UN PRODUCTO QUE NO ES DE ESTE MUNDO
ESPECIAL FANTASTICO
Por Armando Boix y Roberto Barreiro
EDITORIAL CARSON DE VENUS Zothique, el último continente (Zothique, 1970) Un mundo embrujado (Web of the Witch World , 1964) Jirel de Joiry (1934-39) El último deseo (Ostatnie zyczenie, 1993) El color de la magia (The Colour of Magic, 1983) BIBLIOTECA DEL TERROR. El príncipe Alberico y la dama Serpiente. 13 historias fantásticas y macabras Revista ¡Alerta! N° 121 Porque la sangre es vida (Wandering Ghosts; 1911) REVISTA NARRACIONES TERRORIFICAS Nº13 NARRACIONES TERRORÍFICAS Nº 69 SUYO AFECTÍSIMO: ROBERT BLOCH LA CALAVERA DEL MARQUES DE SADE (The Skull of the Marquis of Sade, 1965) WHITE ZOMBIE Soy leyenda (I am Legend, 1954) SHOCK III (1966)
El año de Dracula (Anno Dracula, 1992) Demonios del frente oriental: el Ejercito Rojo (Fiends of the Eastern Front: Blood Red Army, 2006) LA HISTORIADORA (The Historian, 2005) Guerra Mundial Z (World War Z: An Oral History of the Zombie War, 2006) Argentina zombie. Historia oculta de la patria EL MITO DEL HOMBRE LOBO / EL HOMBRE LOBO INSOLITO ( The Ultimate Werewolf, 1991) 25 PELICULAS FANTASTICAS QUE NO VISTE (Y DEBERIAS) Northwest Smith (1933-40) Agente de Bizancio (Agent of Byzantium, 1987) El cuerno de caza (The sound of his horn, 1952) Universo de locos (What Mad Universe, 1949) Ciudadano del espacio (Citizen in space, 1955) Paraíso II (Notions: unlimited, 1960) ¡Enigma! (The Shadow Girl, 1929) Los Mentales THE END
EDITORIAL La realidad puede ser aburridísima. Y asfixiante. La realidad nos atrapa con la rutina, las cuentas, la sociedad, la genética, la sexualidad, la historia, la geología, la gravedad, la química, la física y la astronomía. Incluso si vivimos una aventura, si vivimos algo inesperado, ocurrirá en este planeta, con este cuerpo, con un tiempo determinado, atrapados por las leyes físicas. Por suerte existe nuestra imaginación, que nos puede llevar a lugares completamente impensable, a ver criaturas que no existen y a vivir en tiempos que nunca han existido. De todas esas variantes de la fantasía (la ciencia ficción, el terror, la sword & sorcery, etc) hablamos aquí. De sus creadores, de sus obras, de sus colecciones. Y este especial sería mucho más pobre sin los valiosos aportes de Armando Boix Millán. Un orgullo tenerlo aquí. Señores, asómense al producto de la imaginación de muchas personas.
Roberto Barreiro
CARSON DE VENUS POR ARMANDO BOIX
En 1939, un artículo del «Saturday Evening Post» calificaba a Edgar Rice Burroughs como el más importante escritor del mundo en aquellos días. Suena a exageración, pero si nos atene-mos en exclusiva a la popularidad entre los lectores, no andaba muy desencaminado. Por aquel entonces la obra de Burroughs había sido traducida a más de cincuenta lenguas —incluso al esperanto—, y allá donde no llegó alguno de los veinticinco millones de ejemplares vendidos de las aventuras de su personaje Tarzán, el cinematógrafo lo convirtió en familiar a los públicos de todas las edades. Es normal que tal éxito atrajera la atención de aquellos escritores menos imaginativos o afortunados, y que muchos entre éstos intentaran seguir sus pasos mediante la imitación de su reconocible forma de construir historias. Quien más se acercó al maestro,
atrayendo a un considerable número de lectores, fue el hoy olvidado Otis Adelbert Kline. Como su modelo, había nacido en Chicago e igualmente sufrió de una juventud errática en la que se vio obligado a emplearse en un sinnúmero de oficios heterogéneos, el más interesante —desde el punto de vista que nos ocupa— el de agente literario, representando a escritores como Robert E. Howard, Frank Belknap Long, John W. Campbell y — sorprendentemente— F. Scott Fitzgerald. Su bautismo creativo lo realizó como autor de letras para canciones y no empezó a publicar su obra narrativa hasta 1923, dentro de la revista «Weird Tales». Además de perpetrar sendas imitaciones de Tarzán, con Tam, Son of the Tiger (1931) y Jan of the Jungle (1931) —que generaría una secuela: Jan in India (1935)—, también alcanzó cierta fama en el campo del «sword and planet» —novela de aventuras interplanetarias, en la que la espada y otros aditamentos
medievalizantes se superponen al escenario futurista, siguiendo las pautas marcadas por Burroughs en su serie marciana sobre John Carter—, con la trilogía ambientada en Venus y protagonizada por Robert Grandon, The Planet of Peril (1929), The Prince of Peril (1930) y The Port of Peril (1932). Burroughs, al parecer molesto ante estas copias descaradas, le devolvió la torna. Si Kline había escrito un ciclo venusiano imitándole, él demostraría que era capaz de generar un ciclo de ciencia ficción en el mismo planeta, pero convirtiéndolo en mucho más popular. La primera de estas novelas, Piratas en Venus, se serializó en la revista «Argosy» en el mismo 1932. Para esta obra Edgar Rice Burroughs creo a un nuevo héroe, el millonario y hombre de acción Carson Napier, aunque, como gustaba hacer a menudo, entrelazó sus aventuras con las de otros hijos de su imaginación e incluso con personajes reales, como el
propio autor. En el primer capítulo, Burroughs se nos presenta a sí mismo en el despacho, mientras sigue con inquietud los radiogramas que llegan de Pellucidar, narrándole los avatares de la expedición de Tarzán, David Innes y Von Horst al centro de la Tierra —sucesos desarrollados en su novela Tarzán en el centro de la Tierra—. Una extraña carta procedente de México y firmada por Carson Napier le advierte de la próxima visita de una mujer y le ruega que recuerde sus palabras. Burroughs no presta demasiada atención a la misiva, pero muy pronto volverá a su memoria cuando la cita anunciada llega a consumarse y una bella y misteriosa muchacha aparece en su cuarto: «Incluso si la joven no hubiera tenido un aspecto tan sobrenatural, no habría sabido qué hacer para recibirla a aquella hora, en la intimidad de mi alcoba, ya que ninguna mujer había invadido, hasta entonces, aquel recinto. Me creo bastante puritano». El tímido Burroughs no interpreta equivocadamente la visita de la desconocida y se limita a escucharla. Antes de desaparecer atravesando la pared, la mujer simplemente le dice que escriba a
Carson Napier y el autor así lo hace, acordando su visita para el día siguiente. A la llegada del aventurero le revela que la aparición de la muchacha era sólo una prueba para verificar la capacidad del novelista para recibir sus mensajes telepáticos, una habilidad aprendida de un mentor hindú que les será de extrema utilidad para continuar comunicándose en adelante, pues allá donde Napier piensa dirigirse no podrá servirse de ningún otro medio. Porque Carson Napier está apunto de partir hacia Venus. Napier, sabremos entonces, es el único heredero de una cuantiosa fortuna que le ha dejado tiempo libre para embarcarse en todo tipo de aventuras y caprichos. Estrella de la pantalla, deportista y viajero inveterado, el aburrimiento acabó por conducirle hacia el estudio. En Alemania aprendió de sus científicos todo cuanto podía saberse sobre cohetes y allí mismo surgió la idea en la que había embarcado sus caudales e inteligencia: construir una nave capaz
de viajar hacia otro planeta, en concreto hacia Marte porque «entre todos los planetas, sólo Marte ofrecía probabilidades de estar habitado por seres parecidos a nosotros». Puesto que la nave de Napier estaba diseñada sólo para lograr realizar un viaje de ida, la colaboración de Burroughs a la hora de interpretar sus mensajes telepáticos y convertirse en cronista de la expedición resultaba inapreciable. Burroughs acepta asumir la tarea y, solventado aquel último cabo suelto, Napier regresa a la isla de Guadalupe, donde el cohete casi está terminado. La nave despega con éxito y todo parece desarrollarse según lo previsto... ¿Todo? En realidad no. Napier, en cuyos minuciosos cálculos creía haber previsto todas las variables, se había saltado inadvertidamente una bastante evidente: el cielo no está libre de obstáculos y la Tierra tiene desde hace mucho una compañera llamada Luna. El cohete, en su trayectoria, pasa demasiado cerca
del satélite y su atracción gravita-cional desvía el rumbo, y de un modo bastante radical, todo hay que decirlo. Si Napier pensaba viajar hasta Marte, en cuanto rehace sus cálculos descubre que se dirige de cabeza hacia el corazón del sol. Por fortuna una nueva casualidad le salva la piel —y es que en las novelas de Burroughs el sistema solar es un pañuelo—: Venus se cruza en su camino y captura al cohete, lo cual no le augura mayores posibilidades de supervivencia. Al contrario que en otras novelas, donde Burroughs dejó volar libremente su imaginación sin preocuparse demasiado en documentarse para resultar verosímil, en la primera entrega de esta saga, Burroughs se ciñó escrupulosamente a los conocimientos de su época: «Envuelto, como se halla (Venus), en una espesa capa de nubes, su superficie resulta eternamente invisible a los ojos humanos y se me ofrece como un misterio que intriga mi imaginación. Pero recientes investigaciones científicas en el mundo de la astronomía han determinado que las condiciones climatológicas de ese planeta rechazan toda posibilidad de que pueda alentar ninguna manifestación de la vida peculiar de la Tierra. Se ha llegado a la conclusión, según algunos astrónomos, de que, con relación al Sol, desde la era de su prístina fluidez, siempre ofrece la misma cara, como ocurre con la Luna respecto a la Tierra. De ocurrir eso, el calor extremo de un hemisferio y el frío exagerado del otro harían imposible la existencia
de vida humana. Y aunque la opinión de sir James Jeans se viera confirmada por los hechos, cada uno de sus días y de sus noches serían mucho más largos que los de la Tierra. Las noches transcurrirían a una temperatura de trece grados bajo cero, Fahrenheit, y los largos días a una temperatura alta en proporción».
En atención a estas suposiciones, Burroughs creó en su novela un Venus de clima tropical, eternamente encapotado y abundante en selvas y agua. Si se equivocó, en esta ocasión no fue culpa suya —como en el tan mentado caso de su novela Tarzán de los monos, donde incluía tigres en la selva africana—. El Venus que nos plantea se ajusta al que imaginaba la ciencia y muchos escritores de ficción adoptaron —como Stanley G. Weinbaum, C. L. Moore o Leight Brackett—. Incluso Isaac Asimov, tan preocupado por la verosimilitud científica, mostró un panorama del planeta igual de errónea en su posterior novela En los océanos de Venus (1954). Hasta 1956, el uso de las
microondas no permitió al equipo del astrónomo norteamericano H. Mayer advertir que la temperatura superficial era mucho más caliente, haciendo imposible la existencia de esa jungla pantanosa que había llenado tantas páginas de literatura pulp. Hoy sabemos que ronda los 475º centígrados, más que suficiente para fundir muchos metales. Una vez Carson Napier abandona la cabina del cohete y salta en paracaídas a la velada superficie del planeta, sus aventuras subsiguientes continúan la línea de las que ya trazara para John Carter en el ciclo de Marte: combates constantes espada en mano, gigantescos depredadores hambrientos y una hermosa princesa en trance de ser rescatada y enamorada por el heroico hombre de la Tierra. Los seres inteligentes que encontrará son antropomorfos, con muy ligeras variaciones en su aspecto —básicamente puede cambiar el color de la piel y, en el caso de Marte, poseen otro sistema reproductivoy aunque son creadores de avances técnicos notables, por el contrario manifiestan una predilección injustificable por
el uso de las armas blancas, al tiempo que sostienen estructuras sociales no muy distantes de nuestro medioevo. Los venusianos con los que tropezará Carson Napier, por ejemplo, han descubierto un suero de la eterna juventud y tienen armas basadas en la energía atómica — y recordemos, en honor de Burroughs, que sus novelas son muy anteriores al proyecto Manhattan— y en cambio salen de caza con lanzas y arcos, y desconocen la aeronáutica. Sin embargo, más allá de la trama de aventuras sin descanso a las que Burroughs nos tiene acostumbrados, la serie dedicada a Venus es particularmente interesante de estudiar, con el objetivo de discernir la ideología reaccionaria de su autor. Por ejemplo, en estas obras los villanos son una parodia esperpéntica de los comunistas —como también eran bolcheviques los primeros enemigos de Tarzán—, retratados como personajes estúpidos, egoístas y violentos, por su baja extracción social, frente a la nobleza intrínseca de las clases altas. Merece la pena detenernos en una cita extensa para mostrarlos cómo lo hace Burroughs: «Hace centenares de años los reyes de Vepaja regían los destinos de una gran nación. No estaban sus territorios confinados a estos bosques, sino que formaban un gran imperio con millares de islas, que extendían desde Strabol a Karbol, abarcaba grandes extensiones de territorio y océanos, populosas ciudades, y enorgullecíase de poseer
un comercio floreciente que jamás había sido superado por ningún otro país en el curso de los siglos. »Los habitantes de Vepaja sumaban en aquella época millones y millones. Pululaban por sus caminos los mercaderes, los empleados, los esclavos, y existía un número más reducido de trabajadores intelectuales. En esta última clase social se incluían los hombres de ciencia, los abogados, los hombres de letras y los artistas. Los jefes militares se seleccionaban entre los de todas las clases sociales. Por encima de todos ellos estaba el Jong hereditario. »Las líneas divisorias de las clases sociales no se hallaban trazadas de un modo estricto. Un esclavo podía convertirse en hombre libre y los hombres libres podían escoger la profesión que les pareciera adecuada a su capacidad. En sus relaciones sociales, los cuatro estamentos más importantes no se interferían, debido a que los componentes de cada uno de ellos tenían poco de común con los de otros, aunque no ocurría esto por motivos de superioridad o inferioridad.
Cuando un miembro de clase inferior se había ganado, por sus estudios o por su ingenio una posición en la clase más elevada, era recibido en ésta en un plano de absoluta igualdad, sin que nadie se preocupara de sus antecedentes. »Vepaja era una nación próspera y feliz, pero había descontentos. Eran los perezosos y los incompetentes, y en su mayor parte pertenecía al sector criminal. Sentían envidia de aquellos que habían conseguido una posición que ellos se consideraban incapaces de alcanzar. Durante mucho tiempo fueron el origen de pequeñas discordias y disensiones, pero la gente no les prestaba ninguna atención o se burlaba de ellos. Sin embargo, encontraron un jefe. Era un obrero llamado Thor, hombre de antecedentes penales. »Este individuo fundó una sociedad secreta que se llamó thorista y predicó un evangelio denominado thorismo. Por medio de la propaganda consiguió muchos prosélitos, y como todas sus energías iban dirigidas contra una de las
El Jong y su familia habrían de ser asesinados y una vez conseguido todo esto, el pueblo sería libre. No habría amos, ni contribuciones, ni leyes. »Efectivamente, consiguieron aniquilar a muchos de nosotros y a una gran parte de los comerciantes, y entonces las masas comprendieron lo que los agitadores sabían perfectamente: que alguien debía gobernar. Los jefes del thorismo se aprestaron a apoderarse de las riendas del poder. El pueblo había cambiado el benévolo gobierno basado en la experiencia de la clase culta por el de los incompetentes thoristas.
clases sociales, obtuvo la simpatía de las otras tres, aunque, naturalmente, consiguió pocos partidarios entre los comerciantes, empleados y agricultores. »La única finalidad de los jefes thoristas era el poder y encumbramiento personal. Sus móviles eran totalmente egoístas, pero como se movían entre masas ignorantes, no les fue difícil disimular sus propósitos. La consecuencia fue que estalló una sangrienta revolución, sumiendo en el caos la civilización y el progreso. »El objetivo de los revolucionarios era la destrucción de la clase culta. Los que perteneciendo a las otras clases se opusieran a sus designios, serían juzgados y aniquilados.
»Los vepajanos quedaron virtualmente sometidos a una terrible esclavitud. Un ejército de espías los vigilaba y otro de los guerreros les impedía revolverse contra sus nuevos señores. Las masas se sintieron miserables y horriblemente desdichadas.» No deja de ser curioso su glorificación de un estado reconocido esclavista —que evidentemente es una versión muy personal del american way of life—, mientras presenta a un movimiento de intenciones igualadoras como perverso. Y más curioso resulta cuando Napier, en uno de sus accidentados viajes por Venus, va a parar a Havatoo, una ciudad de gentes perfectas, física e intelectualmente gracias a una cuidadosa selección racial que nos hacen pensar en el nazismo, especialmente cuando nos enteramos que, todo aquel que no alcanza lo mínimos exigidos, es exterminado. No hay que decir que Carson Napier, pese a algunos problemas iniciales, se
adapta muy bien a esta sociedad y llega a integrarse felizmente. La historia iniciada en Piratas en Venus se prolongó en tres libros más, Perdidos en Venus (1935), Carson de Venus (1939) y Huida de Venus (1946). Existe otro relato, publicado póstumamente en el volumen Tales of Three Planets (1964), conectado a la serie: The Wizard of Venus. Aunque el ciclo de Venus no sea, a mi parecer, la mejor serie de novelas de Edgar Rice Burroughs, su influencia en otras obras de ciencia ficción se demuestra evidente y no sólo en su vertiente literaria, de hecho la que nos descubre más puntos de contacto, hasta casi rozar el plagio, es un cómic: el Flash Gordon que Alex Raymond empezó a publicar en los dominicales de prensa en 1933. No sólo el planeta Mongo adopta su misma extraña amalgama de medievalismo y alta tecnología, sino también algunos de sus pueblos están calcados de la obra de Burroughs, como es el caso de los hombres halcones —idénticos a los Klangan, los hombres pájaro de Venus— los hombres colmillo —los kloonobargan—, Arboria — ciudad construida en las copas de árboles gigantescos, como la Vepaja de Piratas en Venus—, etc. Al final Edgar Rice Burroughs salió triunfante una vez más y eclipsó por completo a Otis Adelbert Kline. De hecho, muchas de las novelas de este último no abandonaron las páginas de las revistas hasta que el revival de la literatura pulp en los años 60 —con el rescate de la obra de Robert E. Howard, o las historias de Doc Savage y La Sombra— hizo que
unos pocos de sus títulos llegaran a reeditarse en forma de libro. Burroughs, en cambio, no ha perdido jamás el favor de los lectores. Como dice John Clute «para muchos amantes de la CF resulta embarazoso admitir que cuando realmente quieren divertirse con un libro, siempre acuden a la estantería donde están las obras de Edgar Rice Burroughs (...) Tal vez no haya ningún secreto tras el enorme éxito de Burroughs, o uno muy simple: los héroes son la culminación de los deseos. Pero Burroughs no se restringe, ni nos engaña. Mientras dure el libro, el deseo es realidad.»
Zothique, el último continente (Zothique, 1970)
Autor: Clark Ashton Smith
Por Roberto Barreiro
Colección: Ciencia Ficción nº16 Edita: Edaf, Madrid, 1977
Clark Ashton Smith fue, junto a H.P. Lovecraft y Robert Howard parte de la sagrada trilogía de escritores de género fantástico que en la década de 1930, desde las páginas de la revista “pulp” Weird Tales” revolucionaría el relato de terror, alejándolo de sus antecesores decimonónicos y modernizándolo hacia un mundo más actual. También es el único que no ha conseguido el reconocimiento del tiempo, quedando solo para el deleite de un grupo de especialistas aficionados. Sospecho que esto tiene que ver en buena parte por su prosa, que –a diferencia de los otros autores nombradostiene mucho del estilo de las historias de fantasmas de principios del siglo XX, con un estilo recargado y donde la realidad parece no aparecer ni por casualidad. Imagínense a Rubén Darío escribiendo relatos de la Mil y Una Noches con la obligación de dar shocks a sus lectores y tendrán el tono básico de los relatos de Zothique. Zothique es el último continente de la Tierra, en un futuro lejano donde el sol ya es rojo y donde la magia ha vuelto a por sus fueros. Todos los relatos del ciclo (y este libro los reúne a todos los que escribiera Ashton Smith sobre ese lugar) recuerdan a una versión opresiva de las
historias de espada y brujería, lleno de nigromantes malvados, criaturas horrorosas, atmósferas malsanas, civilizaciones decadentes, cortes libertinas y maldiciones inevitables Como si Oscar Wilde decidiera escribir Conan, digamos. NO se si sea para todos los gustos pero, cuando uno le entra a las historias, el tono hipnótico de las historias hace que las páginas pasen fácilmente por los dedos de uno. Si bien la calidad del os relatos es pareja, hay que destacar “El impero del os nigromantes”, una joya fantástica que usa a los zombis de una manera fantástica. No les vendría mal a todos los que hoy escriben sobre muertos vivientes le pegaran una leída, a ver si se esfuerzan mas. Además es uno de sus relatos mas conocidos: seguro que si se empeñan lo encuentran en alguna antología. A destacar además la labor de Lin Carter compilando y prologando y cerrando el libro con un par de artículos bien informativos del autor. Se que mucha gente en el mundillo le cae mal Carter por lo que hizo con Conan, pero en este caso, Carter no tiene mas que mis elogios Resumiendo, no se si todo el mundo termine atrapado por Clark Ashton Smith. Pero, si te gusta el género fantástico deberías pegarle una leída. Y este libro es un gran lugar para empezar.
Un mundo embrujado (Web of the Witch World , 1964) Por Roberto Barreiro
Autor: Andre Norton Colección: Extra – Ficción nº 8 Edita: Producciones Editoriales, Barcelona, 1976
Simon de Tregarth, terrestre que ha llegado al mundo de Escart por medio de un paso dimensional y que se ha convertido en un guerrero respetado en ese mundo donde la magia funciona –de hecho se ha casado con la hechicera Jaelithe- se mezcla en una intriga palaciega que está dirigida por los Kolder, extraterrestres que vienen de otro mundo, intentando conquistar el planeta. Y… Bueno me gustaría tener algo más claro que pasa porque la verdad, el libro es complicado, farragoso y en definitiva, un aburrimiento de la ilegibilidad. Andre Norton puede ser conocida como la Gran Dama de la Fantasía (y de hecho me gusta el género) pero el libro se lee como una partida de D&D en medio de una campaña en donde uno llegó sin más información y ningún jugador cuenta que pasó. O sea, no se entiende nada… lo cual debe haber sido frustrante para los lectores originales, porque la primera parte de la serie no se publicó en español hasta muchos años después. Y lo peor: la parte que se entiende es un cliché continuo de lugares comunes en la sword & sorcery. El guerrero de otro mundo, la hechicera enamoradisima del primero, la
damisela en peligro, el villano de poderes mentales, el traidor enamorado, los barbaros valerosos, etc. Ahorrese el tiempo. Si van a leer fantasía heroica, vaya a por Howard, Leiber, Moorcock, hasta por Terry Pratchett. Solo si uno es muy completista del género, intente leer esto. Allá usted. Yo ya le avisé y el que avisa no es traidor.
