El Otro psi . nº203

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AÑO XX Nº 203 SEPTIEMBRE | OCTUBRE 2014

Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) ISSN 2250-8805 Publicación editada y distribuida por EDICIONES El Øtro (Reg. Nac. Der. de Autor nº 452.270) C.U.I.T 30-69381315-4 Director: José H. Méndez

El Øtro

E R I Ó D I C O D E I S T R I B U C I Ó N L E C T R Ó N I C A R A T U I T A

PUBLICACIÓN MENSUAL, ESPECIALIZADA EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL, INDEPENDIENTE, PLURALISTA, PROFESIONAL, GRATUITA Y DE OPINIÓN QUE PROMUEVE LA ACTIVIDAD «PSI»

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notas y publicidad del mes

PSICOLOGIA Ludopatía Libros

P D E G

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Por José D. Litvak

PSICOLOGIA ADLEREIANA Opiniones

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Por Yaír Hazán

El niño en El Juego Social 1 situación de y el Juego Patológico calle o el niño Este artículo corresponde a un capítulo 9 [El juego social y el juego patológico] del libro “Cómo ganar al Poker, conociendo la influencia que tienen la mente, la Psicología y el Cuerpo en los deportes mentales” que su autor nos envió –y autorizó- a publicar, con la curiosidad que recurrió a la asistencia de profesionales Psi para su elaboración, siendo el un jugador profesional.

"El que no aguante el calor del horno, que salga de la cocina" Harry S. Truman

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a ludopatía es un trastorno reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS)3. La gran mayoría de los países permiten la actividad que desarrolla la industria del entretenimiento (casinos) pero, al mismo tiempo, promueven el concepto del "juego responsable". La Lic. Mazza recuerda que cuando realizaba su entrenamiento en Psicología Conductual en la Universidad de Harvard, un grupo de amigas mayores que ella hacían viajes de gambling (juego) a los casinos de Connecticut.

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a las cosas simples, cuando en verdad toda la evidencia está en la realidad y Lilian es un ejemplo de ello”. ¿Cómo se practica un juego responsable?: · Jugando por diversión, salvo que se encare seriamente una carrera profesional. · Con el dinero que realmente se pueda perder y sin que ello pueda provocar afectaciones. · Evitando hacerlo cuando uno está enojado, cansado o deprimido, porque es difícil tomar buenas decisiones. Ni como mecanismo de evasión de obligaciones o del aburrimiento.

La ludopatía es un trastorno del comportamiento que se manifiesta con la pérdida de control en relación con el juego, convirtiéndose en un modelo adictivo Cuenta: "Varias veces me invitaron, pero mis horarios de estudio y la atención de pacientes me impedían asistir. No obstante, pude comprobar el entusiasmo que suscitaban estos viajes. Las señoras llevaban el dinero que querían invertir o gastar. Determinaban la suma exacta para que las pérdidas no les afectaran su micro economía ni tampoco su estado de ánimo. Tal es así, que varias veces observé que, para una de ellas (de unos 70 años), estos viajes eran una motivación vital, su mejor diversión y actividad social. No solo iba a jugar, sino que reforzaba sus redes de vínculos. Reiteradamente, pude observar que Lilian (la señora en cuestión) volvía radiante, más feliz de lo que se había ido, aunque hubiera perdido el dinero que había destinado. Esta es, en experiencia, la definición más exacta que encuentro de Juego Responsable. Creo que los académicos ponemos vocabulario difícil o técnico

· Combinándolo con otras actividades, para que no se convierta en la actividad principal de la vida cotidiana y como medio para sociabilizar. Cuando no lo encaramos de esta manera, cualquier juego o deporte puede convertirse en adictivo. Sin embargo, los traumas con el juego requieren condicionamientos psicológicos previos. Y si bien esta enfermedad no siempre es evidente, puede destruir la vida de algunas personas. La ludopatía 4 es un trastorno del comportamiento que se manifiesta con la pérdida de control en relación con el juego, convirtiéndose en un modelo adictivo, tanto por la manera en que se adquiere o mantiene, como en las distorsiones que provoca en el pensamiento, las emocionales y las comunicacionales. En algunos casos extremos, llega a provocar efectos muy negativos en las relaciones familiares, sociales, laborales y amorosas del jugador.

