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El frío
El frío
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Salvador Pérez Salas
LAURA: Espero que te encuentres bien. Yo bien, a Dios gracias. Aquí hace mucho frío. Esto no es como aquello. Aquí sales y se te congela el aliento. Las calles están llenas de nieve y no te puedes imaginar el cuidado con el que tengo que andar por las aceras.
El trabajo sigue igual. Duro, pero… es lo que hay. Llego a la pensión cansado y entonces es cuando me entra más frío. Pero no del de la nieve y el hielo.
No. Es el frío de dentro. Ese frío de la distancia, de la soledad… del miedo. Cuando entro en mi habitación las paredes se me caen encima. El vaho de los cristales me ahoga y empiezan a caérseme las lágrimas. Sí. Soy un hombre. Pero, lloro.
Lloro por no estar ahí, por no ver crecer a los niños, por no estar con mis amigos, por no pasear contigo los domingos por la mañana por las calles de nuestro pueblo. Lloro por nuestras charlas en la mesa, después de la cena. Por nuestras noches de alcoba.
Llevo aquí nueve meses ya y no puedo coger vacaciones. Quiero juntar y llevároslo todo a ti y a los niños. Si me voy para casa no sé si tendré fuerzas para venirme aquí otra vez. Quiero que tú y los niños estéis bien, que no os falte de nada. Y a lo mejor, el que os hace falta soy yo. El que te hace falta a ti.
Tú me haces falta a mí. Miro por la ventana y te veo. Veo tus ojos en los míos. Siento tus manos acariciando las mías mientras hablamos. Te huelo. Te huelo, Laura. Reconocería tu olor en medio de una feria, en medio de la procesión del Nazareno.
¿Sabes? Cuando ya estoy en la cama noto cómo me faltan el calor de tu cuerpo, tus pies fríos aun con los calcetines puestos, tu respiración, tu sonrisa mientras duermes…Te necesito y no solo en la cama. Te quiero, Laura. Nunca he sido de piropos, pero te quiero. Siempre has sido la tabla donde me he agarrado, siempre has sido la única persona con la que me siento como conmigo mismo. Y ahora, ahora que estoy solo… es cuando más me doy cuenta de lo importante que eres en mi vida. Quiero borrar lo malo de nuestras vidas, que lo ha habido, y quedarme solo con lo bueno, contigo. Quiero compartir mis penas y mis alegrías, solucionar lo que se pueda solucionar y saber, sin mirar, que estás conmigo, que estoy contigo.
Te dejo, Laura. Muchos besos a los niños y recuerdos a mis amigos y a ti…a ti…No puedo seguir, Laura. Si sigo, mañana mismo cojo el avión y no vuelvo más. Te quiero, Laura. Te quiero.
Texto e ilustración: Salvador Pérez Salas (España)