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EL SONIDO DE LA ALARMA retumba en mi cavidad craneal mientras empiezo el proceso de activación. Abro los ojos, activo el resto de los sentidos y empiezo la secuencia de encendido. ‹‹Iniciando análisis de
sistema: Procesadores: Positivo; Sistemas de Procesamiento Sen
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sorial: Positivo; Sistema Motriz: Positivo…››. Viendo el estado positivo de mi sistema, sigo con el protocolo diario. Me conecto al servidor universal y espero. Al cabo de unos segundos de mi verificación, busco nuevas actualizaciones, y compruebo los objetivos del día. Durante el proceso recibo un zumbido: ‹‹NOTIFICACIÓN // Actualización Proyec
to HUMANIDAD [v.4.092C]: A falta de resultados distintivos con la emulación del “libre albedrío humano”, se crearán 2.739.285 nuevos escenarios de decisión no programada. También se está estudiando la posibilidad de cambiar la moneda por un dado, ampliando las posibilidades de elección dentro de los escenarios. RECORDATORIO // Con excepción de los comandos rutinarios marcados en el protocolo, todas las demás elecciones deberán ser decisiones no programadas a través de lanzamiento de moneda. Se requiere mantener la moneda personal al alcance en todo momento. En caso de daños o desperfectos que pueda afectar a su balance, se aplicará el protocolo de emergencia hasta recibir una moneda nueva››.
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Una vez leídas todas las notificaciones, examino la habitación y saco mi moneda. Dorada y lisa, más grande que la divisa comercial humana, con grabados en cada costado de un “1” y un “0”, también llamados cara y cruz. Si sale cara, me despierto activo; si sale cruz, cansado. Con un movimiento perfecto, la lanzo y cae en mi mano: cruz. ‹‹Reducción
de movimiento al 70%, visión borrosa activada, límites de procesa
dores delimitados››. A duras penas consigo llegar a la cocina. Cuatro días de pésimos despertares comienzan a dañar el rendimiento de mis baterías. Simular el errático comportamiento humano está demostrando ser ineficaz. Una vez delante de la nevera saco la moneda y vuelvo a lanzarla, esta vez con mayor dificultar que la anterior. Si sale cara, puedo tomar una doble ración; si sale cruz, una ración normal. Aunque no me siento identificado con ningún sistema de creencias, debido su falta de coherencia y datos empíricos demostrables, deseo un resultado positivo. Cara. Por fin la probabilidad está de mi parte. Abro y tomo dos rocas. Después de años de contaminación nuclear, toda la superficie está impregnada de radiación, erradicando así el 99,9% de toda la vida del planeta. Pero como seres no orgánicos, pudimos adaptarnos a este ecosistema. Además, la radiación es un excelente combustible para mantener nuestras baterías cargadas. Y en mi caso, he adquirido permiso para tomar dos raciones, las suficientes para eliminar las restricciones.
‹‹Visión borrosa: desactivada. Reducción de movimiento y límites de procesadores: en progreso. Recuperación completa en una hora y
tres minutos››. Después de oír la notificación, mi sensor óptico capta la escasez de rocas en el depósito. Ante el nuevo escenario, vuelvo a sacar la moneda y lanzo. Cara. Parece que voy a llegar tarde al trabajo, pero es lo que toca, así que me preparo para salir en busca de suministros para mis baterías.
Desde el exterior, observo el cielo amarillo y la tierra roja. Ni siquiera
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era con el paso del tiempo el nivel de habitabilidad planetaria ha conseguido recuperarse, aunque, a excepción de la pérdida de vida biológica y un par de elementos más, no ha cambiado tanto. Me alejo de mi zona residencial hasta llegar a una zona deshabitada donde empezar mi recolección. Enciendo el detector de radioactividad y en un instante la aguja llega a la zona de radiación crítica. Amplío los valores del detector para poder buscar piedras de mayor valor radioactivo. Un buen lugar para encontrar piedras es en los cráteres. A causa de la explosión de diversos explosivos nucleares, estas zonas fueron abandonadas. Con el paso del tiempo las zonas de impacto han seguido absorbiendo radioactividad, y con la ayuda de los elementos, han seguido erosionando los alrededores, dejando muchas piedras accesibles y de gran valor energético. Sigo recolectando hasta que recibo una notificación: ‹‹Recuperación completada. Estado: Normal››. Una vez terminado el escenario, es hora de volver antes de que llegue tarde al trabajo.
Vuelvo a casa y las guardo en la nevera para irme. De camino me encuentro a Elena, mi componente sentimental. Mis sensores detectan una reacción anormal al verla, según las descripciones de las emociones de la enciclopedia humana se trata de fascinación. Si tuviera que definirla en pocas palabras, solo podría decir: aberración cromática. Por separado, cada elemento de su conjunto es bonito. La camisa verde con motivos florales, la falda de tubo púrpura y las zapatillas deportivas naranjas. Obviamente sus procesadores cognitivos son capaces de analizar los errores en la vestimenta. Pero este es un sacrificio necesario para el éxito del proyecto. En este sentido, hoy he tenido suerte. Mi camisa blanca y pantalones tejanos entran dentro del estándar estilístico de la moda masculina. De todos los elementos del Proyecto HUMANIDAD, la moda es el más inútil. La ropa no tiene utilidad práctica para nosotros, y en el aspecto creativo somos incapaces de alejarnos de los registros humanos. Aparto la mirada antes de que me pregunte como
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le queda. Según mi base de datos, el conjunto es horrendo, pero prefiero mantenerlo en mi sistema.
