FOTOGRAFÍA: Natalia Torrejón Aguilera
MARZO 2014 .QUILLOTA - CHILE
POESÍA MICROCUENTOS ENSAYO ENTREVISTAS: Esteban Flores Monje - Graffitero Guille Arancibia - Músico Rolando Ramos - Comunicador Radial
Con casi 4000 lecturas, en ISSUU.COM, REVISTA HALÓGENA, trata de posicionarse en la retina cultural de la provincia, tenemos mucho mas metas que cumplir, trabajamos horas extra ordinarias para entregar un producto local, de calidad y contundente. Cuando comenzamos este proyecto dijimos que no era necesario (en ese momento), llegar al papel, pues ahora, tenemos la seguridad que si llegamos al papel HALÓGENA, cumplirá con su misión, que es instalar un movimiento cultural en la provincia, movimiento por que la cultura se mueve, se siente, se disfruta y permanece en nuestros espacios. En este numero tenemos creadores locales, que tiene algo que decirnos en nuestra cara, y no solo a la provincia si no a todo Chile y el mundo. Invitamos a todos los que quieran aportar en nuestro proyecto, de cualquier forma, ya que para llegar al papel es para todos beneficioso, especialmente para usted señor lector. Esperamos que sea de su agrado la lectura y que pronto podamos tener en nuestras manos un ejemplar de esta revista que esta leyendo, gracias a quienes colaboraron en todos los sentidos a que fluya este espacio virtual hasta el momento.
Marzo.- 2014 Quillota - Chile
STAFF Director Javier Valenzuela Editor Alonso Aranda Coordinadores Claudio Escamilla Fernando Sotomayor Productores fotográficos Claudio Escamilla Gustavo Matte Productor y redactor periodístico Alonso Aranda Diseño y diagramación Javier Valenzuela Colaboradores: FOTOGRAFÍA: Natalia Torrejón Aguilera CENTRO PROMO, MITOMANOCOMICS,
Halógena es una publicación mensual de Editorial Vozetos. Todos los derechos reservados, se permite la publicación parcial del material mencionando la fuente. Teléfono +56 9 78046100 vozetos@gmail.com
Paredes morenas pintadas: Las figuras latinoamericanas mutantes de PRDN Periodista: Alonso Aranda Araya
Esteban Flores Monje es un graffitero quillotano que destaca a nivel local pero que seguramente pronto colonizará las murallas del otro lado del orbe con su arte de mestizaje distorsionado
A diferencia de la música y la literatura, donde el nombre del artista (casi) siempre es alumbrado como por la luz de un gran faro o aumentado por una lupa, en la pintura el creador pasa más piola. Sobre todo en la pintura callejera, esa que adorna las calles con graffitis y murales. Por eso, cuando surgió la idea de entrevistar a un pintor urbano de Quillota para este número de la revista -y alguien del equipo hizo una propuesta- no pregunté por nombre ni chapa, sino que me indicaran alguna muralla donde encontrar un graffiti del personaje. Calle La Concepción al llegar a Blanco, esa fue la indicación. La Texaco –dijepor un antiguo taller que se encontraba en esa esquina. Y claro que yo cachaba esa obra, una mujer con su hijo, pintados horizontalmente. (Si has pasado por ahí seguro que la primera vez volteaste la cabeza para apreciarlo bien).
El pasado 28 de febrero, la editorial fue invitada a participar de la actividad Musonart, organizado por el Centro Promo. Esa fue la ocasión para entrevistar al graffitero Esteban Flores Monje (26), que firma sus pinturas como PRDN (nada que ver con un partido político, son las consonantes de Perdón), como la de la madre y su bebé. Cuando llegué al museo, donde se hizo la actividad que reunió manifestaciones artísticas como la música, poesía y pintura, Esteban estaba encaramado arriba de un andamio con una spray en la mano, haciendo lo que le apasiona. Abstraído en su trabajo, por sobre el deambular de quienes se acercaron ese viernes hasta la casona colonial ubicada en calle San Martín, tuve que esperar que bajara a tomarse un descanso para saludar y comenzar la entrevista.
Para evitar que el rap en vivo que a esa hora sonaba se colara en la grabación, caminamos desde la parte posterior del museo hasta el patio principal, donde se había montado la exposición titulada Incoar (que significa comienzo), perteneciente al mismo Esteban, junto a su polola, que hicieron para dar la bienvenida al hijo de ambos. La muestra, ganadora del Fondart, que está compuesta por una serie de cuadros, algunos en tercera dimensión, fue realizada para ser expuesta principalmente en consultorios y otros centros de salud de Quillota, con el objetico –dice el graffitero- de acortar los tiempos de espera de quienes acuden por atención médica. Eso se agradece, porque quienes hacemos uso de la salud pública sabemos que no se caracteriza por su diligencia. Rodeados de sus cuadros e interrumpidos cada cierto rato por los amigos y conocidos que llegaron al lugar y que se acercaron a saludarlo, lo que me dio la impresión de que además de buen artista es un buen chato, Esteban me contó que, aunque no recuerda exactamente cuándo, desde siempre ha dibujado, una forma de expresión que se nota disfruta un montón. “Hace unos días tuve unos flashback, de cuando era chico y dibujaba. Me acuerdo que hacía caricaturas de Dragón Ball y en el colegio dibujaba a los profes. En el liceo siempre dibujaba a “La Pato”, que era súper distorsioná, la dibujaba bien mutante. Pero como a los 17 tuve un bajón y no dibujaba mucho, por un tema que no fluía no más. Después estudié Diseño Gráfico en el Duoc y no me gustaba la hueá, clásica historia de graffitero igual. No me gustaba la hueá, pero me gustaba un ramo de ilustración, con una profe mortal que se llama Ana Ferrut, y ese ramo como que lo aproveché caleta, porque tenía que ver con liberar un poco el trazo, la ilustración tiene que ver con liberarse un poco y las técnicas artísticas que me enseñaron me sirvieron harto para darme cuenta que estaba puro hueviando, que tenía que puro dibujar”, contó Esteban.
Tras dejar la carrera de Diseño Gráfico y en busca de un nuevo rumbo, que lo llevó a centrar su mirada en el trabajo de artistas chilenos y latinoamericanos, el joven quillotano tomó la decisión de pasar del papel a las murallas. “Empecé viejo a pintar en paredes, como a los veinte”, dice con total honestidad y un dejo de exageración, considerando que a sus 26 años ya ha hecho tres exposiciones de cuadros y tiene varios graffitis y murales
pintados en Quillota y otras ciudades del norte del país. “El primer graffiti lo hice en el Regimiento, estaba abierto y me metí a pintar a la hueá como a las 8 de la mañana, eran unas letras con un monito gordito en un sillón, pero estaba probando, buscando mi estilo, porque uno nunca va a empezar a graffitear como a lo que podí llegar”, aseguró. Es que Esteban se exige bastante y eso queda claro cuando le pregunto cuál fue el primer graffiti que pintó y le causó orgullo, “nunca quedo conforme con lo que hago, siempre siento que puedo ponerle más. Pero el primero más profesional fue uno que hice aquí en calle San Martín, al frente, que era una monita en perspectiva. Era grande y lo hice solo, fue con producción, con escalera, con un carro de supermercado”, recalcó. En estos años Esteban se ha empecinado en dar con un estilo propio y lo ha logrado. “De ese primer graffiti hasta ahora he pintado caleta, pero empecé a involucrar hartas cosas en mi pintura, me gusta pintar pero también siento que hay que darle otro toque, decir cosas. Mi estilo tiene que ver harto con el autoretrato, con mi actitud, con lo que estoy haciendo en el presente, también con gente que conozco. Siempre están presentes las figuras humanas, pero distorsionadas, mutadas”, explicó. Con solo echar un vistazo, es posible darse cuenta que esas figuras humanas dan cuenta de una realidad situada en este
hemisferio: “Son seres morenos, que tiene que ver con Latinoamérica, que siento que es un puro pulmón cototo. Que se mueve todo el rato, trato de nutrirme de eso. Tiene que ver con el ser, siempre trato de plasmar mis intenciones, la fuerza, la lucha, trato de ver el esfuerzo del día a día de cada persona. Y trato de eso plasmar, el cariño, el conjunto, que es como debería funcionar el mundo para mí”, reveló el artista. Finalmente, Esteban dijo que le gusta que sus obras estén en lugares públicos porque así la gente se hace una idea propia y reacciona frente a lo que está viendo, ya sea para bien o para mal. Aunque hasta ahora no se puede quejar, porque su trabajo es reconocido y tiene una aceptación más que positiva.