“Por lo demás, toda ficción es una impostura; lo que importa es sentir que ha sido soñada sinceramente” (Jorge Luis Borges)
Jirel de Joiry (1934-39) Por Armando Boix
Autor: Catherine L. Moore Colección: Ultima Thule Traducción: Javier Martín Lalanda Edita: Anaya, Madrid, 1996
En los años sesenta, tras el éxito de la reedición de las historias de Conan, muchos escritores populares se lanzaron a explotar el filón, creyendo tener entre manos una fórmula fácil y unas ventas seguras. Lin Carter, L. Sprague de Camp, Gardner Fox y John Jakes, por ejemplo, son unos pocos de aquella tropa, a la que habría que añadir también a Michael Moorcock, cuyo Elric estaba destinado a ser una imitación más del cimmerio y acabó convirtiéndose en héroe existencialista. De todas formas hay que retrotraerse a los años treinta para encontrarnos con la primera oleada importante de fantasía heroica. En las páginas de la revista «Weird Tales», antes y simultáneamente a los relatos de Robert E. Howard, publicó Clark Ashton Smith sus ciclos sobre Averoigne, Zothique e Hyperborea; Henry Kuttner contó las aventuras del príncipe Elak de Atlantis o Clifford Ball las de Duar el Maldito... También Catherine L. Moore, primera escritora de importancia de la ciencia ficción norteamericana, creó, como no, a la que sería primera heroína de espada y brujería: Jirel de Joiry.
La castellana Jirel, hermosa y juncal, no es una damisela con su defensa entregada lánguidamente a sus sirvientes o a un noble caballero; muy al contrario, es una soberbia espadachina, fuerte como pocos hombres y su mal genio constante la hace volcarse en la venganza con una fogosidad irreflexiva que la colocará en más de un aprieto. Sus aventuras transcurren en una Francia medieval más fabulosa que real -eco tal vez del Averoigne de C. A. Smith-, llena de señores feudales en guerra perpetua, hechiceros poderosísimos y dioses oscuros procedentes de otras dimensiones. Ella misma no dudará en poner su alma en peligro pactando con estas entidades si eso sirve a sus fines, para pavor del padre Gervasio, que intenta hacerla desistir. Jirel es una mujer acostumbrada al imperio sobre sus semejantes y no admite consejeros, amos ni maridos... Sexualmente liberada, se entrega a los placeres de la carne sin ningún tipo de pudor; pero sólo si es ella la que toma la iniciativa, lo que no deja de ser insólito en una heroína de ficción creada en los años 30. ¿Cuánto debe de haber en Jirel de los deseos reprimidos por esa muchachita provinciana que fue C. L. Moore?. Los relatos que componen el ciclo de Jirel de Joiry padecen de una escritura tachonada de adjetivos, según los cánones de "Weird Tales". Esta prosa recargada y colorista puede exasperar al lector moderno, y a menudo enmascara la sutileza de C. L. Moore como narradora, que cuando no se embriaga en describir paisajes ultradimensionales sabe crear imágenes y escenas de fuerza poética, como en ese gran colosal relato El beso
del Dios Negro, con Jirel llorando sobre el cadáver del que fuera su enemigo y, sin saberlo, su amado. Aunque reconozco haberme aburrido en muchos momentos con la lectura del libro por su estilo y lo reiterativo del esquema de sus relatos, he de admitir el atractivo de la protagonista y su interés histórico como prólogo a una interesante carrera literaria, que alcanzará su cenit años después durante su colaboración con Henry Kuttner.
“No, el Anillo Único no es solo algo maligno. El es lo que nosotros hacemos de él, y por eso debemos rescatar y desarrollar aquellas partes que son buenas” (Isaac Asimov hablando de El Señor de los Anillos)
El último deseo (Ostatnie zyczenie, 1993) Por Roberto Barreiro
Autor: Andrezj Sapkowski Colección: Geralt de Rivia nro.1 Edita: Alamut, Madrid.
La verdad sea dicha, mis preferencias en fantasía apuntan hacia aquellas obras que se alejan de lo clisado. Entre un cuento de Conan y uno de Fafhard y el Ratonero Gris, me decanto por los relatos de estos dos. Entre una novela del llorica de Elric de Melniboné (personaje que compite con el Silver Surfer por el premio de Personaje con Mas Angustia Existencial del Multiverso) y una de Mundodisco, pues voy a por la segunda. Entre las complejidades de Tierra Media y las del mundo de Juego de tronos, me quedo con la segunda. Entre el héroe y el pícaro, prefiero leer al pícaro. Comentando un día sobre este tema con un amigo dibujante, éste me recomendó que leyera la serie de Geralt de Rivia. Aquí estoy empezando con él. Geralt es un brujo albino en un universo de fantasía relativamente típico, poblado de monstruos, magos, hechiceros y demás criaturas fantásticas con un aire medieval. Su trabajo es justamente eliminar a esas amenazas monstruosas por un precio. Y los relatos que hay aquí sirven básicamente para darnos una idea de cómo es Geralt y cómo responde a los diferentes trabajos contratados.
Y las dos palabras claves aquí son “spaghetti Western”. Porque, si le cambiamos las espadas por los revólveres y su traje por un poncho y un sombrero de ala ancha, tendríamos a un personaje salido de una película de Sergio Leone. Vagabundo, con códigos personales no necesariamente iguales a los esperables en la sociedad, antiheroico a cagarse, visto con curiosidad, respeto y temor por los demás, Geralt es uno de esos HombresMisteriosos-Que-Resuelven-Las-Injusticias-Y-Se-Van tan típicos de las películas de vaqueros hechas en Italia. Lo cual lo hace medianamente interesante. Los cuentos que recopila este libro (unidos por una leve narrativa donde tenemos a Geralt recuperándose de un trabajo en un convento amigo) son historias muy bien narradas con momentos de humor pero básicamente con un tono tan melancólico como sucio, sin héroes y villanos marcados, donde la moral social y la ética personal chocan más seguido que las espadas. Y donde Geralt parece un Philip Marlowe disfrazado de Conan, un cínico con corazón de oro en el fondo. No, no me cambió la vida. Pero sí es un buen libro con un protagonista que se aleja de lo normal. Justo como me interesa a mí. Iremos a por más.
El color de la magia (The Colour of Magic, 1983) Por Roberto Barreiro
Autor. Terry Pratchett Serie: Mundodisco n°1 Colección: Best Seller, 342/1 Edita: Debolsillo, 2004
Que la fantasía heroica tiene clisés agobiantes listos para parodiar no es una novedad. Justamente por eso, es terreno fértil para tipos que hacen parodias obvias, esas que terminan aburriendo, con poca profundidad. Pocos autores logran avanzar a convertir la parodia en reflexiones filosas que superan el chiste fácil. De hecho, solo se me ocurren dos. Por un lado tenemos al Cerebus de Dave Sim, que en sus 300 números pasa de la parodia obvia a la sátira social, política y religiosa, para finalizar convirtiéndose en un manifiesto filosófico personal camuflado de obra de ficción. Por el otro tenemos a Terry Pratchett y su Mundodisco, del cual es esta la primer historia. O historias, porque este libro se compone de cuatro historias interconectadas por sus dos protagonistas. Por un lado tenemos el mago Rincewind, que tiene en su cabeza uno de los Hechizos Primordiales grabado a fuego... con lo que toda su capacidad mágica queda tapada por éste, debiendo sobrevivir gracias a su habilidad con los idiomas. Y por otro tenemos a Dosflores, turista de otro lado del mundo que viene a conocer ese emocionante
lugar lleno de bárbaros, un tipo inocente, rico y que no termina degollado y desvalijado porque tiene una suerte tremenda y una maleta mágica que funciona como perro guardián. Es justamente este personaje tan absurdo (el subtítulo de la novela debería ser “Un turista japonés en Hiboria”) el que hace que la novela funciona. Eso y las maravillosas observaciones satíricas que pueblan sus páginas. Hay momentos en que me reía a carcajadas con las observaciones que deja al pasar Pratchett. Y básicamente las historias son recorridos por los lugares mas tópicos del subgénero que son diseccionados cruelmente por Pratchett. Rincewind y Dosflores son la pareja dispareja que enfrenta esas vicisitudes entre la asombrada alegría (en el caso de Dosflores) y la patética resignación (como le pasa a Rincewind). En su momento este libro fue un éxito que dio pie a que Pratchett se dedicara a expandir a niveles insospechados al propio universo de Mundodisco, saliendo de la pura parodia para avanzar a desarrollos más de crítica social y política y a elaborar su propia visión de ese mundo. Pero este libro, el que empezó todo, todavía hoy sigue sosteniéndose muy bien en su trabajo paródico. Algo que muchos otros libros similares no pueden decir.
BIBLIOTECA DEL TERROR. POR ARMANDO BOIX
Coleccionable semanal de 102 entregas. Ediciones Forum. Barcelona, 1983-1985.
Imaginen a un muchacho de diecisiete años, a principios de los años 80. Imagínenme. Le entusiasma la literatura fantástica, en especial los relatos de terror. Empezó con Poe y Stoker, y hace solo un par de años descubrió a Lovecraft. Guiado por el profeta Rafael Llopis y su santo libro, Historia natural de los cuentos de miedo, que ha leído de cabo a rabo varias veces tomando apuntes, conoce casi todo lo que en aquel momento se puede encontrar del género en las librerías, pero tampoco es tanto. Al contrario que la
ciencia ficción, que cuenta con varias colecciones especializadas con buena difusión y cadencia razonable en la aparición de novedades, al fantástico sobrenatural solo lo defiende como adalid la pequeña Editorial Fontamara y sus volúmenes aún más pequeños, dedicados en exclusiva a clásicos como Bierce, Wilkie Collins o Potocki. El resto de lo publicado en España son piezas solitarias, que pueden escaparse si no andas con la mira muy atenta. Imagínenme. Sí, sentado ante el televisor, porque no solo de libros vive el adolescente. Viendo el episodio correspondiente de alguna serie. Y me interrumpe la odiada pausa publicitaria. Mi boca se abre; apenas me atrevo a parpadear, para no perderme detalle del anuncio. La televisión me está diciendo que un nuevo coleccio-nable ha aparecido en los quioscos, las dos primeras entregas por el precio de una, como es habitual:
Psicosis y Frankenstein. Me presentan la «Biblioteca del Terror». Emoción y placer, aunque no completa sorpresa. Poco tiempo antes, la Editorial Bruguera se había anotado un importante éxito con un coleccionable semanal dedicado a la narrativa policíaca: «Club del Misterio». Forum, la filial del grupo editorial Planeta centrada en las publicaciones periódicas, había intentado acercarse a sus buenos resultados comerciales con una copia en formato y tema titulada «Círculo del Crimen». Ahora volvía a probar suerte, pero cambiando de género. Como sus precedentes, «Biblioteca del Terror» se nos ofrece cada siete días en un formato grande, 17x24 centímetros, similar a la mítica Biblioteca Oro, de Molino, y al tamaño de las revistas pulp americanas; aunque en este caso sin ilustraciones interiores. Igualmente, el texto se compone a dos columnas, con letras capitulares góticas, acordes con la temática. Sus portadas, de adusto fondo negro con tipografía en blanco y rojo sangre, se sirven en principio de motivos fotográficos, que poco tiempo después serán sustituidos por surrealistas collages a la manera de Max Ernst, responsabilidad de Emma Cohen. El director de la colección era Juan Tebar. Filólogo de carrera nacido en Madrid en 1941, había desarrollado una extensa labor profesional en el mundo del cine como realizador y guionista. Suyo es el argumento original para La residencia, de Chicho Ibánez Serrador, y también
varios guiones de Historias para no dormir. Como escritor, había compuesto algunos cuentos de miedo; pero su trabajo en el terreno editorial se ha centrado, después, sobre todo dentro de la literatura infantil y juvenil, y en la redacción de textos sobre cine. «Biblioteca del Terror» constó de 102 entregas; aunque, como su extensión oscilaba entre 70 y 150 páginas, algunas obras de longitud considerable vieron necesaria su división en varias partes. El conjunto podía encuadernarse, si así se deseaba, en diecisiete gruesos y pesados volúmenes con unas tapas rojas de diseño poco inspirado y vulgar, que poca justicia brindaban a su interesante contenido. Porque el punto fuerte de la colección era ofrecer, reunido por primera vez, el corpus fundamental de la literatura fantástica clásica. No faltarían, por tanto, los títulos más destacados de la novela gótica, como El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo, El italiano o El monje, incluso una antología de relatos cortos, mucho menos conocidos, de sus autores característicos. Defoe, a quien los historiadores anglosajones adjudican la redacción del primer cuento moderno de fantasmas, también obtendría su correspondiente entrega, acompañando a las dedicadas a Mary Shelley, Poe, Le Fanu, Dickens y Stoker. Las letras francesas obtendrán más que sobrada representación en los románticos Theophile Gautier, Gérard de Nerval o Charles Nodier, pasando por los folletinistas Paul Féval y Alexandre Dumas —de quien se
publicarán completos Los mil y un fantasmas— y llegando a decadentes y simbolistas imprescindibles como J.K. Huysmans, Villiers de L’IsleAdam o Marcel Schwob, sin olvidarse de Verne, Balzac y Maupassant. La lengua alemana solo se verá representada por El golem, de Gustav Meyrink, y un autor de esos que valen por ciento, con una selección de relatos y una extensa novela: E.T.A. Hoffmann. ¿Y las letras españolas? Ahí no salimos tan bien parados. Se reeditan Las noches lúgubres, de Alfonso Sastre, esencial; ¡Lovecraft, Lovecraft!, del colectivo Ofelia Dracs; una antología de terror clásico en dos partes; y una novela inédita, El hombrecillo de las gafas doradas, de José Luis Velasco, quizá de lo menos destacable en el sumario completo. ¿La colección ciencias? Las
tiene defitiene. Un
centenar de títulos son muchos, pero incapaces de abarcar un género tan rico. Toda la vocación completista en lo que se refiere a la literatura gótica y del siglo XIX, se convierte en carencias cuando miramos al XX. Aparecieron varias antologías y novelas de William Hope Hodgson, H. P. Lovecraft y M. R. James, es cierto; pero nada leeremos de Machen o Blackwood —deberemos esperar unos pocos años, a la deliciosa colección de Siruela «El Ojo Sin Párpado», para cubrir esas lagunas—. Tampoco se publicarán títulos que se me antojan imprescindibles en la historia de la literatura fantástica, como El Rey de Amarillo, de Rober W. Chambers. No se incluyen autores que sobrevivieron a la caída de «Weird Tales», como Leiber o Matheson, manteniendo la antorcha del género encendida en sus años más
oscuros; incluso de un escritor tan conocido como Robert Bloch nada encontraremos, más allá de su célebre novela protagonizada por Norman Bates. Por lo que se refiere a los autores contemporáneos, llama la atención la ausencia del popular Stephen King, aunque tal vez pueda comprenderse por una negativa de los editores propietarios de sus derechos a cederlos, al menos por un precio razonable. En su lugar sí nos tropezamos con un par de buenas novelas de su amigo Peter Straub —Fantasmas y La tierra de las sombras—, los textos que dieron origen a éxitos cinematográficos como La semilla del diablo, El exorcista y La profecía, y un puñado de autores menos conocidos o directamente inéditos al castellano. En ese apartado podemos citar a John Farris, Robert Wilson, Shaun Hutson, T.M. Monteleone o Charles L. Grant, de quien pudimos disfrutar tres novelas, las únicas publicadas en España, creo. Hay rarezas como Cuento infantil, del prometedor y desconocido T.M. Wright —aunque a estas alturas ya lleva publicadas diecisiete novelas y novelas cortas, todas sin traducir—, que en esta obra inaugural nos adentraba en un universo extraño y ajeno a las convenciones, o El muñeco que se comió a su madre, primera obra en formato largo de Ramsey Campbell, inédita todavía en español en cualquier otra versión. Un esfuerzo editorial de tal magnitud no ha tenido parangón en la edición española hasta la llegada de la colección Gótica, de Valdemar; sin embargo, esta aún
guardaba en el futuro. Imagínenme con diecisiete años, acudiendo puntualmente al quiosco y devorando cada entrega antes de que se pusiera a la venta la siguiente, como pocas veces me ha ocurrido con otras colecciones literarias. Imagínenme sumergido en un mundo imaginario, donde los espectros, vampiros y encantamientos son reales. Imagínenme. Así es el retrato de un adicto.
BIBLIOTECA DEL TERROR. Sumario completo.
1. BLOCH, Robert, Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. 70 pags. 1983. 2. SHELLEY, Mary, Frankenstein (Frankestein or the Modern Prometheus; 1817). Novela. Tr: Francisco Torres Oliver. 110 pags. 1983.
3. LEVIN, Ira, La semilla del diablo (Rosemary’s Baby; 1967). Novela. Tr: Enrique de Obregón. 98 pags. 1983. 4-LOVECRAFT, H. P., El color que surgió del espacio. 5 relatos. Tr: Aurelio Martínez, Fernando Calleja y Francisco Torres Oliver. 74 pags. 1983. 5. DOYLE, Arthur Conan, El sabueso de los Baskerville (The Hound of the Baskervilles; 1902). Novela. Tr: Rufo G. Salcedo. 86 pags. 1983. 6. WALPOLE, Horace, El castillo de Otranto (The Castle of Otranto; 1764). Novela. Tr: Marcelo Covián. 82 pags. 1983. 7. WELLS, H. G., El hombre invisible (The Invisible Man). Novela. Tr: Julio Gómez de la Serna. 88 pags. 1983. 8. WRIGHT, T. M., Extraña simiente (Strange Seed; 1978). Novela. Tr: Marina Saura. 100 pags. 1983.
9. STEVENSON, Robert L., El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde y otros relatos (The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde). 1 novela y 3 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo y Augusto Herranz. 64 pags. 1983. 10. VERNE, Jules, El castillo de los Cárpatos (Le château des Carpates; 1892). Novela. Tr: Esther Benítez. 88 pags. 1983. 11. JAMES, Henry, Historias de fantasmas (The Turn of the Screw. The Ghostly Rental). 1 novela y 1 relato. Tr: Soledad Silió y A. C. T. 94 pags. 1983. 12. BALZAC, Honoré de, El centenario (Le centenaire). Novela. Tr: Mercedes Juste. 116 pags. 1983. 13. LOVELACE, Delos, King Kong (King Kong; 1933). Novela. Tr: Horacio González Trejo. 80 pags. 1983. 14. MAUPASSANT, Guy de, Cuentos pavorosos. 18 relatos. Tr: Esther Benítez. 88 pags. 1983. 15. COLLINS, William Wilkie, El hotel encantado (The Haunted Hotel). Novela. Tr: R. L. N.C. 76 pags. 1983. 16. LE FANU, Joseph Sheridan, Carmilla y La posada del dragón volador (Carmilla. L’auberge du dragon volant). 2 novelas. Tr: Emilio Olcina y Marta Pérez. 116 pags. 1983. 17. GRANT, Charles L., Una tranquila noche de terror (A Quiet Night of Fear; 1981). Novela. Tr: Javier Mulas. 78 pags. 1983. 18. CAMPBELL, Ramsey, El muñeco que se comió a su madre (The Doll Who Ate his Mother; 1976). Novela. Tr: José Manuel Yánez. 100 pags. 1983.
19. MONTELEONE, T. M., Criaturas nocturnas I (Night Things; 1980). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 100 pags. 1983. 20. MONTELEONE, T. M., Criaturas nocturnas II (Night Things; 1980). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 96 pags. 1983. 21. DICKENS, Charles, Relatos espectrales. 7 relatos. Tr: José Méndez Herrera y Emilio Olcina. 96 pags. 1983. 22. POE, Edgar Allan, Cuentos de terror I. 16 relatos. Tr: Mauro Armiño. 122 pags. 1983. 23. POE, Edgar Allan, Cuentos de terror II. 12 relatos. Tr: Mauro Armiño. 122 pags. 1983. 24. HOFFMANN, E. T. A., El magnetizador y otros relatos. 7 relatos. Tr: Carmen Bravo Villasante. 114 pags. 1983. 25. DUMAS, Alexandre, Capitán de lobos I (Le meneur de loups; 1857). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 76 pags. 1983. 26. DUMAS, Alexandre, Capitán de lobos II (Le meneur de loups; 1857). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 70 pags. 1983. 27. DRACS, Ofelia, ¡Lovecraft, Lovecraft! (Lovecraft, Lovecraft!; 1981). 10 relatos. Emma Cohen. 72 pags. 1983. 28. HARDY, Thomas, Misterios de Wessex. 7 relatos. Tr: Marta Pérez. 98 pags. 1984. 29. DOYLE, Arthur Conan, El terror de las alturas. 6 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 68 pags. 1984.
30. STOKER, Bram, La madriguera del gusano blanco (The Lair of the White Worm; 1911). Novela. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 94 pags. 1984.
41. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte II/La vampira (Les drames de la mort/La vampire). Novela. Tr: Elena del Amo. 66 pags. 1984.
31. STOKER, Bram, Drácula I (Dracula; 1897). Novela. Tr: Carlos José Costas. 88 pags. 1984.
42. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte III/La última noche (Les drames de la mort/La vampire). Novela. Tr: Elena del Amo. 72 pags. 1984.
32. STOKER, Bram, Drácula II (Dracula; 1897). Novela. Tr: Carlos José Costas. 92 pags. 1984.
43. ERKMANN-CHATRIAN Hugo el lobo (Hugues le loup et autres récits fantastiques). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 66 pags. 1984.
33. SELTZER, David, La profecía (The Omen). Novela. Tr: Antonio Bonnano. 78 pags. 1984.
44. MEYRINK, Gustav, El Golem I (Der Golem; 1915). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 70 pags. 1984.
34. STRAUB, Peter, Fantasmas I (Ghost Story; 1976). Novela. Tr: Lucrecia Moreno de Sáez. 148 pags. 1984.
45. MEYRINK, Gustav, El Golem II (Der Golem; 1915). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 60 pags. 1984.
35. STRAUB, Peter, Fantasmas II (Ghost Story; 1976). Novela. Tr: Lucrecia Moreno de Sáez. 92 pags. 1984.
46. LEWIS, Matthew Gregory, El monje I (The Monk; 1895). Novela. Tr: Pablo Jiménez. 110 pags. 1984.
36. SASTRE, Alfonso, Las noches lúgubres. 2 relatos largos y 24 ultracortos. 100 pags. 1984.
47. LEWIS, Matthew Gregory, El monje II (The Monk; 1895). Novela. Tr: Pablo Jiménez. 110 pags. 1984.
37. FARRIS, John, El intruso I (The Uninvited; 1982). Novela. Tr: Annie Pinto y Miguel Ángel Mendo. 60 pags. 1984.
48. HUTSON, Shaun, Embriones (Spawn; 1983). Novela. Tr: Carlos José Costas. 134 pags. 1984.
38. FARRIS, John, El intruso II (The Uninvited; 1982). Novela. Tr: Annie Pinto y Miguel Ángel Mendo. 60 pags. 1984.
49. LORRAIN, Jean, Cuentos de un bebedor de eter (Contes d’un buveur d’ether). 11 relatos. Tr: Elena del Amo. 56 pags. 1984.
39. VELASCO, José Luis, El hombrecillo de las gafas doradas. Novela. 82 pags. 1984.
50. WRIGHT, T. M., Cuento infantil (Nursery Tale; 1982). Novela. Tr: Marina Saura. 100 pags. 1984.
40. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte I/El cuarto de Cupido (Les drames de la mort/Le chambre des amours). Novela. Tr: Elena del Amo. 92 pags. 1984.
