Delp ens ami ent o bi omec ĂĄni c oal
s i s t ĂŠmi c o
Unabor daj ei nt egr adoren T er api aOc upac i onal Aut or as : Cr i s t i naM. Al egr i a M. Cr i s t i naPr ovenz a
Es t r uc t ur a
EDITA Aytona Tosa S.L. Calle Sierra de Gador, 15B-28031-Madrid
DISTRIBUCIÓN www.aytona.com
AUTORAS Cristina M. Alegri M.ª Cristina Provenza
EDITOR Manuel de la Torre Martín
IMPRESIÓN, DISEÑO GRÁFICO Y MAQUETACIÓN Gráficas de Diego
CORRECCIÓN Fernando de la Torre
ISBN 978-84-606-9686-5
DEPÓSITO LEGAL M-23800-2015
PRIMERA EDICIÓN julio 2015
Índice Prólogo............................................................................................................
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Sobre las autoras............................................................................................
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Introducción.................................................................................................... 11 Capítulo I: ¿Cómo pensamos los terapeutas ocupacionales?...................... 13 1. Paradigma del procesamiento de la información....................................... 17 1.1. Metodología...................................................................................... 18 2. Paradigma de los sistemas complejos........................................................ 19 2.1. Metodología...................................................................................... 39 2.2. Articulación con la práctica profesional.............................................. 43 Capítulo II: ¿Cómo se comporta nuestro cuerpo?......................................... 55 1. Nuestro cuerpo como un continuo morfológico-funcional......................... 55 2. Tejido conectivo: análisis desde una perspectiva funcional......................... 56 3. Apreciando la fascia, en singular............................................................... 57 3.1. Estructura.......................................................................................... 58 3.2. Función............................................................................................. 60 4. El tejido conectivo desde una perspectiva arquitectónica........................... 66 5. El tejido conectivo como sustrato de la propiocepción............................... 70 5.1. Proceso.............................................................................................. 72 6. Mecanismos subyacentes involucrados en el comportamiento motor........ 6.1. Autoorganización.............................................................................. 6.2. Restricciones interactuantes............................................................... 6.3. Variabilidad.......................................................................................
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7. El problema de los grados de libertad....................................................... 81 8. Definiendo las sinergias............................................................................ 8.1. En el nivel de vínculos músculo-articulares......................................... 8.2. En el nivel funcional, y de sensibilidad a la tarea y al contexto............ i. Contribución.................................................................................. ii. Flexibilidad-estabilidad................................................................... iii. Dependencia de la tarea................................................................ iv. Armonía........................................................................................ v. Ajustes rápidos y remotos.............................................................. vi. Roles sensitivos al contexto........................................................... vii. Coorganización de eferencia y aferencia, un proceso continuo.....
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9. Base de la percepción del nivel de las sinergias (¿cómo se combinan la percepción y el controlmotor?)............................. 93 9.1. Organización de la aferencia a través de la fascia............................... 94 Anexo: Contextualización de las teorías de la complejidad........................ 107 1. Holismo.................................................................................................... 107 2. Sinergia y recursividad.............................................................................. 108 3. Retroalimentación..................................................................................... 109 4. Bifurcación............................................................................................... 110 5. Acción de conjunto, principio esclavizador y parámetro de orden.............. 110 Bibliografía...................................................................................................... 115
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In memóriam de Dª Cristina Alegri. Debíamos este homenaje a Cristina Alegri quien nos dejó el 25 de junio de 2014. Y no se nos ocurre mejor forma de hacerlo que difundir su sabiduría en la creación de este último libro en el que trabajó duramente junto a su infatigable compañera Cristina Provenza y que, por su pronta e inesperada despedida, no pudo ver publicado en vida, pero que queda como legado, así como toda su generosidad, inteligencia y humanidad , compartida durante estos años de formación con los primeros terapeutas ocupacionales de mano de España. Aytona Editores
Del pensamiento biomecánico al sistémico. Un abordaje integrador de la Terapia Ocupacional
Prólogo Con este texto las autoras se proponen inaugurar una serie de títulos con los que jerarquizar, por igual, calidad profesional y especialización. Uno de los mayores desafíos a los que los terapeutas ocupacionales deben enfrentarse, una vez concluido el período académico, es ir conformando un cuerpo sólido y coherente entre los conocimientos y el ejercicio profesional, pues han de estar bien preparados y actualizarse continuamente para examinar críticamente su trabajo, desarrollar respuestas eficientes y razonar sobre los múltiples factores que componen la unidad que conforma el paciente. Los programas curriculares van a ser siempre insuficientes para responder a las crecientes demandas de la práctica. Sin embargo, no podemos obviar la necesidad de superar esta situación, que entra en conflicto con las genuinas aspiraciones de ser un profesional que pueda observar la clínica de modo integrado, es decir, reuniendo la ciencia y el arte de la práctica. Estos textos, orientados hacia la práctica circunscrita a la disfunción física, tienen como propósito subrayar el recorrido que va realizando el razonamiento clínico que guía la toma de decisiones en el proceso de evaluación y tratamiento de las alteraciones del movimiento condicionado por alguna patología. Con la presentación de la perspectiva sistémica se quiere resaltar un motivo más de análisis sustantivo, así como un contenido adicional de estudio: se trata de ampliar y profundizar en las bases teóricas, desde la complejidad. Asimismo, esta visión no implica tirar por la borda los planteamientos anteriores, el desarrollo científico siempre supera los postulados precedentes, a la vez que los integra o subsume. Hablamos de un enfoque que obliga a analizar las distintas problemáticas con las que se enfrenta el terapeuta ocupacional en su quehacer clínico de manera diferente: conceptos como interdependencia entre los comportamientos de todas las partes de un sistema, iteraciones e interacciones no lineales conducen a una nueva manera de pensar bajo la forma de un nuevo paradigma, unos nuevos conceptos y abordajes. Cristina Alegri y Cristina Provenza, T.Os.
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Sobre las autoras Cristina M. Alegri. Terapeuta Ocupacional egresada de la Escuela Nacional de Terapia Ocupacional de Buenos Aires, Argentina. Jefa del dpto. de Terapia Ocupacional del Hospital Militar Central (1970-1989), y del Servicio de Terapia Ocupacional en el Instituto de Rehabilitación “Marcelo J. Fitte” (1979-1995). Desde 1996 hasta la fecha desempeña labores de coordinadora de la Unidad de Mano en el Instituto de Rehabilitación “Marcelo J. Fitte”. Ejerció como primera presidenta del Capítulo Argentina de Terapistas de la Mano (1997). Docente invitada para los cursos de postgrado de Terapeutas de Mano en Aytona, Madrid, España (2006 hasta la fecha). Asidua oradora invitada en cursos y congresos nacionales e internacionales sobre Cirugía de la mano y Terapia de la Mano. Supervisora del programa de residencia de kinesiología (Hospital Fernández). Profesora invitada en el curso bianual para la especialización en Cirugía de la mano. Vicedirectora de la Fundación “Las manos del músico”. M.ª Cristina Provenza. Se graduó como Terapista Ocupacional en la Escuela Nacional de Terapia Ocupacional de Buenos Aires, Argentina. Certificada como Occupational Therapist Registered (N° 969746) por la AOTA, USA. Desempeñó funciones de terapista en diversas áreas de especialización, incluyendo rehabilitación psicofísica para pacientes con discapacidades motoras, psicopatología, geriatría, alcoholismo y drogadicción. Organizó y coordinó servicios de Terapia Ocupacional en hospitales de día (psicopatología), en institutos de nefrología y el primer centro de capacitación laboral en Latinoamérica en Informática a nivel terciario para personas con discapacidades motoras y sensoriales. Terapista en la aplicación de tecnología asistente. Ejerció como secretaria académica de la Escuela Metropolitana de Altos Estudios para personas con discapacidades motoras y sensoriales.
