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Atenciones Médicas Especializadas -“Viaje hacia la vida”
20 años de cadena solidaria Fátima, Ibrahima, Moha, Hawa, Ismail, Francoise, Clarisse, Abbas, Mamadou, Tresor, Thiam, Ramata, Souhaila, Loris, Yassine, Hiba, Aminetou, Samir, Basitu o Stelle son algunos de los 686 niños y niñas que han recibido tratamiento en España gracias a "Viaje hacia la Vida" y a la gran cadena solidaria creada en torno a este programa sanitario. Algunos hoy son jóvenes que están empezando a construir su propia vida, recuperados de la enfermedad que padecían; otros, debido al deterioro de su estado, no lograron superarla pero muchos aún esperan su oportunidad para disfrutar ese derecho que todo niño y niña debe tener: la salud. Por ELSA MOYA Y LIDIA VILLANUEVA
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lorence Juliette, una pequeña de 7 años, llegaba a Madrid en 1995, convirtiéndose en la primera beneficiaria del programa "Viaje hacia la Vida" de Tierra de hombres-España. Gracias al acuerdo de colaboración que la Fundación firmó con Sanitas, Florence pudo ser operada de una grave cardiopatía en el Hospital La Zarzuela. Tras pasar varios meses de post operatorio con una familia de acogida en Madrid, "la niña azul", como se la conocía por los síntomas que muestran las personas que padecen tetralogía de fallot, regresó a Benin con su familia biológica.
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Lamentablemente, su corazón estaba tan cansado que al poco tiempo murió, pero la Fundación Tierra de hombres no desistió en su empeño e ilusión por devolver la salud a otros niños y niñas, y hoy, con un 99% de éxitos, son ya 686 los menores que han podido recibir un tratamiento en España. Cuando aterrizan en el aeropuerto, casi todos los niños y niñas lo hacen con miedo. Su cara asustada ante un país y unas personas desconocidas con las que tienen que marcharse, suele ser común en sus primeros días. Aunque
hay algunos, como Seydou, que muestran su pillería desde el minuto uno: "Cuando llegó al aeropuerto, apareció en silla de ruedas y pensamos que ni siquiera podía caminar, pero la voluntaria que le acompañaba nos dijo que nos estaba engañando porque había estado dando saltos aunque tuviera los pies zambos. Ahí ya descubrimos que era un terremoto", cuenta Juan Carlos, su padre de acogida. Para que los niños y niñas se integren lo antes posible, las familias se las ingenian para adaptarse y hacerles sentir bien. Por ejemplo, cuando Fátima llegó, no quería dormir en la cama porque estaba >>
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acostumbrada a dormir en el suelo, así que María José y Juan Carlos dejaron que los primeros días durmiese en una cama plegable bajita. "Intentamos que se distraigan haciendo cosas que nunca han hecho como ir al cine, haciendo excursiones con ellos, - explica Nuria, madre de acogida de Euskadi- pero siempre intentando que su familia biológica esté presente para que no pierdan el vínculo, sobre todo los más pequeños que deben quedarse largas temporadas en España. Y es que es para Tierra de hombres, por el beneficio del niño, es tan importante que se adapte a su nueva familia como que no pierda el referente de su país y de su familia biológica, ya que el fin último es que vuelvan con ella y la reintegración sea lo más fácil posible.
