nº 8 Julio 2014
Comenzó el Apertura y la búsqueda por destronar al campeón vigente
A LA CAZA DEL REY
Análisis futbolístico A lAs universidAdes, o'Higgins y unión espAñolA
Marco Sotomayor Periodista Gestor del proyecto El Ágora
Luis Urrutia O´Nell (Chomsky) Periodista, académico y escritor de nueve libros sobre el fútbol chileno
Julio Salviat Periodista, escritor y académico de la UNAB
Daniel Pérez Periodista
Francisco Coloane Sociólogo y comentarista internacional
TAMB I É N
Carlos Pérez Historiador
Matías Alcántara Periodista, especializado en deportes y en comunicaciones corporativas
E S C RI B E N:
Rodrigo Ried Periodista
Jorge Castillo Periodista
Diseño y Producción Gráfica, VeoMarket
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Los candidatos de siempre
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rrancó el Torneo de Apertura y comienzan, también, las proyecciones de los diferentes equipos en su tránsito por un campeonato que luce figuras interesantes: Jean Beausejour, Marco González, Mauro Óbolo, Fabián Orellana y Mauricio Pinilla (ambos, muy cerca de firmar por Colo Colo y la “U”, respectivamente), por citar unos nombres. A través del mecanismo de las contrataciones (cantidad no garantiza calidad, recordemos), de inmediato podemos vislumbrar a las instituciones que van, en serio, tras el título. Y son más o menos los mismos que en años anteriores: Colo Colo, las dos universidades, O’Higgins y Unión Española. Obviamente, no puede descartarse alguna sorpresa. Ustedes, de seguro, habrán escuchado la frase “en el fútbol no existe la lógica”, lo cual representa una verdad, pero sólo a medias. Al cabo de noventa minutos, un equipo modesto puede derrotar a otro con mayores pergaminos. Eso lo vemos a diario. Pero, cuando se trata de un campeonato de mediano o de largo aliento, el club de más jerarquía casi siempre sacará ventajas, ya sea porque tiene un plantel más generoso, un cuerpo técnico más capacitado, una convocatoria que “asusta” a los rivales y hasta una tradición más ganadora. Es cosa, no más, de apreciar lo que ocurre en los Mundiales, donde los
nombres se repiten: Brasil, Italia, Alemania, Argentina y Uruguay acaparan la mayor cantidad de logros ¿Hay lógica en esto? Por supuesto. Las selecciones-sorpresas no llegan a disputar finales. Como Costa Rica en Brasil 2014, quedan varadas en cuartos o en semis. Esto ocurre también a nivel local. Acá, por ejemplo, las copas las acaparan con mayor recurrencia Colo Colo, la “U”, Universidad Católica, Cobreloa y Unión Española. A veces nos sorprende gratamente un cuadro de regiones, que no sea Cobreloa: Huachipato, Everton o Santiago Wanderers. O’Higgins, que se proclama el “Capo de Provincias”, recién obtuvo su primera estrella en 2013. Excepciones que uno ve y disfruta muy de tarde en tarde. Apuntamos en este número al análisis futbolístico de quienes golpearán el tablero para destronar al monarca en ejercicio: nuevamente las universidades y Unión, aunque sumamos, por su historia reciente, a los celestes de Rancagua. Como está explicado más arriba, apelamos a un mínimo sentido futbolístico para establecer los nombres de los candidatos. Barnechea no está incluido, pese a que su propuesta (muy ingenua, es verdad) tiene un interesante matiz. Así, además, concluimos que no habrá grandes sorpresas en el torneo. Porque este deporte, a la larga, tiene lógica.
ANA
Por Chomsky
Lejos de los grandilocuentes adjetivos que suelen orbitar en torno del equipo, Colo Colo debe centrar sus esfuerzos en superar el rendimiento del semestre anterior, donde, si bien alcanzó la estrella 30, nunca convenció del todo. Ahora debutó con un magro empate ante San Marcos, en Arica.
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ada la manía de etiquetar que todo lo actual es lo máximo sobre la Tierra, no podía extrañar que los medios levantaran la bandera de que este Colo Colo tiene el mejor plantel de los últimos 20 años y que es el más millonario en dos décadas. No hace tanto, apenas seis años atrás, cacareaban con eso de los Cuatro Fantásticos por Lucas Barrios, Macnelly Torres, Cristóbal Jorquera y Daúd Gazale (sí, Daúd Gazale), y hace tres años, el entrenador Américo Gallego pisó el palito y dijo a la prensa que contaba con “cuatro fantásticos” por Mauro Olivi, Esteban Paredes, Carlos Muñoz y Roberto Gutiérrez, y hasta hubo quien se definió como “el quinto fantástico”: Lucas Wilchez. Sigue
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ANALISIS
A pesar de los calificativos, transcurrieron siete torneos antes de que el Cacique conquistara la estrella número 30. Una vez obtenido el título en el Clausura 2014, la prensa llenó espacio con la misión del bicampeonato y el domingo un matutino llegó a bautizar “súper Colo Colo”. La vuelta olímpica de abril pasado se originó en una apuesta de los concesionarios de los tres clubes más grandes. Las sociedades anónimas Blanco y Negro (Colo Colo), Azul y Azul (Universidad de Chile) y Cruzados (Universidad Católica) resolvieron economizar dinero y dejarles las bancas a tres practicantes: Héctor Tapia, Cristián Romero y Rodrigo Astudillo, respectivamente. Dicho en términos políticos, se parearon. De los tres, uno de ellos tuvo éxito (Tapia), mientras que Romero igualó la peor temporada de los azules respecto de los albos al sumar 22 puntos menos (42 contra 20), tal como había sucedido en el Apertura 2007 (47 contra 25). Tapia repitió la marca de Arturo Salah (1986) y Jaime Pizarro (Clausura 2002), entrenadores debutantes que fueron campeones en Colo Colo. Y el delantero Esteban Paredes, con 16 tantos, fue el máximo goleador del torneo, consagrándose trigoleador como antes Carlos Campos, Eladio Zárate, Óscar Fabbiani, Carlos Caszely y Rubén Martínez.
