17 minute read
La revis ta Isis dedi cada a his toria de la ciencia cumple 100 años
La revista Isis (dedicada a historia de la ciencia) cumple 100 años Isis
Norma Isabel Sánchez 1
Advertisement
RESUMEN: Han trascurrido 100 años desde que el belga George Sarton diera a conocer el primer número de la revista Isis. No es un dato para dejar pasar: por su continuidad y su calidad. Una vista rápida por sus índices permite encontrar los nombres de algunos de los principales historiadores de la ciencia. Mantiene la tendencia a publicar artículos del ámbito anglosajón y su apertura a mencionar o ubicar producciones del ámbito latino es limitada. Aun así, le rendimos nuestro homenaje.
ABSTRACT: 100 years have passed since the Belgian George Sarton had issued the first number of the magazine Isis. There is data for passing: by continuity and quality. A quick view by index to find the names ofsome ofthe leading historians of science. Maintains the tendency to publish articles ofAnglo-Saxon and openness to locate productions mention or Latin scope is limited. Even so, we pay our homage.
Estamos en el año del centenario de la revista que creara George Sarton, una de las más prestigiosas dentro de la especialidad. Antes de tal aparición, no existía una cantidad significativa de publicaciones con tal orientación. Si bien la ciencia (en sentido amplio) tiene una gravitación de miles de años y han existido libros y series de revistas que de ella se ocupan (algunas de difusión) no son muchas las tiradas periódicas de tal tenor y mantenidas en el tiempo De ahí, el mérito de esta.
George Sarton (Bélgica, 1884-EEUU, 1956)
Fue un hombre de dos continentes. Estudió en la Universidad de Gante (Flandes) y se doctoró en matemáticas con una tesis sobre la mecánica newtoniana (1911). Al tiempo, con 30 años, funda la revista que nos ocupa. La nota editorial, del número uno, L´histoire de la science, le insumió 43 páginas y la dató en diciembre de 1912. Salió al año siguiente y en la tapa apareció el grupo de sus patrocinadores (marzo de 1913) 2 . Poco después, se cierra la etapa belga de esta serie pues, invadido su país natal, por los episodios propios de la Primer Guerra Mundial, Sarton se muda a Gran Bretaña y, a continuación, a EEUU, a donde llegó en 1915. Vivió fuera de su patria el resto de su vida. Se instaló en Massachusetts y se vinculó con el Carnegie Institut, con una oficina en la Universidad de Harvard. En esta casa de estudios dictará Historia de la Ciencia (entre 1916 y 1951), en una época en que la cátedra no estaba totalmente institucionalizada, sino más bien, se enseñaba a través de cursos, en ocasiones discontinuos. Será un programador de la enseñanza y un sólido y consecuente difusor de la historia de la ciencia 3 . Con su traslado, comienza un segundo momento para la publicación. En 1924, al crearse la History of Science Society (HSS, de la que han sido algunos de sus directores: Henry E Sigerist, I Bernard Cohen, Charles G Gillispie, Tomas S Kuhn, además del mismo Sarton), la revista Isis pasó a ser su órgano oficial 4 .
3 En 1941 se creó en Madison (Wisconsin) el primer Departamento de Historia de la Ciencia, pero permaneció inactivo hasta el final de la guerra. Sólo entonces llegaría a generalizarse esta iniciativa (muy pronto imitada en Gran Bretaña) y la nueva disciplina adquirió carta de naturaleza en las universidades anglosajonas. En 1947, I Bermard Cohen alcanzaría por vez primera el grado de doctor en historia de la ciencia con una tesis sobre Franklin que había supervisado el propio Sarton.
Sarton la dirigió por cuatro décadas e hizo las notas editoriales hasta 1952. Había llegado e instalado en el país que, neutral solo al principio de la gran contienda, emerge de este conflicto bélico, robustecido y deseoso de apoyar las manifestaciones de la ciencia en general (algo equivalente acontecerá después de la Segunda Guerra Mundial). Aun así, no puede olvidarse que tuvo que transitar (tanto Sarton como su cara creación) el período difícil de la década de 1930. Alguna marca dejó la posterior etapa de la Guerra Fría, cuando los dos bloques antagónicos se medirán en todos los ámbitos. Algunos dicen ver rastros de tales situaciones al pasar la vista por los índices de la colección completa de Isis Nuestro referente integrará la Unión Internacional de Historia de la Ciencia y otras sociedades con equivalente orientación, de Bélgica, Holanda, Alemania, Italia, Suecia e Israel. No debe olvidarse que también fundó Osiris (esta, con una edición anual y aquélla, trimestral).
