estén plenamente protegidos frente a la enfermedad gracias a la presencia de una inmunidad celular no medida en los test diagnósticos.

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Diseño de una vacuna: naturaleza del patógeno En el diseño de una vacuna se han de tener en cuenta varios factores que son muy importantes para que dicha vacuna tenga éxito. Entre estos factores se incluye la naturaleza del patógeno. Los patógenos candidatos al desarrollo de vacunas efectivas son, con mucho, aquellos que desarrollan infecciones agudas; los que producen infecciones crónicas son peores opciones. Los patógenos “agudos” tienden a producir respuestas inmunitarias mucho más potentes y efectivas, dejando una respuesta de memoria a largo plazo o incluso permanente, de por vida. Las vacunas con este tipo de microorganismos, por lo tanto, suelen inducir una inmunidad protectora óptima y de larga duración (p. ej.: parvovirus canino y felino). De forma contraria, las respuestas inmunitarias frente a patógenos “crónicos” o que generan infecciones persistentes (p. ej.: Leishmania, calicivirus y herpesvirus felino y canino, entre otros) son típicamente inadecuadas o, como mucho, moderadamente efectivas para la eliminación o control de la infección. Es por ello que la vacunación frente a estas enfermedades suele ser menos exitosa en la estimulación de una respuesta inmunitaria efectiva y protectora al cien por cien en el individuo vacunado (inmunidad parcial). En la mayoría de los casos estas vacunas no impedirán la infección, aunque sí, en grado variable y dependiendo del tipo de vacuna, la enfermedad. Por otra parte, los patógenos con bajo grado de variación antigénica también son buenos candidatos para la producción de vacunas efectivas, ya que la respuesta inmunitaria que generan (anticuerpos, células

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T citotóxicas, etc.) seguirá reconociendo al mismo patógeno en sucesivas exposiciones. Sin embargo, aquellos microorganismos que presentan un alto grado de variación antigénica (p. ej.: calicivirus felino o Leptospira) tendrán una mayor capacidad para evadir dichas respuestas inmunitarias, con la consiguiente dificultad para hacer vacunas efectivas frente a ellos. Otros patógenos, como son los retrovirus felinos, generan retos adicionales ya que son virus que alteran y eliminan la funcionalidad de las células responsables de la respuesta inmunitaria (linfocitos CD4+, macrófagos, etc.). Para finalizar, los mejores patógenos candidatos para producir vacunas eficaces son aquellos que infectan a una sola especie (restricción de especie), sea esta canina, felina, humana, bovina, etc. Es decir, patógenos que no tengan la capacidad de “escapar” y producir infecciones en otras especies o reservorios, entendiendo estos últimos como los nichos ecológicos fuera de la especie diana que le permiten al microorganismo sobrevivir en ausencia o descenso poblacional de esta.

El patógeno ideal para el desarrollo de vacunas es aquel que produce una infección aguda, que tiene un bajo grado de variación antigénica y que infecta a una sola especie.

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Vacunas vivas frente a vacunas muertas: diferencias inmunológicas Vacunas vivas o atenuadas Hay dos métodos fundamentales para atenuar a un agente infeccioso: 1. Pases seriados: se somete al virus que provoca la enfermedad a una serie de pases por cultivos celulares o huevos embrionados. Cada vez que el virus se pasa de un embrión o de un cultivo celular a otro mejora su replicación en las células del pollo, pero pierde la capacidad de replicarse en células del animal. Un virus que se vaya a usar en una vacuna puede hacerse pasar hasta por 200 embriones o cultivos celulares diferentes. Así se consigue que el virus atenuado pierda la capacidad de replicarse correctamente en las células del animal y pueda utilizarse en una vacuna. 2. Inactivación: mediante calor o agentes químicos diversos como el fenol o el formol. Es un método menos utilizado. Las vacunas atenuadas son más inestables Especialmente importante para tener que las inactivadas, requieren el mantenien cuenta es el potencial del virus miento de una cadena de frío, son más difíciproveniente de la vacuna atenuada les de producir y más reactogénicas. para revertir a una forma capaz de Las mutaciones que puedan surgir cuando provocar la enfermedad (reversión a se replica el virus de la vacuna en el cuerpo virulencia). pueden tener como resultado una cepa más virulenta. Aunque esto es muy poco probable, pues la capacidad que tiene el virus de la vacuna para replicarse es muy limitada, se debe tomar en consideración cuando se desarrolla una vacuna atenuada. Las vacunas vivas o atenuadas pueden inducir de forma simultánea tanto una inmunidad de tipo celular (Th1) como humoral (Th2), ya que producen una infección natural de bajo grado. Precisamente, y a diferencia de las vacunas muertas o inactivadas, la capacidad replicativa del agente vacunal hace que las vacunas atenuadas necesiten de una carga antigénica menor para producir la respuesta sin la necesidad de utilizar adyuvantes. Las vacunas con virus atenuados estimulan la producción de interferones que pueden inhibir la efectividad antigénica de otra inmunización de iguales características. Esta dificultad se resuelve con la administración simultánea de las vacunas o espaciándolas por lo menos cuatro semanas.