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Más allá del objetivo logrado, Colo Colo resultó un campeón discreto –incluso inferior al que dirigió el argentino Hugo Tocalli (Clausura 2009) –, favorecido porque sus rivales (las universidades, O’Higgins y Unión Española) privilegiaron las competencias internacionales y dejaron en segundo plano la local. Los cimientos de la estrella 30 partieron con la elección de Arturo Salah como presidente de Blanco y Negro. Su planificación terminó con el caos de la rotación de entrenadores y jugadores, estimulados por los intermediarios que sacan dividendos sin importarles la suerte del club. El paraguayo Gustavo Benítez, sin fortuna en la cancha y mostrando en la banca un abatimiento que no se compadecía con un líder, dio paso a su ayudante, Héctor Tapia, y éste no transó en los refuerzos solicitados: el zaguero transandino Julio Barroso (O’Higgins), el volante Jaime Valdés (Parma, de Italia) y el atacante Esteban Paredes (Querétaro, de México). El calendario favoreció a Colo Colo que acumuló siete victorias sucesivas, así se instaló en la cabeza de la tabla de posiciones y disfrutó de una cuenta de ahorro antes de enfrentar a los adversarios más peligrosos. Las actuaciones ante Cobreloa y O’Higgins, por ejemplo, no conformaron, ni qué decir de la cumplida frente a Universidad de Chile, pero el triunfo en el clá-
sico dejó en segundo plano el análisis. Con el desafío de una buena campaña en la Copa Libertadores y de reeditar el título en la competencia local, Blanco y Negro se reforzó con Claudio Maldonado (Corinthians, de Brasil) y Jean Beausejour (Wigan, de Inglaterra) y aguarda el desembarco de Fabián Orellana (Celta, de España). El plantel luce mayores variantes que en temporadas anteriores, donde reunió a futbolistas más dotados para el juego individual que el colectivo, como Emiliano Vecchio, Mauro Olivi, Mathias Vidangossy y Emilio Hernández. Ninguno de los cuatro tiene vocación para marcar y pueden permanecer muchos minutos sin entrar en contacto con la pelota. Si con uno de ellos en la cancha, es una ruleta de actuar con 10 jugadores, es de imaginar lo que sería con dos o más. Por eso se tuvieron que ir Vidangossy y el Choro Hernández. Uno de los puntos altos de Colo Colo lo constituyó el regreso de los hinchas al estadio Monumental, con concurrencias por sobre los 32.000 espectadores. Pese al 84,44 por ciento de rendimiento que alcanzó al ser campeón, Colo Colo debe mejorar mucho su producción de juego, porque esta vez los contrarios apostaron fuerte. Y a olvidarse de los titulares llamativos de la prensa…
O P I N I Ó N Por Rodrigo Ried, Editor deportes radio Bío Bío
pinilla, in Beausejour, out
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o soy de la cuerda de Arturo Vidal: si tienes opciones de quedarte afuera jugando, hazlo. Es que el de la Juve fue clarito con su amigo Mauricio Pinilla: “Yo le recomendé que se quedara un año más en Europa, porque condiciones y fútbol tiene de sobra”. Acá, nada de romanticismos. Por más que ames una camiseta o que en nuestro país, Colo Colo, la U o la UC sean clubes tremendamente llamativos, el futbolista criollo tiene la necesidad de quemar todos sus cartuchos primero lejos de acá. No creo que con 30 años recién cumplidos -el 1 de junio- Jean Beausejour no tenga cosas que entregar en el exterior. Por algo se ha mantenido en el fútbol inglés -aunque en clubes de segundo orden- o se metió en la historia de Chile, anotando goles consecutivos en Sudáfrica 2010 y ahora Brasil 2014. O sea, pasta tiene el morocho. Por eso hubiera sido un craso error que Pinilla retornara a la U, cuando harta fama se ganó tras el Mundial con sus minutos jugados y el “travesaño maldito”, lo que seguramente le dio visibilidad para que siguieran fijándose en él equipos como la Sampdoria o el Genoa. A Pinigol le volvieron los 15 minutos y creo que eso no lo aprovechó el “Bose”. La hubiera hecho de oro si, por ejemplo, se iba al Marsella de Bielsa. Allí la termina de romper ¿Y? Volvió a Colo Colo. Amigos, sin desmerecer a los albos ni mucho menos al fútbol chileno, en Europa aún juegan y dirigen equipos extraterrestres, mientras en nuestras fronteras sólo seguimos siendo comunes y silvestres seres humanos.
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i uno se fija en el currículo de Carlos Heller, se podrá dar cuenta de que le ha ido mal en todo, menos en acumular fortuna.
