El Apuntador #3

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EDITORIAL Hacia una nueva sociedad del espectáculo Isidro Luna y Genoveva Mora Toral

Jamás ninguna sociedad como la nuestra ha estado centrada en el espectáculo, en cuanto a proliferación, al carácter invasivo en todos los aspectos de la vida. En la inversión de lo privado en público que se lo traslada al escenario, en el reality show más verdadero que la propia realidad, en el ocultamiento de los negocios que ahora se han transformado en la esfera de lo secreto. 
 Espectáculo que ha fusionado en una sola realidad el carácter dramático de la existencia con la lógica del mercado, del consumo desenfrenado, de la moda en cuyo ritmo de circulación se devora incansablemente a sí misma. Mas al unirse estos dos elementos lo dramatúrgico se vuelve banal y la realidad queda como mera espectacularidad, como cáscara sin núcleo, como pura exterioridad que ya ni siquiera reclama la posibilidad de un sentido, de una interioridad, como si todo fuera no tanto cuestión de piel lo que sería maravilloso- sino cuestión de vestido, de tela, de cobertura externa, que anula al cuerpo convirtiéndole en una prótesis de la moda. 
 Las corrientes críticas han subrayado una y otra vez este carácter fetichista de la sociedad contemporánea, han denunciado con fuerza la sociedad del espectáculo en la que vivimos, que alcanza niveles insospechados con las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, en donde la realidad al virtualizarse deja de tener límites para adquirir plena y totalmente una forma espectacular. 
 Sin embargo, ¿es cierto, es válido que queremos dejar atrás al espectáculo?, ¿podemos efectivamente prescindir de lo dramatúrgico? O, por el contrario, ¿somos sin otra alternativa seres espectaculares? ¿Ese otro mundo posible que queremos construir lo queremos sin imágenes, iconoclasta por esencia, o nuestra ansiedad va camino de la proliferación de íconos?


La verdad del teatro excede al teatro. La verdad del teatro se encuentra en la expresión de aquello que es perfomance en la vida, de la exigencia de espectáculo individual y colectivamente, del amor profundo entre comunidad y carnaval, entre insubordinación y fiesta, entre masa y carcajada. 
 El teatro es la persistencia de la memoria colectiva, no bajo la forma de historia natural de los hechos sociales. Es el recuerdo de la multitud preservada como principio de proliferación de mundos alternativos, que no pretenden existir sino virtualmente, pero que señalan tanto la caducidad de lo efectivamente existente como la posibilidad, contenida por el dique de la mercancía y el consumo, de otro mundo. 
 ¿Hacia donde apunta el Apuntador? Es como una flecha que a medida que se acerca a su destino lo crea; cuando sale de su arco no sabe a ciencia cierta a dónde se dirige, no hay un punto de llegada preestablecido. El Apuntador es él mismo un momento del espectáculo, es un gesto dramático que, con el conjunto del quehacer teatral de nuestro país, insiste en decir una y otra vez, en voz alta y en voz baja, fuera y dentro de los escenarios, con palabras y sin palabras, que es hora de darnos cuenta de que masa y teatro son una sola cosa, que solo existe un teatro como multitud, como prolongación metonímica de la espectacularidad “esencial” de lo real. 
 El Apuntador quiere contribuir a la conformación del momento reflexivo de la dramaturgia, pero este lejos de ser una especie de representación intelectual de los sucesos del teatro, se convierte en gesto teatral, es decir, nunca acabado, en continua búsqueda de la expresión propicia, y sobre todo auténtica.


CRÍTICA Primer Concurso Nacional de las Artes Escénicas de pequeño formato. Cuenca Ecuador Cúpulas

Recordando el olvido, de Rubén Guarderas, Ballet Ecuatoriano de Cámara (Foto cortesía BEC)

