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Ibagué, octubre 19 de 2008

Acuarelas,

óleos y collages de Guillermo Wiedemann En contraste con la luz rebajada y dramática de las acuarelas de 1936-1938, el nuevo paisaje estuvo definido por una luminosidad deslumbrante que aclara formas y colores hasta casi disolverlos en la atmósfera.

Sin título. Óleo sobre madera, 1941.

Sin título. 1959. Monotipo.

en el Banco de la República Por Nohora Constanza Ríos Garay

Reproducciones Jorge Cuéllar / EL NUEVO DÍA

La Apertura, 1964, óleo.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales PERIODISTA: Nohora Ríos Garay COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Aura María Sanabria Mape. FOTOGRAFÍA: Reproducciones Jorge Cuéllar, Ilustraciones: Obras del artista antioqueño Armando Londoño, portada: Collage de Guillermo Wiedemann. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohíbida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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Sin título, 1958, acuarela sobre papel.

EL NUEVO DÍA

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el artista que le proporcionó un nuevo lenguaje al arte colombiano y permitió escribir nuevos conceptos en nuestro país a mediados del siglo XX, Guillermo Wiedemann, el Banco de la República trae a Ibagué una muestra retrospectiva de su trabajo. Titulada ‘Guillermo Wiedemann: La arquitectura de la visión’, la exhibición permite apreciar bajo una cuidadosa curaduría, las etapas que marcó el carácter pictórico de este artista alemán que llegó a Colombia en la década de los años 30, huyendo de Berlín, en donde fue víctima de las persecuciones que Hitler emprendió contra los artistas modernos, cuyas obras calificó de “arte dege-

nerado”. Son 24 obras originales de Wiedemann a través de las cuales el Banco de la República permite observar la maestría con la que trabajó diferentes técnicas, desde la acuarela hasta el collage, generando que en nuestro país se hablara de una estética plástica moderna. Documentos del Banco de la República que referencia la vida de este artista alemán nacionalizado en Colombia en 1946, dicen que Wiedemann

Sin título, 1960, acuarela sobre papel.

Girasoles 1937, acuarela.

Mulata y bodegón, acuarela, 1942.

Wiedemann “formó parte, junto con Alejandro Obregón, Fernando Botero, Enrique Grau, Edgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar, de la generación que marcó hacia la década de 1950 una ruptura en el arte colombiano”. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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Acuarela, 1946.

Acuarela, 1937. Sin título.

Guillermo Wiedemann artista alemán que le proporcionó un nuevo lenguaje al arte colombiano y permitió escribir nuevos conceptos en nuestro país a mediados del siglo XX www.elnuevodia.com.co>Léalo.

“formó parte, junto con Alejandro Obregón, Fernando Botero, Enrique Grau, Edgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar, de la generación que marcó hacia la década de 1950 una ruptura en el arte colombiano”. También se afirma que el maestro alemán, con una formación pictórica sólida y el asombro que produjeron en él los colores nativos del trópico a su entrada por Buenaventura, fueron factores desencadenantes de sus primeras obras en el país. En 1940 expuso en la Biblioteca Nacional y a partir de entonces comenzó su reconocimiento; en los decenios siguientes expuso dentro y fuera de Colombia. Trabajó con óleo y acuarela, esta última le permitió más libertad. Poco a poco las figuras representadas en sus obras se fueron esquematizando con delgadas líneas superpuestas; el volumen y el peso de los cuerpos fueron dados por las manchas de color. De esta época son también sus monotipos, con el mismo planteamiento pero la síntesis total del blanco y el negro. Hacia 1960 Wiedemann abandonó por completo la figuración; la naturaleza se fundió en una abstracción plena de cromatismo. Sin embargo, su búsqueda no terminó. En 1963 se dedicó al collage, con el que la textura, el color y el manejo del espacio le permitieron nuevas posibilidades de expresión. En sus últimas obras de 1964-1965 volvió a retomar el óleo, trabajos que en sus propias palabras son “más sencillos y tranquilos”, con espacios de color definidos que se ensamblan y contrastan. Guillermo Wiedemann fue uno de los pioneros del arte abstracto en Colombia. Cuando decidió prescindir de la forma, continuó experimentando con el color y luego con las texturas, para finalmente ingresar en la pintura geométrica cuyo campo no pudo trabajar a fondo debido a su enfermedad y muerte. Aunque residenciado en Interior con personajes, 1942. la capital, Bogotá, Wiedemann volvió siempre al medio ambiente de su iniciación americana: El trópico. Son 24 obras oriMuchos de los paisajes del artista fueron ginales de Wiederealizados en Melgar, Girardot, Purificación, mann a través de las Saldaña, el litoral pacífico, el Valle del Cauca cuales el Banco de e incluso Cartagena, reseñan los documenla República permite tos del Banco de la República. observar la maestría La exposición estará abierta hasta diciembre y se podrá apreciar en el edificio con la que trabajó del Banco de la República, segundo piso, sin diferentes técnicas. ningún costo. Palimo, 1963, collage-ensamble.