51. ERCKMANN-CHATRIAN El boceto misterioso (Hugues le loup et autres récits fantastiques). 10 relatos. Tr: Adalberto Aguilar. 84 pags. 1984
52. HUYSMANS, J. K., Allá abajo I (Là-bas). Novela. Tr: V. Ch. 68 pags. 1984.
64. GRANT, Charles L., La última llamada del luto (The Last Call of Mourning; 1979). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 100 pags. 1984.
53. HUYSMANS, J. K., Allá abajo II (Là-bas). Novela. Tr: V. Ch. 68 pags. 1984.
65. RADCLIFFE, Ann, El italiano, o El confesonario de los penitentes negros I (The Italian; 1797). Novela. Tr: Carlos-José Costas. 114 pags. 1984.
54. LOVECRAFT, H. P., En las montañas de la locura (The Outsider and Others; 1939). 1 novela y 2 relatos. Tr: Ana María Aznar. 92 pags. 1984. 55. WILSON, Robert, Pánico en el bosque I (Crooked Tree; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 86 pags. 1984. 56. WILSON, Robert, Pánico en el bosque II (Crooked Tree; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 92 pags. 1984. 57. MOLINA FOIX, Juan Antonio. (ed.), Pesadillas de celuloide. 7 relatos. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 96 pags. 1984. 58. STRAUB, Peter, La tierra de las sombras I (Shadow Land; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 120 pags. 1984. 59. STRAUB, Peter, La tierra de las sombras II (Shadow Land; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 124 pags. 1984. 60. LE FANU, Joseph SheridanLas criaturas del espejo (In a Glass Darkly). 3 relatos. Tr: Cristina Crespo. 74 pags. 1984. 61. COSTAS, Carlos José (ed.) Antología de terror español clásico I. 8 relatos. 116 pags. 1984. 62. COSTAS, Carlos José (ed.) Antología de terror español clásico II. 8 relatos. 110 pags. 1984. 63. GRANT, Charles L., El sonido de la medianoche (The Sound of Midnight; 1978). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 98 pags. 1984.
66. RADCLIFFE, Ann, El italiano, o El confesonario de los penitentes negros II (The Italian; 1797). Novela. Tr: Carlos-José Costas. 94 pags. 1984. 67. MOLINA FOIX, Juan Antonio (ed.) Frenesí gótico. 5 relatos. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 88 pags. 1984. 68. WILDE, Oscar, El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray). Novela. Tr: Francisco Cusó. 108 pags. 1984. 69. SALGARI, Emilio, El buque maldito (La novelle marinare che di mastro Catrame; 1894). 16 relatos entrelazados. No figura el nombre del traductor. 86 pags. 1984. 70. HODGSON, William Hope, La casa en el confín del mundo (The House on the Borderland; 1908). Novela. Tr: Rufo G. Salcedo. 76 pags. 1984. 71. MAUPASSANT, Guy de, Nuevos cuentos pavorosos. 14 relatos. Tr: Esther Benítez. 82 pags. 1984. 72. LAWRENCE, D. H., Historias de lo oculto. 7 relatos. Tr: Rugo G. Salcedo. 74 pags. 1984. 73. WILLIAMSON, J. N., El carruaje de la muerte (Death Coach; 1981). Novela. Tr: Nazaret Terán Bleiberg. 124 pags. 1984.
74. BLATTY, William Peter, El exorcista (The Exorcist; 1972). Novela. Tr: Raquel Albornoz. 146 pags. 1984.
84. DOYLE, Arthur Conan, Relatos de sangre y misterio. 7 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 70 pags. 1985.
75. DEFOE, Daniel, Historias de fantasmas y de crimen. 9 relatos. Tr: Leila Marien. 68 pags. 1984.
85. L’ISLE ADAM, Villiers de, Vera y otros cuentos crueles (Contes cruels, Nouveaux contes cruels). 11 relatos. Tr: Adalberto Aguilar. 68 pags. 68 pags. 1985.
76. LE FANU, Joseph Sheridan, La profecía de Cloostedd (The Haunted Baronet). Novela. Tr: Francisco Torres Oliver. 74 pags. 1985.
86. VARIOS, Historias cómicas de terror. 1985.
77. BIERCE, Ambrose, El club de los parricidas. 13 relatos. Tr: Leila Marien. 66 pags. 1985.
87. SCHWOB, Marcel, El rey de la máscara de oro (Le roi de la masque d’or). 21 relatos. Tr: Sol Noguera. 88 pags. 1985.
78. TOLSTOI, Alexei / DOYLE, Arthur Conan, Vampiros escogidos. 5 relatos. Tr: Moria Van Helsing, Augusto Herranz y Rufo G. Salcedo. 106 pags. 1985.
88. POTOCKI, Jan, El manuscrito hallado en Zaragoza (Manuscrit trouvé à Saragosse; 1805-1814). Relatos entrelazados. Tr: Rufo G. Salcedo. 90 pags. 1985.
79. De NERVAL, Gérard, Aurelia y otros cuentos. 4 relatos. Tr: Valeria Ciompi. 68 pags. 1985.
89. CONRAD, Joseph, La posada de las dos brujas. 5 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 66 pags. 1985.
80. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas I (Mille et un fantomes). 15 relatos. Tr: Mauro Armiño. 84 pags. 1985.
90. JAMES, M. R., Colección de fantasmas (The Collected Ghost Stories). 12 relatos. Tr: Alberico Cortón. 94 pags. 1985.
81. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas II/La mujer del collar de terciopelo (Mille et un fantomes). Novela. Tr: Mauro Armiño. 86 pags. 1985.
91. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo I (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 102 pags. 1985.
82. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas III/La historia de un muerto contada por el mismo (Mille et un fantomes). 6 relatos. Tr: Mauro Armiño. 82 pags. 1985. 83. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas IV/El testamento del señor de Chauvelin (Mille et un fantomes). 2 novelas. Tr: Mauro Armiño. 92 pags. 1985.
92. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo II (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 108 pags. 1985. 93. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo III (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 104 pags. 1985. 94. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo IV (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 98 pags. 1985.
95. HODGSON, William Hope, El reino de la noche I (The Nightland; 1912). Novela. Tr: Francisco Cusó. 106 pags. 1985. 96. HODGSON, William Hope, El reino de la noche II (The Nightland; 1912). Novela. Tr: Francisco Cusó. 112 pags. 1985. 97. HODGSON, William Hope, Los piratas fantasmas (The Ghost Pirates; 1909). Novela. Tr: Francisco Cusó. 72 pags. 1985. 98. HODGSON, William Hope, Cuentos de alta mar (Deep Waters). 6 relatos. Tr: Iria Brandán. 84 pags. 1985. 99. GAUTIER, Teophile, Relatos fantásticos I (Récits fantastiques). 10 relatos. Tr: Pablo A. Jiménez Burillo. 98 pags. 1985. 100. GAUTIER, Teophile, Relatos fantásticos II (Récits fantastiques). 2 novelas cortas. Tr: Pablo A. Jiménez Burillo. 94 pags. 1985. 101. HOFFMANN, E. T. A., Los elixires del diablo I (Die Elixire des Teufels. Nachgelassene Papiere Bruders Medardus, eines Kapuziners). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 78 pags. 1985. 102. HOFFMANN, E. T. A., Los elixires del diablo I (Die Elixire des Teufels. Nachgelassene Papiere Bruders Medardus, eines Kapuziners). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 82 pags. 1985.
El príncipe Alberico y la dama Serpiente. 13 historias fantásticas y macabras POR ARMANDO BOIX
Autor: Vernon Lee Colección: Gótica Edita: Valdemar. Madrid, 2013.
Violet Paget (1856-1935), más conocida por su seudónimo literario Vernon Lee, es una autora de nacionalidad británica y que escribió toda su obra en lengua inglesa, si bien nació en Boulogne-sur-Mer y residió la mayor parte de sus días en Italia, si no contamos sus abundantes viajes por otros rincones del continente. Famosa en vida por sus ensayos sobre historia del arte, música y estética, hoy se la recuerda sobre todo por sus relatos fantásticos, que aparecieron repartidos, entre otros textos de ficción, en sus cuatro volumenes de cuentos, Haunting: Fantastic Tales (1890), Vanitas: Polite Stories (1892), Pope Jacynth and Other Fantastic Tales (1904), y For Maurice: Five Unlikely Tales (1927), de los que se ha escogido la presente recopilación de trece narraciones, editada por Valdemar con su habitual exquisitez. Quienes la conocieron la describen como una mujer de superior inteligencia y erudición, de carácter un tanto huraño en sus últimos días, marcados por la sordera que le impedía disfrutar de una de sus mayores pasiones: la música. Sus profundos conocimientos influyeron en su estilo literario, elegante, poético y prolijo, donde se complace en largos pasajes descriptivos que construyen el ambiente de la narración, no sólo en los detalles
suntuarios y arquitectónicos, sino también en los paisajísticos y humanos, en especial del mundo rural italiano, donde trascurren buena parte de sus historias. Sus cuentos tienen un marcado tono legendario, con un pasado siempre protagonista aun cuando la acción del relato se sitúe en la actualidad de la autora, siendo uno de sus temas recurrentes la supervivencia del paganismo sobre añadidos culturales posteriores, no sólo como un sustrato, también como algo todavía vivo y poderoso, con frecuencia amenazante. Entre ellos podemos citar El príncipe Alberico y la dama Serpiente, acerca de la conexión de una decadente familia de la aristocracia, a través de las generaciones, con un ser feérico que exige completa fidelidad a sus amantes; Dionea, sobre una niña encontrada en la playa de un pequeño pueblecito italiano, presuntamente víctima de un naufragio, que irá revelando, a medida que se transforma en mujer, un enigmático carácter y una inquietante vinculación con las deidades de la antigüedad; o La Virgen de los Siete Puñales, situado en Granada, donde reelabora el mito de Don Juan, cruzándolo con las leyendas moras de tesoros y princesas encantadas, a la manera de Washington Irving. No obstante el valor de sus narraciones, merecedoras de un lugar de honor en la biblioteca de todo buen degustador del género fantástico, en el lector actual despertarán a lo sumo una leve inquietud, en modo alguno un escalofrío – como sí lo harán los mejores pasajes de su
contemporáneos Arthur Machen y M. R. James–. Su intención es más evocadora que aterrorizante, su posición más intelectual que pasional, convencida de la misión ineludible de todo artista verdadero de crear belleza. En consecuencia, sus relatos están concebidos para ser paladeados lentamente, a pequeños sorbos, recreándonos en la sutileza del detalle, en la atmósfera que construyen, plenos de añoranza por un pasado perdido, quizá hermoso, pero con inquietantes sombras agazapadas en sus entrañas
“Y lo bueno es que esa arquitectura del horror no tenía que ver con toneladas de efectos especiales. Era una cuestión de atmòsfera, de planificación. Y de inventiva” (Alex de la Iglesia, hablando de Alien)
Revista ¡Alerta! N° 121 Por Roberto Barreiro
Editorial: Ercilla, Santiago de Chile, 27 de abril de ¿1937?
Como en todos lados, en Chile durante mucho tiempo hubo publicaciones dedicadas a publicar novelas de literatura para consumo masivo, con autores de todo tipo y factor. Esta revista fue una de ellas. Cada una traía novelas completas además de algún cuento y artículo. La calidad editorial no era nada del otro mundo, sin imágenes interiores y con una tapa que, comparado con revistas del mismo período en otros países, es de una baja calidad. Pero por supuesto lo interesante de este número son los contenidos. Específicamente por la novela publicada en este número: La Bruja de los muñecos, traducción poco imaginativa del título original ¡Burn, witch, burn!, la novela de Abraham Merritt publicada en 1932. Merritt, un autor poco conocido hoy día, fue durante las primeras décadas del siglo XX uno de los autores más exitosos que incursionaban en el género fantástico por esos años, siendo una suerte de puente entre los narradores de historias de fantasmas del final de la época victoriana y los narradores de la Weird Tales. Y es extraño, porque, a juzgar por esta novela, debería todavía captar lectores. Merritt tiene una prosa bastante tersa y que no parece haber envejecido con el tiempo. Y, si bien a estas alturas la historia que cuenta es un clisé (ya van a ver) hay que tener ne cuenta que EL fue el que usó ese clisé por
primera vez. O sea, todos los demás le robaron la idea. No es menor. ¿Y de qué va la novela? Pues que unas muertes misteriosas agobian al doctor de un hospital. Un joven mafioso que muere extrañamente es el primero en llamarle la atención al médico. Éste, junto al jefe del finado, un “capo mafiosi” con el que hace muy buenas migas, comienzan a ver que hay mas extrañas muertes , todas relacionadas con una extraña fabricante de muñecas. Cuando el propio capo es atacado por lo que parece ser un muñeco que se mueve con vida propia, las cosas comienzan a ir hacia terrenos muy poco científicos. En síntesis, que la señora es una bruja que crea muñecos vivientes (y que cumplen sus órdenes) a partir del uso de personas vivas. Y que , además, tiene unos poderes hipnóticos más que respetables. Sí, señores: antes que Annabelle, Antes que Chucky, antes que el muñeco ventrílocuo malvado del episodio de la Dimensión desconocida, aquí está el origen del subgénero del “muñeco maldito”. Y, como dije, se puede leer de una manera muy divertida hoy día. Eso sí, busquen otra versión porque en la revista mutilan la novela sacándole el prólogo y el último capítulo. Un bajón. Peor no se preocupen: Valdemar tiene edición reciente de la novela y, si se atreven a la lengua de Shakespeare, se puede leer online en el Proyecto Gutenberg. Como bonus, la revista trae una artículo sobre los tres mores de Mary Pickford (la estrella de cine mudo) y un
cuento corto llamado El espiritismo en el castillo de Henry Falk (que por lo que he podido averiguar era un autor de cuentos humorísticos del período) que es básicamente un chistecito medianamente jocoso sobre las creencias espiritistas. Definitivamente voy a tener que pillar la edición completa del libro de Merritt.
“¿Qué ha hecho este hombre Illinois, me pregunto, al cerrar las paginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me pueblen de terro y soledad?” (Jorge Luis Borges hablando de las Cronicas Marcianas de Ray Bradbury)
Porque la sangre es vida (Wandering Ghosts; 1911) POR ARMANDO BOIX
Autor: Francis Marion Crawford Traducción: M. Giménez Saurina Colección: Serie Terror Edita: Abraxas, Barcelona, 2001.
Aun habiendo nacido en Estados Unidos, Francis Marion Crawford (1854-1909) vivió buena parte de su existencia en Italia y sus cuentos fantásticos se inscriben dentro de la corriente europea —y más concretamente inglesa— del ghost story victoriano. En una época racionalista y prosaica se redescubrió el inefable placer del escalofrío como motivo artístico, eso sí, enfrentándose a él con una frialdad intelectual muy alejada del apasionamiento, en ocasiones histriónico, de la novela gótica. Sin tener sus relatos el acabado perfecto de los cuentos del maestro M. R. James, verdaderos mecanismos de precisión, en cambio son superiores a los de otros coetáneos en originalidad de las tramas y capacidad de sugerencia. Intentó incluso la difícil pirueta de componer cuentos espectrales con final feliz —es el caso de En las aguas del Paraíso y El fantasma de la muñeca—; aunque, por más que éstos son impecables en su forma, horror y optimismo no acaban por establecer perfectas relaciones. Crawford consigue sus mayores éxitos cuando adopta una vena más genuinamente macabra, construyendo piezas que se han ganado un puesto en las antologías más
exigentes, como ocurre en su obra maestra El chillido de la calavera, el vampiresco Porque la sangre es vida o La litera superior, cuento sobre el que Lovecraft escribió que es «uno de los relatos más tremendos de toda la literatura». Menos conocida, y una agradable sorpresa para mí, es ¡Hombre al agua!, historia marinera meticulosa en su ambientación, donde se conjugan el tema del doble, el amor, los celos y la venganza desde el más allá. Autor de una obra extensa y muy leída en su tiempo, sólo en contadas ocasiones Crawford se paseó por los páramos del relato fantástico y su producción en este género se reduce a los siete textos que forman el presente volumen. Por esas paradojas de la vida, la mayor parte de sus novelas yacen en el olvido, mientras estas pocas historias sobrenaturales le han proporcionado un rincón en la inmortalidad literaria.
“Si tiene una idea que ha considerado demasiado bizarra para escribirla, muy rara o extraña, déjenosla ver” (Aviso a los escritores del pulp The Thrill Book)
REVISTA NARRACIONES TERRORIFICAS Nº13 Por Roberto Barreiro
Autores: Varios Edita: Editorial Molino, Buenos Aires, ¿1940?
Para ser claro y conciso: Narraciones Terroríficas fue el primer pulp de terror que se editó en español. Un poco por eso, otro poco por haber sido dirigido en sus primeros números por el genial José Mallorquí y otro tanto por haber sido la revista que publicó por primera vez en español a gente como H.P. Lovecraft, Robert Howard, Robert Bloch y un etcétera larguísimo, es que esta revista tiene un carácter mítico entre los coleccionistas de pulps de lengua castellana, que pueden pagar cifras exorbitantes por un número cualquiera. Y es que, para complicar la cosa, la revista nunca tuvo una tirada muy alta, lo que hace hallar un ejemplar algo casi maravilloso. En mi caso, hasta ahora han sido dos los milagros obtenidos buscando en librerías de viejo y mercados persas chilenos. El primer número que halle (que es el que pienso reseñar) es del período donde José Mallorquí era el jefe de redacción y donde el material era generalmente de tono fantástico o de terror directamente. La historia que abre la revista es La Quinta Vela (The Fifth Candle) de Cyril Mand (seudónimo de George R. Hahn & Richard Levin), un cuento tenebroso bastante aceptable que se ha abierto paso en varias antologías posteriores de
terror. Una maldición elimina año a año a cinco hermanos y el signo de que ello ocurre es una vela consumida en el candelabro de la casa familiar...
secuencia de venganza marina que están a la altura del acecho a los bañistas del Tiburón de Spielberg... solo que mas perverso incluso.
Ejércitos del pasado (Armies form the Past) es uno de los típicos cuentos de Edmond Hamilton, uno de los narradores meastros de la space opera. Aquí hay aventura pura y dura disfrazada con viaje temporal: seis guerreros de diversos periodos de tiempo son convocados al futuro por una suerte de mago/científico para ayudarlo a detener a un grupo de extraterrestres que dominan la Tierra hace siglos. Todo eso, con chica bonita, rescate imposible y combates a granel en pocas páginas. Todavía no entiendo como nadie en hollywood no compró los derechos para hacer una superproducción descerebrada.
Luz Verde (The Light Was Green) de John Rawson Speer es un cuento de un fantasma vengativo que se posesiona de una locomotora ne marcha para demostrar que, cuando fue acusado de un accidente, la luz de paso era verde. No muy terrorifico en verdad, porque le fantasma no parece tener la suficiente maldad realmente.
Sigue La Ajorca de oro, una de las Leyendas de Gustavo Adolfo Becquer. Un ladrón por amor de una reliquia de la Virgen de Toledo. Un final trágico. Romanticismo en estado puro, si bien no tan buen cuento como otros de ese mismo autor. Igual, seguro que les ha tocado leer este cuento en las clases de castellano de la enseñanza media... Sigue un cuento de Robert Bloch. O sea, hay garantía de un buen cuento de terror, original y relativamente sorprendente. Y La Nadadora Roja (The Red Swimmer) es todo eso. Un pirata secuestra por rescate a un alquimista y su hija. Un laquista uqe ha descubierto el elixir de la eterna juventud. El resto es una historia de venganza que habría estado perfecta en un Cuento de la Cripta, con una
Le sigue El Pozo y el Pendulo (the Pit and the Pendulum) de Edgar Allan Poe. No voy a hablar de él. Es un clásico del terror y cualquiera que quiera saber de literatura de horror sin leer a Poe, puede ir callándose. Le sigue En el fondo (Far Below) de Robert Barbour Johnson, uno de los hallazgos (al menos para mi) de este ejemplar. Una historia de tonos netamente lovecraftianos (de hecho cita a Lovecraft como fuente de autoridad, encajando el relato obviamente en los Mitos de Cthulhu), con mucho del horror a lo desconocido que acecha cerca de lo cotidiano (otra marca de HPL). ¿Ha sido la base para alguna serie de tele o película? Me suena que sí pero no esoty seguro. Lo merecería. Realmente me gusto mucho. Algernon Blackwoodaporta el siguente cuento, El Espejo Mágico (The Magic Mirror), una historia con tonos levemente humorísticos sobre un espejo que pronostica el futuro.
El cuarto encantado de Richard Stone es el mas flojo definitivamente de todos. Lo que empieza como una historia de asesino por cleos termina de una manera inesperada pero no bien resuelta. Y finaliza la revista con el cuento El espectro amarillo (The Yellow Specter) de Stewart van der Veer, donde mezclamos los fantasmas con el xenofobito Peligro Amarillo. Moraleja de este cuento. Si te ataca el fantasma de un chino, cuidado muchachas, que pueden quedar preñadas de un mestizo racial. ¡Sieg, Heil! El balance final es muy bueno. Como antología de terrro, al menos este número de narraciones terroríficas es un producto más que aceptable. Hay que reconocerle el buen ojo a Mallorquí por el material que elegía...
“La belleza de la fantasia es que no hay lugar al que los personajes no puedan ir” (Frank r. Paul)
NARRACIONES TERRORÍFICAS Nº 69 Por Roberto Barreiro
Autores: Varios Edita: Editorial Molino Argentina, Buenos Aires, 1948.
En la entrada anterior dedicada a esta revista, decíamos que hay dos períodos muy marcados en ella. El primer período es el que está bajo la dirección de José Mallorquí, en el que la revista se gana la fama de ser la Weird Tales en español, con sus relatos de horror puro y duro con autores como Howard, Lovecraft, Bloch y un etcétera impresionante. Pero con la ida de Mallorquí de la dirección (camino a ganarse la fama como creador de esa genial versión del Zorro que es El Coyote) la revista viró del miedo puro y duro a lo que se conoce como el género de weird menace. ¿Qué es la weird menace? Bueno, la fórmula del género se puede describir así (sé que los puristas se van a retorcer de asco ante esta descripción, peor que joder, funciona): piensen en cualquier episodio de Scooby Doo con fantasma que al final no resulta ser más que un tipo que tiene un retorcido plan para asustar a alguien y así conseguir algún beneficio material. Agréguenle a eso unas suculentas, magnánimas y exageradas dosis de violencia, sadismo (preferentemente contra alguna mujer víctima), sexo (si, la chica termina muchas veces ligera de ropa) y suficiente gore para hacer que los fans de Jason y Freddy sean felices. Y ¡voila!, cuento de weird menace listo para la revista numero cuarenta y seiiiisssss...
