facetas 13 de mayo

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TAS CULTURA AL DÍA

Entrevista

Diálogo con el pianista Mac MacClure Sandra Patricia Lombana M. El cuento

Eternidad

Alicia Elena Olmos Avilés Recomendados

Novedades editoriales Colprensa


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IBAGUÉ, MAYO 13 DE 2012

Fundaciones de la memoria y el lenguaje en el

porvenir incompleto de Nelson Romero Guzmán Por Jorge Ladino Gaitán Bayona*

Como bien lo resalta Andreas Huyssen, en la contemporaneidad la memoria “es una obsesión cultural de monumentales proporciones” (2001: 20). Dentro de ese ámbito se destaca la confrontación que efectúan diversos pueblos con sus traumas del pasado: Sudáfrica indagando los crímenes durante el Apartheid; el pueblo Judío, la propia Alemania y Occidente cuestionando el Holocausto; los países latinoamericanos tornando sus ojos hacia la Conquista, sus luchas independentistas, guerras y dictaduras; entre otros. Desde esa última vía, donde la memoria es intervenida, es que cobra importancia la existencia de un arte encargado de revisitar críticamente el pasado. Como prueba de ello en la literatura está la abundancia de novelas testimoniales y de nuevas novelas históricas. En estas últimas los escritores se permiten una “relectura crítica y desmitificadora del pasado a través de la reescritura de la historia” (Pons, 1996: 16). La publicación contemporánea de novelas históricas que difieren de la novela histórica tradicional ha tenido su correlato en la crítica literaria, no sólo por un interés estético, sino también político de indagar cómo estas creaciones artísticas leen tiempos convulsos que marcaron el devenir de Latinoamérica. En esta línea de acción se ubica El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas, de Nelson Romero Guzmán. De entrada su autor puntualiza: “Para el presente ejercicio de aproximación a la novela más reciente del género histórico en Colombia, se han escogido las obras El país de la canela (2008), de William Ospina; El árbol imaginado (2010), de Carlos Flaminio Rivera, y Buen viaje, General (2010), de Benhur Sánchez Suárez. Las tres novelas, en su orden temático, igualmente dan cuenta sobre tres periodos históricos fundacionales de América: La Conquista, la Colonia y la Guerra de los Mil Días en la formación de la república colombiana (2012: 19-20). El libro de Nelson Romero tiene validez porque hay rigor en la investigación y una lectura cuidadosa que no descuida la re-

flexión sobre el fondo y la forma. Señala para cada novela tramas, estructuración del sistema de personajes, mecanismos ficcionales de apropiación/distorsión de los referentes históricos, y papel de los símbolos en los relatos. Para su estudio dispuso de un marco teórico y crítico importante: los libros de Seymour Menton, Fernando Ainsa, María Cristina Pons, Begoña Pulido Herráez, Magdalena Perkowska y el colombiano Pablo Montoya. El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas se encuentra estructurado en cinco momentos. El primero es “Fundaciones en la novela histórica latinoamericana contemporánea”. Se indica el corpus, las razones para analizar las novelas escogidas y la afiliación de éstas a una tendencia literaria latinoamericana prolífica después del Boom. Se hace un recorrido por las formulaciones de la crítica literaria y se trazan características recurrentes de la novela histórica latinoamericana contemporánea: manejo de diversos niveles de narración que desvertebran las fronteras entre lo histórico y lo fantástico; afectación de mitos nacionales mediante una reescritura del pasado y de fuentes históricas y literarias; uso frecuente de la intertextualidad, la parodia, la ironía, el humor y la autoconciencia narrativa. Un segundo momento se titula “La reescritura de la crónica de la Conquista en El país de la canela, de William Ospina”. Allí se estudia la forma como el narrador “logra traer al presente el recuento de la fracasada expedición de Gonzalo Pizarro al País de la Canela y el viaje azaroso por el río Amazonas de la tripulación capitaneada por Francisco Orellana” (p. 32-33). Nelson Romero sitúa esta novela dentro de un proyecto escritural de Ospina en torno a la Conquista (poemas, artículos, entrevistas y el ensayo sobre Elegías de varones ilustres, de Juan Castellanos en el libro Auroras de Sangre). El tercero se denomina “La historia imaginada de la emancipación colonial en *El árbol imaginado, de Carlos Flaminio Rivera”.