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Vacunas muertas o inactivadas Estas vacunas están formadas por el agente infeccioso entero inactivado o por proteínas y otros pequeños fragmentos tomados del mismo. Como los patógenos muertos o inactivos no se pueden replicar, no existe la más mínima posibilidad de reversión a virulencia ni, por lo tanto, de capacidad de provocar la enfermedad frente a la que se vacuna. Son vacunas generalmente bien toleradas, menos reactogénicas que las vacunas vivas (excepto las bacterinas), muy seguras y de más fácil fabricación. Desde el punto de vista inmunológico estas vacunas son menos inmunógenas que las vacunas vivas, es decir, inducen respuestas inmunitarias menos potentes, por lo que siempre contienen adyuvantes, se administran varias dosis iniciales y, posteriormente, varias dosis de refuerzo para que la protección obtenida sea a largo plazo. Estas vacunas solo son capaces de generar respuestas de tipo humoral (Th2), con nula capacidad de activar respuestas celulares (Th1), a no ser que se empleen adyuvantes específicos para activar esta respuesta (saponinas, ADN CpG, citocinas Th1, etc.). Aun así, no llegan al nivel de las vacunas atenuadas.

Diferencias entre vacunas vivas y vacunas muertas

No requieren de dos dosis

Sí requieren de dos dosis

Menos organismos por dosis

Mayor cantidad de masa antigénica

No necesitan adyuvantes

Sí necesitan adyuvantes

Menor probabilidad de causar reacciones de hipersensibilidad

Son habituales las reacciones de hipersensibilidad

Se produce interferón

No hay producción de interferón

Inducen inmunidad humoral y celular

Inducen inmunidad humoral

Aplicación intramuscular y oral (agua)

Aplicación intramuscular

Se adaptan bien a los calendarios de vacunación apretados

Dificulta los calendarios múltiples de vacunación

Inmunidad fuerte

Inmunidad más débil

Menos estable en almacenamiento

Más estable en almacenamiento

Posible virulencia residual

La virulencia residual es nula

Posible contaminación

Escasa probabilidad de contaminación

Les afectan los antibióticos (bacterias)

No les afectan los antibióticos

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Inconvenientes

Vacunas muertas

Ventajas

Inconvenientes

Ventajas

Vacunas vivas

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Vacunología en pequeños animales

Vacunas multivalentes: “dudas inmunológicas” Algunos veterinarios (afortunadamente pocos) y no pocos propietarios están preocupados por corrientes de opinión que no tienen la más mínima base científica. Estos suelen cuestionar que el uso de vacunas que contienen 5, 6 o más valencias (tipos de antígeno de distintos agentes) podrían de alguna forma producir una “saturación o sobrecarga del sistema inmunitario” y dar como resultado una respuesta poco eficaz frente a alguna o todas las valencias, o incrementar el riesgo de reacciones adversas. Dichas afirmaciones son completamente infundadas: basta con pensar en el inmenso número de antígenos con los que tenemos contacto cada día, todos nosotros (humanos y animales). Se ha estimado que el sistema inmunitario es capaz de responder a la misma vez al menos a 1014 antígenos, por lo que es ridículo pensar que no va a poder tener una respuesta efectiva frente a 6, 7 o más que puedan ir incluidos en una vacuna cualquiera. Por otro lado, el riesgo de reacción adversa con respecto a las vacunas monovalentes (de una sola valencia) no se incrementa de forma desproporcional. Lo que sí se ha de tener en cuenta es que cuando una misma vacuna contiene varios componentes, algunos de ellos pueden generar lo que se denomina “competencia antigénica”. Dicha competencia puede desencadenar un fenómeno de “antagonismo”, por lo que no es buena idea mezclar vacunas de forma general, atendiendo a criterios de “comodidad” a la hora de administrarlas. Debería quedar absolutamente claro que no se deben mezclar vacunas a libre albedrío, ya que puede producirse este fenómeno antagónico.

