Facetas 08 de Mayo

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IBAGUÉ, MAYO 8 DE 2011

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA Ernesto Sábato

El hombre que se reunía con los anónimos Juan Cruz

Hablando de Filosofía

Caminos en retroceso

Hernán Camilo Yepes Vásquez Instruyendo

Producción textual y ­proceso formativo Iván Bedoya Madrid


FACETAS

IBAGUÉ, MAYO 8 DE 2011

Recuerdo del hombre que se reunía con los anónimos Por Juan Cruz*

Ernesto Sábato era un hombre triste; de tan triste parecía que esa era su naturaleza; más que su cuerpo, su mirada, sus palabras, más que todo eso, Sábato era físicamente triste. Y, sin embargo, siempre que lo recuerdo lo veo pidiéndole a Jorge Valdano, su paisano exfutbolista, que le diera un puñetazo en el estómago: “Para que compruebe lo fuerte que estoy”. Y estaba fuerte, hasta hace algunos años; entonces volvió a España, con su compañera, Elvira Rodríguez Fraga, como si se viniera a despedir de este país; al volver a Buenos Aires, a Santos Lugares, escribió un diario, Antes del fin, que complementaba otro libro suyo en el que hacía los diarios de su vejez viajando por este país viejo. Pero a la vuelta ya se hizo tan mayor su tristeza que convirtió su cuerpo, su memoria y su deseo en pura melancolía, y se fue deteriorando su salud, sin que nunca pudiera pensarse que aquel cuerpo del que tanto se quejaba lo fuera a traicionar, algo que acaba de hacer, para su liberación, quizá, pero también, para

Hostia Los ritos cristianos no nacieron con el cristianismo, sino que provienen de antiguas tradiciones paganas que fueron recogidas por los cristianos y

su congoja. Pues, a pesar de las apariencias, las que él hacía explícitas y las que se le notaban en las oquedades pocas veces risueñas de sus ojos, Ernesto Sábato era también un cascarrabias que amaba la vida, un hombre capaz de alternar su preocupación por la ceguera (la suya, la que lo amenazaba) con las bromas y los dimes y diretes que le gustaba levantar para hablar de la clase literaria a la que pertenecía de lleno, pero a regañadientes. Hace unos días, Elvira González Fraga me llamó; ella lleva, con la ilusión inmarchitable y con un sentido del humor que siempre contrastó con el pesimismo de su compañero, la fundación Ernesto Sábato, incrustada en lo más bello de Palermo, el barrio de las librerías y de los escritores de Buenos Aires. Ella era consciente de las enfermedades que la edad otorga a los cuerpos humanos, pero aún así, consciente también de que su compañero había pasado por una bronquitis fastidiosa, aún no era la hora. Y desde la Fundación preparaba el homenaje que se le debe al centenario de Sobre héroes y tumbas. El centenario se cumple el 24 de

junio, y para ese día ella creía que el agasajo universal tendría presente al escritor de Santos Lugares. Ya no puede ser. La muerte de Sábato es un trago amargo y simbólico de la Argentina y de la literatura. Él representa a Argentina, con todas las contradicciones que en él actuaron en la baja frecuencia y que también machacaron a Jorge Luis Borges, algunas veces su amigo, y casi siempre su oponente; sobre ellos, de maneras distintas, cayeron los denodados latigazos que ese país ha dado a la razón para despojar a los hombres de la serenidad de la discusión o el desacuerdo. Esas contradicciones se han reflejado en estos dos titanes ahora ya desaparecidos. Las heridas están en los libros, incluso en las entrevistas que se hicieron juntos y también en los desplantes que se hacían en público y en privado. Hay un libro

en el que ambos se enzarzan a hablar de la literatura, de Dios y del diablo, y, aunque no se quisieron nunca del todo, ahí se ve que en ambos hay una ternura que acaso es el sustento de la inquietud común: ¿para qué tanto lío si hemos de morir y no quedará ni una línea, ni siquiera un verso sencillo? Pero ahora que toca certificar el fin de Sábato conviene recordar más su literatura que esas escaramuzas que uno aceptó como riesgos del destino y que el otro, el que acaba de fallecer, convirtió en el trampolín de una decisión civil que lo marcó como un héroe de una Argentina nueva que no acaba de ser nunca una Argentina verdaderamente renovada. Y su literatura, la de Sábato, tiene en las contradicciones del ser humano, en los miedos al vacío que convivieron también en su pintura, la esencia de sus imaginaciones, que fue-

