Intersticio vol. 4

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INTERSTICIO

VOL. 4

REVISTA DE INVESTIGACIÓN ARTÍSTICA


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Foto de Kelly Sikkema


Dirección: Víctor Romero Salgado Edición: Elías Aquique Lavat Diseño gráfico: Elias Aquique Lavat para Sodio Comunicación Visual www.sodio.net Corrección de ortografía y estilo: Víctor M. Romero Medina El contenido de los ensayos es responsabilidad de los autores www.intersticio.mx hola@intersticio.mx Circulación trimestral ISSN en trámite Foto de Portada Pop Zebra en Unsplash


Foto de Nico Baum en Unsplash

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INTERSTICIO, CUARTO VOLUMEN

EDITORIAL La relación entre las disciplinas artísticas es algo muy común para los creadores. Al construir un lenguaje propio en las artes el creador dispone de las otras manifestaciones artísticas –desde la filosofía, la historia o simplemente desde el propio lenguaje– de manera paralela. Entre otras cosas, porque “una de las peculiaridades del arte, frente a otros objetos de estudio, es que ningún conocimiento ni ningún movimiento creativo anula a los anteriores”, en palabras del sociólogo Enrique Gastón. Kandinsky, se refería a una complicidad entre disciplinas artísticas expresando que, una vez delimitados los medios de expresión que tiene cada una, al final se vuelven a unir: “Las artes aprenden unas de otras y sus objetivos son a menudo semejantes […] Al profundizar en sus propios medios, cada arte marca los límites que lo separan de los demás, y este proceso los vuelve a unir en un empeño interior común […] Todo lo que sea profundizar en los tesoros escondidos de un arte, es una valiosa colaboración en la construcción de la pirámide espiritual que un día llegará hasta el cielo”. Así, acentuó los paralelismos entre otras disciplinas artísticas con respecto a la pintura, diciendo que: el movimiento es decisivo en la pintura; las figuras, así como los objetos, tienen un sonido básico; igualmente, habló de la necesidad de construir un bajo continuo pictórico. Por otro lado, en el ámbito de la literatura y el teatro, teóricos y artistas se han expresado con frases como: “la música de las ideas, la música de las palabras buscando las manos de la noche teatral”, en palabras de Héctor Azar. En la danza, se ha hablado acerca del cuerpo humano comparándolo con algunas características de un instrumento musical, o incluso, con las de una orquesta. José Limón, como parte de su técnica, exploró las posibilidades y la capacidad de movimiento de cada parte del cuerpo comparándolo con la amplitud de sonidos de una orquesta sinfónica, así como con otras disciplinas artísticas. Asimismo, conceptos que son propios de la física, como la energía y la fuerza, han sido usados en el arte para referirse a lo oculto —lo 5


secreto— que se encuentra latente en la obra de arte, contrario a lo visible o manifiesto: se habla del duende en el argot del flamenco, o de la obra pictórica o escultórica que tiene ángel o toro, o de algún músico intérprete que tenga swing, o blues, entre otros. En Intersticio, nuestra prerrogativa es generar puentes conceptuales entre las artes, y con las diferentes manifestaciones de la vida, desde el ámbito académico, cultural, científico, político, místico y sensitivo. En este cuarto volumen presentamos textos que giran en torno al papel que juegan los oficios del arte ante los diversos escenarios académicos, culturales, políticos y privados; las artes marciales orientales, y los procesos que plantearían una experiencia de vida como arte. También, abrimos una nueva sección llamada Fuga, en donde presentaremos el vuelo del pensamiento creativo en forma de poesía y cuento. Qué disfruten de la lectura.

VÍCTOR ROMERO Y ELÍAS AQUIQUE MAYO DE 2022

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CONTENIDO 5 Editorial

Víctor Romero y Elias Aquique

8 Colaboradores de este volumen Diana Prieto Romero

10 FUGA: PLECOSTOMUS Dul Hernández

15 Los alimentos físicos, espaciales, sonoros, visuales, espirituales del cuerpo que danza Rocío Becerril

20 Cinco Adarves (segunda parte) Alma Karla Sandoval

28 Evocación de Emir Dupeyrón desde el Dragón de Jade Jesús Betancourt

36 Envejecer como proceso de arte Víctor Manuel Romero Medina

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ROCIO BECERRIL PORRAS Maestra en danza y video por la Universidad De Quebec, en Montreal, Canadá. Coreógrafa en la compañía R+R Arte y Movimiento. Desde 1999 alterna su actividad escénica con la educación a través de las artes en comunidades muy diversas: personas con síndrome down, mujeres, adultos mayores y niños. Realizadora y maestra de videodanza y cinedanza desde 1991 a la fecha. En su labor interdisciplinaria dialogan la filosofía, el cine, la historia, la literatura y la ciencia.

VÍCTOR MANUEL ROMERO M. Profesor especializado en metodología, asesor y director de investigaciones en ciencias sociales y humanidades, con experiencia en otras áreas del conocimiento. Catedrático de Escenarios especializados de África, Asia-Pacífico y Medio Oriente en la Universidad Internacional, Cuernavaca, Morelos. Ejecutivo responsable del programa ONG Colombia, Brasil y África en New York Beecker Consulting. Corrector de Ortografía y Estilo de varias revistas universitarias en Cuernavaca, Morelos, y de periódicos en CDMX. Corrector de ortografía y estilo de El Clima en la Historia, El Colegio de México. Corrector de ortografía y estilo de Atlas Etnográfico de Mesoamérica, editorial Larousse, México.

DUL HERNÁNDEZ (Ciudad de México, 1979) Narradora y poeta mexicana. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación con maestría en Literatura por el CIDHEM. Académica universitaria desde hace más de doce años en asignaturas relacionadas con el periodismo y la comunicación. Ha sido integrante de los grupos literarios 7 Cuervos, Tientos y Diferencias, Sujetos, y ahora es parte de Abismos Taller Literario. Cuenta con publicaciones en suplementos culturales como La Caracola, revistas digitales como Talento, y en medios internacionales como la Revista Diáfanis (Argentina) y Revista Nagari (Miami, EE.UU).

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NUESTROS COLABORADORES

J. HÉCTOR BETANCOURT (Ciudad de México, 1973) Residente de Cuernavaca desde 1975. Gestor, cantor y juglar. Es uno de los fundadores del laboratorio poético Dragón de Jade (2003), y ha sido su director desde 2006. Doctor en Estudios Humanísticos por el Tecnológico de Monterrey, ha sido promotor de la música coral, la poesía, las artes marciales chinas, el teatro y la danza Mohiniyattam. Ha sido miembro de los coros Madrigalistas de Cuernavaca, Sociedad Coral Cuauhnáhuac, Coro de Santiago, Coro del Dragón de Jade, Ensamble Vocal Terpsícore, Tiempo de Sabiduría, entre otros. Junto con Ana Patricia Carbajal (Voce in Tempore), desde 2020 organiza la tertulia de directores corales “Voces de Latinoamérica”. Su exploración abarca la convivialidad, la carnalidad, el canto, la poesía y el rapto dionisíaco.

ALMA KARLA SANDOVAL Es Doctora en Literatura, periodista, ensayista y poeta morelense. Obtuvo las becas del FOECA y del FONCA en 1999 y 2001. En 2010 fue galardonada con la Beca de Creadores e Intérpretes con trayectoria del PECDA para escribir un libro de cuentos. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo AMMPE, en 2011, y los Juegos Florales de Cuernavaca, Morelos, en 2012. En 2013 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano. Es Premio Mujer Tec 2015 en la categoría de Arte. Ganadora del Premio Nacional de Narrativa Dolores Castro 2015 y de los primeros Juegos Florales de Tepic, Nayarit, 2015, en Poesía. Fue reconocida con el premio Profesor Inspirador 2016 del ITESM. Se le concedió nuevamente la beca del PECDA para Creadores con Trayectoria en 2018. Seleccionada internacional para la residencia de Artes y Humanidades, Faber, en Cataluña. http://tratadodebengalas.blogspot.com/ https://www.facebook.com/alma.k.sandoval/ https://twitter.com/AlmaKarla

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FUGA:

PLECOSTOMUS

Dul Hernández


Los informes periciales respaldaban la hipótesis de que la causa del deceso había sido un paro respiratorio; detallaban también la ruptura de tres costillas y la presencia de hematomas en tórax, brazos y cuello, que asemejaban más a vestigios de una pelea que a una caída accidental en la ducha. Desde muy joven, Lorena disfrutaba de convivir con los animales. Podía sentarse durante horas a jugar con ellos, a observarlos o a investigar todo lo relacionado con su alimentación, cuidado y conductas. Tenía una predilección por los especímenes grandes, independientemente de la raza. Los peces no le eran especialmente atractivos, pero cuando leyó sobre el plecostomus y sus posibilidades de crecimiento, decidió que era una buena idea adentrarse en el mundo de la acuariofilia. Para iniciar, una pecera de 40 litros sería suficiente. Después de conseguir los filtros, bombas de oxígeno y lámparas de LED, colocó arena, piedras, plantas acuáticas y algunos decorados para ofrecer un hogar digno a su inquilino. Eligió con cuidado otras especies de peces para que fueran los vecinos del plecos. Por fin, el acuario quedó listo. Lorena gustaba de sentarse por la tarde para observar a sus peces, parecían pequeñas estrellas danzando en un cielo líquido, en ocasiones podría asegurar que se movían con el ritmo de una música imaginaria o que trazaban nuevas partituras que sólo ella podía escuchar. Estaba satisfecha con su trabajo, y el rápido crecimiento del plecos le reforzaba la idea de que un animal, mientras más grande, más hermoso. Un mes después, el integrante consentido de la comunidad acuática había duplicado su tamaño y las líneas obscuras de su cuerpo se definían con elegancia sobre las escamas marrones. Además, el plecos tenía la gran ventaja de ayudar a mantener limpio el acuario: por las noches, adherido a los cristales, se alimentaba de cualquier resto de comida o desperdicios que se encontraran en el fondo o paredes de la pecera. Pronto fue evidente que el plecostomus, requería de un espacio mayor, había crecido demasiado y Lorena le regaló un nuevo hábitat: esta vez se trataba de una pecera de 100 litros y, como compañía, siete bettas hembra, de vivos colores, que contrastaban con la decoración monocromática del acuático hogar. En el fondo de la pecera, Lorena diseñó una especie de laberinto con piedras artificiales, que simulaba una secuencia de cavernas donde las bettas podían ocultarse si alguna de las compañeras se ponía violenta. Quien en realidad disfrutó de la arquitectura rocosa fue el plecos, que gracias a la flexibilidad de su esqueleto, lograba deslizarse por espacios increíblemente pequeños. Ninguna cueva era demasiado estrecha para él, podía adaptar su cuerpo para abrirse camino hasta adquirir el aspecto de una viborilla acuática, larga y delgada. El plecos siguió creciendo y una mañana, Lorena descubrió que el pacífico animal se había alimentado de sus compañeras la noche anterior; las había succionado hasta matarlas y en el fondo de la pecera no quedaban más que aletas dispersas entre la arena. La joven miró la escena con horror, tristeza y culpa; sabía que los plecostomus a cierta edad se vuelven territoriales e incluso agresivos. Pensó que el pez no hacía otra cosa que 11


