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Navegante de las sierras
Es bien sabido que el amor por los fierros suele ser un legado. Juan Salgado Nash viene de una larga tradición familiar arraigada en los motores. Acompañante hasta 2021 de su hermano Facundo, el navegante de 31 años charló con El Milenio sobre la vida del copiloto, un puesto a veces poco reconocido pero fundamental en el automovilismo.
UNQUILLO
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En el rally, los copilotos suelen desempeñar un papel más secundario en cuanto a popularidad (y lamentablemente, también a nivel salarial), aunque son en gran parte responsables del éxito o el fracaso del equipo.
Su rol tampoco es tan fácil como algunos piensan. Los navegantes deben trabajar de manera diligente, precisa y metódica, controlando los tiempos y vigilando la ruta mientras mantienen una excelente comunicación y comprensión mutua con su compañero de cabina.
Redacción: Antonella Monguzzi . periodico@elmilenio.info
Producción: Rocío Ibarra y Valentín Alive (5to IENM). Santiago Romano, Facundo Alanis y Tiago Mastronardi (5to IMVA).
Deportes
Después de muchos años juntos, Juan y Facundo hoy corren por separado, aunque trabajan codo a codo en el taller. Foto gentileza Rally de Primera.
queridas en el ambiente automovilístico cordobés. “Siempre el automovilismo estuvo en mi vida. Mi papá arrancó desde joven siendo piloto y considero que fue una influencia clave para que yo me introdujera en este mundo”, comentó Nash en una entrevista con El Milenio.
“Corro hace 11 años y considero que el navegante no tiene límites, va consiguiendo experiencia con el tiempo. Es como un buen vino: cuanto más viejo, mejor”
Dado que es el único que conoce el estado de la carrera, sus propios tiempos y los de los competidores, el copiloto actúa como el cerebro del equipo dentro del vehículo. Además, es en cierta forma el psicólogo del piloto, a quien acompaña emocional y logísticamente para que éste ponga toda su atención en la conducción.
El rally cordobés es una actividad que inspira fervor y traspasa fronteras generacionales. Juan Salgado Nash es nativo de Unquillo y navegante desde los 17 años. Pasó sus años formativos rodeado de autos y carreras, maravillándose con el universo de los fierros antes de finalmente ponerse al costado del volante.
Junto con Facundo, su hermano dentro y fuera del auto, son representantes de una de las familias más conocidas y
Actualmente, el copiloto mantiene un taller mecánico junto a su hermano. Al mismo tiempo, sigue apostando a la velocidad y sus participaciones en las últimas competencias le han traído resultados positivos. El año pasado, se consagró campeón del Rally Argentino como navegante de Manuel Torrás, un título que llena de orgullo al unquillense.
El Milenio: ¿Cuáles considerás que son los logros más significativos que consiguieron con tu hermano como equipo?
Juan Salgado Nash: En 2010 nos subimos al podio siendo campeones en la región y corrimos juntos hasta el 2021, año en que salimos subcampeones a nivel provincial.
Dejamos de correr juntos por cuestiones económicas y además necesitábamos tener nuestro recorrido por separado, cosa que nos ayudó mucho a crecer en lo individual. Al ser hermanos nuestra relación siempre fue distinta, había mucha más confianza y se permitían otros tratos a nivel monetario.
Muchas veces no nos alcanzaba y nos poníamos a vender pollos, empanadas, locro, todo lo que nos ayudara para cubrir los gastos del automovilismo. Pero aparte de todo el sacrificio que hicimos juntos, fue muy fructífero compartir tantas experiencias con mi hermano, aunque hoy en día andemos por caminos distintos.
EM: ¿Es muy difícil vivir del automovilismo?
JSN: Es todo un tema profesionalizar el automovilismo. Siempre va a afectar tu nivel socio económico, además del tiempo que le podés dedicar a la actividad. Estas características van a decidir si podés vivir de esto o no. Hoy básicamente para competir, tenés que correr con un millonario.
EM: ¿Cuáles dirías que son tus puntos débiles y tus fortalezas?
JSN: Como virtud creo que el peso me ayuda, ya que soy delgado y eso se busca mucho en los navegantes. También sé mucho de mecánica, lo que me ayuda a solucionar problemas en carrera.
Entre los defectos diría que me llevo un poco mal con el inglés, que siempre es una tarea pendiente. Tuve la oportunidad de correr un rally nacional en Italia y andaba un poco perdido, porque no entendía ni el italiano ni el inglés.
EM: Normalmente el piloto es quien se sube al podio y se lleva la “fama” de la victoria. ¿Qué pensás al respecto?
JSN: El piloto junto con el navegante son un equipo. Al copiloto siempre se lo tildó de ser un perfil más bajo y no exponerse tanto, pero el trabajo va todo de la mano y si no está mancomunado, difícilmente se puedan obtener buenos resultados.
EM: ¿Qué es lo más importante antes de la carrera?
JSN: La preparación es todo, tratar de llegar calmado y no con la mente explotada al momento de correr. Hay algo que me hace acordar a David Nalbandian. Él decía que cuando se iba a presentar a un torneo, prefería no llegar físicamente al 100%, pero sí estar bien de la cabeza, porque a medida que iban pasando los partidos, iba agarrando estado, iba poniéndose bien físicamente, con buena cabeza; pero si llegás con muchos problemas anímicamente, es muy difícil resolverlo.
EM: ¿El tener lugares en Sierras Chicas para practicar te ha dado algún plus en tu trayectoria?
JSN: Totalmente. En Pan de Azúcar me encanta correr, pero es una de las carreras que tengo pendiente acá en Córdoba, ya que hemos hecho Ascochinga, Agua de Oro y después ya para el lado de Santa Catalina y el Condorito. No hay nada más lindo que las sierras cordobesas, y eso que he ido a Italia, pero no hay nada mejor que casa.
También hay otros circuitos que me llamaron la atención y me resultaron más desafiantes, que son aquellos que presentan muchas curvas, porque vas hablando todo el tiempo, avisándole al piloto cómo sigue el circuito. Ese es el momento exacto donde el copiloto puede lucirse y no cometer errores.
EM: ¿Cuáles son tus metas en el mundo del automovilismo?
JSN: Una de mis metas es poder estar dedicado más profesionalmente a este deporte. Hace 11 años que corro y considero que el navegante no tiene límites, va consiguiendo experiencia con el tiempo. Me refiero a que es como un buen vino, mientras más viejo es, mejor. Al piloto le pasa al revés, porque va perdiéndose la demencia, esa adrenalina y esas ganas de arriesgar todo el tiempo y se vuelve más pensante.