Género nacido en plena Gran Depresión, el weird menace produjo iras oficiales, persecuciones públicas, acusaciones de destrucción de la moral y las buenas costumbres y un éxito gigantesco sin precedentes. Cualquier cuento de weird menace es tan fascinante, demente (y muchas veces tan incoherente en su guión) como cualquier peli eurotrash de los sesentas y setentas. Este número está dentro de este período (y de hecho es uno de los últimos números de Narraciones Terroríficas, que terminó en el número 76) y tiene la mayoría de los relatos que pertenecen claramente a este subgénero. Ahí vamos viéndolos uno a uno. Alimento para el demonio (Food for the Devil) de George Edson tiene una criatura maligna que pareceu n hombre lobo viviendo en un pantano, una antigua casa al borde del pantano, un grupo de herederos listos para ser víctimas de la maldición, un grupo de criados de aspecto siniestro, un héroe bien héroe que soluciona todo corriendo y peleando, un par de momentos de sadismo y sexo soterrado y un final bastante incongruente. O sea, weird menace de manual. La cosa sube de calidad con Las Carcajadas de los Muertos (The Laughing Corpse de James Goldthwaite. La escena con que abre la historia es brillante. En el comedor de un barco en viaje a Bombay, justo en medio de la cena, aparece un cadáver andante. Al más puro estilo La Máscara de la Muerte Roja, se pasea entre las mesas, hace una reverencia a un grupo de aterrados pasajeros
(que parecen reconocerlo) y se aleja ante le espanto de todos. Lo peor que, cuando van a perseguirlo, un marino vuelve con la cara lacerada, en un rictus agonizante , riendo a carcajadas hasta morir. De ahí en mas el barco queda a oscuras y los pasajeros y tripulantes al acecho de ese cadáver ambulante y asesino... que por supuesto no es tal, pero no contemos qué es. El clima está excelentemente logrado y las muertes son de lo más macabramente imaginativo que se pueda ocurrir… Terror en la Oscuridad (Terror in the Dark) de Arthur J.Burks (un autor famoso por su capacidad de sacar historias a toda velocidad, algo que era para él un orgullo) es más un relato de suspenso con un leve toque sobrenatural. Un sheriff, persiguiendo a un asesino, se mete en un oscuro cañadón en la más absoluta oscuridad. El problema es que, como va descubriendo de a poco, el lugar está lleno de serpientes de cascabel hambrientas y salvajes linces. Hubiera sido una gran historia para Hitchcock... claro si pudiera evitar el hecho que la historia se produce en la total oscuridad, lo cual no es muy cinematográfico que digamos. Desde más allá de las sombras (From Out of the Shadows) de Frances Bragg Middleton es, a diferencia de los anteriores, un relato de puro corte fantástico. Un cuadro de una antigua cautiva india en una vieja mansión familiar. Una madre que siente el peligro de un espíritu furioso. Un
hijo que siente también la presencia. Un relato de fantasmas bien contado, pero que aporta poco al subgénero. La sombra del muerto de John K. Knox es otro relato de weird menace. Aparentemente hay un demonio asesino convocado pro la brujería que está eliminando a los miembros de la familia. Tal vez lo mejor sea que el culpable tras los crímenes está bastante bien camuflado. Sino no hay mucho que contar... Y finalizamos con La maldición del pariente de G. T . Fleming-Roberts(seudónimo de George Thomas Roberts), otro weird menace breve donde lo único que nos permite evitar el aburrimiento es el personaje del detective, que parece estar tomándose las cosas con cierto tono humorístico. De hecho, uno tiene la sensación que este relato es una parodia tongue in cheek al género, que parece no tomarse muy en serio. Es lógico que Narraciones Terroríficas terminase pocos números despues de este, si juzgamos por la calidad literaria del conjunto de este número. Fuera del relato de Goldthwaite, la verdad todo bastante desechable. Como una buena peli eurotrash...
SUYO AFECTÍSIMO: ROBERT BLOCH POR ARMANDO MOIX
Una mujer desnuda bajo la ducha. Una sombra tras las cortinas. Un cuchillo. El grito. El cuchillo baja una y otra vez... La sangre se escurre lentamente por el desagüe. Nadie olvida la célebre secuencia de Psicosis, en la que la aparente protagonista es asesinada a los pocos minutos por un travestido Norman Bates. La perdurabilidad de la película de Hitchcock ha llegado a convertirse en una losa sobre el autor de la novela original, Robert Bloch, creador de una obra mucho más amplia y que, desde su estreno, ha visto impuesta en sus portadas la cansina coletilla de «por el autor de “Psicosis”», aunque no fuera esta historia de ningún modo el inicio de su carrera como escritor, ni siquiera la primera vez en que se ocupaba de la figura del asesino enfermo —algunos malintencionados cuestionarán la celebridad de Bloch recordando el conocido principio cinematográfico según el cual raramente una gran novela consigue una traducción afortunada a la pantalla, mientras son multitud las buenas películas basadas en novelas vulgares—. Robert Bloch, nacido en Chicago el 5 de abril de 1917, publicó su primer relato, Lilies, en 1934 en la revista amateur «Marvel Tales», y su primera venta profesional fue ese mismo año para «Weird Tales», con The Secret in the Tomb, aunque aparecería impresa en primer lugar una historia posterior, The Feast in the Abbey. El joven Bloch era un entusiasta atraído por los temas fantásticos desde
que, a la edad de nueve años, contemplara a Lon Chaney interpretar la versión muda de Phantom of the Opera. Este feliz descubrimiento se vería reforzado pronto con la lectura de Edgar Allan Poe y la revista «Weird Tales», en especial de las poderosas fantasías de H. P. Lovecraft, con el que empezó a cartearse siendo todavía un adolescente. Era inevitable que el novel escritor resultara deslumbrado por el maestro y muy pronto fue absorbido en el llamado «Círculo de Lovecraft». A la manera de August Derleth, Clark Ashton Smith y Frank Belknap Long, contribuyó a los Mitos de Cthulhu con un nuevo libro maldito, De Vermis Mysteriis, de Ludvig Prinn, y narraciones como The Faceless God (1936), The Dark Demon (1936) o la tardía e interesante —por su redacción como diario infantil— Notebook Found in a Desert House (1951). De cualquier forma, sus relatos más recordados del ciclo son, hoy en día,
los que protagonizaron un curioso juego literario con el mismo Lovecraft. En 1935 Robert Bloch publicó en «Weird Tales» The Shambler from the Stars, donde un místico de Providence, fácilmente identificable como Lovecraft, tiene un horrible final tras recitar imprudentemente un pasaje de De Vermis Mysteriis. Antes de ofrecer el relato a la revista, Bloch había tomado la precaución de solicitar el permiso de Lovecraft para «matarle», a lo que éste accedió con muy pocos reparos, incluso por escrito: «A quien corresponda: »Certifico que Robert Bloch (...) queda plenamente autorizado para retratar, matar, aniquilar, desintegrar, transfigurar, metamorfosear o bien maltratar al abajo firmante en el cuento titulado The Shambler from the Stars». Pese a esta autorización, Lovecraft no dudó en replicar a Bloch haciéndole, a su vez, víctima de otra
criatura sobrenatural, bajo la trasparente identidad del escritor de relatos de terror Robert Blake. Eso sucedía en The Haunter of the Dark, publicado por «Weird Tales» en diciembre de 1936. Ya muerto el maestro, y como homenaje, Robert Bloch cerró este intercambio de truculentas imaginaciones con el relato The Shadow from the Steeple (1950). En esta ocasión Lovecraft ya aparece como tal, imbricado en la narración como amigo del fallecido Robert Blake y cronista de su muerte. Tras la desaparición o abandono de sus autores más carismáticos —H.P. Lovecraft, Robert E. Howard y Clark Ashton Smith—, «Weird Tales» entró en una lenta pero imparable decadencia y Bloch empezó a explorar otros géneros y mercados. Ya en 1936 había escrito sus primeros guiones radiofónicos para los cómicos Roy Atwel y la pareja Stoopnagle y Budd. Más tarde, en 1944, adaptó treinta y nueve de sus historias para el programa Stay Tuned for Terror. También, como Kuttner, Long o Bradbury, que empezaron a escribir profesionalmente con relatos macabros para «Weird Tales», se sintió tentado de probar el joven y vital género de la ciencia ficción; pero, al contrario que alguno de los citados, no le llevaría a abandonar su primer amor, la literatura de terror, que siempre mantendría el protagonismo dentro de su producción. Su primer relato de ciencia ficción fue Secret of the Observatory, aparecido en «Amazing Stories» en el número de agosto de 1938. A éste le seguirían muchos
otros, notables en ocasiones, como son It Happened Tomorrow (1943), Almost Human (1943), The Past Master (1955) o The Learning Maze (1974). La ciencia ficción de Robert Bloch pertenecería a la vertiente más soft del género, en parte debido a la escasa formación científica de Bloch, pero también por ser mayor su interés por la exploración psicológica de los personajes que por la especulación futurista. Curiosamente, pese a ser un escritor relacionado muy tangencialmente con la ciencia ficción, Robert Bloch recibiría uno de los primeros premios Hugo, el correspondiente a relato en 1959, por That HellBound Train, eso sí, por una fantasía. El salto de las páginas de las revistas «pulp» a los libros se produjo en 1945, con The Opener of the Way, una antología de relatos de Arkham House, la editorial que August Derleth y Donald Wandrei crearon inicialmente para publicar la obra de Lovecraft. Su primera novela llegaría dos años más tarde, aunque su argumento andaría lejos de las fantasías sobrenaturales de su época en «Weird Tales», y no sólo en su tema, sino también en su estilo, lacónico y moderno frente al anterior amaneramiento lovecraftiano. The Scarf (1947) trata sobre las andanzas de un estrangulador psicópata, narradas —insólitamente— en primera persona, con un asesino atormentado al que no le faltan paralelismos con el futuro Norman Bates. Tardaría años en volver a publicar una novela, pero cuando lo hizo en 1954 no ofrecería una sólo, sino tres. La
primera, Spiderweb, es una historia de misterio no muy afortunada, en la que se nos narra cómo un actor se convierte en títere de un inteligente y maquiavélico villano, el profesor Hermann; las otras dos, Kiddnaper y The Will to Kill, recobran al asesino psicópata como personaje central, prólogos a lo que sería la posterior y más conocida Psycho (1959). No es necesario mencionar el argumento de Psycho (incorrectamente traducida como Psicosis en España) , que todo el mundo recuerda. Para él, Robert Bloch se inspiró muy libremente en la historia real de uno de los más terribles asesinos en serie de este siglo, Ed Gein, el caníbal de Wisconsin, que también serviría de base para la truculenta película La matanza de Texas. Hitchcock, que llevó la obra a la pantalla en 1960, jamás dedicó a la novela original comentarios demasiado favorables, asegurando que lo único que le había atraído de ella era la escena del asesinato en la ducha y tachándola de «vergonzosamente trucada». Lo cierto es que Bloch no
es muy honrado con el lector y no escribe con la necesaria ambigüedad para resultar verosímil que Norman y su madre sean una sola persona; aunque argumentalmente la película sigue con bastante fidelidad la historia, tal y como fue imaginada por su autor, y muchos de sus méritos hay que atribuirlos por igual a la soberbia imaginación visual de Hitchcock y a la inventiva de Robert Bloch, a pesar de que el primero intentara acaparar toda la gloria, tal y como manifestó en su entrevista a Truffaut: «En Psicosis el argumento me importa poco, los personajes, lo mismo; lo que importa es la fusión de las secuencias, la fotografía, la banda sonora y todo lo que, siendo puramente técnico, puede hacer gritar al público. Al público no le intriga el mensaje, ni le conmueve una gran interpretación. Lo que le emociona es el cine puro». Sea como fuere, a raíz del tremendo éxito comercial de la película los productores se sintieron atraídos por el trabajo de Bloch, hasta ese momento un simple autor de novelas de misterio como otros cientos, y que sólo recientemente se había trasladado a Hollywood para trabajar como guionista
de televisión. La década de los 60 la dedicará, por tanto, a escribir casi en exclusiva para la pantalla, empezando por un remake de El gabinete del doctor Caligari, para la 20th Century Fox, y llegando, incluso, a la hoy serie de culto Star Trek —para la curiosidad de los trekkies, Robert Bloch es el autor de los episodios What Are Little Girls Made Of? (1966), Catspaw (1967), Wolf in the Fold (1967)—, además de un buen número de películas producidas por Amicus —la rival británica de la Hammer— en las que se adaptaron algunos de sus relatos, como son The Deadly Bees (1966), Torture Garden (1967), The House That Dripped Blood (1970) o Asylum (1972). Los cuentos de Bloch, breves y con final sorpresa, resultaban ideales para las películas de episodios típicas de Amicus y algunas excelentes series de televisión con las que colaboró en esos años, como Night Gallery o Alfred Hitchcock Present. Sin embargo, ese estilo de terror pasó de moda en los setenta, cuando películas como The Exorcist (1973) o The Omen (1976) y las novelas de Stephen King revitalizaron un género aletargado durante mucho tiempo, modernizándolo. Robert Bloch vio como su, hasta entonces, apretada agenda se aligeraba y casi no se le encargaban guiones, salvo para unos pocos telefilmes. Volvió a la literatura impresa, a la que se había dedicado muy esporádicamente en los años anteriores y sólo con historias breves para revistas, aunque nunca dejaron de publicarse sus libros, generalmente antologías con material antiguo. Sin abandonar su marca de fábrica, el psicópata, intentó aportar algo nuevo en su producción
escribiendo en 1974 American Gothic. Contra lo usual en él, acostumbrado a situar sus historias en ambientes contemporáneos, en esta obra la acción transcurre en 1893 y su argumento se acerca más a las historias de suspense gótico estilo Victoria Holt, con damas en apuros y mansiones lóbregas, que a la novela de terror de moda en esos momentos —Carrie, de Stephen King, se publicaría ese mismo año—. Pese a su empeño en continuar escribiendo, el tiempo de Robert Bloch había pasado. En los años 80 se hace patente la decadencia de su narrativa, que pierde frescura en la búsqueda de un éxito comercial que no llega. Ejemplos serían su patética novelización de la película The Twilight Zone (1982); Psicosis II, con la que Bloch pretendía adelantarse al proyecto hollywoodiense de filmar una secuela de la película, aunque al final los productores la realizaron sin tomar en consideración esta novela a la hora de escribir el guión; The Night of the Ripper (1984), nueva incursión en el personaje de Jack el Destripador, desafortunada por su forzada e inverosímil conclusión, y más comparando con los buenos resultados que el famoso asesino le había reportado en relatos como Your’s Truly, Jack the Ripper o A Toy for Juliette —incluida en las Dangerous Visions (1967), de Harlan Ellison, lo cual no deja de resultar curioso tratándose de una antología
pretendidamente joven y revolucionaria, y siendo Robert Bloch una escritor de la vieja guardia—; o The Jekyll Legacy (1990), la pretenciosa intención de continuar una novela redonda e intachable como The Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, en la colaboración con Andre Norton. De todos los pastiches escritos en el último tramo de su carrera, el que a mí, por mis gustos personales, me resulta más simpático es Strange Eons (1978), un retorno al universo de Lovecraft lleno de guiños para el conocedor de su obra, y en cuyo último capítulo se nos muestra el tan postergado retorno de un Cthulhu triunfante a la Tierra. No es, sin embargo, el último libro lovecraftiano de Robert Bloch. En 1981 Zebra publica Mysteries of the Worm, colección completa de los relatos de los Mitos de Cthulhu escritos por Robert Bloch durante toda su carrera, bastante más recomendables que los de otros epígonos, como August Derleth. Robert Bloch murió de cáncer en 1994, tras permitirse un último rasgo de humor, él que siempre lo tuvo tan negro: escribir un artículo para la revista «Omni» donde, como quien avisa a los amigos de su boda, anunciaba con absoluta naturalidad el paso que la naturaleza iba a obligarle a dar en breve.
Injustamente, creo, su fallecimiento apenas suscitó comentarios entre los aficionados a la literatura fantástica —al menos en España— y hoy es un autor con muy pocos lectores. Para justificarlo debemos reconocer que la obra de Robert Bloch tiene sus debilidades, por lo que no se le valora todo lo que su larga carrera merecería. Por un lado sus relatos cortos recurren con demasiada insistencia al truco del «impacto» final, pareciendo chistes alargados, mientras que sus novelas se han decantado más hacia el «thriller» policiaco. También ha influido que se concentrara durante muchos años en el mundo del guión radiofónico, televisivo y cinematográfico, siendo su producción impresa bastante irregular, mezclándose lo excelente con la más soberana tontería. Pero Bloch es historia y merece que le reservemos un rincón en nuestra memoria, aunque sea sólo por ese magnífico regalo para nuestra pesadillas que es el atormentado Norman Bates y ese escalofrío que todos hemos sentido alguna vez cuando, mientras nos duchamos, imaginamos ver una sombra tras las cortinas. Bibliografía original -The Opener of the Way. Relatos. 1945. -The Scarf. Novela. 1947. -The Kidnaper. Novela. 1954. -Spiderweb. Novela. 1954. -The Will to Kill. Novela. 1954.
-Shooting Star / Terror in the Night. 1 novela y 1 colección de relatos. 1958. -Terror in the Night. Relatos. 1958. -Psycho. Novela. 1959. -Pleasant Dreams. Relatos. 1960. -The Dead Beat. Novela. 1961. -Firebug. Novela. 1961. -Blood Runs. Relatos. 1961. -Nightmares. Relatos. 1961. -More Nightmares. Relatos. 1961. -Terror. Novela. 1962. -Atoms and Evil. Relatos. 1962. -The Couch. Novelización. 1962. -Your’s Truly, Jack the Ripper. Relatos. 1962. -Bogey Men. Relatos. 1963. -Horror 7. Relatos. 1963. -The Skull of the Marquis de Sade. Relatos. 1965. -Tales in a Jugular Vein. Relatos. 1965. -Chamber of Horrors. Relatos. 1966.
-The Living Demons. Relatos. 1967. -Ladies’ Day / This Crowded Earth. 2 novelas. 1968. -The Star Stalker. Novela. 1968. -Dragons and Nightmares. Relatos. 1968. -The Todd Dossier. Novela. 1969. -Bloch and Bradbury. Relatos. 1969. -It’s All in Your Mind. Novela. 1971. -Sneak Preview. Novela. 1971. -Fear Today, Gone Tomorrow. Relatos. 1971. -Night-World. Novela. 1973. -American Gothic. Novela. 1975. -The Best of Robert Bloch. Relatos. 1977. -Cold Chills. Relatos. 1977. -The King of Terrors. Relatos. 1977. -Out of the Mouths of Graves. Relatos. 1978. -Such Stuff as Screams Are Made Of. Relatos. 1979. -Strange Eons. Novela. 1979. -There Is a Serpent in Eden. Novela. 1979. -Mysteries of the Worm: All the Cthulhu Mythos Stories of Robert Bloch. Relatos. 1981.
-Psycho II. Novela. 1982. -Twilight Zone: The Movie. Novelización. 1983.
-En los límites de la realidad (The Twilight Zone; 1983). Novelización. Tr: Edith Zilli. 232 págs. Ed. Bruguera, col. Cinco estrellas. Barcelona, 1983. -Escalofrrríos (Cold Chills; 1977). Tr: Domingo Santos. 270 págs. Ediciones Acervo, col. Acervo Ciencia/Ficción. Barcelona, 1981.
-The Night of the Ripper. Novela. 1984. -Out of my Head. Relatos. 1986.
-Háblame de horror (Parlez-moi d’horreur; 1970). 12 relatos. Tr: Baldomero Porta. 256 págs. Ed. Bruguera, col. Libro Amigo. Barcelona, 1975.
-Midnight Pleasures. Relatos. 1987. -Fear and Trembling. Relatos. 1989. -Lori. Novela. 1989.
-Hiélase la sangre (Blood Runs Cold; 1961). 17 relatos. Tr: Ana Mª de la Fuente. 224 págs. Plaza & Janés Editores, col. Pan. Barcelona, 1963.
-The Jekyll Legacy. Novela. 1990. Con Andre Norton. -Psycho-Paths. antologista.
Relatos.
1991.
-El horror que nos acecha (Strange Eons; 1979). Novela. Tr: Pilar Alba. 250 págs. Ediciones Acervo, col. Acervo Terror. Barcelona, 1983.
Como
-Lori (Lori; 1989). Novela. Tr: Jesús de la Torre. 276 págs. Ed. Plaza & Janés, col. Éxitos. Barcelona, ¿1991?.
Ediciones en español -La calavera del Marqués de Sade (The Skull of the Marquis de Sade; 1965). Relatos. Tr: R. Cárdenas. 158 págs. Ed. Diana, col. Halcón. México, 1968. -Cría cuervos (The Dead Beat; 1961). Novela. Tr: A. Rivero. 160 págs. Ediciones G.P., col. Policiaca. Barcelona, 1962. -Cuentos de humor negro (Tales in a Jugular Vein; 1965). 10 relatos. 160 págs. Tr: E. Rimbau. 160 págs. Ed. Molino, col. Biblioteca Oro Terror. Barcelona, 1968.
-Mundo-oscuro (Night-World; 1973). Novela. -La noche del destripador (The Night of the Ripper; 1984). Novela. Tr: Montserrat Solanas Marta. 254 págs. Plaza & Janés Editores, col. Éxitos. Barcelona, 1987. -Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. Ed. Plaza y Janés. Barcelona. ¿Año ?
-Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. 70 págs. Ediciones Forum, col. Biblioteca del Terror. Barcelona, 1983. -Suyo afectísimo, Jack el destripador (Yours Truly, Jack the Ripper; 1962). 10 relatos. Tr: Juan J. García Guerrero. 156 págs. Editorial Molino, col. Biblioteca Oro Terror. Barcelona, 1964.
