Palabras de su director: Estimadas Sociedades Nacionales miembros de la Conferencia. Sean Bienvenidos a la 4ta edición del San José Model of United Nations y reciban un cordial saludo por parte de su Mesa Directiva a la cual pertenecen. En esta oportunidad afrontando una nueva Modalidad en los Modelos de Naciones Unidas como lo es un Comité basado en el Movimiento Internacional de la Cruz Roja en una de sus tantas representaciones, que demuestra los distintos matices que ofrecen las Organizaciones Internacionales y las temáticas en el Mundo Actual. Una vez más, se ha tomado el reto y la responsabilidad de llevar a cabo como Organización Internacional, el hecho de cambiar y adaptarnos a los distintos problemas que suscitan en cada rincón de la Humanidad, o como así acontece actualmente en América Latina, y a su vez comprender las distintas maneras por las cuales distintos Movimientos Internacionales se acoplan a las variadas diatribas que se generan para así cumplir su objetivo: Salvar vidas, Cambiando Mentalidades (Estrategia 2020). En esta oportunidad, lograran aprender de cómo trabaja esta Gran Organización para ayudar al prójimo y de algunas realidades que suceden día a día en nuestro Continente Hogar. Espero sepan aprovechar la oportunidad de representar a la Cruz Roja Internacional en cada uno de sus países para aportar todo aquello que así se pueda para cambiar a aquellos que nos necesitan.
Se Despide.
Bruno Valera Sosa
Presidente de la Conferencia Interamericana de la Cruz Roja.
Historia del Comité Principios Fundamentales:
Humanidad: El Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, al que ha dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin discriminación, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz duradera entre todos los pueblos.
Imparcialidad: No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando prioridad a las más urgentes.
Neutralidad: Con el fin de conservar la confianza de todos, el Movimiento se abstiene de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial, religioso o ideológico.
Independencia: El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los países respectivos, las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo con los principios del Movimiento.
Voluntariado: Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.
Unidad: En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la totalidad del territorio.
Universalidad: El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse mutuamente, es universal.
Estructura de la Organización. La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (Federación Internacional) (FICR) es una organización humanitaria fundada en 1919 en París tras la primera guerra mundial (I Guerra Mundial). Se observó la necesidad de crear una organización que agrupara a las distintas sociedades nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en materia de cooperación y ayuda. Fue Henry Davison, presidente del Comité de Guerra de la Cruz Roja Americana, quien propuso formar una federación de Sociedades Nacionales. De una conferencia médica internacional convocada por Davison nació la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, rebautizada en octubre de 1983 como Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y convertida en noviembre de 1991 en la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El primer objetivo de la Federación fue mejorar el estado de salud de los ciudadanos de aquellos países que tanto habían sufrido durante los cuatro años de guerra. Sus objetivos eran fortalecer y unir a las Sociedades de la Cruz Roja ya existentes para llevar a cabo actividades sanitarias y promover la creación de nuevas sociedades. El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja está constituido por todas las organizaciones relacionadas con la Cruz Roja y la Media Luna Roja, a saber: •
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (la Federación Internacional);
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El Comité Internacional de la Cruz Roja (el CICR);
•
Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja son componentes del
Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, organismos voluntarios de auxilio que
