BRAIDOTTI Y EL POSTHUMANO
Rossi Braidotti, una de las mujeres académicas a la par que activistas más en contacto con la sociedad de nuestro tiempo y cercana al mundo crispado en que vivimos, se sitúa en un campo inseguro pero altamente preciado y en boga como es el del cuerpoórganos-mentes-máquinas-plataformas-discursos-fronteras y las formas de entender o no el fin del humanismo y el antropocentrismo. Yo tuve ocasión de verla hace bastantes años en una breve intervención en la escalera Karakola de Madrid. Se que algunos militantes muy activos de la Radical Gay o LSD fueron alumnos o amigas suyos y la conocieron mucho más de cerca. Braidotti, de otra forma que Butler o Sedwigk, ella se ha situado en una línea de fuego algo más europea y cercana pero igualmente preocupada por conjugar las brillantes teorías sobre el género y la
performatividad (herederas de Foucault, el post-feminismo y la teoría pos-colonialista) con la realidad social cambiante, quebrada, geográficamente dispersa y humanamente en crisis del nuevo milenio. También, en esta ocasión, de los matices con los que se puede abordar el post-humanismo e incluso el anti-humanismo, por la voluntad reguladora del humanismo clásico y sus pretensiones hegemónicas y como forma, más o menos solapada, de organización social y centralidad del sujeto hombre bien posicionado (además de blanco, clase media, heterosexual, de edad mediana…) que engloba y excluye muchos matices y sujetos, dispositivos de control social y plataformas de creación y/o contestación a los regímenes (silenciosos o violentos) de “lo normal”. Esas tecnologías que para bien o para mal colonizan, mediatizan, facilitan, dificultan y complejizan nuestras relaciones con el entorno y también con nosotros mismos pudiendo suponer herramientas de una potencia increíble pero también un arma poderosa en malas manos. ¿Se puede hacer a “una ciudad inteligente” si sus gobernantes no lo son? Mejor ahorrarse los millones. Aunque el precio de los dispositivos ha bajado también la velocidad de la obsolescencia programada lo qeue nos lleva a un gran cementerio de móviles, consolas y tablees, en algún país pobre de África o Asia lejos de los grandes despachos. El feminismo, los transfeminimos en la frontera,
la sociopolítica, la filosofía postcolonial, los estudios LGTB, la militancia
antisida, el antirracismo, las nuevas corrientes de reivindicación de subjetividades negadas que nacen de los cuerpos y sus suplementos maquínicos, las prótesis, los dispositivos de interconexión así como los grandes nombres del pensamiento de varias épocas o la más reciente “teoría queer” se dan cita en este análisis lúcido de nuestra condición humana y post-humana de la mano de la autora del ya imprescindible “Sujetos nómadas” ( Argentina, Paidos), un libro sobre el género, la raza y las políticas migratorias en transformación. El libro es menos literario y ameno que “Ceros y unos”, la joya de Sadie Plant sobre el nacimiento de la informática de la mano de Ada Lovelace y Alan Turing hasta nuestros días y se aparta del tono de socialismo utópico del zoo particular o el laboratorio de Donna Haraway (“Ciencia, cyborgs mujeres”) o Sandra Harding centrándose más en la forma de vernos, repensarnos
y ser vistos como seres cuya vida personal y social e incluso sus
subjetividades se ven mediatizados por las nuevas tecnologías, pueden convertirse en adictos o incluso en prolongaciones de su cotidianidad, la sujeción a
las
comunicaciones renovadas, las nuevas formas de entender las relaciones humanas y laborales, el poder adquirido o perdido de quienes las aplican, cómo y cuando las aplican, como podemos hacernos con las resistencias y las herramientas de la más invisible de las tiranías catódicas o no. Foucault invade las consultas, las cárceles y los manicomios, pero serán definitivamente las feministas del llamado “tercer mundo” y los