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Introducción Antes de empezar a escribir este texto, sus autoras nos hacíamos un par de preguntas, aparentemente, muy sencillas: ¿con qué propósito vamos a escribir este libro?, ¿a qué terapeutas va a dirigirse? Es difícil empezar contestando estas cuestiones de manera precisa, por eso decidimos comenzar este recorrido convencidas de que sería mucho más práctico indagarnos sobre si habríamos encontrado las respuestas al final de nuestro trabajo. Lo que si teníamos claro era que ambas imaginábamos un lector activo y constructivo, dispuesto a un aprendizaje explorador, ya sea un estudiante interesado o un terapeuta que inicia su experiencia; también era evidente que nos resultaba más sencillo decir lo que este texto no pretende ser: no hemos escrito un manual sobre Terapia Ocupacional, aquí no se encontrará un curso elemental de hechos y teorías aplicadas a nuestra práctica. Nuestra intención ha sido, más bien, describir a grandes rasgos las tentativas de nuestro razonamiento para encontrar una conexión entre los marcos teóricos y la práctica; hemos tratado de mostrar cómo operamos de manera asociativa, moviéndonos de un pensamiento al otro al momento de tomar decisiones. Tradicionalmente, en este sentido, los terapeutas hemos asumido relaciones causales, puesto que nuestro pensamiento y práctica han estado influidos por el paradigma de la causalidad lineal, de lo meramente predecible. En consecuencia, para comprender el comportamiento de un sistema (paciente) solo necesitábamos referirnos al impacto que cada variable independiente tenía sobre este sistema. La experiencia clínica, sin embargo, nos ha ido mostrando que más y más sucesos ocurren cuando las variables son consideradas interdependientes. Como dijo Gharajedaghi: “Cada vez más encontramos que nuestras variables independientes ya no son más independientes, y que el constructo nítido y simple que nos servía tan hermosamente en el pasado ya no es más efectivo” (1999). La evolución de las ciencias que soportan nuestra práctica nunca termina y, en este sentido, también la Terapia Ocupacional está siempre sometida a discusiones, correcciones, refinamientos y reconsideraciones, actúa por aproximaciones sucesivas que nos acercan a una comprensión de nuestro quehacer cada vez más integral.
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Podemos decir que, en la búsqueda que dio forma a este trabajo, nos pareció relevante insistir siempre en el uso consciente de los marcos teóricos como base del tratamiento, en este caso, de las disfunciones físicas. La articulación entre teoría y práctica es un proceso dinámico de desarrollo del conocimiento dentro de la profesión, a la vez que permite adquirir los fundamentos necesarios para conformar terapeutas reflexivos, es decir, se constituye en condición necesaria para el abordaje y resolución de problemas en situaciones clínicas. Pero, además, nos interesa estimular los procesos de integración como manera de evitar la dificultad, frecuente en al aprendizaje, para establecer y comprender las conexiones entre los conceptos que pueden resultar, finalmente, una dificultad para aplicar el conocimiento. Este debe organizarse de acuerdo a relaciones significativas para ser retenido, y estas relaciones son las que vamos a tratar de descubrir.
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Capítulo I
¿Cómo pensamos los terapeutas ocupacionales? La ciencia, tal como la conocemos, se desarrolló sobre el pensamiento analítico, según el cual la comprensión de cualquier fenómeno sigue un proceso de tres pasos: separarlo en partes, comprender qué hace cada una de ellas (función, comportamiento) y ensamblar la comprensión de las mismas en un entendimiento del todo. Este hecho condujo a sintetizar los hallazgos en distintas disciplinas que se fueron desarrollando con sistemas conceptuales independientes. El desarrollo científico ha resultado en el agrupamiento de los fenómenos en clases cada vez más reducidas y, en consecuencia, en la creación de disciplinas especializadas en cada una de aquellas. A medida que las disciplinas se multiplicaron, estas crecieron en profundidad, aun a expensas de su anchura. Como decimos, nuestra formación académica se construye sobre el pensamiento analítico. Concretamente, cuando comenzamos a estudiar Terapia Ocupacional, ¿cuáles fueron las asignaturas que estructuraron nuestro currículo?: anatomía, fisiología, biomecánica, psicología, etc. El supuesto teórico que fundamenta tal arquitectura es la comprensión de cómo las partes trabajan, lo que, supuestamente, nos hará capaces de ensamblarlas para lograr, así y a su vez, la comprensión del todo. Pero, cuando menos, debemos reconocer que la naturaleza no se nos presenta encasillada bajo la forma de las diversas disciplinas, es decir, los fenómenos no son físicos, químicos o biológicos. Las disciplinas no son más que las maneras que utilizamos para estudiar los fenómenos que constituyen nuestro objeto de interés, surgen desde los distintos puntos de vista con que abordamos aquellos. Por lo tanto, la naturaleza disciplinaria de la ciencia es un sistema que nos permite ordenar y archivar el conocimiento, y su organización no debe ser confundida con la organización de la naturaleza misma. Así, a diferencia del reduccionismo, que analiza los sistemas separándolos en las partes que los componen, y asumiendo así que las estructuras (ya sean moleculares, celulares, tisulares) tienen suficiente poder explicativo para brindar una comprensión del
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sistema total, el pensamiento sistémico sostiene que las propiedades de un sistema resultan de la interacción de sus partes y no de la acción de estas tomadas por separado: son estas interacciones colectivas las que dictan el comportamiento del sistema. De manera que el pensamiento sistémico sigue dos pasos exactamente opuestos al análisis, según los cuales debemos: a) preguntar ¿a qué corresponde esta parte? (en lugar de separarla). De esta manera identificamos la totalidad que la abarca; b) y comprender el comportamiento de la totalidad, en lugar de solo entender el comportamiento y las propiedades de las partes. Una importante consecuencia de este tipo de pensamiento es que la ciencia en sí misma ha tenido que reconceptualizarse como un sistema cuyas partes –las disciplinas– son interdependientes. Hasta no hace mucho, los problemas eran divididos en otros más pequeños para hacerlos más “convenientes” a cada disciplina, facilitando así el que cada una pudiera resolver su parte del problema para, posteriormente, ensamblar todas en una solución globalizadora. Pero, actualmente, se propone que el abordaje sea interdisciplinario, es decir, que varias disciplinas trabajen juntas en la resolución del problema, contemplando este como una totalidad. A diferencia de las disciplinas científicas tradicionales que buscaban distinguirse entre sí, fomentando la aparición de nuevas disciplinas cuando se desarrollaban nuevas áreas de interés, la perspectiva interdisciplinaria busca extenderse y mezclar aquellas entre sí, así para abarcar las distintas clases de fenómenos sobre los cuales se interesan. Se esfuerza por alcanzar una síntesis de conocimiento más comprehensiva y, en consecuencia, enriquecer las interacciones entre ellas1. Esto no forma parte del sistema educativo, muy al contrario, estamos entrenados en el pensamiento analítico: solemos referirnos al paciente en términos de diagnóstico médico, tales como fractura de radio, lesión de nervio mediano, o cuadriplejía. Sin embargo, la problemática del paciente resulta de múltiples interacciones, por lo que esta manera de identificarla no nos dice todo acerca de la complejidad de cada caso particular, en el cual debemos reconocer cómo interactúan todas las partes del sistema-paciente y no como cada parte actúa independientemente. El sistema de indagación que apliquemos no puede depender solamente de la formación académica, sino que ha de extenderse a un trabajo sistemático que nos permita comprender cómo adquirimos, creamos y compartimos el conocimiento, así como de nuestra búsqueda para identificar los supuestos teóricos, para usar un pensamiento crítico, y para conocer y comprender las ideas científicas. “[...] los paradigmas reinantes en el seno de la medicina constituyen un elemento de vital importancia en tanto instrumento conductor de los conceptos y aplicaciones en
