Libro escrito en versos con estrofas numeradas. 16 de Enero de 1989, Viña del Mar, Chile
Dedico este trabajo a todos los hombres que creen que una vida es algo más de lo que cuentan por ahí.
Fragmento del Libro "Los Versos Numerados". 1
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EL COMIENZO. 1 Cerro tras cerro el viejo Valparaíso me saluda con sirena de barco y mar sobre mar me habla de lejanías. 2. Recuerdo, con nostalgia, sus viejos paseos y sus personajes, fantasmas, ajenos al Puerto de hoy. 3. Una casa sostenida, milagrosamente, por un trozo de madero me contó una historia de bohemios que jamás oí. 4. Entonces quise cantar y mi voz sonó ronca como la voz del mar. 5. Estrella y espuma era la noche en el viejo Valparaíso que un día vio nacer mi canto y que jamás me olvida. 6. Caminaré tus calles y cantaré, contento. 7. Quiero ponerte en un libro- barco, de velas blancas, para que viajes por el aire y por el mar.. 8. Un libro es una gaviota, de alas extendidas, que vuela y vuela por la magia del viento. 3
9. Yo quiero llegar hasta la cumbre de alguno de tus cerros y mirar, desde allí, como la tierra y el agua se hermanan en la orilla. 10. Mi tiempo, detenido como un ancla, me clava en este sitio y te canto, viejo Puerto, con mi voz de noche, de guitarra gastada de tanto camino y te respiro, vivo. VALPARAÍSO. 11 Valparaíso de mis recuerdos. Yo bajaba del cerro a comer mi pescado y cantaba en tus bares, cada noche. 12. ¿Qué pensaría la gente de ese tiempo del flaco, aquel, de la guitarra y la copla? 13. Tus calles me querían y alivianaban mi paso haciéndose blandas y suaves. 14. Había un ascensor hasta la altura y en él se podía llegar hasta el cielo. 15. Yo subí tantas veces con algunas monedas ganadas con mi canto, sonando en mis bolsillos como campanitas que me abrirían la puerta hacia la vida. 4
16. Yo sólo sabía que la vida había que pagarla, moneda a moneda y aprendí, Valparaíso, que un plato de sopa no se encuentra a la vuelta de tu esquina, ni de ninguna otra. 17. Vine a dar a tus calles, de pura juventud, de inquietud de viajar, empujado por el sordo destino que no escucha. 18. Y yo quería ir. A alguna parte. Y vine a dar aquí donde camino, veintiséis años más tarde, con un libro bajo el brazo escribiendo palabras para ti. LA VISITA. 19. Quince años tenía. (¿O dieciséis?). Cuando, enfundado en flamante uniforme, llegué a Valparaíso, en plan de estudio, a visitar los barcos norteamericanos que nos ofrecían toda su tecnología para aprender a dejar de ser humanos en dos días. 20. Sólo supe, entonces, de radares, de aparatos de radio, de atómica energía, de mujeres, en la noche, que viéndonos tan niños nos ofrecían todo, sabiendo que 5
ese todo no era todo pero era más de lo que hubiésemos, cualquiera de nosotros, pretendido. 21 Me acuso, entonces, de emborracharme niño abrazado a otro niño, de uniforme marino, que tomó nuestras putas, que bebió nuestro vino y regresó a su tierra con la común promesa de algún día escribirnos. 22. No aprendí mucho de barcos ni radares esa vez que llegué a Valparaíso. Pero vi el mar, por vez primera, y nadie podrá borrar de mi memoria aquello visto. 23. Mar azul, inmenso, misterioso. Despegué, en un avión, hasta Santiago. Valparaíso fue noche y cabaret, cigarrillo, alcohol y aroma de mujer. 24. Fugaz fue mi pasada por el Puerto la primera vez que anduve por sus calles, pero la dejo guardada en mi cuaderno para que sepas que anduve por aquí, vestido de aviador, abrazado a un marino extranjero, con estrellas, que tenía tantos años como yo. ¿Quince? ¿Dieciséis?
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REGRESO. 25. Siete años pasaron hasta mi regreso, cuando eran diferentes las razones. 26. Con mi guitarra al brazo llegué contento, canté contento, sufrí contento. 27. Era pobre, recuerdo, de bienes materiales pero tenía juventud y la enorme inquietud de ser poeta. 28. ¿Cómo nace, entonces un poeta? Aquí en Valparaíso es fácil, camarada, porque la poesía está al abrir una puerta, en el viejo ascensor o en la canción eterna. 29. "Eres un arcoiris de múltiples colores..." ¿Quién podría agregar algo más? 30. Después nació el "Gitano" para cantar aquello de: "...Yo no he sabido nunca de su historia. Un día nace, allí, sencillamente..." Y el viejo Puerto fue cantado por dos voces que llenaron el mundo de música y sal. 31 De buena sal. 7
32. Neruda perseguido. Neruda poeta, Neruda Comunista. Neruda cantó a estas calles y a estos cerros y quiso ser, también, habitante de este Puerto. Pero sus propios versos lo hicieron habitante del planeta, lo dejaron aquí y lo llevaron lejos. 33. Yo conocí dos veces este Puerto. Hace más de veinte años y hoy te cuento.
VÍCTOR VILLARREAL. 34. En el viejo Valparaíso encontré a un hermano. Un hermano de canto y de aventura. Con él compartí las viejas calles y las añejas canciones, repetidas de bar en bar, todas las noches. 35. Víctor Villarreal Romanni: Levanto mi voz para cantar tu nombre y desde donde esté, mi alma te bendecirá por todo lo que hiciste algún día. Los cantores de tiempo, que cantan a este Puerto, deben agradecerte por haber sido testigo de cómo nace un compañero de lucha y por haberle dado, a este recién nacido, tu amor de hermano también recién nacido.
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36. Algún día tocarán a tu puerta y te preguntarán. Perderás tu anonimato, bello, y tal vez te emborraches, como todos, con el llamado triunfo efímero y mortal. 37. Te pido perdón, hoy, por todo eso que te va a ocurrir y me culpo, en parte, de ese estado de cosas. 38. ¿Te acuerdas de la vieja escalera del Hotel Uruguay? ¿Te acuerdas de sus camas? ¿De sus mariposas, nocturnas, que nos daban en besos todo su tesoro? 39. ¿Te acuerdas de sus cuerpos vendidos, regalados, que eran, un poco, nuestros porque ellas se daban a nosotros tal vez para soñar que eran madres o novias? 40. La vida tiene color a cielo, azul, mientras escribo, a media tarde, y te veo guardando las monedas para comprarme un trozo de carne y celebrar mi veintitrés cumpleaños, una noche 41 Así aprendí, de ti, la palabra cariño y la atesoré por muchos años repitiendo tu gesto en lugares del mundo por donde hoy día vuelo y canto. 42. Víctor Villarreal Romanni: Serás mi hermano, por los siglos de los siglos, mientras un verso mío exista sobre la faz 9
de la tierra, escrito, cantado o pensado por algún ser viviente con rasgos o sin rasgos humanos. GABRIEL, EL ÁNGEL.
43. En el Cerro Polanco, en la calle Luqueto, vivía un peluquero de nombre Gabriel. Ese nombre, de ángel, era el nombre de un ángel que nos abrió su casa y su corazón porteños. 44. Compartió el pan y el vino con este incipiente cantor que no sabía que detrás del acordeón o de la “mandolina”, vivía un ángel llamado Gabriel Angel, Gabriel Puerto, Gabriel Canto, Gabriel Amigo, Gabriel Esperanza, Gabriel Cariño, Gabriel Mar. 45. Había que meterse en un túnel, helado, de piedra húmeda de agua de cerro y mar azul. (Siempre pensé que esa helada cuadra de camino era como la muerte). 46. Al final del oscuro pasillo estaba el ascensor y, después de ascender, colgado de sus cables, bamboleando su crujiente caja de madera de barco, aparecía el cielo y estaba, yo, en la cumbre del cerro misterioso y verde. 47. Allá abajo el mar, los barcos en el puerto y la magia de 10
Valparaíso metiéndose por los ojos y en mi poesía. 48. Yo no sabía eso. Juro que no sabía. No sabía que algún día cerraría los ojos y vería, de nuevo, este milagro de casas suspendidas y el espejo del mar reflejando el cielo azul de esta América, limpia, donde nací y escribo. 49. En el número sesenta, de la calle “Luqueto”, una copa de vino y el viejo peluquero (el con nombre de ángel) nos hablaba de tiempos que vendrían mejores para “esta juventud” y pasaba la noche entre acordeón y tangos, que no olvidaré nunca. 50. Mi hermano, el ángel, el acordeón, el tango, pálido amanecer y la vieja poesía de hoy que vive entre tus manos mientras lees y lees en estos viejos versos. 51 Y todo es viejo, de color desteñido, mientras canto mis añejos recuerdos de este Valparaíso noble que algún día me vio pasar, joven, por sus calles y su historia de Puerto Esperanza, y Sol. 52. Alguien me contó que el ángel peluquero ya no existe. Dicen que se quedó dormido junto al blanco acordeón que alegró nuestras noches alguna vez. “...Acaso te llamaban solamente María...” 11
LA NOCHE. 53. El “Checo”, el “Rock and Roll”, el “American Bar”, el “London” y su trago amanecido. Refugio de marinos que bebían sus historias, de otros Puertos lejanos, y que a veces narraban en extraño español. 54. Entre faldas muy cortas y muslos generosos, escotes misteriosos y filo de puñales, el codiciado dólar abría cualquier puerta, piernas, brazos, botellas, camas por unas horas, conciencias y demases. 55. El Puerto olía a jabones baratos, a droga de tercera clase, a pescado y fritura, a perfume traído de la lejana Francia y regalado a la eterna prostituta del Puerto, un puerto más para el viejo marino que caminó la noche casi a la par conmigo. 56. Alguno se quedó por estos lados, enamorado de la vida que latía en el rojo corazón de la noche porteña. 57. Yo me fui, con mis tristes canciones y mi vieja guitarra, a conocer el mundo, pensando en olvidarme de este Valparaíso donde dejé algunos años en sus piedras añejas. 58. También había un dolor, en mi pecho, que no calmó la 12
vida, las mujeres del Puerto, el cuento del marino, en los amaneceres, ni el dólar, generoso, por cada canto herido. 59. Mi corazón sangraba, con dolor dulce y bueno, y yo era niño de modo que tenía la feliz inocencia de aquel que nada esconde y mira, con ojos de sabio misterioso que está aprendiendo todo para todo y en todo. 60. Así me fui del Puerto pero no me fui nunca. Me quedé para siempre como el añejo marino que vende cosas viejas, en el Mercado Persa, soñando con sus barcos y un ausente Domingo. 61 Yo me quedé, también, joven y aventurero. Han pasado los años y he regresado al Puerto. 62. Pero nada es igual (veinticinco no es nada). Ironía del canto, el Puerto no está, se lo llevaron.
LA MUJER Y LA NOCHE. 63. Yo me bebía las olas, apasionadamente. La bóveda celeste, reflejada en las aguas, era mi desafío. Irme lejos. Nunca supe por qué esta ilusión fue mía desde niño. 13
64. Sin embargo el Puerto del pasado me atrapa con sus redes invisibles y me ata, con sus hilos de plata, al tiempo que no existe. 65. Sueño con ir al mar, entrar en él y salir del agua vestido de nocturnas estrellas para internarme, Puerto, en tus calles de piedra. 66. Ámame, mujer de amor liviano. No te puedo comprar pero te me regalas. Soy parte de este concierto extraño que empieza, cada noche, con música en el Bar. 67. Un vaso de ginebra, de ron, tal vez de vino. En la “Pensión La Rosa” guitarras y tonadas. Una sopa marina, un mariscal caliente, una mirada viva y los bohemios de siempre. 68. En el “Nunca Se Supo” las guitarras porteñas sonaban cueca y cueca, cueca y cueca chilenas. El “Periquín” hacía milagro el acordeón y Ricardo Acevedo vestía de frac la modesta guitarra de mi patria naciente. 69. Yo soñaba, despierto, a las seis de la mañana. Nunca era el día justo porque siempre el ayer y el hoy se confundían con un rayo de sol que marcaba la hora de regresar, a “casa”, al descanso bendito. 14
70. A “casa”: Una pieza, una cama, un velador y el viejo ropero de tres cuerpos que tenía un espejo donde se reflejaba la juventud eterna. 71 Desnudo, contemplaba mi figura. Era delgado y pálido, de trasnochada y hambre. ¿Sabrían las mujeres, que un día me abrazaron, que yo era un poeta y que las amé de veras? 72. Por un sólo minuto las amé; las amé, les canté y aún les adeudo tanto. 73. ¿Cómo puedo pagar las noches de caricias cuando me sentí niño y me dolía la ausencia de mi querida madre? 74. Tal vez fui hombre, a veces, pero más era niño y buscaba, entonces, el regazo materno en cada hembra que además era amiga pues los que van de noche, sufriendo sus miserias, son hermanos, amigos y familiares cercanos, unidos por la tonta pirueta del destino. 75. Valparaíso, doloroso y feliz, quiero cantarte en tiempo presente pero el pasado viene a mi pluma, que escribe, y nada puedo hacer por impedir que así sea.
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76. Hoy soy poeta errante por tus desconocidas calles. Estoy viejo de vino, de años, de viajes. 77. He cumplido mi sueño viejo Valparaíso. He caminado el mundo pero siempre regreso y hoy te pongo en un libro para que el joven sepa que hubo un Puerto, en el mundo, mágico como un cuento. 78. Así escribí: “Las olas, el mar, el invierno, la sal y una gaviota vuela sobre el agua. 79. Valparaíso está allí, donde la selva es todo Puerto, donde la historia es todo el humo, donde el mañana es puro cuento. Tal vez la vida, no lo sé. 80. La calle hacia el mar, borracho de andar, un hombre muerde su pescado. 81 Valparaíso está allí. En la cerveza sin espuma, en el pequeño de ojos tristes, en la mujer tosca y desnuda. Tal vez un sueño, no lo sé. 82. Y el cerro de cristal una vez se rompió y este Puerto nació de sus pedazos. Y el gitano pasó con su laúd y se bebió una copa a su salud. 16
83. La Caleta, esperar, un cigarro liar y hay un hermano, pobre, que no vuelve. 84. Valparaíso está, allí. En la garganta seca y ronca, la red vacía sin pescado, en la mañana silenciosa. 85. Tal vez la vida, no lo sé. 86. Allí donde hay una mujer que, sin amores, va de marino en marino, eternamente. Allí donde han anclado los dolores está Valparaíso, para siempre”. 87. Y el doloroso canto se me pegó en la garganta y hay veces que lo escucho sonar en las Radioemisoras y casi desconozco mi voz. 88. Es que no puedo volver a cantar como en el tiempo de los añejos bares, por monedas, cuando Villarreal extendía la mano y yo cantaba, enamorado del viejo Puerto y sus estrellas. 89. Me quedé para siempre en el pasado. Algo de mí se quedó aquí y pertenece a este mar, a esta playa, a esta noche, a este Hotel Uruguay, en la calle Uruguay, más allá de la plaza, un poco más allá. 17
EN EL “HOTEL LANCASTER”. 90. Las palomas, en el Hotel Lancaster, se arrullan al otro lado de mi ventana y hay frescura y sombra en esta habitación donde hago recuerdos de este Puerto. 91 Qué distinto este Hotel al Hotel Uruguay. Aquí la cama es blanda, la comida abundante, soy el “Señor Fernández”, llamo, soy servido y pago. 92. ¿Acaso no era un “Señor” cuando pasaba, por la puerta de este Hotel, camino al “Checo” en busca de trabajo? 93. ¿Qué hace la diferencia? ¿Los discos? ¿La fama? ¿El dinero? 94. Sin embargo sigo huérfano de amores porque mi hombre tiene mujer pero mi triste poeta no la tiene. 95. Valparaíso doloroso. La gente se levanta del asiento, en el “Fortín Prat”, y el eco de los aplausos me llena de lágrimas los ojos. 96. Ya no canto en el bar. El viejo “London” aun está en la esquina, a cien metros de aquí, yo cenaré, hoy, en Viña del Mar, en un lujoso Hotel donde podría vivir pero no quiero. 18
Vengo al viejo “Lancaster” para estar en el Puerto, porque el viejo “Lancaster” era el Hotel de Lujo donde jamás entraron a descansar mis huesos. 97. Pero no está la “Nieves”, con su regazo blando, con su cuerpo marchito y su inmensa ternura. 98. ¿Qué vio, en mí, esa mujer que era capaz de todo, hasta de dar la vida por verme sonreír? 99. Viejo Puerto, estos versos escritos esta tarde, después de tantos años, son de amor infinito. 100. Te regalo la historia de un hombre y de sus hijos, toda su poesía y el canto de este libro. LA CALETA. 101 La “Caleta el Membrillo” y su San Pedro Santo, amanecieron cubiertos de neblina y una mañana de invierno, como tantas otras, se apretujaban las mujeres a la orilla del mar 102. Y lloraban los niños sin saber qué pasaba. ¿Por qué tanto sollozo? Pero el mar inclemente, una vez más, se tragó a un 19
pescador y no devolvió su cuerpo para la sepultura. 103. El pescado es el pan en la vida del hombre que vive de los peces y que no sabe si esta mañana será la última, en el mundo. 104. “Así lloran las viudas sus lágrimas salobres esperando, en la orilla, la vuelta de “su hombre”. 105. Yo escribía poemas mientras las notas, tristes, de las gotas de lluvia azotaban la roca y, en una ola grande, se iba mi corazón de aventurero pobre. 106. Al otro lado, el mundo inmenso, misterioso y al ver pasar un barco imaginaba tierras con gente diferente, en la otra orilla, tal vez soñando, como yo, con tanta lejanía. 107. Cuando alguien me pregunta por el amor profundo que siento por el Puerto, tal vez en estos versos encuentre la respuesta que te puedo contar sólo cantando. 108. Los botes en la arena, la Caleta “El membrillo”, se reparan las redes, hay una nueva viuda, un huérfano, dos novios, una abuela, un hijo. Así pasa la vida por los siglos y siglos. 20
109. Yo amaré este Puerto, mientras me quede vida, por las ciertas razones que expongo en este libro.
PUERTO. 110. Las casas de Valparaíso fueron construidas a la orilla del mar. Allí estuvieron por mucho, mucho tiempo. Se multiplicaron, y crecieron, aparecieron los grandes almacenes y bodegas y los barcos llegaban y salían mientras los hombres trabajaban en los muelles y regresaban, cantando, a sus hogares. 111 Un día, tímidamente, una casa comenzó a trepar cerro arriba. Luego otra y otra... y otra. 112. Así llegaron a poblar un cerro. Luego otro y otro... y otro. 113. Así nació Valparaíso, único. Aparecieron sus escaleras y sus ascensores para subir hasta la cumbre o bajar hasta el llano. 114. Un barco se llevó mis ilusiones, mil veces, y otro barco, mil veces, me las trajo de vuelta. 21
115. Es que nunca me pude ir de este Puerto, en donde no nací pero donde me hice poeta de la tierra. 116. Debería haberme hecho poeta de la mar, pero mi campo verde me penaba en el alma y debo ser uno de los pocos poetas de este siglo que aprendió a cantar al bosque escuchando el sonido de las olas. 117. Le inventábamos nombres a los bares del Puerto. Villarreal y yo entrábamos cantando los boleros de entonces que todavía recuerdo cuando me pongo nostálgico de tiempos y de tiempos. 118. Las canciones añejas apagaban las voces, el humo nos picaba en la garganta y algún borracho, a veces, no mostraba interés pero era minoría entre aplausos y vivas. 119. “Poema”, “El Ciruja” “Cicatrices” (el tango) El “Poema 15”, de Don Pablo Neruda, eran, para esos hombres, regalos inesperados 120. Yo me sentaba encima de una mesa y comenzaba a cantar un viejo vals. Villarreal recogía las monedas y a veces no querían que nos fuéramos. 121 Nos regalaban manos de amigos de una noche y nos daban comida, bebida, y nos cuidaban. 22
122. “Los muchachos no toman” nos defendían de alguien que nos tendía vino, de puro cariñoso. 123. Tiempo de andar andando. De renacer cantando, cada noche, en el Puerto, en este Puerto mágico. 124. ¿Te acuerdas Villarreal de la “vieja Flaite”? y del “Hueveo largo”, ¿Qué me dices?. ¿Y del “M'hijita rica” que estaba ahí, a la vuelta, donde hubiera podido quedarme para siempre? 125. Pero yo no sabía conquistar a las mujeres. Estaba demasiado ocupado con el canto. Pero tú, Villarreal, enredado en las faldas, te me perdías inevitablemente. 126. Siempre me pregunté: ¿Para qué tantas mujeres? No te costaba nada liarte con alguna. Hoy que ya estamos viejos podrías confesarme cuál era tu secreto de Don Juan infalible. 127. ¿Tal vez tus ojos claros? ¿Tu nariz prominente? Eras chico y cuadrado, sin un peso (recuerdo). ¿Qué te veían, todas, que caían rendidas, desde las “mariposas” hasta las más “decentes”? 128. ¿Cuántas veces tuvimos que arrancar porque habías enamorado a la patrona? ¿Te acuerdas de eso, viejo guatón y 23
pelado? Yo me enojaba y te reprendía mientras tú paseabas tu juventud de cama en cama, de casa en casa, de hotel en hotel, de hembra en hembra, de sábana en sábana. 129. Ahora, casi a los cincuenta, te confieso hermano que el huevón era yo, que andaba enamorado de mi humilde guitarra y de un par de canciones que abrieron muchos corazones pero piernas, jamás. 130. Casi me quedo célibe de pura poesía, pero aprendí, de pronto, y fui tu competencia. ¿Hagamos una lista de nuestras compañeras a ver si nos alcanza el papel de la tierra? 131 Veinticinco mujeres había en Arica, Puerto, también, distinto a aquel Valparaíso que no puedo olvidar. Aquí había millares y todas eran tuyas porque yo tenía el defecto de enamorarme de una. 132. Así, como galán, no tenía futuro. Viejo Villarreal, hoy visito tu casa y te veo contento y me gusta tu cara. 133. Te ha cambiado la vida (respecto a las mujeres) aun sigues en los Bares y yo te tengo envidia. ¿Por qué no me invitas a cantar la “Rosa té” como en los viejos tiempos cuando todo era vida, vida, vida, la sagrada vida? 24
134. Villarreal, tu hermano te canta con respeto. Te debo tanto que a veces no comprendo ¿por qué nos encontramos para vivir aparte si apenas han pasado no más de veinte años? 135. Cuando le cante al Puerto tú estarás en sus calles, en sus piedras, sus noches, su mar, sus alegrías. Villarreal, hermano, deja que te acompañe alguna noche, dura, con esta poesía. 136. Valparaíso es Puerto. Puerto y nostalgia mía. NOCHE Y PUERTO. 137. Armando Canales ha muerto. Se fue con su coca, y sus putas, al infierno. (En el cielo se hubiera aburrido como ostra). No hay patente de “Boite” en el mentado cielo. 138. El “American Bar” y sus muñecas rubias (teñidas, por supuesto, pero rubias al fin) con su show de piluchas, de bikinis brillantes. Ese era el Puerto de antes. ¡ESE ERA EL PUERTO DE ANTES! 139. La noche tenía más habitantes que el día. Armando Canales era uno de aquellos reyes de esa bohemia, loca, que no se detenía. 25
140. Jamás se detenía la bohemia del Puerto pues, a puerta cerrada, se bailaba de día. Los marinos no saben de horarios ni rutinas cuando bajan del barco a saborear la vida. 141 Tal vez todo era triste y todos lo sabían, más, para no morirse, cada cual se mentía y sonaban los besos y las copas, vacías, se llenaban de versos con la guitarra mía. 142. Viejo Puerto, ¡te amo! Te amo, todavía.