Jaime Garrido

El primer Concurso Nacional de Artes Escénicas de pequeño formato que se realizó en Cuenca, dejó varias sensaciones al poco público que asistió a las programaciones diarias, entre ellas la satisfacción de poder ver en una sola semana gran parte de la actividad escénica del país, otra


sensación es de incertidumbre por saber si esta iniciativa tendrá la continuidad que necesita para consolidarse y organizarse de mejor manera. 
 Las presentaciones de danza, tanto de los grupos y artistas invitados como de los concursantes sedujeron a los asistentes por su calidad y virtuosismo, las obras de teatro en su mayoría decepcionaron largamente. Los talleres paralelos al evento no dejan de ser un aporte para quienes los pueden aprovechar, pero siempre queda la duda si el tiempo designado para el desarrollo de éstos permiten un acercamiento real a las temáticas propuestas. 
 El Ballet Ecuatoriano de Cámara fue el encargado de abrir el festival como grupo invitado, las coreografías “Majísimo” de Jorge García , “Días de locura” de Jaime Pinto, y “Recordando el olvido” de Rubén Guarderas realmente cubrieron las expectativas. El nivel y la experiencia de los bailarines fluyeron en cada cuadro realizado. No se puede dejar de mencionar y recalcar la última coreografía de Rubén Guarderas en la que el baile de música ecuatoriana se deslinda de los clásicos estereotipos para rearmarse y conformar un espectáculo por sí mismo. 
 La Compañía Nacional de Danza también se presentó con éxito con las coreografías “Insolubles e insonoras” de Jaime Sierra, “500 años…aquí en la banca” de Brisa Escobedo, “Sobre los ánimos” de Lorena Pástor y “Pájaros en la cabeza” de Isabel Bustos, coreografía que por su forma y temática tratada dejó varios referentes en el público.


" Débora el fin, Diana Borja (Foto tomada de Facebook)

Otros invitados durante el festival fueron: Diana Borja con “Débora al fin”, Rossana Iturralde con “La edad de la ciruela”, la bailarina cubana Annia Elena Ballagas con la obra “Transición” que con la sencillez, delicadeza de sus movimientos y su dominio del espacio sirvieron para absorber la atención de todos quienes disfrutaron de su trabajo.
 Caso especial en el teatro fue la propuesta de la actriz cubana Adria Santana con la obra “Las penas saben volar” del dramaturgo Abelardo Estorino, obra y montaje que han sido premiados en varios países, y en su presentación en Cuenca demostró el porqué de los reconocimientos recibidos.


" María Magdalena, la mujer borrada, Juan Estrella (Foto tomada de Facebook)

Dentro del concurso nacional, en el área de teatro se hizo acreedora al primer premio la actriz Juana Estrella con la obra “María Magdalena, la mujer borrada” escrita por Viviana Cordero. La experiencia de Juana Estrella y su recorrido dieron un peso a su propuesta escénica. En danza, con sobra de merecimientos, el primer premio fue para Yulia Endara con la coreografía “Eurínome”, dirigida por Kléver Viera dentro del grupo El Arrebato. Yulia Endara mostró ser una de las mejores exponentes de la danza contemporánea en el país y el reflejo de la calidad de su propuesta se consolidó con su premiación.


BAM

" Genoveva Mora Toral Cualquiera Producciones, un grupo joven con solo cuatro años de existencia, mani-fiesta en sus trabajos gran empeño por construir un teatro que habla con insistencia de problemas sociales y humanos, y devela conflictos que marcan esta vertiginosa época. 
 La historia se arma en el azar: una pareja que se pelea y ella (Claudia) queda encerrada en su apartamento, el marido (Rodrigo) fuga en su automóvil y tiene un accidente, sale disparado y choca contra una vaca; la vaca queda mal herida y Rodrigo muere. La vaca es llevada al matadero, la vaca tiene un gusano en su cabeza, éste no muere, va a buscar otra cabeza en donde alojarse. Mientras tanto, alguien que pasa cerca del departamento de la cautiva la ve en el intento de salir, la ayuda. Éste es Esteban, quien se enamora de Claudia, pero sucede que Mara también se ha enamorado de Claudia y esta última parece coquetear a la otra dama y zapatear a Esteban. En fin, un triángulo amoroso que se resuelve de manera singular y un gusano en medio… 
 El pretexto no es simple, el pretexto es la vaca… para construir BAM (breve anotación de movimiento) una propuesta experimental que echa mano del recurso de jugar con dos discursos que aparentemente no tienen relación y armar un paralelismo entre lo que sería un texto prosaico en su más amplia expresión y el texto dramático mismo. Hacer uso de esta mecánica tiene riesgo porque requiere mucha atención del