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la ciencia” (Araujo González, 2008). Podemos extender, de manera genuina, esta reflexión a nuestro ámbito profesional por lo que consideramos relevante examinar como se articulan los paradigmas con la práctica de Terapia Ocupacional. Tal vez muchos de nuestros lectores, más preocupados por la resolución práctica de los problemas a los que se enfrentan en el trabajo diario, consideren que esta propuesta es innecesaria o propia de un campo más próximo a la investigación. Sin embargo, el “por qué” identificamos el problema de la forma en que lo hacemos, se refleja en nuestra manera de abordarlo. Por lo tanto, resaltar la importancia de los paradigmas nos permite reconocer cómo se relacionan con nuestro razonamiento clínico, como organizan, orientan e incluso crean el escenario de nuestro quehacer clínico. Su definición es importante, por cuanto los profesionales, muchas veces sin percatarse, parten de un modelo conceptual que determina la conclusión final de su análisis.
El paradigma consta de una serie de supuestos teóricos centrales acerca del objeto de estudio. Estos supuestos teóricos constituyen una imagen general de ese objeto, que es aceptada sin crítica por los científicos que trabajan bajo el marco de este paradigma. De esta manera, su uso permite la comunicación y el acuerdo en la comunidad científica. En términos generales, un paradigma define un tipo de preguntas (o problemas) como relevantes, un tipo de respuestas como dotadas de sentido e interés, y un método de comprobación de las respuestas propuestas, de modo que se pueda llegar a un acuerdo acerca de cuáles son las respuestas correctas y cuáles deben ser rechazadas como inadecuadas.
El diccionario define el paradigma como “el ejemplo a seguir”. En este sentido, podemos conceptualizarlo como una concepción que, basada en principios y conceptos teóricos, fundamenta una metodología y sus procedimientos, que proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica; en síntesis, un “hacer”, no solo constituido por vivencias y conceptos, sino también por un determinado modo de accionar sobre la realidad. En nuestro ámbito profesional el valor del paradigma está relacionado con su capacidad de profundizar en la comprensión de los fenómenos asociados con la salud y la enfermedad. El marco de trabajo conceptual necesariamente influye sobre la interpretación que hacemos acerca de las causas y significados asociados a los síntomas; por lo tanto, el paradigma dentro del cual el terapeuta clínico “ve” y examina al paciente influye de manera significativa sobre los indicadores fenoménicos que observa, y legitima las
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interpretaciones de las causas y significados de los signos y síntomas. Por lo tanto, estas interpretaciones, a su vez, influyen sobre la evaluación (que es percibida como legítima). Así, la adecuada caracterización de las causas y significados de un patrón sintomático particular van a determinar la eficacia relativa de los recursos terapéuticos que se seleccionan. En todo trabajo científico subyace un paradigma, aun cuando no sea informado explícitamente, que es importante reconocer, porque el marco de trabajo conceptual prefigura cómo el terapeuta clínico interpreta los indicadores fenoménicos de la enfermedad y las experiencias relatadas por el mismo paciente (en distintos momentos y contextos), que van a influir sobre el resultado de la intervención. De todo esto podemos deducir que el resultado de la aplicación clínica de un abordaje terapéutico a un síntoma específico refleja la capacidad del paradigma original para explicar suficientemente sus causas y significados. En síntesis, los supuestos teóricos sobre la causalidad determinan cómo los terapeutas clínicos interpretan los fenómenos relacionados con la salud y la enfermedad y, en consecuencia, sus posibles evaluaciones y tratamientos. Se pueden conceptualizar dos modelos de causalidad; el más ampliamente aceptado describe el reconocimiento de relaciones causales lineales entre los objetos o sucesos. Este modelo se puede establecer como “si A, entonces B”, lo que significa que se infiere una relación causal entre un suceso o factor, “A”, y un resultado asociado, “B”, sobre la base de su proximidad observada en el tiempo y el espacio. El otro modelo conceptual reconoce que las simples relaciones causales lineales no describen adecuadamente el fenómeno observado. Se asume que existen relaciones complejas no lineales, es decir, que no están relacionadas en términos de una simple causa-efecto. Las relaciones no lineales son el dominio de la ciencia de la complejidad, que ha sido ampliamente aplicada a la investigación básica en biología, fisiología, química y física. Cuando se asumen conexiones causales lineales entre los fenómenos que están relacionados con la salud o la enfermedad, se desarrollan metodologías formales para identificar y analizar esos vínculos. La evaluación se basa en métodos empíricos para evidenciar la existencia de las relaciones causales entre los fenómenos, los cuales son sistemáticamente “reducidos” hasta que se establecen las causas primarias. En este abordaje reduccionista, las categorías de enfermedad son definidas sobre la base de inferir patrones de origen causal y similar. El abordaje integrador, por otra parte, se construye sobre la premisa que supone que las personas están compuestas por, y operan dentro de múltiples sistemas que
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interactúan y se autorregulan, incluyendo procesos físicos, bioquímicos, fisiológicos, psicológicos y sociales; que la enfermedad surge a partir de la interacción dinámica dentro de y entre estos sistemas, y no de la falla de un componente único; y que la salud solo puede ser mantenida (o reestablecida) a través de un abordaje holístico que se base en las fuerzas emergentes del sistema total. En consecuencia, el objetivo general de las intervenciones debe tender a caracterizar las múltiples causas y condiciones asociadas con los patrones sintomáticos y construir estrategias de tratamiento apropiadas que se dirijan de manera efectiva a esos factores. Teniendo en cuenta esta diferenciación, nos concentraremos en los paradigmas del procesamiento de la información y sistémico, y en sus respectivas metodologías.
