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Nueva exposición
‘Dos expresiones’
Hernán Camilo Yepes V.
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DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2014 - IBAGUÉ
FACETAS
¿Un libro es o no es morada de quien lo escribe y lo lee?
La escritura como cámara de torturas: Música Lenta, de Nelson Romero Guzmán Por Jorge Ladino Gaitán Bayona* Hay prólogos que rompen con el incienso mutuo de los escritores. Más allá de análisis y lisonja, son el verdadero inicio de la ficción. Desde allí funcionan la imaginación, la parodia y la transgresión de la tradición literaria. Recuérdese, por ejemplo, la primera parte de Don Quijote de la Mancha, donde Cervantes juega a ser el autor de su propio prólogo, se ríe de quienes ponen al inicio de sus creaciones sonetos de “duques, marqueses, condes, obispos, damas o poetas celebérrimos” (2012, p. 9). Se dirige a un “desocupado lector” (p. 7) para que juzgue su novela a su antojo, pues hasta él mismo se siente padrastro de don Quijote, no un padre ciego ante los defectos de su criatura: “Acontece tener un padre un hijo feo y sin gracia alguna, y el amor que le tiene le pone una venda en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones y lindezas”. (p. 7). A veces los poetas remplazan los prólogos por poemas donde anuncian elementos de su escritura. Charles Baudelaire, en el texto inicial de ‘Las flores del mal’, advierte que su libro habla del tedio, el crimen y los vicios de la condición humana: “Hipócrita lector, -mi semejante-, mi hermano” (1944, p. 8). El Conde de Lautréamont, en el canto primero de Cantos de Maldoror, anuncia que su libro está poblado de monstruosidades: “Hay quienes escriben para lograr los aplausos humanos mediante nobles cualidades del corazón que la fantasía inventa o que ellos pueden tener. Pero yo hago servir mi genio para representar las delicias de la crueldad” (1970, p. 15). En esa línea de “representar las delicias de la crueldad” (p. 15) y de violentar al lector, se ubica ‘Música lenta’ (2014), de Nelson Romero Guzmán, poeta colombiano nacido en 1962 en Ataco. Ganador del Premio Nacional de Poesía Fernando Mejía Mejía (1992), Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia (1999) y Premio Nacional de Literatura -modalidad poesía- del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de la Alcaldía de Bogotá
(2007). Autor de los libros de poemas ‘Días sonámbulos’ (1988), ‘Rumbos’ (1993), ‘Surgidos de la luz’ (2000), ‘Grafías del insecto’ (2005), ‘La quinta del sordo’ (2006), ‘Obras de mampostería’ (2007) y ‘Apuntes para un cuaderno secreto’ (con la mexicana Kenia Cano, 2011). A nivel ensayístico ha publicado ‘El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas’ (2012) y ‘El espacio imaginario en la poesía de Carlos Obregón’ (2012). ‘Música lenta’, su más reciente publicación, hace parte de nueve libros de la Colección Letras de la Fundación Arte es Colombia (coordinada por Francia Escobar de Zárate), donde figuran también los poetas Juan Manuel Roca, Horacio Benavides, Rómulo Bustos Aguirre, Andrés Matías, Alfredo Vanín, María Clemencia Sánchez, Jotamario Arbeláez y Jaime García Maffla. En la primera sección de ‘Música lenta’ está el ‘Prólogo a cargo de Sylvia Plath
(1933 - 1963)’. La escritora norteamericana es despertada de la muerte y obligada a hacer el prólogo. Por eso dirige su furia contra el poeta: “Quien escribe como tú, arruina. Se le debe prohibir la imprenta, escondérsele todo el papel. Mas no te enojes, no por eso la poesía te niega, aunque tú la traiciones. Ella te cose con hilo la cicatriz de los párpados […] Nelson, te lo pido, no escribas más, nunca te leerán. Déjame descansar en paz” (Romero Guzmán, 2014, p.p. 9 - 10). Silvia Platt se duele de un poemario cuyas páginas no debieran abrirse: “Los lectores serán expulsados de este libro” (p. 9). ¿No se supone que los libros son morada o, al menos, hotel de paso, para quien lo escribe y lo lee? Esa es, justamente, la belleza incómoda que propone Nelson Romero Guzmán en ‘Música lenta’: no hacer una oda convencional del arte y de las posibilidades curativas de la catarsis y la sublimación, sino hablar de la escritura como condena, de in-