EL DÍA Y EL PUERTO. 143. Valparaíso amaneció brumoso esa mañana. Muy temprano las nubes desplazaron las brumas y otras nubes a esas y se agitó el océano y desde el cielo, oscuro, se desplomó la lluvia. 144. Cayó sobre este Puerto, bajó las escaleras, se llevó algunas casas en torrentes gigantes que roncaban más fuerte que el mar. 145. Inundó una vez más, este Puerto sufrido. Se ahogaron cien madres y no sé cuántos hijos. Valparaíso sabe de la furia del viento, de la naturaleza cruda, desatada y feroz. 26
146. Pero, después de todo, el Puerto maltratado, lavadas sus heridas, comenzaba de nuevo, sin rendirse, jamás, ni a la furia del viento que ha querido llevarse, desde siempre, a este Puerto. 147. Es que Valparaíso, hace falta en el mundo. Para entender de cosas, que la gente olvidó. Sus bellos volantines, en el mes de Septiembre, son un ejemplo, vivo, de lo que el Puerto tiene. 148. Son mágicas sus calles, sus edificios viejos, sus casas en el cerro, milagrosas, etéreas. Los vestidos floridos, sus hermosas mujeres, de piernas esculpidas por el correr del tiempo, como bellas estatuas hijas de la escalera que de niñas las vio formarse, así, perfectas. 149. Yo le canto mis versos a este Puerto, querido, mientras el Siglo Veinte se acaba, irremediablemente. 150. La nueva juventud jamás podrá entender que era mágico el Puerto y que de cada estrella, cada noche, nos cuidaba algún hermano habitante del cielo que volverá, algún día, a habitar este cuento. 151. La raíz de la vida, que emergió de las aguas, recupera sus ramas en estas latitudes. 27
152. Ven a Valparaíso, un día, uno solo, y trata de encontrar a quien se te parece. Siempre junto al mar está tu hermano. Ya es tiempo de que empieces a saber de estas cosas, mañana te harán falta para vivir el Tiempo de la Luz. DEL PUERTO Y DE SUS COSAS. 153. Pido perdón por cantar a este Puerto nocturno porque casi no lo caminé de día. 154. (Como no fuera en las madrugadas, saliendo el sol, cuando, de regreso a nuestra casa ocasional, soñaba con mi tiempo de artista). 155. Yo sabía que algún día mi canto recorrería el mundo. Tal vez por eso me aferré a la cercanía de los barcos y a su muda promesa de llevarme lejos. 156. ¿Has puesto tu atención en las roncas sirenas cuando estremecen las rocas, la construcción humana, y ordenan, perentorias, el vuelo de las gaviotas y el agitar de pañuelos, de seda, temblorosos? 157. La mole de hierro y de cordel se despega del muelle y los marinos, sudorosos, atienden su faena. 28
158. Hay olor a brea, y a petróleo, y una mancha de aceite, queda flotando en el agua, para que todos sepan que el hombre estuvo allí. 159. Pero otros vendrán. La mancha de aceite también se habrá ido, navegando, y algún pez morirá contaminado. 160. ¿Qué instrumento toca el hombre en esta sinfonía? 161 Una gaviota muerta, de alas en la arena, me cuenta, silenciosa que es él, quien desafina. 162. Y eso me duele, adentro, y quiero comunicarme con mis semejantes para que juntos afinemos esta orquesta y nos sumemos a la Magna Obra que compuso el Creador para que sea interpretada, eternamente y cada día. 163. Puerto de Valparaíso: Desde la cumbre, de alguno de tus cerros, levanto mi voz para pedir, a todos, cordura. Nada más. EL PUERTO Y LA MESA. 164. Una Merluza frita, acompañada de una verde ensalada de lechugas, es un poema de mar y sal en este Puerto. 29
165. Y un trozo de Congrio Colorado, rociado con jugo de limón (también frito en aceite) generoso de carne rosada y blanca, de un vaso de vino acompañado, blanco como la carne, o rosado como la tarde, huelen y saben a la vida del mar. 166. Yo amo los Erizos y los Piures, mezclados en un plato, con un poco de pimienta sal y aceite amarillo, cebolla en cuadraditos y cilantro traído desde la Feria, verde. 167. Te cuento todo esto por si un día te preguntan: ¿Qué comía el poeta cuando estaba en el Puerto? (¿?) 168. A veces una jaiba, de patas y más patas, era tesoro, dulce, embadurnando manos, bigotes y demases, mientras reía el alba y era hora de irse. 169. Sin embargo nunca me fui Estoy aquí, esperando mi turno de zarpar de esta vida para atracar en el muelle, celeste, donde sueltan el ancla los barcos que se van y se desaparecen. 170. Yo no nací ni barco ni marino, pero puedo aprender.
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ME VOY DEL PUERTO. 171 Pido perdón por hablar de este Puerto nocturno, bohemio y único. 172. De día debe ser diferente pero no tuve la oportunidad de saberlo. Había que esperar que se cayera el sol al mar y entonces, recién, enfilábamos los pasos hacia el destino diario. 173. Nunca pude extender la mano para pedir dinero. Sólo podía cantar. 174. Pero Villarreal sí podía y, mientras yo cantaba, sentado sobre una mesa la canción favorita del negocio de turno, extendía la mano, recogía las monedas y era una especie de tesorero, activo, que recogía bien, gastaba bien y repartía bien. 175. Un día decidimos irnos hacia el Norte. Hicimos la maleta con un par de zapatos, dos pantalones pobres, dos camisas negras, un blanco pañuelo para el cuello y la vieja guitarra. 176. Yo me despedí del viejo Puerto con una lágrima grande y, esta vez de día, abordamos un tren hasta Calera. 31
177. Los cerros, alumbrados por el sol, eran de un verde diferente y las casas tenían las ventanas brillantes. 178. De nuevo me fui y de nuevo no me fui Aunque el tren rodara miles de kilómetros, hacia el desierto, mi corazón se quedaba adherido a una roca, junto al mar, en el eterno Valparaíso que no podré olvidar mientras viva. 179. Porque no existe, en el mundo, una calle-escalera que conduzca hasta el cielo como en el viejo Puerto donde los hombres te dan la mano para siempre. EL NORTE. 180. La Calera fue sólo Estación de pasada, en aquel año de 1965, cuando abordamos un tren, mi compañero y yo, decididos a viajar hacia el Norte, siempre hacia el Norte, la tierra de la Luz. 181 Yo nunca había visto un tren pequeño, de “Trocha angosta” le llamaban. 182. Eran trenes que se perdían, por semanas enteras, en el inmenso desierto que yo no conocía. 32
183. Así decían todos los que habían viajado a buscar, en el Norte, lo que hay en todos lados. 184. El tren llevaba carros de pasajero y carga, de modo que no había horario de parada. 185. Yo venía del Sur, desde los trenes grandes, así que no imaginaba demorar varios días en llegar a Coquimbo, que también era Puerto, pero un Puerto distinto al que llevaba mi alma. 186. Comenzó a desaparecer el verde. Aparecieron los cactus y las piedras, Unas cabras que mordían, no sé qué, entre las rocas y el burro flaco montado por un niño y cargado de leña. 187. Llegó la noche fría, el hambre y la sed. Los otros pasajeros llevaban provisiones: agua, huevos duros, sándwiches, mucha fruta. Nosotros tiritábamos y procurábamos pensar, en el duro destino que nos dolía en medio del estómago. 188. Villarreal, como siempre, tuvo la mejor idea: ¿y qué tal la guitarra? ¿Serviría esta vez? Cantamos, despacito, cuatro viejas canciones que hablaban de nostalgias y de amores perdidos. 33
189. Alguien nos aplaudió y se acerco a nosotros con un vaso de vino. Luego vinieron otros. Cantamos animados por el vino chileno, luego nos ofrecieron presas de pollo frío y después de comer, hablar de tiempos idos, con aquellas personas que nunca más he visto, nos quedamos dormidos y la vieja guitarra, compañera querida, también durmió, a mi lado, abrazada conmigo.
COQUIMBO. 190. Dos días de rodar y estamos en Coquimbo. 191. En la Pensión “La Estrella” descansamos, los huesos, en una cama blanda, de sábanas zurcidas, que recibió mi cuerpo con la fresca caricia que yo necesitaba para seguir entero. 192. La octogenaria dueña nos trató como a hijos, en la Pensión “La Estrella” del Puerto de Coquimbo. 193. De nuevo estaba el mar con su orilla de espuma bordado en blanco encaje por un hada madrina. 194. Bañados, descansados, salimos muy contentos a caminar las calles de ese pequeño Puerto. 34
195. Un Cormorán, alado, como en Valparaíso, raudo, sobre las olas, vigilaba a sus hijos. 196. Antes que fuera noche buscábamos trabajo. 197. La idea era emplearnos de artistas permanentes. No volver a los bares, como hasta allí había sido. 198. Así llegamos hasta “La Coquimbana”. Una Quinta de flores donde nos emplearon. 199. Trabajo, el primer día, conseguimos mostrando una fotografía que una vez nos tomaron cuando en Limache pueblo fuimos contratados, esta vez como “artistas,” y jamás nos pagaron. 200. Pero quedó la foto así es que algo ganamos y, esta vez, en Coquimbo fue nuestra gran ayuda. 201. El dueño dijo: ¡canten! y nosotros cantamos. No pedíamos más sólo que nos oyeran. 202. Nos teníamos fe y así tenía que ser. Para andar este oficio no existe otra manera. 203. Se empieza dando pruebas y se sigue en lo mismo hasta grabar un disco, o algo parecido. 35
204. Después “El Tropicana”, boite de trago y vicio, donde nos dieron todo, desde un sueldo hasta un plato de comida porteña que nos sabía a gloria y que hubiese durado, quien sabe mucho tiempo, si este Villarreal y sus líos de faldas no hubiesen terminado, de golpe, con la historia. 205. Huimos de Coquimbo, de la “Pensión La Estrella”, por una estrecha ventana, con un garzón amigo que era de Copiapó y huimos, escondidos, debiéndole a la pobre viejita octogenaria los días de pensión y el valor de la cama. 206. Así me hice ladrón, viajando a La Serena, sin un solo centavo, apenas un pasaje, de bus, en el bolsillo. No sé qué es Copiapó, sólo sé que es el Norte. 207. El Norte, más al Norte. Sabein Saavedra, amigo, nos llevó de la mano por aquellos caminos, hasta ese Copiapó pueblo desconocido. 208. En Coquimbo quedó mi primera ilusión de encontrar compañera para esta vida errante. No recuerdo su nombre, (lo buscaré en mi Diario). 209. Yo no sabía, entonces, que un hombre sin mujer no encontrará su Norte, por mucho que lo busque, y si lo encuentra, dicen, no servirá tampoco. 36
210. Es la Ley natural que yo no conocía y que estaba aprendiendo de tanto andar y andar. 211. A las seis de la mañana, estando en La Serena, los cientos de campanas de las tantas iglesias, me avisaron que el día llegaba y ya era tiempo de seguir el camino hacia el seco desierto. 212. El tiempo de aventura tenía sol y luna. Respiré muy profundo, el aire, esa mañana. Pensé en mi añeja vida y me lancé a la calle con la vieja guitarra que me diera mi madre. 213. Yo sería cantor, algún día. Por eso no importaba sufrir. Sólo estaba aprendiendo para cantar la vida. COPIAPÓ. 214. Copiapó me pareció muy seco. Con árboles enormes en la plaza. Pero todo estaba lleno de tierra, mucha tierra, y había olor y sensación a falta de agua. 215. Aprendí que Juan Godoy, alguna vez descubrió unos yacimientos minerales y que el hombre, en su ambición, emigró hacia esos lugares y fundaron Copiapó, tierra desierta de mineros y cerros. 37
216. Nosotros nos hicimos cantantes del “Rosal”, dominios del “Marqués”, donde nuestras camisas empezaron a verse viejas y un poco desteñidas. 217. ¿Por qué nunca alcanzaba el dinero ganado? Ya éramos “artistas, no “mangueros” de bar, pero había problemas que nunca imaginamos. 218. En el mundo del bar todo era como era. No había que sonreír si uno no quería y la gente pagaba si el canto le gustaba y la meta era, apenas, un plato de comida. 219. De “artista” era distinto. Todo era aparentar. Mendigar por un sueldo, de sobra merecido, y había que defenderse de un mundo de enemigos que crecía y crecía si éramos aplaudidos. 220. El éxito es la muerte, o la guerra eterna. No hay paz, honestidad, todo es mentira, todo. En el fondo del alma se quedó la verdad, aplastada, doliente, doliente y aplastada. 221. Nos pusimos muy serios, incluso nos peleamos, por cualquier tontería, varias veces al día. Hasta que decidimos continuar nuestro viaje. El tiempo nos había causado dos heridas. 38
222. Como el dinero no sobraba (más bien faltaba) pagamos la pensión con una pistola (¿?) y nos fuimos de Copiapó camino a Antofagasta. 223. No es muy común pagar el alquiler con un arma de fuego, pero así se iba haciendo esta vida, atípica, que tengo. 224. En Copiapó dejé otra madre. Una mujer humilde que me quiso mucho y de la que guardo un eterno recuerdo. 225. Estábamos entrando en el desierto. Atrás quedaba Copiapó, su plaza, sus pimientos y la oscura profecía del sacerdote negro. 226. Algún día, después de esta aventura, te hablaré del Cerro de la Cruz y todo eso. DESIERTO, HACIA ANTOFAGASTA. 227. Voy por el desierto caminando. Sueño que paso a paso voy hundiendo la arena, la tierra seca de milenios sin lluvia, los cerros sin un árbol, sin un verde de hierba. 228. Yo que nací en el Sur me siento, aquí, perdido y camino y camino bajo el sol, en el día, que reseca mis labios y me 39
duele en los ojos. Paso a paso, gastada, se va yendo mi vida. 229. La noche, en el desierto, es más bella que bella. Se levanta una mano y se coge una estrella. La luna es una luna redonda y amarilla y mi sueño de niño la toma y la acaricia. 230. Luna del Norte, seco, eres como una madre. Pálida y luminosa. Hermosa, muy hermosa.
ANTOFAGASTA. 231 Antofagasta es la perla. La perla de este Norte. Sentados en la plaza del Mercado, con un huérfano peso en los bolsillos, el estómago vacío y la terrible desesperanza, nos mirábamos y nos preguntábamos: ¿qué haremos? 232. Se nos acercó un tipo de cara sospechosa, de cuerpo sospechoso, de actitud sospechosa y, mirando sospechosamente a todos lados, nos ofreció un bluejeans americano. 233. Contrabando sacado desde algún barco perdido, porque Antofagasta es puerto grande y atracan, también allí, los marineros que vienen, desde lejos, en sus barcos gigantes. 40
234. Creo que no había, en toda esa plaza, peores clientes que nosotros ese día de sol y esa tarde de hambre. 235. Nos reímos, con ganas, del vendedor ladrón, luego le conversamos de nuestra situación. 236. Nos dijo: “Si me dan algo de lo que ganen yo los llevo a un lugar donde pueden cantar y tal vez algo pase”. 237. No nos creía mucho pero no me importaba, la cosa era distinta con canto y con guitarra. Villarreal le dio el peso que teníamos a un pequeño muy pobre que pasó a ser muy rico. (Por lo menos un peso había en sus bolsillos) en los nuestros ni migas, de añejo pan, teníamos. 238. Seguimos al fulano por cuadras y más cuadras, se había hecho de noche y seguíamos andando detrás de aquel tipejo pequeño, sucio y flaco, que nos llevaba lejos del Centro y del Mercado. 239. Por fin, después de tiempo, a destino llegamos. Pleno barrio de putas, Restaurante “El Dorado”. Leí “Casa de Cena” en un viejo letrero que se venía al suelo de viejo y de gastado.
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240. Entró a hablar con el dueño (el tipo extraño aquel) y salió muy contento “entren y canten”, dijo. Nosotros, con el hambre bárbara que teníamos, entramos y cantamos, con el alma en un hilo. 241. A la cuarta canción una bella señora salió, desde una mesa, con un plato en la mano y le dijo a todo el mundo: “¡A ponerse muchachos! y nos sirvió un montón de billetes al plato” (¿?) 242. Después, en una mesa, nos sirvieron comida. Me dieron un “Rossinni”, que yo no conocía, pero no me importaba al fin era comida, con vino de la casa cambiado por bebidas. 243. La señora era esposa del dueño de una Radio, llamada “Libertad”, donde nos contrataron. El dueño de la “Casa de Cena” también nos contrató y nos sobró el trabajo. 244. En una sola noche solucionamos todo. No dieron hasta casa. Cantamos otro poco, nos “juntaron” más plata (parecía mentira) y el tipejo del cuento tomó lo que quería. Se despidió de todos (era muy conocido) se marchó a alguna parte y nunca más lo vimos. 245. Así Antofagasta nos recibió, mi amigo, con los brazos abiertos y cambió mi destino, porque fue en esa tierra 42
cuando, un día cualquiera, tomé un lápiz, un cuaderno, y me hice poeta. 246. Ahora te voy a contar cómo fue que ocurrió el milagro del verso, del canto y del cantor.
EL CANTOR. 247. En la pecadora calle Bellavista, (¿o se llamaba Iquique?). Puerto de Antofagasta, estaba la Casa de Cena “El Dorado”, justito al lado del famoso prostíbulo del maricón Rafael que, años después, fuera encontrado muerto, tirado en la playa, víctima de uno de esos crímenes “pasionales” tan comunes en esta América Nueva (¿?) 248. Esa era tierra de putas y de gatos. De gatos gordos, asexuados y flojos, que llegaban a la Casa de Cena y se paseaban, como Pedro por su casa, entre las mesas y la clientela que los conocía, a todos, y los llamaba por sus nombres, como parte de la noche inevitable. 249. Nosotros nos sumamos a los gatos. En el deambular entre las mesas y en el cariño compartido. Sólo que nosotros llevábamos la música y, vestidos de negro, poníamos la nota 43
de alegría (¿?) a la cena, trasnochada, o la nota romántica si la situación así lo requería.
EL RUBIO. 250. A Don Víctor Hernández lo apodaban “El Rubio”. Nació entre malandrines, se hizo jugador, se jugó la existencia (vale decir, la vida) y creció siendo guapo, sobreviviendo a muchos para darnos la mano y un plato de comida. 251. Desde estas líneas simples lo nombro con respeto y le doy mis saludos y mi eterno recuerdo. Él nos abrió las puertas de su casa, nos ofreció un trabajo y nunca pidió nada. 252. ¿Cuántos años de vida, con una pierna menos, lidiando en el peligro, constante de la noche, vivirá Víctor Hernández con su eterno “Dorado” esperando por tiempos que puedan ser mejores? 253. Cinco años tras las rejas de una prisión infame nos separaron, fieros, y nada fue como antes. 254. Levantar “El Dorado”, tarea de gigantes que sólo “El Rubio” pudo. Y volví muchas veces a cantar en su pista de 44
cabaret moderno que no le quedó bien porque “El Dorado” eterno, el de la calle Bellavista (¿o Iquique?), ya no recibiría a jóvenes con hambre que buscaban la vida. 255. Se acabaron las putas, se murió Rafael, se demolieron casas, se “adecentó” el sector, le pusieron asfalto a las calles de tierra, crecía Antofagasta y sentíamos pena. 256. Se acabaron las noches de cantar en las mesas, los viejos personajes de la vida bohemia buscaron otros rumbos y vagaban perdidos, sin saber donde ir, después de oscurecido. 257. “El Dorado Primero”, “El Dorado Segundo”, “El Dorado Tercero”, El Dorado Cuarto”, “El dorado Quinto” y hoy “El dorado Sexto”. 258. Está bien; el progreso nos cambió el decorado, no sé qué fue del Rubio, de mi Flaco Salcedo (que me enseñó a ser “garza”). ¿Qué fue de Fernandito? ¿Qué fue de Jaime Acory?. Muerto el “Maestro Gallo” ¿quién tocará el saxo alto? En el “tenor” estaba el “Cheo Santelices”, el “Gordo Mena” al piano. ¿Qué será de Juanito? ¿Estará el “Tuerto Chicho”? ¿Y el viejo “Mansos Lomos” que se quedó cantando los versos de “María”?
