Suplemento Suis Noviembre Zoetis

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SUPLEMENTO

EPIDEMIOLOGÍA Y EL DIAGNÓSTICO DEL PRRS

NOVIEMBRE 2018

Aspectos clave en la



Introducción

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Epidemiología molecular del PRRSV

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Epidemiología molecular y herramientas diagnósticas

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Dinámica de infección, rutas de excreción y mecanismos de transmisión del PRRSV

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Influencia de la dinámica de infección y excreción del PRRSV en el diagnóstico de la enfermedad

Imagen de portada: Sergei Drozd/shutterstock.com

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SUPLEMENTO NOVIEMBRE 2018

EPIDEMIOLOGÍA Y EL DIAGNÓSTICO DEL PRRS

Aspectos clave en la

Sumario


Aspectos clave en la

EPIDEMIOLOGÍA Y EL DIAGNÓSTICO DEL PRRS

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Artículos

Aspectos clave en la epidemiología y el diagnóstico del PRRS Cinta Prieto1 y Javier Martínez Lobo2 Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid 2 Departament de Ciència Animal, Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Agrària, Universitat de Lleida 1

INTRODUCCIÓN El síndrome reproductor y respiratorio porcino (o PRRS, por sus siglas en inglés, porcine reproductive and respiratory syndrome) se considera en la actualidad una de las enfermedades infecciosas más importantes del ganado porcino. Esto se debe a su naturaleza endémica en la mayoría de los países productores del mundo, que hace que la mayoría de las granjas sean positivas, y al coste económico asociado a los signos clínicos que acarrea y que acompaña a la infección. La enfermedad tiene dos manifestaciones clínicas principales que dependen del tipo de animal afectado. En el caso de los reproductores la enfermedad cursa con un fallo reproductivo que se observa fundamentalmente al final de la gestación y conduce a la aparición de abortos tardíos y partos prematuros, así como camadas compuestas por un número variable de fetos momificados, lechones nacidos muertos, lechones nacidos débiles y lechones normales. Estos lechones nacidos débiles aumentan considerablemente la mortalidad en lactación y dan lugar a una disminución en el número de lechones destetados por camada. Por el contrario, en los animales en crecimiento la enfermedad

tiene unas manifestaciones muy poco específicas que son consecuencia tanto de la neumonía intersticial a la que da lugar su tropismo pulmonar como de la predisposición que conduce a la aparición de enfermedades causadas por otros patógenos, generalmente endémicos, que se consideran enfermedades secundarias y son las que, en la mayoría de los casos, causan el aumento de mortalidad observado en los animales infectados (Rossow, 1998). El agente causal de la enfermedad es el virus del PRRS (o PRRSV, por sus siglas en inglés porcine reproductive and respiratory syndrome virus) cuyo material genético está contenido en una molécula de ARN de polaridad positiva. Por su morfología y características de replicación el virus se ha clasificado dentro la familia Arteriviridae y en el recientemente creado género Porartevirus (Kuhn et al., 2016). Los miembros clásicos de esta familia comparten tres propiedades que los caracterizan y que definen al PRRSV: su replicación en células de la línea monocito-macrófago, su capacidad para producir infecciones de larga duración y su elevada variabilidad genómica. Todas estas características condicionan la epidemiología de la enfermedad y, a su vez, su conocimiento es necesario para realizar un diagnóstico correcto y establecer medidas de control específicas frente a la enfermedad.

EPIDEMIOLOGÍA MOLECULAR DEL PRRSV Probablemente la característica más remarcable del PRRSV es su elevada variabilidad genómica.


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tiempo ha aumentado el número de virus disponibles para su caracterización y de forma paralela se ha optimizado la tecnología que facilita la obtención de secuencias de ácidos nucleicos por lo que actualmente se dispone de mucha información acerca de la variabilidad genética del virus.