ron tan oscuras como las predicciones que él hacía del destino de los hombres, condenados a la ceguera, a la mezquindad y al olvido. El túnel y Sobre héroes y tumbas son como el trasunto de esa oquedad rabiosa de sus ojos. Él quería desaparecer y estar. Una vez, en el restaurante Casa Lucio de Madrid, donde había querido comer huevos estrellados, cantamos juntos, con Elvira González Fraga, una milonga argentina de Reguera, creo: “Se me está haciendo la noche/ en la mitad de la tarde/ no quiero volverme sombra/ quiero ser luz y quedarme”. Sábato hizo suyos esos versos, pues él, que ya llevaba avanzados los 90, quería quedarse, seguir, estar, terminarse esos huevos estrellados, seguir viaje a Galicia, a Sevilla, volver a Argentina, vivir, aunque ya su estómago no estuviera tan firme como cuando pidió a Valdano que le golpeara la barriga, “si viera lo fuerte que está”. En sus diarios españoles (España en los diarios de mi vejez, Seix Barral), escribió esta entrada: “Cuando siento que me falta tanto de lo que gocé en otras épocas, me queda esto, agarrar un papel o sentarme a mi vieja máquina de escribir, vieja y compañera, y anotar esto, esto quizá sin importancia, pero que me hace sentir reunido con los anónimos y sin embargo, por algún misterio, cercanos lectores que estos papeles tendrán”. Quería desaparecer, eso está en sus libros, pero quería quedarse, eso estaba en su mirada herida que ahora se acaba de apagar. Ernesto Sábato, un titán disminuido siempre por la constancia rabiosa de su melancolía. *Madrid. El País.com, Cultura

Palabra del día adaptadas a la nueva religión. Un ejemplo de estos ritos es el de los sacrificios de seres humanos o de animales, que el cristianismo adoptó y adaptó

mediante la hostia, que representa a Cristo como cordero ritual. Para los católicos, la hostia no representa apenas a Cristo,

sino que es Él mismo en cuerpo, sangre, alma y divinidad. La palabra viene del latín hostia ‘víctima de un sacrificio ritual’, que se derivó, a

su vez, de hostire ‘herir’, ‘golpear’, que también dio lugar en nuestra lengua a palabras como ‘hostil’, ‘hostilidad’, entre otras.


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Muere Gonzalo Rojas, el poeta chileno más premiado desde Pablo Neruda Por Equipo Cultura*

El libro estaba inédito y llevaba un año esperando. En 1946, Gonzalo Rojas ganó el concurso literario de la Sociedad de Escritores de Chile, Sech, con La miseria del hombre, su primer poemario. El premio consistía en la edición del volumen. Pero pasaban los meses y no había publicación. Entonces el autor fue a ver a Manuel Rojas, presidente de la Sech. “Por ahí están tus papeles”, le dijo el autor de Lanchas en la bahía. Rojas, el poeta, decidió retirarlos y publicarlos por su cuenta. Así, en 1948, apareció La miseria del hombre, publicado por la imprenta Roma de Valparaíso, un taller pequeño, especializado en afiches de circos. El volumen de Rojas era el primer trabajo grande que

hacían. “Es el libro más feo del mundo”, diría el poeta. El episodio representa de alguna manera la trayectoria de Gonzalo Rojas: desde sus inicios su obra fue respaldada por los premios y a lo largo de su vida se relacionó con autores y personajes protagonistas del siglo XX. Así lo recordaba en 1998, cuando recibió el premio Octavio Paz: “Dialogué los arcanos con Breton en la Rue Fontaine; con Mao, que alguna vez dijo: ‘deseo medirme con los dioses’; bajé a las minas del carbón de Chile, en el submar de Lota, allá abajo, con ese loco de Allen Ginsberg; vi el rostro de Vallejo entre las nubes de ese avión a 10 mil metros; discutí en mis infancias con Huidobro; dialogué largo con Neruda, quien durmió tantas veces en mi casa; así y así habré visto a tantos”. Convertido en el poeta chi-

leno más premiado en el extranjero desde Neruda, Rojas murió a los 93 años, dos meses después de sufrir un derrame cerebral en Chillán. Su figura constaba de gorro marinero, camisa y corbata, suspensores o bufanda roja. Entre viajes y homenajes, vivió hasta los últimos años en su casa del centro de Chillán. Tenía un retiro cercano, camino a las termas, llamado Torreón del Renegado, nombre de uno de sus poemas. Dormía en una cama china con espejos de tres siglos, que compró en Beijing en 1971, cuando era consejero cultural del gobierno de Allende, junto al embajador y poeta Armando Uribe. De China partió a Cuba, donde relevó al novelista Jorge Edwards como encargado de negocios. Luego se exilió en la ex RDA, salió de

