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Homenaje al Prof. Dr. Federico Pérgola Laura Pérgola
HOMENAJE AL PROF. DR. FEDERICO PÉRGOLA
Laura Pérgola
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Cuando me senté a escribir estas palabras, me puse a pensar qué diría él si supiera que lo estamos homenajeando y recordé que la última vez que asistió a un acto en el que le entregaron un reconocimiento, me dijo: “ya me ven muy viejo y pensarán que estoy por morirme, por eso me entregan premios”. Así hablaba de la muerte… con la misma naturalidad que de la vida, esa vida a la que él estaba tan aferrado y que no quería soltar. Es que justamente se dedicó a cuidar la vida de muchos y a enriquecerla con sus enseñanzas, porque no solo fue un apasionado del arte de curar sino también del arte de enseñar. Y en eso era bondadoso porque le gustaba transmitir sus conocimientos y colaborar con la formación de quienes le pedían un consejo o a quienes les dirigía una tesis.
Seguramente me hubiera llamado varias veces para preguntarme si estaba escribiendo estas palabras y si necesitaba su ayuda.
Y también pienso que llegó a sus 87 años porque nunca dejó de tener proyectos… Su pensamiento quedó plasmado en su vasta obra, de alrededor de 75 libros y cientos de artículos. Siempre tenía un libro pensado para escribir, tal es así que en su último año de vida trabajó, junto con el Dr. Okner, arduamente en su libro Historia universal de la medicina, tal vez su obra más representativa. Y ya tenía en mente otros libros, que lamentablemente no pudo llegar a escribir pero sé que algún bosquejo ha dejado en su “ordenador”, como le gustaba decir y discutía conmigo, porque yo le insistía con que no debía ser tan purista del idioma, ya que todos hablamos el mismo español, con nuestros propios regionalismos, modismos e, incluso, dialectos. Porque también era un apasionado de la palabra, esa que media en la relación médico-paciente. Él decía en uno de sus artículos: “el médico de hoy no solo debería pensar muy bien sus palabras, sino que antes de hablar al paciente tendría que considerar siempre: 1) si sus palabras serán útiles al enfermo, 2) si son absolutamente ciertas, 3) si es necesario pronunciarlas y 4) si son del todo desinteresadas”.
La medicina era, sin dudas, su gran pasión. Le dedicó todos sus días… Él mismo llegó a reconocer que la medicina le quitó horas de estar con su familia y que sin el aguante de nosotras, de mi madre, no hubiera logrado escribir tanto. Para él el médico debe estar en una “educación médica continua”, porque la verdad cambia y los médicos siempre deben estar estudiando.
Amaba profundamente esta Facultad, a la que también le costó dejar. Ejerció con extrema dedicación sus cargos de Secretario de Desarrollo Docente y la dirección de este Departamento. Con mis hermanas le decíamos si hacía faltar seguir viniendo, pero para él el no venir; el no caminar por estos pasillos y saludar a todo el mundo; el no hacer miles de recetas a quienes le pedían; el dejar de participar de reuniones de doctorado, de ética; etc., era un imposible. Gran parte de su vida transcurrió en este lugar… Quién sabe por qué inspira tanta pasión… y no puedo yo decir mucho porque también disfruto mis días en la UBA, acá o en Puan. Seguramente sean esas pasiones que heredamos de él, creo que las tres tenemos un poco de cada una de sus grandes pasiones: la medicina, el arte y la escritura.
Otras de sus pasiones fue la cría de canarios, y peces. Porque como él bien decía en una entrevista su interés por la medicina comenzó por la biología. Le gustaba hacer pruebas genéticas, especialmente con los pájaros, con los que obtuvo algunos premios.
Y, por supuesto, su pasión no académica era el fútbol, especialmente, su querido River. ¡No quiero imaginar todo lo que hubiera sufrido el pasado fin de semana! Y vale que cuente esta anécdota, en una oportunidad mis gemelos se quedaron a dormir con él y me dijeron que pensaban ir con la camiseta de Boca… entonces le avisé porque sabía que para él iba a ser un impacto y los esperó con la camiseta de River puesta… Se rieron mucho… Los tres demostraron siempre que se podía convivir aunque no tuvieran la misma pasión…
Además de apasionado también era metódico, ordenado, puntual. La puntualidad era un don en él. Nunca entendí cómo llegaba a horario siempre, cosa que a mí particularmente me cuesta… Hasta alguien