Estos datos indican que las diferencias entre aislados no se circunscriben a la pertenencia a un genotipo u otro sino que dentro de cada uno se han identificado virus muy diversos. En el caso del genotipo 2 se han descrito nueve linajes distintos que incluyen a los virus originalmente identificados y a nuevas variantes que han surgido con el paso del tiempo, así como a virus que circulan en regiones geográficas concretas o que

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Esta variabilidad es tan marcada que se puso de manifiesto en los primeros estudios realizados tras la descripción de la enfermedad. Ya en 1995, unos 5-6 años después de la primera descripción de la enfermedad, los primeros estudios moleculares indicaron que los virus asociados a la enfermedad en Europa y en los Estados Unidos (EE. UU.) tenían una similitud genómica de entre el 55 y el 70 %, dependiendo de los genes considerados (Allende et al., 1999.), que es una homología muy inferior a la que existe entre individuos de especies diferentes. Sirva como ejemplo que el ser humano y el chimpancé tienen una similitud genética superior al 98 %. Este hecho condujo a la propuesta de dos genotipos distintos: el genotipo 1, que incluiría los virus encontrados en distintos países europeos, y el genotipo 2, que comprendería virus encontrados en Norteamérica (Meng et al., 1995), aunque poco tiempo después se pudo comprobar que en Asia circulaban virus de ambos genotipos. Con el

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están ampliamente distribuidos (Shi et al., 2010). Igualmente, en el caso del genotipo 1 se han identificado hasta cuatro subtipos, tres de los cuales parecen estar circunscritos a países de Europa del Este y caracterizarse por una mayor virulencia y el otro, el subtipo 1, englobaría todos los virus que circulan en países de Europa Occidental (Shi et al., 2010).

La elevada variabilidad del virus PRRS Por otro lado, de forma paralela, se han descubierto nuevos virus relacionados genéticamente con el PRRSV y que afectan fundamentalmente a primates, roedores y marsupiales. Como consecuencia del descubrimiento tanto de estos nuevos virus como de la gran variabilidad que caracteriza al PRRSV la antigua familia Arteriviridae, que contenía un único género (el género Arterivirus), se ha dividido en un total de cinco géneros distintos, uno de los cuales, el género Portartevirus, contiene todos los PRRSV hasta aquí descritos clasificados en dos especies

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distintas: PRRSV-1 que incluye virus pertenecientes al antiguo genotipo 1 y PRRSV-2, que incluye virus del antiguo genotipo 2 (Kuhn et al., 2016). Es decir, en la actualidad las cepas del virus se han dividido en dos especies distintas debido a su diversidad genética, a pesar de causar la misma enfermedad y compartir muchas otras características biológicas.

La amplia variabilidad descrita se explica por el hecho de tratarse de un virus cuya información genética está contenida en una molécula de ARN, lo que hace que durante el proceso de replicación del virus se produzcan errores que el enzima que copia la molécula de ARN (polimerasa de ARN dependiente de ARN) no tiene capacidad para corregir. Como consecuencia la progenie de un virus estará compuesta por una mezcla de virus, algunos con exactamente la misma información genética que el virus parental y otros con ligeras modificaciones. Estas variantes se mantendrán en el animal infectado, siempre y cuando no sean deletéreas, de forma que con cada ciclo de replicación aumenta la diversidad de variantes que se encuentran en el individuo. Este es el fenómeno que se conoce con el nombre de quasispecies y es característico de muchos virus ARN; en el caso del PRRSV es especialmente relevante porque el virus tiene una de las tasas de mutación más elevadas entre las descritas para virus ARN que, según los estudios consultados, oscila entre 4,7 × 10−2 y 1,55 × 10−3 sustituciones/sitio/año (revisado en Murtaugh et al., 2010). Estas quasispecies podrían estar implicadas en dos fenómenos relevantes: los cambios en virulencia y la evasión de la respuesta inmunitaria.


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Cambios en la virulencia del PRRSV

Relaciones filogenéticas

En el caso de la virulencia, cambios aleatorios en la secuencia del genoma pueden dar lugar a virus con mayor afinidad por la célula diana, a virus con un mayor rango de células susceptibles (Frydas et al., 2016) y a virus con una polimerasa más eficiente, lo que aumentaría su capacidad de replicación in vivo y, con ello, su virulencia. Por otro lado, la presión de selección sobre las variantes víricas generadas aleatoriamente que ejerce la respuesta inmunitaria desarrollada por el individuo infectado puede conducir a la selección de variantes capaces de eludir esa respuesta inmunitaria, las cuales tendrían una mayor capacidad de persistencia in vivo. Este fenómeno ha sido descrito en el caso del virus PRRSV-1 que tienen un epítopo neutralizante con alta capacidad de mutación. Cuando los animales responden a ese epítopo y el virus puede ser neutralizado, en algunos casos emergen nuevas variantes con modificaciones en ese epítopo que son resistentes a neutralización (Costers et al., 2010). Además, las quasispecies son uno de los motores para la generación de nuevas variantes ya que la población que produce la infección puede ser distinta de la población encontrada en distintos órganos y de la población excretada (Lu et al., 2017). Estos mismos fenómenos, es decir, los cambios en virulencia y la evasión de la respuesta inmunitaria, pueden ser consecuencia de otro de los fenómenos por lo que el virus es capaz de aumentar su diversidad y generar variantes: la recombinación homóloga. La recombinación homóloga es un tipo de recombinación genética en la que dos moléculas de ácido nucleico similares intercambian fragmentos generando nuevas secuencias quiméricas. Este fenómeno es muy habitual en el caso del PRRSV y se considera responsable de la generación de virus con nuevas propiedades biológicas (Zhao et al., 2015; van Geelen et al., 2018).