allí rumbo a Venezuela y volvió a Chile en 1979. Por entonces estrechó amistad con Octavio Paz y el grupo ligado a la revista Vuelta, que sería fundamental en la difusión de su poesía. Su red de amigos iba de Roberto Matta a Claudio Bunster, de Luis Hermosilla a Delfina Guzmán. A ella la conoció en 1958, cuando trabaja en la Universidad de Concepción. Allí, Gonzalo Rojas inició su importante y prolífica actividad cultural, ligada a la acción política, “de un izquierdismo abierto, nunca sectario”, según dijo, y a los grandes escritores contemporáneos. En 1960 organiza el Primer Encuentro de Escritores Americanos. Asistieron, entre otros, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Ernesto Sábato, Nicanor Parra, Luis Oyarzún y Volodia Teitelboim. En 1962 repite la jornada y recibe a Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos y Carlos Fuentes. El mexicano dijo que ahí nació de verdad el boom latinoamericano. Gonzalo Rojas nació en Lebu, Arauco, el 20 de diciembre de 1917. Su padre, profesor devenido en minero del carbón, murió cuando tenía cuatro años. A los 16 escribió sus primeros versos y viajó a Iquique, donde colaboró con el diario El Tarapacá, que dirigía Eduardo Frei. A los 20 entró a estudiar Derecho en Santiago. Se cambió a Pedagogía y se unió al grupo surrealista La Mandrágora, de Braulio Arenas y Teófilo Cid, y conoció a Vicente Huidobro: lo valoró más como vividor que como poeta. Pronto dejó a los surrealistas porque le parecían más librescos que vitales. Tras vivir unos años en Valparaíso, en 1952 entró a la Universidad de Concepción. En 1953 viajó a Europa y conoció a André Breton; en 1959 volvió a París para escribir becado por la Unesco y visitó China por primera vez, donde conoció a Mao. En 1964 publicó su segundo libro, Contra la muerte, y regresó a China, donde ejercería como

FACETAS consejero cultural de la UP. Tras el golpe militar, publicó su tercer libro, Oscuro, en Venezuela. La década de los 80 marcó el ritmo de su vida futura: ediciones variadas de su obra en diferentes países, invitaciones a universidades, premios y homenajes, en México, Nueva York, Alemania y España. “Soy un sagitariano y, por sagitariano, condenado al viaje, como la flecha al espacio, al vuelo”, declaró al crítico peruano Julio Ortega. A Rojas sólo le faltó obtener el Premio Nobel. En 2006 fue postulado, luego de obtener el Cervantes 2003. Con Nicanor Parra, era el poeta vivo más importante de la lengua. Y, sintomáticamente, sostenían diferencias estéticas y políticas: Rojas le dedicó un ataque poético en 1968, que luego reeditó en su libro Metamorfosis de lo mismo (2000). Nunca se reconciliaron. En realidad, Rojas fue lo opuesto a Parra: además de publicar profusamente, sus versos son verborrágicos, barrocos, a menudo herméticos, antes que sintéticos, desafiantes y humorísticos. Más lírico, Rojas se sentía heredero de César Vallejo y hermano de Pablo de Rokha, “por la materialidad y ruralidad trascendente”. Desde 1992, los premios y homenajes se multiplicaron: obtuvo el Nacional de Literatura, el primer premio a la poesía iberoamericana Reina Sofía, de España; luego, el José Hernández, de Argentina, y el Octavio Paz, de México. Aunque parecía un campeón de la sociabilidad, solía aconsejar a los jóvenes: “Aléjese, muchacho, de las camarillas, de los cocteles y de los aplausos. Eso no sirve para nada, dedíquese a la rigurosidad del oficio mayor”. *LA TERCERA. Diario chileno. 26 abril 2011 Gonzalo Rojas


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Hablando de filosofía Caminos en retroceso Filosofía, política y cultura son, tal vez, los conceptos que más fuerza han tomado durante las últimas décadas en cuanto a conformación de identidad del ciudadano, de la región y del país. En este debate se inscriben el colombiano Sergio Zubiría y el cubano Pablo Guadarrama, especialistas en estas materias, que nos desgranarán un poco de sus visiones hacia estos temas.