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EL CANTOR (2). 259. Un día desperté. Cambié toda mi vida. Escribí, en un papel, los versos de “Mi Hijo”. Alguien, no sé de dónde, me dictó en el oído las palabras sentidas de ese poema lindo que, hasta el día de hoy, el público me pide y que fue la partida del “artista” que escribe. 260. Hoy me han premiado tanto por mis torpes escritos, por mis sencillos cantos, que el tiempo que te cuento sería una mentira si no estuviera viendo las páginas de un “Diario” que viene de ese tiempo. 261. En la casa del “Rubio”, una casa celeste allá en la calle Prat siete setenta y seis (creo) nació “El Temucano” (sin saber, por supuesto) una mañana extraña que recuerdo y recuerdo. 262. Más de dos mil kilómetros, desde mi punto de origen, tuve que caminar para hacerme poeta. La cosa era atreverse. El caminar la tierra, no importa lo que cueste, hace la diferencia. El hombre que se mueve y el que se queda quieto no pueden ser iguales, es la Ley, en el tiempo. 263. Me fui de Antofagasta con algo de tristeza. No podía quedarme, esa no era mi meta. 46
EL DESIERTO. 264. Por un interminable camino de calamina rueda el station wagon, con doce pasajeros. 265. Mi guitarra conmigo, yo con mi compañero. La verdad es que me siento bastante protegido por este hermano extraño que me encontré en el Puerto. 266. La noche se ha dejado caer sobre el desierto. Todos duermen tranquilos mientras afuera el viento se lleva los aullidos de las almas en pena, de los viajeros muertos que vagan por la arena. 267. Aquí hubo una guerra, por cosas de los hombres, y cayeron muchachos, en el setenta y nueve, peleando peruanos, chilenos, bolivianos, por esta seca tierra que se mueve y se mueve. 268. Yo miraba asombrado una luna grandota que iluminaba todo (léase, todo, un cerro), mi alma de poeta corría por la pampa y hacía, en mi guitarra, un dúo con el viento. 269. El viaje hasta Arica duraba doce horas, en unas vagonetas de doce pasajeros. Todo era una docena de gentes sudorosas que olían muy extraño para este forastero. 47
270. La oficina Victoria quedaba en el camino. Y reviví la historia del tiempo del salitre, cuando el inglés nos daba migajas de un tesoro que se llevaba lejos, empobreciendo a Chile. 271. Las horas y el desierto son para un viejo cuento. Recordar y soñar, sentirse aventurero. Poco más de veinte años no es mucho, compañero, pero así se comienza a hilvanar este cuento. 272. Tal vez pueda, algún día, contarte en otros versos cómo años más tarde, este mismo desierto, que era parte de mí, de gozo y sufrimiento, me juntó con dos naves que bajaron del cielo. 273. Pero eso es otra historia, por hoy vamos rodando, bajo viejas estrellas, con apenas veinte años. Siempre al Norte, hacia el Norte. En busca de otro canto, con una herida enorme que me dolía tanto. 274. Siempre tuve una herida que nadie ha conocido. La que me hizo poeta y me mantiene vivo.
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EN EL DESIERTO. 275. Aquí, en el desierto de Atacama, donde, si te empinas un poco, puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Hay una historia, que nos cuenta de los hombres que vinieron del azul y luego se marcharon de regreso a ese cielo. 276. Yo viví en ese tiempo. Y conversé con ellos, y los llamaba Dioses (sus nombres no recuerdo). Yo era como tú, en nada era distinto. Sólo era más longevo y de blancos cabellos. 277. Por eso cuando un día, en tiempos de este cuento, yo “adivinaba” el Norte, lecho de mar, es cierto, pero Norte, si vienes desde el extremo Sur de este Planeta Tierra que es desde donde yo vengo. 278. Siempre supe de cosas que los demás no hallaban, ni detrás de las rocas ni en el silbar del viento. En mi casa hay un trozo del valle de la luna que es un pedazo, vivo, de este “duro” desierto. 279. (Sin embargo me bastan un par de gotas de agua para tener el mar, en el Norte, de nuevo).
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280. Esta extraña “salida”, del tiempo de mi cuento, me la dictó al oído un sabio, de muy lejos, que pretende, te enteres que eso que llamas tiempo es canto repetido en un círculo eterno. 281 Y si digo “muy lejos” es para que me entiendas, no importa de qué forma, que dentro de ti, dentro, tienes un sol radiante y estás lleno de estrellas y que es un Universo el total de tu cuerpo. 282. ¿Nunca te has preguntado, si has leído hasta aquí, por qué son mil estrofas las que debo escribir? 283. Uno más cero, es uno. Y, más cero siempre es uno. El uno es el comienzo de todo lo creado, de todo lo que existe, de todo lo que tocas. Mil es apenas uno (un poco acompañado). 284. Si entiendes esta clave, por fin te darás cuenta que trabajar por uno, cosa que nadie hace, es mucho más posible, porque es mucho más fácil de conseguir que mil (y uno y mil son iguales). 285. Ahora si tú lees la estrofa número uno verás que tiene veinte palabras muy bonitas. Este veinte es un dos y el dos es la charada: “Un uno, sin un dos, no sirve para nada”. 50
CAMINO A ARICA. 286. Volviendo a nuestro cuento, yo viajaba en silencio, miraba la ventana, (tanta gente durmiendo) el conductor fumaba, el camino era lento, había mucha tierra que se colaba dentro. 287. El motor ronroneaba una canción de cuna, monótona y pesada y me quedé dormido, no sé por cuantas horas, pero ya amanecido me desperté cansado, con hambre, entumecido. 288. Yo iba al lado derecho pegado a la ventana. Desperté y un abismo, que nunca imaginé, se extendía allá abajo, debajo de las nubes, no le veía fondo todo era nube y nube. 289. Seguíamos subiendo y las nubes bajando. Salió brillante el sol y debo confesarlo tuve, yo, mucho miedo de rodar el camino, que era una huella, apenas, entre esos cerros vivos. 290. En la Quebrada de Camarones yo tuve mucho miedo, esa primera vez rodando por el norte. 291. Rodábamos muy alto, mi corazón saltaba, la puna, en la cabeza, me dolía en las sienes. Empezó la bajada que duró algunas horas. Estábamos muy alto, más arriba que ahora. 51
292. De pronto una casa, de cartones y latas, con piedras en el techo y más allá, otra casa. Una calle de piedras, angosta como un cuento, se me asomó a los ojos. Estaba en otro tiempo. ARICA. 293. Las veredas apenas contenían a la gente, Vestida de colores, con caras diferentes. De pronto el mar, el morro. Llegábamos a Arica, más allá está el Perú, la tierra de los Incas. 294. Salimos a buscar una pensión. Luego un trabajo. Arica era gentes y gentes, y más gentes. Apenas se podía caminar por sus calles. Arica era Puerto Libre y todo valía nada 295. Desde Bolivia y el Perú, llegaban, por millares, los compradores de todo. Arica era día y noche. 296. No nos atrevimos a probar en el Casino, (era muy elegante). Pero estaba el “Manhattan” y el “Blue Star” y hacia allá fuimos a dar. 297. Doña Juana Medel, nos miró como a bichos raros. Nos escucho cantar y nos dijo: “Los contrato con una condición: 52
Aquí, viven treinta mujeres y ningún hombre, si se lían con alguna, primero los echo y después los mato” (¿?) 298. Tino Ortiz en el Manhattan detrás de su escritorio, era la Juana Medel, pero al revés. Distinguido y culto nos habló muy pausado. Nos ofreció un buen sueldo y con él nos quedamos. 299. Durante un par de meses aquella fue la casa dónde todas las noches vivimos hasta el alba. Aprendimos de todos, nos hicimos artistas y camino al Perú nos perdimos de vista. 300. Los tiempos del Manhattan quedaron en la historia como hermoso recuerdo de la vida bohemia. A pesar de las drogas, de toda la miseria, es un tiempo precioso que enriqueció mi senda. 301. Aprendí que dos pesos hacen la diferencia, entre un par de personas, que parecen iguales. Y no tuve los pesos, pero fui respetado. Por eso, de ese tiempo yo fui el afortunado. 302. Gané oro, en amigos que encontré y no perdí. Todavía, ya viejos, existen por ahí. Y nada nos separa, no existen diferencias. Somos iguales que antes, sin Arica, eso sí. 303. Tal vez hayan, los años, pasado por nosotros pero somos distintos a como son los otros. 53
304. Freddy Tukas, el jefe, se quedó en Arica. Con un parche en un ojo sigue igual de marica. Ronnie Morgan, en Viña, es locutor de Radio (de bailar español parece grande el cambio). 305. A Mario, lo hallé preso por vender cocaína y René, en el bongó, me acompañó hace poco en un Concierto mío, cantando con mis hijos, y lo vi muy contento de sabernos amigos. 306. ¿Cómo juntarnos todos a recordar un rato? El tiempo es ilusión pero nos hace daño. 307. Terminado el contrato, en la Boite Manhattan, fuimos al Blue Star a ¡TRABAJAR! 308. Allí nos quedamos casi medio año. Nos “liamos” con las treinta mujeres y la Juana Medel ni nos echó, ni nos mató. (Nunca supimos si porque nos tomó cariño o porque se le olvidó. (¿?) 309. Una parte de mi vida se enredó en “El Trocadero” con una striptisera, tan joven como yo. De la que nació un hijo, hoy. 310. La vida se va haciendo de actos inconscientes. Se construye un mañana sin saberlo siquiera. Es que la juventud 54
es Divino tesoro pero se acaba pronto. Yo diría “muy pronto”. 311. Un día, decididos, sacamos pasaporte y cruzamos la frontera con destino al Perú, donde mil aventuras vivimos en un año, que narraré mañana en un trabajo aparte que tal vez leas tú, y tú, y tú, y tú. 312. En Arica vendían los relojes por kilos. Todo valía nada. Volvimos al Manhattan, subimos al Casino. De riguroso smoking tocaba mi guitarra. 313. Un día mi compañero, que también era humano, como en Antofagasta se había enamorado, no soportó estar solo y con un gran abrazo se despidió de mí y allí nos separamos. 314. Me quedé sin trabajo y conocí otra vida. La bohemia era cara, pagarla no podía, de modo que pasé a vivir de prestado, tiempo desesperado que sufro, todavía. 315. Mi posibilidad de vida se llamó mujer. Ella trabajó duro, para que yo comiera. Yo hacía poesía y la tarde era bella caminando la playa con mi cuaderno a cuestas. 316. Me conseguí un trabajo “amarrando” citrolas. La Citröen Francesa, armaba sus vehículos en este Arica, loco, donde pasaba todo y allí gané unos pesos que fueron mi tesoro. 55
317. Trabajo duro, aquel, para mis pobres brazos hijos de la guitarra, de la noche y el canto. Endurecí los músculos, me quemé con el sol. Empecé a verme hombre y o entender que YO SOY. 318. Después, cerca del mar, había un argentino que reparaba grúas y yo era su ayudante y, entre moles de hierro, pensaba en mi destino y quería, mañana, continuar mi camino. 319. No podía cantar de artista, en ningún lado. Ni en los viejos lugares donde ya había estado. Yo era dúo de canto, prohibido ser solista. Empezó la tristeza y casi no escribía. 320. Quise hacer otro dúo y ensayé con Renato, que era músico bueno y nunca había cantado. La cosa resultó, renació la esperanza. Por ahí, en algún lado, volvería a las tablas. 321. Yo soy del escenario, de las luces, del canto. Por eso es que esta herida, que llevo, duele tanto. Han pasado los días, han pasado los años, estoy viejo de vida, pero sigo cantando. 322. Nos fuimos a Bolivia para empezar de nuevo. Yo era nuestra experiencia, Renato era el comienzo.
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BOLIVIA. 323. Algún día narraré nuestra altiplánica experiencia. Nuestro debut. La gira. Los hoteles. La estafa. La cárcel. La guerrilla. Regis Debray. El Che.
CALAMA. 324. Renato Zúñiga fue un buen compañero. Regresados, a Arica, sin un sólo centavo, volvimos al Casino. Nos fuimos a Calama. Trabajamos dos meses, luego nos separamos y nunca más nos vimos, hasta pasar los años. 325. Renato era casado, prefirió el matrimonio a la errante existencia de solitario artista. 326. Los aplausos son lindos pero no valen nada si no existe razón, lo suficiente fuerte, como para dejar las cosas de este mundo y echar a andar la senda que conduce al futuro. 327. Siempre se está mirando qué hay más adelante. Se hace música y canto. Se descubren los versos detrás de cada cosa y se muere contento, un poco, en cada copla que premia los esfuerzos. 57
328. Quedé sin compañero, en el frío Calama, y me metí en la noche jugando a las barajas para ganarme un pan. Los naipes me ayudaron y me hice jugador, casi un poco obligado. 329. Varias veces estuve al lado de la muerte, jugando con dos Ases entre viejos tahúres, apostando la vida, en un bluff inocente que sorprendía a todos por blanco y diferente. 330. Me fue bien un buen tiempo y me querían mucho porque nunca hice trampa y gané en buena lid. La “suerte” siempre estuvo de compañera mía y este novato, flaco, sudaba y aprendía. 331. Una noche, recuerdo (olvidarla imposible) perdí lo que tenía y me quedé sin nada. Me dieron unos pesos para un corto pasaje y bajé, a Antofagasta, con mi vieja guitarra. 332. Fue breve mi pasada, por el mundo del juego. Pero aprendí que gana sólo el que se asegura, de alguna forma, el triunfo, aunque sea con trampa. (No puedo evitar pensar en los elegantes casinos) El juego siempre es sucio, así es que, el sucio gana.
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ANTOFAGASTA (2) 333. Así volví a Antofagasta y al “Dorado”, bendito, donde encontré trabajo por tiempo indefinido. Mi viejo compañero, de canto y de guitarra, administraba todo así es que era “mi casa”. 334. Fui cantor de la orquesta y anunciador del show. (Parecen muy lejanos, los tiempos esos, hoy). Pero aprendí el oficio que después serviría para entrar en escena con esta inquietud mía. 335. Yo escribía canciones y, a veces, las cantaba. El viejo “Maestro Gallo”, ponía lo que faltaba y bajo mano, dura, aprendí a ser artista. A respetar mi oficio y a dominar la “pista”. 336. Ya podía pararme, en cualquier escenario. Gracias al viejo Maestro y al tiempo en el “Dorado”. 337. Allí encontré cariño y a un loco amor de Arica. Ya no estuve más sólo y comencé otra vida. Nos conseguimos casa. Engendramos un hijo y comenzó la espera del tiempo definido.
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338. Yo quería olvidarme de mi origen sureño, de mi perdida vida y comenzar de nuevo. Pero no era tan fácil, como yo lo creía. Alguien trajo una carta: Mi madre se moría. 339. Me confundo en el tiempo. Se me hacen todo un lío los acontecimientos de esos años vividos, de un lado para otro, sin conocer destino. Yo intuía, ya, que había para mí algún camino. 340. Escribía canciones casi afiebradamente y empezaron, las letras de la Sabiduría, a llenar mi cuaderno de un modo tan extraño que, a veces sin pensarlo, de allí mismo aprendía. 341. Yo no sabía cantar, no sabía escribir. No sabía componer, no sabia decir. Sin embargo cantaba. Sin embargo escribía. Sin embargo decía y hacia melodías 342. Cantaba en una orquesta canciones sin sentido. Pero, dentro de mí, algo había sucedido. Había poesía en el mar, en el viento, en los amaneceres y en el seco desierto. 343. Ese que, hasta hace mucho, no me decía nada hoy era todo un mundo de música y palabras.
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CIEN CUARTETAS POR SABIDURÍA. 344. Caminando por el mundo, buscando sabiduría, aprendí que todo llega, por ley natural, de arriba. 345. Y no me refiero al cielo cuando digo “Desde arriba”, sino al escalón más alto que se sube en esta vida. 346. Porque la vida, en peldaños, nos va entregando su esencia y hay que subir con trabajo esfuerzo y mucha paciencia. 347. Quien quiera subir a saltos, a saltos puede subir, pero en un salto mal dado también se puede morir. 348. Y es difícil calcular la distancia entre peldaños, pues no se puede medir en metros, en fuerza, ni años. 61
349. Por eso no hay que saltar y hay que irse con precaución, porque un pié, que esté bien puesto, evitará un resbalón. 350. El hombre debe de dar su trabajo honestamente y luego debe exigir lo que vale, solamente. 351. Aquel que pide de más, por lo que haya trabajado, lo devolverá con creces y terminará arruinado. 352. En el puerto yo cantaba entre marinos curtidos, que una moneda me daban por el canto recibido. 353. Pero eso era suficiente. Una moneda por canto, así era justa la cuenta tanto canto, gano tanto. 62
354. O dicho de otra manera, para que más claro esté, la cosa era facilita: Yo canté y eso gané. 355. Sin embargo yo era “pillo” y sembraba p'a mañana, después que me habían pagado una de más les cantaba. 356. Así aprendí que en la vida, esta que andamos viviendo, uno no debe deber, mejor que le estén debiendo. 357. Un día no me pagaron, pero a mí no me importó y en otro bar un borracho veinte dólares me dio. 358. Tanta plata por un canto no es injusticia señor, ese hombre me estaba dando lo que el otro me negó.
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359. Son secretos de la vida, si yo me hubiera enojado, porque el otro no me dio, nadie más me hubiera dado. 360. Un pelícano volaba, a ras del agua, callado, de pronto dio un picotazo y se comió su pescado. 361. Del pelicano aprendí que para encontrar pescado, hay que volar muy bajito y hay que quedarse callado. 362. Que otros digan lo que digan, yo paso por donde voy levanto la voz y canto, tomo lo justo y me voy. 363. Pero antes de irme, mi amigo, cumplo con lo averiguado: canto un canto por mi cuenta y el sitio queda sembrado.
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364. Aprendí de los borrachos, más que de los que no toman, porque los sobrios se esconden y los borrachos se asoman. 365. El borracho nos conversa, de las cosas de la vida. El otro nos tiene miedo y hace su vida escondida. 366. Una calle me enseñó que duele ser aplastado pero que tiene la culpa el que acepta ser pisado. 367. En un barco que zarpaba, se fueron mis ilusiones, yo, con ilusiones nuevas, llenaba dos corazones. 368. Así aprendí que los hombres deben desilusionarse, sacarse lo que no sirve y volver a ilusionarse.
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369. Porque el que ilusión mantiene dentro de su corazón, vivirá siempre contento adentro de una canción. 370. Yo como soy cancionero todo lo mido en canciones, pongo los hechos primero y después las intenciones. 371. Recién andando p'al Norte aprendí que un pirquinero no puede encontrar el oro si no trabaja primero. 372. Eso fue en Andacollo, p'arriba de la Serena, una ciudad muy bonita que hizo González Videla. 373. Y este González Videla, ejemplo p'a mucha gente, junto a Don Pablo Neruda llegó a ser el Presidente.
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374. Nos dejó gran enseñanza, este señor aludido, cuando traicionó Neruda y lo declaró bandido. 375. Después traicionó a su pueblo, y lo siguió traicionando, por eso es que los traidores lo viven homenajeando. 376. De eso aprendí que un traidor, según el cristal del lente, puede ser un gran Señor p'al ojo de mucha gente. 377. Por eso cuando camino, con mi canto, por la calle, limpio mis lentes primero antes de mirar a nadie. 378. No sea cosa mi amigo que por alguna basura que haya en mis ojos termine viendo fea la hermosura.
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379. El hombre que no se enoja es un hombre de verdad y cosa que se proponga seguro conseguirá. 380. Sin embargo el enojón perderá, en segundo y medio, lo que hubiera conseguido cuando estaba de buen genio. 381. Eso lo aprendí de un burro que mientras más se enojaba, por mucho que no quería, la carga era más pesada. 382. Y de una mula paciente, que era como prima hermana, aprendí que al buena gente le dan carga más liviana. 383. Así pues mi amigo, entonces, déjese de ser gruñón y verá como la vida se convierte en bendición.
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384. Los cactus son espinudos y muy feos por fuera, pero por dentro son de agua p'a que de sed no te mueras. 385. Entonces se va aprendiendo que hay que buscar en el centro, pues no vale lo de afuera sino lo que existe adentro. 386. El desierto enseña mucho, la cuestión está en fijarse pues hasta las piedras sirven, a veces, para sentarse. 387. Una noche dormitando, debajo de algún pimiento, meditando, meditando, me acerqué al conocimiento. 388. Así aprendí que estar solo no es malo como parece y entonces, de tanto en tanto, ese acto debe de hacerse.
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389. Puesto que en la soledad puede salvar el abismo el hombre cuando se encuentra de frente consigo mismo.
