S Moda (August 2017)

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VIVIR DEL

Eindhoven creció y alumbró al mundo con sus bombillas, y ha sabido reinterpretar ese pasado de fábricas en clave de innovación y diseño industrial. En el centenario del movimiento De Stijl, visitamos a los nuevos creadores holandeses Texto Ana Fernández Abad Fotos Germán Saiz

Piet Hein Eek ha creado un espacio multidisciplinar cerca de Strijp-S, un barrio de antiguas fábricas reconvertidas. Además de sus oficinas y taller (izda.), tiene restaurante (en la imagen) y tienda.


ilovatios y lámparas incandescentes. Así empezó todo. «Eindhoven se conocía como la ciudad de Philips y ahora es la ciudad del diseño. Ha sido una gran apuesta, muy controlada, en la que ha habido una unión simbiótica entre los diseñadores y la urbe, una ayuda mutua», explica el valenciano Nacho Carbonell (nachocarbonell.com), afincado desde 2004 en esta ciudad de Brabante –la quinta mayor de los Países Bajos, con 209.000 habitantes–, que protagonizó un auge industrial gracias a las fábricas de la empresa de electrónica creada en 1891. Cuando la compañía decidió trasladar su producción a otros países en los años 80 y los grandes edificios comenzaron a quedarse vacíos la apuesta por el diseño fue el leitmotiv de su reconversión industrial: se animó a los creadores a instalarse allí, se les cedieron los amplios locales vacíos. Se impulsó una escena. El primer estudio de Carbonell estuvo en una iglesia ocupada con permiso de las autoridades. Ahora trabaja en un polígono a las afueras con aires de cooperativa creativa. Sus obras –oníricas y conectadas con la naturaleza– están en la galería de la milanesa Rossana Orlandi, una de las voces que dictan quién es quién en el diseño internacional. Ella, precisamente, fue la figura que, en 2002, con la apertura de su espacio en una antigua fábrica junto al corso Magenta, amadrinó la pujanza de la nueva ola del diseño holandés: vio en Piet Hein Eek, Maarten Baas o Nacho Carbonell a los herederos de una tradición creativa que vivió un momento de esplendor en los Países Bajos con De Stijl. Ese movimiento –liderado por Theo van Doesburg y del que formaron parte Piet Mondrian, Gerrit Rietveld o Bart van der Leck– aspiraba a la integración de las

TILBURGO, PASADO TEXTIL Situada a 40 kilómetros

de Eindhoven, fue la ciudad de los telares. Allí hubo hasta 50 fábricas de tejidos. La última cerró en 2008, pero su memoria se mantiene en el Museo Textil de Tilburgo (textielmuseum.nl, arriba; la alfombra es de Lizan Freijsen), cuyo Textile Lab crea telas para Jaime Hayón o Viktor & Rolf.

Sobre estas líneas, Piet Hein Eek, uno de los grandes nombres del diseño holandés, en su estudio. Creó los taburetes de arriba para la tienda del Rijksmuseum.

artes, y su centenario se celebra en Holanda este año bajo el lema Mondriaan to Dutch Design. «Ha sido lo más importante en diseño, arte y arquitectura que se ha dado aquí. Diría que el carácter del sector holandés está basado en esas décadas. Ha marcado nuestra forma de ser, pero De Stijl era un movimiento muy concreto y uniforme estéticamente, y no creo que eso siga siendo así. Ahora lo global cobra fuerza, la variedad es enorme, hay creadores con muchísimos estilos distintos», explica Piet Hein Eek (pietheineek.nl). A sus 50 años ha montado un verdadero imperio con base en Eindhoven y proyección internacional. Su sello es el trabajo con scrap wood (trozos sueltos de distintas