Hay que crear políticas sociales en que no se extingan la diferencia y la diversidad. Sergio de Zubiría Samper

Filosofando

Guadarrama es Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, Doctor en Ciencias en su país y Doctor en Filosofía en Leipzig, Alemania. Profesor Titular de la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara. A pesar de su formación, no se autoconsidera filósofo, sino amante de la filosofía; alguien que sólo cultiva pensamiento es, para él, quien no formula preguntas que, hasta el momento, no han tenido una respuesta concreta, como el origen de la vida, la relación del hombre con la naturaleza y consigo mismo, cuestiones que predominan en toda época y en toda circunstancia. “Cada generación filosófica se hace a veces las mismas preguntas y da distintas respuestas y surgen nuevas preguntas, pero hay preguntas sempiternas, para todas las épocas y todas circunstancias. El filósofo tiene que pensar en cada generación y cuando se tiene una buena teoría se es práctico. El verdadero es el que no hace preguntas ingenuas”, indicó. Siguiendo de alguna manera un idealismo en relación con un

Sergio de Zubiría Samper

mundo en que las naciones no tengan fronteras, así mismo es la percepción acerca de la filosofía, una práctica sin matices distintos ni nacionalidades. Guadarrama, así, enfatizó en que “no existe filosofía propia de ninguna parte del mundo ni de América Latina. No hay filosofía de regiones ni se reduce a gentilicios ni patronimios, no existe. No existe ni existirá, al igual que no hay interpretaciones de la física de Newton ni una Einstein, ni una biología pasteuriana y una darwiniana. Otra cosa es la literatura y el pensamiento político”.

Tiene muy claro que en la historia de la humanidad ha habido épocas de predominio del platonismo, del aristotelismo, del cartesianismo, etc. “Pero yo creo en que estamos en el fin de los imperios filosóficos. A finales del XIX, el que no fuera positivista era un dinosaurio y al del XX posmodernista. Ahora (la filosofía) es electivista, que elige los mejores temas y problemas”. Es claro, para él, que la modernidad es una época que no a todas las regiones del mundo se han adaptado como debiera ser, pues “coincido con Oc-

tavio Paz en que los países de América Latina participan de modernidad pero ‘recogiendo migajas en el patio’, con paradogmas que no se han cumplido como libertad e igualdad. La justicia no funciona igual y lo correcto es que trate igualmente a un senador que a un celador. “Lamentablemente aún existen víctimas del colonialismo, de la conquista, de la explotación y del capitalismo. La presunta sociedad moderna burguesa revitalizó el esclavismo. Una forma de explotación que ya el feudalismo había eli-

minado la revitalizó la modernidad capitalista trayendo negros y esclavizándolos, también a los indios aborígenes de esta tierra”. Guadarrama se atreve a diagnosticar, así, que se dio un salto en retroceso, de una “presunta posmodernidad a la premodernidad. No creo que la modernidad sea igual para todos”, aseveró. Esta falta de sentimiento hacia el avance en las épocas filosóficas, hablando exactamente de la modernidad, genera como consecuencia que el hombre también adquiera o desarrolle conductas que no le favorecerán, imponiendo actitudes adversas a lo correcto. “El ser humano tiene dos estómagos y es el sexo y la dimensión erótica la que lo llevan a funcionar como un animal”, con lo que afirmó que existe una suerte de “cerebro cocodrilo” que se va a imponiendo en “esas bestias que no deberían ser consideradas humanos”. Al ejemplo de uno de sus mentores predilectos, el escritor José Martí, Guadarrama se ajusta a la idea de que el hombre es un ser perfectible y humanizable, “que cada vez puede alcanzar niveles superiores de humanización; si partes de que el hombre es malo por naturaleza, pues para qué la familia, la escuela y los amigos: nada que hacer”. Como buen filósofo, parte de hacer preguntas que generen respuestas claras y concisas. Él se basa en responder a la influencia del término confianza, para el que cuestionaría, entre otros, al mismo Martí, queriendo descifrar la confianza que éste tuvo para inmolarse ante


IBAGUÉ, MAYO 8 DE 2011 su pueblo latinoamericano, que no había sido capaz de emanciparse. También indagaría a Simón Bolívar, por su confianza en que los pueblos latinoamericanos pudieran vivir en sociedad, y a Jesucristo, Mahoma, Buda y a los “creadores de nuevas religiones”, por su esperanza de que los pueblos pudieran convivir como hermanos. Pablo Guadarrama

En el ser humano no todo es racional, pues dejó claro que “si el hombre pensara por algoritmo lógico-matemático estaría fracasado. Hay dimensiones que tienen que basarse en la fe y en la dimensión espiritual, que no es sólo lo religioso sino en la ciencia, la autocorrección, entre otros”. Para él la confianza es básica, viéndola como una fe que trasciende la lógica.

