EDUCACCIÓN es un programa implementado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Secretaría de Educación de Honduras, administrado por American Institutes for Research (AIR). La elaboración de este libro para las niñas y niños de Honduras ha sido posible gracias al generoso apoyo del Pueblo de los Estados Unidos de América a través de la USAID. El contenido del mismo es responsabilidad de las autoras y autores y no necesariamente refleja el punto de vista de la USAID o del Gobierno de los Estados Unidos.
Ilustraci贸n: Elena S谩nchez.
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CREACIÓN ORIGINAL DE LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS DE INTIBUCÁ Esta edición de EL CIPOTE DEL CÁNTARO, LECTURAS DE INTIBUCÁ, PRIMER CICLO, fue realizada por el PROYECTO EDUCACCIÓN, en coordinación con la Dirección Departamental de Educación de Intibucá y las direcciones distritales de los municipios de La Esperanza e Intibucá, Masaguara, San Francisco de Opalaca, Yamaranguila y San Miguelito. ISBN: 978-99926-34-87-5 EL CIPOTE DEL CÁNTARO, LECTURAS DE INTIBUCÁ D.R. ©SECRETARÍA DE EDUCACIÓN, REPUBLICA DE HONDURAS 2014 © USAID Primera edición, 2014 Diseño de concepto: Proyecto EducAcción Edición: Jorge Martínez Mejía EQUIPO DE MEDIACIÓN María Dolores Hernández, Corina Ramos, Gladyz Patricia Orellana, Dina Estéfany García, Melvin Javier Romero, Dunia Yamileth Trejo, Pamela Tomé, Diana Patricia Rivera, Merlin Mejía, Elsa Azucena Molina, Iris Velásquez Orellana, Maximina Ramos Trejo, Nery Antonio Domínguez, Marta Arely Argueta, Maura Rosa López, Luz Angélica Requeno, Nora Judith Gonzáles, Irma Sarahí Gómez, Leonela Nohemí Benítez. ILUSTRADORES: José Emilio Hernández, Elmer Renán Gutiérrez, José Alberto Hernández, Heydi Albertina Lémuz, Glenda Nohely Requeno, Alicia Yakelin García, Lucía Dinora Gutiérrez, Edith Hernández Lorenzo, Idalma Nohemy Lorenzo Sánchez, Nohemy Hernández Vásquez, Cristina Reyes López, Adelina Vásquez Aguilar, María del Carmen Torrres Melgar, Carlos Uriel Lémuz, Erlin Joel Martínez, Fanny Rosaura Pérez, Vidal Eliud Banegas, José Vásquez Hernández, Pablo Alexis Pineda. Hecho en Honduras Se permite la reproducción total o parcial de esta producción sólo para fines educativos, por medios electrónicos o mecánicos, fotostáticos, por registro u otros métodos, siempre y cuando se respete la integridad de la misma, así como los créditos aquí registrados, mediante solicitud expresa y escrita ante los editores. Se prohíbe su reproducción con fines lucrativos
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A MANERA DE PRESENTACIÓN EL CIPOTE DEL CÁNTARO No siempre se tiene la oportunidad de contar con un libro escrito por niños y niñas en Honduras. Se suelen tener muchas dificultades, especialmente porque nuestra experiencia en la producción de nuestros propios textos ha sido débil. Pero no solo es el desafío de las dificultades del medio, sino las dificultades metodológicas para producir lenguaje creativo, lograr que los niños y niñas se expresen libremente, que se comuniquen para decirnos lo que sienten, lo que imaginan, lo que piensan. Por esa razón, es muy satisfactorio tener la oportunidad de contar con este libro: EL CIPOTE DEL CÁNTARO, un libro de cuentos escrito por los niños y niñas de distintos municipios de Intibucá. Las características de este libro es que está construido con elementos de la diversidad cultural de Intibucá, recoge con primor la visión y la experiencia lenca y la rica y variada cultura mestiza; de modo que son un reflejo de la vida de uno de los departamentos de mayor riqueza cultural en el país. En la producción de este libro participaron docentes, docentes facilitadores, directores(as) de escuelas, directores(as) distritales, facilitadores(as) del proyecto Educacción, escritores expertos, etc., son muchas personas las que han hecho posible este trabajo. Por eso debemos apreciarlo y utilizarlo de la mejor manera, para que fortalezca con eficiencia las habilidades de lectura de nuestros niños y niñas del primer ciclo escolar. Recomendamos la lectura de este libro que estamos seguros despertará en nuestra niñez el interés por la lectura.
