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Esperando al cartero... o no
Esperando al cartero... o no
María Belén Mateos
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AYER QUISE DECIRLE que le amaba. Hoy que su buzón estaba lleno de misivas. Mañana que el correo se retrasaba en medio de papeles y cartas amontonadas en la margen izquierda de mi sello.
Entre el zumo y el café empapado de cruasán, entre mi picardías y el liguero que aprisionaba mi muslo, intentaba mostrar el fuego de mi piel, el del tostador a media potencia en sus rebanadas y la mermelada untada en el vacío de mi ombligo, entre mis labios abiertos al camino de su lengua y la leche cortada por la espera.
Una hormiga transita en la encimera de la cocina, en el dulce ardiente de mi boca, en esa ebullición de su mirada al verano de mis piernas, al hormigueo de sus manos en ellas.
Hoy espero que la fatiga de mi paciencia quede escrita en la nata, en la melodía de un bostezo a media tarde, en el brillo agonizante de su silencio, en esa porción de vida al subir la persiana con aroma de arándano y esfera de música.
Hay una misiva preñada de humedad en el receptáculo dormido de promesa. Hay un instante que arrastra el detonante de un desayuno que hoy me sabe a respuesta de arándanos desabrigado de nata, llanto y colmados de mensaje.
Ayer quise decirle que le amaba. Hoy que su buzón está lleno de un juramento descremado.
María Belén Mateos Galán (España)