1. PARADIGMA DEL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN Se caracteriza por plantear preguntas acerca de conductas observables y se interesa en aquellas respuestas que constituyen una explicación de las razones por las cuales el fenómeno objeto de estudio se comporta como lo hace: la observación objetiva de la conducta en determinada situación ambiental permite establecer relaciones funcionales, las cuales resultan útiles para inferir la estructura y los procesos internos del sistema. No olvidemos que la formulación de las preguntas en términos de conducta manifiesta es requisito indispensable para la utilización del método científico tradicional como medio de comprobación de las posibles respuestas. Asimismo, este paradigma se puede representar sintéticamente como un modelo de estímulo-organismo-respuesta, en el cual los datos son los hechos o el material original de la información y se sitúan en el medio ambiente (en este caso, el paciente); el organismo se visualiza como un procesador activo de los datos, y la información, como un conjunto de datos ordenados en forma útil, en síntesis, el conocimiento del terapeuta. De tal manera, en este contexto se puede definir la información como un conocimiento relevante, resultado del procesamiento de los datos disponibles. De acuerdo con la terminología del procesamiento de la información, el terapeuta es un procesador de datos y el paciente, un campo de datos:
Terapeuta
procesa
datos
produce
información
Así, el terapeuta utiliza los datos provenientes del paciente y aplica sobre ellos su capacidad profesional para organizarlos, sintetizando la esencia de los contenidos. Este modelo es una descripción teórica de la secuencia de pasos a través de los cuales se logra este procesamiento: aplicado como método al proceso de evalua-
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ción funcional en Terapia Ocupacional explica, de un modo ordenado y secuencial, la serie de operaciones detalladas (no ambiguas) que conduzcan a la resolución de los problemas. 1.1. METODOLOGÍA Desde esta perspectiva, el planteamiento de un problema, para el cual pretendemos alcanzar una solución, requiere la aplicación de una lógica que evolucione secuencialmente. Así, esta metodología, a grandes rasgos, se compone de las siguientes etapas: la obtención de datos, reunidos y clasificados, la modularización, fase que consiste en la descomposición sucesiva del problema en módulos (o sub-problemas) cada vez más concretos y detallados, y la representación gráfica, que consiste en la sistematización simbólica destinada a reflejar el flujo de informaciones durante el proceso de evaluación. Desde esta perspectiva, el mapa de rutas, como esquema gráfico, refleja la serie de elecciones que el terapeuta hace en respuesta a las preguntas que surgen al evaluar cada problema del paciente. Este diagrama, dado el propósito de simplificación, permite el análisis detallado de los temas a estudiar: se caracteriza por la diferenciación progresiva y, al mismo tiempo, facilita la organización lógica y estructurada de los contenidos. La diferenciación progresiva, es decir, la división de los datos en tantas partes como sea posible, para una solución más fácil, es una estrategia cognitiva que se refiere a la manera de organizar y categorizar la información en unidades. En la práctica clínica, de acuerdo a los marcos de referencia teóricos y a la experiencia del terapeuta, la información se organiza de manera diferente, ya que la forma seleccionada para categorizar la información influye sobre las elecciones clínicas que se realizan. Este mapa de rutas contiene dos elementos fundamentales: los nodos, que hacen referencia a las situaciones sobre las que interrogamos y respondemos, y las líneas de enlace, que unen dos nodos y contienen una respuesta simple (sí o no). Estas ramificaciones dirigen la secuencia de acontecimientos y señalan el tipo de relación existente entre los conceptos2. De esta forma, este diagrama se transforma en una guía indicativa y, como tal, en una herramienta útil (con fines académicos más que clínicos) para organizar nuestras ideas: en tal sentido, cumple la función de hilo conductor, al que ir incorporando in-
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Capítulo II
¿Cómo se comporta nuestro cuerpo? La pregunta que da título a este capítulo se constituye en su guía, pues en él vamos a analizar la interdependencia de todos los procesos y las complejidades del sistema dinámico del movimiento corporal. Este tema, de relevancia para nuestra práctica, lo abordaremos desde una perspectiva sistémica1, siguiendo el recorrido metodológico propuesto que nos permite vincular distintos niveles de análisis: • ¿Cómo se conforman los comportamientos sinérgicos sobre la base del tejido conectivo que atraviesa todo el cuerpo como una matriz tridimensional, creando un medio ambiente único para el funcionamiento de nuestro organismo? • ¿Cómo se organizan los procesos que subyacen el comportamiento motor? • ¿Cómo son seleccionados los movimientos para realizar tareas particulares? ó el problema de los grados de libertad, • ¿Cómo se combinan la percepción y el control motor? (el problema de la integración perceptivo-motora).
1. NUESTRO CUERPO COMO UN CONTINUO MORFOLÓGICO-FUNCIONAL Desde la perspectiva sistémica, para alcanzar una estimación más acertada de los procesos implicados en las intervenciones en Terapia Ocupacional, es necesario estudiar la anatomía, la biología, la fisiología y la biomecánica del cuerpo humano integradas en su arquitectura (es decir, la disposición tridimensional de los elementos, cómo están orientados y conectados entre sí). Así, el cuerpo en su totalidad es definido como la suma de cientos de características y procesos que interactúan, y que posibilitan llevar a cabo una enorme cantidad de funciones simultáneamente. En este sentido, Schultz (1996) afirma que «el concepto músculo-hueso presentado en la descripción anatómica tradicional [...] separa el movimiento en funciones discretas, no logrando dar la noción de integración ininterrumpida vista en los seres vivos. Cuando una parte se mueve, el cuerpo responde como una totalidad. Funcionalmente, el único tejido que puede mediar tal capacidad de respuesta es el tejido conectivo». Dicho en otras palabras, es a través del tejido conectivo como todas las partes del organismo están entretejidas
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de manera compleja, por lo que cada proceso tiene consecuencias para la totalidad, lo cual nos permite enfatizar los principios de continuidad, conectividad y globalidad.