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A LOS MAESTROS, MAESTRAS Y ESTUDIANTES Uno de los conocimientos más valiosos con que contamos, es que para aprender hay que leer. Los libros son las puertas al conocimiento y no podemos abrirlas si no sabemos leer. Los libros nos llevan a mundos de imaginación mientras satisfacen nuestra curiosidad natural, nuestro deseo de aprender. Lo primero es aprender a leer, y solo se puede lograr leyendo. Solo la lectura permanente nos convierte en buenas y buenos lectores, por eso hay que leer todos los días. Esta colección de textos escritos por los niños y niñas de Intibucá y mediados por un selecto colectivo de docentes, está llena de fantasía e imaginación, por eso creemos que despertará un gusto especial por la lectura, y logrará divertir a las y los estudiantes y a los maestros y maestras. Fueron hechos para ser compartidos en la escuela, la familia y en los espacios públicos de la comunidad. Debemos hacer de la lectura una empresa común hasta que las niñas y los niños logren una lectura fluida y comprensiva, con la dicción adecuada, de esa manera lograremos mejores rendimientos académicos. Docentes de español han recomendado que las y los estudiantes propongan actividades para fomentar la lectura con este libro, que se realicen actividades no solo en el aula, sino en el patio de la escuela y en la casa. Por ello es recomendable crear un programa de lectura que funcione periódicamente, de manera semanal y mensual. Que se organicen las niñas y niños lectores y se realicen lecturas propuestas por ellos y ellas, que compartan sus experiencias de lectura en la casa y en la escuela y que siempre se comente lo que se haya leído.
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RECOMENDACIONES PARA LEER EN FAMILIA
La lectura en familia es la más recomendable porque en la convivencia podemos compartir dudas, sugerir ideas y solucionar dificultades. Algunas recomendaciones para la lectura en la familia son las siguientes: •
Definir una hora en el día y un espacio en la casa para leer.
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El lugar debe ser cómodo y estar iluminado.
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Seleccionar juntos o juntas el texto que se va a leer.
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A las niñas y niños pequeños hay que señalarles con el dedo las palabras mientras se leen, esto les servirá para relacionar lo escrito con lo que oyen.
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Siempre hay que explorar el título, haciendo que la niña o niño lector participe intentando anticiparse al contenido del texto.
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También hay que explorar lo que observan en las imágenes haciendo preguntas sobre qué ven y a qué se refiere.
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Interrogarlos(as) cada vez que sea necesario para saber lo que imaginan sucederá a continuación.
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Solicitarles que cambien el final de un cuento o relato si lo desean.
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Al final de la lectura, preguntar sobre qué se leyó, a qué se refirió el texto, qué opina de él, si les gustó, etc.
¡LEER EN FAMILIA ES UNA GRAN IDEA!
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ÍNDICE El tamborcito y el mono
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El nombre de Chiligatoro 11 El gusano y la araña 12 El gusano y la hoja 13 Los caballos y los perros
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El arcoíris 15 Juan de la cueva 17 El cazador 19 La culebra burlona 20 Un señor y su hijo 21 Pituco el valiente 22 Mi mamá 22 La venadita y su mamá 23 El pajarito 24 La milpa 25 La Siguata en su jacal 27 Tradición lenca 28 La visita 29 El guanco del pueblo 30 María 31 El cipote del cántaro 33 Un recuerdo 35 Juancho 36 El cerro de agua y fuego
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Chiquirín al rescate 37 El pajarito 38 Don Juan y el pececito 39 Dos amigos inseparables 40 La pequeña princesa 41 Los pájaros y Yara 43
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La pájara y sus huevitos 44 La llorona 45 El gato y el ratón 46 El león 47 El perico cabeza de venado
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El hombre tigre 51 El Saracoco y los hombres
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El niño y la niña 55 El duende 57 Glosario 58
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Ilustraci贸n: Elena S谩nchez.
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Ilustración: El niño y el tamborcito - Erlin Joel MartÍnez.
EL TAMBORCITO Y EL MONO A un muchacho le decían Tamborcito porque le gustaba tocar un tambor, pero su tía, ya molesta, le dijo: —Dejá de sonar eso, cruzá el río y traeme aguacates para la cena. Y él contestó: —No, ahí sale un mono atajando la gente. Pero de todas formas obedeció y se fue a hacer lo que le pedían. Caminó despacio y sin hacer ruido cruzó el río. Atrás de un arbusto estaba el mono escondido. Tamborcito se subió a un árbol y se puso a tocar. Y el mono contento se puso a bailar. Milton Jonathan Vásquez Domínguez; CEB José Cecilio del Valle, Malguara, Intibucá.
