Libro de Estudios del Centro Integral de Estudios Metafísicos.
Fragmento del Libro "El Camino del Silencio".
Sin intención de plagio esta instrucción ha sido tomada de la Sabiduría del Maestro Omraam Mikhael Aivanhov, con el sólo objetivo de introducir a mis estudiantes en sus preciosos escritos.
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1.- El Silencio. El silencio es algo que no se puede definir. Sólo se puede experimentar. De tal forma quien haya vivido la experiencia queda imposibilitado de comunicarla, porque para eso tendría que usar el lenguaje y el lenguaje no es otra cosa que ruido. El silencio existe, permanentemente, pero el hombre sólo lo puede "escuchar" en el tiempo, generalmente demasiado breve, que existe cuando termina un ruido y comienza otro. La Enseñanza, entonces, del Maestro no está en sus palabras sino en el silencio que deja, hábilmente, entre una y otra. El sabe cómo hacerlo, porque no es fácil el trabajo con estos elementos y se necesita una gran experiencia y sabiduría para moverse por ese camino. (La verdad es que cualquiera lo puede intentar, pero eso no significa que vaya a tener éxito ni menos que logre, siquiera, comprender lo que estoy diciendo). Para el hombre común es imposible comprender porque no oye (en realidad no lee ni escucha) y eso le ocurre porque tiene la cabeza llena de ruido. El hombre no sabe vivir en el silencio. No puede vivir allí, en esa zona reservada para los 2
elegidos, porque tiene mucho miedo. Tiene miedo del silencio porque cuando este se manifiesta se escucha a si mismo y se aterroriza de lo que oye. El hombre hace lo imposible por no escucharse a sí mismo. Entonces habla y habla pero su intención, al hacer esto, es no oír sus pensamientos a los que teme como al mismísimo demonio. Nadie se quiere oír porque se tiene mucho miedo. Por eso en todo hogar hay un televisor encendido aunque no haya quien lo esté mirando, o una radio a todo volumen, y eso no es nada más que un intento vano por apagar el ruido ensordecedor que nos grita, desde nuestro interior, que debemos escuchar lo que nuestro Ser nos dice. Esa es la razón del porqué apenas alguien se contacta con la Enseñanza, termina diciendo: "era mejor cuando yo no sabía" y huye de la única verdad que debería ser la directora de su quehacer. Cuando entres a una casa (incluyendo la tuya) pon atención al tono con que todos se hablan. Sin duda lo primero que vas a notar es una tremenda agresividad de los unos hacia los otros y no pienses, por favor, que tú estás afuera de ese concierto estridente. Observa el llanto de los niños 3
reclamando atención, la indiferencia de los adolescentes que demuestran, así, su descontento, la bienvenida poco cariñosa, etc. Todo eso no es nada más que inarmonía ruidosa y si nosotros sostenemos que "en la quietud se manifiesta Dios" ¿cómo podemos pensar, siquiera, que Dios podría manifestarse en nuestro hogar? El silencio es el único entorno adecuado para la manifestación de la Divinidad, de modo que ya es tiempo de dejar de jugar a ser "espiritual" y comenzar a intentar la tarea en serio. Todos necesitamos del silencio y sin embargo hemos hecho, de nuestro mundo, un lugar estridente e insoportable. Esa es la razón del porqué la gente se enferma de los nervios y ¿cómo podría no ser así si vive metida en un infierno donde todos vociferan, hacen sonar sus bocinas, aúllan, se insultan gratuitamente, limpian con máquinas ensordecedoras, construyen con otras aún más ruidosas, etc.? Yo necesito el silencio, por lo menos en mi cuarto donde debo entrar en busca de la única oportunidad de comunicación con Dios, pero no lo encuentro porque mi 4
cabeza es puro ruido y además nadie colabora para mi necesidad. El problema es que yo tampoco hago nada para que los otros tengan su propio silencio y así el círculo nos atrapa y damos vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte. En todo lugar hay sólo ruido. En los hogares, en las calles, en las carreteras, en el cielo, la estridencia es la que se impone y nos obliga a marchar a su ritmo ensordecedor y traumatizante. Dejar de hacer ruido no es una preocupación del individuo de hoy, sino todo lo contrario. Por eso todo el mundo habla, en encendidos discursos, se publicita y comunica sus excelencias a gritos y, en medio de ese concierto infernal, nadie oye a nadie. Nosotros vamos a empezar a trabajar, hoy, para acallar el ruido que entorpece nuestra búsqueda de paz, y lo vamos a hacer comenzando por llegar hasta nuestro sitio de reuniones en silencio, tarea no fácil pero que nos permitirá comprender que, con el tiempo, hemos convertido nuestra venida aquí en una especie de reunión social semanal. El silencio pertenece a los seres evolucionados, de modo que no nos será difícil reconocer nuestra condición. 5
En las otras reuniones pueden jugar a la Escuela, pero los que se decidan a tomar este trabajo deberán comenzar por respetar su propio silencio y el de los demás. De ese modo, transcurrido algún tiempo notarán, en Uds. mismos, que el silencio es un proceso interno que conduce hacia los estratos superiores de la consciencia y, por lo tanto, hacia la comprensión de las cosas. El silencio es el lenguaje de lo perfecto y el ruido es la expresión de todo lo defectuoso, del caos, del desorden. El dolor nos sirve para que comprendamos mejor esto porque el dolor es un ruido que se manifiesta para indicarnos que algo dejó de estar, o funcionar, en armonía. La enfermedad también es un ruido y es el silencio la única demostración de que todo anda bien. Cuando no hay ruido externo que nos atonte, nos vemos obligados a escuchar nuestro chirrido interior y entonces podremos enfrentarlo y acallarlo. Esa es la paz y podremos meditar, unos minutos cada día, que serán preciosos porque nos ayudarán a encontrarnos con un amigo desconocido, sabio, noble, fiel, necesario, poseedor de todas las respuestas: NOSOTROS MISMOS. 6
Quien hace mucho ruido está atrapado en las regiones psíquicas inferiores y nosotros no venimos aquí para revolcarnos ni hacer fiesta en ese nivel. Gracias por su atención y retirémonos EN SILENCIO.
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