A destacar:
686 niños y niñas han sido tratados dentro del Programa “Viaje hacia la vida”
El no hablar el mismo idioma al principio, no supone ningún problema para las familias de acogida: "Al final acabamos entendiéndonos tarden más o menos en hablar español. Lo importante es el tono en el que les hables para que ellos sientan un clima de cariño y confianza", comenta Xulio. "Hasta que han podido hablar nuestro idioma, hemos tirado de diccionarios e incluso nosotros hemos aprendido a decir palabras en pular (dialecto de muchos de los niños y niñas) como chupa chus <<tanga>> mama <<nené>> o papá <<baba>>", cuentan Nuria y María José. Para los voluntarios y voluntarias que acompañan y entretienen a los menores en el hospital tampoco resulta un obstáculo. Silvia acaba de hacer su primer acompañamiento con Hawa, una pequeña de 3 años de Mauritania operada del corazón: "Aunque no hayamos hablado, estar con Hawa me ha cambiado la vida. Me emocionó en aspectos que no >>
Fatimetou Mbodj: una historia de superación El caso de Fatimetou Mbodj es una muestra de que el programa "Viaje hacia la Vida" no solo ayuda a que decenas de niños y niñas tengan salud cada año, sino que también hace posible que superen sus miedos, se sientan seguros de sí mismos y con el tiempo, puedan llegar, por lo menos, a la mitad donde Fatimetou llegó. En 2001, la pequeña de 9 años, llegaba a Pamplona para ser operada de una grave malformación en la pierna izquierda que no le permitía moverse con normalidad. Tras cuatro operaciones en dos años y una larga recuperación, regresó a Mauritania llena de esperanza por una nueva vida, decidiendo darle sentido a su minusvalía lanzándose a practicar atletismo. Con el apoyo de un entrenador que la preparó durante años, Fatimetou consiguió la medalla de oro en tres ocasiones durante varias competiciones nacionales, siendo la única joven mauritana en alcanzar este nivel. Además, con 20 años, se presentó a las pruebas de calificación de atletismo en las disciplinas de lanzamiento de peso, disco y jabalina para los Juegos Paralímpicos del verano de 2012 de Londres, donde, finalmente, participó en lanzamiento de jabalina quedando en el puesto 18.
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creía posible. Su mirada y sus manitas me lo decían todo". Los dos peores momentos para las familias voluntarias a lo largo de la acogida son las hospitalizaciones y las despedidas. "Cuando están operándoles o en la UCI es difícil porque no sabes cómo va a salir", señala Geli, de A Coruña. " Para mí lo peor es decir adiós y pensar que a lo mejor no les vuelves a ver", dice Natalia, de Málaga. Los niños y niñas, sin embargo, aunque en ocasiones lo pasan mal en las numerosas operaciones que sufren o cuando deben marcharse, tienen una alta capacidad de resiliencia. "Pocas veces pierden la sonrisa y siempre tienen buenas palabras - explica la madre de acogida de Málaga - Una noche mi marido estaba en el salón con Aminata, nuestra segunda niña de acogida, mientras ella jugaba con su muñeco. Con cuatro años que tenía, le cogió la mano y empezó a darle las gracias por la comida, por cuidarla, por dejarla jugar con él… Luego hizo los mismo conmigo y el día que le dieron el alta dio las gracias a los doctores", expresa emocionada. Y es que los médicos y enfermeras que tratan a los niños y niñas de "Viaje hacia la Vida" se convierten en parte de la vida de los pequeños y viceversa: "La actitud de los niños a su llegada al hospital es positiva y colaboradora. Creo que perciben todo el cariño que les rodea. Cuando dejan el hospital lo más llamativo es la energía y alegría que tienen y transmiten, consecuencia también de su mejoría clínica", cuenta Chus Lamas, cirujana pediátrica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. "Hawa sufría una cardiopatía tan grave que hasta sus ojos transmitían una profunda tristeza; creo que se estaban literalmente apagando. El sentimiento de ver la cara de esa niña a su salida del hospital y ver esos ojos brillando de alegría y "llenos de vida" no se puede explicar con palabras. Es maravilloso", añade la doctora.