2. TEJIDO CONECTIVO: DESDE UNA PERSPECTIVA FUNCIONAL La múltiple funcionalidad del tejido conectivo se refleja en las clasificaciones divergentes que se dan en los distintos textos de anatomía y fisiología. Una clasificación discrimina entre tipos generales (que se subdividen en tejido conectivo laxo y denso), y tipos especiales (el tejido óseo y los cartílagos que se encuentran principalmente en las articulaciones, en las que brindan amortiguación). Otra clasificación, basada en la orientación de los componentes fibrosos, lo categoriza como tejido conectivo irregular (bandas fasciales, cápsulas articulares, aponeurosis y tejido adiposo) y tejido conectivo denso regular (que forma los tendones y ligamentos)2. Como analizaremos más adelante, nuestros gestos son sinergias y resultan de una función global que ocasiona la participación del conjunto de nuestro cuerpo; de manera que estas clasificaciones ¿no están dejando fuera los principios de continuidad y conectividad que caracterizan el tejido conectivo como matriz central? Una manera de estimarlo es considerando su origen embriológico3. «Los tejidos blandos derivan de una misma hoja embrionaria, el mesodermo, origen de todos los tejidos del cuerpo a excepción de la piel y las mucosas. Origen, a su vez, de las fascias, de los ligamentos, pero también de los cartílagos y los huesos que, de hecho, no son más que una densificación de las fascias» (Paoletti, 2004). El tejido conectivo primario (mesodermo embrionario) representa la matriz y el medio ambiente dentro del cual los órganos y las estructuras corporales se van diferenciando e insertan. El mesodermo se distinguió como la lámina germinal, un «tejido interno», en oposición al ectodermo y endodermo, considerados «tejidos limitantes». En histología, el «tejido limitante», comúnmente llamado epitelio, está constituido casi únicamente por células, con un espacio intercelular relativamente pequeño. El «tejido interno» es descrito como un tejido conectivo no diferenciado, mesenquima, que está constituido en principio por tres componentes: células, espacios intercelulares (sustancia intersticial) y fibras. La mayoría de las derivaciones del llamado tejido interno son identificadas en histología como tejido conectivo. Desde una perspectiva funcional, este tejido conectivo primario mediatiza, en el sentido de «conectar» (unir) y «desconectar» (dar forma al espacio). Otra manera de estimar la continuidad del tejido conectivo como matriz integradora del cuerpo es referirse a su arquitectura. En este sentido, J. van der Wal (2009) señala
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que tradicionalmente los anatomistas han tenido una visión reduccionista y mecanicista del sistema musculoesquelético, pues estaban entrenados para considerar las fascias como capas conectivas que tenían que ser removidas a través de la disección. Este autor sostiene que los anatomistas diseccionan para encontrar articulaciones, músculos y ligamentos, y lo hacen con nociones preconcebidas; la interpretación de la fascia, como un tipo de estructura secundaria, deriva de estas técnicas. Ellos «diseccionan aquello que tienen en sus mentes y cuando separan los músculos de las láminas fasciales pierden la continuidad del tejido». Cuando ellos «limpian» los músculos están removiendo su cualidad funcional, están extrayendo el tejido conectivo como si no tuviera valor. Así, concluye, la parte más importante que falta en el término «musculo-esquelético» es el tejido conectivo, al cual Schleip (2003) describe como la red neuromiofascial, un contenedor y conector biológico de todo el organismo que se lo identifica como fascia, en singular.
3. APRECIANDO LA FASCIA, EN SINGULAR Todavía hoy la mayoría de los textos sobre anatomía muestra los músculos como estructuras anatómicas discretas insertadas en los huesos, después de haberse removido las capas del tejido conectivo que los rodean. La anatomía del tejido conectivo es definida frecuentemente como una suborganización de estructuras anatómicas, como los músculos y los órganos (y se la denomina de acuerdo al sustrato anatómico que cubre). La fascia es, entonces, considerada como «una parte de» órganos y estructuras, como una clase de envoltorio auxiliar secundario a las estructuras principales. «Pero, la fascia ¿es una estructura anatómica distintiva y discreta, o estamos frente a una continuidad?, ¿el enfoque anatómico está perdiendo de vista algo cuando asigna partes de esta continuidad de la fascia a estructuras anatómicas y entidades tales como paredes o regiones corporales (por ejemplo, la fascia endotorácica), a órganos (fascia renal) o partes del cuerpo (como la fascia crural)? Por otra parte, esta perspectiva topográfica sobre la fascia ¿brinda algún dato sobre el tipo de relación arquitectónica, mecánico-funcional?» (Van der Wal, 2009). Schleip (2003) menciona la fascia como «el tejido conectivo denso irregular que rodea y conecta cada músculo, incluso cada pequeña miofibrilla y cada órgano, formando una verdadera continuidad a través del cuerpo»4. De esta manera, la fascia es considerada como un importante elemento integrativo en la postura y la organización del movimiento, y frecuentemente mencionada como el «órgano de la forma», es decir, como «el sistema de la estabilidad y la mecano-regulación» (Varela y Frenk, 1987).
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«El término fascia, en singular, no representa una entidad fisiológica, sino que se la puede definir como el conjunto del tejido conectivo en el cual todo está ligado, todo tiene su continuidad. Este conjunto tisular de una sola pieza, que ha llevado a la noción de “globalidad” [...] tiene como corolario principal el que la menor tensión, tanto activa como pasiva, repercute en todo el conjunto. Todas las piezas anatómicas se pueden considerar así como mecánicamente solidarias entre sí» (Bienfait, 2008). Así, el abordaje de cada problemática estará planteada alrededor de ciertas preguntas; la primera sería: ¿cuáles son las características de la estructura del sistema complejo estudiado, y qué otras estructuras están interaccionando? 3.1. ESTRUCTURA Los dos principales componentes del tejido conectivo son las células y la matriz extracelular compuesta por fibras (un fuerte entretejido maleable de colágeno y elastina que separan y unen entre sí distintos compartimentos), la sustancia básica no fibrosa (macromoléculas de adhesión muy hidratadas), del tipo de los geles que resisten las fuerzas de compresión (producidas por las células fibroblásticas), y agua, que rodea e infiltra las células como un medio de intercambio rápido de nutrientes y productos de desecho, y mantiene las fibras hidratadas y maleables5. El nombre de tejido conectivo sugiere las funciones de comunicación y de soporte entre órganos, tejidos y células. Estas funciones residen en la matriz extracelular (MEC), que está formada por un conjunto de macromoléculas localizadas entre las células del tejido. Estos componentes son producidos por las mismas células locales (especialmente fibroblastos, y por los condroblastos y osteoblastos, en las formas especializadas, como el cartílago y el hueso, respectivamente) o los aporta la corriente sanguínea. En ambos casos forma el medio donde las células sobreviven, se multiplican y desempeñan sus funciones. Constituye el marco estructural en el que, además, están incluidas las terminaciones libres, los capilares y las células defensivas, la MEC representa una red tridimensional cuya principal función es la de trasmitir materia, energía e información a todo el organismo mediante sustancias mensajeras e impulsos eléctricos. Asimismo, la MEC está constituida por cuatro tipos de macromoléculas, las cuales desempeñan sus funciones de manera integrada, haciendo que la matriz sea calificada como un verdadero complejo funcional. Veamos cuáles son: el sistema colágeno, el sistema elástico (juntos constituyen la arquitectura de la MEC), las moléculas de glicoaminoglicanos y proteoglicanos (las cuales tienen un papel fundamental en el equilibrio hidroelectrolítico y ácido básico) y las glicoproteínas que actúan como moléculas de adhesión del sustrato intercelular, importantes en las interacciones célulacélula y célula-matriz.