Por su causa base, su curso, su pronóstico y por las variables implicadas, el juego patológico es una enfermedad crónica. Sin importar el nivel de control, el ludópata tendrá problemas con las apuestas, porque sus motivaciones activarán la memoria, las vivencias, los esquemas de acción y una estructura adictiva, conductas que ya había desarrollado con el trastorno y que no puede borrar. La experiencia clínica revela que rara vez el jugador (compulsivo) reconoce el problema, sobre todo si es hombre (está comprobado que las mujeres piden ayuda más fácilmente con las primeras pérdidas). Todas las adicciones, sea el juego patológico, los desórdenes alimenticios, el consumo de estupefacientes, el alcoholismo, el tabaco o cualquier otro tipo de exceso, no discriminan por clase social, cultural ni académica. Exceden toda inteligencia humana y condición o estatus, incluso, formativos5. El alcohol y otros excesos mancharon o truncaron carreras o vidas de innumerables deportistas y, en el ámbito del poker, no pueden omitirse las funestas consecuencias que les causaron a dos grandes genios como Scotty Nguyen6 y de Stu Ungar7. ¿Cómo se llega a este problema? La mayoría se inicia en el juego de un modo social o siguiendo un modelo de tradición familiar. Sin embargo, según las últimas encuestas realizadas en Argentina, las clases sociales menos favorecidas pasan largo tiempo en los casinos o en los bingos, porque son lugares seguros, con clima acondicionado y baños limpios. En principio, asisten para estar más confortables pero, naturalmente, el medio los condiciona a entrar en contacto con el juego. También es usual que una persona se inicie sola en esta dinámica, intentando distraerse, mirando como otros obtienen beneficios, por angustia o para hacer tiempo entre actividades. No lo percibe como algo reprochable ni, mucho menos, peligroso. CONTINúA en PáG.2

de la calle

Las clasificaciones se ponen y pasan de moda obedeciendo a intencionalidades más o menos conscientes. Lo cierto es que sirven sólo a los técnicos o a las instituciones que viven de eso. Aprenderíamos poco si revisáramos los tratados clásicos de psiquiatría y su comparación con los DSM.

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l bosque, mitológicamente, era el lugar donde estaban los peligros, hoy eso ha sido transferido a la calle. Hay que plantearse si es más peligrosa para los niños que para los adultos. En nuestra época, como en todas, los valores cambian y en ese interludio nos interrogamos en la misma línea: es más peligroso el adulto para el niño o el niño para el adulto. Ambas posiciones tienen sus defensores. Llama la atención cierta protesta. Cerca de donde vivo, niños en situación de calle apedrearon una camioneta que conducía a otros niños a un colegio privado. Me recordó a Elías Canetti que había interpretado esas actitudes como un deseo de romper un muro de separación o de exclusión. Todos hablan del cambio, pero llegado el momento, pocos están dispuestos a renunciar a privilegios. Dreikurs manifestaba que “es posible cambiar a los demás cambiándonos a nosotros mismos”. Aquí aparece el problema de dar. Freud dijo alguna vez que “dar demasiado es una injusticia para el que da”. En momentos de asistencialismo es posible complementar el aserto freudiano pensando que es también una injusticia para el que recibe, porque no lo puede retribuir. Estamos frente al problema de la gratitud, conditio sine qua non del bienestar. Desde los albores de la psicología profunda se ha visto la teleología del síntoma o inferioridad y los beneficios (secundarios o no) que acarrea. Así como para Adler, “la neurosis es la explotación del shock”, podemos ver gente con cierta inferioridad orgánica que está convencida que los demás les CONTINúA en PáG.3


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