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En búsqueda de la definición de literatura Por Andres Ricardo Duque Rincón * stablecer una definición de la palabra literatura no ha sido fácil. Manuel De Aguiar Silva, en su texto de teoría literaria, formula que como casi todos los vocablos que expresan la actividad intelectual y artística del hombre, la palabra “literatura” se presenta fuertemente afectada por el fenómeno de la polisemia (Aguiar E Silva Manuel. Manual de teoría literaria. Pág. 11.), que hace muy difícil establecer y clarificar el concepto de literatura. Adentrándose en el origen de la palabra literatura, esta se derivó del término latino litteratura, el cual pasó a las principales lenguas europeas de manera muy similar (literatura en español, littérature en francés, letteratura en italiano y literature en ingles). En latín, litteratura significaba instrucción, saber relacionado con el arte de escribir y leer, concepto que predominó hasta el siglo XVIII. Fue hacia la primera mitad del siglo XVIII que se designó a la literatura bajo el término de poesía y a la cierta forma de prosa con el vocablo de elocuencia. Luego, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, la palabra literatura pasa a designar la actividad específica del hombre de letras y en consecuencia la producción resultante. Posteriormente, hacia el fin del tercer cuarto del siglo XVIII, la evolución del vocablo continúa, y literatura pasa a significar el conjunto de las obras de un país (literatura italiana, literatura francesa, etc.). Por último, a finales del siglo XVIII, la palabra literatura ya pasó a significar un fenómeno literario en general y ya no circunscrito a una literatura nacional en particular. Se va hacia la noción de literatura como creación estética, como específica categoría intelectual y forma de conocimiento. Hasta aquí se ha realizado un vistazo de la evolución semántica del término literatura solo hasta el siglo XVIII. En el

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transcurso de los siglos venideros (XIX Y XX) fueron muchas las acepciones que tomó la palabra literatura. A continuación una breve reseña; conjunto de la producción literaria de una época (literatura victoriana, literatura inglesa, etc.); conjunto de obras que se particularizan y cobran forma especial ya por su origen, su forma temática o por su intención (literatura femenina, literatura de terror, etc.); retórica, expresión artificial y por ultimo también se consideró que la literatura podría significar conocimiento organizado del fenómeno literario (literatura comparada, literatura general, etc.). Es así como la historia del progreso de la definición de la palabra nos revela de inmediato la dificultad de establecer un concepto único de literatura. Y si a esto le sumamos que los distintos autores en el campo de la teoría literario tienen su propia concepción de que es literatura, la cosa se complica aún más. Por ejemplo, para Manuel Aguiar E. Silva corresponden a la literatura aquellas obras en las que el mensaje crea imaginariamente su propia realidad, en las que la palabra da vida a un nuevo universo de ficción (Aguiar E. Silva Manuel. Manual de teoría literaria. Pág. 33.). Concepto que objeta Terry Eagleton en su introducción a la teoría literaria cuando asegura que existen muchos textos considerados literarios que no crean un nuevo universo de ficción, ni son producto de la imaginación, como las cartas de madame de Sevigne, las máximas de Rochefort o las oraciones fúnebres de Bousset entre otras. Eagleton refuta una a una las definiciones que últimamente se han tejido en torno a lo