LA CALAVERA DEL MARQUES DE SADE (The Skull of the Marquis of Sade, 1965) Por Roberto Barreiro
Autor: Robert Bloch Colección: Halcón nº 94 Edita: Editorial Diana, México, 1968
Todo el mundo recuerda a Robert Bloch por ser el tipo que escribió la obra que sirvió de base a la película Psicosis. Y es desmerecer bastante a este autor, tal vez uno de los mejores cuentistas de terror del siglo veinte. Protegido de H.P. Lovecrtaft en sus comienzos, Bloch se ganó a pulso su reputación de autor capaz de crear relatos macabros de desarrollo corto y remate eficaz. Este pequeño libro de cuentos lo demuestra. Empezamos con el cuento que le da relato al título (y que tuvo una versión fílmica protagonizada por Peter Cushing) donde un coleccionista de lo extraño consigue la calavera del marqués de Sade. Una calavera de expresión malévola… y que es más de lo que parece… Le sigue Un funeral apacible, una viñeta de venganza que debería estar en el libro de aniquilamientos mafiosos de los Soprano. El sastre misterioso es el más flojo de todos con un traje que confieren poderes a un maniquí. El más olvidable por lejos El hombre que amaba a las mujeres es un chistecito que estaría perfecto dentro de los comics policiales de la EC
Comics. Y el final, si bien puede haber sido shockeante para los estandares de la época, hoy día difícilmente que asombre (y no cuento mas porque se pierde la gracia) Lizzie Borden tomó un hacha… usa una antigua historia real de asesinato de Estados Unidos para contar un relato de posesión malévola con eficacia. La contraseña del demonio es el otro gran hallazgo del libro, sobre un pintor que vende el alma al diablo a cambio de hacer la pintura perfecta… y que tiene un final que nadie puede ver venir, aunque están los datos ahí. NO se lo pierdan Te lleva el coco es el relato final , otro que podría ser presentado por el Guardián de la Cripta. No está mal, pero ya lo vimos tantas veces este final. El balance final del libro es aceptable. En todos los cuentos Bloch lleva muy bien el desarrollo del argumento (más allá de finales flojos o no) y hay un par que genuinamente son terroríficos. Si encuentran este libro y son fanáticos del miedo escrito, péguenle una leída. Y si no lo encuentran y quieren leer algo de Robert Bloch, vayan a este sitioy descarguen lo que hay ahí. Y seguro que algún esclofrío van a sentir…
WHITE ZOMBIE Luego del suceso clamoroso de Drácula (1931), Frankenstein (Frankenstein, 1931) y El hombre y el Monstruo {Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1932), Hollywood se lanzó en una carrera loca para tener más éxitos en el nuevo género del cine de terror. En medio de la mishiadura generalizada de la Gran Depresión en Yanquilandia (25% de desocupados en ese momento), el cine fantástico estaba revelándose como un salvavidas para los estudios. Por eso, ninguno se quería perder el tongo. En la búsqueda de nuevos mostros para asustar al público, dos productores de bajo presupuesto crearan una pequeña obra maestra y pusieron por primera vez en el cine de miedo una palabra made in Haití: el zombie. La primera ver que ese término fue escuchado por el público occidental fue en el libro de 1929 The Magic ISland, escrito por William Seabrook, que contaba las tradiciones de la religión vudú y sus rituales misteriosos. entre los que se encontraban aquellos que hacen que {por
medio de ciertas toxinas) un brujo convierta a una persona en un ente sin voluntad propia, sin alma, como si fuera un cadáver animado. Un muerto vivo, bah, El éxito del libro hizo que se estrenara en febrero de 1932 una obra teatral llamada Zombie. Si bien la pieza no había sido un éxito ni mucho menos, llamó la atención dé dos hermanos, Edward R, y Victor Hugo Halperin. Los Halperin eran dos típicos productores de películas independientes que habían empezado durante el período mudo, donde no les había ido mal, Pero ahora, en medio de esos tiempos duros económicamente y enfrentados a la nueva realidad del sonoro, estaban viendo cómo arrancar en el cine con voces, con una peli barata y que tuviera gancho. Los tipos vieron el éxito del sonoro, le pegaron una mirada a la obra de teatro, se dieron cuenta de que los zombies no eran material que pudiera ser usado como copyright, sumaron dos y dos y supieron qué película iban a hacer. Así que dieron a conocer a la prensa que empezaban a producir la película Zombi (Whlte Zombie en USA).
maquillador de la Universal, para que creara a los zombies. El resto del equipo técnico y elenco se compuso de profesionales veteranos que estaban en mala situación en su carrera, Tener a Lugosi les permitió conseguir que la United Artists (un estudio grande) aceptara distribuir el film. O sea, que la película iba a verse en muchos más lados que el promedio de los films hechos con poca plata en ese tiempo. No, si los pibes usaron su presupuesto de 65 mil dólares (un quinto de lo que había salido Drácula un año atrás) de una manera súper inteligente…
Pese a ser un proyecto de bajo presupuesto, los Halperin se garantizaron varios ases en Ia manga para que la cosa funcionara bien. En primer lugar, se consiguieron a LA estrella de terror en ese momento, Bela Lugosi, que venía de actuar en Drácula y en Los Crímenes de la Calle Morgue (Murders in the Rue Morgue, 1932). Y lo contrataron por poca plata, unos ochocientos o novecientos dólares (no se sabe con exactitud) por todo el trabajo (demostrando de nuevo que a Bela lo que lo cagaba era que su representante era un salamín con patas), Pero los Halperin siguieron haciendo las cosas bien, decidiendo filmar la película completamente dentro de los estudios Universal. Esto les permitió conseguirse decorados perfectos para este tipo de producto, como la escalera del castillo de Drácula, a la que había que apenas retocar un poco para que pareciera otra cosa igual de tenebrosa. También contrataron a Jack Pierce, el mítico
Todo venía en marcha cuando el productor de la obra de teatro les inició una demanda acusándolos que le habían choreado el argumento e infringían la ley de copyright con el uso de zombie en el título, A lo que los Halperin
respondieron que ese término existía previamente y, por ende, que no podía tener copyright, Y ganaron el juicio. Respecto al guion, los Hálperin le pidieron al guionista Garnett Weston que redujera el diálogo a aproximadamente el quince por ciento de la acción. Los tipos querían evitar el típico film sonoro de la época, donde todo el mundo hablaba, hablaba y hablaba sin parar, haciendo que las cosas pasaran como en una de Andrel Tarkovsky. O sea, LENTAMENTE. La decisión hizo que Zombi fuera un producto conciso, y que se mueve velozmente del inicio al fin. La filmación fue muy rápida, como correspondía a una realización de segunda categoría. Sólo se tardó dos semanas en rodar todo. Ayudó a lograr esto que no se hiciera ningún tipo de exteriores. Como dijo en un reportaje Enzo Martinelli, el asistente de cámara, "Nunca salimos de los estudios Universal. Incluso los exteriores nocturnos en los caminos fueron filmados allí." Si esto pasa desapercibido cuando se ve la película, se debe a la
maestría del director de fotografía, Arthur Martinelli (tío de Enzo... parece que en Hollywood el nepotismo funciona desde hace tiempo). Martinelli era un veterano director de fotografía que para ese momento andaba en la cuesta descendiente del trampolín de Hollywood. Agarró el laburo a falta de una oferta mejor y le dio un estilo visual que resaltaba el aire mórbido y claustrofóbico de la historia. De hecho, una de las mejores cosas que tiene Zombi es su habilidad de composición en algunas de sus escenas, creando imágenes poco comunes. Por ejemplo, el entierro de la heroína se muestra desde el punto de vista del interior del nicho donde se pone el ataúd, una toma muy poco común para ese momento. Otro plano describe con una economía de recursos la desesperación del joven viudo de la chica muerta: aparece borracho en una mesa, sentado contra una pared pelada mientras se ven sobre la pared sombras de gente bailando. Breve, bonito y (sobre todo) barato. No hay planos ni movimientos de cámara innecesarios: la cámara siempre se mueve con propósito,
evitando en buena medida esos planos largos con gente hablando, tan comunes en el cine clase B. A esto hay que sumar el inteligente uso de} sonido y la voz. Como dijimos antes, los Halperin (tipos que se sentían mucho más a gusto con el cine mudo que con el sonoro) habían reducido el diálogo al mínimo, explicando sólo lo necesario. Así logran momentos escalofriantes gracias a su uso parco del diálogo y, sobre todo, del silencio. Tal vez el momento donde mejor se aprecia eso es cuando un zombie, de los muchos que están en la casa del brujo Murder Legendre, cae en un molino y es triturado... sin que se escuche ni el vuelo de una mosca, ni los demás zombies varíen ni un instante su rutina. En otro lugar donde los Halperin demostraron su preferencia por el estilo de filmación del cine mudo fue, desgraciadamente, en el manejo de los actores. Casi todos los actores sobreactúan a lo loco, algo que era imprescindible en el cine mudo pero que con la aparición del sonido, resultaba innecesario en la pantalla" En el caso de Bela Lugosi, la sobreactuación le vino como anillo al dedo: su
personaje no sólo es más malo que Ia mierda, sino que cada momento que aparece en pantalla, el actor eclipsa al resto del elenco. Su Murder Legendre es malo y le gusta serlo. Además tiene las mejores frases de la película por robo y Lugosi las dice como si las estuviese disfrutando a lo guanaco. Bela Lugosi aparentemente sentía qué su papel había sido uno de los mejores que había tenido, junto al de Drácula, y siempre se arrepintió de sólo haber conseguido unos miserables 800 dolarios a cambio. Aunque no se sentía igualmente contento con la dirección de los Halperin. De hecho parece que el actor dirigió por su cuenta algunas escenas. La sobreastuación para el resto del elenco representó otro clavo en su caída en picada del estrellato. Madge Bellamy, la heroína, había sido una estrella durante la década anterior y esperaba que Zombie le sirviera para regresar a él. Pero su papel es tan acartonado que uno no sabe exactamente cuando está convertida en zombie y cuando está viva; Bellamy terminaría retirándose del cine. Fue la amante de un empresario maderero durante cinco años al que disparó en público después de que éste se casara con otra. Aunque no
lo mató y solo recibió una condena de cinco años en suspenso, el escándalo la volvió a las páginas de los diarios por un tiempo. En los últimos años de su vida, Bellamy fue la dueña de un negocio dedicado a la compra de chatarra. John Harron, antigua estrella romántica, sufrió del mismo síndrome de sobreactuación. Robert Frazer, otro galancito del mudo, queda mejor parado en su papel de villano simpático pero tampoco puede evitar el problema. Tal vez el mejor de todos sea Joé Cawthorn, que interpreta el papel de un agradable doctor que sabe cómo detener a Legendre. Cuando se estrenó, el 28 de julio de 1932, las críticas fueron variadas. Pero para el público no hubo dudas: la película valía la pena. Zombie fue un éxito en su estreno... y continuó siéndolo por varios años más. La compañía que puso la plata para producirla, la Amusement Securities Corporation , se quedó con los derechos de distribución y la siguió distribuyendo durante bastante tiempo más. Los Halperin hicieron un buen negocio con la película y seguirían produciendo filmes hasta la década de 1940, aunque ninguno sería tan exitoso como Zombi. Incluso volverían a intentar con los muertos vivos con La Rebelión de los Muertos (Revolt of the Zombies, 1936), una historia ambientada en la Camboya de la Primera Guerra, con un científico intentando descubrir una fórmula para conseguir
soldados zombies. Por supuesto, éste no fue para nada el éxito del film anterior. Vista hoy día, Zombi es una peli que se aguanta bastante bien el paso del tiempo. Por supuesto no es un clásico de primera línea pero no solo es una peli agradable de ver sino que es el largometraje que trajo al zombie al cine de terror. Y encima esté Lugosi sacado como pocas veces, haciendo de un malo más malo que la mierda. ¿Cómo puede ser un film así malo, eh?
DE QUE VA LA PELICULA
Una pareja, Neil y Madeline (John Harron y Madge Bellamy), viajan hasta la plantación haitiana de Mr. Beaumont (Robert Frazer) respondiendo a su invitación para casarse ahí. Pero en realidad Beaumont quiere quedarse a como dé lugar, con Madeline. Para eso va a ver al hechicero Murder Legendre (Lugosi), quien le da un frasquito con un líquido que, en cuanto ella lo huela, caerá como muerta. Y así pasa: Beaumont le da una rosa envenenada a Madeline y esta cae cataléptica. La entierran. Neil se emborracha y, temiendo por el cadáver de su mujer, va al cementerio. ¡Tarde! Legendre se la acaba de llevar. Madeline es revivida. Pero su expresión es vácía, muerta. Beaumont, arrepentido, le pide a Legendre que Ie devuelva la vida a los ojos de la mina.
Pero el maestro vudú también le tiene ganas a Madeline. Y cuando Beaumont intenta oponerse, le da de beber vino con la droga que lo comienza a zombificar. Mientras tanto, Neil va a ver a su amigo, el Doctor Bruner (Joe Cawthorn), que le comenta de los poderes de Legendre. ¿Podrá Neil salvar a su amada? ¿Triunfará el amor? ¿El amor es más fuerte?
ZOMBIE VS. MUERTO VIVO
Parecen lo mismo pero no lo son. Mucha gente los confunde pero no es lo mismo un zombie que un muerto viviente. Para que no vayas por ahí sin saber algo tan importante en la vida, con este cuadrito te damos las diferencias entre ambos, ¡Arboles Muertos y Mucha Tinta te enseña, Arboles Muertos y Mucha Tinta entretiene...!
ZOMBIE APARICIÓN FILMICA EMBLEMATICA ASPECTO FORMA DE CREACION
Zombi (White Zombie, 1932) Palidones, con miradas perdidas y caminar lento Magia, específicamente por los rituales de la religión vudú.
ACTIVIDAD HABITUAL
Hacer caso a su amo sin chistar
METODO DE EXTERMINIO
Hacer bosta al brujo que lo controla Perfecto. No se queja, hace horas extras sin problema y no arma sindicatos No
FLEXIBILIDAD LABORAL ¿HABLA?
MUERTO VIVIENTE La Noche de los Muertos Vivientes (Night of the Living Dead, 1968) Putrefacto, con miradas perdidas y caminar lento (generalmente) Misteriosas radiaciones o algún otro error científico. Masticar gente. Que después se levanta a la vez convertida en muerta viva y come más gente y así ad infinitum. Balazo en medio del marulo Ineficaz porque te come te mano de obra Sí. Y pide que envíen más policías.
Zombie: the cocktail
2/10 medidas de Triple Sec Jugo de lima fresco
A falta de un bokor {brujo vudú pa' los amigos), nuestro staff ha decidido compartir con ustedes la receta con la que uno puede hacer que los demás se conviertan en seres con Ia menté en blanco, sin memoria de lo que hicieron, que caminan lentamente y tropezando ante cualquier cosa. Aquí tienen la receta del coctel conocido como Zombie. Asi que ¡salud! Compren algo para la resaca Se los recomienda Arboles Muertos Y Mucha Tinta, una revista con esmowing.
ZOMBIE Ingredientes 4/10 medidas de Ron Oscuro 4/10 medidas dé Ron Blanco
2/10 medidas de jugo de naranja fresco 2/10 medidas de jugo de ananá Granadina (una cucharada) Azúcar
Preparación Agregar todos los ingredientes con hielo en una licuadora. Licuar hasta tener una mezcla homogénea. Antes de servir, impregnar con azúcar el borde de la copa y decorar con ananá (piña) o naranja y hojas de menta. Nota: 1 medida = 60 cm3 ¡Hic!
The Cugat Connection
Soy leyenda (I am Legend, 1954) Por ARMANDO BOIX
Hay un músico famoso relacionado con esta película. Y no es Rob Zombie (el ex líder de la banda... White Zombie). No, otro músico muy famoso tuvo que ver con la realización de la música de Zombie. Cuando preparaban la banda de sonido, los Halperin necesitaban una música que sonara como una jota española. Y contrataron s un joven músico que la estaba rompiendo con su orquesta de ritmos latinoamericanos llamado Xavier Cugat. Cugat compuso el tema y siguió con su música para terminar de convertirse en el músico latino que haría bailar a los yanquis durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores. ¡Mambo!
Autor: Richard Matheson. Traducción: Manuel Figueroa. Edita: Minotauro, Buenos Aires, 1960
Los años cincuenta resultaron una época de gran esplendor para la ciencia ficción, absorbiendo el interés de la mayoría de aficionados a la literatura fantástica y no pocos escritores profesionales —es significativo recordar nombres como Ray Bradbury, Frank Belkap Long o Henry Kuttner, en un principio autores de relatos de terror, que paulatinamente dejarían el género de lado para escribir ciencia ficción en exclusiva—. De todos modos, el cuento de miedo en su forma más breve aún tuvo refugio en algunas revistas de ciencia ficción de miras amplias, como «The Magazine of Fantasy & SF», editada por Ferman, o en revistas de misterio como «Ellery Queen Magazine». Richard Matheson, narrador extraordinario y luego solicitado guionista de cine y televisión, se convirtió en una presencia constante en sus páginas con historias que luego recogió en antologías de invariablemente trece relatos:Third from the Sun (1955), The Shores of Space (1957) o su serie Shock (1961-1980). La ciencia ficción de los cincuenta, si no en su vertiente literaria si en la cinematográfica, es esencialmente terrorífica. Los viejos y apolillados espectros y hombres lobo fueron sustituidos por extraterrestres o mutantes radioactivos, pero el fin perseguido seguía siendo arrancar
un chillido de espanto al espectador. Matheson, al plantearse su primera novela sin cerrar los ojos al aspecto comercial, no debió considerar mala idea escribir una historia de horror, siempre y cuando ésta tuviera un conveniente rebozo de ciencia ficción. Soy leyenda (I am Legend) apareció publicada en 1958, directamente en forma de libro, hecho no tan usual entonces como ahora, cuando la mayoría de la ficción de género vivía confinada en el marco de las revistas. Argumentalmente es una novela de vampiros, pero no en la tradición fantástica procedente del romanticismo que cristalizaría en el Dracula, de Bram Stoker; Matheson enfoca el tema desde un punto de vista racionalista, heredado de su condición de autor de ciencia ficción, e intenta explicar de un modo plausible la infestación vampírica que ha transformado a la humanidad. Su protagonista, Robert Neville, el último hombre sobre una Tierra poblada de vampiros, cree en su existencia —cómo negarlo—, aunque se resiste a aceptar las leyendas supersticiosas en torno a ellos. Encerrado en su casa con un microscopio y un montón de libros, buscará el porqué de la epidemia y, a ser posible, intentará hallar el remedio. Tal vez sea éste el punto más débil de la novela, al suponer que un hombre solo, mal equipado y sin preparación previa sea capaz de llegar a conclusiones a las que toda la comunidad científica permaneció ciega. Pero Neville lo consigue, quizá ayudado por la fortuna. En la sangre de los vampiros descubre una bacteria a la que
él es inmune, vacunado casualmente por el mordisco de un murciélago enfermo, años atrás. La bacteria pasa al estado de espora y en el caso de que el vampiro muera y se descomponga, se dispersa por el aire y contamina a otras personas. También encuentra Neville explicación a muchas de las limitaciones de la condición vampírica: al contrario que las balas, la estaca les mata, aunque también lo hace cualquier arma que mantenga la herida abierta, pues no es la hemorragia lo que acaba con el vampiro. Mientras permanece el bacilo en la corriente sanguínea es anaeróbico y vive en simbiosis con el vampiro; cuando una herida abierta permite el contacto del aire con la sangre el germen se convierte en aeróbico y se interrumpe la simbiosis, para pasar a consumir a su anfitrión, de ahí la rápida disolución del vampiro atravesado por la estaca.
Otras reacciones del vampiro son atribuidas por Neville a una ceguera histérica. Para su terror, el infectado muere sabiéndose condenado a un renacer como vampiro; al producirse este
regreso de un modo traumático, enterrado en una tumba de la que deberá salir con enorme esfuerzo, el vampiro cree realmente en todo lo que su propia superstición le dicta y temerá la cruz porque se supone que debe hacerlo... No obstante, por encima de esta primera lectura superficial, yace otra con el verdadero tema de la novela, una reflexión sobre la soledad y la condición monstruosa de lo extraño. Ya en su primer y famoso relato, Nacido de hombre y de mujer (Born of Man and Woman; 1951), Matheson narraba en primera persona el dolor y la incomprensión de un horrible mutante ante cuya presencia los mismos padres se sienten aterrorizados. En la que será su segunda novela, El hombre menguante (The Shrinking Man; 1956), recalará de nuevo en el tema, presentándonos a un hombre condenado, por su progresiva disminución de tamaño, a perder el contacto con sus semejantes. Al protagonista de Soy leyenda no parece preocuparle el fin del mundo conocido, de una civilización, puesto que en
ningún momento ocupa este asunto sus pensamientos; como individuo lo que le atormenta es haberse convertido en una singularidad y que toda comunicación con otros seres humanos, incluso la más sencilla, le esté vedada. Neville se acoraza contra este sentimiento refugiándose en su cruzada contra los vampiros y en el alcohol, en un
ansia autodestructiva que no se atreve a consumar por su propia mano. Pero el dolor permanece y esto lo saben sus enemigos, que cada noche le tientan con vampiras de lúbricas poses para hacerle abandonar su búnker. Inevitablemente, será esa necesidad de compañía la que traerá la perdición de Robert Neville. Si, con enorme dolor, necesitara desgajar un capítulo de Soy leyenda para quedarme sólo con uno, escogería aquel en el que el solitario Neville encuentra un perro vagabundo y, desesperadamente, como el naufrago que se agarra a un tablón entre las olas, intenta ganarse la amistad del aterrorizado animal, que le rehuye. Consigue Neville tenderle una trampa para capturarlo y llevarlo consigo a casa. Acostumbrado a huir de los vampiros, el perro es presa del pánico, y todos los esfuerzos de Neville para calmarlo parecen infructuosos, hasta que... «A eso de las once Neville sacó lentamente la colcha descubriendo la cabeza del perro. »Durante un rato el animal trató de escapar a las caricias. Pero Neville le puso una mano en el cuello, y lo rascó y acarició con la otra, suavemente. »—Pronto estarás bien —murmuró—. Muy pronto. »El perro lo miró con ojos apagados y enfermos, y luego sacó la lengua y lamió la palma de Neville.
»Neville sintió que algo se le quebraba en la garganta. Miró al perro silenciosamente. Las lágrimas le corrieron por las mejillas. »Una semana más tarde el perro había muerto». Este párrafo es un ejemplo perfecto de la gran sensibilidad de Matheson como escritor. Difícil es conseguir mayor emoción con tanta economía de medios, cosa que Matheson repite a menudo en sus obras, poco abundantes pero de indiscutible calidad. Pese a lo expuesto, no hay que suponer que el carácter reflexivo y melancólico de muchos pasajes de la novela la convierte en morosa y difícil de leer. Matheson hilvana las escenas con extraordinaria destreza, saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo para equilibrar los momentos más lentos con otros activos, dando «aire» a una historia de por sí claustrofóbica. En uno de los capítulos más memorables de la novela, Robert Neville se retrasa en las calles de la ciudad tras haber pasado la tarde en su principal ocupación: destruir vampiros que yacen en su letargo diurno. El crepúsculo se le echa encima y, pese a lanzarse a una alocada carrera para alcanzar su refugio, los vampiros despiertan y se lanzan en su persecución. Aunque nunca ha sido su principal interés, cuando se lo propone Richard Matheson demuestra una verdadera maestría en la creación de escenas de acción y en mantener la tensión de los lectores. Realmente me extrañaría que alguno fuera capaz
de despegar la vista de las páginas hasta saber cómo acaba esta escena, de gran intensidad. Más resbaladiza a la hora de analizarla es la posición de Richard Matheson respecto a la «monstruosidad». Pese a que podría parecerlo en un principio, frente a otras obras paranoicas de la época Neville no se nos presenta como paladín de la normalidad ante una transformación insidiosa de su entorno —o cómo el buen americano debe temer las acechanzas del comunismo, en la línea de La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) o Invasores de Marte (1953)—; muy al contrario, la conclusión de la novela es que Robert Neville se halla en un error al tratar de oponerse al cambio, pues él es el verdadero monstruo, la anomalía en una nueva sociedad formada por vampiros. Tal razonamiento no deja de resultar tan peligroso como el de las pesadillas maccarthistas arriba mencionadas. ¿Qué deberíamos leer en Soy leyenda? ¿Que es preciso aceptar la norma común aunque nos resulte aborrecible? ¿Que toda disidencia se convierte en una aberración destinada a ser borrada del mapa?
En este punto no estoy seguro de interpretar de forma correcta la novela, que podría contemplar como reaccionaria si mi experiencia de la restante obra de Richard Matheson no me hiciera desechar la idea. Más acertado sería suponer que, al condenar a Robert Neville, lo que hace Richard Matheson es recordarnos la relatividad del término «normal», y que incluso lo más extraño debe ser aceptado, pues puede convertirse en regla en otra sociedad con distinto conjunto de valores, ni mejor ni peor que el nuestro. Soy leyenda ha sido adaptada en tres ocasiones al cine con no muy buenos resultados. La primera es L’ultimo uomo della Terra (1964), una coproducción italo-norteamericana dirigida por Sidney Salkow y Ubaldo Ragona, con Vincent Price, y Franca Gettoia en el reparto. El guión corrió a cargo del propio Matheson, quien, en desacuerdo con las modificaciones posteriores, se negó a firmar con su nombre y figuró en los créditos con el seudónimo de Logan Swanson. Mucho más conocida es la posterior El
último hombre... vivo (The Omega Man; 1971), dirigida por Boris Sagal y protagonizada por un Charlton Heston en vena postapocalíptica tras el éxito de El planeta de los simios (The Planet of the Apes; 1968), esta vez sin ninguna participación de Richard Matheson. The Omega Man desvirtúa completamente el original de Matheson, tanto en el tono —sombrío y reconcentrado en la novela; luminoso y repleto de acción en la película—, como en el argumento, donde se transforma a los vampiros en mutantes creados por una guerra bacteriológica (sic). La adaptación más reciente data de 2007, con dirección de Francis Lawrence y protagonismo de la estrella Will Smith. Fue una película que, sin arrasar, sí funcionó bastante bien en taquilla, aunque la respuesta de la crítica no fue tan positiva. Tampoco los admiradores de la novela se mostraron complacidos, al encontrarse con una obra que, una vez más, traicionaba el original hasta desvirtuar por completo sus intenciones. Así pues, que el
lector curioso huya de los videoclubs si desea conocer esta historia y corra a buscar el libro. Me lo agradecerá.