Cuando era adolescente, se probó como arquero en Universidad de Chile. Y a pesar de todos los padrinos, no quedó entre los elegidos. Cuando quiso entrar a la universidad, algo se interpuso e ingresó al Inacap, donde se tituló de técnico agrícola; y no es mucho lo que ha desarrollado su profesión en ese campo. Cuando era solamente director de Azul Azul, dijo estar avergonzado de serlo “por todas las decisiones incorrectas que han tomado: nunca hemos sido consultados cuando deciden un refuerzo, y eso se repite ahora con el técnico”… Ese técnico no era el “Fantasma” Figueroa, como podría suponerse. Tampoco “Relojito” Romero, como podría pensarse. Se refería a Jorge Sampaoli. Como se ve, parece acostumbrado a equivocarse. Sin embargo es el presidente del holding Bethia, considerado el quinto más rico de este país, con un patrimonio que bordea los 5 mil millones de dólares,
forma parte de unos 15 directorios y tiene participación en una veintena de empresas. Eso explica que la “U” sea ahora un reguero de plata destinada a refuerzos, todos elegidos por él, no se sabe si con o sin consulta a los directores. DEFENSA NUEVA En un mes, Universidad de Chile contrató a nueve jugadores, casi todos de alto valor, y tiene algunas posibilidades de sumar al décimo y más espectacular: Mauricio Pinilla. Para que eso prospere, tiene que conseguir que el Cagliari italiano lo ceda gratis y el que el delantero consienta en bajar a la mitad sus remuneraciones. Pero podría prosperar también en caso de que Heller vuelva a abrir su billetera sin afectar las arcas de Azul Azul. Benjamín Vidal inició la catarata de contrataciones. Hijo Ilustre de Doñihue, integrante de selecciones nacionales menores y elegido por el Sifup como el mejor de 2014 en su puesto, el eficiente zaguero de O’Higgins cambió el calipso por el azul y a los 23 años asoma como un valor de gran proyección. Un millón y medio de dólares costó la operación, y en su debut
RAMILLETE DE REFUERZOS Por Julio Salviat
Los millones de Carlos Heller se pusieron al servicio de la renovación absoluta en la “U”, que busca recuperar laureles locales e internacionales.
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cumplió satisfactoriamente haciendo la dupla de centrales con Osvaldo González, único sobreviviente en el sector defensivo. Desde la partida de Matías Rodríguez que la “U” añoraba un lateral de probada eficiencia. Ni Paulo Magalhaes –el más utilizado- ni Bryan Cortés se acercaron a su rendimiento. Las esperanzas están puestas ahora en Mathias Corujo, solicitado con carácter de perentorio por su compatriota entrenador, Martín Lasarte. En Wanderers de Montevideo, Peñarol y Cerro Porteño demostró que puede desempeñarse como marcador por las dos bandas y como volante central. También debutó el domingo y dejó muy buena impresión, a tono con su campaña en Paraguay, donde lo eligieron como el mejor jugador del año pasado. La banda izquierda también aparecía como sector irregular en las últimas alineaciones universitarias. Por ahí se desempeñaba normalmente Roberto Cereceda, que se fue el Figueirense brasileño y que en un partido jugaba bien y al siguiente era un desastre. El encargado de darle estabilidad al puesto es Cristián Suárez, integrante de la selección sub 20 que terminó tercera en el Mundial de Canadá. No tuvo los mismos destellos que Alexis, Arturo o Gary, pero calladamente ha sido buen aporte en O’Higgins y Cobreloa, además de haber pisado pastos foráneos con las camisetas de Corinthians, en Brasil; Chacarita Juniors, en Argentina, y
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Olhanense, en Portugal. Ante Cobresal, en el debut, cometió un error que costó el descuento, pero también dejó en claro que costará pasarlo. MEDIOCAMPO DURO El puesto de volante central tendrá dura competencia. Sebastián Martínez siempre asomó como el gran sucesor de Charles Aránguiz o Marcelo Díaz, pero no aprovechó cabalmente la ausencia de ellos. Y ahora viene Ricardo Guzmán Pereira a discutirle el puesto. El uruguayo, formado en Wanderers de Montevideo, tiene 23 años, mide 1,81 y fue seleccionado juvenil en su país. Igualmente ardua será la disputa por los otros puestos del mediocampo. Apareció sorpresivamente Gonzalo Espinoza, un volante de trajín similar al de Aránguiz, proveniente de All Boys, de Argentina, donde también vistió los colores de Racing y Arsanal de Sarandí. Para ese trompo hay otras cuerdas, como el promisorio Fabián Carmona y el calado Ramón Fernández por la derecha. Por el otro lado figuran el chileno-peruano Joao Ortiz,
con buenos aprontes en Unión La Calera y Palestino, que les hará collera a Gustavo Lorenzetti, César Cortés y Enzo Gutiérrez. ATAQUE NUTRIDO Para el ataque sobran nombres. El trío que presentó ante Cobresal, con Sebastián Ubilla, Gustavo Canales y Patricio Rubio suena temible, y fue demoledor en el primer tiempo. Ahí el “nuevo” es , que ya tuvo un brillante pasado azul, que siempre estuvo en la mente de Heller y que fue el mejor de la cancha el domingo. Pero podría haber un trío distinto e igualmente amenazador. Para eso consiguió, a préstamo, los servicios de Cristián Cuevas, formado en O’Higgins, fichado por el Chelsea inglés y prestado sucesivamente al Vitesse y al Eindhoven, ambos de Holanda. También recuperó a Ignacio Duma, de buena campaña en Palestino, y contrató a Sebastián Zúñiga, con pasado promisorio en Cobreloa y Unión La Calera. Con ese ramillete de refuerzos, la “U” está en condiciones de recuperar laureles locales y pelear los internacionales. Todo eso, si a Carlos Heller le va bien en algo que no sea acumular fortuna.