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Ilustración: Dos toros comiendo chile - María del Carmen Torres.
EL NOMBRE DE CHILIGATORO Cuenta mi abuelo Narciso Domínguez, que a nuestra comunidad de Chiligatoro se le llama así porque había un toro con cuernos de oro. Que salía a la laguna con una vaca, a comer chile. Por eso le llamaron al lugar de la laguna Chiligatoro. Daniel Domínguez; CEB Honduras, Chiligatoro, Intibucá.
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Ilustración: El gusano y la araña - Pablo Pineda.
EL GUSANO Y LA ARAÑA En un árbol había un gusano que vio una araña, y vio que la araña tenía muchos huevos. El gusano preguntó: —¿Quieres ser mi amiga? —Sí, sí quiero ser tu amiga. —Te invito a jugar fútbol hoy en la tarde con los demás insectos. El gusano se fue contento a su casa
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y cuando era ya tarde fue a jugar con sus amigos, se divirtieron hasta que se hizo de noche. Al amanecer, la araña le dijo al gusano: —Te tengo una sorpresa, de mis huevitos nacieron más arañas. —¡Qué bueno, tendré más amigos con quienes jugar! José Otilio Hernández Díaz, Cataulaca, San Juan Intibucá.
EL GUSANO Y LA HOJA Un gusano vivía en una hoja y se la comió toda dejando solo la varita. El gusanito no tenía más comida y sin fijarse se comió solito. Luis René del Cid, CEB Juan Ramón Molina, Cataulaca, Intibucá.
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Ilustración: Los caballos y los perros - José Emilio Hernández.
LOS CABALLOS Y LOS PERROS Los dos caballos se durmieron muy cansados y cuando despertaron platicaron de sus juegos, como no había ni perros ni gente, se pusieron felices a comer zacate y a beber. Siguieron caminando, y corriendo llegaron a una cooperativa donde venden cosas, y comieron. Siguieron caminando y se encontraron con otro caballo. Éste les contó que unos perros lo quisieron morder. Les dijo que corrió y corrió hasta cansarse y llegar a una chorrera donde bebió agua. A este caballo fue al que le salieron los perros y le ladraron cuando pasó por la calle. 14
Wilmer Noel, CEB Honduras, Chiligatoro, Intibucá.
Ilustración: El arcoíris - Elmer Renán Gutierrez.
EL ARCOÍRIS Un niño vivía en una aldea muy bonita, se iba a la escuela muy temprano para ir jugando por el camino. Un día iba de regreso a su casa y estaba brisando, hacía sol, y vio un arco iris. Quiso agarrarlo, pero nunca pudo ni tocarlo, y se fue muy triste para su casa. Llorando le comentó a sus padres que no pudo agarrar el arco iris. Sus padres le conformaron y le dijeron que no todo en el mundo está a nuestro alcance. Sandy Karlery Benítez, Escuela Renovación, Los Naranjos, San Juan, Intibucá.
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Ilustración: Juan de la cueva - José Alberto Hernández.
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JUAN DE LA CUEVA En una cueva, cerca de una balastera, más allá del cerro, vivía un anciano llamado Juan. Dormía sobre un tapesco. Tenía una hornilla de piedras y, para su suerte, un pequeño río corría cerca de la cueva. Recogía mínimos, naranjas, mangos, eran sus frutas preferidas. Por las noches escuchaba aullar a los coyotes y cantar a los chiquirines. Siempre fue un anciano feliz, sus amigos eran los animales del campo y las flores silvestres. Pero un día lo encontraron muerto. Los habitantes del pueblo fueron a recogerlo para hacerle un funeral adecuado y contaron que era un anciano sabio. Bredil Ovinson Ramírez Osorio, Escuela Lázaro Martínez, Montañuela, Masaguara.
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Ilustraci贸n: El cazador - Glenda Requeno.
