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DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DE 2015 - IBAGUÉ
FACETAS En esta edición de Facetas, recordamos una publicación reciente que el Ministerio de Cultura hiciera sobre quien fuera considerado el fundador de la novelística afroamericana en Colombia.
Irra bajó a la playa con el ánimo de embarcarse a pescar. Llevaba la boya en la mano, y lombrices dentro de un mate lleno de tierra húmeda. Vestía unos calzones de baño, reducción de pantalones largos ya demasiado despedazados de viejos. Miró sobre su cabeza el cielo azul, y sobre el Atrato la luz vesperal plateando las ondas. Sentado en la nariz de la piragua estaba un viejo arremangándose los pantalones remendados. Él, con más de ochenta años de edad, cabeza pequeña, calvicie reluciente en su cráneo negro chocolatoso, orlado de cabello motoso hacia las orejas y la nuca, cara huesuda, sienes y mejillas hundidas; una mirada apacible emanaba de ojos pardos, oscuros y profundos. Su nariz chata dejaba escapar unos pelitos que se entrelazaban al áspero bigote amarillento, empapado de sudor. Los labios gruesos, salivosos, se mantenían abiertos, mientras cuatro dientes curtidos mordían el cabo de madera de la pipa de barro. Su rostro descarnado, relievado de arrugas, traslucía profunda conformidad, cierto desprecio por lo pasajero y fútil, recia responsabilidad ante la vida larga que lo había fustigado desde el momento en que le regaló el primer rayo de luz. La cabeza dura, forjada a martillazos sobre una roca milenaria, se erguía sobre el cuello rígido saliente del busto esquelético que descubría patente la forma de las costillas, del esternón y de las clavículas. Hacia el estómago, el vientre se hundía cual una bolsa desinflada. ¡Oh..., qué brazos más lánguidos pendientes de unos hombros! Se creyera que, al morir el viejo, esos brazos con los cuales se había batido podrían servirle de cirios. Irra contemplaba al viejo arremangarse los pantalones, amarrados a la cintura mediante una cuerda de cargadera. Y continuaba con la pipa en la boca, de la cual fluía un hilo negruzco de baba nicotinosa; el hilo de baba le iba humedeciendo la barba, el pecho desnudo, cosa que no le importaba. El viejo se levantó dirigiéndose a alzar la palanca tirada en la playa. —Deben de sé laj tré —dijo, echando una mirada al Sol. —¿Me lleva con usted, compa? —le preguntó Irra, comprendiendo que el hombre se iba en esa piragua, y en el acto Irra se embarcó. —No puero... no —replicó el viejo con su voz cavernosa, frunciendo los labios— . ¿Ujteren pol qué son tan abusivos...? ¡Sárgase!... Irra, erizándose, arropó al viejo bajo una mirada furibunda. «Negro desgraciado, hijuep... Debía reventarte esa cara mugrosa...», pensó. El viejo lo miró despectivamente, escrutando a través de su rostro las insolencias que se agitaban en la mente del muchacho. Y le habló fijando en él sus pardos ojos profundos: —Vea vé... —le dijo, reposado—. Yo no l’echo ná a vusté... Lo que sucere é que yo vo a pejcá, y mi piragua é mú chiquita..., ¿aluyó?... y vusté mi ha di hacé ruiro... Yo juí mú amigo der juinao tu pagre... Pu eso jué que no te metí una gajnatara pol mar-
Fragmento de un capítulo de ‘Las estrellas son negras’
Hambre*
tarde la romería de bañistas era una confusión en la playa. El rugido de los motores y el grito de las gentes alegres no cesaba en el viento. Mohíno, avergonzado ante el viejo, Irra se quedó, pues, en la champa, sentado en el plan. ¿Qué mal hacía este campesino al decir que la piragua era muy estrecha? Ahora sentía palpitar dentro de su corazón las frases suaves y cariñosas del anciano. Con cuánto afecto había evocado la memoria de su padre, queriendo tal vez significar que el hijo no merecía el nombre del progenitor. El viejo, con su mano huesuda, agarró la nariz de la champa y la empujó arrastrándola. Y de un salto se embarcó, cogiendo el canalete que estaba dentro de la piragua. La champa produjo un oleaje y el viejo empezó a bogar.
