Facetas 24 Abril

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IBAGUÉ, ABRIL 24 DE 2011

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA De la fealdad de la vida... a

La belleza de la muerte Carlos Arturo Gamboa

Un legado artístico e histórico

Corredor de arte rupestre Alexa Bajaire Lamus El cuento

Eran cinco o siete, no recuerdo José Ómar García R.


FACETAS Por Carmen Rosa Barrere*

Abrir un libro es adentrarse en la complejidad mente-cuerpo y espíritu de otra persona. Un desconocido lejano, que un buen día decide contar algo. Si el escritor aborda un tema poco interesante o que no logra entusiasmarnos, lo abandonamos aliviados. Si roza el área sensible de nuestro surtido interior, tomamos las páginas como a un tesoro y las llevamos a escondites conocidos para saborearlas sin que nadie moleste. Eso me sucede con los libros de Auster. Cada tema que elige, cada palabra que ubica está en su justo lugar; sus resbalones hacia las hondonadas del alma vienen pintadas a mano; minuciosas y sorpresivas nos arrancan suspiros o temblores. Hasta alguna lágrima si tenemos capacidad de arrepentimientos. Cierro con desgano el último párrafo de su Invención de la Soledad. Al principio, en la tapa, había hablado con mi otro yo pensando “a la soledad no se la inventa, simplemente, existe”. La presentación que Auster hace de las diferentes soledades de sus personajes, en las que se incluye, me conmueve. Y la palabra soledad deja de ser una invención en la mente de un niño que presencia la muerte de su madre por la mano paterna y encarrila mi entendimiento a comprender que hay tantas soledades como seres vivos en el planeta. Que nuestras circunstancias, nuestras experiencias y la diferente calidad en la sensibilidad, transforman a nuestras soledades en dolores inéditos. Y yo, que soy veterana en

Eutanasia Palabra formada por los vocablos griegos eu ‘bien’ y thanatos ‘muerte’, define el acto de dar a un ser humano una muerte digna para ­ahorrarle sufrimientos, generalmente con su consentimiento.

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Cuando cerré su libro,

señor Paul Auster

esta tarea de vivir, no podía, hasta leer su libro, aceptar que algún día mis descendientes tropezarían sorprendidos con mis

secretos. Y que esos esqueletos memoriosos a los que nos aferramos los que descendemos la barranca sin pasamanos del

emergencias. Es una extraña plagada de intimidades vergonzosas. Una señora a la que estaban vinculados desde la panza y que en realidad ninguno conocía de verdad. Es en ese instante en el que cada uno pasa a ser el inventor de su propia soledad. Se acuerdan del día que tuvieron una pesadilla y yo no estaba para secar sus sudores de miedo. Otro aprieta los dientes cayendo en la cuenta de que su elegida para esposa nunca llenó del todo mis expectativas; ideales que abandoné calladita porque priorizaba sabiamente que me importaba más su felicidad que mi antojo. Con la velocidad del rayo, empiezan a extrañarme, pero el vórtice del sentimiento suelta la lava de sus numerosos instantes solitarios. Vivita y coleando, querría regalar a cada uno el libro de Auster. Para que, basados en la experiencia del escritor, enteren que como todo mortal, a la soledad la conozco bien. A veces es mi amiga íntima, con la que disfruto los sones de Comienza el Beguine que bailaba en una pista armada sobre el río Paraná, abrazada en la cintura por mi noviecito de la secundaria; o la evocación nostálgica de la mano del padre, que besaba mi cuerpo con los ojos; o mis épocas en la quinta cuando empezaba el estrago del otoño sobre las ramas y el sonido de una hoja cayendo me dolía, capacitada como estoy de inventar mis propias soledades.

envejecer, les dolerían. Los haría sentir solos porque la madre que creían conocer existía solamente en partecitas pequeñas, como trozos de rompecabezas que cada uno retenía en la memoria. No me imaginaron repasando con nostalgia fotografías de cuando ellos eran pequeños; la cartulina de la mañana que los llevé a hacer una visita guiada por los sótanos del Teatro Colón y Memo se pegó un susto con las máscaras y se hizo pis en los pantalones; acariciando la del Parque Lezama donde no veo al niño, pero sí el ostentoso cochecito rojo que guardaba al dormido Cesarito. Cuando las tenemos en la mano creemos, por brevísimos momentos, que las caritas de nuestros niños no cambiaron. Que milagrosamente, permanecen sumidos en la inocencia. Esperando mi cuidado y amor que están muy seguros de recibir sin ticket de reembolso. Aparecen fotos ajadas de parientes muertos; memorias de un viaje a Amazonía; un diente de niño envuelto en viejas gasas, el regalito inubicable de alguien que quiso agasajarnos y la carta de amor de un intruso que se inmiscuyó en mi vida sin permiso. Se miran entre sí, estupefactos, hasta ofendidos. La dueña de estos cajones y escondites en bolsillos no es la misma madre *Escritora argentina. Gaceta presente para asistirlos en sus Literaria Virtual.