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EL CAZADOR Acompañado de cuatro perros, el cazador salió al bosque en busca de venados. No sabía que un dormilón, conocido como rey león, pasaba por ahí. Los perros, famosos por valientes, se adelantaron y platicaron con el león. Muy poco convencido, el león se hizo encontrar por el cazador y le dio una lección. Le peló los dientes y lo asustó. Cazador y perros regresaron, y desde ese día, el cazador aprendió a respetar. Kevin Leonel Montoya Rodríguez, Escuela República de Honduras, El Naranjo, Masaguara.
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Ilustración: La culebra burlona - José Alberto Hernández y Elmer Renán Gutiérrez.
LA CULEBRA BURLONA Una mañana se encontraron la culebra y la tortuga, y decidieron hacer una competencia. El gallo era el juez. Tortuga y culebra correrían en la competencia. La culebra se creía muy lista y veloz y no quería a la tortuga. El gallo cantó anunciando la salida. La tortuga corrió, la culebra también, pero decidió darse un baño en un charco y se durmió. La tortuga alcanzó la meta y ganó. El gallo cantó su triunfo y comenzó la celebración en todo el pueblo. Todo el mundo se alegró. Marta Yaneth Mazariegos; Escuela República de Honduras, El Naranjo, Masaguara.
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Ilustración: Un señor y sus hijos - José Emilio Hernández, Vidal Eliud Banegas.
UN SEÑOR Y SU HIJO Un señor guardaba y guardaba dinero para comprarse una casa. Su hijo también trabaja vendiendo papas en la pulpería. El sacrificio de ambos por lograr su meta fue tanto, que un día se quedaron sin comer su desayuno para ajustar todo el dinero que costaba la casa. Aunque ese fue un gran esfuerzo, ahora son de los hombres más felices que se conocen en el pueblo. Obed del Cid Mejía, Copantillo, Masaguara.
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PITUCO EL VALIENTE Pituco era un muchacho valiente de pelos parados. Trabajaba en una hacienda cuidando el ganado y ayudaba arreglando los potreros, también vigilaba durante la noche. La hija del dueño de la hacienda era muy bonita y le gustaban los animales del campo. Pituco fue creciendo y se hizo un hombre muy fuerte. Una vez que rondaba un tigre por el lugar, Pituco se fue a buscarlo sin nada más que sus manos. Por la mañana regresó con los restos del tigre colgados a la espalda. El patrón quedó admirado, por eso le permitió que se casara con su hija. Cuentan que fue feliz con su colochita. Nombre: Wendy Carolina Pérez Hernández, Escuela Lázaro Martínez, Montañuela, Mazaguara, Intibucá.
MI MAMÁ Un día fue mi mamá a traer agua y cuando llegó a la casa se le regaron los tambos y se regresó a traer agua y cuando llegó se puso a barrer y tiró la basura al pie de una parra de pataste para abonarla y tener muchos patastes para darles a todos sus hijos. Eldin Baltazar, Escuela: CEB Lempira, El Naranjo, San Francisco de Opalaca.
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LA VENADITA Y SU MAMÁ En un bosque muy lejano, vivía con su mamá una venadita a la que le gustaba mucho jugar. Un día se alejó de su casa y asustada comenzó a llorar, pero su madre ya la buscaba en el bosque muy preocupada. Por fin la encontró y la abrazó fuerte, y le dio este consejo: —No te alejes tanto que no te pueda ver, porque no podría encontrarte si volviera a suceder. Con lagrimitas en sus ojos, la venadita se pegó a su mamá y juntas decidieron olvidar aquella travesura. Jossmeli Edith del Cid López, Escuela Armando Vásquez, Copantillo, Masaguara.
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EL PAJARITO Carlitos se encontró un pajarito en una zacatera, golpeado de una alita. El pobre animalito intentaba levantarse y no podía. Tenía un lindo plumón amarillo en el pechito. A Carlitos le dio mucha lástima, lo tomó y lo llevó a su casa. Cuando iba por el camino le decía al pajarito que lo iba a cuidar mucho: —Ya vas a ver como pronto vas a poder volar y jugar con otros pajaritos. Al llegar a la casa, lo puso en una cajita. Le curaba las alitas todos los días y platicaba con él. Un día, Carlitos se levantó muy temprano y lo encontró muy alegre. Ya cantaba y podía volar. Carlitos entendía su canto, decía: —Gracias, Carlitos, por cuidarme, nunca te voy a olvidar… Luego se fue volando, y Carlitos lo vio alejarse, feliz de verlo volar. Santos Lidio Rodríguez L. Escuela José Trinidad Reyes, El Cerrón, Yamaranguila.