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Referencias Huyssen, Andreas (2001). En busca del futuro perdido, cultura y memoria en tiempos de globalización. Silvia Ferhrmann (trad.). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Pons, María Cristina (1996). Memorias del olvido, la novela histórica de fines del siglo XX. México: Editorial Siglo XXI. Romero Guzmán, Nelson (2012). El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas. Bogotá: Biblioteca Libanense de Cultura.

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Se aborda cómo “esta novela, más que detenerse en reconfigurar unos hechos del pasado, respetando el canon de la historia, lo que hace es valerse de un marco específico, esto es, la Expedición Botánica en la época del virreinato de Espeleta, para explorar el poder de ficción y de fábula que la misma Historia, antes de ser registrada en hechos con una trama secuencial, tuvo –o pudo tener- en sus protagonistas” (p. 91). Se efectúa un minucioso recorrido a esta obra en la que personajes reales e inventados conspiran contra El Nuevo Reino de Granada. El cuarto se llama “La historia revivida de la Guerra de los Mil Días en Buen viaje, General, de Benhur Sánchez Suárez”. Acá se atiende al uso del collage en la configuración de la trama, “mediante el cual se toman documentos de los archivos, sobre todo los procedentes de las formas de legitimación de un Estado como las Leyes, Decretos, Discursos y Cartas oficiales, entre otros; así mismo, noticias, reseñas y otras expresiones del periodismo escrito de los convulsos momentos actuales, para invitarnos, de una manera disimulada, a hacer una lectura del pasado en función del presente” (p. 124). En ese pasado que entra en diálogo con el presente se presentan las interacciones entre el fantasma de Tulio Varón, con un escritor del siglo XXI que se ve obligado a exorcizarse de su interlocutor mediante una novela que funde lo histórico con lo esotérico. El libro culmina con “A manera de cierre: de los proyectos del pasado a las frustraciones del presente”, donde se brindan las conclusiones y se pone en diálogo las tres obras de su corpus en un género narrativo en el que es vital el reconocimiento de que “la novela histórica es un artefacto que vuela hacia el pasado, pero consciente de que el viaje se hace desde un presente. Justamente el viaje de la memoria a los intersticios de las épocas más violentas, ha convertido la novela histórica latinoamericana en una forma de situarnos en la Historia con nuestros problemas actuales” (p. 151). Finalmente cabe señalar que El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas, se deja leer no únicamente con interés por las indagaciones allí generadas sobre El país de la canela, El árbol imaginado y *Buen viaje, General, sino también con agrado porque la conceptos no se expresan en un lenguaje abigarrado o en taxonomías que podrían confundir a lectores no pertenecientes a la academia. A su autor le interesa aproximar sus hallazgos a un público más amplio y por eso explicita desde qué lugar de la teoría y crítica literaria formula sus reflexiones, define las categorías de análisis antes de usarlas y no descuida la textura de sus ensayos. Esto se da porque a Nelson Romero le preocupa la relación del lenguaje con la belleza, tanto la de las ficciones que aborda, como la de su libro sobre novela histórica reciente en Colombia. (Profesor de la Universidad del Tolima, Doctor en Literatura de la Universidad Católica de Chile, jlgaitan@ut.edu.co).


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Para el pianista norteamericano, radicado desde hace 30 años en España, eventos como el Festival Internacional de Piano Óscar Buenaventura abren la puerta al encuentro de colegas para enseñar y tocar, a la vez que es propicio para formar nuevos públicos.