Obra del artista antioqueño Armando Londoño

que es la literatura para finalizar exponiendo la propia, que él asegura ser un tanto forzada, pero que considera al menos puede ser discutida. Para Eagleton

“He aquí una relación, no una novela. Si aspiráis a hallar en ella una de aquellas tramas complicadas e interesantes que tanto gusta la imaginación fecunda de los novelistas; si deseáis el desarrollo social o religioso, si anheláis el purismo del lenguaje, la belleza de las frases o el clasicismo del estilo, finalmente, si deseáis hallar algo de lo que hace interesante o meritoria una obra, cerrad el libro, porque nada de eso encontrareis en él”. Aura o las violetas, José María Vargas Vila

la literatura está constituida por juicios de valores históricamente variables, los cuales se relacionan estrechamente con las ideologías sociales (Eagleton Terry. Una introducción a la teoría literaria. Pág. 28.). Refiriéndose esto último no solo exclusivamente al gusto personal si no también a lo que dan por hecho ciertos grupos sociales y mediante lo cual tienen poder y lo conservan. Por todo lo anterior se puede aseverar qué, como el vocablo literatura a través de la historia ha tenido y por lo que se ve tendrá muchas formas de ser concebido; no se podrá establecer un concepto único, pues tal vez como lo aseguró el teórico de la literatura Aguiar E Silva todo vocablo que exprese la actividad artística e intelectual del hombre no es fácil de idearle un concepto único. Para muchos será más conveniente quedarse con la definición que de literatura dé, el teórico más reciente o aquel que con su argumentación lo convenza más. Como futuros docentes lo más conveniente será aclarar lo difícil que es consolidar un concepto de literatura y de otros muchos vocablos que sufren del mismo inconveniente (estética, arte, etc.). Y por último reconocer que muchos términos cambian y otros desaparecen, debido a la evolución que provoca de los términos el ser humano a través de la historia. *Estudiante de Licenciatura de Lengua Castellana. UT

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LA PALABRA

DEL DÍA

Naipe Aparece hacia 1400, tanto en castellano como en gallegoportugués, con el significado ‘palo del juego de cartas’. En catalán antiguo ya se registraba naíp en la segunda mitad del siglo XIV y, por la misma época en algunos dialectos itálicos, naìbo, siempre con referencia al juego de cartas. Corominas descarta la posibilidad de una etimología árabe, aunque expresa su hipótesis de que se trata de un vocablo de origen europeo, probablemente italiano, tal vez con alguna influencia asiática. Una etimología curiosa -y sin duda fantasiosa- es la del diccionario de Covarrubias: Dijéronse naipes de la cifra primera que tuvieron, en la cual se Obra del artista antioqueño Armando Londoño encerraba el nombre del inventor. Eran una N. y una P. y de allí les pareció llamarles naipes. Pero las dichas letras decían Nicolao Pepin.

> EL CUENTO

El ático Por Reyes Adorna * Mis abuelos estaban hartos de advertirme que no fuera al ático, pero nunca me explicaron el porqué. Como soy de naturaleza curiosa, aproveché que no estaban en casa y me dirigí hacia allí algo asustado. Abrí la puerta y sólo vi lo que todo el mundo espera encontrarse en un ático: muebles antiguos, estanterías llenas de cajas y un baúl repleto de polvo. Éste llamó mi atención, y sin pensar demasiado, lo abrí. Me quedé un poco sorprendido al ver que dentro de él sólo había un libro, uno grande y extraño cuyo título era Personajes. Creyendo que era una obra de gente importante, lo abrí con cuidado y rápidamente y sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo, fui absorbido por él, tragado sin masticar. Ya me he acostumbrado a vivir en un libro, incluso he asimilado mi condición de personaje de ficción. Lo que sigo sin soportar es haberme convertido en el jefe ambicioso de una gran empresa, porque desde que vivo aquí no hago más que gritar, trabajar y llevar corbata. * Escritor español www.elnuevodia.com.co>Léalo.