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LA MILPA Las gotas de lluvia surcan el campo, refrescan la tierra. Los hombres se preparan para sembrar el maicito que van a cultivar. Los pajaritos vuelan cantando, pronto tendrán que comer, abren sus alas libres, vuelan sin detenerse y sin descanso. La madre contenta da gracias a Dios, día a día va a divisar el maizal que tiene Pancho en el guatal. María Dolores Hernández Díaz.
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Ilustraci贸n: La Siguata en su jacal - Alicia Jackeline Garc铆a, Heidy Albertina Lemus.
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LA SIGUATA EN SU JACAL La Siguata vivía en el bosque, a la orilla de un río. Era una güirra chirota que no vendía los tamales por quedarse en la choza bebiendo atol en su guacal. Cierto día tenía que ir a dejar comida a su papá al trabajadero, llevaba la comida en la cesta de mezcal y agua en el cumbo de calabaza; al regresar se dio cuenta que había dejado su matata colgada en el guamil. Ya en la noche, la Siguata estaba bien dormida en el tapesco, y de repente se despertó por un grito del jolote. El jolote se asustó porque el nagual se lo quería llevar de las plumas. La Siguata se levantó sonámbula, se golpeó en el chuzo y chillando se volvió a acostar. María Dolores Hernández Paz.
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Ilustración: Tradición Lenca - Vidal Eliud Banegas.
TRADICIÓN LENCA A los motos de Intibucá les gustan las yuyugas y el chilate. En Quiragüira hacen feria de pupusas y montucas. Todas las comidas del maíz son ricas, las milpas son bellas, y el nixtamal una tradición lenca. Un día, con mi abuelo subimos a su caballo sobre el aparejo, y al pasar por la montaña, vimos al cadejo, al sisimite y al duende jugando, en medio de la noche. Dina Estéfany García.
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Ilustración: La visita - José Emilio Hernández.
LA VISITA Los güirros se ponen sus rigiles cuando llega la abuela Chinda. Mi mamá hace ticucos y atol chuco, compra maíz para los totopostes. A mi papá lo que más le gusta son las montucas. Desde la cocina se escucha el grito de mi mamá: —¡Andá, cipota, el comal está chirriando, bájalo con ese yagual; y tapá las tortillas!. Entonces se arregla las naguas que ya parecen chirajos, y le dice a mi tatita que vaya a mudar las vacas, que lleve el morral para que traiga mazorcas de la milpa. Diana Rivera, Merlin Mejía.
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Ilustración: El guanco del pueblo - Elmer Renán Gutiérrez.
EL GUANCO DEL PUEBLO Un guanco caminaba por el pueblo tirando caliches a los perros, usaba su cotón roto y sucio, seña clara que había comido un guacal de chinapopos. Corriendo porque un chirro lo seguía, tropezó en una lata larga, su salveque salió volando, con sus tecucos y el chilate que su mamita le había puesto. Al caer, se dobló la canilla y quedó janiche. Don Juan, un señor que pasaba por ahí, lo ayudó y le preguntó su nombre, luego lo llevó a su casa.
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Patricia Orellana, Alba Karina Ramos, San Miguelito, Intibucá.
MARĂ?A MarĂa camina hacia la milpa, llevando un chuzo y un guayquĂn, con el chichador sobre su espalda, un canasto en la cabeza y se pierde en el guamil. En la milpa, los chinapopos esperando que ella y su moto los siembren; se imagina sobre el comal unas sipas calientes con su atol. Por la noche, con la chicha fresca disfruta en su guacal. Yamileth Trejo, Marta Arely Argueta.
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Ilustración: El cipote del cántaro - Lucía Dinora Gutiérrez.
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EL CIPOTE DEL CÁNTARO Un cipote halaba agua en un bonito cántaro para su choza, para lavar el tapesco, porque le había caído barro. En el suelo estaba una chirica y se le choyó el caite. Entonces el chirro cayó amontonado en la hornilla y quebró el guacal en el que tomaba su chilate. Bredil Ovinson Ramírez Osorio, escuela Montañuela, Masaguara.
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Ilustraci贸n: El recuerdo - Dina Edith Hern谩ndez.