Solo se pueden utilizar de forma segura vacunas multivalentes autorizadas por organismos oficiales como las agencias española y europea de medicamentos (AEMPS y EMEA, respectivamente). Estas vacunas autorizadas han sido perfectamente estudiadas y se ha comprobado que no se produce competencia entre los antígenos incluidos. Sin duda alguna, el conocimiento profundo de los mecanismos inmunológicos que subyacen en las distintas enfermedades infecciosas (inmunoinfectología), va a tener una significativa repercusión en la elaboración de vacunas efectivas para la prevención de dichas enfermedades. Un mejor conocimiento de estos mecanismos de inmunidad e infección también le será muy útil a los veterinarios clínicos para tomar decisiones con criterio a la hora de elegir unas vacunas u otras, esperar mejores o peores resultados y establecer protocolos personalizados de vacunación en las mascotas, dependiendo de su condición y situación inmunológica.

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CARACTERÍSTICAS, TIPOS Y COMPOSICIÓN DE LAS VACUNAS Características de las vacunas Las vacunas deben reunir una serie de características fundamentales para poder ser administradas: 1. Inmunogenicidad: se define como la capacidad de una vacuna para inducir una respuesta inmunitaria detectable y de larga duración. 2. Estabilidad: que sea resistente a la degradación física con objeto de que pueda mantener su inmunogenicidad. 3. Seguridad: que no despierte reacciones adversas indeseables, lo que se conoce como reactogenicidad. 4. Eficacia: resultado final cuando la vacuna se aplica a un grupo de animales en condiciones ideales. La eficacia de una vacuna se mide a través de la llamada fracción prevenible (FP), cuya fórmula es: Se dice que una vacuna es eficaz cuando alcanza una FP de, al menos, el 80 %, aunque en el mercado existen algunas vacunas que sin llegar a este porcentaje se han aceptado al no haber nada mejor, aparte de haber demostrado su seguridad. 5. Efectividad: resultado final cuando la vacuna se aplica en condiciones reales o condiciones de campo. Mide los resultados y beneficios proporcionados por un programa de vacunación en la población. 6. Eficiencia: mide la relación efectividad/coste de cualquier programa de vacunación.

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Componentes de las vacunas Una vacuna es una solución multicomponentes constituida por un antígeno principal y un adyuvante, que son los que directamente van a producir la respuesta inmunitaria frente a la misma. Otros componentes de las vacunas son: ■ Líquido en suspensión: en la mayoría de las ocasiones se trata de solución salina o agua destilada y puede contener también proteínas o productos derivados de los cultivos necesarios para la obtención de las vacunas (p. ej.: proteínas de huevo en vacunas atenuadas en embrión de pollo), que en ocasiones son los responsables de las reacciones alérgicas a la vacuna. ■ Conservantes: retrasan la caducidad de la vacuna. Entre ellos se encuentran los derivados del mercurio (tiomersal), el fenol y el fenoxietanol. ■ Estabilizantes: se trata de compuestos como aminoácidos, azúcares y proteínas (albúmina, gelatina, etc.), que estabilizan todos los productos de la vacuna. Estas últimas también puede ser responsables de la reactogenicidad de ciertas vacunas. ■ Antibióticos: impiden o previenen la contaminación bacteriana. Entre estos se emplean algunos como la gentamicina, estreptomicina, neomicina y polimixina B. ■ Adyuvantes: uno de los componentes más importantes de las vacunas son los adyuvantes. Son sustancias que incrementan y dirigen la respuesta inmunitaria.

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Adyuvantes Las vacunas no replicantes aumentan su potencia antigénica con los adyuvantes. Estos permiten mantener más tiempo el antígeno en el lugar de la inyección, lograr la activación máxima de las células presentadoras de antígeno (células dendríticas) e inducir la respuesta inflamatoria local. Además, los adyuvantes son capaces de orientar la respuesta inmunitaria hacia la producción de anticuerpos o inmunidad humoral (Th2), de inmunidad celular (Th1), o bien hacia una respuesta mixta (tabla 1). Por ejemplo, las sales de aluminio son grandes orientadoras y activadoras de las respuestas Th2: es por esto por lo que se emplean en vacunas que requieran de la producción de gran cantidad de anticuerpos. Por otra parte, saponinas como QA-21, QS-21 y otras son grandes inductoras de respuestas de inmunidad celular: es por ello que se emplean en vacunas como la de la leishmaniosis. La incorporación de proteínas o péptidos en construcciones poliméricas (liposomas, micelas, proteínas autoensambladas) genera partículas de tamaño superior en las que se exhibe una mayor densidad de epítopos en la estructura inmunogénica (tabla 1).

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