390. AllĂ no existe la duda y el hombre se vuelve diestro, pues no cabe duda alguna que uno es el mejor Maestro.
391. ConocĂ lagos de sal, que a lo mejor no conoces. Esos lagos son espejos donde se miran los Dioses.
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392. Los Dioses vienen de arriba, en unas naves de luz. A mí me tocó encontrarlos, mañana puedes ser tú.
393. En el desierto reseco se aprende que caminando es la única manera de hallar lo que andas buscando.
394. Porque si te quedas quieto, aparte de no avanzar, seguro que eso que buscas jamás lo vas a encontrar.
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395. Un día el sol me quemaba y de quemarme me hería porque yo no aprovechaba la vida que me ofrecía.
396. Así aprendí de los Centros para absorber su calor y me llené de energía caminando bajo el sol.
397.Me defendí de la luna, las noches de luna llena, porque aprendí que la luna fuerza que pilla se lleva.
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398. Un ciego podría ver, y un sordo podría oír, si supiera estos secretos que te acabo de decir.
399. Pero debo disfrazarlos para que no los encuentre, algún hijo mal nacido que los use p'a joderte.
400. Porque también aprendí a conocer quien es quien, allí en el ojo derecho las intenciones se ven.
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401. Cuando crucé la frontera y me alejé del país, aprendí que el hombre tiene un lugar y una raíz.
402. Entonces supe que nadie jamás va a poder lograr desenterrar, en la vida, su raíz de su lugar.
403. ‘Tando lejos de la Patria me enfermé de padeceres porque entonces no sabía, que uno está donde uno quiere.
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404. Así aprendí que aunque no haya una casa, que me aloje, yo puedo estar en la mía el día que se me antoje.
405. Con sólo cerrar los ojos uno va donde uno quiere pues el alma vuela, viva, mientras el cuerpo se muere.
406. Es por eso que dormido se puede viajar muy lejos, (entre líneas, escondidos, varios secretos te dejo).
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407. Un día bajo de un árbol me encontraba recordando y aprendí que los recuerdos uno los va acomodando.
408. Entonces si no nos sirve un recuerdo, acomodado, hay que vivir el presente y lo pasado, pasado.
409. El hombre que se ha perdido sólo se vuelve o encontrar desandando los caminos que le ha dado por andar.
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410. El hombre que alza la mano p'a golpear a una mujer, de cadenas se ha cargado y de grilletes también.
411. Y el otro que use sus manos para curar sus heridas tendrá el mundo de regalo multiplicando su vida.
412. Los árboles en el bosque no se juntan demasiado p'a que no los bote el viento y siguen, allí, parados.
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413. Los hombres no entienden eso y se abrazan sin motivo viene el viento, los derriba, y los deja sin sentido.
414. Por eso no puede el hombre, como el bosque, ser eterno porque una chispita sola lo convierte en un infierno.
415. Indefensa criatura, el hombre y los hijos suyos, prisionero, eternamente, del pecado del orgullo.
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416. Andando voy aprendiendo que si escribiera un listado no me cabrĂa en un libro, la lista de sus pecados.
417. Se enferma, el hombre, de todo, luego se vuelve o enfermar y no se mejora nunca, porque no quiere sanar.
418. Para no enfermarse nunca se debe cuidar el sueĂąo, comer una dieta justa y hacer ejercicio es bueno.
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419. P'al insomnio, por ejemplo, basta una lechuga, hervida, se bebe el agua caliente y el sueĂąo viene enseguida.
420. Si de diabetes se trata la hoja de la morera purificando tu sangre te darĂĄ una vida nueva.
421. Y si alguno de tus hijos retrasa su crecimiento, pescado durante un aĂąo es el mejor tratamiento.
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422. La bella naturaleza provee lo necesario para que el hombre florezca puro, hermoso, bueno y sano.
423. Y si miras hacia el cielo, los astros y las estrellas te darĂĄn la pauta, justa, para una vida mĂĄs bella.
424. Todo esto que yo te cuento caminando lo aprendĂ y creo un trabajo bueno escribirlo para ti.
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425. Te voy a dar un secreto, si te encuentras aburrido cierra los ojos y escucha, el mundo de los sonidos.
426. Descubrirás con sorpresa que escuchas cada vez más, entonces abre los ojos y te desaburrirás.
427. Si estás un poco nervioso debes poner atención “Al respirar lentamente se aquieta tu corazón”.
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428. Respira por la nariz, nunca lo hagas por la boca, porque la imaginaci贸n a veces seguro se vuelve loca.
429. El que ronca cuando duerme tiene un destino fatal est谩 bajando la escala de evoluci贸n natural.
430. En el centro de tus ojos est谩 todo lo que sabes, si encuentras estos secretos no se los cuentes a nadie.
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431. Camina sobre la tierra despojado de zapatos y ver谩s como tu cuerpo gana energ铆a p'a rato.
432. Pon atenci贸n a tu cuerpo, tu columna vertebral guarda un secreto, precioso, que debes averiguar.
433. Si de pronto te parezco un poquito misterioso es porque el conocimiento es s贸lo para unos pocos.
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434. Eso lo dijo Jesús, hace muchísimos años, de modo que lo que yo hago no tiene nada de extraño.
435. Dijo en palabras sencillas, el hombre de Galilea, el que tenga oídos que oiga y el que tenga ojos que vea.
436. Por eso estas cien cuartetas escritas en este día tienen la rima por fuera pero la verdad escondida.
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437. Es la Ăşnica manera de encontrar a los que son, porque la verdad es que existen dos pares en un millĂłn.
438. Y con un par es bastante para un mundo nuevo hacer, sobre todo si ese par es un hombre y su mujer.
439. AsĂ me voy despidiendo, de esta parte de la historia, y espero te guardes algo, de lo dicho, en la memoria.
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440. Porque uno siempre se acuerda de las cosas inservibles y se olvida, en dos segundos, de todo aquello que sirve.
441. Pero trabajĂŠ contento contando mis experiencias y hablando de lo aprendido a travĂŠs de la conciencia.
442. Andando se aprende mucho porque viviendo el camino se puede aprender la vida y construir un destino.
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443. Y por si alguno supone que, por saber, soy perfecto en la cuarteta final te digo lo que es correcto.
444. Si yo hubiera PRACTICADO lo que el camino me dio, yo ya no sería un hombre, hoy día sería un Dios.
CONTINÚO.
445. Continúo mi relato, y mis palabras sencillas. En Antofagasta un día mi hermano dijo: “volvamos a cantar” y eso hicimos.
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ARICA (2)
446. Empacamos las cosas y la vieja guitarra. Ensayamos las viejas canciones y nos fuimos a Arica. A conquistar de nuevo los corazones jóvenes de las bellas muchachas que eran la misma vida.
447. Subimos al “Casino” a cantar nuestras coplas, volvimos al “Manhattan” y la “Hostería”, con toda su elegancia, nos abrió sus puertas, éramos todo un éxito, el sueño se cumplía.
CALAMA (2)
448. Nos fuimos a Calama, donde una vez jugando cartas perdí hasta la camisa, y allí nos dimos cuenta que algo se había roto y que nada era igual.
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449. A veces me pierdo en el orden de los acontecimientos. En Calama encontramos al “Trío inspiración” que perdía al solista y ensayaron conmigo. Pero aquello no fructificó y seguimos juntos, los cantores del Puerto, de aquellas viejas calles, de los Bares añejos.
450. Valparaíso nos llamaba, con sirenas de barcos, con sonidos de copas, con promesas de noches estrelladas y de cielo reflejado en el mar.
SANTIAGO
451. Nos fuimos a Santiago, a la gran Capital, soñando con un disco, con la Televisión. Éramos un buen número para cualquier lugar. La juventud es bella y nosotros teníamos juventud, a montones, una guitarra hermosa y un montón de canciones.
452. Mi vieja guitarra se nos quedó en Calama. No resistió el 90
intenso traqueteo de los viajes y se quedó tirada, por ahí. Aunque yo sé de dos manos de mujer que la guardaron con amor.
453. Rodando hacia Santiago, soñaba mi futuro en grandes escenarios. Villarreal dejaba una hija en el Norte y un hijo, allá en el Sur, esperaba por mí.
454. En el vientre de ella viajaba con nosotros un hijo nuevo y ella, dulce y tranquilamente, como todas las madres futuras, soñaba con la luna.
455. Si hubiésemos sabido del cercano mañana.
456. Santiago recibió nuestras mil inquietudes en una pobre población periférica.
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457. A conseguir trabajo salimos muy contentos. Inmenso este Santiago, sus moles de cemento virtualmente nos tragaron y desaparecimos.
458. El paso del tiempo nos halló en un teatro de Vicuña Mackenna, donde algo nos ganábamos cantando, haciendo chistes, “tirando las cortinas” de la eterna función.
459. Guardo un bello recuerdo del viejo Pepe Harold que allá arriba, en el cielo, entre tantas estrellas, debe estar muy contento por lo que hizo en la tierra. Por eso cuando digo, digo “función eterna”.
460. Villarreal ¿Te acuerdas de los viajes en micro? ¿Del trozo de merluza, junto al río Mapocho? ¿Te acuerdas de aquel perro que nos ladraba, siempre a dos cuadras de casa, todas las madrugadas?
461. El “Padrino” Aravena compró, un día, el Teatro y 92
tuvimos que irnos a otro lado. ¿A qué lado?
462. El viejo Pepe Harold, con veinte años de llanto, nos abrazó y nos dijo: “Hasta pronto muchachos, se hizo lo que se pudo pero no hay más Teatro”.
463. Nunca voy a olvidar a ese actor ni a su esposa. Se acababa una época y empezaban con otra, donde no figuraba entre los contratados para seguir la fiesta de luces y de cantos.
464. Allí fue cuando supe que llegaría el día en que sería yo el que tendría que irse.
465. Pero supe, también, que con algún escrito, un canto, un cuento, un libro… ¡Dios mío! yo soñaba con publicar un libro.
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466. En la televisión (no puedo omitir esto) querían presentarnos como dos argentinos, cosa que no aceptamos y la Universidad, dueña de ese canal, nos enseñó que había que mentir para ser escuchados.
467. (Por ahí hay un recorte del Diario “La Tercera” donde alguien se atrevió a contar nuestra historia).
468. Santiago, sin trabajo, sin plata, sin comida, en una casa pobre una cama nos daban y una Rosa, muy rosa, soñaba y esperaba.
469. De nuevo en el camino. De regreso hacia el Puerto. Allí entre prostitutas estaría la vida como en los tiempos viejos. Por lo menos un plato de comida de mar.
470. ¿Te acuerdas Villarreal que era otra la gente que llenaba los bares y que había muchachos que habían aprendido nuestra forma de canto y había aparecido un estilo nacido de 94
la vieja guitarra que se quedó en Calama?
471. Hicimos una Escuela en el Puerto nocturno, pero como nosotros jamás habrá ninguno. Es que no son hermanos como éramos nosotros, ¿Qué nos pasó que estamos tan lejos uno de otro?
SAN ANTONIO.
472. Fuimos a San Antonio, conseguimos trabajo, regresamos al Puerto a buscar a Roberto, del Trío Inspiración, para tener más música y el destino, otra vez, se presentó al revés.
473. Nació Fernando, allá en Santiago, y fui padre de, un hijo jamás imaginado. Una Rosa lozana, lo trajo a este mundo y tal vez soy culpable de que se marchitara.
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474. San Antonio no daba para más de dos meses. Hicimos las maletas, destino: Concepción. La casa de los padres de este Roberto, nuevo, que también anhelaba el sagrado regreso.
CONCEPCIÓN.
475. Así traspusimos un día la puerta de la casa, signada con el número 165, en la Población Lorenzo Arenas número dos. En el pasaje cuatro, donde en la calle había parado, eternamente, un vetusto camión.
476. ¿Qué contar de esta casa? ¿Tal vez pueda hablar del "desayuno escolar" que consistía en un cuarto de litro de vino tinto, con harina, que nos daba la "mami", apenas despertados y que nos dejaba "curados" mínimo un par de días?
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477. ¿Tal vez de la "Maruja" que cantaba y bailaba, "pelaba" a los vecinos, nos lavaba la ropa y cuando llegábamos tarde nos retaba?
478. ¿O tal vez de Don Rupe que me enseñaba cosas, entre vasos de vino, en mesa generosa donde nunca supe si "tomé", más que aprendí?
479. Allí escribí canciones que se han hecho famosas y lloré soledades entre tanto cariño.
480. A la luz de la luna decidí mi destino. Yo sería Cantor, iría, por el mundo, hablando del amor que falta entre los hombres pero que puede recuperarse con un gesto, con un acto, con un beso, con una sola caricia honesta y pura.
481. ¡Válganos tu verdad Señor de los poemas! La vida empieza, hoy, cantando. 97
EL RINCÓN GAUCHO
482. Conseguimos trabajo en “El Rincón Gaucho”, enfrente del Club Hípico. Territorio ocupado por jinetes, preparadores, apostadores, mozos de cuadra y qué sé yo.
483. Un agudo estilete le partió el corazón a ese argentino, noble, que tanto nos quería.
484. Reinaldo, el argentino. El Che de las corbatas. El de la mano generosa. El amigo leal. Te has quedado en mi cuento porque es inevitable tu presencia, aquí, cuando hablo de tu mundo.
485. Me enamoré, de nuevo, de una hermosa muchacha. Pero nunca le dije de esos mis sentimientos. Ella se deslumbraba con mi loca guitarra y me quería mucho. Pero 98
era una canción, nada más para mí. Una hermosa canción y sus ojos azules hoy veo cuando escribo.
486. La dejo en este Libro porque pudo haber sido tal vez mi compañera. ¿Quién sabe? Nadie sabe. Ni yo mismo lo supe y me guardo su nombre. ¿Leería en mis ojos eso que yo sentía?
LA CASA
487. Tomo la tierra entera para dársela a la gente de aquella casa humilde donde viví la vida.
488. Vi crecer a los niños, irse al abuelo, al padre, a la madre y, hoy, la casa sola debe sentirse fría.
489. Tal vez el par de nietos le pongan la tibieza que debe haber en todo hogar que se precie de tal. 99
490. ¿Volverán a hacer alguna fiesta, de esas con guitarra tamboreo y huifas? ¿Quién preparará el “pebre”, las ricas “sopaipillas”? ¿Podrá alguien hacer una cazuela como las de la “mami”?
491. “Tengo seis jotes en el cuerpo conchas de mi madre” “Nunca la muerte nos ha encontrado cobardes”. “Hijo mío, si está enfermo aquí tiene su casa para que se venga a mejorar”.
492. Todas esas son frases de aquella gente, noble, que me hubiera sanado si yo me hubiera ido a vivir con ellos medio día.
493. Me confundo en el tiempo. A veces soy ayer. Anteayer. Hoy.
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494. Mi pluma corre sobre esta página, blanca, que un día leerá algún extraño y tal vez se pregunte qué importancia tiene el decir estas cosas.
495. La casa era celeste y el patio estaba vivo, con un par de gallinas y la lluvia del Sur
496. La lluvia y la humedad de Concepción metida en los huesos, en el alma, en los versos, en el tiempo.
497. Si hubiese sido mi madre, aquella mujer gorda y buena, me hubiese sentido cómodo y feliz.
498. Y tal vez lo fue. Un pedazo de tiempo atesoro, en el alma y en mis versos.
499. Si hubiese sabido que mi madre había muerto 101
seguramente habría buscado el calor de su seno.
500. Como hijo perdido que regresa, y regresa, allí me habría quedado a vivir sin tristezas.
501. No se puede estar triste en esta casa, grande, donde cabían tantos sentados a la mesa, de mantel tan sencillo, tendido con paciencia, en un cordel del patio, los jueves de limpieza.
502. La Maruja era hormiga que barría y barría. Así barrió mis penas y mi dolor un día. Te recuerdo y te amo con amor puro y limpio. Qué pena que no pueda ser un hermano tuyo por esas muecas, torpes, que nos hace el destino.
503. Hace poco te vi y sigues siendo niña. A pesar de los años, a pesar de tu hija. Tu niñez quedó, en mí, para siempre prendida y pronuncio tu nombre, con respeto, “María”. 102
504. Nadie que no haya estado en aquella casa, pobre de bienes materiales, sabe de lo que hablo.
505. Y no puede ser de otra manera porque mi escaso conocimiento del idioma me niega las palabras.
506. Sin embargo el amor me da la fuerza necesaria y te canto, Familia Parra, hoy que soy hombre de verso repartido por el mundo.
507. ¿Qué importa que me falten las palabras si tengo corazón guitarra y canto?
508. Uno por uno desfilan por mi mente los añejos recuerdos del viejo Concepción.
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509. Villarreal enamoraba, como siempre, a una de las niñas de la casa y yo me enojaba porque nunca entendí por qué hacia eso.
510. Siempre hizo lo mismo y nunca lo entendí. Tal vez porque no vi lo falto de cariño que creció y por eso amaba a todo el mundo. Mi hermano de verdad y de mentiras.
511. Entonces llegó el tiempo de partir y en ese hogar humilde dejé mi corazón. ¿Cómo podría amar, ahora a nadie después de haber vivido en esa casa?
TALCAHUANO
512. Así me fui a vivir a Talcahuano donde instalé una cama en la bodega de los vinos y allí soñaba, cada noche, con el tiempo de regresar a casa.
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513. Siempre, en un velador, la Rosa sonreía, toda su juventud guardada para mí. Era flor florecida. Un hijo, en algún lado. Un hijo en otro lado y yo siempre me iba.
514. Viví allí en Talcahuano un par de meses. Cantaba por las noches y, en el día, vagaba por sus calles y me iba hasta el Puerto a mirar los viejos barcos y a soñar con el tiempo en que me iría lejos a escribir en un libro, que se llama “Mi vida”, algunas cosas simples para contártelas.
TEMUCO
515. Un día subí a un tren y me bajé en Temuco. Estaba de regreso. Por fin cerrado el círculo. Estaba de nuevo, en el punto del comienzo. Donde una vez nací, crecí, me fui, volví, y otra vez me fui
516. ¿Fui a casa de mi madre; a qué otra parte hubiera ido? ¿A casa de mi esposa? ¿Cómo enfrentar aquello sin ayuda de 105
mi madre? En veintitantos años, aún no había crecido.
517. ¡Qué emoción, caminar por las calles del barrio! ¿Cómo estará el jardín y el color de la casa? Di vueltas a la esquina y no había jardín. La casa estaba fea, no era la del recuerdo atesorado dentro del alma de este niño que miraba, asombrado, un piso de cemento donde antes hubo rosas, maravillosas rosas.
518. Tengo las manos llenas de flores, en su tumba. De hermosas rosas rojas. Estoy viejo y gastado. Han pasado los años y no es justo. No es justo.
519. Hago recuerdos tristes de ese primer momento cuando, después de tanto, regresaba a casa y no había jardín. Mi madre había muerto y mi padre trataba de explicarme la vida.
520. ¿Cómo explicarle a un niño que su madre ha muerto? 106
¿Que se fue para siempre, que no existe, que ha sido reemplazada y que todo es distinto, que no existe lugar, para él, en esa casa? 521. El dolor del no encuentro es el dolor más grande que jamás he sentido.
522. No es justo, repetía. No es justo. No es justo, repetía. No es justo.
523. No pude ni llorar. No es justo, repetía.
DÉCIMAS POR JUSTICIA
524. El hombre nace por hombre y así le llega la vida luego le hacen una herida 107
y el hombre le pone nombre. Les digo p'a que se asombren los que siguen esta rima que el hombre nunca adivina y tratando se desquicia que hay una sola justicia y es la justicia Divina.
525. Todo lo demás no es cierto y aunque la gente se engañe todo lo que al justo atañe se tratará al descubierto y aunque no falte el experto que diga tener razón la justicia no es cuestión 108
de tomar a la ligera la justicia. verdadera no repara en condición. 526. Sin embargo realmente en el hombre no hay justicia pues fácilmente se envicia el Cristiano y comúnmente hace pasar a la gente a pesarse en la balanza cuando ni a él mismo le alcanza la moral p'a estar ahí yo lo hice y allí aprendí que toda justicia es falsa.
527. En el Juzgado de Indios 109
juzgaban a los mapuches se los echaban al buche cosa que era de lo lindo. Un Juez con cara de gringo les ponía la sentencia seguro que la conciencia el juez la dejaba en casa así hacia tabla rasa del indio y sus pertenencias.
528. Así le robaron, tierras no sólo a los aborígenes sino que hasta los orígenes por un decreto de Juez le quitaron una vez 110
a suficientes chilenos y decir que eso fue bueno es una mariconada la justicia envenenada está por un vil veneno,.
529. Yo conozco a un Juez “curao” que es el que juzga borrachos la cabeza ante el no agacho pues no está “capacitao” para apreciar los dos lados que tiene cualquier cuestión así es que tengo razón cuando digo que no existe lo justo que prometiste 111
cuando se dio la ocasión.
530. Y no creas que es invento la historia del Juez “curao” yo afirmo lo “aseverao” y cuando afirmo no miento de modo que esto no es cuento y ese fulano de tal dicta ley el tal por cual se llama Juez de la Corte si hay titulo que soporte yo le pondría INMORAL.
531. Que me perdone la gente del hombre que he “mencionao” 112
pero debo ser “honrao” y eso es una cosa urgente en estos tiempos presentes el hombre debe aprender justicia no puede haber mientras no sea más justo por “honrao” no me asusto digo lo que debe ser.
532. En un tiempo en mi país hubo muchos “fusilaos” muy pocos fueron “juzgaos” los condenaron así sin ley a quien recurrir recibieron los balazos 113
con el cuerpo hecho pedazos, llena la tierra de sangre, “amarraos” con alambre los encontraron dos huasos.