Palabra del día Los principales argumentos que se maneja en favor de esta práctica aluden a la libertad de cada uno para decidir sobre su propia vida y a la legitimidad de recurrir a una muerte digna cuando una enfermedad terminal hace per-

der sentido a la existencia. Los que se oponen a la eutanasia defienden la inviolabilidad de la vida y su dignidad, cualesquiera sean las condiciones de salud del individuo. La eutanasia es combatida

con vigor por la Iglesia Católica y por algunas confesiones protestantes, tales como la luterana y la episcopal. El médico estadounidense Jack Kevorkian -quien fue bautizado por la prensa como doctor Muerte- cum-

plió una pena de ocho años en la cárcel de Oakland, Michigan, por haber ayudado a morir a unos 100 pacientes terminales y sólo fue liberado bajo el compromiso de que no ayudaría a morir a nadie más.


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De la fealdad de la vida a

la belleza de

la muerte

Carlos Arturo Gamboa B.*

En uno de sus magistrales cuentos, Borges lanza una sentencia, como todas las suyas, contundente y ambigua: “La muerte (o su alusión), hace preciosos y patéticos a los hombres”.1 Lleva a pensar esta frase que enfrentado el ser humano a su última hora, el mundo retorna a él como una visión fantasmagórica, desposeída de tiempo y espacio, como si en aquel momento pudiera acceder por fin a una mirada total de su existencia, el Aleph de su vida. Este es el tema central del cuento Lateral sur2 del escritor ibaguereño Elmer Hernández Espinosa, quien mediante el juego total de las palabras reconstruye el mundo fragmentando de un adolescente enfrentado al rito final de la existencia: la muerte.

La voz que narra en Lateral sur3, es una voz agonística construyendo su ulterior diálogo con la vida, con su madre y consigo mismo. Una voz que retorna a su cotidianidad y al mundo de la vida para expresar con el miedo y la alegría propios de quien está frente al mayor reto de su existencia. Ambientado en la ciudad, el cuento deja entrever las tensiones propias del joven marginado, aficionado al fútbol y sometido a los trances propios de una época desencantada. ¿Qué sentido tienen ser joven en una pequeña ciudad alejada del mundo seudo-civilizado pero marcado por su devenir? Hernández parece dar cuenta de manera directa a este interrogante. La voz principal, desprovista de un nombre, como millones

de jóvenes que hacen parte de esa multitud invisible que puebla los parques de la modernidad, va tejiendo su vida al ritmo de la secularidad del adulto; por ello se enfrenta a las normas establecidas: “…cuando salté a la pista tres policías trotaron hacia mí con los bolillos en la mano. Y corrí, corrí mucho y los dejé atrás, bien atrás...”, pequeño triunfo, rebelde suceso que marca la vida cuando se lucha ante la imposición del adulto. Esta escena viene de nuevo a la mente del joven que agoniza en el asfalto, y allí se contempla realizado, aplaudido por la muchedumbre del estadio, quien ve en esa pequeña trasgresión un acto liberador, acto que todos quisieran realizar, pero que personificado en aquel joven se convierte por un momento en