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UN RECUERDO
La voz viva de mi papá venía a mi recuerdo:
—Juan, meté el guacal a la alforja, para traer el maíz. Yo tan emocionado de ir con mi papá al campo. Corrí a traer la guarizama, el cumbo y los tecucos. Mi mamá me decía: —Güirro, no vayás chuña, ponete los caites. Y mi papá gritándole a mamá, que estaba limpiando la tumbía con el viejo yagual para moler el nixtamal: —¡Tostame las tortillas y los choros en el comal! Cuando cayó la tarde, papá trajo el ochón de ocote, anunciando que el día había terminado. Elsa Azucena Molina, Iris Velásquez Orellana.
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EL JUANCHO Don Juancho era el chuña, bajaba del charral, tenía un ciguata que montaba su macho para recoger las mazorcas de la milpa, y pasando la quebrada se halló un güizute en una alforja. En su casa lo espera Caya, con su enagua llena de cernada de nixtamal; y la María, su hija, se puso el yagual en la cabeza, y se fue al guatal, a recoger leña para atizar. Maximino Ramos Trejo, Nery Antonio Domínguez.
EL CERRO DE AGUA Y FUEGO Dice mi papá que la naturaleza es misteriosa. Mucho tiempo atrás, él y mi tatita caminaban regreso a casa, por el Valle de San Francisco de Opalaca, de lejos vieron como el cerro El Picacho tiraba bolas de fuego y grandes correntadas de agua. Estaban asombrados, hubo un gran silencio. Muertos del miedo, mi mamá dice que el cerro se había ganado a mi papá y a mi tatita. Tuvieron que buscar un curandero para encontrarlos y nunca más volvieron a pasar por ahí. Arlon Andrés Pérez, Escuela José Cecilio del Valle, San Francisco de Opalaca.
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CHIQUIRÍN AL RESCATE Cierto día soleado, cantaba feliz la chicharra. Agotado, el chiquirín oyó aquel canto. Y le gustó tanto, que decidió acercarse, pidiéndole a la chicharra agua para beber. De repente, una tijera saltó y se llevó entre sus garras a la chicharra, se detuvo en la rama de un árbol y estaba lista para comérsela. Sin pensarlo dos veces, el chiquirín orinó los ojos de la tijera que al instante soltó a la chicharra. Después de aquello, chicharra y chiquirín decidieron casarse para seguirse cuidando. Cecilio Miguel Lémuz Pérez; Escuela José Cecilio del Valle, Ojo de Agua, San Francisco de Opalaca.
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Ilustración: El niño y el pajarito - Elsy Noemy Hernández.
EL PAJARITO Este era un pajarito tan bonito, con su pico, sus patitas y sus plumitas muy coloridas. Estaba en la rama de un árbol, parecía cansado, tan cansado, que se durmió sobre la rama. Un gavilán que volaba lo vio y ¡PUM! se lo tragó de un bocado. Aterrorizado, el pajarito despertó escondiéndose dentro del hueco del árbol, contento porque solo había sido un sueño. Deysi Rosibel Vásquez. Escuela Héctor Amilcar Sánchez, San Pedrito, San Francisco de Opalaca.
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DON JUAN Y EL PECECITO A orillas de un río, se encontraba pescando un señor que se llamaba Juan. En toda la mañana solo había logrado sacar un pececito. Es muy poco para llevar a casa, pero es mejor que nada —pensó. Lo sacó de la red para meterlo en su cesta, pero el pececito aprovechó el momento y le dijo: —¿No te das cuenta que no te alcanza ni para un bocado? Elvin Jesús Vásquez Flores, Escuela Héctor Amílcar Sánchez, San Pedrito, San Francisco de Opalaca.
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DOS AMIGOS INSEPARABLES En una montaña había un conejo y un venado que se llevaban muy bien, jugaban y comían juntos. Un día llegó el venado donde su amigo y lo invitó a pasear, caminaron durante mucho tiempo y al no encontrar comida y sentirse agotados, se echaron al pie de un árbol. Ahí se durmieron profundamente. Al anochecer despertaron sin esperanza de regresar el mismo día. Cuando amaneció reanudaron el camino y al cabo de un rato encontraron una frijolera; saltaron de alegría, comieron hasta saciarse. Estaban muy felices disfrutando su nuevo tesoro descubierto. Y nunca dejaron de estar juntos. Cecilio Miguel Lémuz Pérez, Escuela José Cecilio del Valle, Ojo de Agua, San Francisco de Opalaca.