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El principal elemento estructural en la matriz extracelular comprende las fibras de colágeno, y las elásticas (elastina y fibrilina), que ofrecen resistencia tensora y forman el andamiaje sobre el cual están desplegadas las células. Las largas fibras de colágeno son las proteínas más abundantes en los mamíferos (aproximadamente el 25 por 100), se caracterizan por una rígida estructura helicoidal de tres hebras («cadenas α») que están enrolladas entre sí, formando una hélice regular. Las fibras de colágeno se pueden disponer en hileras regulares, como en los tendones o ligamentos (denso regular), o de manera entrecruzada aleatoria (laxo irregular). Las fibras elásticas suelen ser más delgadas, largas y ramificadas en el tejido conectivo laxo, y su principal componente es la elastina. Juntas, las fibrillas de colágeno entretejidas con las fibras elásticas limitan el grado de distensión y evitan, así, que el tejido se desgarre. Las fibras de colágeno no pueden realmente «pegarse» entre sí, sino que se adhieren por medio de otras proteínas: los glicoaminoglicanos (GAG) los cuales, asociados a su vez con otras proteínas, forman los proteoglicanos, complejos de macromoléculas cuya función es contribuir a la adhesividad celular mediante su interacción con la superficie celular (trasmiten señales a las integrinas que, a su vez, interactúan con el citoesqueleto) y con otros componentes matriciales. Las moléculas de esta sustancia coloidal, parecidas a un helecho, se abren para absorber agua (son hidrófilas) o se cierran y traban a sí mismas cuando el agua está ausente, y, dependiendo de su química, unen láminas o permiten que se deslicen entre sí (Grinell, 2008). El fenómeno que denominamos elongación o estiramiento (y que en biomecánica se denomina deformación progresiva e histéresis) no es una función de alargamiento de las fibras de colágeno, sino que se trata del deslizamiento de estas fibras sobre la sustancia de adhesión de los glicoaminoglicanos hidratados (Sbriccoli et al., 2005): si se saca el agua de los GAG, el tejido pierde la elasticidad y se va a mostrar reacio a estirarse, es decir, una retención disminuida de agua incrementa la fricción entre las fibras, produce irritación de los tejidos y reduce la movilidad. Por el contrario, una retención excesiva de agua produce una mayor tensión tisular y más resistencia a la presión: la tensión tisular es un signo palpable que frecuentemente ocurre durante la inflamación o después del trauma. Conocer esta ultraestructura es esencial para apreciar las respuestas a la inmovilización del tejido conectivo periarticular. La inmovilización, después de una lesión, incrementa la densidad del colágeno y la frecuencia del entrecruzamiento entre las fibras (crossbridging). Este entrecruzamiento hace que las fibras de colágeno sean más resistentes al estiramiento pasivo y menos móviles (los ejercicios de elongación aumentan la flexibilidad, reduciendo el número de estos entrecruzamientos).
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Por último, las glicoproteínas son moléculas de adhesión que tienen como función regular las relaciones entre las células y la matriz extracelular: son elementos fundamentales en las interacciones célula-célula y célula-matriz. Las mejor estudiadas son la integrina y la superfamilia de las inmunoglobulinas. Las integrinas, proteínas transmembranosas, relacionan la MEC con el citoesqueleto y el núcleo: existe una conexión mecánica directa entre la superficie de la célula y el contenido genético, y es a través de esta función de transferencia que las integrinas comanejan significativamente la forma y función de las células. En síntesis, la fascia se define como una red tridimensional de tejido conectivo densamente entretejido y muy resistente, que no solo cubre y conecta cada músculo, órgano, hueso, nervio y vaso sanguíneo de nuestro cuerpo sino que «se insinúa en el interior de cada una de estas estructuras para formar su matriz y su sostén» (Paoletti, 2004). Comparada con otros tipos de tejidos, tiene muy pocas células, su volumen está dado por la matriz extracelular que le da a cada tipo de tejido conectivo sus propiedades particulares, y cuya capacidad para retener agua permite la difusión de metabolitos entre los capilares y las células. La presencia de proteoglicanos (tales como el ácido hialurónico) en la MEC reduce la fricción, aumentando la retención de agua y dándole al tejido la elasticidad y la resistencia a la compresión. Es el único tejido de continuidad absoluta, referido como un sistema que no se interrumpe nunca, como una red que conecta todo con todo a través de un delicado equilibrio de tensión y elasticidad, y cuyas conexiones están dispuestas de manera funcional. 3.2. FUNCIÓN La fascia constituye una zona de transición, un filtro biofísico de protección, nutrición e inervación celular, es el terreno para la respuesta inmune, la angiogénesis, la fibrosis y la regeneración tisular, y sirve de base a la mayor parte de las interacciones entre los diferentes sistemas de regulación del organismo. Veamos estas funciones en detalle: a) Es una compleja red de comunicación que está íntimamente conectada con todos los aspectos de la fisiología. Las investigaciones recientes han permitido superar el concepto de la fascia como un soporte estructural estático, resaltándola como una hoja continua de tejido que mueve, siente, influye y es influida por cada órgano, vaso sanguíneo, nervio, vaso linfático, músculo y hueso. Es una parte importante de la función y la fisiología de cada parte del cuerpo. . uimberteau (2007) señala el hecho de que el tejido conectivo no puede ser entenG dido como una suma de estructuras separadas, sino como un órgano único, un todo unificado, que penetra y conecta todos los aspectos de la fisiología humana. Este autor describe la estructura total del cuerpo como una inmensa red de colágeno que
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varía de acuerdo a los roles que debe desempeñar y las tensiones a las que se ve sometida. Cada cambio en una restricción mecánica tiene una respuesta y adaptación fisiológica a la nueva situación. P. or su parte, Paoletti (2004) describe el rol de la fascia en la comunicación, vinculando cada célula corporal a través de la sustancia fundamental. Asimismo, resalta que los sistemas vascular, linfático y nervioso terminan en la sustancia fundamental, y le brindan nutrientes e información desde la periferia. b) La fascia juega un importante rol en la nutrición y el metabolismo. Guimberteau (2007) afirma que, dado que todas las células reciben nutrientes a través de la mediación de la sustancia fundamental, la armonía entre esta y las células inmersas dentro de ella es fundamental para el metabolismo del organismo. P. ischinger (2007) señala que la fascia está involucrada en la regulación y la nutrición de los órganos: es la encargada, además, del aporte de oxígeno y nutrientes a la célula y de la eliminación de dióxido de carbono, toxinas y productos de desecho. En condiciones normales, el acúmulo de toxinas en la MEC es drenado a través del sistema linfático, hacia la cadena ganglionar linfática más próxima; si dicho drenaje no se logra o es insuficiente, se produce una respuesta que se traduce en inflamación, acidosis y dolor. P. aoletti (2004) afirma que «el tejido conectivo es un elemento que vincula el parénquima con el sistema vasculo-nervioso»; recibe inervación de las fibras nerviosas vegetativas, cuyas terminaciones libres constituyen auténticas sinapsis a distancia, tanto de las propias células de la matriz extracelular, como de las células parequimatosas más profundas. Del hecho de que esta inervación esté intacta depende la predisposición de la matriz a responder con un proceso inflamatorio ante cualquier estímulo no fisiológico. c) Otras funciones de la fascia incluyen la protección de todos los aspectos de la fisiología de las solicitaciones físicas y medioambientales (es decir, protege las estructuras anatómicas en cuanto a la prevención de lesiones ante las fuerzas de tensión que continuamente experimenta el cuerpo), la integridad estructural, la absorción de impactos, los procesos hemodinámicos y su propia remodelación. L. a integridad estructural se refiere al soporte que brinda a los órganos y estructuras contenidos dentro de ella: las superficies flexibles, deslizantes permiten la movilidad que contribuyen a una función óptima de las estructuras contenidas. L. a capacidad de la fascia para actuar en la absorción de los impactos permite la dispersión de la fuerza en múltiples direcciones; sin embargo, solicitudes repetidas, pro-