La confianza que él pregona se traduce en que “un docente debe tener seguridad en que sus estudiantes pueden ser superiores a él; si no, estaríamos fracasados. No podemos ser parásitos de los pensadores de la antigüedad, cuando tenemos instrumentos nuevos y la ­Internet”. Es un tanto escéptico hacia las religiones, pero eso no le im-

pide decir que “tengo confianza y fe en el ser humano y soy respetuoso de la fe religiosa”, esto debido a su ejemplo de vida, ya que practicó la fe católica hasta los 17 años. Está consciente, a partir de la experiencia que ha adaptado a momentos como la Revolución de Cuba, de que “la historia la hace el pueblo; los líderes sintetizan las esperanzas y aspiraciones de los pueblos y organizarlas”. A la manera de José Martí, “nada hay de un hombre en sí que no haya puesto en él su pueblo”, puntualizó.

Visión cultural

Pasando a otros temas también fundamentales para el desenvolvimiento del ser humano en un ambiente más democrático y, a la vez, incluyente está el filósofo colombiano Sergio de Zubiría Samper, con maestría en Hermenéutica en la Universidad Nacional y maestría en Gestión y Políticas Culturales y Desarrollo en Cataluña, al igual que doctorado de Filosofía ­Política. Él habla de cultura, defendiéndola como algo que debe ser inherente a todas las identidades culturales, al igual que a sus gestores tanto en las regiones como en las ciudades. Ello, favorecido desde las políticas estatales, aunque, reconoció, existen riesgos latentes, a pesar de querer visibilizar cada comunidad. “El problema, en última instancia, es que los niveles de institucionalización no necesariamente garantizan los de continuidad. Una vez se hizo la ley y todas las normas hubo un cierto decaimiento de todo el proceso social de la cultura. Hubo auge en la década de los 90 hasta los inicios del siglo

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La filosofía es una reflexión universal sobre problemas universales que son del hombre en cualquier latitud. Pablo Guadarrama

XXI, por la falta de convocatoria y la falta de organización y colectividades dolientes de la cultura”, expresó. A ello, agregó que la cultura, durante un tiempo, estuvo enfatizada en el cine y el patrimonio, pero “otros campos de la cultura quedaron huérfanos. Habría que ver qué campos quedaron invisibles”. Propone trabajar más temáticas culturales como “lo imaginario, la gastronomía, el cuerpo y lo simbólico; hacer otra cartografía para ver, luego de evaluar la ley, qué campos adquieren mayor vigencia, para pensar en otro tipo de normatividad”. Acudió, así, a que la institucionalización cultural va, a veces, en contra de la organización y el movimiento cultural. “Y eso es parte de nuestra matriz y nuestra historia”. Latinoamérica es vista desde su óptica particular como una tensión entre lo existente, lo deseado y lo posible. “Diría que en el fondo eso hace parte del ejercicio de las políticas públicas, sociales y culturales. Tenemos que armar utopías y proyectos emancipatorios, pero también preguntarnos de lo deseado qué herramientas pueden hacerlo posible. Lo verdaderamente existente no puede ser desconocido, ni lo deseado se

No está agonizando la modernidad, lo que sucede es que ésta se ha cumplido para unos países mejor y para otros peor. Pablo Guadarrama


FACETAS puede imponer a costa de lo existente”, manifestó.

Filosofía política

Mientras la idea inicial que De Zubiría reconoció, que consta en que el filósofo no debe ingresar a la política, por experiencias no muy afortunadas como Heideger, Platón y Marx, quienes se vincularon y no fueron muy prometedores, él, en cambio, piensa que la filosofía debe “tener un