obedecer al instinto. De todas formas, se sintió traicionada y una idea obsesiva se apoderó de su mente: no podía seguir teniendo cerca a un animal tan agresivo. No quería matarlo, tampoco quería tenerlo a la vista, así que decidió que el plecos podía vivir en el tinaco de su casa, ahí no le faltaría alimento y el espacio era suficiente. Los plecostomus son de hábitos nocturnos, así que la poca luz no sería un problema. El plecos se adaptó al nuevo espacio y Lorena casi se olvidó de él. Pasaron los meses y ella iba a verlo una vez por semana, no necesitaba más. Apreciaba el crecimiento acelerado del pez, su cuerpo parecía portar una armadura de escamas que le daban una apariencia imponente, era un bello ejemplar digno de un acuario majestuoso, pero al recordar la experiencia con las bettas, Lorena alejaba la tentación de crear un nuevo hábitat para él y volvía a tapar el tinaco. La noche del viernes, después de una agotadora semana de trabajo, Lorena quiso darse un baño antes de dormir. Abrió la regadera y el agua no fluía, algo estaba obstruyendo el paso. La mujer, sin envolverse en una toalla, fue en búsqueda de un banco e intentó desarmar la regadera. Después de un rato logró quitar la tapa y dejar el tubo al descubierto. Junto al chorro de agua brotó con violencia un cuerpo obscuro que le golpeó el rostro y la hizo perder el equilibrio y caer de espaldas. Sintió el dolor de la caída y un peso grande que se movía sobre su pecho y le subía hacia la garganta; intentó quitarlo, pero el plecos estaba adherido a su piel y azotaba furiosamente la aleta caudal contra su torso desnudo. La boca del animal succionaba su cuello, no podía respirar… El ruido de la caída alertó a los vecinos más cercanos; después de tocar la puerta y no obtener respuesta llamaron a la policía. Así encontraron su cuerpo, desnudo bajo el chorro de agua, y sobre ella un pez de 70 centímetros, agonizante.

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Foto de David Hofmann en Unsplashed

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LOS ALIMENTOS FÍSICOS, ESPACIALES, SONOROS, VISUALES, ESPIRITUALES DEL CUERPO QUE DANZA Por Rocío Becerril Escrito realizado en marzo de 2022 en el Seminario de Fenomenología de la Danza y estudios de la corporeidad, de la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en estudios de la Danza y sus vínculos interdisciplinarios de la UNAM, coordinado por la Mtra. Raissa Pomposo. En 1985 en medio de las ruinas que había dejado un temblor en la Ciudad de México, mi ser cuer-po tembló ante el influjo de la danza, a través de una obra de danza contemporánea intensa y provocativa del grupo de danza-teatro “A la Vuelta”, me rendí al manifiesto más sentido de los cuerpos: su derecho a existir, a alimentarse de los gestos, de los espacios, del mundo. En este instante capturado en la fotografía se dio mi segundo nacimiento, ese nacimiento que es acción y pensamiento, libertad: los alimentos terrestres de la danza surgieron ante mí como un milagro; experimenté ese nacimiento que, según Hannah Arendt, es a partir de la acción y ese carácter milagroso que se da por esa capacidad de espontaneidad que tenemos como seres únicos y plurales en continua interacción con los otros. En el instante capturado por el ojo de la cámara recreábamos el caos; la obra se titulaba “La noche que cayó la bomba” de Graciela Cervantes y reflexionábamos sobre la guerra y el fin del mundo (tema que hoy vuelve a angustiarnos); habitábamos desde nuestros cuerpos, nuestra piel, músculos y nervios la inquietud, el desasosiego. La obra se gestó en el pensamiento y la acción del cuerpo. Pero, justo esa acción como pensamiento es un trabajo minucioso, de relojería dirían algunos. Nuestra catarsis en escena alivió a las personas que nos miraban con ojos de asombro; sus comentarios fueron el mejor pago a nuestro esfuerzo. Yo escuchaba sudorosa y trémula. La danza no solo divertía: nos hacía pensar en comunidad. Ese día decidí trabajar en la danza por siempre. Por estas razones, sobrevinieron una cascada de consecuencias, de actos y de alimentos que constituyeron mi modo de hacer danza. Ya nada pudo parar mi hambre de esos nutrientes que ese arte me ofrecía. Entonces mi ser cuerpo se involucró en esa tríada que Hannah Arendt plantea: la labor, el trabajo y la acción. 15


Cada minuto, cada hora, mediante la labor las personas que hacemos danza aseguramos la posibilidad de estar listos y resueltos en nuestras necesidades cotidianas; los alimentos llegan cada día a nuestro cuerpo y son eso: proteicos y necesarios. Y luego viene el trabajo que implica confi-gurar una danza con todas esas horas invertidas. Este trabajo, este esfuerzo, esta meticulosa construcción de movimientos todavía son invisibles, pues es un producto que la sociedad y muchas instituciones académicas y culturales insisten en colocarlo en el nivel de divertimento, o de afición, y por tanto los alimentos y nutrientes de este trabajo –si bien son muy variados– también se vuel-ven invisibles, bajo esta idea y condición. No se le confiere valor cognitivo, no es un oficio que pueda valer igual que otro que sí ostenta ese título: un oficio. Hoy los maestros o talleristas de ofi-cios ganan más que un maestro de danza, sí, en la gran Ciudad de México (CDMX). Y esa acción-pensamiento-cuerpo que viene de nuestros procesos vividos intensamente durante miles de horas de ensayos, es todavía menos aparente y reconocida. Es importante hablar sobre esos alimentos que construyen nuestro quehacer en este oficio, y entonces poder afirmar, convencer y decretar que el cuerpo de danza es un cuerpo amplificado en las experiencias, una corporeidad que contiene el sentir, el accionar, el comunicar, el pensar y el amar. Ese amor muy pronto ya como coreógrafa pudo cristalizarse en un alimento esencial en la construcción de las danzas: la diversidad de los cuerpos. El cuerpo, los cuerpos, han sido tierra fértil que nutre cada obra. Hacer danza me abrió a los cuerpos expresivos de cualquier peso, medida, aspecto y origen. Muy pronto la danza me reveló la necesaria alteridad como espacio amoroso e intenso. Me permitió la interacción desde esa pluralidad donde somos seres únicos y al mismo tiempo iguales como humanos. La capacidad de acción de cada intérprete como ser único ha sido un alimento fundamental: sus acciones, movimientos originales e irrepetibles, son gestos que abonan la producción escénica en medio de un esfuerzo físico e intelectual enorme. En mi experiencia de tres décadas de trabajo en la coreografía y la escena tuve la fortuna de trabajar con el actor y bailarín Moisés Mendelewicks; su cuerpo era enorme, su corpulencia nunca nos estorbó en ese precioso camino mutuo de buscar la danza, desde su cuerpo; cuántas horas en ensayos, improvisaciones, obras en escena, alimentaron las coreografías escritas desde sus impulsos y gestos, desde toda su corporeidad. En momentos de soledad compartida, en los ensayos, juntos establecimos un flujo de interacciones, alientos y complicidades; nunca podré pagar todo ese trabajo. Él ya no vive en este mundo, pero su cuerpo, su aliento, su poderosa influencia persisten en mis obras actuales. Recorrer las experiencias con los intérpretes me llevaría a escribir un libro. Son muchos los cuerpos que han nutrido y enriquecido mi labor escénica, y tengo que decir que su trabajo artístico nunca ha sido bien remunerado: la inversión de tiempo, desgaste físico, salud, han sido y es enorme. La danza y las artes escénicas en general son un trabajo, y la sociedad no puede desdeñarla desde ningún ángulo. La danza es conocimiento de lo real y lo imaginario, acumula experiencias, multiplica métodos y modos de hacer en diferentes y muy diversas comunidades. Otro alimento digamos invisible es la experiencia acumulada de cada intérprete, no sólo es-cénica, sino también de su vida misma, su historia personal, sus sueños e imágenes que habitan cada frase en movimiento. 16


La danza como pan nuestro de cada día, nos exige acción en grupos, colectivos, compañías, diseños de clase, obras escénicas, bailar en múltiples espacios, tejer rituales, celebrar y mostrarnos; todas esas obras son fugaces pero concretas en su andamiaje. Estructuras, tiempo y esfuerzo para muchos, insisto, todavía invisibles. La danza está fincada en el pensamiento y la razón creadora, desarrollada desde el sentir, desde la razón poética que la filósofa María Zambrano indica que es justo donde se conjuga corporalidad, afecciones y razón. Tal vez la danza en sus avatares y sentires se haga poco creíble a los ojos racionales, a la educación imperante que exige pruebas de conocimientos útiles; eso se demuestra cuando los planes o programas de educación artística, son concebidos por las autoridades educativas como un segundo plano en las escuelas. Y justamente uno de los alimentos más preciados que nutren a este oficio en la actualidad, es esa danza que se produce en las aulas escolares y en espacios culturales comunitarios con los jóvenes, niños, niñas, adultos mayores y mujeres. Los gestos, la energía, las ideas, los cuerpos en acción creativa en esos ámbitos son nutrientes poderosos para los que se dedican al ejercicio de este oficio artístico y para la sociedad en su conjunto. Pero incluso para los artistas escénicos este alimento es muchas veces minimizado en su justo valor para el acto creativo en la escena contemporánea. Según la pensadora Hannah Arendt, incluso las obras de arte –aunque tienen su origen en el pensamiento– son también trabajo y requieren del esfuerzo del cuerpo para hacerse realidad; el proceso de pensamiento por sí mismo no produce ni fabrica cosas tangibles. La danza se teje con un entramado de cuerpos: en este mundo, la danza es tangible. Defender la danza como trabajo, como oficio, es defender también la soledad en la que muchas veces la realizamos, su existencia como forma de vida. La danza se alimenta de un cúmulo de instantes donde imperan silencio, observación, concentración para lograr cada gesto, cada frase, cada detalle, cada tiempo, cada ritmo: vivir esa soledad comunicable, y/o acompañada cuando creamos y producimos danza. Nos aclaran bien estas hermosas líneas de Hannah Arendt: “en los asuntos humanos, son los hombres y las mujeres, los autores de los milagros que configuran una realidad propia, por haber recibido los dones de la libertad y de la acción.” Las mujeres dedicadas a la danza con la gran capacidad de multiplicarnos en medio de la labor, el trabajo y la acción, estamos abiertas a esos alimentos que nos aportan nuestro entorno familiar, cotidiano, doméstico y acarreamos esas vivencias para construir nuestras danzas. Algunas hemos cargado niños propios y de otras durante los ensayos; otras gestionamos funciones, presupuestos y vestuarios durante, antes y después de atender hijos. La vida alimenta a esa danza escénica, ritual, comunitaria y festiva. Aunque también algunos coreógrafos, coreógrafas o bailarines han abandonado hijos por largos períodos para poder bailar, también de eso se alimenta la danza. La actual política pública dirigida al arte tiene mucho que aprender de la vida de las personas que trabajamos y nos expresamos desde las artes. Esto cambiaría las relaciones y trato hacia los artistas y todas las personas 17