maderas), que comenzó a utilizar en 1992. Con estos restos hace de todo: sillas, mesas, esculturas... «Me fascinan las ruinas. Me atrae la idea de pensar sobre qué era algo en el pasado y plantearme qué será en el futuro. Trato de construir lo nuevo con lo que ya existe», explica. Su estudio es una antigua fábrica: varios edificios de techos altos, grandes cristaleras, piedra y vigas de metal donde hay un restaurante –de comida orgánica–, una tienda de decoración de dimensiones considerables –con sus creaciones, muebles de segunda mano rescatados y obra de otros diseñadores– y una fábrica cuyo proceso de producción puede curiosear el visitante a través de los ventanales. Hein Eek se adelantó a su tiempo: vio que la sostenibilidad era el futuro. «Siempre intento explicar que reciclar en sí mismo no es lo interesante, a veces incluso es negativo: si no lo tiraras, no tendrías que reciclarlo. Lo que deberíamos hacer es transformar nuestros hábitos: es mejor cambiar la manera en que consumimos que tratar de encontrar formas de comprar todavía más. Las estadísticas sobre felicidad revelan que la gente no es más feliz si consume más, sino que eres más feliz si haces cosas sensitivas, cuidas tu medio ambiente y no desperdicias». La originalidad de sus planteamientos –se ha aventurado incluso en el campo de la arquitectura, con una aproximación diferente: «Vendemos las casas, cuidamos de la gente que va a vivir allí… Estamos a cargo hasta que acaba el proceso»– lo ha consagrado como una de las figuras más demandadas. Este año, Ikea lo eligió para colaborar en su colección Jassa. Pero él mantiene su espíritu independiente y algo hippy. «Mucha gente creativa, en este momento, piensa que si algo no es nuevo, es malo; la creatividad es juzgada con ese crite- >

Kazerne es un espacio en el centro de Eindhoven con restaurante y exposiciones (kazerne.com).

Me fascinan las ruinas, pensar qué era algo y qué será Piet Hein Eek


A la izda., Maarten Baas en uno de los espacios de su taller. Está ubicado en una granja de la localidad ‘s-Hertogenbosch (Bolduque, donde nació El Bosco), a 36 kilómetros de Eindhoven. Dentro se crean piezas de diseño como las sillas y lámparas Clay; fuera deambulan gallinas y perros.

No escucho el ruido de las

tendencias,

rio. Y para mí eso no es lo importante, sino partir de lo que existe para crear un nuevo comienzo». Esa filosofía alternativa –pero de gran éxito comercial– ha marcado su trayectoria. En sus inicios se rebeló contra el minimalismo imperante. «Lo que hay detrás de un producto minimalista son, a menudo, esfuerzos muy maximalistas. Yo aposté por una estética que no es muy limpia, pero la forma en la que se produce sí lo es, bajo la piel hay un montón de soluciones técnicas». Utilizar trozos de madera fue anecdótico, asegura: «No es el hecho de que sea basura lo que me interesa. Siempre quiero utilizar lo que tengo a mano: si es oro, lo haré con oro».

solo diseño lo que pienso que es relevante Academia de estrellas Maarten Baas

Piet Hein Eek se graduó en 1990 en la Design Academy (designacademy.nl) de Eindhoven. Esta institución ha sido el germen del cambio. Fundada en 1947, en el 97 se instaló en De Witte Dame, una mole blanca situada en el centro de la ciudad –cómo no, antigua fábrica de Philips–. Tiene alumnos de todo el mundo, es uno de los centros de diseño industrial más prestigiosos (la web especializada Dezeen la incluye en su hot list de instituciones a seguir, junto al MoMA o la Fondazione Prada) y Joseph Grima –fundador del estudio de arquitectura e investigación de diseño Space Caviar– acaba de ser nombrado su director creativo. Maarten Baas (maartenbaas.com), otro de los referentes internacionales del diseño holandés, salió de sus aulas en 2002. Ese año se graduó con su proyecto Smoke Furniture –sillas carbonizadas y cubiertas luego con

epoxy para poder ser utilizadas–, que fue la sensación de la temporada. The New York Times lo calificó de ‘clásico instantáneo’. «Nunca he intentado hacer un clásico, simplemente busco crear algo que sea relevante en un momento concreto. En solo un año tuve una exposición en solitario en Nueva York. Pasé de ser estudiante a exponer. Di con el momento adecuado para plantear ese concepto, porque un clásico es algo que representa un cierto marco temporal. Cuanto menos pienses sobre lo que será en el futuro, más significará», reflexiona Baas. Lo visitamos en su granja cerca de Bolduque. En el estudio –donde trabajan 10 personas– suena música rock; él mismo tiene aires, y pose, de estrella de rock.