MÚSICA Guille Arancibia
“Yo feliz con la digitalización de la música, porque la distribución por internet es mi principal herramienta”
Periodista: Alonso Aranda Araya
Guille Arancibia es un nostálgico de la época en que la música se vendía en cedés –u otros formatos objeto anteriores- y había tiendas donde ibas a comprar la última joyita de tu artista preferido, pero como creador autogestionado echa mano de las redes de la world wide web para mostrar su obra, porque simplemente es la manera más efectiva y rápida de que personas de hasta Trinidad y Tobago lo escuchen
MICROCUE Ars moriendi de un rancio como yo
Por Diego Ibaceta Munzenmay 27 años Quillota
Ars moriendi de un rancio como yo ( o estupideces varias luego de tanto estudiar medieval) Ha llegado a besarme la muerte, y para ser sincero… no la esperaba sin antes descascararme un poco de pecados y comenzar a rogar, sólo a rogar. Nunca es tarde para salvarse. De formas lisérgicas juegan en mi respaldo alimañas y especies de homosexuales alados. Demonios y ángeles luchan intentando no plegarse a las sábanas transpiradas de semen y bilis. El Christus Pantócratus me da la mano. Yo le tomo el codo, lo beso en la boca y hojeo su libro. En un santiamén y sin mayores explicaciones terminamos tomando un vaso de vino en el roñoso bar de la esquina, donde además de atragantarnos con vino barato nos entumecimos de lleno en un rezagante reggeaton infinito. Ante tal invitado no puedo mostrar la hilacha, por lo que trato de pasar desapercibido en el bar cuando voy a cambiar la música al butlizer, debido a que mi cuenta está por explotar en cualquier momento, al igual que la vena que emerge de la cabeza del Palacio cuando ve que hemos entrado unos copetes a la mala. En dos segundos, y como arte de magia todo se soluciona; aparece la muerte con traje tallado blandiendo en alto sus negros billetes, con los que paga todas mis deudas para que “me vaya tranquilo y no me cague a nadie” como ella dice risueña, luego de pedir otra botella de tinto. La muerte es la más presurosa en esta sátira tomatera improvisada, nos asegura que sólo tomará una copita más pues la esperan unos asuntos pendientes. Mi nuevo amigo Cristo propone seguir esta bacanal en su casa, para culminar con un menage a trois en el paraíso, pero no el motel paraíso sino el verdadero Edén. Emprendemos viaje unidos en un fulgor erótico de misticismo, mientras que en la tierra todos viven aquel singular duelo masturbatorio: En soledad y con vergüenza, secretamen-
te, sin atreverse a mencionar mi nombre. La muerte nos deja. Aún debe trabajar. Yo y mi Cristo todopoderoso hemos decidido beber otra copa de ron; copa que terminó convirtiéndose en dos botellas. Ya alcoholizados e irreconocibles decidimos seguir nuestro sendero. Como dos almas en pena nos tambaleamos entre nubes redentoras, no sin antes haber dado uno de mis jugos típicos: Sin querer me había atorado en los motores de un avión, mareo seguro, nada del otro mundo en todo caso. Luego de este perspicaz embrollo, mi pinta parecía la de un indigente con problemas de esquizofrenia. “El camino es largo”, advierte mi amigo. Yo con ansias de vómito provocadas por mi vértigo extremo, decido ponerme a pensar en otra cosa. De pronto paso a una borrachera existencial, y aprovechando la compañía de mi singular amigo decido hacerle una pregunta: “ ¿ De dónde venimos, que somos y a donde vamos?. Estupefacto el Cristo sabio me responde: “del polvo; del polvo venimos, polvo somos y en polvo terminamos convertidos” y como regalo divino saca de su toga un milagroso saque que compartimos a puntazos de uñas. “Debemos llegar con buena cara al cielo” me advierte. Creo que su padre es algo autoritario, bueno, es lo que dicen todos, pero nunca he creído lo que todos dicen. De ser así, no estaría compartiendo en este momento una guagüita de ron-cola con tan ilustre y magnífico personaje. Al llegar a nuestro destino observo a un viejo calvo con cara de canalla y trafiquilla barato, como esos que se encuentran en el puerto pasadas las doce de la noche y que a toda costa intentan cagarte con unas monedas. El viejo pelado le pide el libro a mi amigo, lo hojea seriamente para luego mirarme con cara de desconfianza y asco. Yo en plena dureza le respondo que no me dijeron cuál era la contraseña pero que no me voy a mandar ninguna cagada. Mi amigo calma los ánimos diciendo con un hálito putrefacto, y casi balbuceando: “El viene conmigo hueón y deja pasar”. Luego de pasar una gran hilera de personas haciendo fila, quien sabe para qué, entramos a unos aposentos donde todos callan y comienzan a murmurar mientras nos miran y ríen. Un hombre de porte exuberante me empuja y me obliga a ponerme a la fila, pero como yo tengo santos en la corte, se me deja pasar sin esperar esa larga eternidad. Entro junto a mi amigo aun V.I.P. inigualable, de esos que aparecen en Wild On, o a los que nunca me dejaron entrar cuando fui a las discos de Reñaca. Pedimos unas champagnes y seguimos disfrutando, sin importar que todos murmuren y nos apunten. De pronto Cristo áureo recibe una llamada que lo mortifica por completo, y de un momento a otro, quizás por la preocupación o por la
ENTOS
rabia comienza vomitar hasta por las llagas. Intento limpiarlo pero su ropa holgada ya parece un saco de papas manchado con sangre y vino. En ese momento se toca la cabeza y se da cuenta que ha perdido su aureola. Desesperado intenta recordar donde podría haberla dejado. Yo si me acuerdo. La empeñó por una botella de ron brugal en la manhatam antes de subir. Cuando me decidí a decirle el paradero de su tan querida argolla ocurrió lo peor: Llegó su padre. Un hombre de barba frondosa y ojos dictatoriales (se dice que trabajo como torturador en varias dictaduras y que ayudo a concretar varios golpes militares) frunciendo el seño da una cachetada gigante a mi amigo y comienza a decirle: “Otra vez así, en lo mismo. Creí que esto lo habíamos hablado la semana pasada cuando te tuve que llevar a emergencias por sobredosis de anfetas y efedrina. Parece que tú no cambias. He llegado a la conclusión de que estas son tus amistades, hace años que es igual, antes celebrando con tus doce amigos partuzas eternas y ahora bebiendo con cualquier bodrio que encuentras; y así quieres manejar mi negocio”. Cuando terminó de hablar lo tomó en sus brazos y lo acostó en su celestial habitación. Se me paró en frente y me ofreció un billete de luca para el pasaje de vuelta, amenazándome que no volviera más por ahí, que ya estaba harto de que poetas ebrios, rancios y vagabundos inculquen en su hijo tan pútridas enseñanzas. Me fui lo más rápido posible y no volví a entrar en casa de mi amigo. Pero eso sí, no hemos dejado nuestra amistad. Todos los viernes nos juntamos a tomarnos unos sacrificios maya en mi nuevo hogar, desde donde les escribo este relato: El merecido infierno
La acróbata de la calle veintitrés (Prosas de una espía) Por: Caolina Torres 29 años Viña del Mar
A la mujer la vemos dormida – o bien eso parece- , tendida sobre una alfombra azul desgastada, sintiendo pena por su propio roce y fingiendo descansar; para que los demonios mentales se queden contemplándola en silencio. Resumen hasta ahora: Sufre y se ahoga. Resumen del resumen: vive dentro de un tubo de ensayo. El cuadro es el siguiente: La mujer desdichada con los ojos cerrados, haciendo un teatro de su propio teatro. El público asistente aplaude. ¿Cómo podría esta mujer ausente despojarse de la memoria? , protagonista de todas las novelas rosa, sacrificada en todos los momentos de la historia, su inmortalidad reside en ser el espejo de toda la mezquindad. Y ahí tirada, sobre el polvoriento hilo de dibujos zigzagueantes, aguarda la marginalidad del tiempo, aferrada el complejo sistema de cronometría de los relojes averiados. Resumen antojadizo: se le fueron los ojos hacia adentro. La mujer se levanta con dificultad, se sienta en el piso tapizado de rallados viejos, se sacude los bichos muertos, pegador al borde de la camisa color café. Y mirando lo que no se puede sostener, invoca a la delgada acróbata llamada tristeza. Así es como ocurre aquel maravilloso hallazgo de la infinita melancolía. En este cuarto de la calle veintitrés, lejos de las pisadas de los habitantes, la pequeña acróbata se posa sobre los hombros de un cuerpo que desea morir, y la mujer, hasta ahora sin rostro, siente como los huesos le pesan tanto como la vida. Cierra los ojos y apoya su cabeza sobre su mano izquierda, hasta sentir que ya no existe, que la sangre se encapsula en otras partes del cuerpo. Imagina entonces, que es de otra época, de otro espacio, que habita otro mundo, en donde la mujer de las acrobacias se ha suicida y en donde ella ha logrado sobrevivir.