que hacen posible las artes y la cultura en general, e incluso la legislación cultural y laboral podría tomar otros rumbos. Las experiencias en el trabajo de danza tienen alimentos insospechados, asombrosos. Pongo el ejemplo del discurso de un niño agradeciendo todo lo que sintió y comprendió después de ver una obra que tocaba el tema de la muerte de los niños. Nunca he recibido palabras tan amorosas, sorprendentes y sensibles después de una función. Y ese fue un alimento prodigioso que me dio gran energía para continuar mi trabajo escénico. Hoy la danza regresa a sus lugares de origen: la naturaleza, los paisajes, las comunidades, la reflexión, lo humano y lo espiritual; la pandemia nos aventó a tomar aire fresco y nos obligó a diseñar obras a cielo abierto. Pues viene de probar otros alimentos espaciales: edificios, teatros, estadios, calles, plazas y pantallas de cine, video y computadoras. La danza por su enome porosidad junto con otras artes sigue alimentándose y es gran propiciadora de comunidades interdisciplinarias. Tenemos todavía que explicar una y otra vez que nuestro alimento, nuestro trabajo, es bailar, es el movimiento de lo silencioso, lo reflexivo, lo real, lo imaginario. La comprensión de lo que nos ha tocado vivir como hacedores de danza, me lleva a buscar el sentido que la danza origina en nuestras vidas y así reconciliarme(nos) con lo que hacemos y también lo que padecemos. Vivir la reificación o cosificación de mi trabajo como maestra de danza, coreógrafa y de mis obras escénicas, es decir venderme en el mercado y sobre todo volverme administradora de los pocos recursos que el Estado invierte en la cultura, no ha sido un trabajo siempre agradable. No es queja, pero siempre he pensado que feliz fuese pedir trabajo en otros ámbitos, y nunca me preguntaran: ¿cobra usted por la función? Alguna vez un intérprete que no pude invitar a un proyecto escénico, me cuestionó y me exigió una relación laboral, al pedirme un finiquito por los años trabajados junto a mí. Años traba-jados… sí, esa es la palabra que me hizo conciencia del compromiso hacia esos cuerpos que me han alimentado incesantemente. Y sí, además de significar un alimento, un nutriente en mis obras, ese intérprete, ese cuerpo tiene derechos laborales y culturales que urge satisfacer. Queda muchos por reflexionar sobre los cuerpos y el trabajo en danza, es necesario.

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Foto de Franciszek Augustyniak en Unsplashed

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CINCO ADARVES

(SEGUNDA PARTE) Alma Karla Sandoval

Foto de Stephany Lorena en Unsplashed


IV. UNA SOLA BALA, EL NOMBRE DE UNA MUJER: EDITOPATRIARCADO, PINKWASHING Y BROPROPIARTING EN EL CASO CARMEN MOLA ¿Necesitamos ver más claro el pacto entre una editorial de gran prestigio y tres guionistas?, ¿tendríamos que explicar con tiento, para no hacer estallar nada, que en ese ardid se resume lo que llamamos editopatriarcado?, ¿el conjunto de prejuicios y creencias en torno a la escritura de las mujeres? Hablamos de un constructo que supone que la literatura femenina no posee calidad porque es floja, dulzona, poco original, romántica, boba o bien, todo lo contrario: una anomalía de calidad extraordinaria, algo que muy pocas veces ocurre como una profesora de instituto, madre de tres hijos que por la mañana da clases de álgebra y por las tardes, en sus ratos libres, escribe novelas de una violencia ultra salvaje y macabra. Por tal razón, las políticas editoriales y la crítica celebran la literatura que no tiene nada que ver, desde el feminismo, con la rebeldía de las mujeres. Lo que publican son libros que parecen estar escritos por hombres. No en balde han elogiado a muchas autoras diciéndoles que son tan buenas que no escriben como sus congéneres, ¡dignas representantes del canon! Carmen Conde hizo esta pregunta, “¿has escuchado la frase, ella no es frágil como una flor, ella es frágil como una bomba?”. Pues que explote. Y estalló: un millón de pavos, un rey, tres mosqueteros. Acompañando a esa corte, una alcaldesa, otra secretaria de estado y la reina, cómo no. El mensaje es cristalino. Lo demás parece ser lo de menos, pero no. Resulta que la autora de la novela La bestia, ganadora del Premio Planeta, el mejor remunerado por encima del Nobel, era un seudónimo. Carmen Mola no es una mujer, sino un dream team de guionistas: Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. Seis manos, sí, seis, escribiendo libros que vaya que venden. Por algo será. Talento no se les niega. Mucho menos capacidad colaborativa. No va por ahí la cosa. Permítasenos jugar a la ucronía, ¿qué hubiera pasado si se tratara de tres amigas y no tres amigos publicando con el nombre de un escritor?, ¿todo igual? Lo dudamos. De obras anónimas está plagada la historia de la literatura. Se admite, antes de continuar, que también muchas escritoras han recurrido a la misma estrategia: firmar como hombres sus textos porque de lo contrario no los publican, no venden igual o tienen menos chance de ganar un concurso. No obstante, se trata de otro contexto cuyas causas son distintas. No es igual hacerlo sola que junto con dos cómplices. No es igual rebuscarte la despensa porque por tu género eres más precarizada, que la consolidación de tu trabajo como autor porque se te ha hecho menos complicado mantenerte firme en la carrera, sin dobles o triples jornadas, salarios injustos, sin estigmatización, violencias de todo tipo, presiones para embarazarte, dificultades si ya no deseas estarlo o suelos pegajosos, resbalosos y techos de vidrio pulcro. Para colmo, si lo dices, quedas mal: no eres fuerte, no eres en verdad una feminista porque insistes en victimizarte, suenas a Lu21


pita D´alessio. Piensen lo que deseen. No obstante, no es posible imaginar el boom latinoamericano sin Patricia Llosa, Aurora Bernárdez ni Mercedes Barcha. Por otro lado, si bien es cierto que en la serie “Valeria”, basada en la novela homónima de Elísabet Benavent, se muestra a la protagonista rechazando la oferta de publicar con otro nombre la novela que la encumbra, si bien es verdad que se trata de una mujer tratando de pactar con otra, es decir, emulando una práctica patriarcal a la que la misma Valeria se niega; si hubiera sido un trío de mujeres las ganadoras del Planeta es probable que no las premiaran o tal vez ellas no habrían querido salir del armario. En la película The Wife (2017), Glenn Close interpreta a una mujer que le cede su obra al marido, es ella quien escribe, pero es el otro quien firma y se gana el Nobel de Literatura. Ella lo hace porque lo ama, es su voluntad, su síntoma que acusa el desvalimiento aprendido o el síndrome de Estocolmo de las víctimas que adoran a su opresor. Igual les pasó a Colette y a la pintora Margaret Keane, trabajando para que el crédito fuera de sus compañeros. Se dice que también a Camille Claudel con Rodin. Sabemos que Mileva Maric, quien fuera esposa de Einstein colaboró con él en el descubrimiento de la teoría de la relatividad, como dan fe los cuadernos y cartas entre ellos. Anna Bertha Roentgen, esposa durante 47 años de Wilhem Röntgen, descubrió junto con él los rayos X, pero en 1901, el premio Nobel no se lo dieron a ella. Lo mismo sucedió con Rosalind Franklin, a la que su colaborador, Maurice Wilkins, robó las investigaciones, el crédito y el Nobel de Medicina en 1962. No fue fácil que algunas de esas creadoras recuperaran su autoría, palabra derivada de autoridad que, afirma Siri Hustvedt, se les ha negado a las mujeres: “A veces es inconsciente incluso, pero hay hombres heterosexuales que tienen dificultad ante la autoridad femenina, si leen un libro escrito por una mujer te sitúas bajo su autoridad y eso a algunos les resulta incómodo porque distorsiona la jerarquía del hombre sobre la mujer, ven humillante y vergonzoso admirarla. Lógicamente, no es algo que les pase a todos los hombres, también hay mujeres que infravaloran a otras porque creen que lo que dice un hombre siempre es más importante, tiene más poder y autoridad”, tanta, agregaría, que consideran propias las producciones, los proyectos o intuiciones de sus empleadas o esposas porque por eso son suyas, les pertenecen. Son casos típicos de bropropriating, es decir, el robo de propiedades tangibles o intangibles, de ideas, bienes, que se le ha permitido a los hombres para desposeer a las mujeres. Como sea, el caso Carmen Mola nos obliga a pensar que ellos aún pueden seguir disponiendo del nombre de ellas y con eso, quizá, de sus destinos. Leo la nota que publica El País el 16 de octubre de este año con esta declaración que merece analizarse a fondo: “No nos hemos escondido tres detrás de una mujer, sino detrás de un nombre”, según Antonio Mercero. Pues bien, si es así y si no saben qué seudónimo vende más, el de una mujer o el de un hombre en un mundo que surfea la cuarta ola feminista y los derechos ganados a pulso de la comunidad LGTTBIQ+, ¿por qué no recurrieron a un nombre unisex? Andrea, Alex, Vania, Cameron, Denis, Lucian, René, Guadalupe, Paris, Yael, etc. Una posible respuesta es precisamente porque estamos en una época con #MeToo de por medio donde ser políticamente correctos también vende, suena bien. El lavatorio de manos con jabón rosa o violeta mola, claro que sí. De ese modo no solo se mantienen a salvo de contagio en tiempos de pandemia, sino que instrumentan, deliberadamente o no, un pinkwashing exitoso, ineluctable. Se supone, además, que hay un nuevo boom de autoras hispanoamericanas. No importa que no existan muchas, con inventarnos sus nombres es suficiente, ¿no dicen que percepción es realidad?, ¿no es este, acaso, el imperio del fake, de la posrealidad, de la civilización del espectáculo que se mantiene contenta con somas de simulación?