Los estudios de historia al principio del siglo XX
La centuria se inauguraba con un cierto interés por la historia como ciencia, como reconstrucción rigurosa del paso del tiempo, aun reconociendo que siempre resultará imposible cubrir las mil y una circunstancia que explican un suceso o cambio y que es necesario romper con la concepción estereotipada de la ciencia y sus protagonistas como herméticos e inalcanzables. - Se mantiene el atractivo por Augusto Comte, autor del Discurso sobre el espíritu positivo (más defensor de las generalidades que de las especialidades) y por el marqués de Condorcet (autor de El progreso del espíritu humano); quienes aceptan, como innegable, el progreso científico, en tanto colectivo, objetivo, acumulativo, de encadenamiento, de descubrimientos. - Irrumpe con fuerza Henri Berr, responsable de Revue de synthèse historique, fuente de inspiración de los Annales franceses, que tanta gravitación tendrán para una posterior revisión de los enfoques históricos. - Otro, no de menor gravitación, fue Moritz Cantor: matemático, filósofo e interesado por la historia de la ciencia. - Se difunden los postulados de Ernest Mach, defensor del empirocriticismo: para la ciencia solo vale lo empíricamente comprobable, que toma con simpatía la “mejora continua” (sin que sea ciego para reconocer la existencia de las discontinuidades). - A esto se va a sumar la propia impronta y reflexión sartoniana, que aparece claramente delineada en afirmaciones (que, a veces, tomamos textualmente y, otras, parafraseamos) como: a) Mi “vida fue dominada por dos pasiones: el amor por la ciencia, o, si se prefiere, el amor por la racionalidad, y el amor por las humanidades” 5 .
Académie publicó asimismo Archeion, luego bautizada Archives Internationales d’Histoire des Sciences.
b) Ciencia y civilización: conforman una unidad. Puede aceptarse que el hombre -antes de entrar en la civilizaciónhaya fabricado algunos utensilios y mirado el cielo para comprenderlo, los ríos para analizarlos, los factores climatológicos. Pero, ciencia, ciencia (en sentido más o menos estricto) no se logra hasta el asentamiento de los pueblos. c) La historia de la ciencia (que es historia de la verdad), es un método de investigación. Es, “el relato de una prolongada lucha, que no ha de tener fin, en contra de la inercia de la superstición y de la ignorancia, en contra de los hipócritas y de los mentirosos, en contra de los engañadores y de los que se engañan a si mismo, en contra de todas las fuerzas de la oscuridad y el desatino 6 . d) En verdad, la actividad científica es la única que, evidentemente, e indudablemente, es acumulativa y progresiva 7 . Por “poco que sepamos, por pequeño que sea el poder que poseemos, somos deudores de los esfuerzos acumulados de nuestros antepasados” 8 . e) “La curiosidad científica, por ser la principal fuente del progreso, es también por esencia el principal motivo de cambio del mundo” 9 . f) “Es infantil suponer que la ciencia comenzó en Grecia; el ´milagro´ griego fue preparado en Egipto, Mesopotamia y, posiblemente, en otras regiones por una obra de varios milenios” (como la del Mediterráneo oriental). Por eso, considera la ciencia helénica, más que una invención, un renacimiento. g) Todo buen historiador de la ciencia, para no decir todo historiador de la medicina, es necesariamente un historiador de la sociedad, un historiador social. No se puede dejar de valorar a las creencias (tan presente en muchas culturas cuando hacen la relación: pecado humano/castigo divino), a la medicina popular, a las disputas teológicas, a las tendencias de moda y sus opuestos. Sarton conocía muy bien el griego y el latín (además de otras lenguas), tenía marcado interés por ser riguroso con los datos, las referencias espaciales, la filología …; lamentamos que tanto tiempo le llevaran aquellos siglos y no haya avanzado hacia etapas más cercanas.
1965, 2º tomo (o tercer volumen), p XV.
6 (Sarton) “La historia de la ciencia y los problemas contemporáneos”; en: Historia de la ciencia y el nuevo humanismo. Rosario (Argentina), Editorial Rosario, 1948, p 153.