Esa Independencia que hicieron los hijos de los colonialistas la hicieron sin los negros. Ellos siempre quedaron con el poder en la mano. Arnoldo Palacios
criaro, y te paltí eta palanca en la nuca... Sin embalgo, embalcáte pué pa que nó vamo a salí con tío pásame al otro lao... Er compa jué un gran hombre... güen amigo... ¿tá uyendo?... Era mú selviciá... loj queríamo bastante... Ya se oía el rugido de los motores de pequeñas lanchas repletas de bañistas, lanchas rojas recorriendo el río, agitando las aguas. Sabroso debía de ser bañarse así, y que cuando le disminuyeran la velocidad uno se lanzara a nadar y que luego volvieran a recogerlo a uno... Eran lanchas del Gobierno y se las prestaban a los blancos. El intendente era blanco también, tenía
roce social, era de primera, por eso el intendente facilitaba tales vehículos a los empleados blancos. Las muchachas mostraban sus cuerpos requemados, fresquísimos, con senos llenos, apretados bajo el traje de baño. ¡Qué linda aquella, qué caderas!... El cuerpo de Israel se erizó por el deseo de acostarse con esa muchacha... ¡Qué tal aguardar la caída de la tarde y tumbarla sobre la arena!... Tres meses de verano. Eran las postrimerías de febrero y el calor había llegado a su grado más sofocante. Por eso estas tardes las gentes se dedicaban a bañarse, y cuando el tiempo se detenía en las cuatro de la
Atravesando el río la champa galopaba sobre las plateadas ondas. El viejo dirigió sus ojos pardos hacia el grupo de blancos desnudos que se movían en la playa opuesta. Se sentó, dejando de bogar, atravesando el canalete sobre los bordes de la piragua... Sacó de su boca la pipa de barro, apagada, y comenzó a hurgarla despaciosamente con una astilla de madera que sacó del bolsillo de su pantalón; de otro bolsillo extrajo un solo fósforo, mugroso, y rastrillolo contra la borda de la piragua; metió nuevamente la pipa a la boca, y la llamita titilante al viento empezó a quemar la picadura encenizada. El viejo, machacando el cabo entre sus cuatro dientes, comenzó a bombear la pipa; el humo de esta iba ascendiendo en espirales azulosas y las bocanadas que exhalaba el viejo desbarataban las espirales. La brisa constante disipaba rápidamente el humo, quedando penetrante olor a nicotina. Flotaban en la mitad del Atrato. En la orilla derecha veían la ciudad de Quibdó, con una profusión de puntales esqueletudos sosteniendo las cocinas de las casas. Sí, las cocinas destartaladas de las casas de los negros y los blancos. Por allá abajo se movía en la playa un hormiguero humano que alborotaba pies y manos entre las canoas de plátanos, agitándose los gajos en las manos del hormiguero viviente. Un poco más arriba, en el puerto de la «casa» de mercado estaba anclado un pequeño barco llegado de Cartagena la tarde anterior. Lancha grande, sin camarotes, ni nada de eso... Simplemente una lancha de carga: en uno de los costados de la embarcación se advertían unas letras negras; pero desde donde iban Israel y el viejo no se alcanzaba a leer el nombre... Ah, sí..., la Santa Teresita. Arnoldo Palacios (1924 - 2015)
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DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DE 2015 - IBAGUE
FACETAS HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ Desde cuando una decena de jóvenes músicos empezó a parar el tráfico en la peatonal carrera Tercera de Ibagué, como unos más de los que siempre buscan avivar el a veces perdido espíritu musical de la ciudad, se vislumbraba que este esfuerzo no resultaría de corto aliento. Y así fue. Ha corrido algo más de un año a partir de dicho primer encuentro con la urbe, y Entorchados Kamerata Rock parece haber aprendido esa lección de cómo sobrevivir en una selva de mucho cemento y de cultura mirada con desdén. Es su propuesta: un proyecto de vida El sonido de Charly García, Gustavo Cerati, The Eagles, The Beatles, Miguel Mateus, Ozzy Osbourne, Freddy Mercury y otros grandes exponentes del rock empezaba a integrarse con las cuerdas frotadas y la guitarra, en virtud de la unión de estudiantes y docentes del Conservatorio del Tolima. El director de este innovador grupo es Wilson Andrés Flórez, un bogotano que se quedó a vivir en Ibagué desde hace tres años, por la simple convicción de hacer algo por su música. Meses atrás, ya había creado un grupo con el mismo nombre en Perú, país en el que vivió por una temporada, pero sus integrantes, dijo, cumplieron un ciclo y, además, coincidió con que debía regresar a su tierra natal. “En un inicio vine a ver qué opción laboral podía conseguir, hasta cuando llegó el trabajo en el Conservatorio (del que es maestro en Contrabajo) e hice un estudio de a quién podía gustar el proyecto”, explica. De esa primera exploración surgieron ocho integrantes, que se dividían entre violines, violas, violonchelos, contrabajos, caja (percusión), guitarra y voz, “ensayando en la calle, en la carrera Tercera. “Ellos nunca lo habían hecho y tuvo mucha acogida, por su formato diferente, y
Jóvenes que cambian la cara de la ciudad
Entorchados:
otro poder a la música
VIVIR DE LA PRÁCTICA El objetivo de Entorchados es dar oportunidades de trabajo a aquellos jóvenes graduados de instituciones como el Conservatorio y que no logran ese ‘espacio formal’ para destacarse y mostrar lo que saben. “La música es una profesión muy agradecida y muy bonita, porque nos llena el alma y el espíritu, pero también el músico tiene que llenar la barriguita. Es una profesión como cualquier otra”, enfatiza Flórez. Él sabe que este grupo ha calado entre los gustos de la gente de la Capital Musical, por eso “cada vez me convenzo más de su evolución y de que va a ir por muy buen camino”.
la gente iba pidiendo más cosas”, menciona el Maestro.