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“La música es un don

que uno tiene o no tiene” Mac McClure

ac McClure es un norteamericano alegre y sencillo, cuyo gusto por la música lo llevó a temprana edad a radicarse en España, en busca de ingresar a la Academia Marshall, donde inició su formación como pianista. Treinta años han transcurrido desde ese día y miles de satisfacciones han rodeado su existencia, demostrándole que no se equivocó al explotar su talento, el mismo que desde las aulas intenta perfeccionar entre sus educandos. Su vida es agitada entre viajes, conciertos y el trabajo administrativo que le implica ser el director del Conservatorio Nacional de Barcelona, pero para él no es excusa para dejar de hacer lo que más lo apasiona: estudiar, la base fundamental de su formación, la misma que desearía que sus alumnos imitaran. Su habilidad musical fue demostrada por segunda vez en la capital tolimense, al ser uno de los artistas invitados a la cuarta edición del Festival Internacional de Piano Óscar Buenaventura, que acaba de culminar en la Capital Musical. A través de clases magistrales intentó sembrar en los exponentes del piano la necesidad de un estudio serio sobre el mismo, en aras de poner fin al déficit de verdaderas figuras, porque hoy, según dijo, abundan los jóvenes que tocan bien, pero no las estrellas.


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¿Es decir que la carencia de estrellas se debe a ese facilismo en que se ha caído con las nuevas tecnologías? “Yo diría que sí”. ¿Cuál es el papel, en este caso, de los maestros? “Es difícil, porque como los alumnos aprenden está cambiando, nosotros tenemos que adaptarnos a que ellos realmente no están estudiando”. ¿Usted, desde la academia, que está haciendo para cambiar el panorama? “Les busco repertorio que ellos no encuentren en Internet, y es algo que no les gusta mucho, porque tienen que trabajar más”. ¿Cuál es la mayor falencia que ve en los estudiantes de piano? “Creo que el nivel de técnica, es decir, de los dedos ha subido mucho y con ello hay muchos más pianistas que tocan, pero que realmente interpreten son menos porque no estudian”.

preguntas y respuestas ¿A los cuántos años empezó a tocar el piano? Empecé de mayor y era algo que siempre me había gustado. Haberlo hecho grande significa que era algo mío, no que mis padres me empujaran a estudiar música”. ¿Por qué ese interés por este instrumento? “No sé, la verdad es que me apasionaba, quizá me entusiasmó el hecho de que una tía tocaba, aunque muy pocas veces la veía; sin embargo, las circunstancias me dieron para estudiarlo cuando tenía como 15 años. Quince años es mayor, ¿entonces cuál es la edad ideal para el estudio del piano? “A los seis años es lo ideal, aunque no es imposible empezar más tarde. Lo que ocurre es que cuanto más mayor se inicie necesita que la enseñanza sea más fuerte y unas ciertas condiciones para que la cosa funcione, entre ellas un buen oído musical y excelentes maestros”. ¿Cuál considera fue su punto a favor para convertirse en un maestro del piano? “Mucha dedicación de mi parte y tener la suerte de contar con buenos profesores desde el principio, así como poseer el don para la música porque este se tiene o no se tiene”. ¿Con cuáles autores siente mayor afinidad? “Estudié muchos años en España en la Academia Marshall, que tiene más de 100 años de tradición, allí se especializan en música española, entonces esta tiene mucho que ver

con mi educación, por lo que me siento muy cómodo tocándola, al igual que las obras de compositores como Wolfgang Amadeus Mozart”. ¿Y cuáles sus mayores influencias a la hora de tocar? “Desde luego, Alicia de Larrocha quien fue una gran pianista y mi maestra”. De las enseñanzas de esta pianista, ¿qué adaptó a su diario vivir como artista? “El respeto por la partitura escrita y su rigurosidad en el momento de estudiar”. ¿Es decir que usted es partidario de tocar más con partitura que sin ella? “No en todos los casos. En el momento de estudiar se hace con partitura. Ser disciplinado y, sobre todo, humilde en el estudio con la partitura es muy importante, pero que se toque o no con ella no es algo que a mí me importe, por lo general el trabajo es más profundo si uno hace el esfuerzo de memorizar la pieza, pero, a veces, con los viajes y el trabajo como docente el tiempo no alcanza para hacerlo”. ¿Mac McClure tiene algún ídolo? “Desde luego, mi profesora Alicia de Larrocha y luego los pianistas de principios del siglo XX como Claudia Braun y Arthur Rubinstein”. ¿Se considera especialista en algún tipo de repertorio? “No, yo he tocado mucha música española