SHOCK III (1966) Por Roberto Barreiro
Autor: Richard Matheson Colección: Nova/Dell Edita: Novaro, México, 1969
Richard Matheson es uno de los grandes escritores de historias cortas de ciencia ficción de las décadas de 1950 y 1960. Además esu no de los grandes guionistas del cine fantástico de esos mismos años, especialmente recordado por su trabajo como guionista de la serie La Dimensión Desconocida, la original, esa donde la realidad cotidiana de repente se encontraba con lo impensable como regla cotidiana y donde se disfrazaban muchas veces unas bajadas de línea sobre la cotidianeidad escondiéndolas en el envase fantástico. Esta recopilación de trece de sus cuentos muestra justamente por qué erau n capo en ambos lados. Su prosa es legible y llena de imágenes, casi premezclada para su adaptación al lenguaje audiovisual. De hecho aquí hay historias que serían adaptadas en la televisión (Pesadilla a 6000 metros que dará origen a uno del os episodios mas recordados de La Dimensión Desconocida, ese con William Shatner al borde deu n ataque de nervios contra el gremlin del avión). Y sus desarrollos y remates tienen muchas similitudes con lo que después se haría en la serie de Rod Serling.
Como siempre no todos los relatos son iguales. Aparte de la ya nombrada Pesadilla… yo quiero destacar La mujer de mis sueños donde el predecir el futuro se convierte ne un negocio brutal, el triste desarrollo de Regreso, la fascinante poesía de métrica irregular que es La máquina de jazz, la increíble Los desheredadores, la comedia de La señorita Encanto (que funcionaría perfecto como episodio de Futurama o de algún especial de Halloween de Los Simpsons con Homero de protagonista) y la desarmante Círculo completo donde dice mucho sobre el racismo solapado, el papel desinformativo de los medios y la falsa libertad en lo cotidiano
“La ciencia ficción puede ser definida como aquella rama de la literatura que trata sobre las reacones de los seres humanos a los cambios en la cienia y la tecnología” (Isaac Asimov)
El año de Dracula (Anno Dracula, 1992) Por Roberto Barreiro
Autor: Kim Newman. Edita: Timun Mas, 1999
¿Por qué Drácula repentinamente decidió irse a Inglaterra en la novela de Bram Stoker, cuando quedándose en su tierra natal no le hubiera pasado nada? ¿Qué plan tenía? ¿Y qué hubiera pasado si Van Helsing y su grupo no lo hubieran detenido? Esas respuestas las de Kim Newman en esta novela. ¿Cuál es el plan del conde transilvano? Vampirizar a la reina Victoria y convertirse en el Príncipe Consorte de Inglaterra. ¿Qué pasaría si consiguiera concretar su plan? El imperio más poderoso del mundo reconoce repentinamente la existencia de los vampiros, que adquieren una nueva, pública y no siempre armoniosa coexistencia con los humanos, bajo el gobierno de un tipo cuya anterior experiencia de gobierno se caracterizó fundamentalmente por empalar opositores… algo que no le cae muy bien a mucha gente, tanto humanos como vampiros. En ese ambiente donde las cosas están a punto de explotar, un asesino comienza a hacerse notar en el barrio de Whitechapel. Un asesino de prostitutas vampiro que disfruta de una venganza personal contra los chupasangre.
Para enfrentar la situación, el jefe del Diógenes Club (la informal “agencia de inteligencia” del Imperio en esos años), Mycroft Colmes, solicita a uno de sus miembros, Charles Beauregard, investigar el caso. Junto a Geneviève Dieudonné, una antigua vampiro que intenta paliar los desastrosos cambios que la creación descontrolada de nuevos vampiros están trayendo para todos, comienzan a desvelar una trama que conecta a Jack el Destripador con los antiguos miembros del grupo de Van Helsing. Una de las cosas más entretenidas de esta novela es como Newman crea ese universo victoriano paralelo, donde se cruzan personajes de ficción de obras clásicas de la época como “Drácula”, las historias de Sherlock Holmes, “El vampiro” de Polidori (su protagonista, lord Ruthven, es aquí un vampiro político, sinuoso y manipulador), las novelas de Fu Manchú, etc., junto a personajes reales (Jack el Destripador, William Morris, Darwin, etc) conformando un tapiz donde muchas veces el chiste es pillar la referencia. Otro de los puntos interesantes es ver la relación entre John Steed y Emma Peel… perdón, entre Charles Beauregard (tan formal, comedido y educado) y Miss Dieudonné (tan despreocupada de formalismo como lo puede ser alguien que viene sobreviviendo desde hace siglos a las persecuciones y general estupidez humana) para ver como van construyendo una relación entre
ambos. Vamos, lo que nunca pudimos ver en la serie del 60. Finalmente, es interesante ver como Drácula es , al igual que en la novela original, más una presencia que abarca toda la historia como un virus maligno que un personaje que actúa directamente en ella –excepto al final-. Una especie de demoníaco corruptor de todo, que hace que todo vaya para peor. Reconozcamos que, si uno no es entusiasta de ese juego referencial literario (no por nada Newman reconoce su deuda con el Tarzan Alive! De P.J. Farmer), se pueden ahorrar la lectura del libro. En sí , hay obras que exploran de maneras mucho más originales a los vampiros o los crímenes de Jack el Destripador. En un sentido, “Anno drácula” es básicamente una buena ficción, que entretiene más por la referencia a otras obras literarias que por el argumento en sí. Kim Newman no es el primer ni el último autor que juega este juego y, si al lector le gusta este tipo de obras (mi caso), se va a hallar con un universo alternativo muy entretenido. Pero el relato en sí, despojado de sus referencias, no es nada del otro mundo. Pienso seguir leyendo los relatos del señor Newman, pero solo porque me gusta le juego que propone. Están avisados…
Demonios del frente oriental: el Ejercito Rojo (Fiends of the Eastern Front: Blood Red Army, 2006) Por Roberto Barreiro
Autor: David Bishop Serie: Demonios del Ejército Rojo nº2 Edita: Timun Mas, Barcelona, 2007
Es Los Doce del Patíbulo contra los vampiros de 30 Days of Night durante el sitio de Leningrado en 1942. Una compañía de castigo del ejército soviético –los tipos que mandan a las misiones suicidas y que tienen la menor prioridad en la atención en ese combate – se han percatado del accionar nocturno de un grupo especial de soldados rumanos aliados al Eje, un grupo de vampiros dedicados a generar el terror en las heladas noches de invierno de ese terrible sitio. Y, como evidentemente nadie les cree, enfrentan su propia guerra particular sin cuartel contra los no-muertos. Demonios del frente oriental empezó como un comic serializado a finales de los años setentas en la revista británica 2000 A.d., escrito por Pat Mills y dibujado por Carlos Ezquerra. Treinta años después, el escritor (y editor de la revista) David Bishop resucitaría el concepto para escribir cuatro novelas donde se cuenta como los vampiros se involucran en la Segunda Guerra Mundial como medio para comenzar una posterior campaña contra el género humano. El resultado, si juzgamos la serie por solo esta novela, es una historia que combina el realismo mas brutal de las
historias de guerra –y Bishop describe fenomenalmente el terrible asedio de Leningrado uno del os más brutales momentos de la Segunda Guerra mundial – con los enfrentamientos – sucios, brutales, sanguinarios- de los soldados contra los vampiros. El tono violento y cínico típico de toda historia de 2000 A.d. está firmemente atrincherado en estas páginas. Por cierto, si bien es la segunda novela de la serie, es absolutamente independiente de la primera sin necesidad de saber nada para comprenderla. Si encuentro alguna otra novela más de esta serie le pienso dar una leída. Vale la pena para pasar el rato.
“El terror no viene de Alemania: proviene del alma” (Edgar Allan Poe)
LA HISTORIADORA (The Historian, 2005) Por Roberto Barreiro
Autora: Elizabeth Kostova. Edita: Umbriel, Madrid, 2005.
Sí, ya sé: se están preguntando qué hago leyendo un best seller actual al que más de un sitio (claro, generalmente son esos sitios cuya crítica funciona como los infotaintment de la tele: o sea publicidad encubierta como reseñas literarias, que de algo tienen que comer los críticos) anuncia a bombos y platillos como "el nuevo código da Vinci" en vez de seguir hablando de esas antiguas novelas de vaqueros (es más, dejando de lado una novela entretenida de Zane Grey, que ahora vuelvo a retomar). Mi respuesta es a) de acá a veinte o treinta años este libro será olvidado probablemente en el limbo literario del que saldrá esporádicamente gracias a cazadores de libros como yo, asi que ¿por qué esperar tanto tiempo para leerlo?, b) tiene a Drácula en él y eso a mí me puede y c) estaba a mano en la biblioteca donde trabajo. Así que me embarqué en su lectura. Y la verdad el libro es un buen best seller (mejor que cualquier cosa de Dan Brown ya que hablamos del quía). No es un clásico literario ni mucho menos pero la verdad está bastante aceptable dentro de sus carencias de pretensiones. ¿Cómo es? Bueno, les doy la receta: INGREDIENTES:
- 1 medida de Drácula - 1 medida de Código da vinci o libro similar (subgénero "libros que revelan verdades desconocidas y terribles que laugien quiere impedir revelar") - 2 medidas de documentales del National Geographic (o libros de viajero) sobre la Europa central. Preparación: Mezcle Drácula y el Código da Vinci bien. Desmolde el resultado de la mezcla en el molde formado por las descripciones del National Geographic. Aderece profusamente con descripciones puntillosas y minuciosas de lugares, costumbres, bibliotecas e historias locales. Péguele una leve cocción editorial y consúmase lo más velozmente posible para evitar pensar en los baches argumentales y (sobre todo) en el terriblemente anticlimático (y realmente malo) final. Esperemos que la doña Kostova mejore con su siguiente obra. Como obra primeriza no está mal. Con un poco más de cuidado en sus argumentos puede que tengamos una nueva Stephen King o Clive Barker. Veremos que dice el tiempo...
Guerra Mundial Z (World War Z: An Oral History of the Zombie War, 2006) Por Roberto Barreiro
Autor: Max Brooks Edita: Almuzara, Córdoba (España), 2008
A veces las soluciones más sencillas son aquellas que nadie termina de ver, el giro de un foco que hace que un lugar común se convierte en una nueva idea maravillosa. No hay mejor ejemplo que esta novela, donde –sin salirse de los cánones implantados en la película Night of the Living Dead (George Romero, 1968)– esquiva magistralmente el gran dilema narrativo que tenía atrapado al subgénero en estas cuatro décadas con un mero cambio de perspectiva. Expliquémonos: el gran problema de los zombies es que básicamente son básicamente hormigas carnívoras humanas, que son peligrosas si te agarran de a muchas o en un lugar cerrado. En todo este tiempo la típica historia del subgénero zombie/muerto viviente era un grupo de personas rodeadas de hordas hambrientas que, sin ningún tipo de ayuda, tenían que esquivarlos o sucumbir. Y los zombies no generan planes maquiavelicos y manipulaciones entre bambalinas (como los vampiros), no tienen lucha entre su parte humana y su parte monstruosa (como los hombres lobo o los vampiros), no tienen comentarios filosóficos sobre la Humanidad (como el tipico monstruo de Frankenstein/robot asesino): ellos a lo suyo, que es comer y seguir comiendo. Cuanod multiplicas este único argumento por 40 años… bueno la repetición se
hace obvia (y ahí tienen a The Walking dead, que exprime la idea hasta agotarla , si eso era todavía posible) Justamente el gran truco de esta novela es cambiar el punto de vista. En vez de quedarse con el relato micro (sobrevivientes vs zombies), decide ir a un paso más allá y enfocarse desde una perspectiva global. No ver lo que hace el hombre de la calle (que , ya sabemos, en el 90% de las veces se convierte en alimentación y/u otro zombie mas), sino contarnos los planes mas generales, las decisiones cruciales que explican cómo ese holocausto zombie. O sea, lo que en las películas de Romero y demás son el trasfondo, aquí son el eje central. Y además contado como un registro periodístico (la película hubiera sido más fiel a la novela contada como un falso documental, pero claro anda a explicarle eso a Brad Pitt), que trae sorpresas interesantes. Y ahí es donde Brooks brilla: su habilidad para concebir resultados globales basado en el comportamiento histórico de las naciones es fantástica. Sí, es completamente creíble que China ocultara hasta que ya fuera demasiado tarde los comienzos de la infección, que los Estados Unidos arrullara mediáticamente a sus ciudadanos, que Rusia recupere sangrientamente su territorio y caiga en una nueva autocracia, que Fidel haga lo que hace en Cuba (en unos de los momentos mas fantabulosos de la geopolítica-ficción que leí en años), que la solución al problema la den los sudafricanos, que Israel sea el primer país que se pone en guardia, etc. Se nota en
todo momento que Brooks ha pensado el mapa global con un cuidado y obsesión casi nerd, una suerte de Tolkien post apocalíptico que tenía clarísimo el universo donde se desarrollaban las historias mucho antes de ponerse a escribir la primer palabra de esta novela. Y lo mejor es que el cambio de foco resulta absolutamente creíble. La pregunta de por qué no se le había ocurrido a nadie antes esto sale natural. ¿La respuesta? Porque no, porque se le ocurrió a Brooks primero. Y con eso escribió un libro absolutamente brillante, que complemente y amplia lo planteado por la mitología romeriana sin salirse de ella. Lo que no es fácil.
“Todo ha volado, todo se ha hecho, asì que súbanme a la pira; El festín ha terminado y las lámparas expiran” (Poema encontrado en la màqina de escribir de Robrt Howard tras su suicidio)
Argentina zombie. Historia oculta de la patria Por Roberto Barreiro
Autor: Luciano Saracino Colección: Reservoir Books Edita: Random House Mondadori , Buenos Aires, 2013
En términos de marketing , yo soy el target de este libro ¿Me gusta la historia argentina? Sí, muchísimo, especialmente sus episodios más oscuros y bizarros (y los hay por kilo). ¿El subgénero conspirativo, ese que indica que “todo lo que sabías en realidad no es así”? Indudablemente
se relacionan con los brotes zombies). Saracino demuestra un gran conocimiento de la historia argentina, sacando a relucir no solo elementos conocidos sino historias que muchas veces no son conocida pro el público común. Y escribe bien, ágil, entretenido. Y las ilustraciones de Daniel Eduardo Mendoza son un gran complemento. Pero… Pero 1: Hay grandes ideas. El libro está lleno de ellas… pero da la sensación muchas veces que son argumentos a la espera de un desarrollo, cuentos por nacer.
Y sin embargo…
Pero 2: La limitación que TODOS los episodios sobrenaturales sean básicamente zombies atacando termina cansando por lo monótono. Eso es un drama del subgénero. Como dije en otra reseña, el drama de los zombies es que son un recurso tan limitado como las pirañas: atacan y comen. Nada más. Y eso afecta al resultado final. Esas mismas historias aplicando otros giros sobrenaturales hubieran sido mucho mas interesantes, al menos en algunos casos.
Aclaremos de entrada que no es un mal libro. La cantidad de ideas que se le ocurren a Saracino con el tema son apabullantes. Algunas son más o menos esperables (la epidemia de fiebre amarilla que en realidad es un ataque masivo de muertos vivientes) mientras que otros son de una brillantez que se merecen el aplauso (la explicación de las estrofas que no se cantan del Himno Nacional y que
Pero 3: ¿Después de la ley Saenz Peña no hay más zombies? El siglo XX argentino tiene momentos tan convertibles en historias zombificadas como el resto de la historia argenta. Aunque puede ser una más que entendible decisión de Saracino o de su editor por su seguridad personal y/o economica. Digo, andá a joder con peronismo, radicalismo, dictadura, represión,etc y
¿Los zombies? Sí. ¿Luciano Saracino? Me parece uno de los guionistas más interesantes que Argentina ha dado en los último años, tanto en la historieta otros medios. O sea, a todas luces este libro debería encantarme.
zombies. Tenés bastantes números de comerte un juicio por parte de esos sacrosantos defensores de la patria. Si por un chiste boludo se comió Gustavo Sala un quilombo enorme, andá a hacer algo con zombies y desaparecidos si sos guapo. Y esto no es un pero porque es parte básica de la obra y sino no tendría sentido, pero sin un conocimiento sólido de la historia argentina, este libro no puede disfrutarse. En balance, el libro me gustó pero me queda la sensación que podía haber dado más. Un remolino de grandes ideas que necesitarían expandirse como relatos.
“Pensé, ¿Qué está realmente ahí fuera? Entonces comencé a dibjar personajes del espacio exterior, personajes de debajo de la Tierra, personajes de todos los lugares que no podíamos imaginar” (Jack Kirby)
EL MITO DEL HOMBRE LOBO / EL HOMBRE LOBO INSOLITO ( The Ultimate Werewolf, 1991) Por Roberto Barreiro
Autores: Varios Edita: Timun Mas, Barcelona, 1996
¿Qué idea nueva se puede sumar al mito del hombre lobo? Esa es la gran duda que se plantea a la hora de leer este libro. Casi podríamos decir que este monstruo es apenas superado por el vampiro y el zombi como personaje de terror con más clisés establecidos hoy día. ¿Qué más agregar sobre él que no hiciera el guión de Curt Siodmak para El Hombre Lobo (The Wolf Man, 1941)? ¿Cuánto se puede alejar alguno de estos relatos del personaje que sufre por su maldición infinita y que libera sus impulsos salvajes y destructivos cuando cae la luna llena, solo pudiendo detenerse ocn una bala de plata? Bueno , eso es lo que vamos a hacer aquí. Harlan Ellison, además de escribir una introducción donde le asigna correctamente a la película de Lon Chaney Jr. el valor de ser el paradigma ante el cual se miden todas las demas historias licantrópicas modernas, aporta su relato A la deriva, frente a los islotes de Langerhans: latitud 38º 54’ N, Longitud 77º 00’ 13’’ O. Que tiene algo que ver con como logra por fin Lawrence Talbot deshacerse de su maldición, minimizandose y viajando al interior de sí mismo (¿??) para, luego de varios meses (¿¿????) hallar donde se halla escondida su alma (¿¿¿¿????) y liberarla conviertiéndose en mortal. Eso si, luego no quiere morir
porque debe ayudar a dos ancianas a recuperar su vida (¿¿¿¿???) viviendo con ellas en el interior de su propio cuerpo criogenizado (¿¿¿¿??????). O algo así. La verdad que no me queda muy claro nada de nada. O yo soy muy obtuso, o Ellison estaba escribiendo esto drogado o hay algo que no entendí. Ahora, original es. Confuso, también. Sigue Philip José Farmer con Lobo, hierro y polilla, relato que la verdad no tiene nada muy novedoso y se ve venir al final desde casi el comienzo. La cosa mejora con Luna de Angelesde Kathe Roja, un cuento que si bien no trae nada nuevo que decir, al menos es interesante ver las cosas desde la psiquis de un hombre lobo, un antiguo poeta que ahora vagabundea por las calles, sintiéndose extraño al universo, despojado de las palabras con las que antes se entendía tan bien y sintiendo el extraño y furibundo placer que le desencadena convertirse en lobo a la luna llena. Elegante y hasta poético a veces, el cuanto solo por eso se deja leer. Desatada de Nina Kiriki Hoffman por el contrario es genuinamente bueno, al narrar el encuentro de una mujer que parece tener su Mister Hyde propio con un maduro hombre lobo. Hay ideas inteligentes (el embarazo detiene las transformaciones) y ambos personajes son creíbles y hasta tiernos en su Interrelación. A lo mejor el final es como un poco forzado pero ya es como ponerse en quisquillosos.
Con La Marca de la Bestia de Kim Antieu volvemos a la carencia de originalidad. Una historia ambientada en un chateau francés durante le siglo XVIII. Tenemos un anciano noble jodido, un visitante joven, una esposa joven e infeliz y una anciana gitana. Falta que diga Hammer Films y estamos completos. Lástima que sea un cuento de la decada de 1990 y no una película de 1960, así seria al menos levemente novedoso…
En Hay un lobo en mi máquina del tiempo, Larry Niven nos da otra historia original, con un tipo que se desplaza en el tiempo y entre dimensiones cayendo en un mundo donde los licantropos son la especie dominante y el hombre es apenas una bestia menor. La única pregunta es ¿dónde se metió el lobo que había llevado al principio del cuento? A lo mejor se me escapa porque lo leí medio dormido, que se yo…
La Guerra contra el Hombre Lobo de Jerome Charynparece en realidad el comienzo de una novela más interesante: viene bien, viene bien , viene bien y redepente se termina. Así de inexplicable.
Al sur de Oregon City de Pat Murphy nos cuenta una historia de amor interespecies ambientada en medio del oeste salvaje. Entretenida.
Por suerte, viene después El Día del Lobo de Craig Shaw Gardner, un cuento donde (¡al fin!) el final lo deja a uno en orsay. No voy a decir nada, solo que la maldición licantrópica no es como ustedes la conocen… Luz de Luna en el Auditorio de Mel Tilden nos lleva a un mundo donde la magia existe y es aceptada en la sociedad y los hombres lobo son los verdugos oficiales. Linda historia. Se deja leer. Estoy esperando que algún rolero lo convierta en ambiente para algún juego de rol… Otro número ganador es Raymond de Nancy Ann Collins. Mezclando relato de adolescente que crece en un pueblo de mierda a lo Stephen King, el mundillo circense y el subgénero que nos ocupa, Collins da una escalofriante explicación sobre el origen de los geeeks de circo.