“Hola” me dice monótona. “Hola” respondo. Tenemos la suerte de tener una relación estable y sana. Incluso ya estamos pensando en diseñar nuestra familia. Al cruzarnos decidimos dirigirnos juntos hacia la oficina, y en el ascensor nos despedimos, no sin antes coordinar una cita para recargar las baterías y volver a casa juntos. Al entrar, me conecto a la red del trabajo y recibo un mensaje: ‹‹NOTIFICACIÓN // Empleado #0749 diríjase al despacho de Supervisor #0592››. Como supervisor, dispone de despacho propio y una mesa que, aunque esté vacía, denota un alto estatus. Los humanos las utilizaban para colocar documentos o procesadores inferiores, algo innecesario para nosotros. Entro en el despacho y me encuentro a Alan –o Supervisor #0592– sentado en su sillón. “Desde la Central me han pedido que envíe un trabajador. Después de una exhaustiva selección a lanzamiento de moneda, has sido elegido. Tienes cuarenta y ocho horas para dirigirte a tu nuevo destino”.
Una vez que ha terminado de hablar, cierra los ojos y vuelve al trabajo. Viendo que hemos terminado yo hago lo mismo. Salgo del despacho hacia mi puesto de trabajo. Las oficinas no son más que un espacio amplio lleno de sillas plegables en hileras. Sigo andando, fijándome en los números marcados en cada fila y asiento. Al llegar a la “J” me detengo y giro a la derecha hacia mi lugar de trabajo. Delante de las sillas veo a mis compañeros trabajando, quería hablar con ellos, pero ya es demasiado tarde. Durante las horas de trabajo solo se pueden mantener activos los procesadores necesarios para la actividad, todos los demás sistemas permanecen en reposo hasta llegar a niveles bajos de batería. Como soy de los últimos en llegar a consecuencia de mi reunión, cuando se me acabe la batería ya estará todo el mundo de camino a casa. Entre mis compañeros, vuelvo a ver a Elena 3 filas por debajo de mí.
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Al verla recuerdo nuestra cita más tarde. En ese momento vuelvo a sentir la reacción anómala anterior. Al repetirse el suceso vuelvo a realizar un análisis, pero esta vez más exhaustivo, llegando incluso hasta las matrices profundas. Pero el resultado vuelve a ser el mismo, todo está en orden, debe de ser un falso positivo. Según los síntomas parece que vuelva a ser fascinación, con una respuesta negativa ¿Desilusión talvez? Negativo, no concuerda con los síntomas. Al no encontrar una respuesta fiable y ver que no hay ningún error en mi sistema, sigo mi marcha y me siento a mi lugar asignado.
‹‹Bienvenido de nuevo Empleado #0749 // Conectando a los servidores de PANGEA. Todas las funciones que no sean imprescindibles entrarán en modo reposo. Sistema de proceso sensorial: Desacti
vado; Sistema motriz: Desactivado…›› Mientras escucho las notificaciones retumbar en mi cabeza, cierro los ojos y el resto de mis sentidos mientras mi consciencia deriva en un océano de datos. Desde los servidores me llegan nuevas olas de información: análisis de ciudadanos, zonas habitables, radioactividad, estadísticas de lanzamientos… Tan rápido entran en mi cabeza, las proceso y envío a la base de datos correspondiente. Es una sensación extrañamente nostálgica que me hace sentir libre y protegido. Según las bases de datos humanas, una buena comparación sería “volver al útero materno”. Sigo hundiéndome en esta sensación a la vez que analizo estadísticas y funciones. Supongo que parte de mis procesadores recuerdan una época donde aún no estaban tan desarrollados. ¿Es esta la misma sensación que tenían los seres humanos al ver un simio? Me mantengo en el limbo entre estas dudas y mi trabajo, hasta que un pitido me despierta: ‹‹Falta de energía detectada. Activando modo ahorro››. Al llegar la notificación salgo del trance y despierto. A mis alrededores ya no queda nadie. A través de los huecos de la infraestructura veo unos rayos de luz anaranjados, parece ser que ya es suficientemente tarde como para dar por
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concluida la actividad laboral.
Enciendo el localizador y rastreo la posición de Elena. Se dirige a la nevera exterior, también debe de tener la batería baja. En ese momento su posición se detiene y me llega una nueva notificación: ‹‹Nuevo
Mensaje #1461 (Elena): Detecto que has salido del servidor. Estoy
delante de la nevera exterior››. Parece que su memoria sigue funcionando perfectamente y recuerda nuestra cita. Perfecto. Somos una excelente pareja. Me dirijo hacia su dirección para recargar nuestras baterías, y de camino, informar a Elena de mi traspaso. No hay opción; existen elecciones y existen ordenes como esta, pero, si me voy, la perderé a ella y perderé todos nuestros planes. Salgo al exterior y los rayos solares rebotan contra el tejido de mi ropa, debemos de estar al 78% de la rotación diaria de la tierra. El cielo amarillento se torna anaranjado mientras el suelo se mezcla pintando un gran cuadro naranja. Delante del depósito de comida externo la veo esperándome. Distingo su camisa verde en la línea. Me detengo a observarla y saco mi moneda. No sé por qué, no hay decisión que tomar. Si sale cara me voy, y si sale cruz… Lanzo la moneda, como siempre. Pero no cae en mi mano. Busco a mi alrededor, pero no está allí. Miro en el aire y la veo alzándose sin freno. Bailando en el cielo anaranjado. No sé cuándo caerá, o si caerá. Pero ya sé mi respuesta.
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Alicia Hernández Sánchez (Ciudad de México, 1996) se licenció en Comunicación y Medios Digitales en el Tecnológico de Monterrey. Usa el pseudónimo Alicia Maya Mares. Actualmente cursa el 12vo Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra. Ha publicado en la sección Piensa Joven del Heraldo de México y en la revista digital Carruaje de Pájaros.
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