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Las grandes editoriales pueden ser un negocio lacerante. No arriesgan por libros a contracorriente de la satisfacción del mercado, el cual prefiere cierto tipo de temas, abordajes, tonos, divertimentos, es decir, una estética alejada de lo que Italo Calvino pronosticó para este milenio: exactitud, levedad, multiplicidad, visibilidad, rapidez, consistencia. El mercado, como dice Noe Jitrik, dejó sin sangre a la literatura. Así que igual le da morder el cuello de una mujer que el de un hombre, pero como el editopatriarcado las publica menos y ellas compran más ejemplares, deben fingir que eso no pasa. Por eso deben inventarse escritoras cuidando, a su vez, a un equipo de hombres que domina la fórmula de lo que la gente consume. Ganancia doble. Así se matan dos pájaros con una sola bala: el nombre de una mujer. Insisto en ello porque en eso se nos va la vida. Pregúntele a Paul B. Preciado lo que tuvo que hacer para dejar de llamarse Beatriz. En México, el Instituto Nacional Electoral tuvo que impartir cursos de capacitación con simulacros de por medio donde un votante transgénero no se le podía negar su derecho al voto, aunque su credencial tuviera un nombre distinto al que esa persona adopta y que sí corresponde a la vestimenta, peinado o maquillaje con el que se asiste a la casilla de votación. Un nombre no es solo un nombre. Julieta se equivocó, Shakespeare lo demuestra con magistral acción dramática. Todo hubiera sido diferente, más bien, no hubiera existido semejante tragedia, si Romeo ya saben… pero no, era un Montesco y Carmen Mola es un seudónimo en el que creyeron o desconfiaron varios cientos de lectores, una ficción. Sin embargo, la verdad de las mentiras, como bien escribió Mario Vargas Llosa, o en este caso, la mentira de las verdades revela la desesperación de Michael Dorsey, un actor que no encuentra trabajo al que le da vida Dustin Hoffman en Tootsie (1982), quien se arriesga a vestirse de mujer para conseguir un rol protagónico en una teleserie actuando también fuera de las cámaras. Así logra su objetivo, igual que los guionistas ganadores del Planeta porque cuando ellos se hacen pasar por nosotras, nunca pierden. Se les aplaude. En cambio, si nos vestimos de hombres para ir a la universidad como Sor Juana, si nos cortamos el pelo para combatir como Juana de Arco, si nos hacemos pasar por hombres es para que ellos también obtengan ganancias de nosotras y si no, si nos descubren, el castigo es el destierro, el encierro o el entierro. Las mujeres que huyen se agotan y tarde o temprano perecen. Elena Garro nos contó muy bien lo que significa tratar de escapar o en la novela, Beloved, Toni Morrison, lo deja claro con poesía y brutalidad absolutas. Las mujeres capturadas y encerradas, la inmensa mayoría, sobreviven en cautiverios casi invencibles, ahí está esa joya de Marcela Lagarde, Los cautiverios de las mujeres: madres-esposas, monjas, putas, presas y locas, para explicarlo con una tesis doctoral traducida a varios idiomas. Las que mueren, ¿qué decir de ellas? Quizá son las que tengan más poder desde su condición de fantasmas, de desaparecidas, de lloronas incansables que nos quitan el sueño ¿Debemos morir para hacer lo que se nos pega la gana? Del patriarcado, como bien descubrieron Thelma y Louise (1991), no se escapa más que hundiendo el acelerador de tu Cadillac ante un desfiladero. Por mucho y espléndido que escribas, que vendas libros, siendo en verdad una mujer. Para cambiar ese destino más que biológico, manifiesto, renombremos el mundo, transformemos el lenguaje, jubilemos, como se adelantó Gabo a decir, no solo su ortografía, incluyamos otras clases y razas de invitados a sus fiestas. Renombremos sin trampas o beneficios para un género. Conviene salvarnos de los seudónimos y los eufemismos. 23


V. LA CUERPA DE LA VOZ En diciembre de 2021 participé en un conversatorio sobre literatura escrita por mujeres. Pensé que me encontraría en un espacio seguro, abrazando lugares comunes que no por serlo nos empobrecen, al contrario, son una coordenada común donde nos reconocemos. Pero no. Una de las invitadas pidió desde el comienzo ser la última para escucharnos y luego disentir. Algo que se agradeció. Dijo que algunas feministas son violentas, que mienten porque a ella sí la leen sus amigas o sus familiares. No me quedó claro si con eso le basta, pero lo dio a entender. También comentó, citando muy desafortunadamente a Virginia Woolf (explicaré más adelante), que es preciso refundar un mundo porque el que tenemos no sirve y que entre nosotras deberíamos inventarnos una especie de nueva república de las letras donde quepamos todas alejándonos del canon, fugándonos. De inmediato pensé en Lesbos, en Herland, en ese país de la novela La grieta de Doris Lessing y no le dije a mi compañera de conversatorio que a su utopía le falta experiencia, actualización, muchísimas lecturas, que por eso su propuesta está cruda, sin hervor, sin sangre, anémica. No mencioné muchas cosas porque me sentí muy atacada por alguien que se vengaba de un comentario que hice en un muro hace meses sobre la maternidad. Ella mencionó que tal vez me incomodaba su discurso y tenía razón. Para evitar conflictos porque no me gusta pelear cuando sé que puedo hacer muchísimo daño, apelé al respeto, a la reconciliación y bajé el tono porque ella quería provocar en una charla grabándose para muchas escuelas de la universidad más importante de México y lograr de ese modo exhibirme fúrica para darle la razón: soy violenta. Algo de lo que también acusaron a las sufragistas, las panteras negras y recientemente a Rita Segato, una de las voces más potentes del feminismo global. La escritora en cuestión también protestó ante el hecho de que leyeran mi semblanza con los estudios realizados, los premios, etc. Explicó que prefiere que no lean la suya ni escribe en ese documento lo que ha conseguido porque en su opinión, de ese modo oprime a las otras que no tuvieron las mismas oportunidades. Lo interesante es que cuando la presentaron y leyeron parte de su currículum, vemos que también tiene estudios de posgrado, becas, premios y sí los menciona. Otra contradicción. Si ella se siente oprimida frente a los logros de las demás, debe ir a terapia. Cuando yo escucho las biografías brillantes de otras no siento envidia ni opresión porque mi autoestima sigue en su sitio, así que cuando una de las nuestras se abre paso sola o acompañada, aplaudo fuerte. El hecho de que una mujer se salga con la suya me da un gusto inmenso. Por eso apoyo, admiro y respeto profundamente todo lo que esa persona debió hacer para abrirse paso en este mundo del cual no quiero fugarme porque mi mirada, aunque se dude, no es maniquea, porque quiero transformar nuestro entorno desde adentro con todas las armas posibles: patriarcales o no. Preferentemente nuestras, que no emulen a las de ellos. Cuando eso no es posible, acepto la crítica y me reviso a fondo, como ahora. Casi siempre escribo para pensar porque no puedo evitarlo, es la única manera que tengo de salvarme, de recuperar aliento. Escribo, decía, cuando tomo un autobús, me hago un café, camino. Puedo decir que también cuando conduzco, cuando disfruto de la soledad de una casa heredada o me tomo un café sin hijos ni zulos. Eso no me hace mejor ni peor. No soy una heroína por sacar adelante una carrera como autora con bebés llorando en una cuna o sin ellos. No soy especial ni debo ser castigada porque un poco de suerte y decisiones a tiempo, con otro tipo de renuncias y tragedias, me he ido alejando de hoyos negros existenciales e insalvables, de deu24


das, de ahogos monetarios, de vicios, de heridas que nadie puede curar. Escribir es igual de complejo. Acá dirán que no, que no se compara, que no sé lo que digo. Es muy probable que así sea, por eso también celebro cuando otra gana pesos de más con su voz para comprar calma y paz económica al menos por unos meses. Pero también cuando eso no le importa, cuando le da la espalda a la meritocracia, al dinero, al reconocimiento superfluo y escribe por el gusto de escribir, pero ojo, la Woolf habló de las famosas tres guineas, de lo esencial que resulta para una mujer ese tipo de autonomía. Sí, por ello sonrío cuando alguien con menos o más recursos se alza ante su historia adversa. Lo repetiré: escribir de por sí es duro, más allá del natus o del habitus. Stevenson decía que en la literatura el salario es el trabajo. La materialidad de una obra, su concreción, es un premio, una alegría. Que exista un libro es una victoria ante el silencio letal. Por ende, se haga una denuncia en forma de poema que no habla más que de un poema es ya una reivindicación en un país feminicida. Les guste o no, señalen o no, militen o no del lado de las que sí salimos a la calle, de las que publicamos en sellos independientes, de las que no tenemos cola que nos pisen más que nuestra pasión desmedida, de las que nos la jugamos con escraches y por eso no nos soportan. Nos leen, sí, pero no les ponen like a nuestros textos. Nos admiran secretamente, pero nos rechazan porque marcamos límites, porque también el medio literario prefiere mujeres que se aguantan todo, medio frígidas, tristes, vulnerables, que hablan bajito, que son como las inalcanzables y nada peligrosas musas del dolce stil novo, como la Dama de las Camelias, la burguesa del cuento de Quiroga, la Beatriz de Dante y de Borges, la Alfonsina, la Pizarnik, la Woolf. En suma: enfermas, postradas en una cama mientras les chupan la sangre, quietecitas en el cielo, cultas y bien portadas en una casa elegante escribiendo poemas sobre más camelias o del género Bougainvillea; mujeres ahogadas en la costa, en el infierno de las sustancias o en la locura luego de no alcanzar a sublimar, como Virginia, el abuso sexual del que fue objeto, con todo y lo mucho que escribió y aportó a la causa feminista, con todo y el Orlando, con todo y la señora de las flores, con todo y el monólogo interior, con todo y el genio, con todo eso, decidió no formar parte de este mundo. ¿Es la fuga que merecemos?, ¿les vamos a dar la razón a Thelma y Louise?, ¿nos arrojamos al vacío todas juntas tomadas de la mano y así nuestro suicidio colectivo, el silencio o la voz domesticada de la poesía conservadora triunfan con nuestra ayuda, con nuestra huida voluntaria?, ¿de verdad del patriarcado no se sale más que muertas?, ¿de verdad un país solo de mujeres es posible, perfecto, puro, intachable?, ¿los sacamos de nuestras vidas para siempre? Yo no quiero, a mí me hace falta el otro como némesis, me gusta sentirlo en mi orgasmo, mi consuelo y en mi rabia. Necesito gritar que es un mentiroso, un violador, un asesino, cuando lo es. Requiero denunciarlo, confrontarlo, obligarlo a ver el mundo de otra forma con todos los medios a mi alcance. Pero también necesito admitir que puedo amarlo si es que un día me salva incluso de mí misma o si es que lo rescato. O si el otro es otra para una mujer que la desea. Y sé cuánto peso tienen mis palabras. Y sé que soy una voz feminista y radical que sí se lee, pero no como quisiera, no con la justicia que no solo mi obra, sino la de todas merece: con la universalidad que nos siguen negando, con la importancia que nos restan ellos que a mí sí me importan porque por más masturbaciones mentales, por más fugas y viajes cortos o largos, por más 25