Maquillaje especial de Kevin J. Anderson demuestra porque este autor es uno de los escribidores más prolíficos (auqnue no mas originales) del fantástico norteamericano. Sólido y bien armado, el cuento no pasa de ser un chiste basado en la tortura que era hacer le maquillaje de Lon Chaney Junior en la peli clásica de la Universal. La palabra correcta es soso, ni chicha ni limonada. Plata Pura de A.C. Crispin y Kathleen O’Malley es otro cuento de transformación mas, y de persona condenada pro la maldicon. El chste esta vez es que el hombre lobo es judio y sobreviviente. Sigue Afeitado al ras de Brad Linaweaver, el único cuento humorístico abiertamente del tomo. Linaweaver toma todos los clises de las pelis de hombres lobo y los da vuelta. Me resulto graciosillo pero a lo mejor es porque yo
se me de memoria los clises de esas películas por haberlas visto todas… Igual no esta mal... Compañeros de Robert Randisi es hombres lobos + policías. Otra vez un cuento bien escrito pero nada mas. Mal atávico de Bill Pronzini es un intento de mostrar un hombre lobo en términos un poco mas reales (más un psicópata sucio y peligroso que le bicho que conocemos). No es que haya mucho mas pero al menos está esa intención… Y la luna llena brilla de Brad Strickland nos cuenta la historia del último licántropo en le futuro, en una Tierra sanitizada. Y la verdad, por una vez, logramos sentir piedad por esa criatura, vigilada y analizada científicamente por un científico con la compasión por el ser humano del mismo porte de la del doctor Mengele. Los esclofríos aquí no los da el monstruo sino la gente que lo manipula. Y con un buen remate final. No es una joya, pero escapa del pelotón un poco. Por supuesto, para compensar tenemos Luna llena sobre Moscú de Stuart Kaminsky con un relato de una mujer que es mordida por otra mujer lobo y se transforma al final en meido de una Moscú de postal de turismo. Se vé que le autor investigó su cuento leyendo dos o tres guías turísticas. Che, gringo, ¿por qué no escribís de cosas que sepas? Detestaría ver que harías si escribieras Luna Llena sobre Buenos Aires o Rio o Santiago…
Lobo Guardián de Robert Weinberg es otro que zafa por el personaje, un jovato cincuentón y guardia nocturno que se convierte en hombre lobo por medio de la hechicería (¡al fin una forma de convertirse que no sea resultado de maldición, sino hecho voluntario de la persona!). El personaje se lleva el peso de la historia encima sin problemas y además es uno de los mas gore de todos los cuentos. No se, no estaría mal como episodio de serie de terror tipo Cuentos de la Cripta Y otro cuento que podría ser de Cuentos de la Cripta sería con el que finaliza la antología, El Gambito del Hombre Lobo de Robert Silverberg, que podría ser novedoso en los cincuenta como historieta de ocho páginas en los comics de la EC, pero ya a esta altura el chiste (porque no es mas que eso, les juro) ya es obvio… Hay un ultimo articulo de Leonard Wolf hablando de algunas de las películas más conocidas sobre el hombre lobo. Nada original. Están las que tienen que estar y ninguna mas. Cualquier aficionado al terror las conoce… Volviendo a la pregunta que nos hacíamos al comienzo de esta larga reseña, ¿agregan algo nuevo a los hombres lobo estos relatos? La mayoritaria respuesta es NO. Como ya vieron, la mayoría no escapa de los tópicos del subgénero, excepto algunas excepciones que ya señalamos. Definitivamente, si esta es la mejor aportación que se puede hacer en estos tiempos a las historias de hombres lobos, será hora de pensar en escribir otras cosas…
25 PELICULAS FANTASTICAS QUE NO VISTE (Y DEBERIAS) Por Roberto Barreiro
No son clásicos, pero son buenas películas. No son películas tan-malas-que-son-buenas, sino meramente películas buenas en todo sentido. Son pelis que en algún momento llamaron la atención pero que el tiempo las deja en un costado, porque damos por sentado que todo amante del cine fantástico las conoce, cuando no es así. Y a veces no viene mal refrescar la memoria de muchos con películas como las que siguen
Navigator, una odisea en el tiempo (Navigator: A Medieval Odyssey, 1988) Director: Nicholas Ward
1348. La Peste Negra amenaza a un poblado del norte de Escocia. Un niño tiene premoniciones que le dicen que la única manera de salvar a su aldea es ir a las antípodas del mundo y dejar una ofrenda en la catedral antes del amanecer. El y otros cuatro se embarcarán en una viaje extraño para cumplir su misión, un viaje que nos hace ver a la ciudad de hoy con ojos medievales. ¿Y por que verla?: Precisamente por la capacidad de la peli de convertir cosas cotidianas en objetos de terror y maravilla. Uno no ve máquinas: ve monstruos. Uno no ve operarios metalúrgicos: ve ayudantes celestiales de la tarea. Uno no ve una iglesia: ve la catedral que contribuirá al milagro que evitará la peste.
El secreto de Roan Inish (The Secret of Roan Inish, 1994) Director: John Sayles
Fiona tiene 10 años cuando va a vivir con sus abuelos en una aldea pesquera de Irlanda. Su familia parece tener contacto con los selkies, focas que se transforman en humanos. De hecho su hermanito menor, que se perdió años atrás, parece ser que ha sido visto criado pro las focas. Tras esas pistas, Fiona descubrirá el secreto familiar. ¿Y por qué verla?: Porque logra algo no siempre fácil de lograr: generar le tono de cuento de hadas para adultos. Una de esas joyitas que pasó sin pena ni gloria, y eso que la escribió y dirigió John Sayles, un director que morfa corrigiendo guiones de Hollywood pero que, cuando hace obras propias, siempre hace pequeñas joyitas, no importa el género.
It`s Alive (1974) Director: Larry Cohen
Los Davis están por tener a su bebé. El problema es que el simple trabajo de parto se convierte en un baño de sangre cuando el recién nacido resulta ser un mutante asesino que se escapa para matar... y quiere encontrar a sus padres. ¿Y por que verla?: Porque es obra de Larry Cohen, el único tipo capaz de tener una premisa así de tonta y convertirla en una película que hable de los hijos no deseados, la manipulación farmacéutica, la frialdad de las corporaciones médicas y de la dificultad de los padres para aceptar a sus retoños diferentes. Y que encima todo eso esté puesto de manera creíble en una película de bajo presupuesto. La secuela es igual de interesante, ya que estamos.
Ambulancia (The Ambulance, 1989) Director: Larry Cohen
Un dibujante de comics se da cuenta que una ambulancia se lleva pacientes de la calle, pero no vuelven. Pero nadie le cree, excepto un viejo (y sarcástico) periodista retirado. Entre ambos tienen que saber qué está pasando… siempre y cuando la ambulancia no se los lleve a ellos, como parece que pretende hacer. ¿Y por qué verla?: Porque es otra de esas pequeñitas maravillas escritas y dirigidas por Cohen, que apunta sus dardos a la industria médica otra vez y juega con esos pequeños temores de la gente. Bien actuada, bien escrita, con suspenso en todo momento, ambientada en las calles de Nueva York. Casi imperdonable que nadie reivindique a Cohen hoy por hoy como un genio del suspenso.
Cuando el viento sopla (When the wind blows,1988) Director: Jimmy Murakami
Dos viejitos que viven en la campiña inglesa se enfrentan a una Guerra nuclear. Siguen todas las instrucciones que les da el gobierno al pie de la letra e intentan continuar su vida normal, mientras todo se deshace a su alrededor. ¿Y porque verla?: Porque es una de las películas más terribles sobre la guerra nuclear hechas. Si no te dan pena esos viejitos tratando de vivir una vida tranquila mientras todo se derrumba y la radiación los destroza, sos un desgraciado. Encima la animación (¿les conté que es un filme animado?) es del carajo.
Una bala en la cabeza (Bullet in the head, 1990) Director: John Woo
Tres amigos chinos a finales de los años sesenta se meten en problemas en su ciudad natal y deben huir a Vietnam y meterse ne le mercado negro para ver si pueden salir del ami seria. El resultado es una odisea brutal que va a destrozar sus vidas. ¿Y porqué verla?: ¿Se acuerdan de John Woo? O sea, ese tipo que era el padre espiritual de Tarantino y blah blah blah. Fue a Yanquilandia, le fue mal en un par de pelis y ahora resulta que nadie se acuerda de él. Un poco por eso y otro poco porque esta es su película mas personal y dura (y en cierto sentido alejada de los clisés del propio Woo, sin Chow Yun Fat disparando con dos armas y ballet sangrientos exquisitamente coreografiados), esta peli hay que verla. Para que se acuerden que el tipo es un grosso con el material correcto.
The Haunting (1960) Director: Robert Wise
Cuatro personas van a investigar una casa embrujada. Y se van a encontrar con algo realmente aterrador. ¿Y porque verla? Porque te vas a cagar del susto. Así de simple. Esta es una de las pelis más terroríficas que podés ver en tu vida. Y sin ver un carajo, solo sugiriendo cosas, con ruidos y trucos de cámara. No por nada Wise empezó su carrera bajo el productor Val Lewton. Haceme caso: cuando la veas dejá la luz encendida. ¡Ah! Y si te ensartaste y conseguiste la remake con Catherine Zeta Jones, se bueno con el mundo y apagala enseguida.
Carnaval de almas (Carnaval of souls, 1962) Director: Herk Harvey
Una organista de iglesia sobrevive a un accidente en el río. Se va a trabajar a otro pueblo. Allí comienza a ser perseguida por un extraño y monstruoso hombre con la cara blanca y a la vez, a sentirse atraída por un pabellón de fiestas en desuso al lado del lago. Y hay algo ominoso que parece que está por revelársele... ¿Y por que verla?: Una de esas peliculitas hechas con dos pesos que tienen una atmósfera alucinante y tenebrosa.
Captain Kronos, Vampire Hunter (1974) Dir: Brian Clemens
El ex militar del título junto con su ayudante, el jorobado profesor Grost, se enfrentan a la plaga vampírica que está atacando a las niñas de la villa. Por supuesto el rival será un aristócrata local, listo para degustar la sangre de vírgenes a fin de conservar su juventud. ¿Y por qué verla?: Por ser uno de los productos menores mejor realizados de la Hammer. Pretendía ser la primera de una serie protagonizada por el personaje pero falló lo que es una lástima porque Kronos es un personaje con mucho estilo y personalidad. Mucho estilo la verdad. No por nada le director era el creador de las aventuras de Los vengadores (sí, Mr. Steed, Emma Peel & compañía). Después de verla, uno se queda con ganas de más historias del personaje.
Dance of the Damned (1988) Director: Katt Shea Ruben
Una bailarina de strip tease que está pensando en suicidarse conoce a un vampiro, quien le propone un trato: que pase la noche hablando con él, describéndole cosas que él no puede disfrutar (por ejemplo. El sol) y al amanecer, él cumple su deseo y la mata. Claro, las cosas no van a terminar de ser tan simples... ¿Y porque verla?: Por la relación que se entabla entre ambos personajes, que oscila entre la compasión, la complicidad y el miedo. Es que, pese a momentos ambos parecen relajarse con el otro, siempre vuelve a aparecer el hecho que ese tipo es un vampiro y la ve a la chica en última instancia como su desayuno. Impecable el juego de tensión que en otras manos hubiera hecho que esta película fuera un bodrio.
Scanners, los amos de la muerte (Scanners, 1981) Director: David Cronemberg
Los scanners son humanos con poderes mentales que pueden hacer que a la gente le vuele la cabeza literalmente. Algunos pretenden dominar le mundo. Un grupo secreto del gobierno recluta a un scanner bueno para poder detenerlo en su intento de control del mundo. ¿Y por que verla?: Porque es uno de los trabajos más sólidos de Cronemberg, donde sus obsesiones (el cuerpo mutado como fuente de terror, el outsider que perturba la "normalidad", etc) están presentes en un guión sólido bien armado y bien interpretado (y encima con Michael Ironside de villano que siempre es un plus). Y además la escena donde al tipo le vuela el marote es casi un ícono del terror ochentero.
The crazies (1973) Director: George Romero
Un avion con un virus creado por el gobierno casualmente infecta el agua de un pueblito de Pensylvania. Quienes han bebido el agua se convierten en unas criaturas rabiosas, enloquecidas, sedientas de sangre y contagiosas. El gobierno yanqui acordona el área y los pocos habitantes sanos deben no solo esquivar a los contagiados sino también a los soldados, que, más que salvarlos, tienen órdenes de eliminar toda prueba de que algo así haya pasado en ese lugar. Y tiene uno de los finales mas deprimentes que se me pueden ocurrir. ¿Y por qué verla?: Porque acá es donde Romero se hace cargo de la metáfora política que va a explotar luego en el resto de la Trilogía de los muertos vivientes. El villano acá claramente es el gobierno, más preocupado en tapar todo que en salvar a la gente. La verdad, todavía no sé porqué nadie hizo la remake, ahora que está de moda de nuevo el subgénero y la idea de la conspiración gubernamental que tapa todo ya no es una cosa paranoica sino aceptada por la mitad de Hollywood.
El profanador de tumbas (The Body Snatcher, 1945) Director: Robert Wise
Edimburgo, siglo 19. La escuela médica del doctor Macfarlane no consigue suficientes cadáveres para investigar, así que le buen doctor tiene un negocio paralelo con Gray, el cochero, un tipo absolutamente amoral que no tiene escrúpulos en robarlos del so cementerios o matar a alguien para proveer a "Toddy" como lo nombra al doctor. Es que hay un oscuro secreto que los liga a ambos y que hace que el doctor no pueda deshacerse de esa macabra relación con el cochero... incluso luego de la muerte. ¿Y por qué verla?: Porque es una de las películas del productor Val Lewton menos conocidas que se beneficia de dos interpretaciones magistrales, la de Boris Karloff como el cochero Gray y la de Henry Daniel como el doctor Macfarlane. La química entre ambos es impecable. También pro los momentos estremecedores de la película, como la muerte de la cieguita que va cantando seguida por Gray (impecable el uso del sonido) y el final que es un shock eléctrico a la cabeza (¡ma’ qué El Aro ni nada!). Y además por ser una de esas películas que enfrentan a Karloff y Lugosi (aunque el último se nota que está solo por su nombre porque su papel es superfluo).
The uninvited (1944) Director. Lewis Allen
Dos hermanos londinenses (hermano y hermana) compran una casa en Cornualles, que resulta estar encantada, no por uno sino por dos espíritus. Ambos están pretendiendo afectar a una joven de la zona, que es la hija de uno de ellos y nació en la casa. Los dos hermanos ayudarán a resolver el misterio, apaciguar a los espíritus y hacer que la joven comprenda la verdad de su pasado. ¿Y por qué verla?: Porque los hermanos (Ray Milland y Ruth Hussey) son genuinamente encantadores, simpáticos y buena gente. Milland es especialmente brillante, un héroe bien alejado del típico estereotipo de las películas del género, absolutamente agradable que hace lo que hace por genuina preocupación por la chica, que se enamora de ella de la manera más natural del mundo y que se tapa muerto de miedo en su cama cuando oye sonidos fantasmales en cuanto se queda solo. Peor ojo, no se confundan: esto no es una comedia, sino una tenebrosa historia de fantasmas con momentos que erizan la piel y secuencias de suspenso que lo tienen a uno al borde del asiento.
El beso del vampiro (Vampire`s Kiss, 1988) Director: Robert Bierman
Un hombre (Nicolas Cage) tiene una aventura de una noche. La chica en medio de la pasión le pega una mordida seria. El problema es que le tipo poco a poco va convenciéndose que esa chica es un vampiro y lo ha infectado. El resultado es el retrato de la destrucción mental de un yuppie. ¿Y por qué verla? Por la actuación de Cage, que mastica escenario como si fuera el sobrino de Jack Nicholson en vez del sobrino de Coppola. Al tipo le termina chiflando pero mal. Sin su actuación, la película sería un embole. Con su actuación, la película tiene su gracia.
La serpiente y el arco iris (The serpent and the rainbow, 1988) Director: Wes Craven
Un antropólogo yanqui va a Haiti para tratar de averiguar sobre una droga local que sería la responsable en convertir a los hombres en zombies. En su búsqueda se va a encontrar metido hasta el cuello en la situación interna local, dominada por "Papa Doc" Duvalier y sus Tonton Macoutes, uno de los cuales es un villano de aquellos, listo para despacharse al antropólogo en menos de lo que tardamos en decir "Murder Legendre". ¿Y por qué verla?: Porque es una de las joyas olvidadas de Wes Craven, un trabajo que mezcla realidad y ficción en dosis iguales, manejadas de una manera impecable.
La hora del espanto (Fright Night, 1985) Director: Tom Holland
Charley Brewster está convencido que su vecino es un vampiro. Pero claro nadie le cree. El problema es que el vecino sí es un vampiro. Con la ayuda de un viejo presentador de pelis de terror de la tele, deberá enfrentar al vecino vampírico, que quiere conseguir a la novia de Charley. ¿Y por qué verla?: La combinación de horror, comedia y guiños al cinéfilo de terror cierra de manera redondita. Chris Sarandon como el vampiro es un tipo seductor pero muy jodido, Roddy McDowall como el actor convertido en cazavampiros está genial y William Ragsdale es un protagonista creíble en su obsesión molesta. Una de esas películas que hacen que los ochentas no parezcan tan espantosos fílmicamente hablando.
La tiendita del horror (Little Shop of Horrors, 1986) Director: Frank Oz
Seymour, el empleado de una florería se consigue una planta inteligente que habla... y que pide sangre para sobrevivir. El pobre Seymour debe buscar víctimas para Autrey II (la planta) mientras intenta que la asistenta de la tienda (también llamada Audrey) le de bola. ¿Y por qué verla?: Porque todo el mundo se acuerda de la versión original de Corman, pero de esta remake en clave comedia negra musical parece que se olvidaron. Y es una pena porque las actuaciones (desde Rick Moranis como el protagonista hasta Steve Martin como el dentista sádico) está impecables. Tiene momentos del humor más negro posible de este lado de La Vida de Brian.
La Noche de los Muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1990) Director: Tom Savini
Los muertos se levantan de las tumbas y atacan a los vivos. Un grupo de gente queda atrapada en una casa y deben sobrevivir al ataque de los muertos vivos. ¿Y por qué verla?: Porque es una remake del original que hicieron los creadores originales para a ver si por una vez la película les daba plata. Y si bien sigue la original de manera bastante fiel, cambian las suficientes cosas como para, de hecho mejorarla. Acá, por ejemplo, Barbara no es solo una pelotuda catatónica sino que se la rebanca. Y Tony Todd como Ben está brillante.
El hombre con dos cerebros (The man with two brains, 1983) Director: Carl Reiner
El doctor Michael Hfuhruhurr se ha casado con Dolores Benedict, una femme fatale trepadora que solo quiere el dinero del doctor. Pero el destino lleva a Martin a conocer al Doctor Necessiter que puede conservar a cerebros vivos dentro de una jarra con lìquidos. El problema es que uno de esos cerebros resulta ser la persona con la que siempre soño el doctor. Y ahora, solo necesita conseguirse un cuerpo nuevo para poner dentro el cerebro y vivir felices para siempre. Eso, claro está si Dolores no lo mata primero. ¿Y porqué verla?: Para que el mundo sepa que, alguna vez, hace mucho muuuuuucho tiempo, Steve Martin era verdaderamente gracioso. Y porque está Kathleen Turner, que siempre es un gozo verla actuar.
Coffy (1973) Director: Jack Hill
Coffy es una enfermera cuya hermana menor termina severamente dañada pro inyectarse heroína envenenada. Así que Coffy dejará todo para buscar venganza contra los traficantes que dejaron así a su hermanita. ¿Y por qué verla?: Porque es la película que explica porque Quentin Tarantino hizo que Pam Grier protagonizara Jackie Brown. Grier sabe actuar, sabe pelear, tiene un lomo del carajo y una presencia en pantalla que más de un actor desearía. Con violencia, sexo, pelea de chicas y hojas de afeitar en el afro. Si esto no es blaxplotaition, la blaxplotaition ¿donde está?
El extraño caso del hombre y la bestia (1951)
Director: Mario Soffici
El dr. Jekyll ha descubierto una formula que lo desdobla convirtiéndolo en el señor Hyde, su faceta oscura y terrible. ¿Y por qué verla?: porque es una de las joyas del cine de terror argentino. Mario Soffici logra momentos de suspenso en esta película. La escena de la transformación en el subterraneo, si la hacían en Hollywood, sería considerada escena inolvidable del género.
Obras maestras del terror (1960) Director: Enrique Carreras
La adaptación de tres cuentos de Edgar Allan Poe: El corazón delator, el Tonel de amontillado y el extraño caso del señor Valdemar. ¿Y por qué verla?: Porque es Narciso Ibáñez Menta en su mejor momento, protagonizando lo que para muchos es la mejor película de Enrique Carreras (y más de uno asegura que Narciso hizo más que solo actuar). Nada que envidiarle a las pelis de Croman de Poe para la AIP.
La hija de Drácula (Drácula’s Daughter, 1936) Director: Lambert Hillyer
La hija de Drácula, la condesa Marya Zalesky, desea por todos los medios eliminar la maldición familiar del vampirismo, que la convierte en una bebedora de sangre de jóvenes mujeres. Creyendo que puede ser algo psicológico intenta contactarse con el doctor Garth, que intenta curarla a través de la hipnosis. El problema es que las cosas no son tan fáciles y la condena puede ser mucho mas difícil de superar. O imposible incluso. ¿Y por qué verla?: Porque es una joyita oculta de la Universal clásica, de hecho mejor que el Drácula original. Y con unos tonos lésbicos super perturbadores para una obra hecha en ese período.
La máscara de Fu manchú (The Mask of Fu Manchú, 1932) Director: Charles Brabin
El maquiavélico doctor Fú Manchú pretende recuperar la máscara y la espada de Genghis Khan para liderar un alzamiento asiático que destruya a Occidente y así gobernar le mundo, como cree que deberían ser las cosas. Se le oponen por supuesto su némesis, Sir Dennis Nayland Smith, que hará lo imposible por detenerlo. ¿Y porqué verla?: Porque es la película que mejor representa al malvado genio criminal chino. Ok Boris Karloff es menos asiático que yo, pero... ¡que presencia! Llena de trampas mortales, rayos de la muerte, torturas extrañas y aires extraños. Casi como una novela pulp convertida en celuloide.
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Por supuesto hay muchas otras pelis en el tintero que se podrian elegir. Pero esto ya ha llevado bastante tiempo asi que será para otra vez.
Northwest Smith (1933-40) POR ARMANDO BOIX
Autor: Catherine L. Moore Traducción: Javier Martín Lalanda Colección: Última Thule. Edita: Grupo Anaya, Madrid, 1996.
Quienes sostienen que la Space Opera no es sino un western disfrazado, en el que los caballos se sustituyen por cohetes, los vaqueros por astronautas y los indios por extraterrestres, mientras el espacio ocupa el lugar de las amplias praderas, encontrarán argumentos para defender su teoría en cuanto empiecen a leer este libro y tropiecen por primera vez con su protagonista en una calle de un pueblo marciano, la mano apoyada en la culata de la pistola que le cuelga del cinto y defendiendo a una muchacha extraña ante la muchedumbre. Como muchos héroes del Oeste, Northwest Smith no es precisamente un modelo de virtudes, y es de agradecer que C.L. Moore no cayera en la tentación de crear otro héroe impoluto e inhumano, de los muchos que animaban la literatura pulp. Es bebedor y mujeriego, las cicatrices que surcan su rostro testimonian una vida violenta y en todo el Sistema Solar la justicia acumula suficientes cargos en su contra como para hacerle pasar el resto de sus días a la sombra. Puede vender su pistola al mejor postor, robar por encargo o asaltar los mercantes espaciales en su ruta entre los planetas; sin embargo, aún
le anima un cierto impulso caballeroso que, sin escarmentarse, le conduce una y otra vez a embrollos de origen sobrenatural. En la serie de Northwest Smith la ciencia ficción es sólo un telón de fondo apenas esbozado. Sus relatos pertenecen más a los géneros de la fantasía heroica o el horror cósmico -no en vano fueron publicados originalmente en «Weird Tales»-, y en ellos descubrimos ecos de las monstruosidades lovecraftianas, de los mundos fantásticos y decadentes de Clark Ashton Smith o de Abraham Merritt y sus fascinantes hechiceras... El lector al que le gusten este tipo de narraciones encontrará en los cuentos de C.L. Moore motivo suficiente de disfrute; los demás mejor harán absteniéndose. Se necesita un paladar entrenado y cierta predisposición de ánimo para saborear tantos horrores innombrables -pero profusamente descritos-, geometrías no euclidianas y destinos peores que al muerte. Al leer de un tirón textos que en su momento se publicaron espaciados en diferentes entregas de una revista, es más fácil captar su unidad temática; pero, por contra, acaba cansando su monotonía. La mujer fatal, la vampiresa -en todas las acepciones de la palabra-, es su figura principal, mucho más que el propio Northwest Smith, casi siempre víctima a la que sólo la intervención de terceros rescata de un final terrible. La vampiresa es la imagen del pecado que atrae y repele a la vez, del deseo reprimido por la moral
decimonónica. Es la dadora de placer y la transmisora de enfermedad, la suprema meretriz. El mal encarnado. No deja de resultar curioso que sea precisamente una escritora quien dé a sus personajes femeninos tan negativo papel; pero los primeros relatos de C.L. Moore, cargados de un erotismo mórbido, son quizá, junto a los de Ashton Smith, los más perfectos modelos de la influencia que para la literatura fantástica de los años treinta supuso el arte simbolista, de donde proviene el estereotipo de la mujer destructora de hombres -para comprobarlo sólo hay que ver, por ejemplo, los cuadros de Munch u obras como Salomé, de Oscar Wilde-. Moore asume el estereotipo, tal vez por simple mímesis de sus modelos literarios, y lo desarrolla hasta el hartazgo. Es una lástima. El personaje de Northwest Smith es suficientemente atractivo como para echar a faltar mayor variedad temática y un protagonismo que le es robado. Con otros argumentos su vida podría haber sido más larga y no limitarse sólo a los trece relatos de su andadura; de hecho, aún hoy, personajes que parecen cortados por su mismo patrón, como el Han Solo de La guerra de las galaxias, consiguen captar las simpatías del público más que otros irreprochables y por eso mismo falsos y acartonados. Las medias tintas se acomodan mejor al retrato de la realidad que el elemental blanco y negro.