El estudio de las relaciones filogenéticas existentes entre distintos aislados del virus revela que, a diferencia de lo que sucede en otras infecciones víricas, las variantes que se van generando pueden difundirse sin desplazar completamente a los aislados que circulaban anteriormente. Por tanto las cepas que circulan en la actualidad en la población porcina son una mezcla de variantes más o menos próximas a las cepas que circulaban cuando se describió inicialmente la enfermedad y de virus nuevos que han surgido con el tiempo (Prieto et al., 2009).

El hecho de que las nuevas variantes no desplacen completamente a los virus más antiguos y los hagan desaparecer aumenta aún más la diversidad. La persistencia de estos virus se podría explicar por la combinación de la lentitud con la que se desarrolla la respuesta inmunitaria protectora, que permite la difusión de virus por parte del animal infectado durante largos periodos de tiempo, y de la continua incorporación, por nacimiento, de animales susceptibles a la población, lo que impide su exclusión por la inmunidad de rebaño. No obstante, y a pesar de que las cepas de virus que se pueden encontrar hoy en día en la población porcina pueden derivar de virus que llevan tiempo circulando en la población o ser nuevas variantes, hay que destacar que en determinados momentos tienden a predominar unas variantes sobre otras. Este hecho se podría deber a varias razones. Por un lado se sabe que las cepas de mayor virulencia podrían excretarse más eficientemente y tener una difusión más rápida entre la población (Cho et al., 2006), por lo que podrían convertirse en las cepas predominantes en ciertos momentos

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y regiones geográficas. Del mismo modo, la presión de selección ejercida por la existencia de inmunidad previa podría favorecer la difusión de ciertas variantes sobre otras (Pileri et al., 2017). Finalmente, la aparición de cambios genéticos más profundos o fenómenos de recombinación que generen nuevos virus podría facilitar la difusión de estas nuevas variantes en la población (Alkhamis et al., 2016).

la replicación continuada del virus en la población porcina, han aparecido variantes de mayor virulencia. Estas variantes, como se ha comentado anteriormente, tienden a difundirse con bastante rapidez entre la población (Alkhamis et al., 2016) probablemente como consecuencia de una mayor capacidad de replicación y excreción y una mayor infectividad.

EPIDEMIOLOGÍA MOLECULAR Y HERRAMIENTAS DIAGNÓSTICAS

Diagnóstico del PRRSV

La variabilidad genómica de los virus que circulan en la población tiene consecuencias en la presentación clínica, el diagnóstico y el control de la enfermedad. En lo que se refiere a la presentación clínica, los cambios genéticos son responsables de la virulencia de forma que, con el paso del tiempo y

La circulación de distintas variantes de virus y de virus recombinantes puede dificultar el diagnóstico o conducir a interpretaciones erróneas de resultados de laboratorio. En el primer caso, variaciones en la ORF7, que es la región del genoma del virus que se utiliza para el diagnóstico molecular debido a su alto grado de conservación, pueden conducir a un resultado negativo cuando se intenta detectar el ácido nucleico del virus


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debido a la falta de homología entre la secuencia del virus y la secuencia que se utiliza de molde en la técnica.

identidad del virus tiene un alto valor para estudiar la epidemiología de la enfermedad en una granja, empresa o región y permite establecer medidas de control más eficaces al permitir determinar el origen del virus circulante. Además, la comparación de secuencias permite una serie de utilidades prácticas: ■■ Determinar el origen de un brote ya que permite establecer si el virus que circula es el mismo que estaba previamente presente en la granja o

Este hecho obliga a la continua actualización de los kits comerciales para modificar las secuencias que se utilizan como molde para intentar detectar el mayor porcentaje posible de cepas del virus, aumentando así la sensibilidad de la técnica. En este sentido, hay que destacar que existen grandes diferencias en la capacidad de detectar cepas divergentes entre las distintas técnicas disponibles y que esta limitación se debe tener en cuenta cuando se aborda el diagnóstico de la enfermedad (Wernike et al., 2012). Por el contrario, la variabilidad en la ORF7 se puede utilizar también como herramienta para diseñar técnicas de RT-PCR que detecten de forma diferencial distintos tipos de cepas. Las más clásicas son las que permiten diferenciar entre cepas de PRRSV-1 y PRRSV-2, que utilizan algunos kits comerciales, aunque también se pueden hacer diseños que permitan detectar alguna cepa de forma específica, como por ejemplo cepas vacunales.