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LA PEQUEÑA PRINCESA Un día, una niña quería ser princesa, pero era muy pobre. Caminando por la playa encontró un cofre, en él había anillos y diamantes. No quiso quedárselos y se los llevó al rey. A la reina le gustaron tanto las joyas que decidieron agradecerle nombrándola princesa. Como los padres de la niña trabajaban para el rey, se sintieron muy felices con aquel acontecimiento. Edilberta Pineda, María Erminia García, Enrique Cabrera; Escuela El Esfuerzo, Lepaterique, Intibucá.
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Ilustración: Los pajaritos y Yara - Idalma Nohemí Lorenzo Sánchez.
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LOS PÁJAROS Y YARA Una mañana, al levantarse, Yara escuchó cantar a los pájaros, alegres por la llegada del invierno. Un zorzal celebraba jocosamente el acontecimiento porque sus polluelos ya estaban listos para alzar vuelo. Yara tenía una perra llamada Sombra, solía salir a ver jugar a los pajaritos en su nido y disfrutaba su canto junto a su perra Sombra. Cuando los polluelos emplumaron y alzaron el vuelo, la naturaleza se sintió feliz porque ya tenía nuevos inquilinos. Marian Susana Perdomo, Escuela Rural Mixta Patria Libre, San Esteban La Esperanza.
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Ilustración: La pájara y sus huevitos - Glenda Requeno.
LA PÁJARA Y SUS HUEVITOS Era una de esas mañanas en la que una pájara cuidaba sus huevitos en el nido. La pájara se preocupaba por lo que daría de comer a sus pajaritos. Fue al papá pájaro que se le ocurrió darles de comer gusanitos. Entonces papá pájaro voló por los gusanitos, los encontró y los masticó antes de dárselos a los pajaritos. Así los pajaritos comieron y crecieron fuertes y aprendieron a volar. Marian Susana Perdomo, Escuela Rural Mixta Patria Libre, San Esteban La Esperanza.
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Ilustración: La llorona - Heydi Albertina Sánchez.
LA LLORONA En la noche la casa cierra sus ojos. Cuentan que adentro una mujer llora, que se escucha un gran tropel en las calles de Lepaterique, como que fueran los pasos de una mujer gigante. Edilberta Pineda, María Erminia García, Enrique Cabrera; Escuela El Esfuerzo, Lepaterique, La Esperanza, Intibucá.
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Ilustración: El gato y el ratón - Glenda Requeno.
EL GATO Y EL RATÓN El gato y el ratón jugaban a las escondidas, de repente al gato le dio hambre, siguió al ratón, lo alcanzó, lo atrapó y se lo comió. Norma Martínez González, Escuela Fraternidad, Chogola, La Esperanza, Intibucá.
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EL LEÓN Un día, el león se escapó del circo, algunas personas lo vieron merodeando por el pueblo y se asustaron. Los hombres sacaron sus armas, fueron a buscarlo, pero nunca lo encontraron. El león se había disfrazado de viejito, porque era un león amaestrado. Cesar Misael Meza, Escuela; Fraternidad, Chogola, La Esperanza, Intibucá.
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Ilustraci贸n: El perico con cabeza de venado - Dina Edith Hern谩ndez.
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EL PERICO CABEZA DE VENADO El perico cabeza de venado se escapó de su jaula y se fue a toda prisa volando. Nadie sabía dónde estaba, hasta que asustó a don Pancho. Al día siguiente lo encontraron, lo atraparon y rápidamente lo enjaularon. Sus dueños, enojados, pensaron venderlo, regalarlo o cocinarlo. Pero el perico cabeza de venado se dio cuenta de todo, se hizo el muerto, y por la ventana lo tiraron. Cuando un perro lo olisqueó, se levantó de un salto, y otra vez se salvó de milagro. Laura Yolibeth Alvarado Rodríguez; Escuela Fraternidad, Chogola, La Esperanza, Intibucá.
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Ilustración: El hombre tigre - Idalma Nohemí Lorenzo Sánchez.
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EL HOMBRE TIGRE Un viejito tenía fama de convertirse en tigre, merodeaba en los bosques asustando a la gente. En el pueblo decidieron salir a buscarlo, lo encontraron, lo atraparon y lo interrogaron, pero el viejo nunca dijo nada, solo se les quedaba mirando. Como les dio miedo, decidieron llevarlo a un curandero, era el único que podía curarlo. Santos Danilo Aguilar Pérez, Escuela Fraternidad, Chogola, La Esperanza, Intibucá
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Ilustraci贸n: El Saracoco y los hombres - Elsy Noemy Hern谩ndez.