somnios que desangran extrañas visiones, demonios que agobian y nunca es posible el exorcismo. La literatura deja de ser una “forma de la felicidad” para convertirse en castigo de quien intenta con palabras matar una obsesión, tal como indica el poema en prosa ‘Animal de oscuros apetitos’: “Un animal se come mis e s c r i t o s. Ha engordado, pero no lo he podido matar. Escribo para darle muerte y mientras tanto no dejaré de escribir […] Un día de estos le construiré una trampa mortal: el poema con dos ruedas dentadas girando sobre un molino de piedra,
tan enorme que lo aplaste en mi cuarto sin ninguna misericordia. Una vez se apruebe su muerte en los periódicos, por fin me habré vengado de todos los libros que escribí como trincheras para salvarme de sus nocturnas caserías” (p. 12). El poema convertido en cámara de suplicios. El poeta propone un curioso juego metaficcional (No Nelson Romero Guzmán, sino el Nelson que poetiza ‘Música negra’). Sus libros no surgieron por una aspiración de inmortalidad a través de la belleza; nacieron a pesar de él, son crímenes que quisiera vengar. ¿Dónde queda entonces el lector? Quizá -atendiendo a las coordenadas propuestas por la ficción- el lector sea un sádico pues disfruta el mal ajeno y se extasía, página tras página, mientras el poeta confiesa sus heridas. El dolor del escritor es la felicidad del sádico lector. Por eso este último disfruta cuando le resaltan que en las palabras hay prisiones, infiernos y cadenas perpetuas que imponen los malignos seres que brotan de las entrañas del poeta, así se vislumbra en ‘La escritura del demonio’: “Sobre la mesa la página, los tornillos a los dedos,/ los cables al corazón y al cerebro,/ después girar hacia el oriente la máquina de tortura/ para que sobre lo blanco se derrame la negru-
ra,/ y todo para que el diablo viva feliz” (p. 26). Lo curioso, en todo caso, es que cuando el poeta busca otra voz recurre a la de un poeta maldito, una máscara angustiosa que arde en el rostro, tal como se percibe en estos poemas: “Posiblemente este poema sacado del bolsillo de Jean Genet (¿en 1934?) en un café de Katowice, antes de ir a la cárcel”; “Titulado Poema para no ser leído por los niños, seguramente escrito en 1871, en Tarbes, por Isidore Lucien Ducasse, Conde de Lautréamont, designado a sí mismo el hermano de la sanguijuela”. El poeta desea ajustar cuentas con quienes gozan la lectura sin presentir los suplicios de los artistas. En su poema ‘Música negra’ imagina un concierto donde los instrumentos son armas letales y sus sonidos se encargan de aniquilar a los asistentes mientras escuchan una sinfonía: “Con esa música se mata,/ no sabes que asistes a un fusilamiento (…) Por la puerta de la felicidad has entrado al infierno” (p. 35). Quizá este último verso contiene la clave temática de la más reciente creación de Romero Guzmán, su ‘Música negra’, ese Frankenstein que sueña destruir a escritores y lectores. *Profesor de Literatura de la Universidad del Tolima jlgaitan@ut.edu.co
REFERENCIAS Cervantes, M. (2012). Don Quijote de la Mancha. Madrid: Punto de Lectura, Prisa Ediciones. Baudelaire, C. (1944). Las flores del mal. México: Editorial Leyenda. Lautreamont, Conde de. (1970). Los cantos de Maldoror. Barcelona. Barral Editores. Romero Guzmán, N. (2014). Música lenta. Bogotá: Fundación Arte es Colombia.