cooperan con las autoridades estatales. Ofrecen servicios de apoyo en rescate de accidentes, emergencias y asistencia a personas afectadas por la guerra. Las Sociedades Nacionales constan con la estructura de las Direcciones, subdividiendo los Potenciales de la Organización según la especialidad de cada una y los Voluntarios que la Integran; Las Direcciones son: Socorro, Salud, Voluntariado, Juventud, Migraciones, Búsqueda y Difusión. En el mundo hay 190 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y se están creando otras nuevas. Esta red sin parangón es la espina dorsal del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Cada Sociedad Nacional está integrada por voluntarios y personal que prestan una amplia gama de servicios que van del socorro en casos de desastre a la asistencia a las víctimas de la guerra pasando por la formación en primeros auxilios y el restablecimiento de lazos familiares. Las Sociedades Nacionales apoyan a los poderes públicos de su respectivo país en calidad de auxiliares independientes del gobierno en el campo humanitario. El conocimiento del terreno, la experiencia, el acceso a las comunidades y las infraestructuras locales de las Sociedades Nacionales permiten que el Movimiento preste rápidamente una ayuda apropiada allí donde hace falta. A menudo, los voluntarios de las Sociedades Nacionales son los primeros en llegar al lugar de un desastre y los únicos que siguen trabajando con las comunidades mucho tiempo después de que los demás hayan partido. Esta red de voluntarios y de personal, basados en la comunidad, también cumple una función vital asegurando el día a día de los programas de asistencia y prevención y preparación para desastres, ya sea visitando enfermos crónicos que padecen el VIH en África u organizando ejercicios de alerta temprana en zonas de las Américas expuestas a huracanes. Esa presencia local basada en la comunidad
y sumada al alcance mundial, los recursos y el saber hacer del Movimiento dan una clara ventaja a la Cruz Roja y la Media Luna Roja para abordar los complejos retos humanitarios de hoy en día. Pueden encontrar las direcciones e informaciones de contactos de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja miembros de la Federación Internacional haciendo click en el enlace Direcciones CR/MLR. Las 190 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja engloban 17 millones de voluntarios. Casi la mitad de esa cifra son voluntarios de la juventud. Los voluntarios representan alrededor del 50 por ciento del voluntariado del Movimiento. Las Sociedades Nacionales emplean a unas 300.000 personas en el mundo entero. Los programas y servicios de las Sociedades Nacionales para atender necesidades inmediatas y a largo plazo, abarcan: 1.
Intervención en casos de emergencia.
2. Preparación en previsión de desastres. 3. Salud y asistencia basadas en la comunidad. 4. Formación y actividades de primeros auxilios. 5. Restablecimiento de contactos familiares para damnificados por desastres. 6. Actividades de juventud y voluntariado. Comité Regional Interamericano (CO.R.I.) En 1980, las Sociedades Nacionales del Movimiento de la Cruz Roja de América crearon el Comité Regional Interamericano -CORI-, que, en esencia, es un grupo de apoyo y consulta que guía el trabajo del Movimiento en la región. El objetivo principal del CORI es la promoción y el desarrollo de las Cruces Rojas de América (Sociedades Nacionales) en coordinación con la Secretaría de la Federación Internacional de Sociedades
de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y en conformidad con las resoluciones y recomendaciones de las Conferencias Interamericanas, convirtiéndose en un recurso clave para el desarrollo de las capacidades de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en América. El Comité consta de la “Conferencia Interamericana de la Cruz Roja” CON.I.C.R., por el cual se reúnen todas las Sociedades Nacionales del Continente Americano para el análisis, debate, replanificación e instauración de nuevas medidas y estrategias para mejorar los mecanismos de acción y la Resiliencia de la Organización periódicamente. Una vez realizada la Conferencia en cada periodo de tiempo, las Sociedades Nacionales en dicho eje Continental se ven comprometidas en mejorar y cambiar aquellas estrategias y decisiones tomadas en su Conferencia anterior e informar al Comité y la Federación del impacto que este así genere.
Temática: Nuevas Estrategias (2016-2021) Educación y Objetivos del Milenio Los avances desiguales en el logro de las metas del milenio en educación condicionarán la reducción de la pobreza y la desigualdad: como se ha indicado, la desigualdad en los activos educativos es un factor clave en la persistencia de la pobreza y la desigualdad de ingreso, de etnia y de género, y por ello, avanzar en las metas de educación de los ODM, más allá de su importancia intrínseca, constituye un elemento esencial en la estrategia de lucha contra la pobreza y la desigualdad de la región. En particular, conforme al ODM-2, en 2015 todos los niños y niñas deberán poder completar un ciclo completo de enseñanza primaria, sin el cual estará vedado el acceso a la educación secundaria o universitaria, y a empleos de mayor calidad, productividad e ingresos. En conjunto, la región ha experimentado mejoras en este ámbito y está en el camino de cumplir el ODM-2 a tiempo, pues entre 1990 y 2005 la tasa neta de matrícula en enseñanza primaria pasó del 86,2% al 91,5%, y la proporción de alumnos/as que culminan la educación primaria aumentó de 83,6% a 90,9%.