Las etapas de “Viaje hacia la vida” Atenciones Médicas Especializadas Tierra de hombres busca la mejora sanitaria y el fortalecimiento de las estructuras médicas en los países donde se desarrolla el programa Atenciones Médicas Especializadas (Benin, Guinea Conakry, Marruecos, Mauritania, Senegal y Togo) con el objetivo de que los problemas de salud de niños y niñas sean tratados en terreno. Pero en ocasiones, no pueden recibir tratamiento por falta de recursos, infraestructuras sanitarias adecuadas y profesionales médicos capacitados para patologías tan delicadas. Es aquí cuando comienza el "Viaje hacia la Vida" para estos niños y niñas. Los casos más graves, el compromiso asumido por la familia biológica y las posibilidades de un buen seguimiento al regreso a su país, son los criterios para seleccionar los casos, trasladándolos hasta el hospital de España más apropiado según la enfermedad que, en su mayoría, suelen ser cardiopatías o problemas traumatológicos, aunque también maxilofaciales, urológicos u otros. Comienza su viaje Tras la aprobación del expediente y los trámites administrativos necesarios, la principal preocupación de Tierra de hombres desde el instante en que se separa de su familia, es que el niño o niña nunca esté sola. Así, viajan desde su país de origen hasta la ciudad española dónde va a ser intervenido, acompañado por un voluntario de la ONG Aviación Sin Fronteras, quien le deja en el aeropuerto, en manos del responsable de la delegación y de su familia de acogida. La acogida de las familias Sin las familias de acogida, seleccionadas por la Fundación, el programa no sería posible. Abren las puertas de su casa y de su corazón para proporcionar al menor un entorno de cariño, ternura, atención y cuidado, en un ambiente familiar que favorezca su recuperación hasta su vuelta a casa, fin último del programa "Viaje hacia la Vida". La colaboración de hospitales y médicos Tras el examen preoperatorio, los equipos médicos de los hospitales colaboradores de España establecen el tratamiento que tendrá que seguir el niño o niña y fijan una fecha para la intervención. Hospitales como el San Rafael de Madrid, el Materno Infantil de A Coruña o el Parque San Antonio de Málaga, ceden sus instalaciones para operar a los niños y niñas de "Viaje hacia la Vida". Asimismo, médicos como el Dr. Rayo, el Dr. Portela o la Dra.Sanz dan su tiempo y sus conocimientos de forma altruista para devolverles la salud. El cuidado del voluntariado Durante su hospitalización, los niños y niñas nunca están solos. La Fundación organiza turnos de cuatro horas para que los voluntarios y voluntarias les acompañen y entretengan durante las semanas posteriores a su operación. Para su recuperación total, el estado emocional de los niños y niñas es muy importante, por lo que el papel del voluntariado es fundamental, ya que consigue que la estancia de los menores en el hospital sea más agradable y llevadera. Un feliz regreso Una vez obtenida el alta médica definitiva, el momento ha llegado. Se gestiona la vuelta a casa del niño o la niña con su familia biológica. El niño llevará consigo el informe médico del seguimiento que debe realizarse en su país y las delegaciones en terreno se encargan del tratamiento que requiera. Posteriormente, se envía un informe anual a los especialistas que atendieron al niño en España por si hicera falta una revisión u otra intervención.
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Familias MADRID/ María José y Juan Carlos María José y Juan Carlos llevan acogiendo casi diez años, durante el verano, niños y niñas de diferentes nacionalidades. Ella da clases de inglés a adultos en un centro cultural y él es matemático en el Banco de España. Hace aproximadamente cinco años quisieron ir más allá y colaborar con alguna ONG con la pudieran acoger a niños durante periodos más largos. Así, conocieron Tierra de hombres y Fátima llegó a sus vidas para quedarse durante casi dos años; una niña de 6 con un problema traumatológico en una pierna a la que, aunque le costó integrarse, lloró desconsoladamente cuanto se marchó a su país. Actualmente, acogen a Seydou, un pequeño mauritano de 7 años que llegó a Madrid en agosto de 2014 para ser operado de pies zambos por el Doctor Rayo en el Hospital San Francisco de Asís. Aunque ya ha sido intervenido de ambos pies y se está recuperando muy rápido, aún permanecerá en Madrid varios meses. María José y Juan Carlos cuentan que no se equivocaron al pensar que Seydou era un terremoto: “A los pocos días fuimos a una piscina y se tiró de golpe sin saber nadar. Tuvimos que ir corriendo a por él", recuerda Juan Carlos. Y es que a Seydou una de las cosas que más le llamaron la atención fue el agua. La primera vez que vio la bañera llena para él dijo ¿Todo ese agua es para mí? . Sus padres de acogida le describen como un niño muy cariñoso que se adaptó desde el principio a su nueva vida y muy inteligente: "A los diez días hablaba español y en el cole saca muy buenas notas. Lo único que no le gusta es que le saquen sangre. Una vez que fuimos al hospital, se escapó a la calle corriendo a coger el autobús", cuenta María José. Su experiencia como familia de acogida la valoran como muy enriquecedora: "Con ellos te das cuenta de las cosas tan tontas por las que nos preocupamos", detalla María José.