533. Si eso es justicia Señores yo estoy demás en el mundo porque mi canto profundo entiende bien las razones por eso canto cuestiones, que parecen cuestionables pero la cosa es que hable recontra “juramentao” Quién condenó en “los quemaos” al que fuera el responsable ? 114
534. Trescientos días, de cárcel por quemar a dos personas le dio el Juez al que menciona quién hace este escrito fácil. Carmen Gloria niña grácil me servirá de testigo que la muerte de su amigo “calcinao” con bencina es verdad y no es mentira y mereció más castigo.
535. ¿Y el Sicópata de Viña? ¿Y el “ caso “de la Alice Meyer? con la justicia ni sueñe, 115
amigo, si es “acusao” váyase bien “preparao” con alguien que lo defienda y que del negocio entienda, porque si no “degollao” puede aparecer “botao” al “lao” de alguna senda.
536. En dónde está la justicia si una vez que me encerraron “tan bien” fue que me trataron, que yo pensé con malicia que era truco de milicia el darme trato tan bueno para soltarme el veneno 116
por el “lao” psicológico si eso me pareció lógico fue porque a otros los “curtieron”.
537. Debo estar “agradecío” por el trato “señalao” sin embargo “apaleaos” hubo por toditas partes sin tener arte ni parte muchos la pasaron mal más de un caso fue fatal pero no se oyó noticia que pusiera la justicia las cosas en su lugar.
117
538. Sin embargo desde arriba donde Dios todo lo ve con justa mano de Juez dio de beber al sediento alivi贸 mucho tormento y ahora esta castigando a aquellos que maltratando se sintieron superiores Dios les 'ta dando dolores y he visto a varios llorando.
539. Entonces un s贸lo justo existe en el Universo este del que les converso y que a veces me da susto 118
porque aunque no me de gusto yo debo reconocer que justo no puedo ser mientras sea pecador no puedo ser ganador ni paz final merecer.
540. Estas décimas del justo las empecé en reflexión que en esta ácida cuestión no es fácil dar en el gusto por eso enfrente del busto, que represente a algún Juez si es que existe nunca ves alguna ofrenda de flores 119
pocos recuerdos de amores p'a estos señores se ven.
541. Pero eso no significa que no haya jueces “honraos” que su vida han “dedicao” a defender la justicia. Pero la ley es codicia p 'al' que quiere llegar alto por eso me tiro el salto porque conozco el asunto nunca supe del indulto p'a mi Maestro en el canto.
542. Sábado once la fecha 120
febrero ochenta y nueve el Maestro se nos muere con una. vida deshecha siendo siempre tan derecha la existencia de este hombre un Juez desconozco el nombre una vez lo condenó “desterrao” lo mandó lejos del sur hacia el norte.
543. Si la justicia divina es justa como yo digo ¿por qué hubo tanto castigo p'a este hombre de buena vida? nunca le cerró la herida 121
más yo la página cierro diciendo que quien a hierro a hierro la va a pasar hoy lo fueron o enterrar a su lugar de destierro.
544. Así me desilusiono de lo que pueda ser justo nunca voy a estar a gusto cuando este asunto menciono de modo que me arrincono p'a un minuto de tristeza después alzaré cabeza y saldré con alegría si la “Justa” está “escondía 122
yo la sacaré a la fuerza.
545. (Nota del autor firmado p'a terminar la cuestión el Maestro mencionado es Tulio Mora Alarcón).
EL REGRESO
546. Mi esposa me recibió como si nunca me hubiera ido, mi hijo con un beso, y mi hija con un portazo en la nariz.
547. Yo sentí, también, que jamás me fui y decidí quedarme para siempre.
548. Había que liquidar las cosas en Talcahuano, de modo 123
que emprendí viaje, acompañado de mi esposa, decidido a empezar de nuevo, en Temuco, mi tierra, mi lugar, mi pueblo.
549. Así fue mi regreso, sencillo y bueno. Cálido y generoso, triste, por la ausencia de mi madre, pero alegre por la presencia de mis hijos.
550. Había que buscar trabajo y mi guitarra no servía en mi pueblo.
551. Un día desperté escuchando, en mi aparato de radio, a un dúo que cantaba canciones argentinas. Me gustó lo que hacían pero no imaginé la jugarreta que el destino, con nosotros, haría.
552. La vida sin trabajo es dura, camarada. No sabía hacer nada, sólo canciones y tocar la guitarra. Pero no había campo para desarrollarse, en esas disciplinas, en mi Sureño pueblo. 124
553. Volví a la radio a cantar mis canciones, aunque no me pagaran ni un sólo centavo. Pero esta vez cantaba lo que yo escribía, cada día, porque mi producción era increíble y escribía, escribía, y escribía.
554. Un día me invitaron, de un pueblito cercano, y allí me encontré con “Los Grillos”, aquellos de la radio que escuché una mañana y que tanto me gustaron. Nos hicimos amigos y esa amistad dura años.
555. Los Universitarios gustaban de mi canto, así la Universidad Técnica del Estado me presentó en la Biblioteca Municipal, en lo que sería mi primer recital, donde canté algunas de mis cosas y concreté mi sueño.
556. Luis Lara, Mario Vázquez, Rolando Bastías y Jaime Zamorano, fueron mis compañeros de conjunto y, mientras yo me iba haciendo artista, el tiempo me iba preparando 125
para mi gran encuentro.
557. Mientras eso ocurría la vida se arrastraba, llena de cadenas pesadas, muy pesadas.
558. Mis hijos no tenían zapatos. Poca comida había. Debo dejar un reconocimiento para mi suegra María que nos ayudó a pasar esos momentos.
559. En ese tiempo apareció, en mi vida Tulio Mora Alarcón. Maestro de Maestros. Me consiguió trabajo, en el Liceo de Hombres, y comencé, a la vez, a estudiar en el Correo.
560. Sellaba mi destino y sería empleado del Estado. Pero habría comida y ropa en el invierno, en esa casa pobre donde lo que sobraba era canto y más canto y nada más que canto.
126
561. Sin embargo el maestro me presentó a Yupanqui, en algún viejo disco que encontró por ahí. Me dijo, también, “esto es un Libro” y me enseñó a leer. Así me puso al comienzo del camino que vivo.
562. Pero no sólo hizo eso. Me regaló su casa, su corazón, sus hijos, su voluntad de hacedor me hizo y hoy soy cantor por obra y gracia de este hombre que acaba de morir mientras escribo.
563. Mi sencillo homenaje, Maestro de Temuco. Hoy canté para ti y para ti fueron los aplausos que premiaron mis versos, hoy. Cuando cayó el Telón sentí que estabas cerca y saludamos, juntos, con una reverencia.
564. Me he escapado del tiempo, amigo mío, pero tú sabrás comprender que estos momentos, en que se va el Maestro, son momentos difíciles. (Mil novecientos ochenta y nueve, a once de febrero). 127
565. Desde Valdivia llegó la solución (que, a la postre, seria la condena). Empecé a cantar los fines de semana en la “Peña” de la Universidad Técnica Valdiviana, donde la juventud hacía arte mientras en mi país los acontecimientos llevaban a las gentes a enfrentarse.
566. Así llegó la Campaña de Salvador Allende. El más grande de todos los hombres de ese tiempo. Nosotros trabajábamos para que nuestro pueblo, del cuál éramos parte, tuviera un Presidente que le reconociera su valor como gentes.
567. Los que siempre han tenido el poder y el dinero, nos agredieron, nos vejaron, pero nos defendimos.
568. Éramos el ejército de los necesitados, de los hombres sin ropa, sin trabajo. Pedíamos un pan bien ganado. No queríamos regalos, sólo trabajo digno y un salario justo.
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569. Yo cantaba en mi casa, con algunos amigos, y nuestros versos eran de lucha contingente.
570. Quise poner un negocio, de canto, recuerdo y el Alcalde, de mi querido pueblo, se negó a darme el permiso que me correspondía “porque era Allendista” dijo la autoridad. Entonces más rencor acumulaba el pecho de los hombres y el mío que era como el de todos.
571. Año de 1970, Allende Presidente. Histórico momento. Emoción, alegría. Esperanza. Sobre todo, ESPERANZA.
572. En el viejo Liceo, por fin, mi nombramiento llegó desde Santiago, después de un par de años de estúpido trámite demócrata cristiano, pocoamigos del pueblo.
573. Abandoné el Correo, llegó el setenta y uno. Fui a cantar a la FIVA (la Feria de Valdivia). Jamás imaginé lo que allí ocurriría y me llevé, en la guitarra, toda mi poesía. 129
574. Allí empezó a acabarse el peldaño final de la escala, pequeña, que te voy a mostrar.
LA “CIRCUNSTANCIA”
575. Vuelo sobre el río Calle-Calle, con alas de poema, y me miro en el espejo de agua cristalino y brillante.
576. No tengo cuerpo. Soy sólo poesía etérea y dulce.
577. Mi guitarra es el arpa de un ángel blanco y puro que me acompaña, hoy, mientras recorro el mundo.
578. Cae el Telón en el Town Hall, de New York.
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579. Cae el Telón en LE PLATEAU, de Montreal.
580. Cae el Telón en el O'Lympia, de París.
581 Cae el Telón en el Town Hall de Sydney, en Australia.
582. Cae el Telón en un teatro de OSLO, en Noruega.
583. En un teatro de Copenhague, en Dinamarca.
584. En Caracas, Venezuela. En Toronto, Canadá. En Bruselas, Bélgica. En Quito, Ecuador. En el teatro Municipal de Santiago de Chile. En la Universidad de Ciudad de México. En Ámsterdam, Holanda. En España. En Estocolmo, Suecia. En las dos Alemanias. La lista es larga, muy larga.
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585. Todo empezó en Valdivia, en un corral de vacas, donde canté una vez y me escuchó Ángel Parra, espectador de lujo para mi canto nuevo.
586. Vuelo sobre el río Calle-Calle y soy poema vivo. Tengo alas de pájaro y ojo de buen veedor.
587. Soy un vaso de vino, en la mesa de mi pueblo, y un abrazo de amigos en una vieja esquina.
588. Muerdo un trozo de asado donde el Guata Amarilla y podría escribir, toda una historia acerca de ese lugar. De sus sopaipillas y su chicha de manzana dulce.
589. Estoy contento, hoy. Canto y me siento vivo.
590. Después de cantar, en esa Feria de Valdivia lluviosa y río, 132
donde mi poema “El Ajuerino” era tan aplaudido. Alguien me dijo, que querían hablarme y entró a mi “camerino”, vestida de mujer, la circunstancia que cambiaría mi destino.
591. Marta Orrego se llamaba la “circunstancia” que cambió mi destino y el de alguna otra gente, cuando asomó por esa puerta del brazo de Ángel Parra, el CANTOR, con mayúscula y después el amigo.
592. Así volví a Temuco, con una invitación para ir a Santiago a grabar mi primer Disco.
593. Comenzaba 1971. Yo no creía mucho porque el año setenta había vivido una experiencia, con esto de los discos, que me había dejado un amargo sabor a “tú no sirves”.
594. Era el mes de Diciembre, de mil novecientos sesenta y nueve, cundo el más grande poeta de este siglo me envió, con una carta, a que pusieran mi canto grabado con mi voz 133
en las manos de la gente de mi pueblo.
134
ENCUENTRO CON NERUDA
595. Neruda caminaba Chile, candidato al sillón Presidencial, conferenciando con la gente de este pueblo sufrido, explotado, golpeado, pero vivo.
596. Asistió a un acto en su homenaje, allá en Temuco, donde cantamos todos los cantores y los artistas, del pueblo, lucimos nuestras mejores galas para nuestro Neruda, el mismo del Canto General.
597. En el Teatro Municipal canté mis coplas con respeto. En la primera fila estaba el poeta de la tierra, el más grande de todos, el de los Veinte poemas de amor, el de España en el Corazón, el del Crepusculario, el de Los versos del Capitán. ¡Dios mío!, (me decía). No puede haber, un tipo como este.
598. Pero allí estaba. Indesmentible. Con su gorra y visera, mirándonos con ojos interesados. 135
599. Parecía niño grande. El más grande y disfrutaba, de todo, con infantil alegría.
600. Vestía un poncho gris, de tejido Mapuche, y estaba allí, allí.
601 No lo pude sacar de la platea. ¿Quién pondría atención a mis poemas estando él allí? ¿Allí?
602. Canté y me fui a mi casa. La tarde era de sol, yo estaba confundido por la presencia de aquel hombre.
603. Tocaron a mi puerta y escuché como en sueños: “El Vate quiere conocerte”. Me llevaron en un auto, hasta el Cerro Ñielol, donde el Vate almorzaba un asado campestre y había mucha gente. Había mucha gente.
136
604. Lo que voy a contarte, es parte del tesoro que me ha dado la vida y esa tarde de sol marca un comienzo que nunca imaginé.
605. Allí estaba Don Pablo y me estaba esperando. ¿Me puedes creer eso? Me estaba esperando. Una silla vacía frente a él en la mesa, que yo ocupé, y hablamos.
606. Había mucho ruido y la gente quería tocarlo, hablarle, escucharlo. Dijo: “Es mejor que nos vamos a un lugar más tranquilo” y se fue con algunos y me llevó del brazo.
607. Así encontré a Don Pablo, enfundado en un poncho y debajo de un árbol.
608. Nos fuimos a la casa de un tal Doctor Salinas. Matilde, su mujer, Ligeia Valladares y otros periodistas que cubrían la 137
gira, política, de este hombre que se llevó a un cantor, del brazo, para hablar de canto y poesía. Toda una noche, toda, entre vasos de vino yo leía mis versos, tocaba mi guitarra, él me pedía más, hacíamos comentarios. Recuerdo que escuchó mi poema “Tallando” y dijo: “Eso es poesía”. ¿Cómo voy a olvidarlo?
609. Ya muy de madrugada, con todo su entusiasmo quería regalarme cosas, darme algo. “Para quedarme aquí con el canto de este hombre” dijo. Y buscando, en sus cosas, la Matilde bendita le trajo un viejo libro, una fotografía, me escribió en un papel, me autografió la foto. Se confundía, entre el Fernández y el Hernández. (Es que me comparaba, a cada rato, con el inigualable “José Hernández, autor del Martín Fierro, y decía que yo era como él). ¿Cómo te cuento eso?
610. Después me fui a mi casa cargado de tesoros que guardo entre mis cosas y que exhibo orgulloso.
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611 Extendió un cheque en blanco para pagar un disco donde yo dejaría mis poemas. Disco que nunca se hizo y que es toda una historia que contaré ta1vez.
612. Neruda era un hombre. Me llevé una sorpresa. Yo lo creía un sueño inalcanzable. Pero no era así. Era como nosotros. Como tú. Como yo. Era como nosotros.
613. Un día se fue. Como se fue mi Maestro. Pero Don Pablo se fue triste, por su país aplastado, por la garra feroz, por la gente maltratada, perseguida, torturada, él sabía eso. Lo sabía.
614. Largo tiempo después, se fue Matilde. Tengo un “Arte de Pájaros”, que ella me regaló, y guardo el calor de su beso, en mi mejilla, un día que entró en mi camarín a desearme suerte.
615. Luchó, incansablemente, por las cosas del poeta. Por 139
recobrar su casa para el pueblo. Por recobrar, la dignidad de las mujeres de mi patria, de su Patria, de tu Patria, de nuestra Patria.
616. Matilde compañera, si pudiera cantarte, pero después de Pablo ¿Quién podría atreverse, a escribirte versos y a decirte que existes, mujer, entre las rosas de un jardín invisible?
617. Yo sé que un hombre sin mujer es medio hombre, como decía Pablo que encontró, en su camino, a esta mujer valiente que lo llevó del brazo, por el mundo del éxito, del quehacer y la gloria.
618. Así encontré a Don Pablo, con su Matilde, juntos. Tomados de la mano escucharon mis versos una inolvidable noche de mi pequeño pueblo.
619. No fue de otra manera, así fue de sencillo. Como a 140
García Márquez, el colombiano insigne, que conocí en París. Pero eso es otra historia que contaré mañana. Por hoy, te hablo del hombre de las “Flechas Ardidas”, del “Hondero Entusiasta” y del “Recogedor de Caracolas”.
620. Termino este relato con una sugerencia que me hiciera, un amigo, que pronunció tu nombre: “Neruda Pueblo”, “Pueblo Neruda”.
CIEN CUARTETAS POR DIVERSIÓN (Relato improvisado con guitarra)
NOTA: Las cuartetas que siguen, fueron improvisadas en el año 1969 en un Restaurante llamado “El Puma de la Frontera”, de propiedad de Oscar Clariá, ex-futbolista del Green Cross de Temuco, una noche de “juerga”, por: Luis Lara, Mario Vázquez, Jaime Zamorano, Rolando Bastías y Oscar Clariá. (Además de Tito Fernández).
141
621 Voy a cantar en cuartetas con todito el corazón la alegría de mi pueblo en coplas por diversión.
622. Todo se hará con respeto sin ánimo de ofender si se me pasa la mano sin darme cuenta va a ser.
623. Empiezo con la guitarra a trinar sencillamente y luego a cantar las cosas que me vienen a la mente. 142
624. Así comienza la fiesta de estas cuartetas contentas a las que voy a ponerles sal y un poco de pimienta.
625. Sal y un poco de pimienta si más pimienta que sal así debe ser la cosa me tendrán que perdonar.
626. Tal vez no sea un experto en las cosas del idioma pero tengo mi prestigio ¡caramba! p'hacer “maromas” 143
627. Que les vaya como ejemplo esto que les digo ahora no es lo mismo “guardia vieja” que “Tenga cuidado Señora”.
628. Y si esa copla es muy fina. una “colorá” le ofrezco No es lo mismo “huevos frescos de gallina” que “p'a donde “vai” con la gallina huevón fresco”. (?)
629. La cosa va a ser con “tutti” como dijo un italiano y una niña le decía ¡sácame de ahí la mano! 144
630. Cuando tomo la guitarra cantando todo me doy a veces cantando vengo y a veces cantando voy.
DE CURAS Y DE MONJAS
631. Un cura se confes贸 de unos terribles pecados y puso verde de envidia al cura del otro lado.
632. Una monja tuvo guagua no se conoci贸 al pap谩 145
Madre: ¿colgó la sotana? No, se la arremangó nomás.
633. Para la capa. de un cura se le pidió a todo fiel. Don Pedro la puso toda pero quiso caparlo él.
634. Una monja tuvo fiebre fue al Doctor a examinarse el Dr. la halló “caliente” y ella corrió a confesarse.
635. La campana de la Iglesia no sonó una mañana 146
el cura tenía el badajo debajo de la sotana.
636. Una monjita golosa fue donde el Padre Gatica que es un cura muy extraño pues no predica, practica.
637. En una misa un curita medio “picao” de la araña comulgó cuarenta veces y terminó con la caña.
638. Dos lolos se enamoraban en la puerta de un convento 147
y una monja suspiraba. ¿Qué estoy haciendo aquí adentro?
639. Una vieja de setenta confesó un pololeíto y el cura en vez de retarla le dijo: La felicito.
640. La monja le dijo al cura ¿Me puede hacer un favor? y el cura le dijo: Bueno, ¿Igual que el año anterior?
641. Les ruego que me disculpen si estuve “desatinao” 148
pero es que p'a las canciones soy medio “desafinao”.
642. Y pedidas las disculpas me vuelvo a poner las pilas p'a continuar este canto con la conciencia tranquila.
DE DOCTORES
643. Un doctor me dio un remedio un día en un Sanatorio me lo tomé y quede igual porque era un supositorio.
149
644. Después me dieron purgante y me echaron p'a la casa se equivocaron de dosis casi me voy por la taza.
645. Quise copiar mi receta y me pregunto señores: ¿Dónde se le habrá olvidado escribir a los doctores?
646. Fui a una clínica privada ¡caramba! la mala pata me dijeron “ Buenos días “ y quedé debiendo plata.
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647. Con esto de la Salud mejor ni hablar de doctores capaz que un día me enferme y no halle quien me mejore.
648. Un “matasanos” me dijo ¡la vida! que me operara. que me rajara la “guata” y el hígado me sacara.
649. Yo lo encontré medio loco rayado de tomo y lomo porque si me saco el hígado ¿Cómo como y cómo tomo?
151
650. Un médico me sanó de una pequeña hinchazón cuando me pasó la cuenta me enfermé del corazón.
651. Después me morí tranquilo y emprendí glorioso vuelo debo decirle mi amigo no hay ni un médico en el cielo.
652. Tampoco hay en el infierno, ‘tan todos tras de una reja en una sala de espera leyendo revistas viejas.
152
653. Una vez fui al oculista, tenía la vista nublada me recetó un par de lentes y ahora no veo nada.
654. No estuve muy ingenioso con esta improvisación usted sabe que esto es broma p'a otra vez será mejor.
DE LOROS
655. Un loro que yo tenía que decía : “poto hueco” se quejaba todo el día 153
que tenía el pico chueco.
656. Y un loro que un día tuve que dormía. bajo un saco como era de plumas verdes se creía que era paco.
657. Un loro que conocí en la casa de la Elisa después de sacarte la madre se mataba de la risa.
658. Y un loro que conocí, en la casa de mi yerno, no se mató de la risa 154
pero se cagó en mi terno.
659. Después estando cenando, lo que te cuento no es “ná”, el loro pasó volando y “salpicó” lo ensalá.
660. Yo no sé si será cierto que aquel que la hace la paga ¿Quién habrá “pagao” a un loro porque ellos siempre la “pagan”?