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JULIO CÉSAR Y LA UC:
EL IMPERIO DE LOS SUEÑOS 12
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or trayectoria y prestigio, Universidad Católica se quedó con el técnico de mayor alcurnia para la temporada 2014-2015, en una apuesta corporativa que el avezado Julio César Falcioni deberá refrendar tanto con su trabajo como –fundamentalmente- resultados y títulos. El ex portero argentino y conductor de los principales clubes argentinos –incluyendo Boca Juniors en 2011-2012- posee el mejor currículum de los entrenadores debutantes de esta temporada, y esa calidad lo pone en el foco de la atención y las exigencias del medio nacional. El debut victorioso de la UC contra Antofagasta, con una solitaria anotación del argentino Matías Cahias, marcó la apertura de un ciclo, que, por ahora, los cruzados caratulan con un concepto conocido: “somos un equipo en rodaje”, afirman en San Carlos de Apoquindo, mientras los hinchas se entusiasman e ilusionan con que el 2014 podría concretarse un sueño postergado. Objetivamente, las comparaciones benefician a la UC respecto de los otros candidatos convencionales, que cuentan con técnicos de distinto linaje: un joven Héctor Tapia, que sigue acumulando oficio de competición al frente de un Colo Colo repotenciado, y otro profesional de incuestionable recorrido internacional que ahora está al frente de Universidad de Chile, el uruguayo Martín Lasarte. En rigor, la balanza se inclina hacia el cartel de Falcioni y sólo el tiempo dirá si ese factor tiene incidencia significativa en la campaña de los favoritos a la corona. LA ARMADA CRUZADA Dos defensas y dos delanteros constituyen la
principal renovación de los cruzados para una etapa en que deberá repartir sus esfuerzos, fichas y expectativas: el torneo de Apertura, la Copa Chile y la Copa Sudamericana. Si se trata de nombres, el goleador argentino Mauro Óbolo y el atacante criollo David Llanos – scorer de la temporada anterior- llegaron a sumar su artillería a un equipo que empieza a ajustar su mecánica para adquirir la organización de juego que pretende Falcioni. Uno y otro ofrecen gran efectividad y una capacidad individual que les permite vincular sus aptitudes a los requerimientos colectivos sin transar su categoría de “depredadores” del área. Asimismo, Católica también buscó reforzar su andamiaje defensivo con las incorporaciones del zaguero trasandino Matías Cahais y el joven defensor nortino Erick Pulgar: experiencia y juventud para armonizar la fórmula que reditúe mayores beneficios a los objetivos grupales. La transición estudiantil necesitará tiempo y convicción para que la oncena plasme en la cancha la dinámica y propuesta táctica de Falcioni, un técnico de la vieja escuela sin tanto apego al “ofensivismo” de moda –siempre al ataque- y más pragmático, que devoto del espectáculo. Luego de los últimos sueños frustrados y una fama injusta e insolente de “segundones”, los seguidores de la UC depositan ahora su fe en un plantel fortalecido por la renovación de este semestre y, especialmente, la estatura de un estratego que, por su conocimiento y oficio, disminuye el margen de riesgo con el aval de sus 3 títulos y16 años en la banca. En tiempo de promesas, los cruzados someten el imperio (de sus sueños) al poder de Julio César…
Por Daniel Pérez Pavez
El técnico Falcioni encabeza la gran cruzada de Universidad Católica para conquistar el título en una temporada de renovación y de exigencias superlativas.