IBAGUÉ, MAYO 8 DE 2011 compromiso con su época y su sociedad, que va desde lo nacional, regional y cosmopólita y que, aparte de leer libros, debe estar diagnosticando los problemas grandes de su época en distintos órdenes”. Otra de las percepciones de esa necesidad de lo local es el ámbito de los derechos de las diversidades, que puede ser benéfico al ser garante de inclusión, pero cuyo proyecto puede “terminar dificultando

un proyecto de nación. Eso se podría llamar la conformación en guetos de la diversidad, donde importe más la diferencia que lo común. Uno de los grandes problemas de política pública es la explosión de lo diverso, pero un diverso que no se atreve a encontrarse con lo diferente a sí”, aseguró. “El tema, por ejemplo, de la acción afirmativa, de las políticas públicas por secto-

La necesidad latente en América Latina es que se pueda pensar en un mejor desenvolvimiento de las democracias, según los expertos.

res, dividiendo a los propios miembros antes que ponerlos a interrelacionarse, puede tener buenas intenciones, pero efectos devastadores. “Tras 20 años de la Constitución Política hay trabajos interesantes en esa vía, por ejemplo, ¿qué ha traído el que las comunidades afrodescendientes tengan un representante a la Cámara por todas las circunscripciones?: ha sido devastador. Ha sido peor tener esa acción afirmativa que no tenerla. “El manejo de lo común, lo diferente y lo diverso es objeto de grandes discusiones teóricas en la política pública latinoamericana; comparto lo que plantea Quilín, que es que no se puede hacer lo mismo en todas capacidades; no puedo aplicar la misma política en homosexuales, en mujeres, afro o indígenas, por ejemplo”, complementó. De Zubiría osa en diseñar una cartografía política de nuestro país basándose en actos que impiden el ejercicio de la oposición, la disidencia y la crítica, dada la conformación de un Gobierno llamado ‘de la Unidad Nacional’, con un Estado que, según su concepto, “trata de que no exista oposición, (lo que) me parece negativo para el campo de la educación, la política y ­cultura. Es puntual al decir que en Latinoamérica y Colombia debe ser revisada la diferencia entre política y partidos. Piensa que “el que exista un partido no es necesariamente una reflexión seria; por ejemplo, el auge de la izquierda desde 1998”, fenómeno que atribuye a elementos como el rechazo instintivo y, a veces, organizado, del modelo neoliberal. Otro es “la necesidad de que la política en su nivel filosófico tenga un papel muy clave en dinamizar las gramáticas de la vida, como dar la palabra a lo cultural, al poder local, significando que se pue-

de refundar la política, cambiando su significado. “Ver cuál debe ser el rol del Estado en la etapa actual, sin volver al estado de ­bienestar y al quinesianismo, para combatir la iniquidad y otros (males). Pueden existir partidos, pero tienen un declive profundo de la reflexión profunda. Habría que discutir los papeles de cada uno de los existentes en Colombia. “Hay que ser honestos en el sentido de que hay una exacerbación de prácticas que están negando el ejercicio de la política en sentido más serio, como clientelismo, caudillismo y corrupción, que hacen mella en todas las organizaciones políticas. No es un problema de cada partido”. El tercer elemento es ver “si en los campos local y regional hay mejoría o no de las prácticas políticas y el diagnóstico es negativo. La descentralización causó muchas expectativas de poder local autogestionable, pero no las suplió como hubiera podido tenerlas en el panorama, lo que no se puede generalizar en la nación y en la región. “Hay una desafección individual que se manifiesta en que la gente en el fondo participa en la política, pero no cree en que sea un agente importante, y eso es negativo para la sociedad. Ese nivel de desafección y crisis de representatividad en cuanto a las sociedades europeas no es tan alto como en Colombia. “En América Latina no se podría generalizar”, concluyó.

Los dos expertos compartieron reflexiones acerca de la modernidad y la posmodernidad en la Universidad del Tolima, la semana anterior.


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Poesía

Fuera del mundo Cuanto nosotros somos y tenemos forma un curso que va a su desenlace: La pérdida total. No es un fracaso. Es el término justo de una Historia, Historia sabiamente organizada. Si naces, morirás. ¿De qué te quejas? Sean los dioses, ellos, inmortales. Natural que, por fin, decline y me consuma. Haya muerte serena entre los míos. Algún día -¿tal vez penosamente?me moriré, tranquilo, sosegado. No me despertaré por la mañana ni por la tarde. ¿Nunca? ¿Monstruo sin cuerpo yo? Se cumpla el orden.