la liberación de todos. El eje central es la imagensímbolo de la madre concebida desde una retrospección de esos segundos de agonía, los cuales la narración expande para lograr un instante discursivo que el lector puede concebir mayor al tiempo del suceso narrado. Tomar una instantánea y ampliarla para extraer de ella todo el mundo significante que la construye, es el juego que el autor nos propone; y allí, la figura materna abre el relato y lo cierra, logrando una totalidad discursiva que ata los hilos de la narración y provocan al lector de entrada: “Cómo explicarle, mamá, ese afán que me oprime el pecho y que me empuja…”, indicio ineluctable del ser enfrentado a su destino, sin escapatoria porque ese día debería enfrentar los ojos de la muerte/belleza: “Yo me quedo con los ojos. Si yo tuviera que coleccionar algo coleccionaría miradas”. De frente a su destino, pero aún ignorando su suerte, el protagonista sabe que detrás de las miradas hay un misterio; más allá del cuerpo como metáfora del consumo a él le interesa el lenguaje de los ojos: “Me gusta mirarles los ojos a las muchachas y dejar que la mirada se escurra de los ojos a los pies. Pero me gusta empezar y quedarme un rato en sus ojos, aunque ellas no me miren, y no me miran, mamá, o me miran con desdén”. Y al mirar-se en los ojos de esa joven universitaria y descubrir el origen mismo de su existencia (aquellos ojos eran remembranza de los ojos de su madre), el protagonista intuye, quizá por un momento, que ha logrado descifrar la razón de su existencia y por eso dice sentir “unas ganas raras de irme y de quedarme”. Entonces la muerte, cabalgando sobre ruedas, irrumpe aquel segundo de belleza y empieza el juego atemporal del relato, para finalizar rodeado de una muchedumbre, como aquella tarde en el estadio cuando todos aplaudían su osadía. El relato enmarcado en el destino trágico no permite al prota-

gonista degustar un segundo de felicidad más allá de esa risa final de la joven que acepta el cumplido de sus palabras; como en el mundo real, la brecha social impide que aquellos destinos vayan más allá del simple encuentro para luego alejarse, y en vez de la derrota total frente a esa realidad, el destino trae la muerte como solución. Sólo queda entonces el miedo de la reacción de su madre, los recuerdos de su breve existencia, su mundo juvenil truncado, pero sin ninguna queja interior, sin ningún resentimiento, como quien acepta de golpe su destino. Sólo le acongoja la imagen recobrada de su madre en este instante ulterior, cuando reciba la noticia, cuando él no pueda regresar “para terminar de hacer las arepas”, entonces concibe el futuro porque ya está en el sin-tiempo: “Creo que usted se quitará el trapo de la cabeza y que rodarán las tajadas de papa por el piso. Creo que usted llorará y le dolerá la cabeza. Pobre mamá”. Lateral sur está construido desde la lectura de lo cotidiano, del mundo del joven, de una mirada rápida sobre nuestras realidades sociales, pero a la vez quedan sus ecos retumbando en los oídos del lector. Hernández logra sintetizar con fuerza la existencia breve, la atemporalidad y el enfrentamiento al destino desmitificado, características propias del mundo que denominamos moderno, y a través de giros poéticos hacer ver esa preciosidad del ser ante la muerte de la cual Borges nos hablara. *Escritor colombiano 1 BORGES, Jorge Luis. (1980) “El inmortal”. En: Nueva Antología personal. Club Brugera. Barcelona. 2 Con este cuento el escritor obtuvo el primer puesto en el concurso Leopoldo Berdella 2008. 3 HERNÁNDEZ ESPINOSA, Elmer. (2009) Lateral Sur. En: Revista IDEALES. Universidad del Tolima. Año 2. No. 3. Ibagué.


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IBAGUÉ, ABRIL 24 DE 2011

IBAGUÉ, ABRIL 24 DE 2011

un legado artístico e histórico

Por: Alexa Bajaire Lamus*

“Si existe un don divino en el artista -dijo Julio Cortázar-ese don no es su arte, conquista humana; ese don es la entrega generosa que el artista hace de su cosmos, para que el resto de los hombres pueda inclinarse sobre él, y maravillarse, y sentirse un poco por encima del panorama cotidiano”. El corredor de Arte Rupestre, identificado en tierra tolimense, representa un patrimonio de incalculable valor para la sociedad; ante él, y como parte de la herencia cul-

tural que nos legaron nuestros antepasados, es imposible no maravillarse, como un testimonio vivo que permite reconstruir el pasado y profundizar en el conocimiento de nuestra propia naturaleza humana. Primitivos pobladores del Suroccidente tolimense dejaron un legado artístico e histórico conocido como Arte Rupestre: imágenes, signos y figuraciones geométricas grabadas sobre superficie rocosa. En 1970, a raíz de un hallazgo de un estudiante del Núcleo San José del municipio de Dolores, reportado por su director Israel Socarrás,