Países como Argentina, Chile, Panamá o Uruguay se encuentran ya muy cerca de lograr ese objetivo, con tasas superiores al 96%. Otros países se encuentran cerca del promedio latinoamericano, y los países más pobres de Sudamérica, como Bolivia o Paraguay, ligeramente por debajo de la tasa regional. Sin embargo, en Centroamérica (con la excepción de Costa Rica) esa tasa es mucho más baja: Guatemala (58,3%); Nicaragua (64,5%); Honduras (70,6%) y El Salvador (76,1%). Por ello, en este grupo de países esa meta del milenio es especialmente relevante. En el Caribe los indicadores respecto a las metas de educación primaria eran bastante elevados hacia 1990, pues la tasa de matrícula en educación primaria se situaba, en promedio, en torno al 92%, y muestran una cierta mejora hacia el 2001, al elevarse al 93%. Hay que mencionar, no obstante, la notable excepción de Haití y probablemente de Surinam, un país para el que no se cuenta con datos. Por ello, para esta región el desafío de la calidad, que se trata en el siguiente punto, es más perentorio que el de las coberturas. Los principales desafíos en materia educativa se encuentran en la calidad, más que en la cobertura, y en la expansión de la educación secundaria y universitaria, más que en la educación primaria: el énfasis de los ODM en las tasas de matrícula y de cobertura de la educación primaria es más importante, como se indicó, para los países de renta baja y de renta media-baja. Salvo en los países más pobres de Centroamérica o Haití, esas metas del milenio son menos relevantes en cuanto al papel de la educación en el desarrollo, la lucha contra la pobreza, la movilidad y la cohesión social. Como región de renta intermedia, los desafíos se encuentran en la mejora de la calidad de la educación en todos sus niveles –en especial de la educación primaria y secundaria en las áreas de menor desarrollo–, la expansión de la cobertura de la educación secundaria y la formación profesional, y el acceso a la educación superior para los sectores de rentas más bajas. Por ejemplo, en el caso de Brasil y México, más del 50% de los estudiantes tienen problemas de lectura y en matemáticas este porcentaje asciende al 70%.
Situación Salud y los Objetivos del Milenio Una región en plena “transición epidemiológica”: como consecuencia de la reducción de la tasa de mortalidad y las mejoras sanitarias, la región experimenta una “transición epidemiológica”, es decir, la población se enferma y muere tanto por causas prevenibles –enfermedades que en el primer mundo se erradicaron hace largo tiempo: tuberculosis, disentería, cólera, entre otras– como por “patologías de la modernidad urbana”, como el infarto, las enfermedades cerebro-vasculares, el cáncer o los traumatismos derivados de accidentes de tráfico. En el Caribe, en concreto, las principales causas de muerte son las enfermedades cardio y cerebro vasculares, el cáncer, la diabetes y el VIH y sida. Es bastante probable que dicha tendencia se mantenga en el conjunto de la región. Ello supone un desafío para los servicios de salud considerablemente mayor que el que correspondería al grado de desarrollo de dichos servicios. Avances de los Objetivos del Milenio en cuanto a reducción de la mortalidad infantil: el ODM-8 pretende una reducción de dos terceras parte de la mortalidad infantil de 1990 a 2015. Los indicadores