El lugar parece una ferretería, con herramientas dispersas aquí y allá. Su perro pasea por los campos planos y verdes que rodean los dos edificios de madera. «Pensé en instalarme en el centro de la ciudad, primero tuve mi local en la antigua fábrica de la cerveza Brabantia, pero quería un sitio donde pudiera jugar, esconderme. Tengo mi propia manera de trabajar y me gusta tener un lugar autónomo donde hacer lo que quiero», dice. Precisamente Hide and Seek (el juego del escondite) es el título de la retrospectiva que hasta el 24 de septiembre le dedica el museo de Groninger (groningermuseum.nl). A Baas lo llaman ‘artista’. Él no ve fronteras entre disciplinas: «No escucho el ruido de las

tendencias, solo diseño lo que pienso que es relevante. Puedes llamarlo como quieras, diseño o arte. Me da igual». Hace sus dibujos a mano. «El ordenador sirve para situaciones estándar, pero eso no es lo que yo hago», defiende. Su impulso es el riesgo: «Es lo único que me motiva, intentar hacer cosas que no he probado antes. A veces son difíciles y otras veces casi ni puedo dormir de nervios o excitación ante el desafío que tengo delante. Cuando acabo me quedo agotado. Opino que la única forma de generar energía es investigar en un campo desconocido para descubrir nuevos caminos. Ahí radica el desafío para mí». Explorando esos nuevos caminos ha colaborado con firmas como Louis Vuitton o Dior. «Es interesante trabajar con marcas para las que la calidad lo es todo, que reconocen el valor de la innovación y ponen energía en ello». Afirma que el diseño holandés logró un nuevo enfoque gracias al «pensamiento intelectual y la actitud revolucionaria» de De Stijl: «Ellos establecieron la vía holandesa de mirar al diseño, rompieron con la historia y crearon un nuevo lenguaje. Su diseño se convirtió en piezas de arte, porque son una declaración de principios, no solo muebles funcionales». Ahora las nuevas propuestas creativas de los Países Bajos se muestran en la Dutch Design Week (ddw.nl), que este año tendrá lugar del 21 al 29 de septiembre. Otro de los eventos señalados –en este caso cada dos años– es la STRP Biënnale (strp. nl), que se celebró el pasado marzo. Lonny van Ryswyck y Nadine Sterk, fundadoras de Atelier >

UN MUSEO SINGULAR El Van Abbemuseum

(vanabbemuseum.nl) abrió en 1936 en un edificio histórico, y en 2003 fue ampliado por Abel Cahen. El río Dommel rodea el espacio. En su interior alberga más de 2.700 obras de artistas como Picasso, Chagall, El Lissitzky o Aleksandr Ródchenko (en la imagen, Lenin Workers’ Club). Hasta el 31 de diciembre tiene la exposición Van Abbe and De Stijl, dentro del centenario de este movimiento artístico.


Nadine Sterk y Lonny van Ryswyck (Atelier NL) con sus cerámicas. El taller está en una iglesia de los años 50, adquirida gracias a una campaña de crowfunding.

Nueva vida industrial: las antiguas fábricas de la ciudad son ahora espacios para el ocio, el arte y la cultura. En pleno barrio del Strijp-S está el restaurante Radio Royaal (radioroyaal.be, en las imágenes), una antigua fábrica que conserva elementos originales. El hotel Art Eindhoven (inntelhotels.nl) ocupa el céntrico Philips Light Tower, donde se hacían las bombillas.

presentar una nueva silla cada temporada: buscamos, profundizamos, cada vez indagamos más…». Siguiendo ese planteamiento han creado cerámica con el barro del terreno que había bajo la iglesia o cristal con arena de Zandmotor, en la costa sur del país. «Intentamos ser sociales, creemos que esa conexión es importante. Nuestro trabajo no trata solo sobre la estadística, queremos contar la historia, hablar de la arqueología…», apunta Van Ryswyck. Por eso llaman a su taller Earth Alchemy Factory: «Estamos fascinadas con la tierra, lo que nos puede dar, su belleza. Y somos como alquimistas, haciendo vasos a partir de arena. Queremos reconectar a la gente con la tierra con nuestros productos, por eso buscamos esos materiales».

Borrar las fronteras

NL (ateliernl.com), participaron en las actividades de este evento, en el que el diseño interactuó con la tecnología. Además, han sido elegidas embajadoras de la DDW. Como Hein Eek y Baas, ellas estudiaron en la Academia de Diseño (se graduaron en 2006), donde ahora imparten clases. «Cuando estudiábamos, la mayoría de la gente se iba luego fuera de Eindhoven, pero después se empezaron a quedar. Amamos su estilo industrial, hay espacios preciosos para los diseñadores. Creo que es bonito estar en una zona donde sientes que

hay mucha gente con la que puedes hablar, que te entiende y te apoya», dice Sterk. El sentido de comunidad es muy importante para ellas, que han adquirido su estudio –una iglesia protestante evangélica construida en los años 50, tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial que destruyeron gran parte de la ciudad– gracias al crowdfunding, a la implicación de quienes conocen su obra. Sterk lo resume: «La comunidad es clave. Somos lentas porque hacemos proyectos intensivos. Trabajamos durante mucho tiempo, creemos en lo que hacemos. No queremos

