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“No se redime lo que no se ama”

Con motivo de un nuevo aniversario de su misión en las islas, EL ISLEÑO habló con Monseñor Jaime Uriel Sanabria Arias, Vicario Apostólico de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; aprovechando igualmente su reciente visita al Vaticano, a donde junto a un grupo de obispos de varias Arquidiócesis, Diócesis y Vicariatos, tuvo la oportunidad de recibir –de primera mano– las orientaciones del Santo Padre.

Por Eduardo Lunazzi

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Parafraseando al Papa Francisco, cuando dice que “el pastor debe tener aroma de oveja” ¿cómo aprecia hoy la relación de la comunidad de las islas con sus guías espirituales?

Considero que hay una relación cercana, fraterna entre el sacerdote y su comunidad; estoy convencido de que nuestras parroquias no sean tan grandes, permite que se pueda tener un contacto cercano con los feligreses, más bien personalizado en algunas ocasiones y por eso se está al tanto de muchas situaciones. Ciertamente, la sensibilidad religiosa de nuestra gente hace que haya una apertura mayor al mensaje.

Y es ese orden de ideas, dados al- los observa la Iglesia? que se hace desde la formación educativa. Nosotros tenemos bajo nuestra responsabilidad los colegios Sagrada Familia y El Carmelo, aquí en San Andrés, y María Inmaculada en Providencia; donde ciertamente se imparten valores y se adelanta una labor formativa significativa que la comunidad ha valorado ampliamente.

Compartimos la preocupación, sin que la situación esté desbordada o que sea absolutamente inmanejable, pero ciertamente hay síntomas de acrecentamiento que podrían tener entre sus causas la descomposición familiar o la crisis económica en algunos hogares, lo que afecta definitivamente la convivencia en ellos.

‘Compromiso electoral’

Por eso desde la Iglesia también invitamos a la gente a amar las islas, porque sólo si amamos nuestra casa la cuidamos; y esto incluye por supuesto a Providencia y Santa Catalina.

A propósito del municipio y de estas situaciones que ha vivido, como el huracán IOTA y ahora el incendio forestal, ¿cómo piensa que dichos eventos han incidido en la feligresía?

Me parece que esos fenómenos han provocado una serie de cosas en la vida cristiana: por ejemplo, la pandemia causó aislamiento y

También creo que es un llamado a nosotros mismos, para tener mucho más cuidado con los tesoros que tenemos en nuestras manos, a valorar esta preciosidad de islas con las que quedan admiradas las personas que vienen de afuera.

No puede ser posible que no admiremos la belleza del Archipiélago, que perdamos la capacidad de asombro. Requerimos de un trabajo fuerte de amor para reconstruir esta ‘casa común’, como se refiere el Papa Francisco a emprender una relación armónica con la ecología.

Nos pidió, además, fomentar la misericordia, porque hay muchos corazones rotos heridos por hechos negativos que ya hemos mencionado, y que necesitan que la Iglesia se acerque misericordiosamente a atenderles. Él siempre nos está moviendo a buscar ese acercamiento, nos pide ser una Iglesia que llegue sobre todo a la periferia humana donde hay tanto dolor.

¿Qué tanto se palpa allí la guerra entre Rusia y Ucrania y otros conflictos bélicos?

El Papa está muy atento a los conflictos en todo el mundo, incluyen - moción y la asistencia a tantas personas que están saliendo actualmente de su país, esa movilidad humana que en el mundo alcanza unos niveles altísimos.

Nos insta a organizarnos, para la recepción y movilidad de tanta gente que se está moviendo, por las condiciones propias de sus países o buscando mejor calidad de vida.

Por último, ¿qué mensaje le quiere dejar a la comunidad de las islas?

Les invito, como decía anteriormente, a amar más a las islas; a amarlas con toda su realidad com - eso desbarató muchas de las organizaciones pastorales que teníamos; y volver a reunirlos ha sido difícil. Entonces ha quedado en el ambiente una especie de individualismo que hace daño, ahora se nota que se busca más el interés particular que el común… Y eso es muy peligroso porque se pierden los lazos de solidaridad. do los de Colombia. Por eso nos invita permanentemente a trabajar por la paz, a buscar caminos, dado que la paz no es programa de un Gobierno sino un plan de Dios.

Así mismo, tras esta serie de eventos naturales en tan corto tiempo, me preocupa que reine la desilusión y la desesperanza. Si bien su población ha sido muy valiente al asumirlos, pienso que siente cierto cansancio y los descorazona un poco.

Hablando del Papa Francisco, supimos que hace poco usted estuvo en el Vaticano. ¿Cómo le fue?

Fue una oportunidad muy bella, se llama la ‘Visita ad Limina Apostolorum’ que todos los obispos debemos hacer cada cinco años, para compartir la situación en nuestras regiones, tener contacto con toda la iglesia allí junta, y escuchar las orientaciones del Santo Padre.

Durante nuestro encuentro, una de las cosas que nos pidió (y que nos viene muy bien para las islas) es ser ‘signos de esperanza’ en medio de tantas situaciones críticas.

Con respecto a Ucrania, está haciendo un trabajo enorme de acercamiento, de diálogo, para buscar salidas a ese y más conflictos que se están presentando en otros países, independientemente del credo que se profese.

La paz debe ser un propósito de la humanidad entera y en eso hay que trabajar juntos sin ningún temor. Otra cosa sobre la que nos ha alentado a trabajar es en la pro - pleja, multidimensional y pluricultural. También a que nos amemos a nosotros mismos, porque en la medida en que nos hagamos fuertes, solidarios y fraternos, vamos a crear un ambiente positivo para salir adelante.

No podemos polarizarnos de ninguna manera, la polarización política o religiosa es de los peores daños que se le hacen hoy a la humanidad; por eso los invito a que por encima de cualquier criterio, tengamos el amor entrañable a estas islas y que por ellas pongamos todos un poquito. Si todos sumamos, sin duda, se notarán los cambios.

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