espectador para ir hilando las dos voces, teniendo en cuenta que en un lado jala la historia y la cosa se vuelve fácil, y en el otro obliga a encontrar un nexo a través del aparente sinsentido del discurso. 
 El director, Enrique Lozano, se las ingenia muy bien para poner en la escena una historia complicada. De un lado se sustenta en una voz narradora que constantemente entra a romper la fábula y provoca inquietud. De otro, están personajes muy bien caracterizados : Claudia una mujer casada, en seguida viuda, enigmática pero sobre todo solitaria. Mara, seductora sensual y enamorada de Claudia, la conquista, la altera, la margina… Esteban, hombre impulsivo, enamoradizo, ávido de amar y al mismo tiempo machista y mal perdedor. 
 La escenografía y el uso de objetos es el logro de la puesta en escena. La vaca es una tela, detrás de ella la actriz. El gusano, personaje clave, es una voz en la oscuridad. Los actores, conforme avanza la historia, se atavían con pañuelos, corbatas, que los van definiendo. 
 Cada objeto usado luego de concluida la escena es guardado e una bolsa transparente y colgado en un alambre que está en el proscenio, Marcan el paso del tiempo y simbolizan ese archivo inconsciente que vamos llenando a lo largo de la vida. Así mismo, a la par que progresa la historia, como telón de fondo hay dos personajes que manipulan unos gigantescos embudos, cuya presencia no alcanza a justificarse y ter minan siendo un recurso estético un tanto aislado de la representación. 
 La obra coquetea con el humor y la ironía, disfraza y al mismo tiempo devela con habilidad la violencia y la incapacidad de comunicarse, los pactos perversos y no dichos que sostienen las relaciones amorosas, el amor como un debo y pagaré, la incondicionalidad eterna (es decir, mientras dura el amor). En resumen, un experimento teatral con aciertos.
 La violencia, en sus más disfrazadas acepciones, es el tema en las dos obras de Cualquiera Producciones, Familia Nuclear es una muestra explícita de este impulso que nos domina. 
 El artilugio para estructurar la obra es similar al anterior, como historia de fondo las peripecias de una familia realmente extravagante por decirlo menos, y a la par un texto que da cuenta de datos sociológicos que ilustran la evolución de la familia en la sociedad occidental.
 Personajes tremendamente violentos a quienes jamás se les escapa un


golpe o un insulto, todo su lenguaje y actuación están repletos de insinuación y eufemismos. La escena es una “casita” rosada construida con largos cojines que van delimitando ambientes, personajes que se recuestan y duermen en su enfermiza y amoldable realidad, madres que disputan amores con sus hijas, tíos que fungen de padres y amantes, hermanos enamorados de sus tíos, en fin, una familia nuclear… 
 La intención es válida, mas no consigue resultados muy convincentes, no alcanza un ritmo, termina por impactar con el tema y no con la dramaturgia propuesta. Reparto: Claudia: Elizabeth Sánchez Esteban: Ariel Martínez Mara: Wendy Betancourt Músico: John Alex Castillo V. Ficha técnica: Dramaturgia y dirección: Carlos Enrique Lozano Textos de Tod Solondz y Bob Arson Técnico: John Alex Castillo Valencia Concepto visual y sonoro: Cualquiera Producciones


Alas de la Danza Capítulo 4, Francia

(Foto tomada de Internet)

Genoveva Mora Toral

Patricio Andrade, director escénico de Ochoymedio y MAC Cine. Fundador de Propudanza, movimiento de coreógrafos y bailarines independientes iniciaron en el 98 “Alas de la Danza”, hoy un festival permanente que convoca a elencos del mundo. 
 Tojours après minuit, ¿danza?, ¿teatro? Son preguntas que surgen luego de la sorpresa que ofrece la propuesta de este grupo francés, y seguramente se las plantearon la mayoría de los espectadores que fueron a mirar una versión más de “Alas de la Danza”.