La comparación de determinadas secuencias La amplificación de determinadas zonas del genoma del virus, fundamentalmente la ORF5 y, en menor medida, la ORF7, permite determinar la secuencia de estos fragmentos y con ello determinar la identidad del virus encontrado. Establecer la

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Por tanto, hay que tener presente que es posible obtener un falso negativo si el virus causante de la infección es muy distinto a los virus más habituales en la población.

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si se trata de una cepa de nueva entrada. Esta información es muy útil porque las medidas de control que se deben implementar son muy diferentes en el caso de brechas en la bioseguridad interna y en el caso de brechas de bioseguridad externa. Monitorizar la difusión del virus dentro de una granja, una empresa o una región. La secuenciación permite saber si los virus que se encuentran en las distintas fases de producción de una granja proceden de las reproductoras o si existen contaminaciones laterales posteriores. Lo más habitual es que las granjas de madres sean las que diseminan el virus a lo largo de la cadena de producción (Alkhamis et al., 2016; Lee et al., 2017); aunque no siempre es así y, en determinadas circunstancias, los virus que circulan en las madres y en los animales en crecimiento son diferentes. Asimismo, la secuenciación permite discriminar si los virus que circulan en distintas granjas de la misma empresa son similares o tienen

origen diferente lo que, a su vez, permite diseñar los programas de control más adecuados para evitar la entrada de virus en las explotaciones. Finalmente, en el ámbito de la monitorización epidemiológica la secuenciación permite saber si las cepas que circulan en un momento determinado en una región son similares, lo cual indica una difusión aerógena, o si, por el contrario, son diversas y dependientes de empresa o granja. ■■ Diferenciar cepas de campo y cepas vacunales es especialmente útil en la monitorización de los programas de adaptación de cerdas de reposición y también en el caso de vacunar lechones ya que permite determinar si la vacunación es suficiente para desplazar al virus de campo o no. Por el contrario, la comparación de secuencias no sirve para predecir la protección que cabe esperar que exista entre cepas ya que no existe una correlación entre la relación filogenética y la relación antigénica de los aislados del virus (MartínezLobo et al., 2016).


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En consecuencia, la comparación de secuencias no es útil para seleccionar la vacuna más adecuada para el control de un brote de la enfermedad. A pesar de la utilidad práctica que tiene la comparación de secuencias, hay que tener en cuenta que también tiene limitaciones porque los resultados obtenidos no serán fiables si existen virus recombinantes ya que las relaciones epidemiológicas que se establezcan entre aislados no serán correctas. Este hecho es debido a que el fragmento del genoma que se utiliza para el análisis filogenético es muy pequeño, aproximadamente un 4 %, y puede no representar su auténtica identidad. Recombinaciones en las zonas del genoma que se utilizan para la construcción de árboles filogenéticos conducen a una topología errónea de los virus recombinantes en los árboles filogenéticos ya que se colocan en ramas diferentes a las que realmente les corresponde a través del análisis del genoma completo, marcando relaciones imprecisas o incorrectas (Martín-Valls et al., 2014). Por suerte, el desarrollo tecnológico tan rápido que están experimentando las técnicas de secuenciación masiva permitirán en un futuro próximo poder secuenciar el genoma completo a un coste razonable para poder establecer correctamente las relaciones filogenéticas entre aislados.

DINÁMICA DE INFECCIÓN, RUTAS DE EXCRECIÓN Y MECANISMOS DE TRANSMISIÓN DEL PRRSV La infección se produce habitualmente por vía oronasal, aunque también es posible la transmisión venérea. Poco después se establece la viremia, que tiene una duración variable, aunque suele ser

más corta en animales adultos que en animales jóvenes y en animales con inmunidad previa que en animales negativos. El establecimiento de la viremia viene acompañado por la excreción del virus en distintas secreciones y excreciones, incluyendo las secreciones nasales (Rossow et al., 1994), la saliva (Wills et al., 1997), la orina (Rossow et al., 1994), las heces (Yoon et al., 1993), la leche y el calostro (Wagstrom et al., 2001), además del semen (Christopher-Hennings et al., 1995) en el caso de los verracos. La excreción tiene una duración variable, dependiendo de distintos factores, entre los cuales destacan la ruta considerada, la virulencia de la cepa causante de la infección y la inmunidad previa.