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longadas o intensas pueden deformar los tejidos fasciales: los proteoglicanos viscoelásticos que actúan como lubricantes pueden cambiar, volviéndose más gelatinosos. Yahia y colab. (1993) encontraron que la fascia lumbodorsal cambia en el tiempo, en respuesta a las peticiones de cargas pesadas y repetidas. P. aoletti describe el rol de la fascia en los procesos hemodinámicos relacionándolo con las continuas pulsaciones a una frecuencia de ocho a doce ciclos por minuto. Sobre este movimiento, soportado por las contracciones musculares, se basa el retorno venoso y el transporte linfático: a medida que la fascia se mueve, también lo hacen la sangre y los fluidos corporales. Una constricción de la fascia da como resultado una presión sostenida sobre el sistema vascular, induciendo a la estasis. L. a fascia es capaz de remodelarse a sí misma en respuesta a señales directas recibidas desde las células (Langevin, 2010), ante lesiones (Desmoulière et al., 2005), fuerzas mecánicas sostenidas (Latrides et al., 2003), la gravedad y cambios químicos dentro del organismo. d) La fascia representa el medio de transmisión de fuerzas mecánicas que, a través de las integrinas, soporta el sistema de tensegridad y activa los mecanismos epigenéticos celulares, es decir, se la identifica como el sistema de la mecano-regulación y de la mecano-transducción, funciones de especial interés para nuestra práctica profesional. P. ara explicar la mecano-regulación, debemos tener en cuenta que los organismos vivos no son otra cosa que sistemas dentro de otros sistemas que repiten sus propiedades a diferentes escalas. O, dicho en otros términos, para comprender cómo las células experimentan las fuerzas mecánicas, se tiene que identificar el recorrido por el cual las cargas son trasmitidas a través de los tejidos. Así, nuestros brazos y piernas, por ejemplo, están compuestos por huesos, músculos, vasos sanguíneos, nervios, etc., todos ellos construidos por variados tejidos combinados (óseo, muscular, conectivo, endotelio-vascular, nervioso). Estos tejidos están compuestos por elementos celulares unidos entre ellos a través de un andamiaje, la matriz extracelular, cuyas fibras (redes de colágeno, glicoproteínas y proteoglicanos) se anclan a las células a través de un mecanismo especializado, las integrinas, auténticos puentes moleculares de unión entre la MEC y el citoesqueleto. Cada célula está constituida por una membrana superficial, organelas intracelulares, un núcleo y un citoesqueleto filamentoso que conecta todos estos elementos. A su vez, cada uno de estos componentes subcelulares está compuesto por conglomerados de diferentes moléculas. De esta manera, las fuerzas que se aplican al organismo entero (debido a la gravedad o al movimiento) o a los tejidos individuales van a ser distribuidas a las células, por vía de sus adherencias, y a los andamiajes de soporte de la MEC que vinculan las células y los tejidos a través de todo el organismo.
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E. s decir, nuestros cuerpos son estructuras jerárquicas complejas y, por lo tanto, la deformación de los tejidos resulta en redisposiciones estructurales en muchas escalas de diferente tamaño. . omo en cualquier estructura tridimensional, las cargas mecánicas van a ser trasmiC tidas a través de elementos estructurales que están físicamente interconectados. Por lo tanto, la pregunta sobre cómo el cuerpo siente y responde ante las solicitaciones mecánicas no es simplemente un tema que ataña a las propiedades mecánicas de sus componentes, sino un problema relacionado con la disposición arquitectónica de sus microestructuras, es un sistema de tensegridad (sugerimos, al lector interesado, ampliar este tema con la bibliografía disponible). . na estructura de tensegridad (contracción entre tensión e integridad) es un sistema meU cánico que incluye componentes de compresión (como varillas) unidos entre sí, sin tocarse a través de componentes de tensión (como cables), y ayuda a explicar cómo se transfieren los estímulos mecánicos que se traducen en señales bioquímicas, proceso conocido como mecano-transducción, el cual permite la adaptación celular a su microambiente. . e manera que la tensión mecánica generada por el movimiento músculo-esquelético D se trasmite por presión a los órganos internos, estos recogen el estímulo en la MEC, la cual, a través de las integrinas, trasmite el movimiento al interior de la célula, que distribuye la fuerza tensional a través del citoesqueleto (su sistema de tensegridad). Este la traduce en señales químicas que son conducidas hasta el núcleo (el cual dispone igualmente de su propio sistema de tensegridad), poniendo en marcha, en ese momento, la respuesta al estímulo recibido, bajo la forma de activación de secreción de proteínas. Este circuito descrito pone en marcha, a través de la mecano-transducción, la proliferación, el metabolismo celular, la diferenciación o la apoptosis. E. n síntesis, todas las células del organismo están sujetas a este mecanismo de tensegridad basado en la estructura interna del citoesqueleto: gracias a los filamentos intermediarios, alcanzan la matriz celular y, gracias a los filamentos de actomiosina, se enlazan con las fibras de la MEC a través de las integrinas. Es así como cada célula siente su entorno y responde a él según sus propias necesidades. . na estructura de tensegridad deriva sus funciones (sostén y estabilidad) de la tensión U continua y la compresión local intermitente: distribuye las tensiones para establecer un equilibrio de fuerzas y estabilizarse a sí misma contra la distorsión de la forma. Dicho de otra manera, los componentes de una estructura de tensegridad están constantemente en equilibrio (dinámico) con sus entornos de fuerzas externas e internas. E. sta estructura constituye un mecanismo físico de integración de la parte con el todo, ya que, cada vez que movemos un músculo o recibimos un masaje, la piel se arru-
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ga, un hueso recibe la compresión, un tejido recibe el estímulo y responde con su función... Si el estímulo es excesivo o se mantiene en el tiempo, el efecto mecanoquímico remodela el sistema de tensegridad, que informará del cambio mecánico y lo transformará en nuevas condiciones moleculares. El movimiento, el masaje o las terapias físicas afectan a los programas de crecimiento celular, diferenciación, respuesta inmune y a tantos otros que son críticos para la salud. La tensegridad explica por qué todo el comportamiento y función biológicos, las moléculas y sus interacciones no pueden considerarse de forma independiente e individual, ya que cobran sentido a partir de ensambles supramoleculares. E. sta característica única de las estructuras de tensegridad, por la cual las deformaciones mecánicas son trasmitidas por la red de tensión a largas distancias, modifica las explicaciones tradicionales según las cuales las fuerzas locales solo causan reacciones locales. De acuerdo con Galli y colab. (2005) la mecano-transducción es una importante propiedad de las células y funciones tisulares: «[...] la capacidad para transformar las solicitaciones mecánicas en respuestas bioquímicas es un proceso clave en la homeostasis de los tejidos que deben resistir continuamente las fuerzas mecánicas». . sí, esta matriz de tensegridad tisular se puede definir como una red continua y dináA mica que se esparce en todas las esquinas distantes del cuerpo: si se afecta una parte del sistema, se afectan todas las otras partes del organismo. O, dicho de otra manera, si se cambia la demanda, como durante los ejercicios terapéuticos, todo el sistema fascial responde al nuevo requerimiento; este es un importante principio a tener en cuenta: si alteramos nuestras mecánicas, la célula cambia su función (Horwitz, 1997). E. n términos de sistema músculo-esquelético, se puede representar una estructura de tensegridad por barras gruesas, que son los elementos de compresión (los huesos), los cuales forman parte de un marco mucho más complejo, donde todo el sistema muscular, cartilaginoso, ligamentario y tendinoso conforma las estructuras de tensión que los conectan: el sistema músculo-esquelético-conectivo entero está sometido a una fuerza de tensión isométrica, constituyendo una red estructural conocida como «pretensión». En síntesis, una fuerza mecánica equilibrada compuesta por elementos de compresión (huesos) y de tensión (sistema muscular y conectivo) constituye una estructura de tensión integrada o tensegridad. e) Las disrupciones y restricciones dentro del tejido conectivo están conectadas con la disfunción o enfermedad. La fascia, y más específicamente la MEC, activa o deja de activar los procesos celulares de crecimiento, apoptosis, adhesión, invasión, expresión genética y diferenciación. Todos estos eventos celulares se traducen en los procesos fisiológicos del desarrollo embrionario, la morfogénesis o la angiogénesis, pero también es motivo de inicio de procesos patológicos cuando la correcta información se pierde, dando lugar a procesos inflamatorios, autoinmunes o degenerativos.