se inició las excavaciones en el cementerio indígena de Ambicá, las cuales dieron origen al Museo de la Universidad del Tolima. Así, la existencia de una línea de convergencia de los sitios hallados en Dolores, llevó al director de la Corporación Cultura y Desarrollo, Héctor Galeano, a ampliar la cobertura de la inicial exploración a municipios vecinos como Prado, Alpujarra y Purificación, encontrándose importantes vestigios de la existencia de senderos de Arte Rupestre en la región, que bien podrían articularse a otros existentes en el país con las mismas características. De esta forma, el llamado Corredor de Arte Rupestre, que recorre los municipios de Purificación, Prado, Dolores y Alpujarra, comprende una serie de sitios estratégicamente ubicados, con abundantes petroglifos y pictografías -la mayor parte de ellos en buen estado de conservación- que al parecer dan indicios de su utilización como sitios ceremoniales. Imponentes y frágiles a la vez, las más de 150 piezas de interés cultural, “espirales, círculos concéntricos, hileras de puntos, caras triangulares, cuadradas y circulares, cuadrados con divisiones interio-

res o serpientes e iguanas, entre otros motivos”, invitan a descubrir la forma de interpretar el mundo y de relacionarse con el entorno; pero especialmente, a conservar, proteger y respetar este tesoro, Patrimonio Material de la Nación, para nuestro propio disfrute y legado para las futuras generaciones.

Purificación, riqueza patrimonial

Como un compromiso con el Patrimonio Cultural de la Nación y, especialmente con el de los tolimenses, la Universidad de Ibagué, el diario regional El Nuevo Día, Innovar Purificación y la corporación Cultura y Desarrollo se unen para iniciar, en un empeño colectivo,

la identificación, preservación y divulgación del patrimonio material e inmaterial en el departamento del Tolima, inicialmente, en el municipio de Purificación. La puesta en marcha de la identificación de dos bienes materiales e inmateriales: La fiesta del San Juan en Purificación y el Corredor de Arte Rupestre, significa el fomento y promoción de productos de las expresiones del alma popular, de lugares y tradiciones que constituyen patrimonio cultural y artístico en toda su diversidad, y que nos identifican y representan como sociedad. Para el folclorólogo y músico tolimense Germán Gil, en los municipios del Tolima, y en el caso particular de Purificación, la pluralidad cultural obedece al

aporte que se ha dado de diferentes culturas y a los cambios socioeconómicos que históricamente los han afectado. La presencia indígena, el mestizaje, la independencia, la violencia y los movimientos migratorios y de desplazamiento, fueron creando patrones culturales propios y diferenciados que produjeron como resultado inmuebles y manifestaciones simbólico-expresivas que, sin lugar a dudas, son hoy parte fundamental del patrimonio cultural del Tolima. En este quehacer del tolimense comprometido con su sentir cultural, se hace necesario buscar las herramientas propias para hacer valer el

patrimonio, material e inmaterial, que concentra las expresiones culturales que nos permiten tener arraigo en nuestra cultura, cultivar las expresiones artísticas e identificarnos como grupo o comunidad.

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IBAGUÉ, ABRIL 24 DE 2011

“El campesino en su fuente diaria descubre nuestra riqueza más grande que son las tierras; éstas, en Purificación, guardan tesoros que todos los colombianos deberían conocer”, afirma Jorge García, purificense comprometido no sólo con la recuperación y preservación de los senderos de Arte Rupestre en este municipio del Tolima, sino con los bienes culturales heredados que rescatan las tradiciones populares, como la fiesta del San Juan. “Los jóvenes también somos conscientes de la necesidad de rescatar nuestro patrimonio cultural; debemos familiarizarnos con nuestro entorno y trabajar por conservar la herencia cultural que nos legaron nuestros antepasados, ser testigos de la extraordinaria riqueza que poseemos en Purificación y, por supuesto, dar testimonio de ello”, afirma Fabián Devia, estudiante de la Universidad de Ibagué. Junto a él, tres jóvenes estudiantes, becados por la Universidad de Ibagué y exalumnos de Innovar Purificación, se preparan para consolidar el proyecto de formación de Vigías del Patrimonio.