Agente de Bizancio (Agent of Byzantium, 1987)
Autor: Harry Turtledove
Por Roberto Barreiro
Colección: Omicrón Edita: Libros del Atril, 1994.
Desde pequeño me gustó la historia. Y desde adolescente me gustó la ciencia ficción. Cuando descubrí que había un subgénero de ésta última llamada ucronía, supe que me iba a gustar. Y así fue: el juego de “¿Que hubiera sido si…?” que las ucronías proponen siempre me resultan divertidas de leer. Es como el juego de las siete diferencias: más allá de la calidad del dibujo, lo divertido muchas veces pasa por ver donde difieren los detalles. Así que, les voy previniendo, soy proclive a ellas., con lo que mi juicio puede no ser muy ecuánime al respecto. Pero por otro lado es mi blog y digo lo que se me canta. La ecuanimidad a tomar por culo =) Yéndonos a este libro lo que encontramos no es tanto una novela sino una serie de cuentos organizados cronológicamente que van describiendo las aventuras de Bassilios Argyros, una suerte de agente secreto que el imperio bizantino tiene durante el siglo XIV. Un siglo XIV muy diferente del nuestro por el hecho que Mahoma nunca fundó una religión sino que se convirtió al cristianismo y terminó siendo venerado como San Mahoma, patrono de los cambios. Sin este acontecimiento, el Islam nunca
existió, Bizancio sigue siendo una de las dos potencias mundiales (la otra es Persia zoroastrista, que tampoco ha visto modificada su religión por el Islam) y Occidente es o parte del imperio o bien pequeños reinos semi bárbaros sin peso específico en el orden mundial. En ese campo vemos como Argyros se convierte en un muy eficiente y despierto agente especial del imperio, que vive aventuras complicadas que no solo resuelve a golpes sino, muchas veces, con inteligencia. Y en el camino se va topando con descubrimientos como la pólvora, el catalejo, la imprenta, la vacuna contra la viruela y hasta la negociación sindical (en el cuento que particularmente me gustó por el aire de farsa soterrada que tiene. Uno no ve seguido a James Bond haciendo de árbitro en paritarias). De hecho parece que uno de los cambios ocurridos es que los avances científicos no pasan por Bizancio, lo que hace preguntarse cómo son tan poderosos. De hecho la principal crítica que hacerle al libro es la que destacan en esta reseña: parece que, en realidad el imperio no se ha movido casi socialmente desde la Alta Edad Media como si nada hubiera cambiado desde el reinado de Justiniano, ochocientos años atrás. Una crítica que me parece válida. Ahora, obviando eso, el libro es una buena ucronía, con un protagonista que madura y evoluciona cuento a cuento, pasando de un tipo entusiasta en sus inicios a alguien con cierto cinismo incorporado en su pensamiento. Y con la aparición de varios secundarios muy bien armados (el
burócrata egipcio que quiere a toda costa que se solucione el problema de la huelga sin arriesgarse ni un poco en su puesto, el fabricante de pólvora con nervios de acero, el médico cínico y ateo con un pasado que lo ha dejado así, y sobre todo, la fabulosa agente secreta persa, verdadero número opuesto de Argyros), el resultado es una sucesión de historias que se leen de un tirón, disfrutándose a cada momento. Nada que decir. Si pillo más ucronías escritas por Turtledove, las voy a leer.
“Vi mi primer copia de Weird Tales en agosto de 1927, y sus páginas abrieron un nuevo mundo para mí. Se convirtió en una suerte de libro del Apocalipsis no canónico” (Roberto Bloch)
El cuerno de caza (The sound of his horn, 1952)
Autor: “Sarban” (seudonimo de John William Wall
Por Roberto Barreiro
Colección: Spectrum Edita: Minotauro, Buenos Aires, 1962
Leyendo en el Kindle un libro llamado “The World Hitler Never Made” (un estudio histórico sobre todas las historias ficticias donde HItler y la Segunda Guerra Mundial cambia respecto a la historia ocurrida y que no sé si corresponde reseñar aquí) mencionaban este libro como uno de los primeros ejemplos británicos sobre el tema. Como vengo con ánimo de leer ciencia ficción y fantasía y lo tenía a mano en la biblioteca, me metí en sus páginas a ver qué tal me parecía. La novela cuenta la historia de un prisionero de guerra británico que, al huir del campo de detención, termina de una manera inexplicable, viajando cien años en el futuro a una linea temporal alternativa donde el Tercer Reich ha ganado la Segunda Guerra y domina de manera incontestable Europa. Y el tipo está dentro de la finca privada del sucesor de Hitler de esos años, cuyo hobbie es salir a cazar humanos de “razas degeneradas” cual animales, en una versión fantástica de “The World`s Most Dangerous Game”. Total ¿quién le va a decir nada al Führer? Desde ya, todo termina con nuestro muchacho perseguido por la horda de cazadores nazis y salvado por una muchacha que también es presa de estos tipos. La
chica muere para que el tipo se salve y vuelva a su universo original. Digámoslo de entrada: los años triunfantesn o han convertido a los nazis en menos malvados. Por el contrairo tienen una actitud de aristócratas brutales al os que la vida humana le vale un pepino.. El mensaje está claro: si no hubiéramos peleado ocn tra los nazis, el futuro hubiera sido un desastre para la dignidad humana con tipos clasificando a las personas en razas superiores e inferiores, estas últimas convertidas básicamente en criaturas subhumanas especializadas en servir a los amos o morir como bestias. Sutil como gancho al hígado la fabulita. Lo que era lógico si pensamos que la guerra había terminado hacía apenas siete años y todo el mundo tenía relativamente fresco los padecimientos británicos de esos años. Pedir que los nazis fueran otra cosa hubiera garantizado de ser acusado de filonazi en un instante. Respecto al estilo, el relato recuerda el estilo de las historias fantásticas de fin de siglo o incluso una versión retorcida de un cuento de las Mil y Una Noches, con una atmosfera pesadillesca que acentúa la bidimensionalidad de los personajes y ese tono de fábula que describía más arriba. Que, al estar escrito en la década de 1950, atrasa irremediablemente. Igual que la caza del zorro o la aristocracia británica, a la que Sarban, un diplomático de carrera en la vida real, pertenecía. Si están interesados en la ciencia ficción ucrónica, peguenle una leída a este libro. Si no, ahórrense el trabajo.
Universo de locos (What Mad Universe, 1949) Por Roberto Barreiro
Autor: Fredric Brown Colección: Galaxia Edita: Sudamericana, Buenos Aires, 1974
Digamos de entrada que soy parcial por razones sentimentales a este libro. Es que fueron esta novela y Marciano, vete a casa (también de Brown) las novelas que me hicieron por un tiempo lector de ciencia ficción. Claro, después descubrí que la mayoría de los escritores de ciencia ficción escribían con la gracia de un profesor de química muy aburrido (de hecho, varios lo eran) y se me pasó un poco la afición por el género. Pero mi amor por Brown siempre ha quedado ahí y este libro tiene ya varias relecturas en todos estos años. Y todavía lo sigo disfrutando. Es un relojito. Lo que pasa, pasa convincentemente de acuerdo a las reacciones de los personajes. El protagonista principal está siempre encontrándose en orsay por una cosa que dice o hace sin querer. Es que vivir en un universo alternativo puede ser estresante. La historia comienza así: en el futuro cercano (cercano para 1949) de 1954, el primer cohete no tripulado rumbo a la Luna falla y se termina haciendo pelota en la Tierra, en una mansión de fin de semana de un magnate de la prensa. Justo al lado de un editor de una revista de ciencia ficción –que suspira por una colega- y, en vez de ser
boleta, termina siendo enviado a un universo paralelo donde los viajes espaciales son una realidad, con monstruos lunares paseando como quien no quiere la cosa pro la ciudades, nieblas que apagan toda la luz y fomentan el crimen, un conflicto con una malvada especie extraterrestre empeñada en eliminar a la mandad y un héroe galactico que hace que Flash Gordon sea en comparación un alfeñique de 44 kilos. Y claro, al tipo en ese mundo lo confunden con un espía de la raza extraterrestrre y lo andan queriendo matar por todos los medios. Con lo que le pobre editor debe esconderse , evitar meter la pata con las leves diferencias entre ambos universos y lograr que el gran Heroe Galactico le de bola y halle una manera de volverlo a su universo. Todo eso en un tono “tongue in cheek” muy divertido (queda clarísimo que Brown está riéndose de la ciencia ficción de esos años, donde predominaba la “space opera”) y usando el concepto de los universos paralelos de una manera notable (la explicación de porque cayó en ese universo y no en otro no será muy científica pero funciona de una manera “nerd”). Incluso se da el gusto de bajar las expectativas a las ambiciones de los aficionados de la ciencia ficción en esos años al hacer que llegue a la Luna, baje y se desilusione por lo aburrido que es el paisaje (esto en plena furia por la carrera espacial). Tal vez no haya el humor desembozado de “Marciano , vete a casa” pero la historia resulta de por si absurda. Por cierto esta novela fue la que le abrió definitivamente a Brown el mercado de la ciencia ficcion, donde continuaría
por años (el otro era el género policial). Y todavía hoy sigue siendo una de esas novelas que se pueden releer una y otra vez.
“El humor no es en si mismo una historia. Si usted está escribiendo una historia graciosa, cerciórese de que, si se substrae lo gracioso, lo que quea siga siendo una historiade ciencia ficción razonablemente buena en sí misma” (Isaac Asimov)
Ciudadano del espacio (Citizen in space, 1955) Por Roberto Barreiro
Autor: Robert Sheckley Colección: Nebulae nº 12 Edita: Sudamericana, Buenos Aires, 1978
Imaginen un episodio de La Dimensión Desconocida escrito por Jonathan Swift o por Mark Twain. Ahora conviértanlo en cuento y pongan doce de estos dentro un mismo libro. El resultado es este libro. Robert Sheckley usa la ciencia ficción como una plataforma para reconstruir la sociedad con certeza y profundidad. Si vos crees que Ray Bradbury es una voz crítica de la sociedad moderna, te vas a quedar de piedra ante los planteos de este autor. Cada uno del os cuentos de esta antología es un análisis demoledor de la realidad. No hay un cuento con desperdicio así que vayamos brevemente uno por uno. “La montaña sin nombre” usa la idea del planeta como entidad viviente que quiere sacarse de encima a esos molestos piojos con pretensiones llamados humanos de su superficie. Lo que hoy es parte de la teoría de Gaia que reivindican algunos sectores ecologistas y las preguntas sobre desarrollo sustentable que hoy nos preocupan las tenemos planteadas en este cuento que es de 1955. Si eso no es futurología…
“El contador” es un breve paso de comedia sobre una familia de brujos y su hijo oveja negra empeñado en estudiar… Contabilidad. “Caza difícil” pone a un boy scout extraterrestre tratando de cazar a unos humanos para ganarse su medalla de pertenencia. “Un ladrón en el tiempo” es un ejercicio brillante de viajes y paradojas temporales. “Un hombre de suerte” es devastador. Lo que empieza como una reflexión sobre lo bien que me va termina convirtiéndose en un relato posapocalíptico. En solo tres páginas. Maravillosamente efectivo. “No tocar” trata el contacto entre humanos y extraterrestres como posiblemente pasará: sin ninguno de los implicados entendiendo nada del otro y felices de terminar con eso lo antes posible. Y con unos momentos hilarantes cuando uno ve a los humanos metidos en la nave espacial extraterrestre intentando robarla y encontrándose con que pueden convertirse en una trampa mortal. “Algo a cambio de nada” debería ser de lectura obligatoria antes que alguien pida una tarjeta de crédito o un préstamo personal hoy día. Porque lo mas probable es que terminen como el protagonista. Pero por lejos, el mejor relato de todos es “Un pasaje a Tranai”, una demoledora reconstrucción de una utopía
funcional que no es tan buena como lo parece al inicio. Hay momentos antológicos que me sacaron carcajadas. Brillante, simplemente brillante. “La batalla” es otro relato que da una vuelta de tuerca sobre el Juicio Final “Autorización para delinquir” es otro gran momento. Una colonia de un planeta alejado debe demostrar a los terrestres que son efectivamente terráqueos y construyen todo lo que creen que debe tener un mundo terráqueo... incluído un delincuente, en un mundo en que hace doscientos años que no pasa nada malo. "Ciudadano del espacio” se ríe de la idea del Estado Gran Hermano, reduciendo la situación al absurdo. Finalmente "Preguntas ingenuas” nos deja con la sensación de que le conocimiento absoluto es imposible. Termina con una de las frases mas demoledoras que leí en la vida y que da perfecto para cerrar esta reseña de este libro imperdible: “Para formular una pregunta, es necesario conocer de antemano gran parte de la respuesta”
Paraíso II (Notions: unlimited, 1960) Por Roberto Barreiro
Autor: Robert Sheckley Colección: Nebulae nº5 Edita: Sudamericana, Buenos Aires, 1977
Tras mi agradable paseo por las páginas de Robert Sheckley, decidí repetir el autor con esta segunda antología de sus cuentos, rogandome que fuera igual de buena que la anterior. Y no salí defraudado. Los doce cuentos de este libro van desde lo entretenido a lo directamente brillante. Otra vez voy a describirlos brevemente para que sepan de que va cada uno “La armadura de paño gris” es uno del os relatos mas flojos, un chiste sobre el amor en los tiempos de hoy y sus expectativas de romance que no salen como la gente espera. Entretenido peor en mi opinión no el mejor cuento para empezar el libro. “La sanguijuela” es mucho mas interesante. Una criatura que se alimenta de energía llega a la Tierra y comienza a crecer… y pro supuesto llegan los militares y solo se les ocurre tratar de que explote. Mala idea para una criatura que se alimenta de energía. La solución ante las fallas del pensamiento militar (que para Sheckley evidentemente son dos palabras antónimas) la tienen los científicos y el mito de Anteo.
“El pájaro vigía” se mete en la prevención del crimen antes que sucedan y los errores que pueden ocurrir si se hacen de manera automatizada. Y de una manera mucho más entretenida (y de más mala uva) que la que aparece en la fukin peli con Tom Cruise. “El viento” es un relato de un explorador enfrentandose a un huracán extraterrestre ... y con una vuelta de tuerca brillante la final. Si leyeron alguna vez la primera historia de Alfonso Font sobre Clarke y Kubrick, el relato esta basado directamente de este cuento. “La mañana siguiente” es otro relato meramente entretenido de un tipo encontrándose en medio de una atmósfera hostil de otro planeta y sobreviviendo. Con “Problemas con los nativos” no pude parar de reirme. Tome un inadaptado social que se va a vivir solo a un planeta paradisíaco, unos colonos absolutamente convencidos de su superioridad racial y que confunden al protagonista onc un nativo del planeta, listo para ser dominado y/o exterminado y sumele el viejo truco del romance con la chica del otro lado y consiguen una maravillosa sátira sobre la colonización, el racismo y la culpa occidental ante esto. Fantástico, impresionante y con un final que me hizo reirme a mas no poder. “Como criar un grifo” es un chiste breve sobre un nerd descubriendo que las criaturas míticas pueden existir… y que no conviene descubrirlas.
“Paraíso II” es otro relato más o menos sobre un planeta paradisíaco que esconde lago muy oscuro en sus entrañas. “Doble indemnización” es excelente. Complejo, enrevesado, usando una idea de ciencia ficción de una manera inesperada. Y con un final tan lógico ocmo inesperado. Es otro de los grandes momentos del libro. “Resistencia” es otro gran chiste sobre el racismo americano. No mas que un chiste alargado eso sí. “El invasor de la alborada” nos deja preguntas sobre la naturaleza destructiva del hombre. Finalmente “El idioma del amor” es otro chiste largo, jodiendo sobre la incapacidad de describir exactamente sobre lo que es el amor. Un chiste brillante. Diría en resumen que este libro es más desparejo que el anterior. Pero, bueno, el otro era brillante. Este es meramente excelente. Nada que hacer: Sheckley es un capo.
¡Enigma! (The Shadow Girl, 1929) Por Roberto Barreiro
Autor: Ray Cummings Colección: Selecciones de Ciencia Ficción nº 39 Edita: Cénit, Barcelona, 1962
Nueva York, en el extraordinario futuro de 1962. Tres amigos (dos hombres y una chica) se preparan para ver una transmisión experimental de televisión cuando comienzan a recibir imágenes de un edificio extraño que aparece en medio del pasado y el futuro. Cuando llega al Central Park del presente, baja una extraña chica. Al descubrir que, efectivamente se materializó por un tiempo dicho edificio, los protagonistas comienzan a buscar a la extraña chica. Que se haya secuestrada por un extraño jefe de clínica mental privada, en cuyo interior hay un edificio sin techo donde ocurren cosas extrañas. Resulta que el médico es un viajero del tiempo que ha viajado por el tiempo juntando personas dispuestas a tomar el control del planeta durante el punto de mayor expansión de la civilización humana, en el año 2445. La chica, su hermano y otros viajeros del futuro están intentanod detenerlo y los protagonistas – uno de los cuales irremediablemente se enamora de la mujer del futuro- auxiliarán. Todo para terminar con una gigantesca y sangrienta batalla en la Nueva York del siglo XXV, donde todo se definirá con el uso de un arma poderosísima…
Esta es una novela del primer período de la ciencia ficción, cuando todavía los clisés del género no estaban consolidados. Ray Cummings, su autor, fue uno de los mejores autores de ese período, contando historias donde los detalles técnicos no se convertían en un lastre para el desarrollo de la historia. No por nada esta novela se serializó en el pulp Argosy (la revista de relatos más importante de los pulps en términos de reconocimiento popular por esos años) y no en alguno de los recién nacidos pulps de ficción científica (que, seamos sinceros, tenían por esos años autores bastante soporíferos de leer). Y se lee como una novela de aventuras con trucos científicos en el medio, con el recurso del viaje temporal dando fuerza a la narración, convirtiéndose en una historia imparable, donde todo puede pasar y el villano – que es malo y le gusta serlo- está hasta último momento con todas las posibilidades de ganar. Además, como la novela resultaba algo corta para el libro, la gente de Cenit agregó como complemento “El juego de la rata y el dragón” de Cordwainer Smith. Que no tiene nada que ver ni temática ni estilística ni temporalmente con Cummings (de hecho el cuento no tiene ni título ni autor en la edición) pero sigue siendo uno de los mejores cuentos de un tipo capaz de escribir grandes cuentos. En suma, si son aficionados a la ciencia ficción y encuentran una copia de este libro, páguenlo. Es entretenido y sabe usar su premisa para hacer una historia trepidante. Y Cummings es un autor que vale la pena reveer.
Los Mentales Por Roberto Barreiro
Autor: “P.G.M. Calin” (seudónimo de José García Martínez-Calín) Colección: Infinitum nº 10 Edita: Ferma, Barcelona, 1965
Digamos que tenemos a diez seres de capacidades casi omnipotentes llamados los Mentales, del os cuales, inexplicablemente, ocho mueren al inicio de la historia. Y los otros dos están intrigados con lo que les ha pasado. Y mientras miran el desarrollo de un universo completo, encontrando que hay especies inteligentes que quieren aniquilarlos, otras que solo saben de conquistar y una –la terrestre- que tiene la posibilidad de trascender a sí misma. Desde ya, este es un relato de ciencia ficción cósmica, donde los milenios pasan con más facilidad que los cigarrillos de marihuana en un concierto reggae. Los protagonistas son de dimensiones tan poderosas y con tiempos tan largos que básicamente podemos decir que son Dios (aunque no lo son, como nos enteramos al final sino que… nah, no lo voy a arruinar). Desde sa perspectiva, el resultado es un poco como esas historias de Olaf Stapledon, que cubren eones de historia de la galaxia con descripciones áridas y menos emotivas que el informe contable anual de una empresa.
Por suerte, cuando el escritor baja a la esfera de los seres mortales, la cosa se pone mas entretenida. Los esfuerzos de una red de civilizaciones para aniquilar a su Mental es una pequeña epopeya (trágica) dentro del libro que se sostiene con interacciones muy bien llevadas y no exentas de humor por momentos. Esta es una de las novelas de ciencia ficción de autores españoles que aparecían dentro de las editoriales españolas en esos años, en colecciones con un poco más de calidad que los típicos bolsilibros del período (para que quede claro, me remito a éste artículo). Bajo el seudónimo se halla Jose García Martínez-Cailin, un tipo más conocido por su trabajo humorístico dentro de revistas como La Codorniz, Can Can y que , en los setentas, dirigiría El Cocodrilo Leopoldo. Su faceta literaria apunta a mucha literatura de género, como la serie humorística/policial Gay Flower, con un detective homosexual que resuelve casos bastante absurdos. NO se prodigó mucho en la ciencia ficción, por lo que sé. Sin ser un clásico del género (ni siquiera dentro de la ciencia ficción hispánica), esta es una novela que puede llegar a entretener a los aficionados al género, especialmente si les gusta esos relatos cósmicos donde cada capítulo implica el paso de milenios. No es lo que a mí me interesa en general en el género, eso sí…
THE END Hora de volver a la realidad cotidiana. Espero que les haya gustado el paseo. Por cierto la gran mayoría de estos textos aparecieron originalmente en en el antiguo blog. Si quieren ver la publicación original solo tienen que apuntar sus cursores a http://elefantes_rosas.blogia.com . Y desde ya pueden seguir leyendo lo que seguimos subiendo al nuevo blog, en http://arbolesmuertosymuchatinta.wordpress.com donde tenemos bastante material para su disfrute (además de otros números de este e-zine para descargar gratuitamente). La nota sobre White Zombie salió originalmente en el número 95 (enero del 2004) en la revista argentina de cine
fantástico La Cosa. Sé que algunos de los textos de Armando también se publicaron originalmente en publicaciones españolas. Están avisados. Y desde ya pueden sumarse a nuestro grupo de Facebook que se llama (en un arranque de originalidad) igual ue el blog y que la revista. Nos vemos Roberto Barreiro