661 Estos versos que les canto a lo mejor les aburren pero no tengo la culpa 155
porque es lo que se me ocurre.
662. Y como dije al comienzo honesta y honradamente sólo cantaré las cosas que me vengan a la mente.
663. Un loro Guayaquileño vestido de mil colores un día medio “curao” se creyó ramo de flores.
664. Y como le corresponde a un señor de cuerpo entero cada vez que se “curaba”, 156
se acostaba en el florero.
665. Hay lorones y loritos, Tucanes y Papagayos, pero entre los más bonitos sin duda está el Guacamayo.
666. Dios le dio como regalo un plumaje primoroso y el color del arco iris por eso es el más hermoso.
667. Un loro de “casa'e huifas”, comprado recientemente, cuando vio al dueño de casa 157
lo saludó como cliente.
668. En la caso en que haya loro hay que “dentrar” con cuidao son como la suegra de uno, nunca se queden callaos.
DE CURADOS
669. ¡Caramba! soy de Coihueco la vida dijo un “curao” y se pegaba el “pencazo” ¡caramba! “desesperao”.
670. Un “curao” que conozco 158
tuvo dos meses tomando antenoche lo encontraron tovía’ taba “meando”.
671. ¡Salú! decía un “curao” y brindaba por nosotros yo no vine a conversar, vine a tomar, dijo el otro.
672. Dijo un “curao” “pilucho” empinándose la copa parece que me asaltaron y me robaron la ropa.
673. Un “curao” no sabía 159
porqué se habla “curao” y es que era para olvidar y ya se había “olvidao”.
674. Al club de abstemios entró un “curao” a rezongar “yo no me vengo a inscribir más bien me vengo a borrar”.
675. Un “curao” de cien años que era oriundo de Chol-Chol dijo que llegó a esa edad conservándose en alcohol.
676. Un “curao” en un velorio 160
se comportó muy extraño y es que como vio las velas pensó que eran de un cumpleaños.
677. Un “curao” se durmió antes de haberse “acostao” y cuando se despertó ya se había “levantao”.
678. Un “curao” a medianoche tomaba trago a destajo y al otro día tenía la lengua como estropajo.
679. Otro “curao” se durmió 161
en medio de la maleza y al despertarse tenía un “hachazo” en la cabeza.
680. Y otro “curao” “dormío” se quedó entre los “ matojos “ y cuando se despertó tenía una flecha en un ojo.
681 Los síntomas de los ebrios, después de una borrachera, son los mismos del “curao” después de una “curaera”.
682. En este país de vinos 162
yo nací, dijo un “curao” y no hay nadie que me quite lo “comío” y lo “bailao”.
DE VIEJAS
683. Una vieja se comió como cincuenta sandías anteayer se metió al baño y no sale todavía.
684. Una vieja se “tiró” un “viento” en un gallinero y dejó “too” “emplumao” ¡caramba! y al pueblo entero. 163
685. Fue a un curandero una vieja por una vaca amarilla y el brujo la “sobajeaba” por la orilla por la orilla.
686. Como a la quinta sesión la vieja encontró el remedio que se me muera la vaca pero soba por el medio.
687. Una vieja de setenta soñando tiempos pasados se puso un “vestío” corto y se agarró un resfriado. 164
688. Una vieja se comió un “picoroco” de mar y pensó que con el bicho se podía embarazar.
689. Una vieja re contenta porque le picaba “allí” corrió al Doctor y este dijo: “fue una mano con ají”. 690. Una vieja suspiraba enchufándose el “corsé” si se me sale me dijo me lo “enchufai” otra vez.
165
691. Una vieja pretenciosa que no quería ser suegra desconoció a sus dos hijas y fue una mierda de suegra.
692. Una vieja que fue al cine con un galán se “encachó” cuando prendieron las luces el tipo de desmayó.
693. Una vez mordí a una vieja me quebré la dentadura es que era “recontra” vieja así es que estaba re dura.
166
694. Morder a una de dieciocho la vida y es diferente porque aunque también es dura ¿a quién le importan los dientes?
DE VIEJOS.
695. Un viejo muy “amargao” porque no pasaba “eso” tomaba todos los días un vaso'e leche con yeso.
696. Tiempo después se murió “envenenao” el viejo leso pero se murió feliz 167
porque estaba todo tieso.
697. A un viejo un día le dieron un “ secreto “ natural en la noche le dijeron póngalo en agua con sal.
698. Puso “el asunto” en salmuera el viejo re “entusiasmao “ y después de larga espera lo sacó más “arrugao”.
699. Entre todos los presentes tal vez haya un viejo lacho que todavía se cree 168
toro joven con dos cachos.
700. A él le dedico estos versos que mi abuelo me enseñó con un cacho que funcione no son necesarios dos.
701. Un viejo se consiguió una lola en minifalda la lola pasó la noche masajeándole la espalda.
702. Es que la vejez comienza por encima y por debajo empieza cuando la “cosa” 169
se nos viene guarda abajo.
703. Sin embargo dijo un viejo, de esos viejos “encachaos” si me falla por un flanco le busco por otro “ lao “.
704. Es que la vejez es fea sólo cuando uno la deja no hay viejo triste en el mundo si se consigue su vieja.
705. Ni hay edad p'a la desgracia dijo un viejo y una vieja se es feliz hasta la muerte 170
cuando se vive en pareja.
706. Por eso es que la vejez es como el dedo al dedal yo le digo a todo el mundo que es un estado mental.
707. El problema es que la mente ese frรกgil duendecillo algunos viejos la tienen debajo del calzoncillo.
708. Termino con esta copla de sentimiento profundo y brindo alzando mi copa 171
por los viejos de este mundo.
DE TODO UN POCO
709. Una niña'e San Vicente tuvo guagua en Concepción y preguntaba inocente ¿Y p'a esto era la cuestión?
710. Hace tiempo me embarqué en un barco de maní navegué como diez días y “tovía” estoy 'aquí.
711. Anteayer se lo pedí 172
y mi novia se enojó ¿Por qué no me lo pide ella a mí, a ver si me enojo yo?
712. El SIDA es la maldición que nos mandó Satanás, no se le puede hacer frente porque ataca por detrás.
713. Anoche mientras dormía soñé que estaba despierto y al llegar el otro día desperté y “taba” durmiendo.
714. Un conejo recibía 173
su zanahoria en mi pueblo. Era gangoso y decía “con…ejo” me las arreglo.
715. Una vieja puesta de espaldas y un viejo puesto al revés ¿Qué es lo que estarán haciendo que mueven tanto los pies?
716. Por el medio de un potrero corría un caballo y un chancho el. chancho corría a “todo caballo” y el caballo “a todo chancho”.
717. Me gusta el queso con hoyos 174
¡caramba! dijo un ratón porque ante todo prefiero la buena ventilación.
718. Hubo un buey que suspiraba, creyendo que estaba loco pensar que estudie p'a toro y me cortaron los… estudios.,
719. Cuando nací me pesaron en la balanza 'e Don Ñipa incluyeron la pitilla y mi pedacito'e tripa.
720. Con estos versos termino 175
las coplas por diversión las canté con alegría y con todo el corazón.
NOTA 2: Muchas de estas cuartetas han sido reconstruidas, al hacer este trabajo, de modo que no se ajustan, fielmente, a la improvisación original. De la 709 a la 720 son nuevas y han sido recogidas de Pedro Yañez y de otros.
SANTIAGO (Peña de los Parra)
721. A la “Peña de los Parra” (calle Carmen 540) me asomé un día, preguntando por Ángel, para cobrarle la palabra que me empeñó en Valdivia.
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722. Traía mi guitarra, mis versos sencillos, una gran esperanza y mucho miedo.
723. Santiago me aplastaba y recordaba el tiempo aquel, en que bajándome del tren, en la vieja Estación, le dije (insolente) a la gran Capital: “¡Aquí vengo Santiago, a conquistarte!”.
724. Esa fue una historia anterior a este libro. Antes, entonces, antes de ese Valparaíso, de los primeros versos que hoy escribo.
725. Aquella misma noche, (inolvidable jueves, día de Júpiter el gran benefactor) canté para la gente, que aplaudía la música de Víctor, que amaba a la Chabela, que cantaba con el sonido andino de los viejos Curacas, que seguían a Ángel como al gran Maestro, que debería ser el punto de partida de una generación nueva de cantores.
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726. Resulté una sorpresa (era yo el sorprendido) me fui a casa de Carlos y dormí en un sillón, con los ojos abiertos. Despierto hasta el amanecer esperaba, nervioso, mi turno para cantar de nuevo.
727. El Viernes fue la gloria. Ya no tenía miedo. Patricio Manss decía que mi canto era bueno y Rolando Alarcón me prestó su guitarra para que yo cantara mis versos de esa noche (la noche que te cuento).
728. Antes de irme, a casa de Carlitos, Ángel me recordó que: “mañana grabamos”. Yo caminé las calles en silencio aquella madrugada. Sentía muchas cosas que no puedo explicar.
729. Parecía mentira pero estaba ocurriendo, así ocurren las cosas, amigo mío. Alguna vez ocurren. Esa noche dormí en mi sillón de lujo, tranquilo, calmado, desperté ordenado y dispuesto a comenzar.
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ANGEL PARRA
730. Escribo estas líneas en un camarín del Teatro Premier de Viña del Mar, el día dieciocho de Febrero de mil novecientos ochenta y nueve. Tengo cuarenta y seis años y mucho camino recorrido, de verso en verso, de canto en canto.
731. Dieciocho años hace desde aquel día en que crucé la puerta de Carmen 340, preguntando por Ángel.
732. Yo no sabía, entonces, que Ángel era más joven, que tenía más talento y que era un Hacedor.
733. Eso lo aprendí después mirándolo cantar, viéndolo componer.
734. Hoy soy un viejo cantor que aprendió de la fuerza de ese 179
hombre a merecer el aplauso. Vale decir: A ganarlo con trabajo.
735. Ángel Parra cantaba con la fuerza y la ternura que yo quería para mi canto.
736. Parecía un sueño escucharlo de cerca, yo que lo había oído en discos, en la radio, que le imitaba un poco, inevitablemente.
737. Uno se hace una idea de un artista como ese y cuando lo conoce se da cuenta que tienen algo extraño que no todos poseen. Es como un magnetismo que crece, crece y crece.
738. Ángel Parra es culpable de mis discos, amigo, y de que tú me escuches los fines de semana, en tu hogar del exilio, soñando con la Patria. Yo canto, solamente, nada más que estos versos escritos con respeto para toda la gente. 180
739. Ángel: Algún día estaremos compartiendo escenario. No es justo que estés lejos desde hace tantos años.
VUELVO
740. Voy a retroceder, en esta historia de las mil estrofas numeradas. Voy a volver a mi viejo Temuco para hablarte un poco del querido Liceo donde una vez fui alumno y después empleado.
741. Don Eduardo Pino Zapata fue mi Rector. Yo fui una de sus manos, para poder levantar de las cenizas aquel colegio muerto. Tal vez agonizante, donde estudiaba el hombre de trabajo, el obrero, la mujer laboriosa y modesta.
742. Liceo nocturno “Plácido Briones”. Cuando se iba el sol. Cuando las oficinas cerraban. Cuando no había mercado. 181
Cuando en las calles se encendía la luz artificial. Cuando en las casas se corrían las cortinas, en las ventanas. El Liceo abría sus puertas y se tragaba a los trabajadores, a las dueñas de casa, que venían a forjarse un dorado mañana.
743. Era un Liceo pobre donde nuestro Rector, con letra manuscrita, informaba al Ministerio de nuestras novedades.
744. Yo, allí, era útil. Me había formado Tulio Mora, maestro de maestros, de modo que hacía mi trabajo con la medida de él. Vale decir: muy bien.
745. Sólo doce horas de clases podía en la semana, además de barrer, reemplazar a quien fuera, fabricar los horarios, ayudar al Rector, en todas las tareas de ese viejo Liceo, donde los estudiantes eran como mi Padre.
746. Me tocó licenciar a una madre y a un hijo, que fueron compañeros de banco y estudiaron como pocos lo hacían. 182
747. Jamás podré olvidar aquella ceremonia. Ella, con su blanca cabeza, que yo vi tantas veces inclinada, sobre el limpio cuaderno, estaba allí orgullosa, no de su logro sino del de su hijo, que por fin llegaría a la Universidad.
748. Ella no quiso hacerlo. Se quedó allí, viejita, en su casa celeste esperando a su hijo.
749. ¿Qué será de ellos dos? A él le perdí la pista al salir del Liceo. Sólo una vez lo vi creo que era arquitecto, no lo recuerdo bien. Pero sí los momentos en que, dando mis clases, me admiraba de su puntualidad, de su asistencia, de su trabajo. No todos han tenido en su clase a una Madre y a su hijo acompañándose. Eso es; acompañándose.
UN ALTO EN EL CAMINO (Carlos Necochea) 183
750. Voy a hacer un alto en el camino para hablar de Carlos Necochea a quien le debo casa, abrigo, calor de amigo, mano firme, generosa. Siendo tanto menor fue un hermano Mayor.
751. Hoy día, en esta fecha, mientras escribo estas líneas, está trabajando en mi nueva grabación llamada “El Recital”. (La hicimos después de conversar quince minutos)
752. Nada más necesita, de tiempo, este fulano. Hacedor de cosas con mayúscula. Desde la vieja Peña de los Parra hasta el sello de Discos donde grabo mi voz y mis canciones a esta fecha.
753. Gracias Carlos Necochea por el viejo sillón para dormir. Por la caricia suave, de tu madre y de tu hermana. Por la mano tendida de toda tu familia. Por tu casa. Por tu consejo de hoy, por tu esperanza. Gracias.
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TULIO MORA ALARCÓN
754. Tulio Mora Alarcón fue mi Maestro. Lo consigno en estas líneas porque alguna vez puede aparecer quien diga, por ahí, que fue el inventor de este Cantor, que una vez se llamó, “El Temucano”, nombre que recogió Ángel Parra de boca de la gente de Santiago.
755. Si ya he hablado de él, he sido breve. Muy breve. Se necesita mucho tiempo para hablar de este hombre, que levantó una obra sacada de la tierra, de su viejo Purén donde fundó un Liceo, entre otras cosas, y le arrancó a la Cordillera de Nahuelbuta, los secretos Mapuches para defender la raza original, del invasor.
756. ¿Quién tomará la bandera de lucha ahora que Tulio Mora se fue con Gnechén?
757. Era bajo de estatura, de brazos largos y tórax poderoso. 185
Era corto de piernas y de rasgos indígenas. De pelo tieso y abundante, de frente estrecha y ojos orientales. 758. Hablaba con voz suave y aguda. Era como un falsete raro que le permitía cantar tonos muy altos y hacia difícil cantar su misma voz pero hacía muy fácil armonizar con él.
759. Para todo era así. Con intención honesta, era muy fácil armonizar con él.
760. Perseguidor de su origen. Incansable buscador de la verdad. Veedor de las cosas ocultas a la vista. Encontrador de la belleza. Ejemplo en la docencia. Padre y hermano, sabiduría, experiencia, siempre al servicio de alguno. Ponía su Biblioteca a disposición de la Comunidad estudiantil y, cada vez que alguien abría uno de sus libros, abría, también, su corazón.
761. Enseñaba cantando y en eso era de mano dura. Con Tulio Mora, predicador con el ejemplo, se aprendía, o se 186
aprendía.
762. De joven fue policía. Después se hizo Educador. Trabajo de profesor, que le reconocería, toda la chiquillería, que hoy día forma la fauna que, salida de sus aulas, hace puentes y caminos y construye su destino practicando su palabra.
763. Tulio Mora Alarcón. Amigo de sus amigos. ¿Cuánto Maestro anda por ahí enseñando cómo aprendió de ti? 187
764. Recuerdo el piano de tu casa. Ese en el que cifraste tantas esperanzas. Querías hijos artistas, pero allí se quedó mudo. Tú eras un hombre de palabra y canto. Eras un hombre de música y sabías que tu cuerpo, y tu Ser, eran vibración Cósmica que descubrir cada día.
765. En mi primer trabajo, nacido al mundo de los libros, hay un cuento que se llama “El Maestro” y tu palabra está escrita en las primeras páginas. Me dio gusto ponerlo en tus manos. Así, como entre la pena y la desesperanza, me dio gusto, poner en tu frente un beso antes de tu muerte.
766. Fuiste llamado a los Campos Celestes por tu Indígena Dios que te reconoció Mapuche.
767. Cierro esta página, Tulio Mora Alarcón. Sinónimo del Hacer, Maestro mío. Yo no sería cantor si no hubieras puesto, un día, en mis manos un Libro, Nada más. Apenas un libro. 188
Una Canción y un Libro. LA CARMEL 768. La Carmela vino de Puerto Montt y se lió conmigo cuando éramos apenas niños. 769. En estos versos breves (ella da para un libro) quiero darte las gracias, por abandonarlo todo y acompañar esta inquietud que te dejó sola tantas veces y te llevó, en otras, por los más increíbles senderos de esta historia. 770. Y tú aguantaste todo. Hasta la vejación de ser objeto en la casa que nunca tuvimos. 771 Durante muchos años, estuviste a mi lado. Me diste varios hijos y aceptaste a los que yo te traje de algún lugar lejano. 772. Creo que fuiste más mi madre que mi madre. ¿Será posible eso? 773. Desde estas líneas (hoy que no estamos juntos) te saludo con respeto. Una vez más me fui ¿Te habrás acostumbrado a eso? Yo escribo este poema y debo confesarte que, a veces, me hace falta tu mano señalándome 189
la senda porque tú la conoces más que yo.
774. Sin embargo estoy vivo, aprendiendo y escribiendo. Me veo con los hijos de ambos y también con los otros. A veces te veo unos minutos y me pregunto cosas.
775. La Carmela vino de Puerto Montt y se lío conmigo cuando éramos, apenas, unos niños. PATRICIA CHÁVEZ 776. No puedo pasar, por este libro, sin mencionar a mi hermosa compañera de canto. 777. Apareció en mi existencia en el año 1969 y se quedó conmigo nueve años. 778. Lo encontré en Concepción, después de escuchar su voz en una vieja radio. 779. (Pregunté por ella y lo gracioso del cuento es que vivía a un par de cuadras).
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780. Caminamos este País, inseparables, y grabamos un disco que hoy ya es un clásico presente, siempre, en los catálogos. 781 No puedo narrar esta historia de vida sin mencionar a esta mujer, que me dio y dio, y jamás pidió nada. 782. Así me hice cantor, amigo mío. Gracias a mucha gente, como esta, que sacrificó tanto para que yo escribiera. 783. La negra buena moza cantaba con el alma y su voz estaba hecha para la mía. 784. Dejo un grato recuerdo, luminoso en este libro-canto, para mi compañera de escenario a quien le debo mi vida física y mi pequeña libertad. 785. El tiempo pasó. ¿Existe el tiempo? Yo estoy, en un pequeño camarín, esperando mi salida del final y recordando los jóvenes años cuando recibíamos, juntos, el aplauso. 786. (Debo dejar estos apuntes porque ha llegado la hora de revisar el maquillaje y salir a cantar). Todo está bien, amiga mía. Todo está bien. ¿Está bien?
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SI QUIERES SABER 787. Hay tres personas en el mundo que me conocen. Si quieres saber de mí. De la persona. Del hombre. Del cantor. Del artista. Recurre a ellas. Nadie más te podrá dar antecedentes. (Por lo menos tan completos). 788. Carmen Ramírez Klenner, Patricia Chávez Bloomfield y Tulio Mora Alarcón. 789. Mi esposa está, recién, entendiendo de mí. De modo que te puede ayudar, después de otros cinco años a la fecha. Por lo pronto, no hay estudios acerca del cantor, excepto los que hicieron Waldemar Molina Varela y Marco Antonio Fernández quienes conocen al cantor desde la parte técnica. 790. Conversa con ellos, son gente artista y joven. No toques a mi esposa. Déjala que viva conmigo, los días entre líneas que hay en esta historia y en todas mis canciones, desde Mil Novecientos Ochenta y Cuatro, cuando la conocí. 791. Hoy es hoy. Mañana no ha llegado. Ayer ya pasó. ¿Porque escribo, entonces?