Del bisturí a la pluma Por Dora Marcela Gutiérrez L.* arlos Alberto Celis Victoria es el ganador de la XI bienal de novela, José Eustasio Rivera, con su obra ‘El amor no existe’. Es médico, gerente de su empresa, esposo, padre de tres niñas y un hombre con esperanzas literarias que a sus 48 años, ya dieron sus primeras luces, gracias al reconocimiento dado a su trabajo a través de éste premio. Durante una amena conversación con el equipo de un periodismo joven, Carlos Alberto Celis contó parte de su historia personal y los acercamientos que tuvo a la literatura durante sus estudios en el colegio Santa Librada, cuando buscaba poemas con un primo que estaba enamorado y cómo más adelante prefirió la química, la biología y el dibujo técnico, para dejar a un lado a la literatura y concentrarse en sus estudios de medicina en la Universidad del Cauca. Sin embargo, allí se sumó a grupos de tertulias literarias e hizo los primeros escarceos en la escritura, cosa que a sus padres no les llamó la atención, así que él prefirió guardar sus escritos, sin perder el cauto interés por las letras. Entretanto, las metas académicas continuaban, al mismo tiempo que se encontraba con colegas que le sugerían autores que nunca había leído. Fue entonces cuando descubrió, como él lo afirma: “La literatura tiene sus momentos, en los cuales va aportado elementos precisos de autores indicados en épocas y etapas diferentes de la vida; los escritores que leí hace 10 años no son lo mismos de hace cuatro, ni son los mismos de ahora, ni serán los mismos que leeré dentro de cinco años más”. Para Carlos Alberto, el ejercicio de crear textos más extensos se inicia hacia el año 1995. Porque luego de ver diluido el Sindicato de Médicos Cirujanos del Huila, que él formó tras emitirse la ley 100, queda sin pacientes, pero con tiempo para escribir; así que termina ‘Amores ilícitos’ obra que “no sirve absolutamente para nada”, afirma el propio

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autor. No obstante, continúa escribiendo y preparándose como cirujano vascular; es entonces cuando el médico y el escritor empiezan un camino de la mano, por un lado crea el Instituto "Mientras en Cardiovascular del Huila y, por otro, escribe dos obras otros trabajos poéticas y la novela ‘Si ella uno decrece, en supiera bailar’ entre los años 2002 a 2005. la literatura el La estabilidad ecotiempo otorga nómica, “tener la nevera llena y los hijos bien”, semás conociñala Carlos Alberto Celis, mientos, calile ofrecen la tranquilidad para poder crear mundos dad, eficiencia irreverentes, sin prejuicios y se alcanzan ni tapujos; por eso afirma que “si la medicina me más logros para impide el oficio de la literaser mejor escritura, podría llegar a dejarla definitivamente, aunque tor”, dice Celis. debo esperar un poco más para dar espacio a otros profesionales. También pienso que, mientras en otros trabajos uno decrece, en la literatura el tiempo otorga más conocimientos, calidad, eficiencia y se alcanzan más logros para ser mejor escritor”. En Neiva, Carlos Alberto Celis ha recibido ovaciones como médico; como escritor ha tenido seguidores y detractores, que defienden el oficio del literato. Sin embargo, para este médico ‘la constancia vence, lo que la dicha no alcanza’ así que persistirá en su propósito literario, pues asevera que “La historia está plagada de gente profesional en otras áreas y escribe, además las letras me han dado satisfacciones, como este primer puesto en la bienal, así que en la vida todo son etapas y ahora más que nunca asumo mi responsabilidad con la literatura”. *Neiva, Un periodismo joven, dorag@unperiodismojoven.com


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Jean-Marie Le Clézio “Es un autor de la ruptura, de la aventura poética y del éxtasis sensual. Explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante”, destacó la Academia Sueca. AFP/EL NUEVO DÍA