Una vieja y loca Celestina Walton Enrique Beltrán Uyevič Quillota
-¡Vamos, anímate!, puede ser tu gran oportunidad-, le dijeron sus amigas cuando vieron en el periódico el aviso de una novedosa empresa que, provista de un moderno software computacional, buscaba las mejores consonancias entre las características de sus inscritos, de modo de establecer parejas con afanes de consolidar una última y ansiada conquista, en medio de comunes historias de fallidos intentos. Ella dudaba, pero como no hay peor intento que el que no se hace, casi con aburrimiento e incipiente enfado, dio en el gusto a sus compinches y entregó sus antecedentes. En el renglón que recogía algunas características esperadas, ella escribió: “de ascendencia italiana”, ya que estaba trabajando, en ese tiempo, como empleada en el “Estadio Italiano” y desde la translucidez de su anónima labor, había visto a algunos socios de atractiva estampa. Una molestia le incomodaba, por estar dando rienda suelta a los deseos de sus amigas y no, precisamente, por los cinco mil pesos que debió cancelar, anticipadamente, por el servicio. Unos veinte días después, cuando ya había olvidado completamente el incidente y el costo de haber cancelado ese monto, que bien podría haberlos utilizado en adquirir algún vestido o un par de zapatos que nunca están de más, un llamado telefónico interrumpió su rutina. Ella corrió al aparato, porque en esos días su padre estaba delicado de salud e internado en un centro asistencial. Su agitación volvió rápidamente a la calma al advertir que tras el auricular, una voz fría y mecánica le señalaba que la empresa informática, tras la confrontación casi inmediata de millones de códigos binarios, ya había dado con su alma gemela. La noticia la paralogizó, más aún cuando a través de la línea telefónica, su interlocutora le confidenciaba, como arrastrando una infidencia, que “es de origen italiano, tal como usted quería”. Recién se dio cuenta de que haber aceptado, tan fácilmente, el capricho de sus amigas, podía tener alguna imprevisible consecuencia, cuando la promotora le señaló, con su característica voz gastada de tanta interlocución telefónica: “necesitamos saber si el contacto lo desea hacer usted… o quiere que lo haga el joven”. Absolutamente sorprendida, pero previsora como siempre, respondió: -“yo llamaré”, ya que era una magnifica forma de continuar teniendo el control de la insólita situación.
Ella sentía, vagamente, como que en alguna cumbre nevada de su historia, una pequeña bolita de nieve comenzaba a rodar por la ladera, incrementando su volumen y su violencia de avance, a cada giro. En lo más íntimo, relacionaba esta situación con su vida y la inseguridad que eso le provocó, le molestaba profundamente. Su vida había sido difícil por cuestiones de diferencias políticas y ella había sufrido inextricablemente, porque había tenido que jugar el rol de perseguida, cuando la institucionalidad de su país había sido quebrantada por un oportunista e inmoral golpe de Estado. Ella sabía lo que era el miedo y ese gustillo, a veces morboso, comenzaba a aparecer ahora, extrañamente, en sus labios, como una pantera agazapada entre las sombras. Sin embargo, las preocupaciones que causaba su enfermo padre le habían distraído totalmente de este insólito percance en su vida, por lo que cerca de quince días transcurrieron rápidamente, entre olores a penicilina, tránsito de camillas y altavoces que, en largos pasillos, anunciaban lacónicamente la búsqueda de uno que otro médico. Una tarde, cuando ya sabía que su padre se recuperaba en el hospital, sonó nuevamente el teléfono y la misma voz de una cansada mujer se hizo escuchar. -“Nuestro consultante está esperando que usted se comunique con él, porque no lo ha hecho, ¿verdad, mi linda?”-, la voz venía cargada con un pequeño acento de reproche. Entonces ella pensó nuevamente en sus amigas y en el infeliz minuto en que acordó seguir la travesura. En realidad, recién se daba cuenta que había contraído un compromiso y que éste se mantenía incumplido. No sabía cómo era el juego que enfrentaba, pero tenía que jugarlo. Nuevamente aseguró a la funcionaria de la empresa de servicios informáticos que sería ella quién efectuaría el contacto telefónico y así lo hizo, no sin antes hacerse una serie de preguntas y respondiéndose a sí misma, como una forma de anticiparse a las posibles encerronas, que le podría deparar un juego que ella no había propuesto y que, por supuesto, no conocía. Cuando terminó de marcar el último número de la serie de guarismos que le habían hecho anotar en un papel, parecía que el disco del teléfono se detenía brevemente en cada uno de los dígitos. Entonces sintió un breve temblorcillo en sus piernas, pero respiró hondo y comenzó a escuchar un monótono y sordo pulso en el auricular, hasta que la dulce voz de una mujer, respondió del otro lado del teléfono. Ella, nuevamente se sorprendió. Esperaba, había alcanzado a imaginar, en los breves segundos de la espera, dos o
MICROCU
tres varoniles voces que, con un definido acento italiano, le saludaban para iniciar una conversación. Sin embargo, ahora ¿cómo comenzar la conversación?, ¿qué decir, cuando la voz que ella esperaba encontrar era totalmente distinta? Entonces solamente se atrevió a preguntar por el nombre del futuro candidato a pareja, pero una voz femenina que llamaba a una inmediata paz, respondió que esperaba la llamada para su hijo desde hace bastante tiempo. -“Él no puede hablar bien por teléfono, porque acaba de sufrir un accidente en el que se fracturó la mandíbula y aún no se entiende bien cuando habla; sin embargo, él está muy ansioso por tu visita, ¿cuándo puedes venir a tomar onces?”-, la voz tan dulce de la anciana despejó los primeros temores y tras unos breves intercambios, habían acordado la fecha de la visita para el fin de semana siguiente. Cuando ella colgó el teléfono, sobre la pequeña mesita ubicada a escasos metros de la puerta, recién iniciado el pasillo de la casa, un corriente helada le recorrió toda la espalda. Para ella, repentinamente, había caído la noche y fijó su mirada en el fondo del pasillo. Unas impertinentes lágrimas humedecieron la curvatura de sus ojos. Sintió encontrarse en el portal de una habitación oscura y desconocida, escuchando voces que le provocaban miedo, como en otras experiencias, que se afanaba en olvidar. -“No te creo…, ¡cuenta huevona, cuenta!”- fue la histérica interlocución de sus amigas, cuando ella les confidenció que había establecido el contacto y contó la breve historia de un posible príncipe azul algo averiado por un accidente vehicular. Entonces comenzaron los vaticinios, pero también el temor y algo de angustia, la que fue rápidamente controlada, por la promesa de sus amigas de ir en auto a ver primero la casa y el barrio, además del compromiso de que, a tal hora, la llamarían o pasarían a buscarla… o a rescatarla, si era preciso. Las mujeres comenzaron a ahogar risitas cómplices por la suerte que había tenido, de estar a las puertas de conocer a un príncipe azul italiano. Los modelos fílmicos de Fellini o Ponti, llegaron rápidamente a la imaginación un tanto lujuriosa de las amigas, que continuaban riendo y haciendo algunos chistes obscenos de la situación. Al día siguiente, efectivamente, un auto circuló lento por una calle bucólica en la que se levantaban, detrás de bellos y amplios jardines, imponentes casonas, algunas de las cuales podrían haber alcanzado, con un pequeño mayor esfuerzo financiero, la categoría de palacetes. La casona del italiano, en cuestión, era verdaderamente bella, amplia y con un extraño frontis de ventanales curvos que, seguramente, iluminarían una sala de estar de características circulares. Pasaron dos o tres días hasta que llegó el fin de semana. Ella con la garganta seca se encontró caminando por una vereda vigilada por frondosos plátanos orientales. Frente al portón de barrotes coloniales dudó un momento, pero como siempre había sido mujer de enfrentar las cosas y ya estaba allí, su dedo pulsó el interruptor del timbre. A los