y americana, pero la palabra especialista no me gusta, porque me limita”. Entonces, ¿cuál es el repertorio que más le apasiona interpretar? “El de Mozart, por su sonido. Su música es profunda, pero, a la vez, con una sencillez que conmueve”. ¿Cómo maestro y músico hacia donde considera ha evolucionado la interpretación pianística? “Creo que está sufriendo un gran cambio que viene con la globalización y las técnicas de Internet que está variando la forma de estudiar y, con ello, la forma de interpretar”. ¿Cómo es ahora? “Le dice uno al alumno ‘estudie una Suite de Bach’ y la primer cosa que hace es ir a YouTube a ver cómo suena... No estudia la partitura”. ¿Esta situación podría considerarse un error? “No sé, pero antes la gente estudiaba la música porque no había grabaciones y hoy en día no hay grandes estrellas como antes, entre ellas Claudia Braun, que tocó la mitad de la música escrita para piano sin haberla escuchado únicamente con su trabajo, porque no fue sino hasta los últimos 25 años de su vida que el disco se consolidó como una cosa cotidiana; en cambio, mis alumnos van directo a Internet, donde encuentran todo lo bueno, pero, también, todo lo malo”.

¿Qué es lo más difícil de la docencia? “Entender que cada alumno es individual, por tanto la clase es individual, porque cada persona tiene sus problemas y uno siempre tiene que estar psicoanalizando para saber qué necesita para ser mejor pianista”. Usted siente muchísima admiración por su maestra, ¿pero cómo le gustaría que lo recordarán a usted sus alumnos? “Nunca me he planteado esta pregunta”. ¿Cuál es el consejo que da a los jóvenes que se están formando? “Que estudien mucho, con disciplina y rigurosidad”. ¿Qué lo apasiona más: enseñar, tocar o grabar discos? “Estudiar, porque me gusta más que tocar en público. Cuando no dicto clases puedo estudiar entre seis y ocho horas al día, mientras que dando clase y ahora con el trabajo administrativo en el Conservatorio me es muy difícil”. ¿En qué consiste exactamente ese estudio? “Es analizar una partitura, aprender las notas y decidir cómo va a ser la interpretación”.


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En tarima La mayoría de los músicos puede cargar su instrumentos para todos lados; un pianista, no. Entonces, ¿cómo se adapta? “Eso es difícil, porque cada instrumento es diferente y la acústica de cada recinto también lo es; de hecho el mismo piano en distinto lugar suena diferente, la clave está en asimilar esto y hacerlo lo mejor posible”. ¿Usted cómo afronta este desafío? “Sufriendo mucho, porque en ocasiones sólo se puede tener un corto encuentro con el piano”. ¿Qué siente cada vez que se para frente a un público nuevo? “A veces hay nervios, en otras ganas de tocar y en otras no se tiene deseo de hacerlo por cansancio del viaje, pero uno aprende a concentrarse y a ponerse en modo de concierto”. ¿Qué siente con las críticas? “No les hago mucho caso, porque a veces es una persona que sabe mucho y otras una que no sabe nada y, al final, es la opinión de otra persona”. ¿Ha habido algún momento en que haya pensado dejar el piano para dedicarse a otra cosa? “Siempre he tenido claro que lo mío es esto, pero es algo que me preguntan, porque tengo grandes amigos y profesores que se mueren tocando el piano”. ¿Cuál ha sido la obra que más le ha costado interpretar? “No he llegado a esa obra todavía” (risas).