El cuento

Mano’ e gancho Por Luís Carlos Avendaño López*

El Pro llevaba en su maleta cualquier cantidad de elementos confiscados a los estudiantes, desde dulces hasta mensajes de amor y de amistad, pasando por varias flautas que buscaban ser interpretadas pero cuyas aspiraciones tuvieron lugar en una clase diferente a la de Música, por lo que se les aplicó la ley con todo rigor. Libros de otras materias, que no correspondían a los que debían ser usados en la clase de Inglés, caían como si fuesen víctimas de una guerra sin cuartel llevada a cabo en el aula, la cual bien podría ser denominada como operación “english only”. En los furtivos allanamientos adelantados por el Pro en la clase de Inglés, se decomisaba verdaderas obras de arte de los chicos, que correspondían a trabajos inconclusos de la clase de artística, juegos en papel creados por el estudiantado y caricaturas del Pro, así como diseños usando la técnica de “manga”, absolutamente espectaculares. Además de estos elementos incautados in fraganti, el Pro guardaba colecciones enteras de recortes de periódicos donde se comentaba títulos de pedagogía moderna e informes aterradores de la creciente violencia escolar.

La cacharrería ambulante del Pro contaba con cortaúñas, destornilladores, espejos, cepillos para el pelo, labiales y brillos para niñas, bolsadas de tazos de toda índole, trolls, balones, un iPod y un par de celulares (aparatos electrónicos que olvidó el Pro entregar a la coordinación académica) que también tenían espacio en su pesada maleta. La maleta también llevaba una enorme carga de remordimientos y penurias, en las cuales lo único que no pesaba era la palomita de papel, coloreada fantasiosamente por los niños a cargo de la profesora Gloria Zalamea y repartidos por toda la institución educativa con motivo de la Semana por la paz. La tierna paloma poseía en su interior un mensaje: “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes”. Pasó, pues, lo que tenía que pasar. Después de cargar la maleta negra por años con tan enorme cantidad de cachivaches, el Pro de Inglés desarrolló una enfermedad profesional en su brazo derecho por la que los alumnos del plantel dejaron de decirle Mi general para llamarle “Mano’ e gancho”. *Docente, dibujante y escritor

No te entristezca el muerto solitario. En esa soledad no está, no existe. Nadie en los cementerios. ¡Qué solas se quedan las tumbas! Enferno Ma tu perché ritorni a tanta noia? dice Virgilio a Dante, “Inferno”, I, 76. Los destructores siempre van delante, cada día con más poder y saña, sin enemigo ya que los espante. Triunfa el secuestro con olor de hazaña, que pone en haz la hez del bicho humano. Ni el más iluso al fin la historia engaña. El infierno al alcance de la mano.

Jorge Guillén Poeta español, 1897-1984


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Producción textual Por Iván Bedoya Madrid*

¿Cualquier descripción de un lugar, de un individuo, o la narración de un acontecimiento o hecho ocurrido o imaginado, se podría considerar como “literario”? ¿Qué es lo que caracteriza a un escrito como “literatura”? ¿Qué o quiénes le asignarían dicho carácter? ¿Es la aceptación por parte de una academia o sociedad “literaria” el que un determinado escrito posee “arte literario” o es la difusión o aceptación popular en un determinado momento o época histórica? Me llaman la atención los casos heteróclitos, en diferentes contextos históricos, que no concuerdan con los modelos “clásicos”, válidos o existentes en ese momento y que, sin embargo, se han considerado después como obras literarias y aún de un carácter genial, o destacado como tales luego por la crítica y por los demás escritores, es decir, por la comunidad académica en este caso y por un contexto social específico. Algunas de estas obras se convierten a su vez, y como sin pretenderlo, en las obras “canónicas” o modelos para analizar o evaluar otros textos contemporáneos o posteriores (¿será esto lo que se pretende entender como el “estilo” literario, como el modelo canónico según el cual habría que escribir, para poder ser aceptado como obra literaria, el resultado o producto de dicho trabajo de escritura?). Pienso en autores que no siguieron un modelo previo existente sino que, por el contrario, impusieron una “manera” de escribir que después fue criticada o seguida por otros escritores posteriores, como Proust, Artaud, Bataille... Se propusieron directamente escribir contraviniendo los cánones establecidos o tal vez no los tuvieron