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Por Jorge Castillo Pizarro Periodista e investigador musical
La Alemania redimida
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a cuarta fue la vencida. Aunque la Mannschaft había sido campeona mundial tres veces antes y subcampeona otras cuatro, lo más que había conseguido es que un goleador inglés inmortalizara la frase aquella de que “el fútbol es un deporte que juegan 11 contra 11 y en el que siempre gana Alemania”. Lo de Gary Linecker no era precisamente un elogio. Más parecía una impotente y sibilina forma de reconocer el sempiterno poderío germano, pero quitándole todo atisbo de belleza y reduciéndolo al resultado de la constancia y a la devoción por el trabajo bien hecho. Como él, hasta ahora nadie que no fuera alemán le concedía méritos legítimos a la extensa cadena de victorias de la Mannschaft. Algo de justicia había en esa injusta apreciación. Algunos resultados algo sospechosos en mundiales y el choque inmisericorde de Harald Schumacher en contra de Patrick Battiston en España 1982 (nulo arrepentimiento mediante), alimentaron el mito de que Alemania debía seguir purgando todas sus culpas, en la cancha y fuera de ella. Así se concluyó que Alemania fue campeona mundial en 1954 porque en la primera parte del torneo perdió por goleada ante Hungría para que los brillantes magyares se confiaran fatalmente en la final, porque a fuerza de tesón y empuje dejó seca a la revolucionaria Naranja Mecánica de Cruyff en 1974 o porque un árbitro mexicano mal cobró un penal a su favor en 1990 para arrebatarle el triunfo a la Argentina de Maradona. Eso es lo que recuerda, con no poca razón, la historia del fútbol. Paradójicamente –porque en todo orden de cosas Alemania siempre se ha sentido por sobre el resto– en el fútbol estaba claro que la historia no la escribían los ganadores, sino que los derrotados. Al menos, cuando los campeones eran ellos. Eso, hasta este 13 de julio último. Recién 24 años después de que Franz Beckenbauer profetizara con grandilocuencia wagneriana que la unión de las dos Alemanias produciría una selección invencible, un equipo salpicado de polacos, turcos, ghaneses, iraníes y hasta albanos por fin torció el juicio asentado desde siempre y el mundo entero valoró inequívocamente que el Mundial lo había ganado el mejor. Para llegar a este momento de gloria genuina, los alemanes debieron tragarse los sueños mesiánicos del Kaiser y soportar eliminaciones humillantes, como ante los subdesarrollados búlgaros en 1994 y los emergentes croatas en 1998, o aleccionadoras, como ante los pragmáticos y avaros italianos en 2006
y ante los deslumbrantes españoles en 2010. A diferencia de lo que harían muchos, Alemania tomó nota de que la mordaz frase de Linecker iba quedando en la historia y ya no era las tablas de la ley. Ya no era tan cierto de que jugasen como jugasen, su potencia física y mental les haría terminar ganando partidos difíciles o derechamente imposibles. Por eso fraguó un plan a la usanza teutona y tomó nota de otro comentario del Kaiser. La década del ’90 avanzaba, los triunfos escaseaban y Beckenbauer lo atribuyó, esta vez acertadamente, a que los niños y adolescentes alemanes se había alejado del deporte, atraídos, como no, por la tecnología. Había, dijo él, cada vez menos de dónde elegir y por eso escaseaba el talento. Los mandamases planificaron cómo salir del hoyo. Identificada la causa y consensuada la solución, toda la Alemania futbolística se puso en marcha. La receta mezcló a una Bundesliga más competitiva, incentivos a los clubes para que mejoraran y ampliaran sus escuelas de fútbol, una formación acentuada en lo técnico e, impensadamente, una captura de cuanto niño inmigrante luciera condiciones. Así, ya no fueron elegidos solo los rubios polacos que desde la posguerra nutrieron paulatinamente a las selecciones alemanas. No. Ahora fueron elegidos también los inmigrantes africanos, asiáticos y de las empobrecidas repúblicas ex comunistas. Hasta los otrora menospreciados turcos, que durante décadas debieron limpiar todo lo que los alemanes ensuciaban, entraron a la cancha. El resultado está a la vista. Una Alemania multicultural y futbolísticamente talentosa logra el reconocimiento unánime del planeta fútbol. Quizás lo único puramente germano que queda en este equipo es su seguridad. A diferencia de las demás selecciones, incluyendo a la insegura y timorata brasileña, ni Joachim Löw ni sus dirigidos dudaron un segundo en proclamar antes del Mundial que viajaban a Brasil para regresar con la Copa. No podía ser de otro modo, dijeron. Sentían que el plan echado a andar con el cambio de siglo ahora ya estaba maduro. No tienen comprado el futuro. Otras potencias tratarán de enmendar rumbo para desbancarlos. Pero la gloria hoy es de ellos. Walter, Beckenbauer, Maier, Breitner, Hoverath, Netzer, Bonhoff, Schuster, Rummenigge, Littbarski, Sammer, Möller, Klinnsmann, Völler y tantos otros talentosos cuyos triunfos no siempre fueron reconocidos como lo merecían hoy pueden respirar tranquilos. Este otro Tribunal de Nuremberg ha prescrito y archivado sus procesos.
REGALO HISTÓRICO
MEDALLA ORIGINAL PRIMER CAMPEONATO MUNDIAL DE FÚTBOL URUGUAY 1930
Exclusivo Suscriptores La próxima semana se dará a conocer al ganador del concurso de esta fantástica reliquia, que conmemora el Campeonato Mundial de Fútbol Uruguay 1930, donde los charrúas ganaron el primer título de la historia. *En caso de empates se realizará un sorteo para elegir al ganador.
MÁS INFORMACIÓN
MAIL: marco.sotomayor@yahoo.es SUSCRIPCIONES: http://www.elagora.net/xregistro/
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capodeprovincia.cl
La renovada iLusión ceLeste
ANALISIS
Por Matías Alcántara
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s muy probable que O’Higgins viva una etapa de transición por la partida del entrenador más importante de su historia y por el éxodo de algunas de sus principales figuras. Sin embargo, en Rancagua confían en que son candidatos para levantar nuevamente el Huemul de Plata. Facundo Sava es un técnico con poca experiencia: sólo dirigió a San Martín de San Juan y Unión de Santa Fe. Los números no lo acompañaron en Argentina, ya que sólo obtuvo un 36,8 por ciento de rendimiento, pero hay que considerar que esa cifra está en el promedio de dichos equipos. Ahora tendrá que demostrar su capacidad en un cuadro con pretensiones. “Quiero que O’Higgins juegue como sabe en cualquier cancha”, manifestó el nuevo entrenador del equipo de Rancagua, que en teoría parará a su equipo mayoritariamente con un 4-4-2. Como jugador, el “Colorado” tuvo una importante carrera en Argentina, que lo llevó a comandar el ataque de importantes equipos como Racing y Gimnasia y Esgrima de La Plata, y fuera de su país, con pasos en el Fulham inglés o Celta de Vigo, el mismo equipo que ahora dirige su antecesor, Eduardo Berizzo. O’Higgins no podrá contar con Paulo Garcés, que partió a Colo Colo, pero su reemplazante, el veterano Roberto González, respondió cada vez que le tocó actuar en las campañas pasadas.