Así, el virus solo se ha podido detectar durante los primeros 9 días posinfección en la glándula mamaria (Wagstrom et al., 2001) mientras que puede persistir hasta 3 meses en las muestras de semen (Hennings et al., 1995). Además, la excreción por las distintas rutas puede ser intermitente, siendo este fenómeno especialmente marcado en el caso del semen, que con frecuencia alterna muestras positivas con muestras negativas, con las implicaciones que este hecho podría tener en la monitorización de la infección en los verracos. Sin embargo, el hecho más relevante epidemiológicamente es que la excreción suele ser más prolongada que la viremia por lo que la ausencia de viremia no garantiza que los animales no excreten el virus ni que sea seguro ponerlos en contacto con otros animales susceptibles. De hecho, se ha demostrado una transmisión sistemática desde animales infectados a centinelas

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puestos en contacto con ellos durante los primeros 2-4 meses posinfección, aun cuando la viremia haya cesado incluso semanas antes (Rowland et al., 1999; Bierk et al., 2001; Mengeling et al., 2002). La transmisión del virus en ausencia de viremia se cree que se debe al acantonamiento del virus en órganos linfoides, sobre todo tonsilas y nódulos linfáticos, donde se replicaría de forma muy limitada en determinadas poblaciones celulares susceptibles a la infección durante periodos de hasta unos 8 meses (Wills et al., 2003). Desde estas localizaciones el virus podría excretarse de forma intermitente y causar la infección de animales susceptibles. Por otro lado, la inmunidad previa también tiene un efecto en la excreción de virus ya que los animales inmunizados excretan menos virus que los animales no inmunizados, lo cual puede contribuir a controlar la difusión del virus y, eventualmente, incluso a eliminarlo de la población en condiciones de campo. Finalmente, la frecuencia de excreción, y la probabilidad de transmisión, está condicionada por la virulencia de la cepa ya que se ha demostrado que las cepas más virulentas se excretan con mayor frecuencia y se detectan más fácilmente que las cepas menos virulentas (Cho et al., 2006). La virulencia también podría ser uno de los factores que influiría en la transmisión aerógena de la enfermedad, que es muy controvertida ya que no es posible reproducirla de forma sistemática en condiciones experimentales. No obstante, el virus se ha podido encontrar en muestras de aire recogidas a una distancia de hasta 4,7 km de la fuente del virus (Dee et al., 2009) y existen evidencias de la difusión aerógena del virus, incluyendo la disminución en la frecuencia de brotes de la enfermedad en granjas que filtran el aire de entrada (Dee et al., 2012). Finalmente, y en relación con la transmisión, hay que tener en cuenta que la infección de

cerdas gestantes puede conducir a la transmisión transplacentaria y, en el caso de no producirse un aborto, al nacimiento de animales infectados in utero. Sin embargo, la probabilidad de transmisión aumenta con los días de gestación, siendo muy poco probable al comienzo de la gestación y muy probable al final de la misma. Se cree que este hecho tiene que ver con la expresión de receptores del virus, y concretamente sialoadhesina y CD163, en la placenta y en los tejidos embrionarios y fetales (Karniychuk y Nauwynck, 2009).

INFLUENCIA DE LA DINÁMICA DE INFECCIÓN Y EXCRECIÓN DEL PRRSV EN EL DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD La dinámica de infección y excreción del virus anteriormente descrita tiene repercusiones prácticas para el diagnóstico y monitorización del PRRS. La más importante se relaciona con los programas de monitorización de cerdas de reposición.


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la detección directa de la presencia del virus mediante técnicas moleculares (como la RT-PCR) permite saber si el animal es virémico o no, pero que una cerda no sea virémica no significa que no esté infectada y que no pueda introducir el virus en las cerdas en producción y desestabilizar la población. Como consecuencia, para la monitorización de la adaptación de las cerdas de reposición es necesario combinar el uso de la serología y la detección directa del virus y hacer estudios secuenciales para determinar en qué momento se han infectado las cerdas ya que este dato es el único que se puede usar para decidir el momento en el que es seguro introducir a las cerdas en producción. Además, si el programa de adaptación incluye el uso de vacunas vivas atenuadas el programa debería incluir la secuenciación de las muestras positivas ya que es la única manera de saber si se trata del virus vacunal o de una cepa de campo. La dinámica de infección también tiene sus repercusiones para el diagnóstico de brotes de la enfermedad en las reproductoras. Esto se debe a que una vez que se produce la infección de la madre el virus tiene que atravesar la barrera placentaria y causar el daño fetal que conduce al fallo reproductivo.

