El Mundo de la Educación, Edición #18 – Julio-Agosto 2020

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al margen El modelo debe cambiar para que los currículos escolares sean flexibles y se adapten a las condiciones de los niños y los jóvenes, donde los adultos los sigan a ellos y no al revés. Los currículos deben ampliar el concepto de grados escolares fijos y aprendizajes esperados estandarizados por periodos y ciclos, por el de planes personalizados de aprendizaje, donde maestros, papás y autoridades educativas cercanas deciden las mejores estrategias de acción con base en el contexto y la situación de cada escuela, hogar y aprendiente. Así de grande tiene que ser el cambio. Finalmente, una oportunidad más, que hemos aprendido o que podemos desprender de la pandemia, es que las escuelas más alejadas, las rurales, las indígenas, e inclusive algunas suburbanas, tienen la oportunidad de la vida de cambiar radicalmente los modelos (currículos de aprendizaje) y los ambientes físicos y digitales de aprendizaje. Si espacio es lo que ahora necesitan las escuelas para el distanciamiento físico entre alumnos y maestros, estas escuelas rurales, indígenas y suburbanas, tienen todo el espacio del mundo. Yo he visitado, por ejemplo, preescolares, primarias, telesecundarias y telebachilleratos literalmente incrustados en el bosque o en el campo, con edificios de concreto y varilla que irrumpen con el equilibrio estético y vocacional del entorno. Bueno, pues qué tal si cambiamos el estado mental de que la escuela es un edificio con muros y sillas y la convertimos en parte del escenario ambiental, digamos como el concepto de escuelas ecológicas, ambientales, forestales o naturales, al aire libre y en el espacio abierto y cambiante, que existen en muchas partes del mundo, donde el bosque es literalmente el aula de la escuela y el currículo se diseña a partir de la ecología cultural, ambiental y económica de la zona o la región. La realidad de verdad es que a la escuela no la hacen los edificios y los pupitres, sino los niños y los maestros y la buena interacción humana (y ahora digital) entre ellos. En lugar de invertir en edificios, la inversión debería concentrarse en capacitación de los maestros para adaptarse a este nuevo tipo de escuela, con o sin pandemia. Alguna vez, hace muchos años, con la publicación de mi libro La educación en México: un fracaso monumental. México está en riesgo (2003), un locutor de radio me preguntó: “¿Le gustaría ser secretario de Educación?” Le contesté: “No. Y, además, nunca me invitarían a serlo”. El periodista replicó: “Bueno, bueno, supongamos que lo invitan y es secretario, ¿qué haría?” Mi respuesta fue la siguiente: “Mi primera decisión como secretario sería cerrar la secretaría”. Ya se imaginarán ustedes la carcajada que arrancó esa respuesta en el entrevistador. En fin, se trata de trasladar a los estados y a las localidades la capacidad de la autoridad educativa para conocer de nombre y de cara a los maestros, a los alumnos y a los padres de familia. Cuando lleguemos ahí, la educación en México será diferente y el aprendizaje mejorará sin límites. Desde el punto de vista de la pedagogía, no urge que seamos los mejores del mundo; urge que seamos mejores.

* Autor de los libros publicados en 2020 ¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad (Siglo XXI Editores) y The Future of Schools and Teacher Education: How Far Ahead is Finland (Oxford University Press).

La Secretaría de Educación Pública ajustó el calendario escolar del siguiente ciclo con el objetivo de hacer frente a la situación de la pandemia. De acuerdo con el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, entre el 10 y el 28 de agosto se implementará un curso remedial para atender el rezago del semestre anterior con el fin de hacer frente a las dificultades educativas y se aplicarán evaluaciones diagnósticas sobre los aprendizajes. Una vez solventados los problemas, el siguiente año escolar iniciará en septiembre. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) acordó que, independientemente del periodo que manejen, los alumunos universitarios no regresarán a clases antes del 7 de septiembre, y determinó que cada universidad establecerá su fecha de regreso a la normalidad atendiendo al semáforo verde y a su propia autonomía universitaria. La Universidad Panamericana realizó la encuesta Enocovid-19, la cual, además de revelar el incremento de tensión en las relaciones familiares, advirtió los distintos problemas a los que se enfrentan padre e hijos durante los procesos educativos en casa. De acuerdo con los resultados, sólo 60 por ciento de los estudiantes ha visto o escuchado el programa Aprende en Casa y cuatro de cada cinco familias han reportado dificultades en el aprendizaje. Entre las fallas más comunes se encuentra la falta de una computadora o de internet, la falta de apoyo por parte de los maestros para comprender los temas estudiados, la distracción de niños y adolescentes, y la falta de material didáctico para trabajar. Estos resultados revelan el rezago educativo y el reto al cual se enfrentarán niños y maestros en el siguiente ciclo escolar. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha revelado que José María Morelos no tenía computadora —y tampoco la necesitaba— para redactar proclamas y documentos. La ONU, por su parte, ha dejado claro que en América Latina sólo dispone de ellas el 34 por ciento de estudiantes de primaria, el 41 por ciento de los de educación media y el 68 por ciento de alumnos de educación superior. Esto implica que el aprendizaje en línea ahondará la brecha educativa. ¿Se sentiría orgulloso Morelos? El Mundo de la Educación

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