de progreso seleccionados para dar seguimiento a ese Objetivo incluyen la tasa de mortalidad infantil (menores de cinco años) y de los recién nacidos (menores de un año), así como la tasa de inmunización frente al sarampión. En cuanto al primero de esos indicadores, en América Latina entre 1990 y 2003 se ha pasado de una tasa de 55,7 a 33,2 por cada 1.000 nacidos vivos, y todos los países presentan mejoras. Se trata de un avance importante, pero insuficiente, pues está ligeramente por detrás del ritmo requerido para alcanzar esa meta en 2015. En cualquier caso, el promedio regional no debe desviar la atención respecto a los países en los que esa tasa es más elevada, como Bolivia, que entre 1990 y 2003 ha pasado de 113 a 70 por cada 1.000 nacidos vivos. Otros países que se encuentran por encima de la media son Honduras, Perú, Guatemala, Paraguay y República Dominicana. En el Caribe anglófono, la tasa de 2003 es de 21,8 por 1.000 nacidos vivos, pero en Guyana es tres veces más alta, y en Belice duplica el promedio regional. En el Caribe anglófono, la tasa de mortalidad
infantil descendió un 25% entre 1985 y 2000, pero la tasa de ese último año aún era entre 1,4 y 2,2 veces la requerida para alcanzar las metas de los ODM en este ámbito. Aunque el avance en algunos países ha sido muy importante, en otros muchos se partía en 1990 de indicadores desfavorables, por lo que resulta difícil que se alcance ese objetivo en ninguno de los países de mantenerse las tendencias actuales. La cobertura de vacunación contra el sarampión aumentó del 76% al 92% entre 1990 y 2005. Todos los países registraron un aumento de dichas coberturas, salvo Costa Rica, en la que no creció, y República Dominicana, que ha experimentado un fuerte retroceso. Los países con menores tasas son Bolivia (64% en 2003); Guatemala (75%); Haití (53%) y República Dominicana (79%). Avances en los Objetivos del Milenio en salud materna: hay muchas dificultades para medir los avances en relación a este Objetivo, pues pocos países cuentan con registros comparables en el tiempo. No obstante, los principales indicadores (tasa de mortalidad materna y la cobertura del parto por personal capacitado) presentan mejoras en todos los países de la región, salvo para Colombia y Panamá, que incrementaron sus tasas de mortalidad en los últimos 10 años. En 2000, la tasa de mortalidad materna de América Latina era de 87 fallecimientos por cada 100.000 nacidos vivos, y en el Caribe era de 113 por cada 100.000 nacidos vivos. Respecto a ese indicador, las peores situaciones se daban en Haití, con una tasa 5 veces superior al promedio del Caribe; en Bolivia, que triplicaba el promedio latinoamericano; y en Perú, que lo duplicaba. Otros países con tasas superiores al promedio eran Colombia, Nicaragua, Perú, y en el Caribe, Guyana y Surinam. En el Caribe hay pocos datos de cara a medir los avances en las metas referidas a este ODM, y se estima que sólo en Jamaica y Surinam ha habido avances apreciables. A ello se le añade que las coberturas de partos por personal calificado son deficientes en la Región Andina y en Centroamérica. Pese a los esfuerzos de los países andinos y centroamericanos, las desigualdades (por nivel de ingreso y localización geográfica, instrucción de la madre) persisten marcadamente en el acceso a la salud de las mujeres embarazadas.