Para usted, ¿qué significa el piano? “Es un compañero y un enemigo? ¿Por qué un enemigo? “Porque no regala nada, uno tiene que poner muchas horas para que las cosas salgan bien”. ¿En qué proyectos está actualmente? “Este año es el centenario del nacimiento del compositor Xavier Monsalvache, que era amigo mío, y tengo ocho conciertos en verano de su música. Así mismo, estoy en la preparación de la grabación del concierto de Carlos Surinach, que presenté en el IV Festival Internacional de Piano Óscar Buenaventura, desarrollado en Ibagué del 7 al 11 de mayo pasados. Esta es una obra muy bonita que no se ha grabado. Si todo sale bien, estaría saliendo en octubre”. ¿Cómo ve el panorama musical español en relación con el de los demás países europeos? “Hay una crisis muy grande en España y la gente está pasando muchas necesidades, entonces no es el mejor momento, pero es un país con una gran tradición musical”. ¿Y el caso colombiano? “Es bueno, por lo que están haciendo con los jóvenes, a través de programas como Batuta, las cajas de compensación o las redes de escuelas de Mede­ l­lín, que mejoran el nivel cultural del país”.

Cultura vs. espectáculos Editorial: Alfaguara Título: La civilización del espectáculo Autor: Mario Vargas Llosa Páginas: 228 Luego de la polémica internacional que ha generado, llega a las librerías del país el último libro del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, una obra que promete perdurar por mucho tiempo en la memoria de quien decida leerla. Desde su propia experiencia, el escritor peruano presenta cómo ve el derrumbe de la escala universal de la alta cultura, que está siendo víctima directa del acosador mundo del espectáculo, todo esto refiriéndose al tratamiento que le dan los medios masivos de comunicación a la música sinfónica, la gran literatura, la ópera y la pintura meritoria, entre otros.

El reto de grabar Usted ha grabado cerca de 40 discos. ¿Cuál de ellos considera es el más significativo de su carrera? “No sabría qué responder, porque mucha de la música que he grabado es la primera vez que se ha llevado al disco, entonces como patrimonio pienso que todos tienen importancia, como las canciones de Isaac Albéniz, y las obras de Bach transcritas por Liszt, Saint-Saens y Busoni”. La música erudita tiene un público bastante reducido, entonces, ¿qué tan rentable puede ser grabar un disco? “No es rentable, no es una cosa que se hace para ganar dinero, aunque sí da reconocimiento, pero un disco de música clásica tiene suerte de vender cuatro mil ejemplares y con esto no se pagan los gastos para fabricarlo; no es como Madonna, que vende millones: aquí la cosa es diferente”.

Entre la gloria y la derrota Editorial: Aguilar Título: El oro y la oscuridad Autor: Alberto Salcedo Ramos Páginas: 192 Cuando se escribe de un personaje de glorias pasadas y presente trágico que aún genera polémica pese a llevar décadas por fuera de un ring, es inevitable y a la vez enriquecedor, que el libro no tenga un punto final definitivo. Esto le ocurrió a Alberto Salcedo Ramos con su libro El oro y la oscuridad: La gloriosa y trágica vida de Kid Pambelé, publicada originalmente en el 2005, pero que ya era hora que el propio autor la revisara y la aumentara. Es que Kid Pambelé da para eso y mucho más. Cuando apareció el libro, empezaron a llegar nuevas voces con nuevas historias de esta figura del boxeo mundial, que Salcedo Ramos no desaprovechó y continuó recopilándolas, constatándolas para ahora incluirlas en esta nueva edición.


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«Me llamo Olnavy»: Odlanier, Aledmys, Usnavi, Olnavi, Disami. Son algunos de los extravagantes nombres de pila surgidos en las últimas décadas en Cuba, donde la prensa y los especialistas llaman a estudiar ese fenómeno social y aplicar normativas jurídicas más claras al respecto. Inventar nombres propios en la isla es una práctica común que persigue la originalidad para llamarse de una manera «única e irrepetible» aunque muchas veces el vocablo que surge es «impronunciable» y difícil de entender, según alertó un artículo del periódico oficial Juventud Rebelde. Las tendencias para escoger un nombre propio en Cuba incluyen la adaptación de palabras de otros idiomas, la formación de híbridos con los nombres de los padres, la inversión de palabras o puras extravagancias que no tienen explicación. Como resultado de las mezclas, hay nombres como Robelkis (Roberto y Belkis), Migdisray (Migdalia y Raymundo), Geyne (Gerónimo y Nelly), Yaneymi (Yanet y Mijail) o Mayren (Mayra y René). La recurrente opción de invertir las palabras ha creado otros como Ailed a partir de Delia; Adianez por Zenaida, y hasta Orazal por Lázaro. Entre los casos más particulares, están las adaptaciones criollas de términos extranjeros, muchos de ellos del inglés: Leydi por lady, Maivi por maybe, Olnavy por Old Navy, Usnavi por U.S. Navy y Danyer por danger. “Existió un momento en el que no se podían poner nombres de procedencia extranjera tal cual; esa decisión del ámbito jurídico trascendió al lingüístico”, explicó a Juventud Rebelde la investigadora Aurora Camacho. Camacho, miembro del Instituto Cubano de Literatura y Lingüística, indica que en la isla se mantienen vigentes nombres de arraigo cultural y más sencillos como María o Pedro aunque “ciertamente con menos frecuencia”. Señala así mismo que “se ha olvidado” la antigua costumbre de consultar el santoral y de asignar varios nombres, ya que de hecho las leyes del país no permiten que una persona tenga más de dos. Para la especialista, muchos de los nombres inven-