Premio Nobel de Literatura para Jean-Marie Le Clézio L as apuestas y predicciones, una vez más, fallaron. Claudio Magris, Philip Roth y Haruki Murakami eran algunos de los candidatos más potentes mencionados para ganar el Premio Nobel, pero quien finalmente obtuvo el galardón fue el francés Jean-Marie Le Clézio (68 años). “Es un autor de la ruptura, de la aventura poética y del éxtasis sensual. Explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante”, destacó la Academia Sueca. El 10 de diciembre, Le Clézio recibirá 10 millones de coronas suecas (1,4 millones de dólares). “Estoy muy conmovido... Para un escritor es importante ser leído, recibir reacciones”, reconoció el novelista y ensayista, quien confirmó su presencia para la entrega del premio. El nombre del ganador fue anunciado en un momento de tensión y desató una nueva polémica. Hace unos días, Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia, acusó a la literatura estadounidense de “insular”, alejada de las discusiones globales y señaló a Europa como el “centro del mundo literario”. Esto desató la crítica de que el premio es una lucha política en lugar de una contienda literaria, lo que se potenció con la elección de Le Clézio: un francés reconocido como “ciudadano del mundo”, pero en ocasiones cuestionado en su valor literario. “Le Clézio es cosmopolita, un nómade. Pertenece a varias culturas y pasó largas etapas de su vida en otros lugares, no en Europa. Su escritura está claramente marcada por eso”, dijo Engdahl. El escritor mismo ha reconocido sentirse un exiliado. Estuvo años en Nigeria, México y Panamá, y convivió con pueblos indígenas americanos. El secretario de la Academia, sin embargo, insiste en que es un ejemplo de la preponderancia de Europa en las letras: “Porque sus raíces están en la literatura francesa. La forma de Le Clézio de viajar es típica de los europeos cuando se

identifican con culturas exóticas y las describen intensamente. El europeo quiere convertirse en el hombre universal”. Con el triunfo de Le Clézio, Francia suma 14 galardonados con el Nobel, y América Latina cumple 18 años sin obtenerlo. Mario Vargas Llosa, el candidato más nombrado del continente, quedó nuevamente en lista de espera. Jean-Marie Le Clézio manifiesta en sus letras un rechazo por el pensamiento racionalista occidental, una preocupación por los asuntos ecológicos y por los conflictos culturales. Temas que van en plena concordancia con su historia de vida. Nació en Niza en 1940, pero la tradición de su familia se forjó en la Isla Mauricio. A los ocho años se instaló en Nigeria pues su padre fue médico durante la Segunda Guerra Mundial. “He crecido diciéndome que había otro lugar que encarnaba mi verdadera patria”, expresó el escritor hace unos años. Realizó el servicio militar en México, donde vivió dos años; luego viajó a Panamá y conoció en la selva al pueblo indígena Embera. Se quedó a convivir con ellos por cuatro años (1970-1974). “Esa experiencia cambió toda mi vida, mis ideas, mi manera de ser con los otros, de andar, de comer, de dormir, de amar, y hasta de soñar”, recuerda. Con su primera novela, “El atestado”, escrita a los 23 años, obtuvo el importante premio “Renaudot”. Luego recibió el galardón de la Academia Francesa por “Desierto” (1980) , y siempre ha mantenido la inclinación hacia mundos distintos al europeo. Su novela “Diego y Frida”, que relata el romance del pintor Rivera y Kahlo, es un claro ejemplo de la influencia americana en su literatura, que luego se volcó a los temas infantiles. La Academia explica: “Ha avanzado cada vez más en una exploración del mundo de la niñez y de su propia historia familiar”.

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> POESÍA

Meira del Mar Poeta colombiana Instante Ven a mirar conmigo el final de la lluvia. Caen las últimas gotas como diamantes desprendidos de la corona del invierno, y nuevamente queda desnudo el aire.

y en mi pecho crecía el asombro. La voz del padre, entonces, inclinóse a mi oído para decirme, quedo: Son los cedros del Líbano hija mía.

Pronto un rayo de sol encenderá los verdes del patio, y saltarán al césped una vez más los pájaros. Ven conmigo y fijemos el instante -mariposa de vidrioen esta página.

Cedros Mis ojos niños vieron -ha mucho tiempo- alzarse hasta la nube un vuelo de sucesivos verdes que el aire en torno embalsamaban con tranquila insistencia. El silencio se oía como una música suspendida de repente,

Mil años hace, acaso mil más, que medran a las plantas de Dios. Guarda su imagen en la frente y la sangre. Nunca olvides que miraste de cerca la Belleza”. Y desde aquella hora tan lejana, algo en mí se renueva y estremece cuando topo en las hojas de algún libro su memoriosa estampa.