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FACETAS Nuevas perspectivas sobre el lienzo
Expresiones llenas de nostalgia e intimidad
Un culto al color, a la memoria y al trazo libre rinden los maestros Benhur Sánchez Suárez y Ancízar Castaño en la más reciente exposición de la Sala Darío Jiménez, en la Universidad del Tolima.
La muestra de Benhur Sánchez se destaca por sus ‘Ventanas’, ‘Insectos’ y ‘Vibraciones’, mientras que en Ancízar Castaño son notorias las imágenes de momentos como el matrimonio, la vejez y la soledad.
HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ
Parte de la visión que tienen el huilense Benhur Sánchez Suárez y el tolimense Ancízar Castaño ha consistido en una existencia llena de color, intimidad y formas que conducen a la nostalgia, como las que muestran por estos días en ‘Expresiones’. En dicha selección de obras, que tiene su protagonismo en la Sala de Exposiciones Darío Jiménez, de la Universidad del Tolima, se contempla en definitiva el factor de la expresión, algo que ha caracterizado sus posturas artísticas.
Descripción mutua
A manera de una relación de correspondencia: lo que a Sánchez es la ficción elaborada y la realidad documentada, a Castaño se remite al expre-
sionismo, al análisis de la sociedad y la apropiación de lo íntimo. Al menos así se reseña de manera mutua entre ambos, como dinámica de la muestra actual.
En sus obras, Ancízar, visto así por Benhur Sánchez, “recurre al entorno familiar y con él expresa sus inquietudes más personales. Son seres humanos que en cual-
quier observador llenarán de expectativas sus conocimientos y su acervo cultural. “Pero son creados a partir de un entorno reducido que se detiene en el padre, la ma-
dre, el hijo y algunos rostros conocidos”, continúa el escritor. (Destáquese aquí las pinturas de doña María y don José, que causan gran admiración al observarlas. Por el lado de Sánchez Suárez, “sus ventanas dan acceso a universos múltiples como los que se encuentran en las ciudades con su pluralismo y diversidad; es así, a través de ellas, desde donde el creador otea crítico la cotinianidad.
Ancízar usa la imagen conocida ‘desconocida por el observador’, para crear su universo, que es, al mismo tiempo, onírico y real, y establece las equivalencias y las identificaciones en trazos vigorosos y espontáneos. Benhur Sánchez
La sutileza de la forma (de Benhur) no oculta en la intimidad de su relato plástico la concepción crítica y certera de una decadencia social, camuflada de variadas formas en el ámbito de lo humano. Ancízar Castaño
Otear, según el diccionario de la Real Academia Española, es “Registrar desde un lugar alto lo que está abajo” y “Escudriñar, registrar o mirar con cuidado”.
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FACETAS El poema
La paz Laura Quijano (Mariposa)* La paz es necesaria en todo el Universo; sin ella no podremos vivir.
que aquellos nos legaron, parece que se extingue por falta de amor.
La guerra solo deja despojos innarrables; aunque se quiera un dios jamás se olvidarán.
Por eso es necesario la paz de las conciencias, sin odios ni rencores que expresen la maldad.
Por eso los próceres lucharon con ahínco, librando las batallas por darnos libertad. Pero esa gran herencia
DESEO, RENCOR Y PERDÓN
La paz no discrimina, la paz es para todos, porque Colombia entera la pide con afán. *Ibaguereña, lectora de EL NUEVO DÍA, que nos complace con sus letras y contribuye con Facetas Cultura Al Día.