Bordeando el mar verde

El río Magdalena no sólo marca el camino para el trayecto que recorre el San Juan en Purificación; bordeando ese mar verde, entre las veredas El Tambo, Buena Vista, Santa Lucía, Remolinos, Sabaneta o San Cayetano, el patrimonio de Arte Rupestre se convierte en un sello distintivo que nos enriquece cultural y artísticamente. No es algo pasajero; la recuperación y preservación de éstos requiere de un compromiso de la comunidad, de las autoridades locales y departamentales, de los campesinos y líderes comunales para apropiarse de su patrimonio cultural, fuente de sentido de pertenencia e identidad cultural, y del impulso del turismo local y regional. El historiador Fernando Urbina Rangel afirma que “lo que en su origen, para sus ejecutores, pudo tener un significado ritual relacionado con el culto a alguna divinidad, puede significar para el cristiano la presencia del demonio, y en el futuro, para una sociedad urbana, un sitio de interés, no por sus condiciones espirituales, sino por sus cualidades como objeto patrimonial y fuente de conocimiento del pasado, digno de preservarse para futuras generaciones”. Por eso, valen los esfuerzos para preservar el patrimonio cultural del Tolima. Ejemplos como el de Héctor Galeano, impulsor de estas iniciativas, investigador y “campesino tolimense”, como suele decir con orgullo, nos invitan a consolidar proyectos “que aportan al enriquecimiento espiritual de la comunidad”, especialmente, cuando encontramos riquezas como el Arte Rupestre y vivimos una fiesta popular como el San Juan, en esta tierra rodeada por el río Magdalena que hace de Purificación uno de los municipios con mayor diversidad cultural en el Tolima. *Docente de la Universidad de Ibagué


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El cuento

Eran cinco o siete, no recuerdo

Por José Omar García Ramírez*

Estábamos repletos de nieve. Ellos me miraron con los ojos desorbitados por la ira y las alucinaciones. Supe entonces que habían comprendido el inminente peligro de caer en las garras de los hombres verdes debido a la estupidez de haberme dejado olfatear cuando fui a comprar más vicio con los mismos billetes robados en el banco. Sentí un pánico tan terrible que se me astillaban los huesos. Eran cinco o siete, no recuerdo. Me amenazaban. Sus improperios salían de cinco o siete bocas descarnadas en horripilantes gestos y avanzaban hacia mí como grandes calaveras de diminutos pies y manos monumentales, despidiendo de sus oquedades fuertes luces que herían mis ojos. Una de las calaveras gigantes agitaba una jeringa con una solución ­lechosa. Todo giraba en el cuarto, todo parecía tener vida; los objetos, ingrávidos, danzaban en el aire; los grabados de desnudos reían en las paredes en acompasados movimientos obscenos; los colores vibraban, los sonidos salían del estereofónico gordos, pesados, avanzando con dificultad en el aire espeso; mis piernas

estaban como clavadas en el piso cubierto de discos de los Rolling Stones, botellas de licor vacías, ropas sucias, algunos billetes, papeles y el polvo acumulado en tres meses sin barrer. Los cinco o siete compañeros se me abalanzaron, un golpe en la cabeza borró todo ante mi vista y sentí caer lentamente a un profundo abismo oscuro mientras mis venas se llenaban de una solución lechosa ­pestilente. Parece que este sitio está lejos de la ciudad y por la hediondez presiento que es el basurero. No logro imaginar cuánto tiempo haya pasado. Quizás esto no sea más que un sueño, una alucinación efecto de la coca, porque no siento

mi cuerpo sino un dolor que penetra por todos los poros y no me permite ningún movimiento. Por mi posición sólo alcanzo a ver con mucho esfuerzo un trozo de cielo negro con algunas estrellas. Exánime, abandonado en medio de la inmundicia, el tiempo discurre lento y llegan recuerdos arrancados de la infancia, de personas cuyos rostros se desvanecen tras la cortina del tiempo y de la muerte. El pueblo cuarteado por calles polvorientas por las que sólo transita el sol y la brisa cálida a veces se torna furiosa y agita el polvo en enormes remolinos. La casucha situada por los lados del matadero municipal, donde vivíamos los ocho

hermanos con mi madre y el recuerdo borroso de un padre que nos abandonó cuando yo era niño todavía. La plaza desierta durante la semana y llena los domingos de campesinos que vendían sus cosechas, artesanías y animales. El cura que se aparecía también ese día para decir la misa y recoger las limosnas. Mis días de escuela, que fueron pocos debido a los azotes de la maestra y a la necesidad de trabajar. Estos pensamientos llegan como olas y me dejan un sentimiento de odio, frustración y desasosiego que se suman a esta impotencia como en una pesadilla. Pero no, no es una pesadilla porque el dolor se hace cada vez más fuerte y aunque soy consciente de estar despierto, no puedo moverme, ningún músculo responde y siento que por la herida de la cabeza se me escapan los sentidos y la vida; no es un sueño. No. Temo que los recuerdos precipiten mi agonía o por lo menos que son un presago de mi muerte. Dicen que cuando uno está próximo a morir, da como un repaso de lo que hizo en la vida. La estación del ferrocarril, con sus trenes que siempre pitaban a las diez de la mañana y a las dos de la tarde. La cara triste e impaciente de los viajeros, que seguían su camino con

