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Guía Fiscal 2017
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El jefe nunca pierde el estilo
¿Videojuegos Las fiestas de fin de año son un clásico. Entre los efectos del mexicanos?
alcohol —cortesía de la empresa— y el esfuerzo por Tenemos todo mantener el profesionalismo, ¿en qué posición juega el jefe? para ser una potencia ¿Delantero, medio de contención, banca...?
El año viene rudo
Un mapa para navegar en tiempos turbulentos
Por Carlos Velázquez Ilustración de Adrián Pérez Acosta
Cómo vender lujo
Las tácticas de una El año concluye y los aguinaldos se reparten. Pero la verdadera noche de paz no es el nacimiento del Niño Jesús, es la noche de casa de alta relojeríala posada. La única fecha del año en que se rompen las jerarquías
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y el jefe del departamento, oficina, planta, fábrica, ceo, cfo, coo, (o como se llame) debe ser el anfitrión ideal. Ya tendrá el resto del año para ocupar su papel de director técnico malhumorado que va perdiendo el partido de la vida, pero esa noche le toca departir de tú a tú al calor de las cubas hasta con el intendente.
Importan mucho las posadas con los socios, los amigos del colegio y la familia de la familia de la familia (¡¿cuánto es el máximo de posadas a las que uno puede Todo para el asistir sin morir de congestión alcohólica, empresario indigestión o acabar orillando al cónyuge a que pida el divorcio?!), pero esas son la ronda de grupos; la de liguilla es esa donde juegas de local: en tu propia empresa. Un jefe que se porta buena onda en una posada acumula —no mucho, poquito— karma laboral que podrá hacer efectivo cuando ocupe que fulano o zutano se quede horas extra. En esa dinámica, siempre podrán acordarse, aunque ninguno lo diga, de aquel brindis en la posada en el que se contaron dos o tres intimidades… y te enteraste de quién es el que pintarrajea el baño con apodos inspirados en tu persona, por ejemplo. Si en la posada familiar uno es el amargado que no convive con la parentela porque está peleado a muerte por viejas rencillas desde los noventa, en la de la oficina hay que tomar la iniciativa, ser el centro delantero, el Maradona de la vuelta doble a ritmo tropical y —muy importante— el primero en pegarle a la piñata, que este año seguro será de Donald Trump, porque, además de ser el espacio sagrado de comunión entre los godínez, la posada es la oportunidad del mexicano de desahogarse, y justamente darle de palos a un Trump de cartón puede resolver incluso traumas adquiridos en la niñez. Así que en lugar de gastar tanto en charlas motivacionales mejor invierte más en posadas. Quién sabe, a lo mejor la productividad se eleva. Haz dos o tres o cuatro al año, ¿por qué no? A nadie le molestará fingir que es diciembre, comer tamales, beber champurrado, bailar cumbias hasta las tantas de la madrugada, ni que la empresa invite.