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TEMUCO (Mi pueblo) 792. Voy a pasearme por las calles de Temuco con mi ilusión de cantor tomada de la mano. 793. Pisaré, de nuevo, las hojas del Otoño, caídas en la plaza donde estaba la pequeña Escuelita de mi infancia feliz. 794. Cerraré la puerta de Miraflores 253 y caminaré hasta la esquina de Blanco y Miraflores. 795. De allí hasta Ñielol. ¿A jugar con las flores? ¿Con los pinos? ¿Los copihues? ¿A correr por los mágicos caminos que hicimos los niños de tanto paso y paso? 796. Qué tiempo diferente, aquel. Cuando la noche era estrella y la mañana sol. 797. La calle Miraflores era de tierra y piedras y la calle Blanco de adoquines rocosos. 798. Los caballos resbalaban sus cascos y sacaban chispas de las piedras lustrosas. 799. Cuando caía la lluvia era día de fiesta porque volaban los 193
zapatos y se podía chapotear en la charca que, afuera, estaba multiplicada por mil. 800. En ese tiempo la diversión era gratis y nos la proporcionaba la naturaleza generosa. 801. Húmeda en el Invierno. Cálida en el Verano. Lluvia y sol. Amargo y dulce. Nube y cielo. Vida y vida. 802. No existía la muerte y nosotros, los inmortales niños, corríamos a encontrarnos con la vida en el ala de un pájaro que pasaba volando hacia su nido. 803. Después, hombre, Había que ganar el pan, el sustento cotidiano, y no había trabajo. 804. Entonces la vida era fea porque los ojos se habían llenado de tristeza. 805. Había, en el mundo, gente mala que yo no conocía y que se enriquecía con el trabajo y el esfuerzo de los pobres. 806. Desde entonces no frecuento a los ricos. No los necesitamos. Nosotros, los pobres de este mundo podemos hacer brotar la espiga de la tierra y el pan de las manos humildes. 194
807. Quisiera saber ¿Qué es, lo que no podemos hacer los pobres de la tierra? 808. ¿Tal vez un avión? ¿Un misil? ¿Un niño de probeta? ¿Un rayo láser? 809. Sí. Tal vez un avión. Un misil. Un niño de probeta. Un rayo láser. 810. ¿Una nave espacial? Sí. Tal vez no podemos hacer una nave espacial. 811. Entonces escribo mi poema y no importa ser rico. Quiero ser el Hacedor que da la vida. No la muerte. 812. Un día descubrí que caminando las calles, de mi pueblo, yo podría aprender todo lo que la vida le puede enseñar a un ser humano. 813. Amo a ni pueblo, Aunque esté convertido, hoy, en gran ciudad. Aunque no esté la charca en los inviernos y mi padre no salga, de mañana, a trabajar para mí. 814. Temuco indígena. Reducto Mapuche. Un día te invadieron los rubios alemanes que hoy son dueños de la tierra y el aire. 195
815. ¿Cuántos años de lucha, de la raza, por conservar su tierra? 816. ¿Cuántos años de lucha contra los españoles winkas que llegaban, en sus caballos, vestidos de metal, a esclavizar al indio? 817. ¿Para qué tanta sangre, tanta traición, tanta bestialidad? 818. Tal vez, en el Épico Poema, Don Alonso de Ercilla dejó el último vestigio del valor de la raza. 819. ¿Qué más van a conservar aparte de esa obra, gigantesco trabajo de arte y poesía? 820. Un día llegó el alemán y se adueñó de todo. ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué luchamos contra los españoles y dejamos que el alemán nos lo quitara todo? 821 ¿No está en la palabra todo, disfrazada la palabra ambición? ¿La palabra, maldad? ¿La palabra injusticia? 822. El gobierno, le dio a los alemanes, (nunca supe por qué) tierras, desde el bosque hasta el camino. 823. Los alemanes talaron el bosque, araron el camino, hicieron otra senda, mucho más allá, el pasto cubrió el 196
camino viejo, nació un bosque, nuevo, en otro sitio y los gringos ensancharon sus dominios sin gastar un centavo. 824. Llegaron hasta el punto de dejar a los indios, por Decreto Supremo, con un pedazo mínimo de su sagrada tierra, su Mapu, madre, para, al final, confinar a la raza en lo que hoy se llaman “Reducciones Indígenas”. 825. Nos “salvaron” del indio. De su sabiduría. De su precioso idioma. De su honradez. De su pureza. De su candor. De su mágico Hacer. 826. A cambio de eso nos enseñaron a engañar. A robar, a envilecer. 827. Todos aquellos, que no aprendieron el “arte” del .comercio, vale decir: darle a los indios basura por estrellas, terminaron como mi padre, o como el tuyo, sirviendo en sus casas, sus Haciendas. 828. ¿Cómo fue, que pasó eso? ¿Quién lo permitió? ¿Por qué no volvió el Mapuche a levantarse y defendió su derecho natural? 829. Es que había aparecido el alcohol fácil y se llevaba al indio a la botella. 197
830. He visto a mi raza, con dolor, sucumbir al vicio y casi desaparecer. 831. Todo extranjero. Todo. 832. ¿Cómo se escribe Raijer? ¿Cómo se escribe Chlayer? ¿Cómo se escribe Podlej? ¿Cómo se escribe Béquer? ¿Cómo se escribe Pritsque? 833. ¿Estamos, de verdad, en la tierra Mapuche? 834. (Mi compañero más antiguo, en el viejo Liceo, se apellidaba. Hochtetter). 835. ¿Cómo digo mañana, desde algún escenario, que vengo desde la tierra indígena de Chile? ¿Dónde está Quilodrán, Antilef, Calfiqueo, Namuncura? 836. ¿Dónde está Nahuelpán, Railef? ¿Dónde está Nicolás Nahuelpán y su hermana Millaray? 837. ¿Cómo llegaron a mi pueblo los Picasso, los Tuma? 838. ¿Dónde está Calfiqueo y su grupo de baile puro y limpio? 839. La “Avenida Alemania” es muy hermosa. Está llena de jardines y de casas bonitas. Tú sabrás, sin que lo diga, quien 198
es el jardinero, el que encera les pisos, el que limpia los vidrios y los zapatos nuevos. 840. ¿Sabes, cuál es el apellido de la niña sirvienta? ¿Puedes adivinarlo? 841. ¿Conoces su destino en la cama del hijo del patrón? ¿O en la mismísima cama del patrón? 842. Un día escribí y canté: “Yo vengo desde el Sur, desde la lluvia, desde la tierra greda, del copihue”. 843. Y es verdad. De allí vengo. Me escapé de las manos alemanas y de las otras manos extranjeras que desde la Alcaldía, o de cualquier, puesto de rango, balearon la ventana de mi modesta casa porque yo tenía una verdad que andaba, por ahí, trinando en mi guitarra. 844. Escribo con pena, en estas líneas, estas verdades horribles de mi Patria. 845. Temuco de mis amores. ¿Por qué no tienes una Avenida principal que se llame Pablo Neruda? 846. La Avenida Caupolicán, con su estatua de indio Norteamericano, y la calle Lautaro, modesta e inubicable, se 199
pierden entre Teodoro Schmidt, Balmaceda, Bulnes y Manuel Montt. 847. Gente valiosa, tal vez, pero pregunto: ¿No hubo indios mapuches que valieran como para que sus nombres figuren en las calles? 848. Es una tonta pregunta la que hago. Pero la hago porque quiero una respuesta. 849. ¿Dónde está la respuesta? ¿Quién la tiene? ¿La encontraré en algún libro donde siempre los malos son los indios? 850. ¿Cómo puede ser el bueno el invasor? 851 Pueblo mío. En el viejo Liceo donde estudió Don Pablo, el que amó Tulio Mora, alguna vez estuve, inclinada la cabeza, aprendiendo también, a ser mejor. 852. ¿Quién puede evitar la extinción, de la raza mapuche? Yo he visto, en los grandes países de este mundo. Los mismos que exhiben, orgullosos, su tecnología satánica y su supersuper desarrollo, como asesinan su población indígena por Decreto de Ley. Todo legal. 200
853. Max Von Fürstemberg Walter. ¿Te acuerdas de mí? Eras un niño rubio, simpático e indisciplinado. Yo era tu Brigadier, tu jefe, en mi tiempo de soldado aviador. 854. La estrella, en la manga de mi guerrera, nos hacia diferentes. ¿Terminaste siendo mejor soldado que yo, o te quedaste de alemán en esta tierra fácil para uno con tu nombre? 855. Nada tengo contra ti pero para el ejemplo me vienes como anillo al dedo. ¿Era yo inferior, aún con mi cabeza negra? ¿Crees, tú, que yo era inferior? 856. Quiero que sepas que he estado en tu Alemania. Todos los alemanes, de la mal llamada Araucanía, deben saber que he estado en su Alemania. Cuatro veces he estado en su Alemania. 857. Entonces reclamo, por saber, la concreción de una idea que yo tengo: 858. a) Que se revisen los papeles de las tierras. b) Que justifiquen, los dueños de las tierras, el por qué son dueños de esas tierras y cómo llegaron a ser dueños de esas tierras. 201
c) Y que también justifiquen, los Mapuches (por supuesto) el por qué les pertenecen esas tierras. 859. Entonces volveré a Temuco y pasearé, cada tarde, por la Avenida Pablo Neruda o llevaré a mis nietos a jugar a la plaza Kalfü – Wenu (Cielo Azul). 860. Yo me declaro amante de mi pueblo. Desde que nací hasta mi muerte. 861. Prendo un copihue en mi solapa y salgo, hoy, a la calle vestido de Temuquense noble, como la raza, como la tierra.
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SEGUNDA PARTE 2 Junio 1989 Concepción Chile. JUNIO 2001. Vengo de caminar la vieja Europa y me empapo, de la lluvia, en este Concepción de mis comienzos. 2002. La historia de los hombres es un eterno círculo y siempre estamos llegando al mismo punto. 2003. ¿Alguna vez salí de aquí? 2004. Recuerdo vagamente, que en esta misma calle, un poco más allá, me ganaba la vida y mientras yo lavaba platos, y más platos, el artista del canto se gestaba en mi pecho. 2005. El dolor me enseñó a cantar muy dulce. 2006. Tal vez por eso a la gente le cuesta entender acerca del origen de este canto que canto. 2007. Siempre estoy regresando a los comienzos y no sé como evitar volver aquí.
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EL AMOR 2008. Por allí anduve, en algún lugar del mundo, buscando el amor que encontré, siempre, a tiempos cortos. 2009. Pero lo bebí en copa, grande y generosa, apurada hasta la última gota que se me ofrecía. 2010. La mujer en Montreal, en el tiempo, en cualquier lugar, me hizo poeta. Por eso mis versos parecen tristes, pero no lo son. 2011. Mi poesía está llena de vida y yo la cuido y la amo. 2012. Mi poesía nació, alguna vez porque así tenía que ser. No hay otra razón, por eso trabajo en ella y vivo, intensamente, cada segundo guardado en este libro.
EL NORTE 2013. Mi paso mi trae, otra vez hasta este Norte lleno de inmensidad y de misterio. 2014. Me meto entre los cerros y llego a Potrerillos donde las chimeneas, humeantes, me saludan. 204
2015. Me encuentro con un viejo compañero de la Peña de Valdivia y canto, a casi cuatro mil metros de altura, y apenas puedo respirar. 2016. Pero mis versos son a prueba de “puna” y aunque mi garganta se seca, y duele, mi voz suena profunda y convincente. 2017. Pienso que es tiempo de empezar mi Libro–Testimonio donde cuente la historia que jamás pude contar. 2018. Por lo pronto te diré de estas estrellas que se pueden alcanzar con el brazo extendido. 2019. Los hombres de trabajo que pueblan este sitio no las ven. Están mirando el suelo de donde sale el mineral. Pero allá arriba está el oro. En la bóveda oscura y silenciosa está el oro. ¿Nadie querrá tomar el oro que está al alcance de la mano? 2020. Me hundo en la tierra de este Norte, seco, y sueño que soy un río y corro, entre los cerros, hasta el mar. 2021. Tengo los pies de agua y el corazón de sal.
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2022. Me he convertido en canto y me deslizo, cerro abajo, cantando la copla cristalina que aprendí de un arroyo allá en el Sur. 2023. HOY, mi poesía es cobre. Mañana será espiga. Más adelante, canto y al final será sangre para fundar la vida, en algún lugar, en esta tierra. CHAÑARAL 2024. Desde aquí (desde un camarín) escucho el ruido de la gente que se instala en la platea esperando la hora de la música y la alegría. 2025. El técnico de sonido me sorprende con una cinta de Mariano Mores y su famoso “Frente al mar” y recuerdo la noche, en el Teatro California, cuando su “O.K. Mr. Tango” me parecía un sueño. 2026. Seis días de viaje para llegar aquí. Entonces debo completarme para estar entero a la hora de cantar.
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2027. En un pueblo llamado “Diego de Almagro” un minero del cobre Chileno se me acerca, con quince discos del Temucano, para que se los firme, y habla. 2028. Se fotografía conmigo y fotografía a sus hijos con este cantor que le debe a su pueblo la mitad de la vida. 2029. Mañana esos niños crecerán y tal vez heredarán, de su padre, la poesía simple de un hombre que saltó desde un corral de vacas al escenario, pobre, de los pueblos de Chile. 2030. Amo mi oficio. Mañana mi mujer me dirá que cometió un error dejándome solo porque una vez le dije que no quería pasar mis años en soledad. 2031. Pero sólo estoy pagando Ahora me toca esperar a mí. 2032. No hay agua ni mano cariñosa. Hoy la cosa es difícil de modo que basta con el sacrificio de uno. 2033. (Y no hay dificultad para elegir a quien le toca). 2034. Vuélvete hacia la vida, Compañero. Levanta la cabeza. Métete en este cuaderno y espera cantando el glorioso momento de salir a vivir.
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2035. La vida es canto, o canto, y por la vida ando con un verso sencillo y mi profunda convicción de que he encontrado la senda por la que debo ir. 2036. Cuando sea la hora de hacer mi testamento te dejaré de herencia estos rencores superados o la historia tremenda de la lucha por hallar el amor. 2037. Me hablo a mí mismo con un lenguaje viejo que conozco y que, de pronto, parecía olvidado. 2038. La vieja soledad y su mano, preciosa, metida en estos versos doloridos, que me saben a miel, me recuerda el eterno dolor en el pecho y me muestra, otra vez, que solo se va y solo se viene. 2039. Alguien entra a poner una ampolleta y me saluda con cariño. 2040. ¿Me querrá? 2041. Mis compañeros de trabajo comentan acerca de la situación política del país y me asusta su ingenuidad. 2042. ¿Estaré tan equivocado?
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2043. Hasta aquí la vida me ha dado la razón. Pero no me gusta que lo vean después que me han golpeado. 2044. Todo está consumado y el último tramo de la vida será bueno. 2045. Yo sabré elegir. Habré aprendido a exigir mi cuota de ternura y con ella haré mis últimos años gratos y productivos. 2046. ¿Qué otra cosa puedo hacer, aparte de escribir? 2047. Eso hago y la soledad se va.
EL CAMINO 2048. “...Hay un tiempo de camino y un tiempo para charlar y alguna copa de vino y algún dolor que contar...” 2049. ¿Qué tiempo es hoy? 2050. ¿Será el tiempo de camino? 2051. El cansancio ha hecho presa de mi cuerpo, pero mi mente tiene la claridad suficiente para ver que hay un camino nuevo. 209
2052. Camino que no he andado, todavía, pero que caminaré cuando llegue el día. 2053. En el camino del saber hay mucho escollo que salvar y es difícil entender que es estrecha la senda que lleva hasta la gloria.
ANTOFAGASTA 2054. El sol, en la ventana de un Hotel de tercera, me cuenta que los tiempos han cambiado, que han pasado los años y que el joven cantor se quedó en una calle, de este Puerto Nortino, soñando con la fama y la felicidad esquivas e hipotéticas. 2055. Hasta aquí no fue como yo dije que sería. Sólo he logrado la experiencia del canto y con ella voy y vengo. 2056. Otro amanecer en otro pueblo que, a la postre, siempre resulta el pueblo del comienzo. 2057. Una vez viví en una casa de cartón, allá arriba en el cerro, sin árboles ni flores.
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2058. Me sentaba a almorzar mirando una ventana que me mostraba la dureza del desierto. 2059. Entonces lloraba, despacito, tomaba mi guitarra y cantaba esperanzas. 2060. Siempre hice eso. Canté esperanzas para mí y para otros. 2061. Veinticuatro años más tarde lloro, también despacito, en otro amanecer. El espejo me devuelve una desconocida imagen y nada es igual, aparte de la pena y la ausencia de mi vieja guitarra. 2062. No sirvo para héroe. Apenas soy un viejo sensible a las duras palabras y no he cambiado. No he cambiado. JUEVES 2063. Hoy no tengo trabajo y no me importa. Caminaré por las calles, de este pueblo, miraré su comercio, me sentaré en la plaza y será día, tal vez, de decisiones. 2064. Con grandes letras, anunciando mi nombre, me recibe la vieja Antofagasta y yo escribo mis versos, sin medida, tirado en una cama, fría, de un hotel de viajero. 211
2065. Los versos numerados se van acomodando y ya se han convertido en parte de este tiempo. 2066. ¿Debe haber una lágrima en mi cara después de todos estos años? 2067. El cantor se me arranca, por estas líneas locas, y canto en este Libro que nació en algún puerto. 2068. Una pequeña gota ha colmado mi vaso y estoy haciendo versos para leer, mañana, cuando una mano extraña abra estas páginas y unos ojos curiosos recorran mis palabras. 2069. ¿Encontrarán la clave de la Ley de la vida? 2070. ¿Verán, en este canto, la rueda del destino? 2071. La promesa de gloria no fue más que promesa y no la dijo nadie; me la inventé yo mismo. 2072. Jueves de andar andando, por estas viejas calles. ¿Llevará esta vereda, hacia lo alto? 2073. Yo busco, todavía, las añejas respuestas que tal vez por añejas son irreconocibles. 212
2074. Todo tiene su tiempo y yo me gasté el día andando por el mundo y pensando en los demás, 2075. Quiero acercarme a alguien, pero no existe nadie. Sólo quieren mi canto y es bueno que así sea. Yo sólo soy el cantor de soledad eterna. 2076. No me molesta eso. Yo elegí que así fuera.
ANDRES SABELLA 2077. Ayer estuve con Don Andrés Sabella, Maestro de Maestros. 2078. Me recibió en su casa, sencilla como él, y me habló de su Norte y de su Antofagasta. 2079. Hizo recuerdos lindos de Don Pablo Neruda y de la “Otra Gabriela” que han escondido tanto. 2080. Fue una pequeña charla, de cultura y de vida, y su voz competía, en calidez y brillo, con las notas del viejo carillón que sonaba campanadas mientras él me contaba.
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2081. Me ocurrió la emoción, la ternura, Todo eso y se me pasó el tiempo sin saber qué decir. 2082. “Debo partir a Iquique para una conferencia” me despidió, cordial, y me comprometí a escribirle. 2083. Me dibujó una de sus “monas”, en un blanco papel. Me sonrió y me acompañó a la puerta. 2084. De allí salí, soñando con obreros pampinos, y me metí entre toda la gente de la calle. 2085. Alguien me saludó y apenas me di cuenta. Venia todo lleno de palabras, preciosas, y así pasó la tarde, llegó la nueva noche y me dormí esperando la poesía pura.
ANDRES SABELLA VIVO 2086. Durante mucho tiempo el Maestro esperó que pisara su tierra y tocara a su puerta. 2087. Yo pasé, muchas veces, pero jamás pensé que me estaba esperando para decirme algo.
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2088. Hace dos días, hoy; después de tantos años, nos dimos un abrazo y me habló de mi canto. 2089. Un día separó la vida de la muerte. Faltaba sólo un día, pero yo no sabía. 2090. El tampoco sabía. ¿O sí? 2091. Me desperté buscando la eterna poesía, de estos cerros pelados, resecos, todo historia. 2092. Mientras yo hacía eso el Maestro se iba hacia la gloria grande de los grandes chilenos. 2093. Los Iquiqueños buenos recibieran su cuerpo cuando cayó sobre la tierra de su Norte. 2094. ¿Alcanzaría a dar su conferencia sobre “la otra Gabriela” como él la llamaba? 2095. ¿Alcanzaría a regar de salitre el libro de aquel novel escritor Iquiqueño? 2096. Extraño y doloroso privilegio de Iquique. Recibir en sus brazos al Maestro caído. 2097. Privilegio que nadie deseaba tener. 215
2098. Andrés Sabella cuento. Andrés Sabella militante del pueblo, sufrido, de la Pampa. 2099. No olvidaré tu abrazo (irónico destino). Me despedí en tu puerta y me fui a mi trabajo mientras sonriendo partías, acunando esperanzas, hacia el puerto de Iquique donde estaba la muerte. 2100. Los poetas no mueren. Sólo los cuerpos tontos que no saben que tienen que seguir escribiendo. 2101. Maestro de Maestros. Ya eres parte de un cuento que cantaré algún día a mis nietos y nietos. 2102. No hay dolor en mi alma, sólo la interrogante: ¿Por qué se van los hombres cuando hacen tanta falta? 2103. Mañana saldrá el sol. Sonará e1 carillón. Despertará Antofagasta. Se abrirán las puertas de la Universidad. Los jóvenes te buscarán, Andrés Sabella, y yo leeré tu “Norte Grande” para saber un poco más de tu tierra que es mía, también, porque es el tiempo justo de andar por los caminos de esta Patria, tan nuestra, por fin recuperada.
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CHUQUICAMATA 2104. Hace casi veinte años, aquí en Chuquicamata, donde pongo hoy mi pié, cantábamos a la Patria Libre. 2105. Había mucha gente hablando en nuestra idioma y después de la fiesta, de música y de alegría popular, recuerdo que salimos de este mismo teatro, cada cual con su pala, con su picota, con su chuzo, a construir un camino de bajada hacia Calama. 2106. Los jóvenes de Chile, en sus trabajos voluntarios, estaban otra vez cara a cara engrandeciendo al hombre de esta tierra. 2107. Artistas, público, ingenieros, directores, obreros, dueñas de casa, dirigentes políticos, visitas distinguidas y nuestro Presidente a la cabeza. 2108. Recuerdo, a mi lado, a Ramón Aguilera derrochando optimismo, “entierrado” hasta las orejas después de haber cantado su “Viento entre las hojas”, con una gran sonrisa, bajo este sol del Norte. 2109. Recuerdo las bromas, por culpa de la “puna”, y mi corazón latiendo fuerte de pura emoción mientras la pala, 217
firme, cantaba la sagrada tarea de un pueblo que empezaba a liberarse. 2110. Hoy estoy, otra vez en el mismo camarín, casi veinte años más tarde, escribiendo estos versos mientras espero mi turno de salir a cantar. 2111. Domingo día doloroso cuando adivino, en la platea, la escasa concurrencia mientras una horrible canción en idioma Norteamericano me hiere los oídos y la joven gente de la Radio local no entiende de su estúpido esfuerzo por ser gringo del Norte. 2112. El Norte es el pasado. El Sur es la esperanza. 2113. Una vez hubo un pueblo que emprendió la tarea y, trabajando duro, nos liberó del amo. 2114. Chuquicamata. Teatro Sindical. ¿Dónde quedó la Patria? ¿Pegada en el camino que baja hasta Calama? 2115. ¿Por qué no nos dejaran seguir con el camino? Tal vez hubiésemos llegado, a punta de pala charango y canto, hasta el alma de los jóvenes de hoy que serán responsables de lo que hacen con sus manos y sus conciencias el día de mañana. 218
2116. Una lágrima de impotencia quiere asomarse, por uno de mis ojos, pero ahí está el camino, sólido y de nosotros. 2117. Aunque se haya firmado mil decretos, ese camino es nuestro. Nuestro.