pocos segundos, una anciana en actitud muy familiar, salía bamboleándose y sonriendo en forma espléndida: -“Hijita mía, qué bueno tenerte aquí…, pasa, pasa mi amor, que hace mucho calor afuera”-, fue la amorosa y diligente invitación de la anciana que bien pronto corrió el cerrojo del portón, ya avanzaba rauda hacia la puerta principal de la casona, siempre con una sonrisa que le iluminaba generosamente el rostro. Sin lugar a dudas, la temperatura al interior de la casa era mucho más agradable que en la calle, a pesar de los añosos árboles que se prodigaban en dar sombra. Los muebles eran de buena calidad, no cabía duda, a pesar de ser de un corte clásico que acusaban una larga permanencia en esa casa. La dueña, a su vez, arrastraba con mucho temple una vejez a la que no quería sucumbir. Sobre la mesa de centro del living, se desplegaba un verdadero y exquisito cóctel, con finos canapés, galletas, mermeladas y mantequilla, junto a vasos y tazas dispuestos para distintos líquidos. Tras los saludos de rigor y la manifestación del sentido de la visita, la vieja mujer comenzó a contar que su hijo se recuperaba, en esos momentos, de graves lesiones que había sufrido como consecuencia de un choque automovilístico, por lo que en realidad no podía hablar claramente, pero que teniendo un poquito de paciencia, al poco rato, una se acostumbraba de lo más fácil y comenzaba a entender todo lo que decía. La ansiosa vieja, le pidió a ella que se pusiera cómoda y que esperara unos minutos mientras iba a avisar a “su niño”. La anciana mujer no alcanzó a abandonar la sala cuando un extraño ruido un tanto gutural, que provenía de un amplio pasillo, comenzó a inundar el living. Un golpe adrenalínico en su torrente sanguíneo fue la reacción de alerta ante tal extraño ruido, el que era seguido rítmicamente por otro ruido, provocado esta vez por el arrastre de un zapato sobre el fino parqué francés de la habitación. -“Jaaa, mi nooovia, mi nooovia”-, balbuceaba un otrora esbelto joven desde lo más profundo de una destrozada garganta. Antes seguramente, había lucido su estatura que se empinaba por sobre el metro y noventa, y habría exhibido, en más de una ocasión, su musculatura de deportista de élite. Se adivinaba que en alguna oportunidad habría ondeado su pelo crespo castaño cobrizo al viento; ahora, sin embargo, era un desgraciado que a duras penas conservaba en la vertical un cuerpo torcido por las operaciones reconstitutivas. Un resplandeciente y delgado hilo de saliva le iluminaba el rostro que ostentaba, en su mejilla derecha, una gruesa y horrenda cicatriz provocada por un impacto que, más que haberle roto la mandíbula, como se empeñaba en señalar la vieja madre, le había destrozado el mentón, el pómulo y parte del cráneo. Ella, se levantó lentamente y, casi por un instinto que ahora la avergüenza, dio un imperceptible paso atrás. Sin embargo, no podía huir, le habían enseñado a no huir y menos ahora, porque el esperpento no era responsable de su situación. Al cabo de tensos minutos, en los que el soñado príncipe azul, sólo atinaba a emitir un profundo sonido en el que se
UENTOS
adivinaban repetidas las palabras: -“Mi novia, mi novia”-, la vieja mujer se levantó y sencillamente dijo: -“los dejó, para que conversen tranquilos”. Lo que sucedió después, permanece en esa nebulosa carente de cordura, que hace que los sucesos se extravíen en el tiempo. Nada está claro, pero ella se vio avergonzada y sintiéndose tremendamente turbada de no saber comportarse, porque estaba sintiendo algo de repulsión que no podía controlar, por mayor empeño de consciencia que le pusiera a su corazón. Ella sabía que no era justo sentir lástima, ni mucho menos una suerte de aversión por aquel engendro, que había conseguido acercarse lo suficiente como para abrazarla y darle algunos besos babosos en la mejilla. El living era extrañamente redondo lo que a ella le facilitó su cobarde periplo, en el que describió una perfecta elipse entre los sillones y mesa de centro de la sala. Su respirar era agitado, pero poco a poco estaba luchando por lograr el control de la situación. De pronto una serie de gritos, en los que se adivinaban groserías e impúdicas imprecaciones, se escucharon provenientes desde la cocina de la amplia vivienda. Era el padre del joven accidentado y marido de la vieja que en ese momento, apurado por una urgente explicación, se daba cuenta de lo que su esposa había urdido y ejecutado a sus espaldas, concurriendo a una empresa de búsqueda de parejas, con el oculto propósito de encontrarle una esposa a su hijo, para que se haga cargo de su vida, porque ella ya había sentido la proximidad de la muerte. Cuando el dueño de casa ingresó al living su rostro venía desencajado, con su pañuelo se enjugaba la frente, mientras que con la otra mano intentaba desabotonar el cuello de su camisa. Cuando la miró a ella, sus ojos fueron toda una súplica: -“Tengo que hablar con usted, a solas”-, le dijo, mientras su hijo se negaba a abandonar la sala y con sus garabatos guturales intentaba comunicar que ella era su novia y que se casarían el sábado. -“Está bien, hablaré con ella del matrimonio de este sábado, pero ahora déjennos solos”-, gritó el hombre, mientras su hijo seguía buscando la mejilla de ella para besarla dejando abundantes rastros de una babosa humedad, que nada tenían que ver con la pasión. -“El sábado… casarnos… comprar traje a mi novia”, balbuceaba excitado el joven, mientras era sacado de la sala por su anciana madre, que tranquila sonreía. Una vez solos en el living, ella se volvió y vio a un empresario abatido, que ya no se preocupaba en secar sus lágrimas de hombre. -“No sé cómo pedirle perdón en estos momentos-, comenzó a explicar el dueño de casa, -mi esposa se ha trastornado tras el accidente de nuestro hijo, ha enloquecido totalmente y ya ni siquiera es capaz de darse cuenta que nuestro hijo perdió masa encefálica y que ya no tiene la misma capacidad mental. Él no puedo casarse…”-, argumentó el hombre, mientras le ofrecía algo
para beber. -“No se preocupe, comprendo perfectamente, yo no sabía, cuando hice el contacto y hablé con su esposa, ella apenas me dijo que su hijo se estaba recuperando de un accidente y que por ahora no podía hablar bien”-, expresó ella. -“Ni ahora, ni nunca. Esto no tiene el menor sentido”-, sentenció el padre, mientras apuraba el último sorbo de su primer trago. Al final, fueron cuatro copas de whisky, las que se tomó ella, quien tuvo incluso que quedarse a cenar y a salir de casa después de haberse asegurado de haber convencido a los dos desgraciados, madre e hijo, unidos por la locura del genio extraviado, por la obsecración del amor maldito. La madre se fue tambaleante, pero apoyando con el mejor de los esfuerzos el destrozado cuerpo de su hijo que se cargaba sobre ella. Los ruidos guturales se fueron desvaneciendo a lo largo del pasillo. El esperpento en realidad era ahora un príncipe dichoso que fantaseaba con su casamiento. La madre no distinguía la realidad y compartía la felicidad de su hijo, mientras ella iba saliendo en silencio por el camino de piedras que serpenteaba el amplio jardín. Ella salió tristemente de la casona, dejando atrás a un padre que lloraba de indignación, vergüenza y pena y a dos locos felices, convencidos de que el sábado habría boda.
MICROCU
Un mejor hombre
Por: Michel Lefranc Cortés Quilpué
Presta todo lo que obtengas de una refinada golpiza con pinzas para pelos incrustados y compórtate de la forma del nectar nunca bebido !!!! Era cerca de las 5 pm ......la niebla hacía ver los hombros de un gásfiter a través del reflejo de un balcón de un séptimo piso..cuyo dueño puede llamarse Atilio de Rosa : -
Trigueño 1.75 mt Ojos negros Fanático de perder
Me detengo a mirarlo por solo 48 segundos en donde se funden recuerdos de " papiones " tirando mi cabello ( año 86). Le tengo algo de aprecio a ese hombre, me da nostalgia su movimiento pero no puedo sensibilizarme con el presente...ya que el futuro puede ser agua hirviendo, pelos de alfombra en mis muelas, mucha fiebre y cicatrices de quemaduras de cigarros en mi ingle. Me voy rápidamente para no proyectar cierta sabiduría en cuerpo carente de "algún día serás algo de no sé". Me da ganas de afilar mi pera en un algodón de azúcar.......saltar 3 escalones, caer y despellejarme con arrogancia........... después apretar a un indigente y darle besos tan tiernos ..como cuando un Cirujano te diagnóstica " Aneurisma ". Me como algo que no tiene traducción , respiro lo que tú envidias y me río de lo que tú aprendes............. soy otro voyerista en tu puta fantasía !!! Tengo afinación , bostezo en 4/4 y eyaculo en jengibre !!!! Miro lo que tenga colores escondidos , miedo a los perros , amo mi obra y mucho respeto a tu bufanda !!!! Es hora en donde el vicio se vuelve impaciente , la tranca se escapa, el ascensor te espera , la evolución te hace culpable y brindo por uds: Campeones !!!!