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E. l tensamiento del sistema fascial debido a un trauma es un mecanismo protectivo que puede surgir como resultado de microtraumas a lo largo del tiempo o de una lesión aguda, tal como una contusión o desgarro tisular. Los componentes fasciales pierden su plegabilidad, se vuelven más restringidos y son fuente de tensión para el resto del cuerpo. Las restricciones fasciales pueden crear patrones de deformación anormales, sacando las estructuras óseas de su alineamiento apropiado, a la par que derivan en compresión o inestabilidad de las articulaciones, produciendo dolor y/o disfunción. Las estructuras neurales y vasculares también pueden verse «atrapadas» en estas restricciones y causar síntomas motores, sensitivos y neurovegetativos o condiciones isquémicas. El acortamiento de los componentes musculares de los fascículos miofasciales puede limitar su longitud funcional, reduciendo su fuerza, su potencial contráctil y su capacidad de desaceleración. L. a solidificación de la matriz extracelular y la inflamación producida como consecuencia de un trauma van a producir una señal de shock celular trasmitida, a través de la vía neurovegetativa, al tronco cerebral y a los centros regulatorios superiores. . sí, podemos resumir la serie de sucesos resultantes de una lesión como un fenómeno A total del cuerpo: los tejidos blandos traumatizados locales con resultado de inflamación dan lugar a la solidificación de la MEC del tejido conectivo y fibrosis, tras lo cual el medio ambiente celular se vuelve tóxico, conduciendo a un soporte nutricional y a una eliminación de desechos pobres, todo lo cual envía una señal de shock celular a los centros superiores; a consecuencia de ello, el sistema nervioso central (SNC) puede incrementar el tono segmental generando un espasmo y patrones neuromusculares como una reacción protectiva, lo que produce una respuesta de adaptación general, todo lo cual conduce al dolor y a la disfunción. . uchas disfunciones músculo-esqueléticas presentan como principales componentes M el tensamiento del tejido conectivo y la actividad neuromuscular compensatoria; por ejemplo, la excesiva postura redondeada hacia delante de los hombros, debido a una mayor tensión en pectorales y puntos gatillos en el infraespinoso, puede resultar en tendinitis en el supraespinoso e insuficiencia en el manguito rotador. Esta situación es reversible si se detectan los signos tempranos del daño tisular o los cambios en la reacción somática al tipo de tensión al cual se está adaptando, de manera que se pueda favorecer el cambio hacia la normalidad de los tejidos modificados patológicamente, siempre que la reparación sea todavía posible. . e acuerdo con Dosh (1984), la enfermedad es el resultado de una alteración de las D funciones regulatorias dentro de estructuras interactuantes en un sistema dinámico que se autorregula, o, dicho de otra manera, la enfermedad es un problema en la trasmisión, procesamiento y realimentación de la información entre los circuitos de control individuales que se inscriben en el sistema total.
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Porot r apar t e,enelcapí t ul os egundos eanal i zanl aes t r uct ur ayl a f unci óndelt ej i doconect i vo,l ascual esr emi t enal asnoci oness i s t émi casdet ot al i dad,i nt er acci ónei nt er dependenci a,yal ospr oces os dels i s t emaneur omi of as ci aloal amaner aenques econf or manl os compor t ami ent oss i nér gi cos . Enelanexos epr oponeunbr ever ecor r i doporl osant ecedent eshi s t ór i cos ,r epas andol asdi ver s ast eor í asqueconcept ual i zanalor gani s movi vocomount odoquei nt er act úaconelmedi o,yquenos e cent r anenl ar educci óndel oss i s t emas ,s i noquel osenf ocande maner ai nt egr al ,esdeci r ,comos i s t emascompl ej osydi námi cos . Compl et anes t evol umenl aampl i aci óndeal gunosconcept os ,que s edet al l analf i naldecadacapí t ul oat r avésdes usnot as ,yl aexhaus t i vabi bl i ogr af í a.
Cr i s t i naM. Al egr i /Ma. Cr i s t i naPr ovenz a
Elpr i mercapí t ul os ecent r aenl ascar act er í s t i casdelr azonami ent o cl í ni coyenl osdi f er ent espar adi gmasquei nf l uyens obr el asdeci s i onest er apéut i cas .Enél, s epr es t aes peci alat enci ónaconcept os cl avesdel aci enci adel acompl ej i dadyas ur el evanci aenl asár eas decompet enci adel ost er apeut asocupaci onal es ,al avezques ei nt r oduceelmodel oi t er at i vocomor ecur s omet odol ógi coqueayuda apr ef i gur arl asvar i adaspr egunt as ,deci s i onesyact i vi dadesal as ques eenf r ent aelt er apeut aenl asdi s t i nt ass i t uaci onescl í ni cas .
Del pens ami ent obi omec áni c oal s i s t émi c o.
Alabor dares t evol umen,s usaut or as ,i ni ci al ment e,s epr opus i er on af r ont ardoscues t i ones ,cl ar ament e di f er enci adas :porun l ado, cómopi ens anl ost er apeut asocupaci onal esy,porot r o,cómos e compor t anues t r ocuer po.