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Infelicidad, infidelidad e infamia en Todas las familias felices

Por Asima Saad *

A

los ochenta años, Carlos Fuentes (1928 - ) continúa activo en su carrera de escritor. Acaso sea uno de los más prolíficos del siglo XX y, dada su larga vida, ya deja profunda huella en el XXI al salir publicadas sus últimas dos novelas, Instinto de Inez (Alfaguara, 2001) y Todas las familias felices (Alfaguara, 2006). La primera trata de los amores complejos de un músico famoso (Gabriel Atlan-Ferrara) y la que se convertirá en la reconocida diva Inez Prada; la segunda se bandea entre sinsabores familiares y adversidades callejeras. Se trata de un potpurrí de miserias terribles contadas sin tapujos ni miramientos; es literatura que denuncia las injusticias que en los libros de historia podrían resultar pesadas o, incluso, manipuladas aun más que si fuera mera ficción. Si hay algo muy del presente siglo que se viene arrastrando de los anteriores y que resume el estado actual de nuestra sociedad es “la violencia, la violencia”, palabras con las que termina la segunda novela y a las cuales, vale aclarar, el autor deja sin punto final, como si de profecía se tratase: nunca mermará, siempre habrá violencia y todo lo que ésta conlleva por los siglos de los siglos... Como bien señala José Miguel Oviedo, las novelas de Fuentes son “obras abiertas a lo plural e infinito” (El Comercio de Perú, Número Especial Homenaje a Carlos Fuentes, 16 de junio de 2008). La sentencia de esas palabras finales -”la violencia, la violencia”- sirve de contrapunto irónico a la cita de León Tolstoi escogida por el autor como epígrafe: “Todas las familias felices se asemejan, cada familia infeliz lo es a su manera” (Anna Karenina). El ser humano no se salva de los azotes que producen infelicidad, infidelidad, infamia, situaciones que arrastran violencia y rigen nuestro diario vivir bien sea de forma directa e individual o bien de manera vicaria gracias a las noticias, “peores que el peor sueño personal” (Todas las familias felices, 341), que nos llegan por los medios de comunicación. Sería risible creerse el mito de que hay familias felices, mucho menos todas. Por eso, y partiendo de “lo que fue es, lo que es siempre será”, regalo del Eclesiastés, no hay por qué asombrarse de la existencia de familias infelices, común desde que el mundo es mundo. “No hay nada nuevo bajo el sol”, continúa la Sagrada Escritura. Nada más recordar el modelo de la familia bíblica Adán y Eva, quienes, expulsados del Edén, tienen que enfrentar la peor tragedia que pueda padecer cualquier madre o padre: la muerte de un hijo. En el caso de esta primigenia pareja, el colmo de los colmos es saber que el asesinato fue cometido nada menos que ¡por el otro hijo! Así, pues, a lo largo de los libros, capítulos y versículos de La Biblia -y al lado de toda la sabiduría y espiritualidad que ésta sin duda contiene- la infelicidad, la

tragedia, la miseria y la violencia resultan ser el pan de cada día. De ahí que Carlos Fuentes, pendiente de este fenómeno tan inherente a la naturaleza humana, exponga en su novela la hipocresía en la que viven tantas familias infelices a la vez que presenta una imagen global de la política, la sociedad y la cultura mexicanas. Al hacerlo mezcla pasado y presente, vida y muerte, historia y ficción. Mejor aún, trasciende las fronteras de su país hasta tocar al resto del mundo. En Todas las familias felices hay una marcada pugna entre los diferentes niveles sociales en un México tan contemporáneo como pretérito a la vez que va en pos del futuro. Estructuralmente, la novela se compone de dieciséis capítulos titulados, pero sin numeración, que además están intercalados por composiciones más cortas denominadas coros. Sea el coro de las tragedias griegas o el que “significa multitud de gente que canta y se regocija” (Covarrubias, 1611) -en cuyo caso aumentaría aun más la ironía antes mencionada- cada una de estas composiciones es una crítica punzante que a la par da coherencia al caos y las barbaridades que denuncian, en su mayoría, los de abajo; denuncias desgarradoras que erizan la piel. Entre las más estremecedoras se encuentran las jovencitas “entre doce y quince años” que en la calle dan a luz a hijitos que nacen odiándose a sí mismos porque son “menos que un vómito de perro” y sus “uñas [son] negras hasta la raíz”; tienen “ojos pegados por las lagañas”, “los labios descascarados” y “baba negra en [la] lengua”. Son chiquillos que no tienen “más alimento quel alcohol madre marihuana / madre / Thinner madre resistol madre cemento madre cocaína / madre / Gasolina madre” (Coro de las madrecitas callejeras). La repetición de “madre” choca y hiere; estos chicos claman sin que a la madre -¿y por qué no, la sociedad entera?parezca importarle. En éste como en otros coros, Fuentes les otorga el privilegio de la voz a los silenciados de México que no son diferentes a los del resto del planeta; si no fuera por él, estos pobres no hablarían ni nadie los escucharía. No es posible leer esta novela sin detenerse a pensar y recapacitar en las injusticias que en muchas ocasiones, y hasta sin percatarnos de ello, reciben nuestro apoyo. Las voces narrativas de cada cuento y coro relatan las pasiones, frustraciones, contradic-