Nietzsche, Deleuze, Guattari, Foucault, Andreas-Salomé, Beauvoir, Wittig, Lonzi, Lugones, Butler y Lorde, no podemos desaparecerlos de la tierra. Eso sí que sería ser igual que ellos, igual en el fondo y en la forma. ¿Quiénes son entonces las editopatriarcales?, ¿las que dicen que van a escribir de otra manera sin lograrlo, sin acercarse siquiera?, que me digan cómo porque, aunque no he leído lo suficiente, sé que en literatura el arroz ya está inventado con todo y la experimentación, con todo y Dada pasando por Trilce y los emoticones, los loops, los códigos de barras en los versos. ¿Quiénes son las editopatriarcales, las que se van a editar, publicar, difundir, citar y reconocer solo entre ellas para no cruzar espejos peligrosos, para sentirse cómodas y a salvo en su ombliguismo?, ¿o las que defienden el canon por una dizque izquierda o desde el anarquismo y nos acusan de incendiarias?, ¿o las que aplastan a las voces críticas criticándolas para ganar cartel?, ¿o las que dicen que no van a las marchas porque huelen muy mal?, ¿o las que están a gusto en sus torres de marfil y callando o regañando a las revoltosas feministas le hacen la vida literaria más fácil a los acosadores en los festivales, los encuentros, las ferias de libro?, ¿quiénes son las editopatriarcales?, ¿doy por hecho que no lo son solo por ser mujeres?, ¿salgo a castrarlos y me niego a leerlos a todos por ser hombres? Identifico y acuño otro término, aunque sé que no les gusta, que las y los pone mal: editomordaza unisex cuando ellas solo escriben, publican, leen o piensan so-

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bre ellas y cuando ellos hacen lo mismo con ellos, pero también castigan invisibilizando o violentando de otras maneras a las mujeres que deciden dejar de considerarlos parte de su mundo. Sé que van a relacionar esta idea con la llamada cultura de la cancelación sobre la que en otra columna escribiré más largo, más tendido, así que no me detendré en esos vasos comunicantes. La editomordaza no va sólo en la boca como una mascarilla, sino en los ojos como una venda. La ginopia nos alcanza cuando nosotras los imitamos a ellos queriéndonos fugar o negar el planeta machista, el patriarcado que, si buen es ingenuo tratar de derribar, aun cuando sus fisuras ya son inobjetables; resultamos cobardes cuando tratamos de huir de él, pero más insanas si cerramos los ojos o cambiamos la realidad como un esquizofrénico cuando no escribimos. He ahí la resistencia que, como señaló Foucault (ni modo, lo cité) le sirve al poder: la de separarnos, la de no querernos pluralistas, la de inventarnos nuestras propias jaulas, nuestros islotes que a la larga también son cautiverios. Escritoras que no quieren estar en este mundo, acudan a la llamada de sus sueños, sus moradas o pesadillas fundantes, sus refugios dimantinos, jardines o zulos donde se sienten y son poderosas, pero no se despidan del todo de aquí, del territorio que se encuerpa si toca con los pies el limo con calcio de esqueletos o siente la necesidad de hacer memoria ante el lodo con sangre que nadie amordaza. Vuelvan de vez en cuando, también el alma es una cárcel para el cuerpo.


Foto de Emiliano Vittoriosi en Unsplashed

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CIÓNDEMR AOV DUPEYRÓNS

ADE GÓNJ LR Por Jesús Betancourt

Foto de Stephano Pollio en Unsplashed

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Sólo con palabras poéticas nos es dado evocar ciertos lugares, como el Dragón de Jade. Para acceder al dojo donde se practica Tai Chi, hay que traspasar un umbral resguardado por siete columnas y dos atlantes guerreros con la efigie de un dragón que abraza un yin-yang. Se accede a los salones tras cruzar un puente pequeño que se eleva sobre el agua de una fuente, resguardada por un dragón con una esfera de fuego. El puente también rodea un jardín donde un buda de alabastro parece meditar a la sombra de una tulia. Tras subir una escalera, ahí está el imponente salón yang, que ha recibido a una pléyade luminaria de artistas marciales y escénicos en Cuernavaca. El Dragón de Jade, en tanto lugar donde se practican artes marciales, no es espacio de combates, sino de diálogos. Desde su fundación en 2003, se dispuso que sus salones serían sede de entrenamientos no solo marciales, sino también corales, dancísticos y actorales. Esa poética de laboratorio escénico fue impulsada en un inicio por Susana Frank, merced a su compañía de teatro “La Rueca”, misma que pretendió formar actores de tiempo completo e investigadores de las posibilidades expresivas del cuerpo y la voz. El Tai Chi fue el vehículo elegido para establecer un punto de partida en esa exploración, del vacío pre-expresivo a la presencia encarnada del actor. El Tai Chi enfatiza en su entrenamiento el aspecto interno del arte marcial, conocido como neijia. Es arte marcial, pero también tiene componentes actorales y de autosanación. Sus códigos de respiración y presencia de espíritu permearon los entrenamientos, de tal modo que los actores y cantantes emanados del Dragón de Jade han investigado concienzudamente sobre esa esencia misteriosa conocida como chi, cuya definición según Jim Wing Woo es a la vez “espíritu; corazón; vapor; estado de ánimo; naturaleza; aliento. Todo lo indispensable para la vida”. Para los actores del Dragón de Jade, la práctica del Tai Chi ha significado una vía apolínea para expresar la presencia escénica y una vía para acceder a estadios sutiles de conciencia y de atención fina. Los linajes de Tai Chi que llegaron al Dragón de Jade fueron transmitidos por maestros con una abierta relación con el teatro y el mundo de la actuación. El estilo yang fue transmitido de manera directa por Emir Dupeyrón y su discípulo Edgardo Padilla. Por su parte, el estilo Wu fue transmitido por Claudio Romanini. Para destacar la importancia del linaje, me concentraré en la figura de Emir Dupeyrón Unda, quien antes de legar al laboratorio del Dragón de Jade su enseñanza, fundó una importante academia de Artes Marciales en Cuernavaca: la 2ª Orden del Dragón Amarillo. Esta escuela operó ininterrumpidamente entre los años 1978 y 2002.

1. Wing Woo, J. (2012). Sifu. Los Ángeles: JWW.

Dueño de un extraordinario carisma, fortaleza física y don para la enseñanza, Dupeyrón aprendió las artes marciales directamente en China, donde estudió un tiempo en un monasterio. Desconocemos si fue precisamente en Shaolin. Lo que sí sabemos es que recibió sus enseñanzas del linaje de la orden del Dragón Amarillo y que también fue discípulo del sifu Jim Wing Woo. De presencia solar, Dupeyrón fue uno de los pioneros de la enseñanza del Kung Fu y Tai Chi en México. Por alguna razón que desconocemos, decidió fundar su dojo de entrenamiento en Cuernavaca.


La energía que desplegaba la academia de artes marciales de Emir Dupeyrón –como más comúnmente se le conocía–, era la de un centro de entrenamiento de guerreros. Con espíritu decididamente marcial, durante esos años sus artistas y atletas participaron en innumerables torneos y competencias de artes marciales mixtas en los que se forjaron un prestigio verdadero ante maestros de otras escuelas, tanto de kung Fu como de artes marciales coreanas (tae kwon do) y japonesas (aikido, karate, judo). Emir Dupeyrón solía entrenar a sus discípulos más cercanos no sólo en cuestiones marciales, sino en diversas prácticas de resistencia para forjarse “espíritu de guerreros”. En su presencia, sus discípulos despertaban el instinto de “guerrero espiritual”: la idea de que uno estaba en la Tierra para establecer un servicio y que había que luchar de algún modo u otro contra todo aquello que nos apartara de un camino anclado en la rectitud y el respeto a los demás. Su inspiración estaba influida también por los libros de Carlos Castañeda. Entre las prácticas más notables sobresalían los ayunos, expediciones nocturnas por montañas de Morelos y otros entornos naturales, casi siempre descalzados. Estas “caminatas de poder”, como las llamaba, tenían un propósito: despertar los sentidos –el olfato, la vista, el oído–, establecer una conexión anímica con los ámbitos minerales, vegetales y animales, imbuir sentido de pertenencia con el entorno geográfico, “asumir la responsabilidad del tamaño que la vista puede abarcar”, como solía decir. No eran caminatas profanas, sino silenciosas, sin distractores. Muchas veces el propósito era limpiar la basura que se encontraba en las montañas: los guerreros debían ser guardianes de los valles sagrados de Morelos. A través de Emir, muchos artistas marciales de Cuernavaca y sus alrededores desarrollaron ese amor por sus montañas y establecieron una tradición contemplativa de la naturaleza como parte de los entrenamientos. Aparte de la influencia de Castañeda, las convicciones que Dupeyrón supo transmitir tenían su anclaje en la tradición Shaolin del linaje del Dragón

2. Emir Dupeyrón Unda (Teapa, Tabasco, 1952 – Cuernavaca, 2014). De una conocida familia de actores de teatro y cine, él mismo fue un famoso niño actor del cine mexicano. De aquella época destaca su participación en Macario (1960), de Roberto Gavaldón. Comenzó a entrenar artes marciales desde muy joven. A los 22 años se le detectó una enfermedad del corazón, por lo que se le recomendó parar toda actividad física. Su respuesta: aumentar dos horas más su entrenamiento físico: diez horas al día. Murió de un infarto masivo, a los 62 años. 3. Sifu, nombre que se da a los maestros de arte marcial chino. 4. James Wing Woo (1922 - 2014). Fundador de la Chinese Martial Arts Association de Los Ángeles (Estados Unidos), quien a su vez aprendió Tai Chi de su padrino en Guangzhou cuando era adolescente. Sobre su enseñanza de Tai Chi, a cada uno de los movimientos daba un nombre poético con el cual era fácil memorizar su secuencia. En los años 70 varios de sus alumnos y él mismo participaron en diversas películas de artes marciales con el boom del cine de artes marciales chinas, de la mano del gran maestro Bruce Lee. 5. La idea de convertirse en hombres y mujeres de conocimiento, de la mano de una presunta tradición chamánica transmitida de generación en generación desde los tiempos de los antiguos toltecas. Esta idea un tanto romántica fue la inspiración para que las columnas de los salones Yin y Yang tuvieran la forma de “atlantes” de Tula. 6. Hablaremos de Kung Fu como el conjunto de todas las artes marciales chinas, incluyendo todos los estilos de combate, los diversos estilos de Tai Chi, las técnicas de auto-sanación conocidas como Chi Kung o Qi Gong, etc.