las esperanzas puestas en los rieles; las caras alegres de los que se quedaban y me daban unas monedas por llevar sus maletas al hotel o a sus casas, si vivían allí. Mi vida azarosa después de fugarme de las manos de mi padrastro cuando, a causa de la miseria, la espera de mi padre terminó para mi madre; el vacío ardiente en mis entrañas que me provocaron tantos ayunos; la espiral sin salida del vicio… No, no es un sueño. La brisa de la madrugada se filtra en mi cerebro y en mis huesos por la herida que tengo en la cabeza. No logro moverme. Un sabor acre nace en mi vientre y me quema las entrañas hasta aflorar en la boca, en una sed abrasadora. Ya no veo las pocas estrellas. El dolor intenso se riega por mis venas sin sangre y llenas de la solución lechosa que me inyectaron esos cinco o siete sujetos. -No perdamos el tiempo, este muñeco ya no puede ­cantar. Se encendió el motor de un auto y sus luces se perdieron por un camino escabroso y oscuro, cuando nubes densas cubrieron las pocas estrellas y anunciaron la lluvia.

inmortal mar abrazo, mar ternura, mar beso mar que acoges todos los secretos.

*Escritor colombiano. Del libro de cuentos Los hijos putativos de mi querido Upito.

Poesía Mar Caribe Lilia Gutiérrez Riveros Escritora colombiana

Mar de Antillas y de América mar Caribe, mar sal, mar de vientos

mar de conchas, mar ola, mar sonido.

Mar estremecido en ondas de asombro y de reposo.

Mar teñido de perlas y corales mar de la ciudad valiente mar salpicado de playas y de islas.

Mar merengue, mar cumbia, mar boleros y nostalgia.

Mar de ausencias y de espera.

Mar espejo del Sol y de la Luna.

Mar furia, mar calma, mar

Mar medido en otros verbos mar en el que nazco y resucito.


FACETAS Por: Yolanda I. Crespo*

Cementerio de Praga, la novela más leída en Europa, es la nueva y sexta novela de Umberto Eco (Alessandria, Piamonte, 1932), Premio Príncipe de Asturias 2000, autor de 50 libros, medievalista, semiólogo italiano, uno de los 17 intelectuales del Foro de Sabios de la Unesco. Doctor honoris causa por 25 universidades del mundo, máximo exponente de la intelectualidad contemporánea. Cementerio de Praga es un novela posmoderna muy dura, se adentra en las conspiraciones de las logias y sociedades secretas: templarios, masones, rosacruces, ambiciosos aventureros que quieren abrirse camino, la iglesia católica, la comunidad judía, ambientes ocultistas, frecuenta diversos acontecimientos de los siglos XIX y XX en Europa; emplaza sus personajes en un contexto histórico. Pueblan la obra hombres que existieron como Garibaldi, Dreyfuss. Aborda la gestación de Los protocolos de los sabios de Sión, textos plagiados para demonizar al pueblo judío. Se burla de los prejuicios de su tiempo. En la literatura y en la vida nada es lo que parece, nadie es quien dice ser, todo es relativo, según convenga. Acaba triunfando el rufián que desconfía de todos, siempre se mantiene alerta. La trama ocurre en marzo de 1897, en París, observa el cínico capitán Simone Simonini, piamontés afincado en la capital francesa, cuya familia fue arruinada por falsificaciones de un notario, desde joven se dedica al arte de crear documentos falsos. Falsificador siniestro de 77 años, sufre de personalidad múltiple o dividida, pasando por sacerdote al mismo tiempo que un espía y falsificador, escribe sentado a una mesa, en una habitación abarrotada de muebles; adoptando la forma de un diario. El capitán Simonini participa en todos los acontecimientos relevantes de su tiempo, asumiendo diferentes identidades. Eco juega con el desdoblamiento de la personalidad muestra impostura y confusión interior. Será alumno de jesuitas,