Avances de los Objetivos del Milenio en cuanto a la reducción de la propagación del VIH y sida, la malaria y otras enfermedades: las tasas de prevalencia del VIH y sida en la población entre 15 y 49 años muestran un comportamiento dispar en el periodo 2001-2005. En promedio, América Latina experimentó una mejora, ya que descendieron de 0,61% a 0,55% de la población de ese grupo de edad. Los países en los que la situación empeoró, pues se registró un incremento de esas tasas fueron Colombia, El Salvador, Panamá, Uruguay y Venezuela. En el Caribe la tasa promedio, de por sí muy elevada, también empeoró, al aumentar de 1,73% a 2,02%. Si se toma sólo el Caribe anglófono, esa tasa es aún más alta, alcanzando 2,5%, la segunda más elevada del mundo por detrás de África subsahariana. En el Caribe, dentro de los países para los que hay datos, se registraron aumentos en Bahamas, Belice, Jamaica y Surinam. Los países más afectados por el VIH y sida (prevalencia superior al 1%) son Haití (3,8%); Bahamas (3,3%); Trinidad y Tobago (2,6%); Belice (2,5%); Guyana (2,4%); Surinam (1,9%); Barbados, Honduras y Jamaica (1,5%); y República Dominicana (1,1%). No obstante, en Bahamas. Barbados, República Dominicana y Haití se observa un cambio de tendencia alentador de cara a la consecución de las metas sobre VIH y sida referidas a este ODM. Si se atiende a las cifras absolutas que proporciona el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH y sida (ONUSIDA), se estimaba que en 2005 América Latina contaba con 1.600.000 personas con el VIH y sida, lo que suponía 200.000 personas más que las registradas en el año 2003. Por países, las cifras más elevadas corresponden a Brasil, con 620.000 personas viviendo con VIH y sida, seguido de México (180.000), Colombia (160.000), Argentina (130.000) y Venezuela (110.000). Según las estimaciones de UNICEF, el 40% de las personas que viven con VIH y sida en la región son niños, niñas y mujeres en edad fértil. Para la niñez afectada esta situación se traduce en un alto riesgo de exclusión en el acceso a la educación, a servicios básicos de atención, y a protección si sus padres fallecen.
En algunos países, como Jamaica, el problema de los “huérfanos del sida” ha alcanzado tales proporciones que en 2003 llevó a la adopción de programas específicos para afrontarlo por parte del Gobierno. Para las mujeres, las inequidades de género se reflejan en la propensión a la transmisión de la enfermedad. Aunque la mayor parte de los afectados en América Latina son hombres, en Ecuador y Uruguay más del 50% de los casos estimados son mujeres. En Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay las enfermedades vinculadas al sida son la tercera causa de muerte entre los hombres de 25 a 49 años de estos países. En todos los países, el estigma del sida constituye un serio problema y un factor de marginación y exclusión social debido a la falta de información y a la persistencia de estereotipos socioculturales a través de los cuales se asocia esta enfermedad a putas de vida y conducta que también son objeto de rechazo y discriminación Si bien en América Latina la incidencia del VIH y sida en los jóvenes todavía es menor que la de los adultos, el hecho de que la vida sexual tiende a iniciarse cada vez más tempranamente sin contar con una educación sexual oportuna ni un conocimiento adecuado del VIH y sida supone un importante factor de riesgo.
Violencia Social en Territorios de Paz De la seguridad del Estado a la seguridad humana: junto con el desempleo, la seguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los ciudadanos latinoamericanos. Las tasas de criminalidad de la región, y en particular de algunos países, se encuentran entre las más altas del mundo, y se estima que en torno al 40% del total mundial de los crímenes violentos se producen en esta región. Ese hecho es el resultado de la combinación de varios factores:
La crisis del Estado y los “vacíos de poder” que se producen en amplias áreas urbanas y rurales; en particular, la ineficacia, la corrupción de y de la judicatura, que se traducen en una situación de impunidad que alienta actividades delictivas que suponen grandes ingresos, y un riesgo muy bajo de ser condenado, ya que una proporción elevada de los crímenes violentos –más del 90% en algunos países– quedan impunes; a) La crisis social derivada de la persistencia de la pobreza y la marginalidad urbana y de un mercado de trabajo en el que el sector informal sigue siendo el destino de una proporción importante de los jóvenes, especialmente de aquellos que cuentan con menores activos educativos y menos posibilidades de inserción socio-laboral. Estos se ven atraídos por los mecanismos de afirmación social que ofrecen las organizaciones delictivas y sus particulares códigos simbólicos y el hecho de que la actividad delictiva es muy lucrativa y, debido a la impunidad reinante, se percibe que el riesgo de una condena penal es reducido; b) La pujanza y el fuerte atractivo económico de las actividades ilícitas, muy lucrativas y cada vez más trans-nacionalizadas, del narcotráfico, el tráfico de armas, y, en determinados países, el tráfico de personas, por cuyo control se enfrentan entre sí distintas bandas armadas. Dentro de ellas se sitúan, a menudo, los deportados de Estados Unidos por actividades ilegales, en especial el tráfico de drogas. Esas redes revelan que América Latina y el Caribe también se insertan en el “lado oscuro” de la globalización; c) El tráfico de armas y en particular el elevado número de armas ligeras disponibles en la región, que facilita el acceso a las mismas. d) Según análisis y datos de 2007 del Banco Mundial y de la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, las tasas de muertes violentas del Caribe son las más elevadas del mundo, con 30 por 100.000, con 26 por 100.000 para Sudamérica, y 22 por 100.000 para Centroamérica. En el Caribe, las tasas de violación son las más altas del mundo, y las tasas de robos y de homicidios son también más elevadas que en países con una situación comparable. Los jóvenes
están sobrerrepresentados tanto como víctimas, como perpetradores de la violencia. En República Dominicana, por ejemplo, los jóvenes cometen el 46% de todos los delitos. Los elevados costes de la violencia para América Latina y el Caribe: conforme a las estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el coste de la violencia armada y la seguridad en América Latina se situaría entre los 140.000 y los 170.000 millones de dólares anuales, lo que vendría a suponer entre el 12% y el 14% del PIB anual regional. Esas estimaciones consideran tanto los costes directos de la violencia, en la salud y la provisión de seguridad, como los indirectos, en términos de actividad económica, inversiones y empleo que no se genera a causa de la violencia y la inseguridad, al disuadir a las empresas extranjeras, y por la demanda adicional de servicios de protección. Buena parte de esos costes es atribuible a la contratación de seguridad privada, sólo accesible a los más ricos, lo que supone un factor añadido de desigualdad en la región. Este cálculo permite evaluar la violencia en términos de coste de oportunidad y estimar así qué recursos se liberarían para ser invertidos en políticas de salud, educación y de reducción de la pobreza. Para algunos países, según ese cálculo, el coste estimado de la violencia equivale al total de la recaudación tributaria y el doble de los presupuestos de educación y salud sumados.
Promoción de la Igualdad de Género La igualdad de género ha sido reconocida en la agenda internacional como un prerrequisito para el desarrollo y constituye, en la actualidad, un compromiso asumido por un gran número de países en el seno de Naciones Unidas así como por los principales organismos internacionales. En esta dirección, la Federación Internacional ha incorporado, aunque no de modo sistemático, ciertas cuestiones de género en algunos de sus documentos estratégicos como son Sociedades Nacionales que funcionan bien y la Estrategia 2010, y ha elaborado una política específica sobre esta materia.