Los extravagantes nombres de los cubanos

Agencia Efe*

tados suponen “desafíos, un problema y una provocación para todos los lingüistas”. Según apunta, el marco jurídico cubano es ambiguo y no ayuda porque la Ley del Registro del Estado Civil establece de manera general la libertad de las personas para escoger nombres en correspondencia con las tradiciones y el desarrollo educacional y cultural. Su opinión es que, por ejemplo, se debería potenciar el papel de los registradores civiles en los hospitales porque ellos podrían ser “guías y orientadores” ante este fenómeno. En Cuba también hay una tradición de herencia de nombres de otras culturas, como la rusa (Yuri, Boris, Tatiana, Yordanka, Katia), y de usar topónimos hasta cierto punto exóticos para el Caribe como Yasnaya, Hanoi o Yakarta. A la hora de jugar con las palabras, existen casos que combinan pronombres personales como yo, tú y él para formar Yotuel. Asimismo se ha visto la unión del término sí o de su pronunciación en varios idiomas: Dayesí y Widayesí. Los inventos de nombres con la letra Y han sido una constante durante varias generaciones y ya son tradición en el país: Yanisey, Yumilsis, Yumara, Yosbel, Yadel, Yulieski, Yovel, Yolaide, Yamisel, Yirmara, Yoelkis, Yuset, Yohendry, Yoanni, Yander, Yunier. Camacho advierte sobre los problemas sociales e individuales que pueden conllevar algunas de estas variantes, pues de inicio muchas no revelan algo tan fundamental como el género de la persona. Su opinión es que la ambigüedad “perjudica la proyección de la personalidad y contribuye al daño moral en un individuo frecuentemente instado a explicar su nombre y ofrecer toda una disertación de cómo se escribe, de dónde lo sacaron y quién lo inventó”. Además, destaca “la representatividad y singularidad que debe aportar el nombre propio” y su “trascendencia cultural e identitaria”. “Un estudio multidisciplinario del fenómeno se impone”, advierte Camacho, tras señalar que actualmente se trata de “terreno virgen” que merece “un estudio más detallado que enmarque el fenómeno por etapas históricas”. www.fundeu.es

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Palabra del día Infante En español llamamos ‘infancia’ al período de la vida que va desde el nacimiento hasta la adolescencia (v. adolescencia). En España, desde el siglo XIII se llama ‘infantes’ o ‘infantas’ a los hijos legítimos del rey nacidos después del primogénito (príncipe o princesa), no importa cuál sea su edad. En latín, en cambio, la palabra infans -ntis (de la cual proviene ‘infante’) se formó con el prefijo privativo in- antepuesto a fante, que era el participio presente del verbo fari ‘hablar’, o sea que infans significaba literalmente “no hablante”, es decir, era un niño tan pequeño que todavía no hablaba, un bebé o un lactante, diríamos hoy, sentido que la palabra mantiene aún en inglés, lengua en la cual infancy se usa para referirse apenas a los bebés. Fante pasó sin cambios al italiano con el significado de “muchacho, mozo”, pero pronto adquirió el sentido de “servidor, criado” y más tarde se aplicó a los soldados de a pie, que eran considerados criados de los señores. A mediados del siglo XVI, se empezó a usar en español ‘infante’ con ese significado y un siglo más tarde, surgía la palabra ‘infantería’, aplicada a los batallones en los que servían estos soldados.