Planes para un homicidio Por Sherezade
-Debe morir, hay que matarla- piensa Clío una y otra vez cuando la mujer de cabello rojo entra en el restorán. –Sírveme una de tinto, por favor –le pide la mujer. Clío asiente con la cabeza y la sigue con la mirada hasta la mesita del fondo. Mientras abre la botella es inevitable que vuelva a recordar la frase que la mujer transmitió a los dos hombres de traje que la acompañaban la pasada noche: “Debe morir, hay que matarla, ya no hay sitio para ella”. Clío se acerca a la mesa, -¿a quién querrán matar?- se cuestiona– Decide sacar el polvo a unas botellas antiguas para mantenerse distraída y no darle más vueltas al asunto, cuando al restorán entran los dos hombres de traje. Clío se queda pasmada. –A ver si acabamos con esto de una vez –le escucha decir a uno de ellos, mientras se sientan en la mesa con la mujer. –A quién van a matar- vuelve a cavilar. Pero la risa de dos enamorados que acaban de entrar en el local rompe su ensimismamiento. -Tengo que estar confundiéndome- reflexiona-. Mirando a los amados vuelve a la realidad. –¿Qué les traigo? –les pregunta. Al rato les sirve los tragos que le han pedido. Pero no puede quitar su interés en el enigmático trío. -Se están riendo, así que lo de ayer seguro que fue paranoia mía –trata de convencerse–. Mira el reloj, que acaba de dar las ocho de la tarde. La puerta se vuelve a abrir y entra Diana. –¡Puntual como siempre! –exclama Clío–. Justo ahora estaba empezando a llegar más gente. Diana la mira con una sonrisa, entra tras la barra y se pone el delantal. –¿Cómo ha ido la tarde? –le pregunta. Clío mira hacia la mesa donde se sienta la mujer de cabello rojo fuego y sus
UENTOS
elegantes acompañantes. –Tranquila, como siempre- responde, a pesar de sus temoresClío está secando unas copas mientras observa con disimulo al trío de la mesa del fondo. Examina cada gesto y movimiento. Se da cuenta de que ya no ríen como antes, están más serios. Aún sigue secando copas cuando Diana se pone a su lado para dejar unos vasos sucios. –Es increíble como a la gente le gusta criticar- se queja Diana- ¿Por qué lo dices? –le pregunta Clío– Esa mujer y los dos hombres, escuché que hablaban de otra chica –explica Diana – Clío se ríe de manera cómplice, para ocultar su nerviosismo. –Voy detrás a colocar las cajas –le dice a Diana. –Cuando llega al almacén se apoya con la espalda en la pared. -No puede ser, el plan sigue adelante –reflexiona asustada–. Espera, piénsalo bien. ¿De verdad van a matar a alguien? Sale del almacén y se va directa al mueble que hay justo al lado de la mesa del trío y empieza a ordenar las copas. –No la podemos atropellar, sería muy sospechoso –aclara la mujer de cabello rojo. –¿Y si la ahogamos? –dice uno de los hombres– Clío cada vez se pone más tensa. Luego escucha que la mujer les dice a sus cómplices con voz baja pero segura –hay que envenenarla- En ese momento Diana la distrae. Clío se dirige hacia la barra sin poder creer lo que ha oído. – ¿Qué te pasa, tienes mala cara? –observa su compañera. La puerta del restorán se vuelve a abrir y entra una mujer elegante, con gafas de sol, una falda negra y un pañuelo azul en el cuello. La nueva comensal se dirige hacia la mesa en que está el maquiavélico trío. Clío se queda mirando la escena horrorizada. Está segura que se trata de la víctima de la que hablaban. –Si me necesitas estaré en el almacén revisando el pedido–le dice Diana- mientras se va. Se queda sola y embelesada ante la nefasta situación. La mujer se sienta en la mesa, se gira hacia la barra y le pide un whiskey. Clío sirve el trago y se dirige hacia la mesa. Escasos tres metros de distancia que se convierten en kilómetros. -¿Será ella? claro que es ella –discurre Clío– La van a envenenar aquí, van a aprovechar que hay gente para que no parezca un asesinato. Tengo que advertirle, yo no quiero ser testigo de un homicidio- la ideas de Clío se vuelcan una encima de otra. -Pero, y si se lo digo y no me cree –razona más alarmada que nunca–. Entonces ellos podrían venir por mí, saben donde trabajo, conocen mi cara. ¿Qué hago? ¿Qué hago?- se cuestiona- Acaba de llegar a la mesa y le pone el whiskey a la mujer de pañuelo azul. –No es por quejarme otra vez, pero no sé si al productor le parecerá bien que usemos veneno, la temporada pasada murieron dos con arsénico en el mismo capítulo- le escucha decir a la supuesta víctima, que le agradece por el trago. -¿¡Qué!?– recapacita excitada Clío–. –Estaban hablando de su trabajo, deben ser actores, guionistas o algo parecidopiensa ahora- Parada estática junto a la mesa. –¿Qué pasa? Parece que hubieses visto un muerto–le dice uno de los hombres viendo que se ha quedado ahí quieta. –No, por suerte no –le contesta ella, y se da media vuelta para irse a la barra. –Por cierto– alcanza a oír que le dice la mujer de cabello rojo a la del pañuelo azul –este viernes doy una cena de platos exóticos, estás invitada, no puedes faltar, hago un pez globo con especias nativas que te vas a morir cuando lo comas-.
Diversión de domingo en la mañana Estaba un poco aburrido, así que salí de la casa y me puse a caminar. Era un domingo en la mañana, mis ojos destilaban fuego y mis tripas sonaban como cuando tiras la cadena del baño una y otra vez. En una pequeña ciudad como la mía, no es fácil encontrar entretención un domingo por la mañana. Es como un pueblo de postal, en que se puede ver a algunos hombres en bicicleta dirigiéndose a la feria para comprar verdura para sus esposas, otras familias
jóvenes con sus pequeños hijos buscando pasar el rato antes del almuerzo en la Plaza de Armas y dónde el único escondite para los viejos borrachos es un bar garabateado en una sucia calle marginada como caricatura triste del mal vivir. Ese domingo por la mañana, zafando de la postal de la que muchas veces también soy personaje, decidí buscar diversión en la parroquia de la ciudad. La noche anterior, mientras nos emborrachábamos con un grupo de amigos, uno de ellos, que estudió en un colegió católico, recordó cómo de niño se veía obligado a inventar pecados cada vez que a los curas que dirigían el establecimiento se les ocurría que era jornada de confesión. Con la determinación que entrega el estado límbico entre la borrachera y la resaca, entré a la iglesia dispuesto a mentir. Mis pasos se multiplicaron con el eco del gigantesco templo, como también las retorcidas historias en mi cabeza. En ese lugar, ante alguien dispuesto a oírme y sin poder para juzgarme penalmente, podía convertirme en pedófilo, violador, asesino o lo que fuera. Diversión garantizada un domingo en la mañana en una pequeña ciudad como la mía. Por Alonso Aranda Quillota
Está bien
Por Ivo Quillota
Herrera
Más que las palabras, lo que quedaba en la retina de Nacho eran los ojos de lástima de esa mujer a la que alguna vez pudo dominar con un poco de voluntad. Abandonando la esquina donde acababan de despedirse, sus pasos se aceleraban con un escalofrío en la espalda a sabiendas que, probablemente, ella estaría viéndole caminar reconociendo esos pasos irregulares y jadeantes que él solía dar cuando estaba descompensado, ansioso o enojado. Nacho mordía sus labios al caminar casi imperceptiblemente de un lado a otro, atiborrando el vapor de rabia y frustración que llevaba en su estómago desde que se despidió de Cristina. Definitivamente, ella ya no lo amaba. Nacho había jugado todas las cartas en esa media hora de encuentro en el centro de la ciudad. Le sonrió, comentó su peinado, sus lindas botas, la empujó torpemente como un niño del brazo al compartir una risa. Todas cosas que él había dejado de hacer durante los años de relación. Jugó todas las cartas. Las adolescentes, las que siempre funcionaban, las que aprendió con otras mujeres después del término con Cristina. Pero solo recibió la misma imagen. La cara triste y la mirada lastimosa. “Está bien”. Esa frase fue la respuesta a la última oración desesperada antes de seguir con su camino al bus que lo llevaría a su trabajo lejos por cuatro días. ¨ ¿Puedo llamarte más rato?” “Está bien” Y la caminata dubitativa que le recordó a él mismo veinte años atrás en esas mismas calles, pero con uniforme de colegio y la misma mujer que lo miraba por la espalda, pero esa vez de la mano del pololo de la época. Lo cierto es que Nacho estaba consciente de las vueltas de la vida. Que su relación con Cristina era una extraña espiral que en este momento lo tenía como un perdedor desesperado por recibir un poco de ternura de esa mujer, madre de sus hijos, que iniciaba una ruta nueva por haberse aburrido de esperar que él volviera a armar la familia. La contradicción se hacía sentir con una angustia controlada pero inquietante, dobló la esquina suspirando al saberse lejos del radio de visión de su ex pareja. Ciertamente hacía tiempo que no se sentía así de patético con ella. Rememorando rápidamente los momentos de esa junta ocasional en el centro de la ciudad, Nacho recordó la
pregunta que lo hizo perder terreno y que, de cierta forma, cortó todo el empalagado verso que le estaba presentando a Cristina con el objetivo de tenerla cerca, llamar su atención e intentar una junta post semanal con objetivo sexual. “Podrías venir con tu grupo a tocar a la ciudad, hacer una gira. Podrías venir con la cantante, ¿no?” Silencio. Mirada de reprobación de él. Sonrisa lastimera de ella. No hubo respuesta, ella sabe de su historia y del lugar que eso le llevaba a tener en un diagrama muy extraño de relaciones cruzadas. Nacho no tuvo argumento, sapiencia ni ángel para salir de esa inquisidora consulta que tácitamente destruía todos los planes, los seguros y los inseguros, que tenía para con su ex mujer. Breves segundos viajó su cabeza a la imagen de ella, “la cantante”, la amante con la que mantenía una relación tan extraña como condenable incluso en ciertas esferas liberales artísticas. Y buscando la certeza para responder alguna frase que le diera a entender a Cristina que esa historia estaba muerta, no pudo encontrar la convicción para mentir. Algo que había aprendido a hacer, era a no mentir en las cosas importantes. Ella frunció sus labios gruesos, emprendió su caminata y bajó la mirada de sus gigantes ojos negros. Ella caminó rumbo a su trabajo. Él la acompañó con actitud de perro faldero, con ganas de tocarle el brazo, de cogerla del hombro, de agarrarle el culo y apretar sus piernas. Una olla de confusiones e impulsos que no logró destapar. ¨¿Puedo llamarte más tarde?”. “Está bien” Y Nacho se fue jadeando de contradicciones, mientras Cristina se quedaba atrás. La verdad, el esperaba que ella lo mirara marcharse, analizándolo como tantas veces lo hizo en esos años negros y dorados de vida familiar. Pero la verdad, es que Cristina no lo quedó mirando, volteó tomando la cartera para sacar el teléfono y hacer una llamada a un número nuevo.