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EL SARACOCO Y LOS HOMBRES Un Saracoco estaba sentado en un ocote mirando para todos lados, pero no miró a los hombres que estaban cerca y lo mataron. Al instante, el Saracoco revivió y se fue para el monte. Los hombres lo buscaron y no lo pudieron encontrar, y se regresaron a comer, y después que comieron se fueron a la milpa. La milpa ya estaba grande y regresaron por si encontraban al Saracoco. Los perros ladraron y lo encontraron. Los hombres corrieron a matarlo, pero el Saracoco no se dejó. Le tiraban piedras y ninguna le pegó. Sin embargo, una de las piedras pegó en el ocote y lo desbarrancó. Pero el Saracoco voló a otro ocote. Los hombres lo buscaron hasta el anochecer, pero no lo pudieron encontrar, y el Saracoco siempre estuvo muy cerca de ellos. Edgar David, Escuela José Santos Aguilar, Arenales, La Esperanza, Intibucá.
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Ilustración: El niño y la niña - Any Adelina.
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EL NIÑO Y LA NIÑA Un niño y una niña jugaban pelota por la mañana; cerca del campo donde jugaban, había una poza de agua. Uno de ellos lanzó tan fuerte la pelota que fue a dar a la poza. Buscaron un palo para sacarla sin darse cuenta que del otro lado, un león bebía agua de la misma poza. Muy asustados salieron corriendo, llegaron a su casa y casi sin aliento contaron a sus padres lo que les había sucedido. Sus padres los reprendieron, pero ellos no obedecieron y volvieron a la poza por la pelota, pensaron que el león ya se había ido y que ya estaría dormido. Con cuidado sacaron la pelota y regresaron saltando, felices de haberlo logrado. Héctor Yobany Hernández; Escuela José Santos Aguilar, Arenales, La Esperanza, Intibucá.
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Ilustración: El duende en el río - María del Carmen Torres.
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EL DUENDE De regreso de la escuela a mi casa, paso por un río. Una vez que vi hacia abajo del río, un duende se estaba bañando. Con una voz muy ronca me dijo: —¿Quieres bañar conmigo? Sentí que el cuerpo se me engrifó de miedo, salí corriendo y empezó a seguirme. Como pude, agarré un palo, se lo aventé, y como por arte de magia desapareció. Andaba un pantalón verde y una camisa de vistosos colores. Desde ese día no volvió a aparecérseme en el río. Henry Osmín; Escuela Fraternidad, Chogola, La Esperanza, Intibucá.
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GLOSARIO: 1.
Güirros:
Niños, niñas
2. Rigiles: Trapos 3.
Ticucos:
Tamal de maíz con frijoles
4.
Atol chuco:
Atol de maíz fermentado
5.
Totoposte:
Pan tostado, de maíz
6.
Montuca:
Tamal de maíz tierno, con carne
7.
Chirriando:
Ardiendo
8.
Yagual:
Trapo de uso en la cocina
9. Naguas: Faldas 10.
Chirajos:
Trapos viejos, gastados
11. Tatita: Abuelo 12.
Mudar las vacas:
Cambiarlas de potrero
13.
Morral:
Bolsa de hilo vegetal
14.
Guacal:
Recipiente hecho de jícaro
15.
Choza:
Casa con techo de zacate
16.
Tapesco:
Cama hecha de varas de madera
17.
Chirica:
Estiércol de gallina
18. Choyarse:
Deslizarse
19. Chirro: Niño, niña 20.
Alforja:
Bolso doble, para cargar viandas
21.
Guarizama:
Machete largo de doble filo
22.
Cumbo:
Recipiente hecho de calabaza
23.
Tecuco:
Tamal de maíz sin condimento
24. Chuña: Descalzo
58
25.
Caite:
Sandalia de cuero crudo
26.
Tumbilla:
Canasto, cesta
27.
Nixtamal:
Proceso de alcalinizar, cocer el maíz
28. Choros: Hongos comestibles 29.
Comal:
Plancha de barro o hierro para cocinar en la hornilla
30.
Ochón:
Manojo de ramas de maderas de pino, ocote
31.
Ocote:
Madera de pino con resina
32. Siguata:
Niña
33.
Cumbo:
Recipiente hecho de calabaza
34.
Matata:
Bolsa o canasta de mezcal
35.
Tuza:
Hoja que envuelve la mazorca del maíz
36.
Moto, mota:
Niño, niña
59
60