7 (Sarton) Historia de la ciencia y el nuevo …, p 23. Sus contemporáneos y/o coetáneos (al modo de Rey Pastor, Mieli, Papp, Babini, para citar sólo los que trabajaron entre nosotros), adherían a esta mirada; las nuevas camadas de los que hacen historia de la ciencia, disiente parcial o totalmente de tal aseveración.
8 (Sarton) “La fe de un humanista”; en: Historia de la ciencia y el nuevo …, p 16.
Libros y revistas de Sarton
- 1912: prepara Isis (que sale en marzo del siguiente) 10 . - 1927-1948: Introducción a la historia de la ciencia (3 vol; completa solo hasta finales de la Edad Media/co mienzos del siglo XIV) - Elabora artículos para la Enciclopedia Británica - 1931: Historia de la ciencia y el nuevo humanismo 11 - 1936 aparece la revista Osiris, que daba espacio a artículos más técnicos. También pertenecería a la HSS 12 - La vida de la ciencia - 1936: El estudio de la historia de la matemática - 1952-1959: edita el primer tomo de Historia de la ciencia (que concibe completar con unos cuantos más); en 1956 terminó el segundo (que cerró en la ciencia y cultura helenística) 13 .
10 En el Departamento de Humanidades Médicas (Instituto y Cátedra de Historia de la Medicina; FM/UBA) hay un número pequeño de esta serie.
11 Entre nosotros, José Babini fue el responsable de la traducción al castellano. También, de La vida de la ciencia (1952).
12 No es un dato menor que para las dos revistas eligió nombres de dioses egipcios. - 1956: tiene listos dos tomos de su intento de una historia de la cultura desde la mirada de la ciencia, que iría desde la Antigüedad hasta el 1900. - 1957: Seis alas 14
Alguna vez escribimos (y mantenemos esta afirmación): su enfoque ha sido, injustamente acusado “de datista o de escasa conceptualizad. Una lectura serena de la producción … no permite aceptar ese simplismo. Es más, en sus escritos están insinuadas o anticipadas algunas ideas que otros autores, considerados ´conceptuales´, levantan o desarrollan” 15 .
Isis
En la línea de esta revista, hay pocos antecedentes. Algunos han sido: Archiv für die Geschichte der Naturwissenschaften und der Technik (Archivos de Historia de la Ciencia y la Tecnología; nacida en 1909) y Rivista di storia critica delle scienze mediche e naturali (Revista de historia crítica de las ciencias médicas y naturales; también de 1909). Después,
castellano que publicó Eudeba (con una primera edición en 1965 y otra en 1970). La empresa editora argentina pasaba por un momento destellante, donde mucho tenía que ver este historiador.
14 Publicada por Eudeba.
diferente será la situación; valga como ejemplo que, poco después, nació Archeion. Le llega el turno a Isis. Dijimos que tiene una etapa belga y otra americana y se transformó en el órgano oficial de la HSS. Sarton hizo las notas editoriales hasta 1952, con un total de 43 volúmenes. Fue su continuador inmediato I Cohen Bernard, que cubrió el período 1953 a 1957, con los volúmenes 44 a 48. En una tapa leemos: Isis. An International Review devoted to the History of Science and its Cultural Influences; Official Quarterly Journal of the History of Science Society. Founded in 1912 by George Sarton 16 :
“This is the first issue of Isis, since the establishment of the journal in 1912, to be published under an editorship other than that of its distinguished founder, George Sarton”.