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Amarillo, cuyos mandamientos se atribuyen al monje Muk Koe Yuan (siglo XVI) y son los siguientes: 1. El Kung Fu debe practicarse de manera sostenida. 2. El Kung Fu sólo debe usarse como último recurso para la autodefensa o para proteger a otro que necesite de la ayuda de uno. 3. Siempre ha de haber deferencia al Maestro y a los estudiantes avanzados. 4. Un estudiante de arte marcial debe ser siempre amigable, benevolente y honesto con todos sus compañeros. 5. El arte marcial no debe ser mostrado ante un público profano, ni para ajustar cuentas o disputas, ni para refutar alguna acusación. 6. El artista marcial jamás deberá ser belicoso. 7. Debe observarse abstinencia en comer desmedidamente y embriagarse. 8. El arte marcial no debe ser enseñado de manera áspera, ya que sus fundamentos físicos, energéticos y espirituales sólo deben ser transmitidos a quienes son suaves de carácter y tener sencillez. 9. El practicante del arte marcial debe procurar la continencia sexual. 10. El artista marcial debe estar libre de agresividad, impudicia y codicia. Es preciso hacer algunos comentarios a estos mandamientos del linaje del Dragón Amarillo. Sin disciplina y constancia no puede haber crecimiento en el arte, como puede observarse en el primer mandamiento que apela a esa condición apolínea del entrenamiento, estricta y codificada. En cuanto al segundo mandamiento, hay que anotar que estas artes marciales en su origen tenían un propósito muy claro: defender la vida, las enseñanzas del monasterio, defender la comunidad. Eran artes de guerreros, las técnicas que se aprenden son de defensa personal. Sin embargo, esto significa, en última instancia, que las técnicas de combate pueden acabar con la vida de un contrincante. De aquí se desprende la profunda ética personal de los entrenamientos, con una base firme en el respeto a la vida de los demás. El arte marcial bien entrenado no es un arte egoísta ni narcisista; no se practica para vanagloriarse de fuerza, técnica, destreza o belleza en el estilo. Tiene su razón de ser en función del prójimo, de una defensa de los valores que resguarda y de la comunidad a la que 31


uno protege con su propio entrenamiento. Por eso, la comunidad de practicantes (sangha) debe tratarse entre sí con el respeto de quien forma parte de una tradición. También debe procurarse una ascesis personal que incida en el desarrollo espiritual del practicante, por el bien suyo y de la comunidad a la que sirve. La forma en que esto se traduce en la práctica de las artes marciales y los entrenamientos cotidianos de esta tradición, sigue de manera ideal ciertas normas de conducta, entre las que destacan las siguientes: 1. Seguir los mandamientos del linaje del Kung Fu Dragón Amarillo en la vida diaria y practicarlos. 2. El estudiante debe saludar al maestro (sifu) al principio de cada clase. 3. El estudiante debe hacer un pequeño saludo reverencial a la entrada o salida del salón de entrenamiento, como respeto al espacio. 4. Los estudiantes deben hacer un pequeño saludo reverencial al sifu antes de hacer alguna de las formas (kati). 5. Los estudiantes deben hacer un pequeño saludo reverencial a sus compañeros de entrenamiento antes de practicar los entrenamientos de combate. 6. No llegar tarde a los entrenamientos. En caso de llegar tarde, pedir permiso al sifu para entrar. Una vez que se entra, debe saludar a todos los alumnos presentes en el salón. 7. Si es indispensable salir del salón de entrenamiento, hacer un saludo reverencial al sifu. 8. No hablar, comer, beber agua, durante el entrenamiento. 9. No recargarse en la pared, sentarse o descansar durante las demostraciones de los compañeros o sifu. 10. De encontrarse fuera de la escuela en otros ámbitos, los compañeros deben saludarse entre sí y al sifu con el mismo respeto afuera del salón de clase y realizar una pequeña reverencia, en recuerdo a su entrenamiento como artistas marciales. 11. El alumno debe mantener su práctica de manera disciplinada y notificar al sifu en caso de ausencia. De faltar dos semanas seguidas al entrenamiento, el alumno puede quedar expulsado de la escuela. Como puede observarse, en el saludo está la base de respeto y cortesía necesaria para reforzar la sangha de practicantes. En la 2ª Orden del Dragón

7. En su origen, el resguardo era para la comunidad de monjes meditadores y la comunidad alrededor del monasterio de Shaolin. Esa tradición soportó guerras, desastres naturales, invasiones de otros imperios y varias dinastías, incluyendo la comunista. 8. Agradecimiento al sifu Óscar Gamarra (Ayacucho, Perú), quien ha conservado los preceptos del linaje del Dragón Amarillo.

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Amarillo el saludo fue transmitido de manera que este se conforma por 6 pasos: Positivo

negativo

equilibrio

entrega

unión

respeto

Los entrenamientos de la 2ª Orden del Dragón Amarillo eran extenuantes y se llevaban a cabo acompañados de un enorme huéhuetl que el sifu hacía sonar para marcar el ritmo. Además de entrenamientos iniciales para fortalecer articulaciones, flexibilidad, resistencia y desarrollar fuerza interna, la práctica incorporaba diferentes estilos de formas coreográficas (kati), diseñadas para poner en juego todos los movimientos de defensa y ataque, la coordinación, soltura y elegancia necesarias para manifestar al guerrero. Durante los primeros 12 años de la 2ª Orden del Dragón Amarillo (1978-1990) dicha academia estuvo abarrotada de alumnos, con grupos que entrenaban los diversos estilos de combate en horarios matutinos, vespertinos y nocturnos. De esos años surgió la siguiente generación de maestros. Emir daba solo en la medida que el discípulo estuviera listo para recibir. Tenía la conciencia de que los conocimientos para despertar el chi de los guerreros era un asunto delicado. No se debía dar un conocimiento a alguien que no tuviera la prestancia moral y ética para recibirlo. Sólo en la medida del compromiso con la disciplina –en un genuino deseo por transmitir los saberes a una nueva generación– estaba la clave para hacerse merecedor de impartir los entrenamientos en la 2ª Orden del Dragón Amarillo y convertirse en uno de sus maestros. La 2ª Orden del Dragón Amarillo lentamente fue entrando en decadencia a partir de los años 90, en gran medida porque la oferta de enseñanza en las artes marciales se multiplicó en Cuernavaca. Otro factor fue el auge de los videojuegos, aparejado de un creciente desinterés por los torneos marciales y exhibiciones de arte marcial en las nuevas generaciones. Los entrenamientos dejaron de ser tan rigurosos. El espíritu de competencia y orgullo por representar a la escuela decayó, incluso llegaron a darse rivalidades entre algunos maestros y disidencias internas. Emir Dupeyrón, por su parte, había acumulado mucho prestigio. Las clases particulares a miembros de la elite política y económica le reportaba más ingresos que lo poco que le dejaba su academia. Poco a poco dejó de estar presente y la escuela paulatinamente se fue despoblando de sus alumnos y principales maestros, hasta que finalmente decidió cerrarla. 9. Este saludo se realiza tres veces al principio del entrenamiento y al final. Su simbolismo: El primer saludo es para el linaje espiritual de todos los maestros que anteceden al practicante, el segundo saludo es para el sifu presente en el salón de entrenamiento, el tercer saludo es para los compañeros que entrenan y para el espacio donde se realiza la práctica. Ruy Caseb, maestro de artes marciales de la escuela KOR (Linaje: Emir Dupeyrón Loth Méndez Lot Froy Ruy Caseb) nos muestra el saludo de esta tradición. En: https://youtu. be/nUO0__m4ZmY.

Cuando Dupeyrón estuvo de acuerdo en formar parte del cuerpo de maestros del recién fundado Dragón de Jade un año después, no se imaginaría que la forma de Tai Chi se mantendría viva en un contexto radicalmente diferente al de su Dragón Amarillo. La atmósfera del nuevo centro era mucho más femenina y dionisíaca, más relacionada con su ser actor que la de su ser guerrero. Por haber un diálogo constante entre diversas disciplinas, mitos y culturas, el carácter 33


de la investigación en el Dragón de Jade del Kung Fu y Tai Chi ha sido más ateneico que marcial. Para hacer una distinción, Atenea preside las embajadas, la estrategia, la conversación, los códigos de las batallas. Ares preside más el arte de la pelea, el manejo de armas, la prestancia para la lucha en el cuerpo a cuerpo. En Atenea es más importante la escucha, la respiración, la presencia de espíritu, la palabra. Casi 20 años después, el legado invisible de Emir Dupeyrón en el Dragón de Jade se refleja en una nomenclatura de 108 movimientos que conforman la forma yang que es aprendida en su dojo y ha formado parte de los repertorios de varios grupos teatrales y corales. Su huéhuetl sigue sonando de la mano de Jesús González tres veces por semana en los entrenamientos de Kung Fu. Los discípulos de una nueva generación aprenden las bases de la alineación cielo-tierra, con tal de mantener el cuerpo lleno por igual y hacer brillar el espíritu. Como tributo al legado de Emir Dupeyrón en el Dragón de Jade, finalizo con este poema que alude a una sesión de entrenamiento, encontrado en uno de mis diarios de aprendiz:

SIFU EMIR DUPEYRÓN UNDA (1952 – 2014)

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I.

Noche nueva de fin de mayo, Hace un año la maravillosa clase, La última en el dragón amarillo Y yo llegué presto a escribir una carta Que trataba de un destino colectivo de amor.

29 DE MAYO, 2003

Hoy en casa, en el mágico jardín donde yo vuelo las manos prodigiosas de Démeter acarician mi frente con destellos de flores abiertas. Las primeras golondrinas reposan. Han luchado demasiado por conseguir un nido Y presagiar las estaciones, el tránsito de los siglos. Los coros convocan las migraciones, la arena que atravesaron para revestir la noche de la cual surgimos. Es la conquista de la resurrección sangre pura del alma hecha cuerpo Pasión eterna Pacto de las horas celestes Nuestros cantos son flores del tiempo, son nuestros huesos las columnas. Helo ahí: el Templo La promesa de la cual nos hablaron los árboles El día que la fiera lamió la sangre en sus pies y el aleteo de las águilas presagiaba nuestro regreso como peregrinos. Este verano apenas comienza Y yo juego a acariciar las plumas del quetzal Me hago amigo de la madera y el aire. Son tiernas las melodías. Cuánto me sonríe este Dragón de Jade Cuánto me ilumina la sonrisa del Buda Y el reflejo de las nubes en los ventanales. Es como si el cielo se precipitara y yo hacia él Es como si de pronto flotara y estuviera dentro de nada Pero también de ti, Un perfecto nosotros constante Consagración que nombro al verte encerar la madera O dirigir el coro, o abrir la rodilla para ir a tijera Importa algo quién es quién o quién hace qué No importa nada Solo anhelo decir Henos aquí, ahora... siempre.