ciones, inseguridades, envidias, malentendidos, infidelidades y demás, hasta los recovecos más profundos de la vileza humana, que son parte del diario vivir de los personajes que, salvo algunos, llevan nombre y apellido. Por ejemplo: José Nicasio -el asesino de Alessandra Ferrer- y la señora Vanina -la madre enlutada- que intercambian cartas en las que tratan de explicar y entender las razones del asesinato (“Madre dolorosa”); la bella Mayalde se desquita de los abusos del cura Benito Mazón empujándolo por el mismo precipicio por el que éste había empujado a Félix Camberos cuando se dio cuenta de que los jóvenes llevaban amoríos (“La sierva del padre”). De otro lado, tanto en cuentos como en coros salen a relucir las relaciones conyugales y filiales desviadas, enfermas y truncas, tema presente también en Instinto de Inez, donde hay una compleja, extraña e incierta relación fraternal entre el director de orquesta Gabriel Atlan-Ferrara y el supuesto hermano que, en una foto, aparece y desaparece inexplicablemente del lado del famoso músico. Ese misterioso hombre es el que tanto le atrae a Inés/Inez aunque lo ve sólo metido y atrapado en un marco. La situación de los hermanos Reyes y Luis Albarrán de Todas las familias felices es diferente. Se reúnen después de muchos años y el que a primera vista tiene aire de loco e irresponsable termina siendo el cuerdo y honesto de los dos. Entre ellos los lazos rotos no se arreglan; imperan el odio y la incomprensión. El menor y próspero don Luis han llegado a la cima a costa de ser “lambiscón” y por deshacerse de las personas como si fueran basura. La discordia entre ambos hermanos es irreconciliable; queda el rico en su riqueza y el pobre vuelve a su pobreza. Al fin, y a la postre, para los que tienen dinero, “todo en ese reino es posible. Todo lo que deseamos está al alcance de la mano. El sexo. El dinero. El poder. La mesa y el vino” (“El hermano incómodo”, 340). Es cierto que la literatura no puede tomar el lugar de la historia, pero tampoco cabe duda de que la creatividad literaria esclarece y hace pasable la verdad de las cosas que de otra manera podría resultar demasiado fuerte. Se sabe que a Fuentes le obsesiona la historia aunque no por eso se le pueda tildar de historiador, algo que él mismo se ha visto obligado a aclarar. De hecho, el año pasado, en un encuentro literario en la Brown University (Providence, Rhode Island, EEUU), Agustín Prado y Alonso Rabí do Carmo le preguntaron sobre el papel de la novela histórica; la respuesta que dio sirve para ilustrar su propio compromiso con estas dos facetas del arte de escribir: lo real y lo ficticio. Por sí sola, asegura el octogenario, la novela histórica se queda vacía. Ésta, dice, ha de “ser una obra basada en la historia pero capaz de trascenderla” (El Comercio de Perú, Número Especial Homenaje a Carlos Fuentes, 16 de junio de 2008). Y eso es precisamente lo que ofrece Carlos Fuentes en Todas las familias felices: la posibilidad de crear conciencia ante las crueldades de la realidad cotidiana que trascienden lo temporal y lo espacial. * Ensayista puertorriqueña

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