Pablo Hernández es otro jugador que se puede extrañar en la Sexta Región, pero el volante formado en el Monumental Luis “Larry” Valenzuela quiere reemplazarlo de buena forma. En su debut, al menos, logró convertir el segundo tanto en la victoria ante Unión La Calera. El equipo titular también se despotenció con las partidas de Benjamín Vidal, Mariano Uglessich y Gonzalo Barriga, además de buenas alternativas en la banca como Osmán Huerta y Carlos Escobar. El rendimiento de los refuerzos foráneos (Rivero, Lizio y Elizari) es un misterio que se resolverá con el desarrollo de la competencia. La última incorporación, Hans Martínez, debería ser garantía en la última línea o en la zona de volantes, pese a su casi nula actividad en el Almería. A diferencia de las campañas anteriores, O’Higgins podrá actuar de local en su ciudad, ya que podrá jugar ocho encuentros en el remozado estadio El Teniente. El primero frente a Universidad de Chile, donde no tendrá a Yerson Opazo, expulsado en la jornada inaugural. Hacerse fuerte en su reducto sin duda que será importante para los rancagüinos, si es que quieren disputar el campeonato. Además, el cuadro de Sava podrá disfrutar de las instalaciones del gran complejo Monasterio Celeste, que ofrece todas las comodidades para un cuadro con aspiraciones.
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l equipo de Santa Laura nuevamente quiere pelear la corona. De los últimos cuatro torneos logró un título y un vicecampeonato, por lo tanto sus hinchas confían en repetir esas buenas campañas, considerando la continuidad del entrenador y la base del plantel, entre otros factores. Sin embargo, la última participación de Unión Española fue más que discreta, porque sólo alcanzó la novena posición con 22 unidades. La reciente mala campaña de los hispanos se podría explicar –en parte– por el formato del torneo, porque luego de despedirse tempranamente de la lucha por el título, el equipo pareció no tener la suficiente motivación al encontrarse sin objetivos: no podía disputar un cupo a la Sudamericana por haber jugado la Copa Libertadores. Lo único que podía hacer era alejarse de los lugares del descenso. Ahora, los dirigidos por Sierra podrán luchar por todo, y si no les alcanza para disputar el cetro, se la jugarán hasta el último por una clasificación internacional. José Luis Sierra es el entrenador con mayor permanencia en un equipo en la actualidad. Sus cinco temporadas en la dirección técnica del club es una garantía importante para Unión. El sello de buen trato al balón y un orden en todas sus líneas hacen de los rojos un buen aspirante,
pese a haber perdido a su principal figura en ofensiva: Gustavo Canales. El arco de Unión estará bien cubierto por Sánchez. El centro de la zaga contará con la solidez de la dupla Ampuero-González. El ex seleccionado nacional ganó todos los duelos aéreos en el debut, pero con su compañero de zaga tuvieron problemas para cubrir el espacio que permanentemente dejó Larenas, el que verá relegada su titularidad ante el retorno de Belardo en el sector izquierdo. Por la derecha se mantendrá Currimilla. En el medio el equipo tendrá muchas variantes. El capitán Villagra, Lima y Scotti lucharán por dos puestos en la contención, mientras que Mirosevic y Chávez deberían tener protagonismo en la labor creativa. En ofensiva, Jaime – autor del gol del triunfo en el debut–, Vidangossy y Lentini aparecen como las principales cartas anotadoras del equipo. En su debut contra Audax, el equipo mostró dudas en el segundo tiempo, las que casi le costaron el triunfo. Unión Española arrancó con una sufrida victoria que le dio tres puntos que podrían ser muy importantes para la disputa del campeonato. Por el momento, Sierra y sus jugadores piensan en Universidad Católica, el próximo rival.