El documento Sociedades Nacionales que funcionan bien, elaborado en 1999, hace referencia a la importancia de promover una captación de personal y voluntariado que no discrimine por razón de sexo y a la necesidad de que se favorezca el acceso especialmente de las mujeres a los empleos de cuadros. Por su parte, la Estrategia 2010, también publicada en este año, insiste igualmente en la necesidad de que los órganos de toma de decisiones y los cargos de responsabilidad reflejen una representación equitativa de hombres y de mujeres. Aparte, pone de manifiesto los diferentes roles y necesidades de hombres y de mujeres y la relevancia de elaborar programas sensibles que reconozcan la vulnerabilidad y capacidad específica de cada género en relación con otras variables como la etnia o la religión. La Política de género de la Federación Internacional, adoptada en la duodécima sesión de la Asamblea General en octubre de 1999, establece que la promoción de la igualdad de género constituye un aspecto clave en el cumplimiento de su mandato humanitario consistente en mejorar la vida de los más vulnerables y prevenir y aliviar el sufrimiento humano sin discriminación de ningún tipo. En esta dirección, dicha Política va más allá de los documentos anteriores y establece las bases para que la propia Federación y las Sociedades Nacionales tengan en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres en las áreas esenciales de trabajo como son el socorro en caso de desastres, la preparación para desastre, la salud y la promoción de los Valores Humanitarios. Su objetivo es garantizar que, de acuerdo con las necesidades específicas de hombres y de mujeres, todos los programas beneficien por igual a ambos géneros y que hombres y mujeres participen igualitariamente en todos los niveles de la Federación y de las Sociedades Nacionales. A diferencia de los enfoques centrados exclusivamente en las mujeres como grupo específico de intervención, esta Política opta por poner el foco de atención en las relaciones de género. Asume, por tanto, el concepto de “género” y el “enfoque de género en desarrollo” (enfoque GED) respaldado internacionalmente a partir de la Conferencia de Beijing (1995), la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Mujeres. Así, entiende que el término “género”, a diferencia del término “sexo” que se
refiere a las diferencias biológicas, se vincula a los factores culturales y sociales que influyen en las desiguales condiciones de vida de hombres y mujeres. El género hace referencia, por consiguiente, a los roles, responsabilidades, necesidades, capacidades e intereses que son asignados socialmente a hombres y mujeres y que se encuentran matizados por otras variables como la clase, la etnia y la religión, entre otras. La lucha por la igualdad de género pasa, según la Federación Internacional, por acabar con la discriminación de género en la asignación de recursos o beneficios y en el acceso a recursos. ¿Qué significa integrar la perspectiva de género? Son numerosas las Sociedades Nacionales que afirman integrar la perspectiva de género en el trabajo de su institución. Sin embargo, la evidencia ha puesto de manifiesto que si bien se asume el discurso de género, son pocos los esfuerzos dirigidos a ponerlo en práctica y, hasta el momento, se carece, en términos generales, de políticas, estrategias e instrumentos para promover en mayor medida la igualdad de género. En este sentido, aparte de una limitada voluntad política, se observa que existe una confusión sobre lo que significa trabajar desde la perspectiva de género. Con frecuencia, se identifica el concepto de “género” con el de “mujeres” y la evaluación de la igualdad dentro de la institución pasa por valorar el número de mujeres en puestos directivos y técnicos y los proyectos específicos dirigidos a mujeres. No obstante, el concepto de “género” va más allá de las mujeres y hace referencia, como se indica en el texto, a los factores sociales y culturales que influyen en los diferentes roles, responsabilidades y necesidades de hombres y mujeres y en sus desiguales condiciones de vida. Integrar la perspectiva de género en el quehacer de la institución, por tanto, supone considerar de modo previo las diferencias y desigualdades existentes entre hombres y mujeres para impulsar acciones que promuevan de modo efectivo la igualdad. Para ello, es necesario trabajar, como se indica en el siguiente gráfico, en varios niveles: desde la definición de las diferentes políticas hasta la materialización de las mismas en programas y servicios pasando por la participación equitativa de hombres y mujeres y la sensibilización del personal remunerado y voluntario de la institución, entre otros aspectos. Por un lado, la integración
de la perspectiva de género implica elaborar una clara política y estrategia de género que defina cómo se ha de actuar en la institución para promover la igualdad entre hombres y mujeres. Esta política y estrategia de género, por su parte, ha de abrir paso a la consideración de las diferencias y desigualdades de género en la elaboración de las diferentes políticas y estrategias de actuación de cara a promover la igualdad a través de todas las intervenciones de la institución. Paralelamente, también ha de promover una participación equitativa de ambos géneros en todos los niveles de la institución e impulsar una mayor sensibilización y formación concreta sobre cuestiones de género, a través de recursos específicos para ello, entre el personal de la institución. En cuanto a la materialización de la política y estrategia de género en los diferentes programas y servicios, se necesita además dotar de herramientas adecuadas al personal técnico. En concreto, se ha de incluir el “análisis de género” como instrumento clave para incorporar la perspectiva de género en los procesos de planificación, gestión y evaluación. Esto significa identificar cuáles son las estructuras y los procesos sociales que contribuyen a la desigualdad de género realizando: un perfil de actividades de hombres y mujeres, donde se valoren los distintos roles y la diferente distribución del uso del tiempo; un análisis del desigual acceso y control de los recursos y beneficios, estudiando los espacios del hogar, la comunidad, el mercado y el Estado; y una identificación de las diferentes necesidades e intereses de hombres y mujeres. Sólo mediante un trabajo integral en materia de género es posible contribuir a una reducción de la desigualdad entre hombres y mujeres, tanto en el interior de la institución como en las comunidades.