Ciertamente, este trabajo cuestiona, en primer lugar, la frontera de géneros: ¿existe aún? 
 Lo interesante es que muestran que se puede “hablar” de danza mediante el cuerpo, es decir, demostrar en la precisión del movimiento y limpieza de las frases, un oficio que en esta ocasión se convierte en herramienta de expresión; explico, casi no bailan pero crean a lo largo de la puesta en escena una serie de imágenes contundentes y muy llamativas. 
 El modo es más bien teatral, un diálogo que a ratos se acerca al absurdo, una representación que se construye en un tiempo circular, en la repetición de los diálogos de las dos hermanas: Angustias y Rosaura. Estas dos figuras que alegorizan la condición femenina, la primera lo sabe todo y no concede nada, y Rosaura se revela, intenta cambiar, entender quién mismo es. Todo esto lo dicen de manera singular con una dramaturgia que se recrea con el teatro, la danza y el metateatro, en un empeño por develar y ocultar el juego de lo artificial. Dos mujeres: una bailarina que da cuenta de un lenguaje corporal impecable y la otra, que aparece más como actriz y un imponente dominio gestual, es la máscara, no tiene la figura de bailarina. Es este otro aspecto que causa extrañeza, mas al poco rato nos damos cuenta de que lo importante es la capacidad expresiva de un cuerpo, la fuerza y presencia en la escena y no la imagen vacía. 
 Si bien ya se ha visto antes este “modo” de hacer teatro-danza, Rosaura tiene como ganancia el resultado de un trabajo estupendo, bien cuidado en todos los aspectos: iluminación, manejo del espacio, creatividad en cuanto al uso de vestuario, el desnudo como una forma estética, nada gratuita y seriamente pensada. Una obra que da cuenta de una labor previa de investigación que alcanza.


Juan y Rita

" Juan y Rita, Vanessa Lamar, soprano


Genoveva Mora Toral

La ópera no es un género que tiene tradición en nuestro país y tampoco cuenta con un público que lo conozca, razones por las cuales resulta doblemente arriesgado proponer una ópera ecuatoriana. Mas Javier Andrade, director, sí tiene la energía suficiente para acometer esta tarea. Arriesgado también es comentarla, me atrevo desde el lugar de espectadora y nada más que eso. 
 Juan y Rita, una versión del libreto de Adelheid Wette, basado en la música de Engelbert Humperdinck, adaptada al contexto ecua-toriano, bastante fiel al cuento original. Se trasladan los simbólicos lugares a espacios modernos, no así el drama central que continúa vigente. El bosque es un centro comercial, los padres mantienen el mismo oficio, la miseria no ha cambiado, las brujas no asan a los niños, se los devoran mediante la codicia… El escenario no es el campo, es la ciudad poblada e inmisericorde que crece incontro-ladamente y excluye a aquellos que no producen. 
 Las protagonistas: tres cantantes jóvenes, Vanesa Lamar, ecuatoriana, y Cecilia Layseca, argentina, comparten el papel de Rita y de Duende del tiempo, respectivamente; Lídice Robinson en el de Juancho. Andrés Carrera y Nancy Yánez, ecuatorianos también, llevan adelante los personajes del padre y la madre, y orgullosamente se relevan con mucha presencia en su oficio; Inés-Feo-La Cruz, venezolana, interpreta a la bruja, su papel es el más débil. Este grupo de cantantes líricos sostiene la ópera, apoyados también por el cuerpo de baile, actores y el coro. 
 La puesta en escena está bastante lograda, alcanza a construir un espectáculo completo que vincula los elementos escénicos, disimula carencias, como cierto estatismo en los personajes de Juan y Rita que casi no abandonan el proscenio, o la intervención del ballet, de buen nivel, pero a veces un tanto gratuita, en los que además se echa de menos la participación vocal. A pesar de estos bemoles, deleita con un trabajo coherente y una historia bien contada. La escenografía está concebida como ese espacio polifacético de la ciudad moderna, cambiante, frágil, engaño-samente seductora. La iluminación es adecuada, estéticamente pensada. La obra está además llena de