Una de las claves para el control de la enfermedad en una granja es la introducción de cerdas de reposición que sean inmunes a la enfermedad pero que no estén infectadas en el momento de la entrada a producción. Sin embargo, hacer esta comprobación requiere una buena planificación de la monitorización de la infección en estas cerdas.

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El uso de la serología solo permite saber si las cerdas son seropositivas o seronegativas, pero no permite determinar el momento de infección, ya que los anticuerpos detectables por ELISA persisten durante meses tras la infección, ni tampoco determinar si las cerdas son positivas por vacunación o por infección natural, ya que no existen vacunas marcadas en el mercado. Por otro lado,

En la práctica, el fallo reproductivo se produce normalmente entre 10 y 15 días p.i., momento en el que puede haber cesado la viremia en la cerda, especialmente si se trata de animales con inmunidad previa, en los que la viremia es más corta. Por tanto, es habitual que cerdas que han abortado como consecuencia de una infección por PRRSV den un resultado negativo a la detección

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del virus en muestras de suero tomadas tras el aborto. Por otro lado, el uso de los fetos abortados para detectar la presencia del virus también tiene limitaciones ya que la infección transplacentaria no es sincrónica y en los abortos hay una mezcla de fetos infectados y no infectados, sin contar con el hecho de que los procesos de autólisis que se producen tras la muerte fetal degradan el material genético del virus y dificultan su detección. Por el contrario, los lechones infectados in utero que nacen vivos son sistemáticamente virémicos y además tienen una viremia prolongada, por lo que la toma de muestras de lechones nacidos débiles para detectar la viremia puede conducir a un diagnóstico mucho más preciso. Sin embargo, no siempre que circula el virus en la población de reproductoras vamos a ver brotes de la enfermedad ya que es habitual que la inmunidad del rebaño haga que el número de cerdas infectadas en cada momento en el tiempo sea baja y, como la infección se puede producir en cualquier momento de la gestación, las consecuencias clínicas de la infección pueden ser inapreciables. Como la determinación de signos clínicos no es suficiente para catalogar la granja, es necesario recurrir al diagnóstico de laboratorio. No obstante, tampoco en este caso las muestras procedentes de las madres ayudan a establecer el estatus de la granja. La serología de las reproductoras no tiene ningún valor, salvo en granjas

negativas, y la detección de la viremia en animales adultos es prácticamente imposible. Por el contrario, la detección de la viremia en lechones nacidos débiles es muy consistente por lo que en los últimos años se han desarrollado programas de monitorización basados en la toma de muestras sistemática de lechones nacidos débiles para determinar su estatus frente a PRRSV. La clasificación de la granja derivará de la presencia o ausencia del virus en este tipo de muestras a lo largo de varios meses. ■ Bibliografía en poder de los autores

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Conclusiones Una de las características más importantes del PRRSV es su elevada variabilidad, que conduce al surgimiento constante de variantes del virus mediante fenómenos de mutación y recombinación homóloga. Estas variantes circulan en la población, con frecuencia eludiendo la inmunidad previa de los animales. Para el control de la enfermedad es nece-

sario poder identificar el tipo de virus que circula y su origen y para ello disponemos de herramientas de diagnóstico molecular que permiten establecer relaciones epidemiológicas precisas. Además, es necesario conocer cómo se extiende el virus en la población para poder hacer un diagnóstico correcto y establecer medidas de control efectivas.



Aspectos clave en la epidemiología y el diagnóstico del PRRS repasa las particularidades epidemiológicas del virus del síndrome reproductor y respiratorio porcino y desarrolla los puntos clave relacionados con su diagnóstico. A través de esta guía, los autores, Cinta Prieto y Javier Martínez, proporcionan información práctica para entender la evolución del virus PRRS y para ayudar al veterinario de campo a la hora de diagnosticar una enfermedad que se considera como una de las enfermedades infecciosas que conlleva mayores pérdidas económicas en el sector porcino. Además, se repasan aspectos como la importancia de la bioseguridad y la identificación del tipo de virus circulante.


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