En su trabajo por una mayor igualdad de género, la Federación Internacional considera fundamental la promoción de la igualdad en todas sus acciones, tanto en su quehacer interno como en el externo. Desde dentro de la institución, la Federación sostiene que se ha de impulsar el equilibrio de género en todos los niveles de la institución y la igualdad de oportunidades para personal remunerado y voluntariado en
materia laboral así como una mayor sensibilización sobre las desigualdades de género. Interna y externamente, ha de impulsarse una participación igualitaria de ambos sexos pues no sólo promueve la igualdad sino que también incrementa la eficacia de la institución. En sus programas y servicios, por último, se ha de asumir que los desastres naturales, los conflictos y la inestabilidad social y política pueden afectar de modo diferente a hombres y mujeres de distintas culturas y, por tanto, que la intervención humanitaria puede tener efectos distintos en ambos géneros. Para todo esto propone que se incorporen procedimientos institucionales y medidas específicas que garanticen la aplicación del análisis de género desde la concepción a la evaluación de las acciones. De igual manera, el desarrollo de estrategias y herramientas específicas de promoción de la igualdad y la formación del personal técnico también constituyen aspectos cruciales en este aspecto
Conclusiones y Recomendaciones Conclusiones:
Actualmente en América Latina, existe una diversa problemática en Educación, Salud, Seguridad e Igualdad de Género.
Se han analizado por áreas los distintos problemas y sus focos de acción.
En Conferencias Previas se ha debatido, analizado y orientado de distintas maneras los distintos problemas en cada área.
La Cruz Roja Internacional según sus distintos modos de acción evalúa y analiza las distintas maneras de enfrentar los problemas.
Se deben formular medidas que puedan tomar las Sociedades Nacionales según sus potenciales y poderes para afrontar las distintas diatribas.
Recomendaciones:
Analizar las distintas Direcciones y sus voluntarios para la toma de distintas medidas para ayudar a disminuir las distintas áreas problemas a tratar.
Evaluar nuevas medidas a tomar por parte de las Sociedades Nacionales para contraponer las dificultades.
Mejorar los antiguos Planes y Proyectos tomados por la Conferencia para dar vigencia a las Acciones antes tomadas y prontas a tomar.
Formular distintas Soluciones en capacidades de las Sociedades Nacionales para ampliar el espectro de acción de la Organización.
Bibliografía y Anexos
http://www.ifrc.org/es/nuestra-vision-nuestra-mision/movimiento/sociedadesnacionales/ https://es.wikipedia.org/wiki/Comit%C3%A9_Internacional_de_la_Cruz_Roja http://www.cruzroja.gt/noticias/reunion-del-comite-regional-interamericano-cori/ http://mariovillarroel.com/?p=494 http://www.cruzroja.gt/noticias/reunion-del-comite-regional-interamericano-cori/ Pdf. “Estudio-Americas” de la XX Conferencia Interamericana de la Cruz Roja en su edición 2015 Houston-Texas. https://es.wikipedia.org/wiki/Comit%C3%A9_Internacional_de_la_Cruz_Roja
http://www.cruzrojavenezolana.org/direcciones.php
http://www.cruzrojavenezolana.org/index.php