GALICIA/ Xulio y Geli Con Menem, un niño de cinco años procedente de Mauritania que acaba de ser operado del corazón en el Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera de A Coruña, ya es el octavo niño de Tierra de hombres que Xulio y Geli acogen. Estos padres de acogida forman una familia con sus dos hijos con los que viven en el municipio coruñés de Abegondo. Xulio trabaja como profesor de instituto y Geli es investigadora en el instituto geográfico de A Coruña. Ambos entraron a formar parte de Tierra de hombres en Galicia como voluntarios acompañando a niños y niñas durante su estancia en el hospital. Dos años después, decidieron hacerse familia de acogida, más si cabe porque consideraban que sería una experiencia positiva para sus hijos: "Por un lado ellos se iban a dar cuenta de lo afortunados que eran desde el punto de vista de la salud, de que han vivido oportunidades que otros niños no han tenido y, además, desde el punto de vista de que ellos puedan colaborar en este voluntariado familiar", explica Xulio. "Solo podemos sacar conclusiones positivas añade Geli- como el aprendizaje de todas las cosas que se pueden hacer con muy poco. Vivimos en un mundo demasiado cómodo y tenemos demasiadas cosas que nos hacen perder este punto de vista de la sencillez". El primer niño, Mehdi, lo acogieron en 2007. Llegó de Marruecos con 7 años y recuerdan que, aunque llegó llorando y al principio se mostró muy tímido, a las pocas semanas reía y comenzó a coger confianza con toda la familia y amigos, con los que llegó a ser muy cariñoso: "Nunca olvidaré cuando lo llevamos al ensayo del coro de nuestros hijos y se puso a cantar zarzuela", cuenta Geli.
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MALAGA/ Natalia y Felipe Natalia es la actual responsable de "Viaje hacia la Vida" en Málaga y, además de encargarse de todas las gestiones del programa, acoge a Georgette, una pequeña togolesa de dos años que llegó en 2014 con una deformación en la pierna y el pie por la cual ya ha sido intervenida dos veces y está a la espera de una nueva operación por el Doctor Ferrer en el Hospital Parque San Antonio. Tras cinco años siendo voluntaria en hospitales, la cuñada de Natalia, madre de acogida de la Fundación, la apuntó para que acogiese al próximo niño que llegaba: Barry, un niño de Senegal de cinco años con problemas urológicos al que cuando Natalia vio llegar al aeropuerto, rompió a llorar de la emoción. Durante los cuatro años que estuvo entre Málaga y Madrid (lugar en el que finalmente le operaron), el niño se hizo querer por todo el mundo: "Es muy tierno", recuerda Natalia. “Un día, de camino al colegio, me preguntó que cuánto dinero le había dado a su madre por él y yo siempre le explicaba que su madre estaba deseando que él volviese, que estaba aquí para curarse y ponerse bueno. Me miró, sonrió y siguió caminando feliz hasta el cole". A pesar de que la despedida de Barri fue muy dura para ella, no tuvo ninguna duda: "Quise repetir cuanto antes como madre de acogida; aunque no todo es de color de Rosa porque tienes que adaptarte a la enfermedad del niño o la niña y en consecuencia a su ritmo, es muy gratificante", señala Natalia. Barry, regresará a España para una nueva operación a principios de 2016.
EUSKADI/ Nuria y Txema Junto a Pilar y Javier, son en la actualidad familia de acogida y familia de apoyo de Moussa, un niño mauritano de 6 años que se recupera ya de una operación realizada en el Hospital Vithas San José de Vitoria-Gasteiz de una enfermedad ósea en la pierna que impedía su movilidad. Nuria y Txema adoptaron a Viruk, un niño etíope de 8 años hace 6, por lo que, tras escuchar en televisión que Tierra de hombres necesitaba familias de acogida en Euskadi, no dudaron en ofrecerse, ya que, además de estar seguros que su hijo facilitaría la integración del nuevo miembro de la familia, conviven y trabajan junto a sus amigos y familia de apoyo en una casa rural de Murga: "Nos decidimos porque tenemos tiempo para dedicar a los niños y el entorno que les podíamos ofrecer era bastante bueno", afirma Nuria, quien recuerda que, a pesar de esto, la adaptación de la primera niña que acogieron, Jasmine, fue dura: "Era una adolescente musulmana de 12 años con una deformación muy grave en la rodilla que le hacía estar totalmente encorvada, por lo que su complejo adolescente era muy grande y le costó mucho exteriorizar... Intentamos comprenderle, respetarle y estar a su lado...Varias semanas después se abrió con nosotros y empezó a ir todo fenomenal". Reconocen que con Moussa la recuperación está siendo sacrificada "porque no es autosuficiente y nos necesita para todo, pero todo compensa. Solo hay que ser consciente de que habrá momentos duros como las marchas o las operaciones, pero los buenos superan con creces al resto ", confiesa la madre de acogida.
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