detalles y personajes que configuran la urbe. Finalmente, el coro es una muestra de que sí es posible trabajar con niños y jóvenes cuya sensibilidad y entrega consigue resultados muy halagadores. 
 La tarea de director es compleja y difícil, exige un conocimiento de las posibilidades teatrales de la ópera y de la música, tiene la tarea de fijar un estilo que unifique la representación. Hizo falta un equipo y apoyo de gente como Rodrigo Ponce, Lilian Durango, Giovanni de Paulis, Gerald Karlikow, Friedrich Werner, Inés-Feo-La Cruz, Isaac Yépez, María Luisa González, Terry Araujo, Marcelo Luje, Mauricio Gallegos, Mabel Córdoba, Teresa Ochoa, Ramiro Murillo, José Cevallos, Pablo Lascano, los bailarines y bailarinas de La Compañía Nacional de Danza, actores y actrices invitadas, La Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador dirigida por Patricio Aziaga. Todos contri-buyeron desde su especificidad para construir esta primera ópera nacional. 
 Preguntas a Javier Andrade ¿Qué opinas acerca de algunos comentarios, en el sentido de que “esto” no es una ópera?
 Tienen toda la razón, si ópera es sinónimo de un hecho escénico aburrido, anacrónico y empolvado. "Esto" quiere ser otra cosa. Por ello, parte de un concepto con referentes nuestros y utiliza una teatralidad de alta expresividad. "Esto" es ópera contemporánea y ecuatoriana, y quiere ser teatro al cien por ciento. 
 ¿Cuán difícil ha sido montar este trabajo y conjugar las carencias a nivel artístico, puesto que en nuestro país casi no hay experiencia en este género?
 Tenemos cantantes excelentes, quienes con este proyecto empiezan a vislumbrar la posibilidad de utilizar sus virtudes vocales para contarnos historias. El trabajo no ha sido difícil porque en él se han juntado las fuerzas honestas de casi 150 personas que han sudado la camiseta para que este reinicio funcione. En cuanto a las carencias, estoy seguro de que podemos superarlas todas y rápidamente, si tenemos continuidad en el trabajo 
 ¿Cómo te sientes después de esta experiencia?, ¿crees que existe posibilidad de seguir trabajando en este tipo de proyectos?
 La experiencia ha sido única. Luego de treinta proyectos de teatro, teatro experimental y ópera, puedo decir que me siento como si hubiera


hecho el proyecto más importante de mi vida, porque en él me he reencontrado con mis compañeros y con el público de la ciudad donde c r e c í . S e g u i r é s i e m p r e t r a b a j a n d o e n p r o y e c t o s d e o rd e n contemporáneo como éste, más allá de que sean de teatro o de teatro musical. En lo contemporáneo, además, se disuelven los límites, las fronteras se cruzan con fluidez. 
 ¿Por qué una temporada tan corta para una puesta de tanta envergadura?, ¿no crees que se debería difundirla a un nivel más amplio?
 No es fácil juntar a 150 personas. Sin embargo, lo vamos a hacer nuevamente en Junio del 2005 durante una segunda temporada. Esto, junto con los proyectos del Sucre para acercar todas sus producciones a escuelas, colegios, universidades y grupos relacionados con la cultura y el arte, permitirá que este trabajo nacional se difunda. Esperamos tener más apoyo privado para que los costos de las entradas se reduzcan más. Ahora han costado ya la mitad del precio de cualquier espectáculo foráneo.


El Nacional de Teatro 2004

" Grupo La carreta, Francisco Torres, Martiza Poveda, Melina Villacres (Foto tomada de Facebook)

Martiza Poveda Años y años en los que el Arte Dramático de nuestra ciudad estuvo suspendido en el tiempo, mientras que en el resto del país surgían nuevas corrientes y el teatro evolucionaba.Las generaciones pasadas ostentaban su sabiduría y no permitían que nuevos talentos se presentaran en las tablas, hasta que llegó la hora de poner un alto a esta situación: los jóvenes y las jóvenes nos cansamos de ser espectadores y de la antigua forma de hacer teatro, pues tenemos sueños y aspiraciones propios. Buscamos el apoyo del Departamento de Cultura y, a través de este espacio, los contactos con gente de teatro de Quito, quienes ostentan ya una trayectoria y reconocimiento a nivel nacional e internacional, y empezamos con la tarea. Sin desmerecer el trabajo de nuestros mayores, hoy podemos decir que hemos encontrado una luz para seguir caminando junto a compañeros de Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta, que nos han dado la mano y ahora los contamos entre los amigos que nos apoyan. Gracias a esto, el teatro ha resurgido en Ambato y se ha formado la Red de Teatreros que reúne a La Carreta, Hipnosis y al Grupo de niños y niñas “Máscaras de cartón”.