Entre los proyectos de la banda están, en 2016 grabar su primer trabajo discográfico, y en 2017, emprender una gira por Suramérica, en su vehículo, que han denominado como la ‘Entorchaván’.
Los tiempos cambian Pero los tiempos difíciles llegan a cualquier grupo que dependa del apoyo público, y Entorchados no fue la excepción: algunos integrantes debieron dejar la banda para buscar otros horizontes. Fue ahí cuando, con la motivación del maestro Flórez, para continuar en lo que llaman la transición del grupo se quedaron Linda Tierradentro, Guadalupe Varela y los hermanos Óscar René y Óscar Yezid Gutiérrez Gil. Y ellos, junto con Flórez, han sido parte de esta nueva etapa, en la que se refleja una realidad a gritos y que muchos gestores culturales sienten: el impulso de la empresa privada a la cultura. Sus sonidos durante los meses recientes han llegado a sitios como Altavista, Acqua, Palmetto y London House, además de centros comerciales y universidades. “Quiero hacer cosas grandes por Ibagué, y que la gente nos reconozca, que se entorche con nosotros”, asegura el director.
El dinero y la fama no importan. Somos muy felices con lo que hacemos y con eso soñamos, pues la felicidad de Entorchados es compartirla y ha robado muchas sonrisas. Wilson Andrés Flórez
Por ahora, el postulado de Entorchados es nunca dejar de sonar en el sitio que prácticamente los vio nacer: la carrera Tercera, contiguo a Grano de Oro. De un mural que ya estaba impregnado de graffitis se pasó a un lienzo de notas que en septiembre pintaron jóvenes artistas bogotanos.
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DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DE 2015 - IBAGUÉ
FACETAS El poema
Decir que no Mario Benedetti* Ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero
saberte lejos de ti mismo oírte primero despacito decir que sí decir sí quiero comunicarlo luego al mundo con un orgullo enajenado
ver que el dinero forma un cerco alrededor de tu esperanza sentir que otros los peores entran a saco por tu sueño
y ver que un día pobre diablo ya para siempre pordiosero poquito a poco abres la mano
ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero
y nunca más puedes cerrarla.
no obstante cómo desalienta verte bajar tu esperanza
Obra de Anderson De Bernardi (Serie sobre la Amazonia)
*Escritor uruguayo (1920 - 2009)
AVENTURA EN LA ISLA
VÉRTIGO FRANCÉS BOGOTÁ, COLPRENSA Parte de las grabaciones de audio de Jacques Cousteau encontró en 1982, junto a datos históricos, ciertos documentos y notas periodísticas que Pablo Raphael reconstruye, en donde los sucesos se difuminan en la frontera entre la realidad y la ficción. Es una crónica histórica con mucho de fábula fantástica, en una isla que siempre parece a punto de desaparecer y que está a flote a través de la imaginación del lector. ‘Clipperton’ también es una cárcel de fantasmas, un museo de fracasos, con una serie de personajes, momentos y situaciones que requieren de un lector alerta que está dispuesto a no perderse detalle alguno, pues todos son claves.
Editorial: Random House Título: Clipperton
Autor: Pablo Raphael Páginas: 500
BOGOTÁ, COLPRENSA Uno de los grandes bestseller de Francia ahora es editado en español, siendo una pequeña gran novela que está encantando a medio mundo, puesto que ya ha sido presentada en 25 países con resultados similares a los que lograra en el país galo. Es una historia con los diferentes matices a la amistad, entre los viajes cotidianos en tren, en donde, cada mañana a las 6:27 se leen libros que se han salvado de la Cosa, encargada de triturar los libros que nadie quiere leer. El juego de los libros, el amor por ellos y la capacidad de convertir estos elementos en una gran aventura literaria hacen de este libro una vertiginosa experiencia.
Editorial: Seix Barral Título: El lector del tren de las 6.27
Autor: Jean-Paul Didierlaurent Páginas: 196
La palabra del día
Persona
Liv Ullmann en la película ‘Persona’, de Ingmar Bergmann
Esta palabra se aplica a todo individuo de la especie humana. El origen más remoto de la palabra persona es el griego prósopon ‘aspecto’, de donde pasó al etrusco phersu, con el significado de ‘ahí’. A partir de esa voz, los latinos denominaron persona a las máscaras usadas en el teatro por los actores y también a los propios personajes teatrales representados. Persona es pariente lejano de palabras de origen griego originadas
en prósopon y en sus derivados, tales como prosopografía y prosopopeya. En cierta época se consideró “vulgar” el uso de persona con el significado de ‘uno, la gente’, según este ejemplo del siglo XV presentado por Corominas: “La naturalesa del diablo non es para fazer bien... e como falla la persona mudable más unos tiempos que otros, está presto para lo que llevar al su camino.” El vocablo latino se conservó en el portugués
pessoa, en el gallego persoa, en el italiano persona, en el inglés person y también, aunque con otro significado, en el francés personne ‘nadie’. Una memorable película de Ingmar Bergman, con Liv Ullmann y Bibi Andersson, evaluada como la más osada y experimental de ese director sueco, se tituló Persona, en referencia a la acepción latina del término, que alude a máscaras y personajes. *Elcastellano.org (por suscripción)
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