Un mundo en desigualdad

El arte de la lectura

Editorial: Fondo de Cultura Económica Título: Daños Colaterales Autor: Zygmunt Bauman Páginas: 233

Editorial: Taurus Título: Historia de la lectura en el mundo occidental Autor: Gulielmo Caravallo y Roger Chartier Páginas: 562

De los buenos libros que dejó la reciente edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá se encuentra ‘Daños colaterales’, del filósofo polaco Zygmunt Bauman, compuesto por una serie de ensayos en los que analiza a profundidad el crecimiento de la desigualdad social y el aumento de los daños colaterales, como lo dice en el título del libro. Se trata de un concepto tomado del vocabulario de las fuerzas militares para expresar los efectos no intencionales ni planeados de una acción armada. En el análisis del filósofo, adquiere las dimensiones más drásticas de la desigualdad, en un mundo donde más son los pobres, cada vez más criminalizados y marginalizados.

En un momento de la Humanidad que la hiperconexión hace que las personas tengan acceso a millones de datos, de todo tipo y diariamente, sin tiempo alguno para digerir o reflexionar sobre ello, siempre viene bien una pausa, un instante para analizar qué ha pasado con el ejercicio de la lectura. Gulielmo Caravallo y Roger Chartier, expertos conocedores de esta área, se dieron a la tarea de hacer un repaso sobre la Historia de la lectura en el mundo occidental, dejando claro que el arte de la lectura sigue siendo igual, lo que ha cambiado profundamente han sido los lectores. Este estudio ya lo habían presentado hace década y media, pero con el cambio tan grande que ha tenido el mundo de la información, era necesaria una edición, actualizada y revisada.


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El Poema Alma desnuda

Alfonsina Storni* Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.

Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas con que la primavera nos envuelve.

Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.

Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia. Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega. Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia. Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella. Poeta argentina

El Cuento Eternidad Alicia Elena Olmos Avilés * Durante miles de siglos enfrentados. Difundiendo teorías de la vida absolutamente contradictorias, mortalmente adversas. Opuestos más allá de los desiertos, adentro de los mares y a través de las montañas, llegó el día en que los dioses, mejor dicho sus intérpretes, pactaron por primera y última vez un común sacramento: la conjura contra la píldora de la inmortalidad. Cuando la raza humana alcanzó en una gragea el acceso a la completa renovación celular, el hombre cerraba súbitamente la puerta a patologías y gérmenes. Por el contrario, abría de par en par la ventana a la perpetuidad. La furia de pontífices, capellanes y pastores, entre otros muchos fanáticos, se desató lo mismo en púlpitos que en respetados medios de comunicación. La conquista de la muerte enfadaba a los presbíteros de todos y cada uno de los credos que sobre la tierra hubieran levantado templo. Como no podía ser de otro modo, feligreses y simpatizantes de la vida más allá del fallecimiento defendían a muerte (nunca mejor dicho) las encíclicas y leyes divinas hasta que, en el momento postrero de la existencia, avasallados por la cercanía de las tinieblas, pedían al médico que recetara el comprimido. En menos de un siglo, santuarios y lugares sagrados se convirtieron en restos arqueológicos que atrajeron a hordas de turistas. Se vaciaron tabernáculos y basílicas a favor de hermosos supermercados o agradables unidades habitacionales. Todavía vagan por ahí, algunos inmortales propagando inútilmente la palabra divina. Autora mexicana www.ficticia.com

GERENTE: Miguel Ángel Villarraga EDITORA GENERAL: Martha Myriam Páez Morales COORDINACIÓN: Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Sandra Patricia Lombana EDITOR: Óscar Varón DISEÑO: Freddy Herrán FOTOS: Hélmer Parra. Colarte. Colprensa. TELS.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia. Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co culturales@elnuevodia.com.co - Facebook: Cultura El Nuevo Día. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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