IBAGUÉ, ABRIL 24 DE 2011

En la literatura y en la vida oficial del ejército, conspirador, falsificador, terrorista, convivirá con la sospecha de ser otro, el misterioso abate Dalla Piccola, de pocas palabras, misógino y glotón impenitente, como el autor. Hay muchas referencias a recetas, comidas gourmet, platos específicos. Recorre el surgimiento de la hipnoterapia psicológica en el hospital Salpétrière con el doctor Jean Charcot, recuerda cuando Freud llegó a Paris a estudiar el uso de la hipnosis en la histeria. Presenta el caso de Agustina, cuyas manifestaciones histéricas fueron productos de violencia sexual infantil. Umberto Eco utiliza el artificio habitual, sostiene la trama novelesca entrando en la vida de los templarios, satanistas, logias secretas, masonería, prácticas satánicas ofensivas al cristianismo, el apuñalamiento de hostias sagradas, en rituales de iniciación, depara una imagen desfavorable de los Papas, jesuitas, católicos, los judíos practican la consigna del Talmud de maldecirnos tres veces al día, piden a Dios que seamos exterminados y destruidos, por eso los detestan. Los templarios fueron una orden poderosísima de caballeros, que el rey de Francia destruyó para apoderarse de sus bienes, mandando a la mayoría a la hoguera. Para sobrevivir constituyeron una orden secreta: la masonería. Se infiltraron en corporaciones de antiguos albañiles de las catedrales de las corporaciones, así nació la masonería inglesa, por eso se llaman free masons, o sea libres albañiles. Secta terrible, donde cada miembro conocía sólo a su inmediato superior, ignoraba todo de los jefes más arriba, deseaban construir una sociedad sin leyes ni moral, ponían en común los bienes y hasta las mujeres. De aquí nacieron los jacobinos, que urdieron la caída de los reyes, la Revolución Francesa. Secta enemiga de Cristo. Enemigos implacables de todos los cultos,

nada es lo que parece sociedades, de todo orden, tienen grandes riquezas, amor al lujo desen­frenado, se protegen entre sí como los ­judíos. En 590 páginas, recupera el espíritu irreverente, provocador de la gran literatura. Ambientada en la Italia de la segunda mitad del siglo XIX, el protagonista, el capitán Simone Simonini, burla la ley, se cruzarán los carbonarios, los servicios secretos, revoluciones románticas. Eco es el centro de la narración. El aspecto policial de la misma halla la cumbre en el tramo final de una dilatada carrera académica y literaria. Es falso que Jesús fuera judío. ‘Jesús era de raza céltica, rubio y de ojos azules’. Novela intempestiva, describe una misa negra, asesinatos, desapariciones. Historia de espías, conspiraciones, una intensa trama recorre los acontecimientos, tramas secretas e inconfesables de la política, arrojando una luz inquietante sobre el tiempo actual. Simonini, cínico falsificador, contratado por los servicios secretos de Europa, urde conspiraciones, complots y atentados que marca-

ron la trayectoria histórica y política del Viejo Continente. Describe una reunión de rabinos en el Cementerio de Praga, donde planean conquistar el mundo, preparan la ruina económica de los gentiles. Confabulador profesional Simone Simonini, consciencia del origen del antisemitismo en Europa de mediados y finales del siglo XIX, deambula en las oscuras calles de París, conduce a parajes sorprendentes tejiendo reflexiones sobre los judíos. Simonini, un ser bipolar convive con un doble, entrará en contacto con un psiquiatra judío de origen austriaco

de apellido Froïd (Freud), quien lo persuadirá de que al escribir su propia historia encontrará recuerdos, memorias y traumas. Inicia un manuscrito o recuento de vida, antes de la Segunda Guerra Mundial, donde cristaliza los odios en contra del pueblo judío, el misterio moviliza una serie de erudiciones en un libro denso, pesado. Con excepción del personaje principal, inspirado en el abuelo del autor, todos los demás personajes y hechos existieron. *Psicóloga y docente universitaria en Panamá, zedirto@ cwpanama.net. Tomado de Libros y Letras.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Johanna Andrea Vargas Galindo EDITOR: Hernán Camilo Yepes Vásquez DISEÑO: Andrés Cubillos ILUSTRACIONES: Obras del pintor colombiano Ricardo Borrero Álvarez. Colarte.com FOTOS: Internet. Suministradas. Carrera 6a. No. 12-09 Tels.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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