" Afiche de La Rana Sabia (Foto tomada de Facebook)


Apoyados en esto, La Carreta toma la responsabilidad y organiza El Nacional de Teatro, hoy en su cuarta edición de la que nos sentimos satisfechos. Cuatro años que han pasado por las tablas de nuestra ciudad grupos muy importantes del país con obras magníficas, que han quedado en la retina de los espectadores, que año a año esperan ya este evento. 
 Este fue un año muy difícil, las elecciones de por medio alteraron los ánimos y peligró la organización del festival, pero pudo más el empeño y amor a lo que hacemos. Los mejores grupos del país se dieron cita del 22 al 28 de noviembre. El público rió, lloró y disfrutó, de las distintas propuestas de este festival que cuenta con espacios dedicados a niños y jóvenes, así como para el público adulto. Se deleitaron con las obras de La Rana sabia, La Carreta, Entretelones, El Patio de Comedias, Zero no Zero, Lunasol, Mandrágora, Quilago, Cronopio, Hipnosis y Máscaras de cartón. Estamos muy entusiasmados porque nuestro empeño ha dado lugar a otras iniciativas en la ciudad, otros sectores se han dado cuenta de que es posible hacer grandes cosas desde aquí. Todavía queda mucho por hacer, sueños que cumplir, trabajo por efectuar, pero gracias a los buenos comentarios estamos seguros que con tesón y el soporte de la gente que nos apoya, ya podemos decir que Ambato es la Capital Nacional del Teatro.


20 años de teatro experimental en Guayaquil

" Marina Salvarezza, una de las fundadoras del Teatro Experimental de Guayaquil (Foto tomada de Internet)

Cristian Cortez 1984. Guayaquil. Cuatro mujeres dedicadas al arte: Lul Erkel de Carvajal, música y escenógrafa; Ana von Buchwald, titiritera; Angélica Múgica, experta en expresión corporal; y Marina Salvarezza, actriz y directora, fundan el Teatro Experimental Guayaquil. 
 Era la época del boom de la creación colectiva, del “cambio social” y el vodevil criollo. Son agrestes los inicios del quehacer profesional en una ciudad donde los procesos, hasta entonces, habían sido aislados, truncos e interrumpidos, y cuando la comedia, “el humor”, tenía que ser ingrediente obligatorio de un montaje que pretendía éxito. Resuelto a descollar ante la escasez, el TEG abre la brecha en nuestra ciudad. Alejado de las modas y el facilismo plantea una propuesta seria, tal vez no al alcance de las mayorías, pero sí con una estética reservada, sobria y comprometida. Muchos se quedaron en el camino, pero el TEG siguió, su trabajo ha sido trasgresor y constante en una empresa dura e incomprendida como la de hacer teatro en nuestro medio. En 1999 se une, al Teatro Ensayo, Gestus para afrontar proyectos conjuntos bajo el sello de TEG+TEG, sin que ninguno de los grupos pierda su autonomía.


" Teatro Gestus, Virgilio Valero, Bernardo Menéndez, Azucena Mora (Foto tomada de Internet)

Hoy el Teatro Experimental Guayaquil lleva muy bien sus 20 años, que los celebró en diciembre con una sesión de teatro leído, en homenaje a Lul de Carvajal, quien falleció en 1999. 
 Entre las obras que ha llevado a escena se cuentan: Aullemos de dolor, Nunca más, La Casa de Bernarda Alba, El espíritu burlón, Cena para diez invitados y un verdugo, Kathie y el hipopótamo, El hombre de la flor en la boca, La astilla, El arrebato, En el parque, Sombras en blanco, Casa de muñecas, Voces de mujeres. Como TEG+TEG han representado: No todos los ladrones vienen a perjudicar, Erotísimus, Juegos de amor y engaños, La mandrágora, Queiroleando con Pipo, y Geppeto. Actores y actrices que lo han integrado: Antonio Aguirre, Julio César Andrade, Virgilio Valero, Bernardo Menéndez, Martha Ontaneda, Elena Gui, Rossy Moscoso, e Isabel Tamayo. 
 Mención especial merece el nombre de Marina Salvarezza, quien ha sido el alma de este proyecto. Italiana, grande, expresiva, es una de las mujeres más importantes de la escena ecuatoriana. Hace poco cumplió


42 años de carrera artística. Se involucró en el mundo del teatro por casualidad. Desde pequeña quería cantar y bailar, pero tenía “voz de tarro”, como ella dice. Cada vez que entonaba el Himno de Italia los profesores decían “¡que Marina se calle!”... Pero una mujer llamada Marcela Mariotti le dio el impulso para ser actriz, cuando la escuchó leer un texto de historia. Así el teatro entró en su vida y hasta hoy es su pasión. 
 Marina lleva 28 años radicada en Ecuador y como actriz le gusta dar voz a otras mujeres, a los indefensos, a los débiles. Siempre ha montado obras que de alguna manera le sirvan para crear un momento de conciencia. Con cincuenta montajes a su haber, su obra preferida es La Casa de Bernarda Alba. Además de dirigir y actuar ha desarrollado una intensa actividad pedagógica en colegios y universidades. Es representante, ante el parlamento italiano, de asociaciones de inmigrantes italianos en Ecuador y Colombia. En julio del 2004 recibió, de parte del Congreso Nacional Ecuatoriano, el reconocimiento “Matilde Hidalgo” por su incansable actividad artística.