La lógica de las moscas
Por:Peregrine Scriptor La Ligua
Febrero 12, 2:10 p.m., semáforo de Baquedano esquina Castillo. Catorce personas, ocho hombres, seis mujeres. Adela está en el centro de la masa, escucha música, va en dirección al banco que está cerca de allí. Debe cruzar la calle, girar a la izquierda, caminar una cuadra, girar a la derecha, caminar otra cuadra, girar a la derecha nuevamente y entrar al banco que está en la esquina de Gladiolos con Margaritas. Por ahora, espera a que cambie la luz para comenzar a avanzar. Verde. Empieza a caminar. Un hombre se le adelanta y camina en frente de ella. Asombro por un descubrimiento inesperado. Usa el mismo perfume que Daniel. Igual se le parece. Es delgado, algo crespo, entrando en años. Hace tanto que no lo veo ni sé de él. Tengo que doblar, pero él sigue derecho. Me desviaré un poco. ¿Por qué lo sigo? No es él. ¡Perfume de mierda! Intentaré no acercarme tanto o pensará que lo sigo. Aunque sí lo hago. Mejor me devuelvo. Ahí está otra vez su olor. La primera vez que lo usó fue cuando me fue a buscar en el auto de su mujer y terminamos en la playa, tirando toda la noche. Va a cruzar de nuevo, si me alejo demasiado me va a cerrar el banco. ¿Qué cresta me pasa? Cierra los ojos, respira profundo. ¡NO! Es peor. Ya, no importa. Mañana paso al banco. ¿Y si me embargan hoy por no pagar? Puta panadería y su aroma a pan recién hecho, no me deja sentir el perfume. Mierda, parece que se va a dar la vuelta. Adela gira hacia la vitrina que le está más cerca, teme que el hombre se de vuelta y la descubra. Él no lo hace. Ella respira aliviada y continúa siguiéndolo. La última vez que recuerdo haber percibido ese perfume fue cuando lo fui a ver después del choque. Ella me abrió la puerta con su sonrisa cínica que no se le despegaba de la cara nunca, sonrisa a la que no respondí. Me invitó a entrar, me ofreció algo para tomar. No, le dije. Fue a buscarlo a la pieza, la de ellos, juntos, en donde se la culeaba cuando quería y a mí cuando se podía. Salió a penas, con un par de muletas, una pierna enyesada y un cuello ortopédico.
-¡Hola! ¿Cómo estai? -Mejor que tú, parece. -¡Já! ¿y cómo supiste? ¿Cómo supe? Estuve ahí, hueón. Veníamos los dos de tirar toda la puta tarde mientras tu mujercita trabajaba sacándoles pañales con mierda a críos ajenos. -Me contó un pajarito. -¡Ah! Mira el pájaro sapo. -¿Y qué te pasó? -Choqué contra un árbol. -¡Ah! ¡¿Cómo te sientes? -Ahí… me duele todo. ¿Cómo estás tú? Yo estoy llena de moretones, creo que algo se rompió en mi pie y en mi brazo, pero no lo sé porque no he ido a médico por tener que salir arrancando para que no te encontraran conmigo. -Bien, gracias. Ya te vi, estás vivo. -Aún. Gracias por todo. Sí, claro. “Todo”. -No hay de qué. Chao. Chao, Paola. -Chaito. Adela respira profundamente intoxicándose de pasado e iras añejas gracias al perfume del desconocido. Siente el peso de haber vivido en la sombra por cuatro años, apretando los puños, mordiéndose los labios, sonriéndole a la señora. Siente el vientre revuelto por el hijo que no fue, que él no quiso, del que ella se deshizo. Siente lo que perdió, lo que dejó, lo que no fue. Cree reconocer al que fue su hombre a medias en el hombre al que sigue. Quiere tocarlo, que se de vuelta y comprobar si está en lo cierto, pero se ha alejado mucho. El hombre va cruzando, llega a la otra esquina. Adela apresura el paso, corre, deja atrás a la demás gente. Llega a mitad de camino, gira la cabeza a su izquierda; un auto. Adela cae, sangra, está inconsciente. El hombre escucha el roce violento de las llantas al frenar precipitadamente, se devuelve. Mira entre la multitud a la persona atropellada, una mujer morena, de pelo liso, con un lunar en el cuello. Le recuerda a la mujer con la que mantuvo una relación durante los primero cuatro años de su matrimonio. La gente se agrupa en torno a la mujer, él se aleja, sigue con su camino. Está atrasado, le cerrarán el banco.
CRÓNICA LA ZIGZAGUEANTE PROVINCIA Somos Provincianos Por Alonso Aranda
No somos prioridad. Pero tampoco somos problema. Aunque si llegamos a estar con la mierda hasta el cuello no esperes una solución inmediata. Si el país en que nos tocó vivir está en el culo del mundo, entonces nosotros estamos ubicados en el ojete mismo. Somos provincia. Somos provincianos. Y eso, en la fórmula algebraica de los intereses, nos pone en la incógnita. Somos cantidades desconocidas y no estamos expresados en reglas ni principios generales. Somos el gemelo deforme destinado al ático o al subterráneo y como tales debemos conformarnos con los restos que deja nuestro símil con mejor linaje. Somos el hermano menor que siempre viste la ropa andrajosa que tiró el mayor. El que juega con el juguete de acción sin brazos ni cabeza. O peor, somos el hermano del medio, al que nadie pesca. Como buenos provincianos, tenemos hitos que nos definen. En nuestro caso, solíamos escuchar en las pajeras clases de historia dictadas por dinosaurios o ballenas que Quillota estuvo a punto de ser la capital de Chile. Motivo de orgullo temprano. Lástima que Valdivia encontró cagón el cerro, el río y el valle en general y se fue un poco más al sur a iniciar el en ese entonces incipiente centralismo (que término más culiao). O por ejemplo, los profesionales ligados al trabajo de territorio aseguran que La Calera siempre ha tenido una ubicación privilegiada, pero que lamentablemente, la ciudad es víctima de sus propias potencialidades. Incluso, hay un arquitecto que se desempeña en la comuna, que afirma que los orígenes de poblamiento local están intrínsecamente ligados a consecuencias derivadas de la Primera Guerra Mundial Por supuesto contamos con personajes insignes y acontecimientos relevantes. ¡Oh sí! El perro que habla, la voltereta del Pititore, El loco Eustaquio, El loco Alfaro, El loco César, El loco Político, La Juana peo y Los Macleod (Los Maclau). El fusilamiento de los sicópatas de Viña, los muertos en el Regimiento y la familia que envenenó al marido y lo enterró en el patio, y que después fue retratada en Mea Culpa. Y recientemente una teta que es más famosa que el par de la Olivarí. Los capos de la caspa del diablo como el Pemo y El Pinganilla, que abastecían –abastecen- a toda la zona sur de Santiago; Los Pincheira y el primer tren longitudinal. La caliza, la casa de la Quintrala, El Lolo Mauricio y El Fortín. El reconocimiento del triunfo del No en el plebiscito del 80, que marcó a la ciudad cementera de un fuerte color rojo; uno de los 33 de la mina San José y el polémico caso de cambio de sangre en la alcoholemia de Leo Rey. Somos provincianos como tantos en tantas partes del orbe. Pero no por esto somos hueones. No miramos los grandes edificios con la boca abierta y tampoco aceptamos que nos metan el dedo en ella y menos aún el pico en el ojo. No. Somos vivos. Somos pillos. No es que seamos lumbreras, pero cachamos la movida. No compramos. No vendemos. Pero participamos, y más que la chucha.