BOGOTÁ, COLPRENSA
Javier Marías, uno de los escritores más importantes de la literatura española en los últimos años, lleva a sus lectores en su nueva novela, al periodo de la Transición, utilizando los secretos de un matrimonio para reflexionar sobre las oportunidades que genera una buena memoria histórica. Es una novela sobre el deseo, el rencor y la arbitrariedad del perdón, en torno a un matrimonio de muchos años, narrada por su joven testigo cuando éste es ya un hombre maduro, que gracias a su trabajo entra en la privacidad de una casa familiar y así poder ser espectador de la misteriosa desdicha conyugal entre Muriel y su esposa Beatriz Noguera. Marías logra que la época sea un personaje clave en la historia, donde los protagonistas empiezan a contar en privado cosas lejanas que muchos españoles se habían visto obligados a callar en público durante decenios.
Editorial: Alfaguara Título: Así empieza lo malo
CIERRE DEL SIGLO XX
Que se olviden ofensas, injusticias y penas; que se entreguen las armas con decisión y fe.
Tan solo en esa forma conseguiremos calma, si los grupos alzados se acogen al perdón.
Autor: Javier Marías Páginas: 534
BOGOTÁ, COLPRENSA
Sus lectores lo han estado esperando, pues esta extensa novela es el cierre del ambicioso proyecto literario del escritor británico Ken Follett, en torno a los sucesos que caracterizaron al siglo XX, a través de la vida de cinco familias. Para el autor, el siglo XX estuvo enmarcado por la búsqueda de la libertad, y esa es la búsqueda misma de los personajes de esta trilogía, en la cual toca la libertad de los pueblos de Europa del este, la búsqueda de la igualdad de derechos de las mujeres, de los ciudadanos afroamericanos en Estados Unidos, y aún se sigue batallando por las libertades, tanto individuales como colectivas. Esta novela comprende el período entre 1961 y 2008, empezando por el año en que se completa la edificación del muro de Berlín, siendo el levantamiento y la caída del muro representativos del inicio y término de la Guerra Fría.
Editorial: Plaza & Janés Título: El umbral dela eternidad
Autor: Ken Follett Páginas: 1.150
Palabra del día
Guay Esta expresión, muy popular hoy en algunos países americanos, pero presente en toda la historia de la lengua española, proviene del latín vulgar uai y este del latín clásico vae o uae ‘ay, lamento’. Recordemos la expresión vae victis! ‘ay de los vencidos’, que Tito Livio atribuye al jefe galo Breno. La forma gu indica influencia germánica, la misma en que se apoya la Academia para recomendar la grafía güisqui en lugar de whisky. Debe-
mos recordar que, algunas décadas antes de la caída de Roma, diversos grupos germánicos –vándalos, alanos, suevos, visigodos– invadieron la Península Ibérica, la cual fue a la postre conquistada y dominada por estos últimos. Los visigodos se asimilaron a la sociedad hispanorromana, adoptaron su lengua, su religión y sus costumbres, pero dejaron su impronta en formas en combinaciones fonéticas y vocablos de las lenguas protorromances que se hablaban
por entonces en esta región del imperio. Nombres españolísimos como Gonzalo, Fernando y Elvira tienen origen germánico. El vae latino provenía, a su vez, de la palabra indoeuropea wai, una interjección de congoja que echó raíces en el inglés literario woe ‘tristeza, aflicción’ y en woes ‘males, penas’. La voz indoeuropea se encuentra también en el origen del ingléswail, ‘llorar, gemir’.
GERENTE: Miguel Ángel Villarraga Lozano EDITOR GENERAL: Edwin Ballesteros Vásquez COORDINACIÓN: Redacción Cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Óscar A. Varón B. DISEÑO: Néstor Iván Pérez FOTOS: Jorge Cuéllar. Suministradas. Colprensa. Internet TEL.: 2770050. Ibagué - Tolima - Colombia. PÁGINA WEB: www.elnuevodia.com.co CORREO ELECTRÓNICO: culturales@elnuevodia.com.co FACEBOOK: Cultura El Nuevo Día - Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.