El rabo de paja de Anita Zuquillo

" El rabo de paja de la Anita Zuqillo, de Luis Miguel Campos. Martha Salas, Paola Durán y Mabel Cabrera. (Foto tomada de Internet)

Augusta Pinto Comedia liviana, costumbrista, escrita y dirigida por Luis Miguel Campos, dramaturgo que ha incursionado en este género con mucho acierto.
 Es saludable para el teatro que exista esta corriente, que nos descubran desde los distintos ángulos de nuestro rostro ecua-toriano. Es bueno que se haga teatro menos grave, propuestas que alivianen la realidad. 
 La obra se constituye con cuatro personajes bien determinados en la escena y dos ausentes: la Anita Zuquillo y el muy famoso Pablo, conquistador de todas las damiselas del mercado, por él han entrado en seria competencia Charito y Luchita, quien se entera por su amiga que la verdadera rival es la sobrina de la Anita Zuquillo quien le ha entregado todo… su amor en la bodega de la carnicería. 
 Historia de siempre, amores y desamores con un ingrediente adicional, la Anita Zuquillo es una contrabandista de armas. Quien lo hubiera dicho, en los mercados también se tejen revo-luciones y monopolizan los priostazgos con democrática dictadura. 
 Campos pone en el escenario esta historia que se sostiene sobre todo en los diálogos de las protagonistas, constituyéndose en el fuerte de la obra, y simultáneamente en su debilidad porque se vuelven demasiado


repetitivos y el artilugio se agota rápidamente, a pesar de que las actrices hacen un buen papel, caracterizan de forma precisa los personajes. Gestos y voces bien estudiadas las convierten en un retrato fiel de las caseras del mercado. 
 Sin embargo, la expectativa que provoca la figura de la Anita Zuquillo se queda corta y no logra convencer ni en el texto ni en la acción, a pesar de que la puesta imprime cierto dinamismo ya que los personajes se mueven no solamente el escenario sino que de rato en rato interactúan con los ausentes que están detrás de los espectadores, allá… en la otra parte del mercado.


Cuentos para pocas flores

Grupo Lunasol, América Paz y Miño (Foto tomada de Facebook)

Gabriela Ponce Todos a parar las orejas, para escuchar a Auguria de las Mercedes, la cuenta cuentos, llega con su pesada maleta. Está camino a Pocas Flores y en medio de su viaje se encuentra con nosotros, el público, con l@s niñ@s, y decide descansar para contarnos algunas de sus historias. Así comienza esta divertida obra, en la que la sencillez de los relatos y la magia de los títeres se conjugan con la gran versatilidad. La actriz, América Paz y Miño, juega con voces y muñecos. 
 Los títeres salen uno a uno de la maleta de Auguria, también emergen los escenarios: casas y pueblos donde se desarrollan los cuentos, asoma el sol que los alumbra, las montañas y las flores que los decoran. Aparece el Gallo Si Bemol, que decide cambiar su oficio de despertador del pueblo por el de estrella de rock; sale además Panchito, el cóndor que no quería abandonar su cómodo cascarón. Todo, de la mágica maleta de Auguria, la cuenta cuentos.


Las historias se construyen con la participación de l@s pequeñ@s: Auguria pregunta, l@s niñ@s contestan, l@s niñ@s preguntan, Auguria les cuenta. Les deja además importantes mensajes: lo esencial de escoger quien uno quiere ser y la necesidad de aprender a volar solos; todo esto en medio de un juego que invita a pensar en la libertad. Una obra bien hecha para que l@s niñ@s reflexionen desde la risa. Un importante espacio para que entre sueños se acerquen al arte. 
 Lunasol, un grupo que se consolida como uno de los más importantes dentro del teatro infantil ecuatoriano, da cuenta de un trabajo constante y creativo de mucho respeto y pensando en los más pequeños. Esta vez bajo la dirección de Fernando Moncayo y con la actuación de América Paz y Miño.


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