A la izda. y sobre estas líneas, el estudio del valenciano Nacho Carbonell, que en 2004 se fue a vivir a Eindhoven. Sus creaciones orgánicas y surrealistas han atraído a coleccionistas como Brad Pitt. Carbonell crea «objetos especiales, que apelan un poco a los instintos más primitivos: la tactilidad, la imperfección».

La naturaleza –«Tan perfecta e imperfecta al mismo tiempo, un organismo vivo al que respetas, que está llena de emociones»– es también la base de Nacho Carbonell, que tras estudiar en Valencia llegó a Eindhoven buscando algo más. «Aquí el diseño está presente en la sociedad, es palpable. En España es o blanco o negro, y en esa franja de grises es donde realmente puedes encontrarte a ti mismo. ¿Qué hago yo? ¿Diseño? ¿Arte? Llámalo como quieras. Existe, se tiene en pie, se puede usar, hay un vínculo emocional con el usuario», nos dice en la oficina que tiene en la parte de arriba de su estudio, una nave industrial poblada por extrañas piezas creadas con metal y cerámica, pero de apariencia orgánica. En las paredes hay bocetos a lápiz y una reproducción del tríptico de El jardín de las delicias de El Bosco. Las plantas cuelan su verde entre los materiales. En la estantería, un ejemplar de La melancólica muerte del Chico Ostra de Tim Burton, un personaje que podría convivir, fundirse, con las obras de Carbonell. «Para mí esto es un laboratorio de piezas emocionales. Me inspira la fascinación que todos tenemos con los objetos que nos rodean, esos vínculos que creamos con ellos. Quiero que el objeto tenga memoria, emoción. Que cuando el espectador se enfrente a ellos sienta su

energía y su fuerza». Uno de los clientes que sintieron esa empatía con sus piezas fue Brad Pitt, que en Art Basel 2009 compró su serie Evolutions 08/09. «Para mí eso fue un empujón a nivel más popular. Ya llevábamos como tres o cuatro años en el mercado, pero ayudó a difundir el nombre, lo que hacemos», recuerda. Su obra, además, está presente en varios museos. «Desde el punto de vista del marketing hay muchas diferencias entre arte y diseño, parece que existe una especie de rivalidad. Pero a nivel de creación… Es más cosa del mercado, que busca segmentar, catalogar. La creatividad es creatividad. Da igual en qué saco acabe. Pero en nuestra sociedad tenemos esa idea de querer encasillarlo todo, de categorizar». Trabaja con cinco personas y llega a invertir 150 horas en crear una de sus piezas. Explica que le gusta que la experiencia de sus obras no sea restringida, que se expongan, se abran a todo tipo de personas: «No trabajo para un público específico; trabajo para todos. Quiero que el mensaje se transmita lo máximo posible, desde niños hasta filósofos. Para que todo el mundo pueda desglosar y leer entre líneas lo que las piezas realmente significan». Su primer trabajo fue la silla Pum It Up. ¿Crear una es siempre el bautismo de fuego de los diseñadores? «Sí, parece que todo diseñador debe crear una silla, es gracioso. Es mi masterpiece. Lo sintetiza todo, mi biblia del diseño. Cuando estoy perdido vuelvo la vista a este proyecto, que habla de simbiosis, de la unión de la persona con el objeto, que se crea o se acaba cuando el usuario lo utiliza». Ahí radica para Carbonell la esencia de su trabajo, lo que hace que este sea relevante y se desdibujen las barreras entre disciplinas. Porque, afirma, la clave no reside en que sea útil. Eso ha aprendido en Eindhoven, la ciudad que vive del diseño. «Hoy en día hay miles de creadores, en qué consiste esto se va ramificando. Para mí, debe ser algo más que resolver problemas. Lo veo como una herramienta para cuestionar lo que nos rodea y cómo realmente podemos dar solución a ello. Y a veces para dar una solución práctica tenemos que realmente analizar lo que está pasando» •

El diseño es la herramienta que cuestiona todo lo que nos rodea Nacho Carbonell


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