Después la dirigieron Harry Woolf, Robert P Multhauf, Arnold Thackray En 2009 llegó al número 100 y continúa: en el año 2013 editó el 104. Sarton consideraba que hay, desde el punto de vista de la ciencia y su complejidad (que lleva a un espacialismo), dos tendencias: una analítica (propia de la decimonónica centuria) y otra de síntesis (como la de la antigüedad griega, el Renacimiento y el cartesianismo). Desea que la revista sea de síntesis y crítica (esta, en particular, elaborada desde el editorial). Hace esfuerzos por mantener una mirada generalista, por defender la unidad (por eso insistía en historia de la ciencia y no historia de las ciencias). Pasado un tiempo, como es común y aceptado que acontezca, llegaron nuevos enfoques, kuhniano, foucaultiano, mertoniano, el de Koyré, … ¿y hoy? La misma Isis, con sus cambios y transformaciones potsartonianas, sustenta algunos de sus postulados, dado que complementa el ¿quién? con el análisis de la comunidad, del campo social, institucional, de las competencias. Bueno es tener en cuenta tal mirada; dado que vemos aparecer intentos (varias veces, poco valioso) de hacer historias de hospitales, de instrumentos, de políticas de Estado … donde, nos parece advertir que, si bien tienen pomposos títulos, están algo lejos de ubicar el asunto en contextos amplios, que permitirían sacar conclusiones más sesudas y no tan precipitadas, apresuradas; tal vez, porque hay un afán, casi desmesurado, por “ser original”, por “decir algo nuevo”, cuando todavía no comprenden la sociedad -mediata e inmediata- en su conjunto. Al localismo le falta lo universal; no meditan que, sólo las cosas bien hechas, bien pensadas y estructuradas, derrotan la destrucción del tiempo. En la historia de Isis, hubo, en un principio, pocas referencias a publicaciones o personalidades latinoamericanas o extranjeras/radicadas en esta gran región; situación que cambió. Lo mismo puede decirse de la presencia femenina: de nula al principio (en tanto poco interesadas en este tipo de disciplinas) a, después, muy considerable. Novedad fueron las primeras menciones: al libro de Juan R Beltrán (sobre el Protomedicato, al que mucho criticó), al mexicano Enrique Beltrán, a los brasileños Carlos Chagas y Pedro Nava; el obituario de Aldo Mieli; el detalle de las traducciones al castellano de José Babini; las reseñas realizadas por Sarton a los libros: de Julio Rey Pastor y José Babini, Historia de la matemática (Espasa Calpe, 1951), de Julio Rey Pastor, La matemática superior. Métodos y problemas del siglo XIX. Introducción a la ciencia actual (Iberoamericana, 1951). Le llegó el turno al húngaro, residente en la Argentina, Desiderio Papp y la mención de su libro Ideas revolucionarias de la ciencia, su historia desde el Renacimiento hasta promediar el siglo XX. Sarton escribió, asimismo, el prólogo para el libro de Cortes Plá, El enigma de la luz (Kraft, 1949). Recién en 1964 Babini publicó en Isis una breve nota (en castellano) sobre el matemático Valentín Balbín. En estas pocas últimas líneas, nos han aparecido los nombres de algunos de los más prolíferos y viejos historiadores de la ciencia, con producción en la Argentina en alguna parte de sus vidas. Por extensión, también en nuestro país, la historia de la ciencia conocía un primer conato de institucionalización
La Argentina: receptora de estas ideas
En nuestro país existe, desde 1933, el Grupo Argentino de Historia de la Ciencia, que se organizó como una filial de la entidad internacional: Académie Internationale d´Histoire des Sciences (que, anticipamos, nació en 1929). En su incipiente estructura se destacó el matemático español Rey Pastor 17 , secundado por el químico Umberto G Paoli. Se afianzó, aún más, con la llegada al país de otro químico e historiador, el italiano Mieli 18 (quien era en esos años se
17 Rey Pastor (España, 1888-Argentina, 1962) llegó invitado por el Instituto Cultural Español de Bs As; colaboró en la reorganización del plan de estudios del doctorado de la UBA y fundó el Instituto de Matemáticas de Bs As, que dirigió durante 35 años. De 1943 a 1952 fue profesor de Epistemología e Historia de la Ciencia (FFyL, UBA, cátedra creada en 1927 y de la que fueron los dos primeros profesores Alfredo Franceschi y Rey Pastor). En 1953 regresó a España y dirigió el Instituto Nacional del Cálculo (dependencia del CSIC: Consejo Superior de Investigación Científica, de España).
18 Mieli (Italia, 1879-Argentina, 1959). Fue un temprano colaborador de Isis. Inspiró el periódico internacional Archivio di storia della Scienza (1919), que cambió de nombre en 1927 por Archeion. Llegó a la Argentina en 1938 (donde trabajó en la UN del Litoral) y mantuvo esta revista con la leyenda: Publicación del Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe. Órgano oficial de la Academia Internacional y Centro Internacional de Historia de las Ciencias. Sacó un total de 12 ejemplares (tomos XXII a XXV, 1940-43). Después reapareció en París como: Archives Internacionales d´Histoire des Sciences (Publication
cretario de la citada academia). El consorcio inicial estuvo integrado, además, por Gregorio Aráoz Alfaro, Bernardo A Houssay, Juan R Beltrán y algunos otros. Es entonces cuando el GAHC pasó a denominarse Junta Argentina de Historia de la Ciencia; finalmente se impuso el viejo nombre 19
trimestrielle de l´Union Internationale d´Histoire des Sciences, con subvención de la Unesco).