Prensa Unión Española
unión españoLa dará peLea
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El glorioso fútbol argentino
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oncluye un campeonato extraño para muchos y que dejó ambigüedades acerca de arquetipos y referentes futbolísticos. No hubo un sistema de juego nuevo, tampoco alguna invención táctica novedosa. El crack total se “ausentó”, algo que el propio Lionel Messi debe reconocer. James Rodríguez, y ningún alemán se acercan a la estatura de un Zinedine Zidane, última figura indiscutida que destacó en dos mundiales. El día antes de la final en el Maracaná, pensaba en la frase que un par de décadas atrás me dijo Alberto Rendo, el inolvidable 8 de Huracán y de San Lorenzo, en los años 60. Me lo topé en la calle Maipú con Marcelo T. Alvear, una zona llamada “Los senderos de Borges”, por las caminatas del escritor al estar su residencia en la propia Maipú. Tras decirle que admiraba su juego y el del San Lorenzo de 1968, que llamaron los “Matadores” por su juego rápido, de dominio técnico y goleador, entrenado por el brasileño Tim o Elba de Padua, se formó el siguiente diálogo. - Y sí, replicó Rendo. En los ‘60 no le ganábamos a nadie, pero quizás jugábamos el mejor fútbol del mundo. - Pero, cómo… Están los triunfos de la Copa de las Naciones, en Brasil, el ’64; el buen equipo del mundial del 66; los triunfos de Independiente, Racing y Estudiantes en la Copa Libertadores, y éstos dos últimos en la Intercontinental. - Si no ganas un Mundial no eres nadie, y esas copas son poco en comparación con una Copa del Mundo. A esa gran maestría para jugar a la pelota no le alcanzó para clasificar a México ‘70. Rendo era un crack por todos lados, símbolo del fútbol que hoy le asignan al Barcelona de Iñesta, Messi y Xavi, con múltiples toques en velocidad y con juego asociado, buscando el espacio para penetrar y meter la bola en el arco contrario. En fin, con pocos trucos extra futbolísticos y más aplicación de la inteligencia y de la habilidad para jugar. Era el conductor de ese equipo del ‘68 con Victorio Cocco, de gran cabezazo
y una finta extraña. Siendo éste grande y pesado, esquivaba al adversario con un enganche tipo Alexis Sánchez y después daba un paso hacia adelante, en forma recta, imponiendo su potencia. Una especie de Fernando Redondo, menos fino y con menos repertorio. Estaba la potencia de Fischer, delantero de gran físico, con manejo y desborde en velocidad, que Argentina hoy no tiene; la “Oveja” Telch, volante de ida y vuelta, con toque directo y sutil; Albrecht defensa de gran personalidad, con manejo y ubicación. Rendo, apodado el “Toscano”, era el articulador del ritmo del equipo, y suplía su poca estatura con agilidad, visión de juego y dominio del balón. El domingo 13 de julio, poco después de mediodía, la calle Florida se veía abarrotada de gente caminando hacia la plaza. Había una sensación de respeto por Alemania, pero no por sentirlo superior. Se olía ese optimismo por ser campeón por tercera vez, aunque también se consideraba el peso específico de lo jugado en el Mundial: poco y muy regulado por el marcador de turno. Estaba presente la contundencia del adversario, dada las paliza propinada a Portugal (4- 0), y el 7- 1 contra Brasil. Penaba la encrucijada de un equipo al principio amorfo, que fue definiendo un estilo de juego partido tras partido, y que apenas convencía por el esfuerzo de sus individualidades. Latía en una proporción dificultosa una leve ventaja para los teutones, que parecía esfumarse en una especie de consenso entre los que caminaban por hacia la plaza. Los agitados caminantes también hablan. "Cuando Argentina llega a una final es para ganarla. No hay segundos puestos". O la otra: "una final siempre empareja el juego. Es como un clásico.". Y por último, la que más definía a la Selección Argentina: "Tienen huevos. Se puede". No los salvaba Messi o el “Jefecito” Mascherano. Se hablaba de un grupo de hombres en pos de un triunfo o galardón extremadamente singular y exclusivo, en un torneo que ocurre cada 4 años. Se trataba de ser campeón del mundo en una disciplina que
reconfiguró su pathos y ethos como ninguna otra, convirtiéndose en el deporte global por excelencia por su simplicidad dentro de la complejidad, “porque empieza en la cabeza y termina en los pies”, frase del maestro Renato Cesarini. El fútbol se ajusta al dicho de Bertold Brecht: “Es justo la cosa simple la que es difícil, tan difícil de hacer”. Argentina finalmente perdía la final en un ajustado 1 a 0 en el alargue. Quizás la receta de Brecht, que es alemán, fue aplicada por el equipo teutón que no jugó mejor que Argentina, pero ganó. Andrés Sabella, el estratego trasandino, quedó con “una sensación de tristeza y frustración”, como expresó un periódico. La fascinación del argentino por este equipo que despertó la ilusión de ser campeones por tercera vez, crecía a medida que se invierte la ecuación de un fútbol con delanteros capaces, y una defensa con un mediocampo inferiores. En la final, lo que la defensa pudo sustentar, el ataque lo desperdició lastimosamente. Sin embargo, el haber llegado a la final y de la forma en que se hizo, con guapeza y carácter, con un fútbol lejano de aquel glorioso “jugábamos bien, pero no le ganábamos a nadie”. Con este otro fútbol, más práctico y menos lírico en cuanto a los 30 toques antes de rematar al arco, o penetrar en el área adversaria, tampoco se ganó la final. Aun así, se recuperó la disposición para reconfigurarse y encontrar resultados por encima de las mismas capacidades. Por allí está la hebra que Argentina encontró con la sapiencia de un adiestrador como Alejandro Sabella, quien jugó al fútbol como en los años 60. Honesto como pocos, y en un mundo que rechaza cada vez más a la política, declaraba antes del Mundial en la revista La Garganta Poderosa su apoyo a la gestión del kirchnerismo. Se había echado encima a una parte importante de los que opinan en contra de su estilo, que finalmente le devolvió a la Argentina la buena memoria por el fútbol, la conciencia tranquila, una gloria sin copa, ser felices a pesar del recuerdo cruel de haber estado a pocos minutos de poder obtenerla. El glorioso fútbol argentino está vivo.