y proceso en cuenta muy fielmente, no fueron conscientes de todo lo que implicaba seguirlos -como era lo “normal” en otras épocas o contextos históricos en los que era esencial o indispensable seguir y no apartarse de dichos marcos formales, si se quería ser “literato”. Pienso si tal vez esta inconsciencia con respecto al modelo seguido o con respecto a los parámetros que tenían que seguir, fue lo que les permitió crear la obra que pretendían crear, sin “vigilar” si seguían una norma o si se alejaban de las reglas vigentes. ¿Se puede entender esta actitud como una confrontación del formalismo y un logro del realismo? ¿Es el contenido mismo el que está fluyendo del proceso literario enfrentando las cadenas formales o formalistas que había sido en el trabajo literario el modus operandi sine qua non para consolidar un proceso de creación literaria? ¿Un escritor piensa primero en el contenido o en la manera en que debe decirlo, expresarlo? Se ha creído que el escritor literario, precisamente por ser literario, ya tiene asimilada o dominada de tal modo la forma en que va a escribir o que va a emplear para escribir su texto, que ésta le fluye o le surge casi de manera espontánea, demostrando así su experiencia o dominio como escritor (un lego en asuntos literarios, entonces, no sabría siquiera cómo empezar a escribir, porque no se le ocurriría nada: no sabría cómo o por dónde empezar, si tal tema o asunto es digno de contarse o no...). ¿Es intuición, conocimiento, instinto o se trataría más bien de una serie de factores, inconscientes unos, resultado de la formación o de la experiencia (o dominio

formativo

sobre el proceso de escritura) que tendría más que los otros? ¿Precisamente es esta diferencia o superioridad la que lo caracterizaría como literato? En este sentido, ser escritor es una profesión, es decir, escribir puede considerarse un oficio con cierto grado o carácter profesional, de tal suerte que pueda ser reconocido por propios (los colegas en este mismo oficio) o por extraños, los otros, quienes recibirían sus obras con cierto grado de asombro o expectativa según sea su gradación o carácter literario. O sea, a unos se les reconocería desde un primer momento (o inicio) como escritores, como tales escritores, mientras que los otros que no han sido reconocidos aún o que pasado un tiempo tal vez lo serán, tendrían que insistir o proponerse, exprofeso, ser aceptados en un contexto académico o más bien ya, en un contexto social general, aunque hay que tener en cuenta que se lee cada vez menos, es decir, que un escritor para ser aceptado como tal, tendría hoy -paradójicamente- más dificultad para serlo, porque aparte del círculo muy cerrado o rígido de los escritores que

dicen serlo o ya han publicado diversas obras que los acreditan como tales- aún con la profusión “literaria” que hay, el ciudadano común, o no lee porque está siendo abordado o bombardeado continuamente por periódicos, revistas, libros de divulgación, best-sellers, folletos de autoformación, o de autoayuda, que prometen guiarle o solucionarle todo problema afectivo, psicológico o hasta económico o moral que pueda tener- o adopta una actitud de indiferencia o de escepticismo frente a la producción editorial en general. Es cuestión de formación. No hay formación literaria seria, así como tampoco ética o filosófica o científica. Por eso es por lo que una persona cual-

quiera no lee habitualmente, aunque sí lo debiera hacer. Él, entonces, no es culpable del todo de esta carencia tan extendida hoy en día. El hombre común y corriente está movido por toda una serie de intereses no literarios o teóricos o académicos: es indiferente o está aparte del movimiento literario o del proceso literario, editorial, en sí mismo. No le interesa ese mundo académico -que a su vez se relaciona en forma muy confusa o indeterminada con el medio académico universitario-. De ahí que textos que tratan temas muy controversiales o discutidos en otros medios como la televisión o las revistas de farándula, apenas sí son mencionados en los periódicos o en los suplementos literarios de los periódicos, pero no generan propiamente una reflexión o discusión en profundidad como es de esperarse: se trata sólo de presentar la noticia para saber únicamente qué está pasando y estar bien informado, con la mayor indiferencia posible, porque nunca habrá tiempo para analizar o ver más allá de lo que se ha oído o, mejor, visto. Si se ha visto, sobre todo, se cree que ya se sabe todo lo que habría que saber sobre tal hecho acaecido. Se les deja a los directores de los noticieros de televisión o de los periódicos tratar de ir más allá de los hechos narrados para investigar qué es lo que estaba detrás de tal o cual acontecimiento... *Investigador y filósofo colombiano. Letralia, Tierra de Letras, Cogua, Venezuela.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez Colaboración: Ricardo Cadavid EDITOR: Billy Edison Zúñiga Valencia DISEÑO: Freddy Herrán ILUSTRACIONES: Obras del pintor colombiano Alejandro Obregón FOTOS: Suministradas / Carrera 6a. No. 12-09 Tels.: 2770050 - 2610966 -- Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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