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ENVEJECER COMO PROCESO DE ARTE A LA MEMORIA DE DON VÍCTOR MARÍA ROMERO VALDERRAMA (SASAIMA, 1922- LA VEGA, 2022). UN SIGLO DE TRABAJO, MÚSICA, LECTURA, ESPIRITUALIDAD, ESCRITURA, PESCA, CREATIVIDAD, BUEN HUMOR Y SABIDURÍA

Víctor Manuel Romero Medina FOTOGRAFÍAS DE DIEGO ROMERO

<<La rutina es el estigma mental de la vejez (…) El hombre envejece cuando el cálculo utilitario reemplaza a la alegría juvenil >> José Ingenieros. <<Según datos del informe “Perspectivas de la población mundial 2019”, en 2050, una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años (16%), más que la proporción actual de una de cada 11 en este 2019 (9%). Para 2050, una de cada cuatro personas que viven en Europa y América del Norte podrían tener 65 años o más.>> (https://tinyurl.com/29uomj6g)

El envejecimiento de la población es tendencia. Mucha gente desconoce que en 1982 la Asamblea General (AG) de la ONU convocó la primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, en la que se elaboró un informe con 62 puntos conocido como el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, que pidió acciones específicas en temas tales como salud y nutrición, protección de los consumidores de mayor edad, vivienda y medio ambiente, familia, bienestar social, seguridad de ingresos y de empleo, educación, y compilación y análisis de datos de investigaciones. En 1991 la AG adoptó los Principios de las Naciones Unidas en favor de las Personas de Edad, que enumeraban 18 derechos de las personas mayores relativos a independencia, participación social, atención, realización personal y dignidad. Al año siguiente, la Conferencia Internacional sobre el Envejecimiento se reunió para revisar el Plan de Acción y adoptó la Proclamación sobre el Envejecimiento. Siguiendo las recomendaciones de la Conferencia, la AG proclamó el año 1999 como el Año Internacional de las Personas de Edad. El Día Internacional de las Personas de Edad se celebra el 1 de octubre de cada año. En 2002 se celebró en Madrid la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, que adoptó una Declaración Política y el Plan de Acción Inter37


nacional sobre el Envejecimiento de Madrid con el objetivo de diseñar una política internacional sobre el envejecimiento. El Plan de Acción pedía un cambio de actitud, de políticas y prácticas a todos los niveles para aprovechar el enorme potencial de las personas mayores1 en el siglo XXI. Las recomendaciones de acción específicas del Plan dan prioridad a las personas mayores, desarrollo, promoción de la salud y el bienestar en la vejez, y la protección de un entorno propicio y de apoyo para estas personas. Los lectores pueden darle clic al documento en azul que les interese. Como verbo, envejecer implica acción, no inacción; movimiento, no quietud; proceso que hace parte de, no remanente de algo que fue; razonamiento, análisis, experiencias, síntesis. Verbo y realidad, el envejecimiento es un proceso natural, calificado como problemático por la sociedad de consumo, capitalista, globalizada y competitiva. Las comunidades antiguas que he conocido en Colombia, México, China, Japón, o India ―entre otras―, y las que he estudiado a través del ejercicio de mi profesión, todas, crearon instituciones sociales y mecanismos donde sus mayores desempeñaban tareas complejas: dirección, consejo supremo, guía espiritual, moral o guerrera. Las y los mayores, ligados históricamente en sus orígenes a las deidades femeninas creadoras de la vida, los seres humanos, la agricultura o los ciclos del agua que, junto con las configuraciones masculinas, le dieron razón de vida a los proyectos de pueblo que más adelante formaron culturas. Esos procesos culturales tomaron elementos del medio ambiente: la luz, el sol, el fuego; la oscuridad, la luna y el agua; la tierra, el bosque y el cielo. También animales (el cuervo, una golondrina, el águila, un cóndor, el tigre, una serpiente, un elefante o un jaguar…) que, en diversas mitologías, generaron a Bachué (cultura Muisca de Colombia), Metztli (centro de México-Tenochtitlan), Jiandi y Xié (China), Amaterasu (Japón), o Saraswati (India), configuraciones sagradas y respetuosas de la fecundidad, la maternidad, el origen de la vida, materializados mediante la abstracción en obras de arte: literatura, pintura, escultura, música o arquitectura, entre otras. La arqueología y los análisis especializados (Carbono 14 y ADN mitocondrial, por ejemplo), han permitido reconstruir cómo lo sagrado en las comunidades antiguas abarcaba todas las instancias del acontecer social: los mitos del origen y del fin-continuidad, los procesos productivos, el más allá después de la muerte (rituales 1 Subrayado del autor.

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como el culto a los muertos) y, por supuesto, el respeto a los mayores. En las sociedades campesinas los abuelos y las abuelas han sido guías por el caminar de la vida, transmisores de valores familiares y locales, contadores de cuentos, leyendas e historias, generadores de sabiduría. En las urbanas esto ha cambiado por las condiciones de las migraciones internas ―generalmente forzadas por la violencia―, los tipos de trabajo, la inequidad y los antivalores resultado del consumismo y la competitividad.

Los datos La demografía es el “estudio estadístico de una colectividad humana, referido a un determinado momento o a su evolución”.2 Hoy, las comunidades humanas están distribuidas desigualmente por el planeta, y los factores sociales, demográficos, económicos y territoriales generan actitudes individuales y colectivas que muestran inequidades. Los expertos en población lo que hacen es analizar la relación entre el tamaño de la población y el espacio geográfico donde habitan, crecen y se reproducen biológica y socialmente, con el fin de mostrar los factores determinantes de su estado de salud física y mental. Para definir esa relación, se debe analizar la dinámica demográfica considerando el tamaño y volumen, estructura, crecimiento, distribución poblacional y movilidad, así como la dinámica ambiental, social y económica.3 La pirámide poblacional es un gráfico con datos estadísticos de grupos de edad (generalmente quinquenios); las edades más bajas se encuentran cerca a la base y las edades avanzadas hacia la cúspide. La información que se coloca en la pirámide puede estar en números absolutos: número de personas, o de nacimientos, etcétera; o en frecuencias relativas: porcentaje de personas en cada quinquenio con respecto a la población total, ofreciendo la posibilidad de comparar poblaciones diferentes. A continuación, se muestra un ejemplo para el caso de España, tomado de https:// pitboxblog.com/tag/sex-ratio/ consultado el 10 de junio de 2022.

2 Real Academia de la Lengua. Diccionario. Disponible en https://dle.rae.es/demograf%C3%ADa?m=form Consultado el 10 de junio de 2022. 3 Fondo de Población de las Naciones Unidas. El enfoque en la planeación del desarrollo municipal. 2008.

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La pirámide de 1900 refleja una población con altas tasas de natalidad y una esperanza de vida al nacer muy baja, resultado de altas tasas de mortalidad; la de 1950 está reducida en la base: disminuyeron los nacimientos debido a la Guerra Civil. La alta mortalidad por esa guerra se nota en los grupos entre los 25 y 39 años. En la de 1991, la mortalidad de la guerra se nota en los grupos de edad entre 72 y 82 años. Las muertes por la pandemia de 1918 se ven en las generaciones que en el gráfico superaban los 70 años. Y el déficit de nacimientos a causas de la guerra se refleja en el grupo de edad entre los 50 y 55 años. En la pirámide de 2008 se destacan varios factores: la ligera recuperación del grupo de 0 a 4 años; disminución del tamaño entre los 5 y 15 años, debido a la reducción de la fecundidad; el ancho del grupo de 25 a 34 años fue consecuencia de la migración extranjera; además, debe destacarse el desequilibrio entre hombres y mujeres a partir de los 75 años y el mayor ensanchamiento de estos grupos respecto a los años anteriores. El hecho real del envejecimiento está teniendo consecuencias socioeconómicas, y urge que los Estados tomen las acciones que encabezan este artículo, propuestas concretas de Naciones Unidas. Por supuesto que la tendencia mundial de las pirámides poblacionales es una creciente hacia la mayoría de población mayor de 60 años y más, contra la disminución de la tasa de natalidad, excepto los casos de China e India, que no son representativos. La esperanza de vida al nacer (medida estadística del promedio de vida de una población, por género, en un lugar geográfico), baja hace 200 años, frente a la de cerca de 88 años en mujeres en sociedades como la japonesa actual muestran un hecho irreversible: llegar al siglo de existencia es cada vez más probable no solo 40


por los avances de las ciencias de la salud, sino del convencimiento que envejecer no es sinónimo de improductividad, quietud, ni ocaso. Hay una corriente de pensamiento que asocia el proceso de envejecimiento a estereotipos: una especie de mal social, una carga económica que el Estado o la familia deben asumir y, para quienes envejecemos, sentimientos de inseguridad, temor, ansiedad. Casi que debemos pedir permiso para querer vivir: se nos cierran las puertas en el mercado de trabajo, negando experiencias y conocimientos acumulados. Y lo peor es que terminamos creyéndolo. ¿Envejecer es un triunfo ante la muerte? ¿Envejecer con dignidad? ¿Cómo, si no creamos las condiciones necesarias a nivel familiar o laboral? ¿O es un fracaso de la vida? ¿Los Estados han asumido las recomendaciones de la ONU? ¿Cuáles son los factores clave para envejecer no solo con dignidad, sino lucidez y creatividad? Podríamos decir que hay un factor genético que marca la tendencia, pero también la actitud ante la vida, la familia, el trabajo, combinadas con altas dosis de sensibilidad a lo artístico (música, poesía, novela, pintura, entre otros), mezclados estos ingredientes con espiritualidad, una fe inquebrantable en el amor a la verdad, a la pareja, a la naturaleza, y siempre, siempre, generando procesos creativos en lo cotidiano, en lo real imaginario, en lo fantástico.