POES CALLE OLVIDO
Por : Daniel Bascuñan 23 años Quillota
LA CUEVA (A Isis, por ser mi estrella Polar)
Nos gustaría morirnos para comprobar que la vida vale la Por Sherezade pena. 27 años Pero estamos vivos. El licor ha sido un sucedáneo. España Despertamos con cuchillos en las cabezas Emergida de una cueva y un aliento rancio se esparce en las habitaciones, En la que buscaba su oscuro fondo la muerte solo ha sido un juego para niños, Palpaba en la negrura algún resto de emoción un mirar sobre el balcón hacia la profundidad Paredes que la desidia humedecía un lamento escueto, drenado de la porquería diaria. Camino que la indiferencia embarraba Así caminamos con nuestras heridas Así me dirigía al estómago del sufrido Tántalo intentando acomodarnos a las cicatrices, En qué momento del camino te perdí moviéndonos un poco para no sentir tanto dolor, Hedonismo, que en los humanos habitas haciendo piruetas que anestesien con olvidos Te fuiste de mi ser sin previo aviso las pesadillas de lo que más tememos. Una llamada, un haz de luz, Después de todo, ya no queda más para nosotros, Como un brote de vida nacido de la primavera quizá esta noche de hierro frío, Con la oscuridad ya en mi espalda y cegada por Deméter quizá estas pisadas, Vomité al gusano que mis entrañas estaba pudriendo este cuerpo que pierde su luz en la oscuridad de la ciudad. Purgada y redimida he vuelto a la vida Somos dueños del hambre y del dolor de huesos, somos la pregunta pendiente que nadie se hará. Despertamos con cuchillos en las cabezas, quizá para encontrar la tan anhelada muerte esquiva, esa que deseamos para vivir, aun siguiendo todas las instrucciones, esa muerte como pepita de oro escondida en ningún porvenir.
SÍA
ENTRE EL OLVIDO, LA ESPERANZA Y LA SOLEDAD
Kallistē
(Para Lompy, porque mi corazon ríe cuando él habla) Por Sherezade 27 años España
De la montaña bajas Cargada de vida y elegancia Te insinúas a valles, piedras y árboles Rozas con tu ser cada rincón Haciéndote ver, haciéndote oír, haciéndote sentir Puro placer para unos, oro transparente para otros ¿Cuántas batallas hubo para poseerte? ¿Cuánta sangre vertieron los reyes por controlarte? ¿Cuántas lágrimas se perdieron al derramarte? Hubo un tiempo en el que eras joven y pura Respetada por todos y venerada por santos Te creías invencible, pero los años han pasado En ti, los hijos de Prometeo todos sus males han volcado Volviéndote así, esquiva y silenciosa Pasando desapercibida para algunos Y siendo el modo de vida para otros Jóvenes seducidos por tus curvas, Tu movimiento incesante y tu calma profunda, Descienden por tu cuerpo, ávidos de pasión y lujuria Deseando llegar al final para volver a sentirte otra vez.
Entre la soledad y el olvido estoy yo, Pero aún vivo para decirlo. Estos días son de nostalgia, recuerdo y olvido. Aunque no lo crean hay días para el olvido, pero no para olvidar. Para que resistImos. Para qué vimos, para esto. Para qué tratamos de despertar?
Por : Marcelo Romero 46 años Quillota
Es para acumular rabia; Si ya pasaron los 500 años. Y dale con un futuro mejor. Pasaron los mil días del Chicho Y dale con lo mismo. Debe ser hoy, si no, no seremos por qué esperar que “despierten las masas”? ¿Para qué? Hoy es la construcción, hoy la resistencia, hoy la utopía, hoy la verdad; porque el olvido pronto nos borrará estas palabras Porque la soledad ya nos está carcomiendo Entre el olvido y la esperanza nada queda Entre el olvido y la soledad estamos nosotros…Apurémonos
Ser
POESÍA
Soy un árbol, un perro, un planeta, un libro abierto, un pájaro perdido, un aliento rasgado, el ánima de un mueble, fragmentos del pasado, semilla del futuro, las milésimas restantes del presente. Soy un ser metafísico, plural, singular, aislado en un atolón del Pacífico, perdido en un pueblo de la provincia de Quillota, luchando en Stalingrado, en Santiago, en Madrid, resistiendo en Nueva Delhi, Gaza, el Tíbet, en todos los frentes de la historia.
Soy el guerrillero Ernesto, el incansable; soy el cantor Víctor, voz de los simples; soy el pastor King, dignidad para los que viven; el abogado Gandhi, libertad sin llamas; soy todas las lámparas de la historia. Balazos, todos sentados, dispersos los restos, luchando los vivos, despiertos los vivos, vivos los ojos, ojos al cielo, cielo lleno de estrellas, estrellas como lámparas.
Soy el diario de una tele encendida, soy Ícaro volando al sol que nos nubla, soy una espada levantada, un sueño acostumbrado a dormir en espinas, soy un grito, un sollozo, un susurro, el cuento con que haces dormir a tus hijos, un te amo, un para siempre. Soy cada estrella en el firmamento, soy el cura Dubois defendiendo las poblaciones, soy el anónimo joven desafiante en la plaza de Tian`anmen, el joven estudiante en Ciudad de México, Praga, Santiago, Paris, en todas las ciudades y en todos los años.
Juan Sanchez 18 años Nogales
Origen Si se recorta el papel Si se tritura la greda Si se mueve un pincel El arte Del arte nos queda. Si se juntan las letras Tras el lápiz Con un corazón que se abra Obtendremos La poesía.-
Claudia Vera 38 años Quillota
Imanuela y las geometrías de la existencia Hoy es hoy respirando se hace la vida y mira de reojo lo que cae fuera de tiesto. Otro maldice aquello que no quiere usar, las papas cortadas en pedacitos multiplican los panes. Y así la vida continúa después de amaneceres, sonoros pájaros tropicales me despiertan y por la tarde, me sorprendes por todos lados. Quietas montañas de cálido color al atardecer Cielo que se cae sobre el océano Serpentea despidiéndose la kundalini anunciando un prematuro esbozo del rojo caballo de mar Suerte tuve del sonido de los tambores acompasados al ritmo cósmico de las pulsaciones del universo. Expande la respiración recorre nuevas distancias contrae tiempo que entra Geometrías del complemento. La vida otra vez y aquí solo el presente escribiendo lo eterno de ti en mi para la historia
Poema suelto a los medios Facebook se tragó varias ideas que fueron a dar a la nada por esas cosas que tiene su misma fragilidad Ese muro frágil de la palabra digital con riesgos de que el poema desaparezca pero intento al fin de mostrar fragmentos de la existencia
Imanuela Jiron 51 años Quillota
ENSAYO LA INTUICION COMO GUIA DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES
POR: Ps.Verónica Garay Moffat *
En el psicodrama como en el teatro, una de las habilidades que se requieren para entrar en real contacto y conocimiento de los otros es la intuición. Recientemente se ha intentado efectuar algunas evaluaciones que permiten detectar el tipo de intuición predominante, como la mental, la emocional y la espiritual, entre otras. Esto significa que los canales que nos permiten vincularnos con las personas, parecen estar en algo determinados, por ciertas predisposiciones naturales. El concepto de átomo social en psicodrama, indica los vínculos significativos que realmente tenemos y de ellos dependen las redes y el poder, desde la concepción moreniana de la sociometría. Las elecciones y las afinidades electivas, no son casualidad, y se hacen según elementos conscientes, como también inconscientes, según lo que va grabando nuestra memoria corporal. La intuición en cosa de segundos, permite fotografiar corporalmente los diferentes encuentros que se tienen en la vida, y dejar un registro que quedará como referencia para las futuras interacciones configurándose así, un mapa de atracción- rechazo, que puede a través de una gráfica llevarse a números. Moreno realizó muchísima investigación al respecto, asentando los pilares de la medición de los vínculos en una disciplina que es la Sociometría. Siguiendo con la intuición como guía de las relaciones interpersonales, tenemos que sus posibilidades son enormes en el campo de lo humano , de lo artístico y también en investigación. Esto ocurre pues cuando se tiene, la visión global de lo percibido, otorga muchos elementos que otros canales suelen ignorar. Ya decía, lo corporal, lo co-racional y lo espiritual. Si desglosamos la palabra corazón, nos encontramos con la co-razón, que en su origen da sentido a una forma análisis posterior a la sintonía con los sentimientos, lo que debería enseñar a la razón a actuar de un modo más cooperativo. Sin embargo habitualmente se le ha dado a la cabeza sola el poder de decisión, tal vez por la misma posición que tiene al estar anatómicamente separada por el cuello del resto del cuerpo. En la medida que aprendamos a integrar las distintas partes del organismo conciente y hacerlas participar a través de la meditación y relajación por ejemplo, estaremos más cerca de la intuición como forma de aproximarnos a lo que creemos, es la realidad. Esta última suele ser cambiante, más aún en estos días, por lo que entender que sólo formamos parte del universo y sus leyes de atracción y rechazo, por lo tanto dejaríamos de temerle al conocimiento en movimiento, y soltaríamos las categorías estáticas del pasado.