raros de una comunidad gay que empieza a ser mas capitalista que capitalina los que hagan saltar, junto con los que cruzan las fronteras de los géneros, los que harán saltar los dispositivos del humanismo integrador a favor de la herejía queer, que, a su manera, tiene algo de antihumanista, si imaginamos al hombre con todas las cualidades que le suponen inherentes, y que ya ni siquiera son cualidades para muchos y muchas. Sin un optimismo ciego pero teniendo en cuenta en
las
posibilidades de resistencia, reapropiación a un futuro de control social, Braidotti pone muchos ejemplos en los transformación social y también de falso recambio, ejemplos de documentada ironía. Una transformación en la que la autora en su libro adopta una posición de observadora de giros importantes en uno u otro sentido, huyendo de la distopía y el pesimismo catastrofista. Cambios que ella reclama para la mejora social y la transformación radical de las relaciones entre los géneros y del género consigo mismo, las mejoras en el mundo laboral de hoy, el apoyo comunitario, los tejidos solidarios, la reivindicación de nuevos sujetos y su empoderamiento, la denuncia de malos tratos y las políticas individuales de la ubicación en espacios de trans-sición y contestación Esto lleva implícito la puesta en cuestión definitiva de los todavía llamados “valores universales en oposición a otros” y lleva parejo el reconocimiento de las todavía llamadas minorías y una visión positiva del desmantelamiento, que tenemos ante nuestros ojos, de los postulados mas clásicos e inamovibles del humanismo tradicional de occidente. Todo más allá de las fronteras y dualismos blanco/negro,
naturaleza/cultura,
humano/maquinico,
homo/hetero,
funcional/disfuncional. Braidotti se muestra fina y documentada en sus análisis y en sus ejemplos logra todo un ensayo denso y potente, que, a pesar de su tono filosófico, no deja de tener su utilidad y versatilidad como reflexión urgente sobre el papel que ya están tomando los elementos considerados “no humanos” o “menos humanos” como elementos enriquecedores, paradójicos, limitadores o regidores de nuestro acceso a la subjetividad, a la supervivencia, al cuestionamiento y la creatividad, a repensar la forma urgente de mejora de las condiciones de vida, a la ecología como nueva lucha a recuperar y a la diversidad social o una visión mas inclusiva de lo humano que rompa con esa misma categoría como un universal antropocéntrico, colonial, consumista, jerárquico y occidentalista.
El posthumano abre una brecha a una mirada nueva a la crítica feroz de Donald Morton en “El nacimiento de lo ciberqueer” hablando de la crisis del humanismo como algo nada nuevo pero que se reajusta y reinventa a medida que diferentes soportes, plataformas y formas de concebir el humanismo y sus lenguajes inteligibles o no viven entre nosotros/as, se reinventan, los reinventamos o nos reinventamos.
Braidotti como Butler o Segwick marca cierta distancia entre la política de izquierdas en el sentido mas tradicionalista del término (con dejes machistas, homófobos no exentos de referencias al cristianismo y la construcción del héroe fálico) a favor de un tipo de reconfiguración de la política más inclusiva, pero si Butler puede resultar algo
elitista en su manejo de escuelas filosóficas, Braidotti, por lo general, arranca de corrientes de momentos históricos recientes, de movimientos feministas y queer de movimientos de tránsito por la clase y la raza como constructos sociales, políticos con repercusiones en la cultura. El posthumanismo de Braidotti aunque, como ella misma reconoce, tiene su origen en la muerte del binomio hombre y mujer y en las enseñanzas de profesores y profesoras sesentayochistas como Foucault, Derrida, Wittig, Deleuze etc. no supone una fragmentación despolittizadora de las luchas sino un reduplicamiento de la fuerza de estas al fortalecer las subjetividades, los contextos, nla diversidad de entornos en la que luchan y los matices en los que operan para lograr una transformación social abandonando el sedentarismo intelectual a favor de la inquietud sociopolítica.