19 Cfr.: La Semana Médica. Bs As, año LXXXIII, nº 4.955, tº 149, nº 6, 12 agosto 1976, p 209-11 (crónica, firmada AGKL). Nota: En el Departamento de Humanidades Médicas puede verse (en el área Archivo) un pequeño material original que está relacionado con la etapa de la Junta Argentina de Historia de la Ciencia. Nota: Sus presidentes: Rey Pastor (1933-9), Gregorio Aráoz Alfaro (1940-55, cuando se llamó Junta …), Jose Babini (1956-84), Desiderio Papp (1984), Alfredo G Kohn Loncarica (1985-93), Carlos D Galles (1994-8), César J Lorenzano (1998 hasta hoy).
y se sumaron nuevos integrantes, como Cortes Pla, Papp 20 , Babini 21 . En 1953 se incorporó a División Historia de la Ciencia de la Unión Internacional de Historia y Filosofía de
20 Papp (Hungría, 1895-Chile, 1993). Profesor de Historia de la Ciencia en las Universidades de Santiago y de Concepción (Chile). Profesor Emérito extraordinario de la UBA (Argentina). Colaboró desde el tomo 6º con el Panorama general de historia de la ciencia (que inició Mieli). Participó de más de un congreso de la IHS (por ejemplo, sabemos que lo hizo en 1968 y en otros). Fue miembro de la Académie Internationale d’Histoire des Sciences.
21 Babini (Argentina, 1897-1984). Matemático e ingeniero civil; sólido colaborador de Rey Pastor y de Mieli. A la muerte de éste, junto a Papp completó el Panorama general de historia de la ciencia. Integró el directorio del Conicet, fue el primer presidente de Eudeba. Numerosos han sido sus artículos y libros; algunos referidos a la ciencia argentina (a diferencia de Rey Pastor, Mieli y Papp, que se dedicaron, preferentemente, a la ciencia universal).
las Ciencias (que más tarde, pasó a ser integrante del ICSU (International Council of Scientific Unions) y organismo consultivo no gubernamental de la Unesco.
¿Cuánto gravitó Sarton e Isis entre nosotros?
Lo primero que ignoramos en cuántos habrán estado suscriptos a Isis, o la habrán leído con continuidad. Nos constan unos pocos nombres. ¿Y hoy? Algunos critican las convicciones universalistas que guiaron al belga y que inspiraron a un puñado de “nuestros” primeros historiadores de la ciencia (Ya Mieli y Papp, ya …), quienes, por su parte, tuvieron interés por ser “reconocidos” por Sarton (con poco éxito) y, tal vez, quien más lo logró fue Babini. Lo valioso está en que todos estos fueron capaces de evitar la rebanada entre cultura científica y cultura humanística. En general, en la actualidad (con excepciones) hay una tendencia a hacer análisis puntuales, de corto tiempo. Desconocemos las razones: una, puede ser la moda; pero otra, tal vez la verdadera, lo complejo que resulta brindar panoramas amplios (no imposible; sí, seguramente, de un esfuerzo muy demandante). Hay una permanente crítica a los trabajos de los “viejos” historiadores de la ciencia y nos preguntamos ¿ha aparecido la obra que los mejore, los actualice, los complete, con rigurosidad y calidad? De ser así, estamos deseosos de poder disponer de ella o ellas, para reemplazar a los textos “perimidos”. Esta irónica pregunta no implica ignorar que aquellos libros pertenecen a otra época, que son perfectibles; y, de igual modo, que algunas de las producciones actuales son menores, repetitivas, reelaboradas (que aparecen en más de una revista y/o libro, con pocos cambios), casi sin consulta de fuentes y documentos. En resumen: son de difusión, para un público que desea “un barniz”, aspira a una lectura rápida. Estamos en la postmodernidad, en el mundo líquido, en la era del vacío. Aun así, no bajemos los brazos: para los entendidos (o aspiran a serlo) está faltando un panorama sesudo.