Ver a “los viejitos” En condiciones normales, en las familias hay personas que van envejeciendo. El asunto debe asumirse desde los dos lados: quienes ven envejecer a sus seres queridos, y quienes envejecemos. Tengan o no seguridad social, tengan o no un patrimonio, se supone que, al interior de las comunidades, se dan los valores de respeto, cuidado, ayuda u orientación a medida que el tiempo avanza. Desde las políticas públicas se diseñan, además, instituciones que deben cumplir con las recomendaciones de Naciones Unidas. Incluso desde las instituciones religiosas se predican valores de respeto a las y los mayores, de manera que habría un cuerpo coherente para que no se estigmaticen los adultos mayores. Ver algo más allá en una persona mayor, no es fácil. Quienes visitan un ancianato lo hacen por curiosidad, sentido de solidaridad o compromiso con una labor social específica. Llegan, hablan, toman fotos, hacen lo planeado, y se van. Sucede entonces lo que dice Kandisnky respecto del público que va a una exposición de arte: “[…] La gente […] se va, tan pobre o tan rica como entró, y se deja absorber inmediatamente por sus preocupaciones, que no tienen nada que ver con el arte”4 ¿Para qué fueron? Cada anécdota narrada por el(la) viejo(a) guarda en el fondo su relación con el entorno de la época, o toda una vida con sufrimientos, dudas, horas de logros o fracasos, pero, ante todo, luz, mucha luz que le da claridad al hecho narrado, sobre todo cuando se expresa con un lenguaje virtuoso, bello, florido y cercano al poema. Sentir, ver, descifrar lo artístico en la vejez, es un poco complejo si no hay una revisión al historial de “prioridades” que ha ido marcando la sociedad 4 Kandinsky, Wassily. De lo espiritual en el arte. Ediciones Coyoacán, XVIII edición, México, 2014, p. 11

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globalizada. En términos de costo-beneficio, rapidez en los procesos productivos y acceso a las nuevas tecnologías de la información (TIC) que garantizan la competencia en el mercado, los viejos no somos contemplados. Sin embargo, los currículos básicos/formativos de las carreras universitarias se han ido reduciendo en aras de “lo competitivo”, a cambio de materias ligadas con la tecnología y el procesamiento de datos. Incluso, de cinco años se redujeron a cuatro y luego a la mitad. Por supuesto que la calidad de los procesos educativos en este proceso limita su consecuente en el mercado de trabajo. Nos enfrentamos a una robotización del quehacer diario, y se olvida lo esencial, los valores comunitarios, la solidaridad, el acceso y práctica de lo artístico.

Personajes longevos En la historia hay personajes longevos que se han destacado por sus aportes a su comunidad, la región o la humanidad, no todos conocidos. Cito en primera instancia a mujeres.5 Guan Daosheng, una de las más célebres artistas chinas. Su fama y destreza fueron célebres en todo el mundo, y su arte aparece mencionado en manuscritos europeos del siglo XIV. Pintó murales budistas para los templos de la dinastía Yuan. En su poesía autobiográfica usó el bambú como símbolo para hablar de sus hijos, su marido (también artista) y sus sentimientos sobre la vejez. Su caligrafía es realmente bella. Nació en 1262 y vivió 58 años, longeva para su época. Christine de Pizan, nació en Italia en 1364. Su padre, astrólogo para la corte del rey francés, le enseñó a leer y escribir; dedicó su juventud a explorar las bibliotecas de la corte y enamorarse de los libros. Se casó a los 15 años y a los 25 quedó viuda con tres hijos. Comenzó a mandar su prosa y su poesía a los miembros de la corte, a la vez que transcribía e ilustraba otras obras. En 1393, Christine se hizo muy famosa por los poemas amorosos que escribió a su difunto marido. Uno de sus más importantes y célebres obras, La ciudad de las damas, se publicó en 1405; en ella, la autora abordaba el heroísmo de las mujeres a lo largo de la historia y la opresión a la que estaban sometidas en la Europa medieval: describió una ciudad utópica, construida solo para las mujeres, donde pudieran vivir sin temor a la misoginia. A lo largo de toda su carrera produjo cuarenta y una obras en poesía y prosa, y fue una figura célebre y respetada. En 1418 se retiró a un convento cercano a París, donde escribió su último poema en 1429, Canción en honor de Juana de Arco. Murió a los 66 años. 5 Ver el libro Mujeres en el Arte. 50 Intrépidas creadoras que inspiraron al mundo, escrito e ilustrado por Rachel Ignotofsky y traducido por Blanca Gago. Disponible en: https://tinyurl. com/2b7oyg3w

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Mary Edmonia Lewis, nació en 1844 en el noreste de Estados Unidos. Su padre era afroamericano y su madre, indígena norteamericana. Estudiosa de arte y luchadora por los derechos de los afroamericanos, hizo bustos de arcilla de líderes abolicionistas; sus creaciones se hicieron muy populares y pudo vender las reproducciones. En Europa, aprendió a trabajar el mármol junto a otras mujeres escultoras. Sus obras eran únicas: a diferencia de otros artistas neoclásicos, ella esculpía indígenas y afroamericanos. En 1867 esculpió Libre para siempre, que mostraba a un hombre y una mujer afros rompiendo las cadenas de la esclavitud —una celebración de la liberación de los afroamericanos al final de la guerra civil—. Con motivo de la Exposición Internacional de Filadelfia de 1876, Edmonia realizó su última obra maestra en mármol, que pesaba más de mil trescientos kilos. Se titulaba La muerte de Cleopatra y mostraba a una desafiante reina afro dejándose morder por una serpiente. Falleció en 1907, a los 63 años. Marco Tulio Cicerón (106 - 43 a.C.). Político, filósofo, escritor y orador romano.​Se le considera uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana. Escribió De senectute, única obra latina exclusivamente dedicada a los ancianos, extraordinaria apología de la vejez, escrita cuando el autor tenía 62 años. Hay una edición bilingüe, traducida por María Nieves Fidalgo, precedida por tres trabajos introductorios.6 Interesante el diálogo entre Catón y dos jóvenes (personajes de la obra), donde se destacan no solo las virtudes de la vejez, sino una serie de consideraciones relacionadas con el vínculo al trabajo, la fuerza física, la lucidez, el estudio (de otras lenguas, o de música), la alimentación sana y equilibrada, el placer y la existencia misma. Zygmunt Bauman. Nació 1925 Su obra comprende 57 libros y más de 100 ensayos. Desde la década de 1980 y principios de 1990 analiza y critica las relaciones entre modernidad, burocracia, racionalidad imperante y exclusión social. Profesor de filosofía y sociología en varias universidades europeas, Moscú, Israel, Estados Unidos y Canadá. Profesor emérito de la universidad de Leeds. Comenzando el segundo milenio, Bauman ejerció una influencia considerable en el movimiento antiglobalización. Bauman murió el 9 de enero de 2017 a los 91 años. Sus escritos permanecen vigentes. Noam Chomsky. En mis clases de lingüística general en la Universidad Nacional de Colombia conocí al profesor Noam Chomsky7 quien hoy, a sus 93 años sigue activo, participa en foros virtuales que sigo con respeto, pues es un crítico acérrimo del capitalismo en sus diferentes manifestaciones depredadoras del medio ambiente o el negocio de la guerra. “Es el momento de enseñar a los niños a comprender el mundo”, proclama en uno de sus videos disponibles en las redes. Ernst Jünger (1895 - 1998). Novelista y ensayista alemán. Estuvo en el ejército hasta 1923, cuando inició estudios de filosofía y ciencias naturales (especialidad de zoología) en Leipzig. Su magna obra abarca impresiones, reflexiones y críticas relacionadas con el trabajo (El trabajador. Dominio y figura, 1923), la guerra, su concepción de la Naturaleza, la vida y la 6 Disponible en: https://tinyurl.com/29jlfrkf 7 Avram Noam Chomsky es un lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío. Es profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva (https://tinyurl.com/2detcab5, consultado el 10 de junio de 2022).

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sociedad europea postguerras. Entre su prolífica producción se destaca Más allá de la línea (1950), dedicado a Martin Heidegger, La emboscadura (1951), resumen de algunas ideas centrales de su concepción del mundo (que actualmente motiva un innovador proyecto musical en Cuernavaca),8 El libro del reloj de arena (1954), Junto al muro del tiempo (1959), Ad hoc (1970) y Aproximaciones (1970). De su vida y actividades entre 1965 y 1980 dan testimonio los dos tomos del diario Los setenta se desvanecen (1980 y 1981, respectivamente). Sus últimas publicaciones fueron El cometa Halley por segunda vez, (1987), y La tijera (1995). En los últimos años de su centenaria existencia, Ernst Jünger se dedicó con afán a la entomología, su gran afición.9

Don Victor Romero Con un oído excepcional, a los 12 años interpretaba por nota las melodías de la misa dominical en el armonio de la iglesia de San Nicolás de Tolentino en su pueblo natal. Con dos años de escuela primaria, lector incansable y crítico, don Víctor alcanzó las virtudes de un Gran Señor por su insaciable hambre de conocimiento, su actitud ante el trabajo, su generosidad con los necesitados, su consejo oportuno, su bondad. Estudió inglés porque, además, estaba inscrito a la revista American Automobile, con las innovaciones tecnológicas de la industria desde Estados Unidos en la década de 1950, y que años más tarde se editó en castellano. La mente, siempre activa en sus lecturas y solución de crucigramas y de “pequeñas dificultades” en cuestiones mecánicas o eléctricas; se permitió no solo crear hermosos versos de amor a su amada Florecita, sino a sus nietas, los hijos o las hijas, componer frases-poemas en conmemoraciones familiares, o con su actitud prudente velar por la solución de conflictos. Destacaba su memoria de hechos, dichos y personajes de la historia o la geografía local, nacional o internacional, siempre brillante hasta el día de su fallecimiento. Tuvo una fe inquebrantable en la Virgen del Carmen, su fiel protectora y compañera en lo cotidiano, en la pesca por los ríos de Colombia o en situaciones de peligro. ―Leyendo se aprende ortografía―, decía; tuvo una caligrafía realmente bella. Buen conversador, armador de frases con palabras hermosas, dignas de un castellano egregio. Sus amigos, jueces de la República, abogados, médicos, profesores universitarios o figuras del fútbol, admiraban su caballerosidad, el ingenio y la facilidad de expresión. De hecho, nos aconsejaban estudiar, estudiar porque “su papá es muy inteligente, y eso se hereda”. Los sábados por la tarde el taller se convertía en un lugar de reunión de amigos para departir anécdotas, historias y cuentos, de las que toda su familia fuimos partícipes. Con salud excepcional, caminar seguro y su mente trabajando, se fue despidiendo como lo hacen los sabios, agradecido con la vida: ―Estoy un poco cansado. No vayan a preocupar a la señora Flor. Muchas gracias por todo el amor y la gran familia que Dios me dio― lo conversó dos días antes. Y la víspera, a Lupe, la enfermera que lo acompañó (y aún acompaña a la señora Flor) le dijo: ―Si me llevan al hospital, no me vayan a revivir, déjenme ir tranquilo. Qué Dios los bendiga―. Lúcido, amoroso y tranquilo, tres meses y diecisiete días antes de cumplir el siglo. Padre, abuelo y bisabuelo de antropólogos, contadores, lingüistas, un médico, poetas, músicos, artistas plásticos, y profesores. Se puede envejecer como proceso de arte: así de complejo, así de sencillo, así de noble. 8 Emboscados: https://www.youtube.com/channel/UC7LEFR1cPMwh4bMrQmoqzpw 9 Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Ernst Jünger». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/junger.htm [fecha de acceso: 13 de junio de 2022].

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Foto Devadim Fomenok en Unsplashed


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INTERSTICIO


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