O BIBLIOGRAFIA AUTORES LIBROS: 1. Boria, Giovanni “ Metodología de la acción para una Existencia Creadora” 1990. 2. Buchbinder, Mario, “Poética del Desenmascaramiento, Caminos de la Cura”, Editorial Planeta, Buenos Aires, Argentina,1994 3. Bustos,D., “Nuevos Rumbos en Psicoterapia” Editorial Momento, 1985. 4. Bustos, D.¨”Peligro amor a la vista”, Lugar Editorial, 1991 5. Campuzano, M, Bello, M.C., ”La psicoterapia de grupo en las Instituciones, Plaza Valdés Editores, México 2004. 6. Jung, Carl Gustav. “Psyche & Symbol”, Ed.Lazlo, 1958. 7. Matoso, Elina, “El cuerpo, Territorio de la imagen”,Ed.Letra Viva, 2007 8. Reyes Gloria, “La Práctica del Psicodrama” . Ril Editores, 2007 9. Reyes, Gloria “Psicodrama, Paradigma Teoría y Método”. Ed.Cuatro Vientos 2005. ARTICULOS DE REVISTAS E INVESTIGACION: 1 *.Garay M, Verónica..” Algunos factores de riesgo en la Salud Mental de la Mujer Rural y su abordaje desde la Terapia Grupal”. Rev.Chilena de Psicología 2005 2. Garay M.V. & Orrico C. “Construcción de una escala para evaluar el desbloqueo corporal” Trabajo presentado en el 32 annual meeting of Society for Psychotherapy Research” Uruguay TESINAS : 1. Garay,V. & Lara,P., “Mejor Solo o Acompañado, aportes del psicodrama a la terapia de Pareja”. 2007 Tesina para optar al titulo de psicodramatista. REVISTAS INTERNET 1. Población Knappe www.revistahospitalarias.org/info_2000/01_159_03.htm 2. Torres, Pedro “Sociodramática Familiar en Tres actos” www.psicodrama.cl
*Psicóloga Clinica de la Universidad de Chile, Psicodramatista formada en el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, Actualmente dedicada al trabajo clinico, grupal , terapia con familias, parejas y jóvenes. Investigadora en esta área, ha presentado sus aportes a la Sociedad de Investigación en psicoterapia, dedicando gran parte de su trabajo terapéutico al tema de la relajación y desbloqueo corporal. Actualmente la incorporación de la escena en el contexto del psicodrama ,le ha permitido desarrollar una metodología de trabajo basada en la reestructuración de la matríz.
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ESCRITOR F YOUTUBERS & OTRAS PLAGAS HÍPERMODERNAS
Youtube está lleno de porquería. Debe haber más porquería allí que en la deep web. Después de todo, para encararse con la internet profunda no basta con subir un par de videos huevones y decorar el perfil. Yo mismo tengo ahora un canal en Youtube. Podría subir un video en que me masturbara media hora respondiéndole psicopáticamente a cualquier molesto youtubers de tres al cuarto, y con certeza recibiría like en cantidades, porque Youtube es mierda, y se espera que uno también lo sea. Es obvio que hablo de los youtubers hispanoparlantes. Unilingue, no puedo escuchar de los otros mientras juego a la Play. Distinto, muy distinto a subir vídeos por un canal de Youtube, es bucear en zonas donde se te ofrecen drogas que ni sabías que existían, servicios de una atrocidad inexpresable, imágenes tan siniestras que da gusto, asesinos en oferta, pero, desde luego, allí nadie busca like… allí nadie juega, nadie pierde el tiempo, y el componente egoico está desconectado del proceso. Cuando te sumerges ahí, cuando buceas aquella mierda, y lo haces competentemente, sujeto a la función, estás siendo un alquimista, un transmutador, un artista, alguien, no cualquiera, como en Youtube. Yo sé que los youtubers “éxitosos” son unos pequeños ególatras de quinta categoría, y que no necesitan algo más para tal éxito del carajo, sea que hablen de Slenderman o de la Vírgen María, de mafiosos, elfos o videojuegos. Sigue siendo, por lejos, arte mayor, arte y no artesanía, aproximarse a la deep con estilo y eficacia, sin necesidad de que alguien te diga si estuviste bien o no. Todo esto a propósito de la proliferación de bravucones que subiendo videítos a youtube creen licenciarse de artistas. Tristemente para todos ellos, lo que hacen se parece más a un acto de repostería o una pega de fontanero. Yo sostengo que es posible hacer arte a través de Youtube. Yo me he propuesto encontrar el modo. Mas, lo que hasta ahora se ha hecho con este instrumento bien podría extirparse por completo y nada quedaría perdido. El hacker es un artista. El youtubers es un pajero, un onanista, un exhibicionista grotesco y narciso, un peridiota sin título de peridiota. O con él. Un artista no necesita que lo aplaudan. Debe ser por eso que ni los mejores payasos llegan a artistas. Bueno, Bukowski…Bukowski sí, The clown in the darkness…
A un artista genuino los aplausos le valen tres cojones. Y si se pudiera escribir anónimamente y llegar a vivir de ello, yo no dudaría en intentarlo de esa manera. El gil que sube videos y gana adeptos, y consolida un estilo, y aquí está acaso la peor parte del conflicto, con toda probabilidad, siente que ha encontrado un camino, y, ciertamente, lo ha encontrado, pero uno que no conduce a sí mismo en absoluto, sino todo lo contrario, uno que se nutre y desnutre de pulgares arriba y pulgares abajo, uno en que se vive alucinando por pinches razones brutamente cuantitativas, como alucinan los llamados demócratas, que pierden de vista que la verdad está en la minoría. Claramente, no todos los buzos de la deep necesitan ser hakcers para maniobrar allí con cierta habilidad, pero incluso los buzos desconocidos que lo consiguen a duras penas, rústicamente y de modo impreciso, en tanto no sean detectados e identificados, me parecen a mí más artistas que los verborreicos youtubers que normalmente sólo vomitan odiosidad de forma tal que entre tanta puteada y maldiciones, no acaba uno de distinguir el meollo de la cuestión, o si hay un meollo. Por alguna razón, los youtubers, los loquenderos y antiloquenderos, se muestran incapaces de aislarse creativamente del contexto mínusculo, al cabo, de Youtube. Todos hacen lo que otros hacen, o denostan y defenestran lo que otros hacen, todos insisten en los mismos tópicos pinches, todos olvidan la belleza, la experiencia de lo sagrado, el milagro cuántico y las eternas preguntas de la filosofía, circunscritos a una cloaca de alimañas beligerantes parloteando trivialidades. Buscando la aprobación de la gran mayoría de idiotas de este mundo, olvidan el buen gusto y la alegría de la existencia, tan real como aquello contra lo cual despotrican. Está el que algunos viven de su actividad como youtubers, y si innovan corren demasiado riesgo, pero que nadie me venga con que eso debería importarme. ¿Vendrán artistas youtuberos, o se acabará Youtube siendo, estéticamente, la mierda que es?... ¿a quién le importa, en cualquier caso?... y si en algo importara ¿a quién le extraña que el populacho todo lo malée? Salvo tres o cuatro excepciones, quince, veinte o treinta, en un universo de millones, la mercadería de los youtuberos se parece a la comida chatarra, y sin duda podría no parecerse tanto, en vista de lo que les escandaliza la comida chatarra, la incompetencia y la pelotudez, esto es, a saber, el propio signo, pero cualquier idiota sabe, sin sombra de duda, que la estupidez humana no tiene fin.
FANTASMA
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