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Por Carlos Pérez Periodista y historiador
Hasta siempre, Chamagol
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os hemos enterado, casi de manera imperceptible, del retiro de Sebastián González de la práctica profesional del fútbol. No deja de ser paradigmático, en tiempo en que las despedidas de la actividad decantan en celebraciones fastuosas, que muchas veces no se condicen con el palmarés del jugador involucrado, que un jugador como González haya optado por un sencillo comunicado en el que expresa su decisión de abandonar el fútbol. En lo personal, recuerdo a “Chama” (sobrino de Francisco “Chamaco” Valdés) debutando a fines de los noventa por Colo Colo, en el ocaso del gran equipo que supo campeonar y pasear el nombre de la institución en semifinales sudamericanas. De lo anterior se desprende que al jugador le tocó ser parte de una de las épocas más difíciles para el club y de la Selección Nacional. Fueron 45 goles entre 1998 y 2002, en temporadas de vacas flacas, años en que pocas cosas le salieron a los albos, sobre todo de 1999 a 2001. Pero ahí estuvo siempre Chamagol, liderando la ofensiva popular. Inolvidables fueron sus goles en la floja temporada 2000, en una época en que la institución parecía irse a pique, lo que se confirmaría en el traumático enero de 2002. En aquel terrible primer semestre, el inolvidable equipo liderado desde la banca por Jaime Pizarro, y completado en cancha por Eduardo Lobos, Marcelo Espina, Marcelo Barticciotto, Alonzo Zúñiga, Francisco Huaiquipán y Luis Ignacio Quinteros, entre otros, logró encender la ilusión de una hinchada que estaba con el ánimo en los suelos, regalando pasajes de emoción: los triunfos en Calama (dos en el primer semestre, donde no se ganaba desde 1979); el 3-0 del clásico con la U (con los goles de Huaiquipán) y la eliminación a manos de Rangers en el Monumental, a estadio lleno, hicieron creer que ante el difícil panorama se podría sonreír al menos en la cancha. Esa campaña fue la catapulta para Sebastián: 18 goles en el torneo eran el pasaporte ideal para viajar a México, y la opción de oxigenar las pálidas arcas del club. El Atlante esperaba. Y, a partir de ese lejano 2002, vendría un largo periplo por varias instituciones aztecas: Tigres, Veracruz y Tecos se sumaron a su currículum goleador. Incluso, Olimpo de Argentina supo de la entrega en cancha del jugador nacido en Macul. En ese intertanto, las oportunidades en el ataque de la Roja, que sufría el natural recambio, ya sin muchos de los mundialistas del 98, se traducía en difíciles incursiones internacionales: tras una satisfactoria presentación en los Juegos Olímpicos de Sydney, que se remataría con la medalla de bronce, las Clasificatorias a Japón Corea y Alemania servirían
de transición a lo que vendría años más tarde. Por otra parte, una mala Copa América en 2004 no hacía más que acrecentar las dudas sobre el futuro de la Roja. Esa vez, a González le tocará liderar el ataque nacional, fallando un penal en el partido ante Brasil, el cual es obligado a repetir por el árbitro ante la invasión en el área carioca ¿Saben quién era el juez? El célebre Marco Rodríguez, sí, el mexicano apodado “Chiquidrácula”, quien no vio la acción de Luis Suárez sobre Giorgio Chiellini en el pasado mundial de Brasil. Para peor, Luis Fabiano ponía el 1-0 en los descuentos (minuto 90). En el segundo partido vendría la redención del goleador, adelantando a la selección ante Paraguay, partido que finalizará igualado 1-1. Ya para el tercer partido, la derrota frente a Costa Rica traducirá en fracaso el paso de la Selección en el torneo. Antes, en 2001, hay que situar a González, defendiendo nuestros colores en la tristemente recordada Millennium Cup, en India. Como se ve, tiempos difíciles en los que había que estar. González siempre estuvo dispuesto a hacerlo, y eso se agradeció. Para 2009, y con el regreso de Colo Colo a la arena internacional (Copa Libertadores), se produjo el retorno de Chamagol para el primer semestre. Esa vez, como suplente de Lucas Barrios, supo de su momento de gloria en el triunfo en Brasil ante Palmeiras por 3-1: una excepcional habilitación de Macnelly Torres dejó solo al ariete, quien definió con la clase que a los 30 años parecía no extinguirse. Tras eso, un segundo aire en el extranjero, esta vez agregando a Chipre, Bolivia y Venezuela como destinos. Esto le permitió a González conocer el sabor de la consagración en la nación altiplánica, ayudando al The Strongest a obtener el Clausura de 2011, con 7 goles. En ese paso, el dolor de la pérdida (en 2009) de su tío Chamaco, fue una pena de la cual aún no se recupera. Tras un mal segundo semestre en 2012, en el Caracas (Venezuela), viene la definitiva vuelta a Chile; esta vez Palestino le abre sus puertas. Sin embargo, la pólvora parecía agotada y tras el paso en Deportes Temuco, en Primera B, vendrá el tiempo de reflexión. La sentida carta que esta semana entregó Sebastián González se resume en una frase que acompañó dicha misiva: “espero que me recuerden como un buen profesional”. Y eso fuiste, Chamagol, un buen profesional. Quizás no serás de los históricos en Colo Colo, pero quedará el recuerdo de tu entrega cada vez que usaste el 9 o el 32; también, las celebraciones en México, el título en Bolivia, y las aventuras olímpicas, en la Selección y en Chipre, Argentina y Venezuela…