EL ODIO 2118. Mientras lleno estas líneas de palabras escritas descubro que hay odio aquí en mi corazón. 2119. No es cierto, entonces, que he perdonado y deberé luchar para encontrar el perdón necesario. 2120. Con odio no haremos la Patria que anhelamos sino con trabajo y manos. Muchas manos. 2121. Me miro en un espejo y le digo a mi mujer que en ese entonces, cuando empezaba el mundo, yo era joven y hermoso porque un joven y un niño son la hermosura toda. 2122. También descubro, en mí, una enorme tristeza y recuerdo los muertos, tirados en las calles, y no quiero seguir este escrito. Pero debo contarte la historia que te debo. 219
Tengo un deber, sagrado, como cantor de pueblo, y es poner, en mi canto, la verdad y nada más. 2123. El tiempo detenido en un reloj muy viejo apunta, con una manecilla, al centro de los días, mientras la manecilla corta, poderosa y filuda, apunta al centro del corazón del responsable único. 2124. Pagarás por tu crimen cuando suene la alarma y se dispare el misil que ha fabricado el pueblo en humildes talleres escondidos del perro que te sirve y husmea, baboso de veneno. 2125. En unos pocos meses, contando de esta fecha, alguien apretará un millón de gatillos y aquel millón de dardos tendrá un destino sólo. 2126. Yo te sabré encontrar. Donde quieras que estés y te preguntaré. 2127. Serás tu propio Juez, cuando des tu respuesta, y mi pueblo, de pié, dictará tu sentencia. 2128. Yo te condenaría al dolor de la Luz. Sería, eso, lo justo para tu corazón de sombra. 220
ME PREGUNTO 2129. ¿Qué pasó con la gente que había en este pueblo? ¿Dónde están? ¿Por qué está este Teatro vacío? 2130. “Defended la alegría” nos cantó Benedetti, en la voz de Serrat, no hace tanto en Europa. 2131. Desde allí vi estas calles con gente silenciosa que no quiere reír ¿o se olvidó de hacerlo? 2132. ¿Los mataron a todos? ¿Dónde están? ¿En sus casas? ¿Estarán escondidos? ¿De quién me pregunto? 2133. Las butacas vacías, en este testimonio, me cuentan, sin hablar, una tragedia muda. 2134. Desde un modesto muro la imagen del continuador, de esta larga agonía, me miente. Pero yo no me trago la mentira. 2135. Yo conozco la senda. Yo conozco el camino. Lo construí yo mismo con mis manos, preciosas, las que pongo al servicio de mi Patria, hoy, como en los viejos tiempos. 2136. Yo te veré sonreír, otra vez, Chuquicamata, cuando pase de nuevo con mi canto y mi cuento. 221
2137. No habrá sillas vacías y este día Domingo será sólo un recuerdo que no nos hará daño, porque seremos libres de decidir la risa, de decidir el aire, de decidir el canto, de decidir la fiesta, de decidir la vida.
CALAMA 2138. El viento de Calama levanta remolinos de arena que mueren al chocar contra el sólido monolito que recuerda la batalla de Topater. 2139. Un poco más allá (o más acá) los derruidos muros del viejo cementerio, hechos de barro y paja, me gritan, en silencio, la historia de horror que allí vivió mi pueblo. 2140. Un día descendió, de su helicóptero, el “general de la muerte” trayendo, bajo el brazo, un documento firmado por el monstruo, que lo autorizaba a “ejecutar”, al parecer, a quien quisiera.
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2141. Contra el muro las espaldas de los hombres que habían cometido el delito de creer en el mañana, de este País pequeño, y nada más. 2142. El viento se llevó el tronar de los disparos desierto adentro. 2143. Hoy, juguetea con las flores de papel que resisten el sol, el tiempo y las miradas curiosas de quienes van a ver el viejo cementerio. 2144. Mi paso por Calama es paso triste y mi mujer pregunta acerca del por qué de mi tristeza. 2145. No entiende porque no tiene el dolor de los que andamos, hoy, recogiendo los gritos de los muertos. 2146. Alguien tiene que recoger el eco de las almas en pena y consignarlas en un Libro, o lo que sea, para que no se olvide que aquí, en este pueblo, algo pasó algún día, que no debe volver a repetirse. 2147. Un huérfano camina, por una calle sola, y se pregunta cosas.
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2148. ¿Pensará, como yo, que creí por mucho tiempo que había perdonado?
SEPTIEMBRE 1973 2149. “Los militares se tomaron el poder” dijo mi vieja compañera y me sacó del sueño esa mañana. 2150. No alcanzó a llegar la Primavera a mi País de flores y esperanzas. 2151. La radio se llenó de marchas militares y la Televisión de uniformes severos. 2152. Por el aire pasaron los aviones, bombardearon el Palacio de Gobierno, y el olor de la pólvora picante se metió por las ventanas, amenazó con ahogarnos y nuestras lágrimas, de rabia e impotencia, se confundieron con las otras que no alcanzaran a llorar los ojos de aquellos que cayeron sin siquiera saber qué pasaba. 2153. Nadie creyó que eso ocurriría. ¿Por qué nos disparaban nuestros propios hermanos?
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2154. Los militares se metieron en las casas, quemaron libros, golpearon a la gente. 2155. El Presidente, elegido por el pueblo, caía, acribillado, en el salón de O'Higgins, mientras se difundía la estúpida noticia que había decidido la muerte por su mano. 2156. Mis hijos buscaban, en mis brazos, refugio, protección. Su inocencia no les permitía entender que su padre era lugar de muerte y no de vida. 2157. Un General terrible, acompañado de otros, nos llenó de amenazas y quiso hacernos creer que nos había salvado de una feroz catástrofe. 2158. Y mientras él hablaba se llenaban de presos los estadios, las Unidades Militares, y, bajo mi ventana, en mi modesta calle, con el cráneo partido y las costillas rotas, caían los obreros, modestos, de mi pueblo. 2159. En nombre de la Paz, de la justicia. En nombre del futuro de la Patria, humeaban los cañones y caía la gente, acribillada, estupefacta, sin alcanzar o entender que se estaban muriendo porque alguien decidió llamarlos enemigos. 225
2160. Yo no pude llorar esa mañana. Y, sin saberlo, por haberme aguantado tanto llanto, me negué, también, la Primavera y condené mi vida, a un invierno de lágrimas que nadie ha visto y que dura, me parece, muchos años. 2161. Nos encerraron en nuestras propias casas y apenas nos permitieron salir a comprar pan. 2162. La calle no era mía. La Patria no era mía. Mi vida no era mía. 2163. Todas las embajadas se llenaron de gentes que saltaban los muros buscando protección. 2164. Circulaba una lista de “criminales peligrosos”. Rectores de Universidades. Senadores. Intendentes. Ministros. Decanos de alguna Facultad. Historiadores. Alcaldes. Poetas. Actores. Artistas. Músicos. Dirigentes Obreros. Profesores de Escuela. 2165. En las casas de los ricos había fiesta. Se destapaban las botellas de champagne y se bebía whisky y coca cola.
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2166. Alguien me trajo el anillo de bodas de Víctor Jara. Había sido asesinado.
NOTAS 2167. Corre mi pluma por el blanco papel de mi cuaderno mientras mi paso va pisando el Norte. 2168. Tomo nota del tiempo. De como va mi canto y me preparo para ir al trabajo. 2169. Estamos en Agosto de 1989. Dieciséis años después. 2170. Todavía estoy vivo. Me miro en el espejo. Estoy viejo y gastado, cansado de la lucha constante y del pasado. 2171. Cansado de temer por mis cosas queridas, incluida mi vida, mi obra, mi mujer, mis hijos, mi mañana. 2172. Nunca sé si saldré del escenario a casa. 2173. Muchos jamás volvieron. Se perdieron entre el trabajo y el hogar. Nadie ha dado razón. Un par de cuadras han sido suficientes para que un hombre nunca vuelva a verse entre la gente. 227
PEDRO DE VALDIVIA
2174. Paso por Pedro de Valdivia intentando verlo diferente. Pero no logro mi objetivo. 2175. Este lugar está marcado con el signo del esfuerzo y los hombres no se ven. 2176. Sólo las niñas, hermosas en sus delantales de colegio, atraviesan la plaza y bajo los pimientos caminan como niñas hacia sus casas que se ven todas iguales. 2177. Una Oficina salitrera no es otra cosa que eso. 2178. Muerdo un pan, con un trozo de queso, en un restaurante donde hay una reunión de las “Damas de Azul” que gritan ¡Vivas! por el Presidente que les vendió sus casas, sus hombres, sus hijos, su mañana, en un enorme paquete de acciones de la Sociedad Química y Minera de Chile, a los hábiles japoneses que no sólo compraron el salitre sino también un pedazo sagrado, de nuestra historia obrera.
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2179. Yo no creo que lleguen los japoneses hasta aquí. El pueblo se lo va a impedir porque no han comprado, aún, la dignidad de los hombres de esta tierra. 2180. Y jamás la comprarán, porque mi pueblo no se vende y, cuando intentan comprarlo con cochinas maniobras, se pone de pié y cierra los puños con firmeza. 2181. Es tiempo de estrechar las filas y aguantar el último empujón. Será duro, pero será el último.
LA ESPERA 2182. Por debajo de mi puerta, silenciosamente, se desliza un papel, doblado en cuatro. Serían las cinco de la tarde. 2183. Lo levanto, pensando en cualquier cosa y siento miedo. 2184. Alguien garrapateó unas líneas, con tinta roja, y se atrevió a llegar hasta la población, donde un día recibimos, por obra y gracia de nuestro Presidente, nuestra primera casa. 2185. Mis ojos cansados, de la noche sin dormir, se negaban a ver. 229
2186. “No, te asiles, compañero, te necesitamos”. 2187. ¿Quién escribió eso? ¿Quién se arriesgó a morir y llegó con esas líneas hasta donde ya estaba? 2188. Afuera sonaban los balazos y se oían carreras. 2189. Yo ni siquiera había pensado en el asilo. ¿Por qué tendría que hacer eso? 2190. Así empezó la espera y mientras quemaba la nota recibida sentí que había gente conmigo y que no estaba solo. 2191. Reuní a mi familia y les dije: “No me moveré de mi casa, me prepararé y esperaré, porque deben saber que más tarde o más temprano vendrán por mí. Entonces, no sé si volveré. Quiero que sepan eso y que no lo olviden nunca. Mi único delito es haber creído en una idea de justicia. Cuando me lleven me acusarán de horrores que Uds. no imaginan. Nada de eso es cierto. Nada”. 2192. No sé si mis hijos entendieron, pero los ojos de mi compañera, se llenaron de lágrimas.
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2193. Ninguno me pidió que huyera, que me escondiera, o que corriera. Respetaron mi decisión y, desde estas líneas, pasados tantos años, les agradezco esa prueba de confianza. 2194. Nadie, absolutamente nadie, ha creído en mí, como creyeron ellos, en aquel tiempo de infierno y muerte. 2195. Así comenzó la espera. Me vestí calcetines de lana, zapatos gruesos y gruesos pantalones. Sweater para el invierno, tejido por las manos de mi mujer obrera, y un abrigo pesado, muy pesado. 2196. La Radio y la Televisión difundían noticias escasas y sólo las bandas militares resonaban, en mis oídos, más fuerte que el cañón. 2197. Se acabaron todos los derechos. Y yo esperaba. Se amontonaron los cuerpos de los muertos, detrás de la muralla del Cementerio Metropolitano. Y yo esperaba. Mis hijos no iban a la Escuela. Y yo esperaba. Enfundado en mi abrigo, pesado y grueso, yo esperaba. 2198. Amaneció un día. Amaneció otro. Dormíamos a ratos. Los niños preguntaban. Sonaba la metralla y agujereaba ventanas y paredes. 231
2199. Dormíamos en el cuarto de baño, abrazando a los niños. Alguna bala loca podría hacerles daño, como mató al hermano de aquel hombre sencillo con el que trabajé, en algún escenario y que una vez, algún tiempo más tarde, me culpó de su muerte, de dolor, nada más. 2200. Once días exactos, después del once, fui llevado al infierno. 2201. Había llegada la hora.
ONCE DE SEPTIEMBRE DE 1989 2202. Once de Septiembre de 1989. El Capitán General de los Ejércitos de Chile, habla por la Televisión dieciséis años después. 2203. Es el último once que lo veremos amenazándonos. 2204. Se le cae una lágrima y su discurso suena a despedida. 2205. El pueblo de Chile le ganó la batalla, después de dieciséis años. Con un lápiz y una gran esperanza.
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2206. Yo vuelo hasta Miami, la puerta de entrada del país que lo puso en el poder. 2207. No quiero acusar, pero en este testimonio debo decir que me parece que fue así. 2208. Es el último “Once de Septiembre”. Ya no estará más dibujado de calor rojo–fiesta en nuestro calendario. Pero quedará pintado de color rojo–sangre en el sencillo y generoso corazón de todo un pueblo. MIAMI (USA) 2209. La humedad de Miami me hace sentir en un mundo irreal y la vegetación exuberante me llena los ojos de verdeverde. 2210. Mi paso de cantor, por estas tierras gringas, anda pisando firme y me siento seguro y entero. 2211. Me siento vivo y creador. El cielo azul. El mar azul. La graciosa palmera y la niña mulata conforman un poema, de pocas líneas, que no necesita traducción.
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2212. El día es muy bello, aquí en Miami, y la noche tiene estrellas para regalar al mundo. 2213. Pero en este país todo se vende, incluidas las estrellas, los pájaros y el aire.
MIAMI BEACH 2214. Los muslos, generosos, las delgadas cinturas, las cortísimas faldas, los cuerpos bronceados, los mínimos bikinis, las ávidas miradas de los hombres y el caminar provocativo de las bellas mujeres, hacen de este lugar el punto de comienzo para la tonta aventura que terminará, en silencio, en un cuarto de Hotel. 2215. Kilómetros de playa. Agua tibia, en el mar. Turistas, turistas y turistas. ¿Es que toda la gente que puebla este planeta viene a matar su tiempo aquí a Miami? 2216. Yo sé que no es así, pero la playa llena, las calles llenas, los Hoteles llenos, los aviones sin cupo, parecen que gritaran que el mundo está en Miami.
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2217. Mientras juego con la arena de esta playa, pienso en mis veinte años, caminando el Norte de mi Chile, imaginando el mundo como una bolita de cristal dentro de una pecera de agua dulce. 2218. Miami Beach. La gente baila “salsa” en los pasillos de los centros comerciales y parece que todos se hubieran vuelto locos de alegría. 2219. Pero yo sé que no es así. Todo esto es muy bello. Pero yo sé que lo que mueve a esta gente a bailar, a beber, a emborracharse con todo, no es nada más que el desesperado intento de escapar de sus propios mundos, grises, donde no existen estas palmeras y donde jamás brilla, ni brillará, el sol. 2220. Abro los brazos y saludo a la Madre Naturaleza que, generosa, me envuelve en un abrazo que hoy es de azul intenso, de amor, de nube blanca y de agua.
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EL INFIERNO 2221. Con los ojos vendados camino tropezando. Me caigo. Alguien me levanta, tirándome del pelo, y hay voces que me insultan y otras que me defienden.
2222. El infierno es oscuro. Está lleno de gritos, de órdenes secas, de alaridos de espanto y de dolor. Hay olor a pólvora, en el aire, y suenan los disparos en el sitio justo donde pongo atención.
2223. Debo descubrir dónde estoy. El lugar donde me encuentro. Es importante eso.
2224. Estoy atento a todo. Se afina el oído, el olfato. Amarrado de manos y vendado de ojos soy sólo un animal preso y acorralado.
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2225. De bruces, en el helado suelo, reconozco el terreno y descubro, frotando mi mejilla, que el piso es de cemento.
2226. Alguien me dice, en el oído, donde estoy.
2227. Un ángel, pienso, y no me siento solo. Hay un ángel prisionero, como yo, traído por error, seguramente, hasta este infierno.
2228. Este cuento es sólo un testimonio. No es un cuento de horror, de modo que diré que pasé algunos siglos encadenado a un muro, algunas veces, y otras sirviendo a los soldados o a otros prisioneros que no podían atenderse por su mano.
2229. Así di de beber a más de algún sediento y, con amor, limpié la sangre seca de cabezas heridas y metí la cuchara de sopa entre los dientes de los que no entendían que había que 237
comer para estar vivo y poder, así, tener más fuerzas para aguantar la próxima tortura.
2230. Aquello no podía ser eterno. Eso decía yo. “Ya pasará”. “Ya saldremos de aquí”.
2231. Yo sabía que algún día saldríamos de allí. Que había dos opciones solamente: Morir o quedar vivos.
2232. Yo fui golpeado, tal vez físicamente torturado. No estoy seguro de eso. 2233. Eso me consta. Es lo único que puedo saber. Que puedo contar. Que puedo jurar. Que puedo escribir.
2234. El diablo no vivía en esa parte del infierno y esa fue una suerte, por lo menos, para mí.
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HUGO
2235. El Huracán “Hugo” destroza Puerto Rico (socio asociado en sociedad) y las noticias en la televisión son alarmantes.
2236. Miami tiene tormenta y mucho miedo. Relámpagos, truenos, (como nunca escuchados) y lluvia caliente y tropical.
2237. “Hugo” se dirige a Las Bahamas y pronto estará, aún, más cerca del Estado de Florida.
2238. ¿Que pasará entonces? Nosotros iremos volando con destino a la Patria cuando caiga, por estos lados la mano de Dios.
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2239. Amanece el 19 de Septiembre de 1989 y llegaremos, justo, a la clausura de nuestra 煤ltima fiesta tras infames barrotes.
2240. Un rel谩mpago quiebra el cielo con una trizadura de kil贸metros y un trueno me ensordece por un rato.
2241. Estos vientos barren los autom贸viles de las calles y derriban las tontas construcciones de los hombres.
2242. Yo escribo mi poema de nunca acabar y pienso en el momento de leer estos versos, cuando sean un libro quemante y vivo.
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EL INTERROGATORIO
2243. Camino, intentando mantenerme erguido, mientras alguien me empuja con la dura trompetilla de una metralleta, la que siento, con dolor, en mis costillas.
2244. Escucho todavía, en mis oídos la suave voz de una mujer que me dijo, mientras me metía en la boca un par de pastillas de pésimo sabor. “Ahora te van a llevar a interrogatorio de modo que trágate esto para que te ayude a soportar el dolor”.
2245. Podría haber sido veneno. Pero le creí y tragué. Entonces, mientras caminaba, al encuentro de mi absurdo destino, sentí mis manos adormecidas y mi cuerpo ausente.
2246. Fui sentado en una silla (supongo) y alguien me ladró: “¡Pon las manos sobre la mesa que está delante de ti!”. Yo 241
respire profundo. Otros “interrogados” me habían dicho que eso era lo primero que hacían.
2247. ¿Cómo te llamas? (Eso era lo segundo) y antes de la respuesta aplicaban un golpe de corriente en ambas manos, para, después, volver a preguntar… Eso me habían dicho.
2248. También me habían dicho que gritara. Que eso ayudaba a soportar el dolor.
2249. (Creo que me lo dijo el mismo soldado que me llevó hasta allí).
2250. Yo contesté mi nombre, (sentía la lengua estropajosa) y me preparé para el golpe. Pero este no llegó. ¿Cómo se llama tu padre? etc., etc. Hasta el agotamiento contesté las mismas preguntas. Una y otra vez.
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2251. A veces quería llorar y las voces se turnaban para preguntar: 2252. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama tu padre? 2253. Llegó un momento en que nada me importó. Ni siquiera la muerte. 2254. Entonces comprendí que no iba a ser torturado. Que no iban a maltratar mi cuerpo. Que debía cuidar mi mente. Tal vez allí apuntaba aquel estúpido interrogatorio. 2255. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama tu padre? 2256. La droga que me diera la enfermera no me dejaba pensar. 2257. De pronto estaba llorando. Había sucumbido a la tensión. 2258. Me levantaron del asiento y, con paso torpe, caminé hacia donde me indicaron. 2259. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama tu padre? 2260. La venda me apretaba los ojos. Se había dilatado mi cabeza y se había entumecido mi cerebro. 243
2261. No sé por qué lo hice, pero cuando me empujaban de regreso al lugar de los presos, antes de salir les di las gracias. 2262. ¿Por qué hice eso? ¿Era tanto mi miedo a la tortura? ¿Fue, eso, cobardía? ¿Debilidad? ¿Agradecimiento? ¿Consecuencia de la droga que me dio la enfermera? 2263. ¿Cuánto tiempo estuve allí? No lo sé. 2264. Un soldado me sacó la venda de los ojos y vi el sol. Vi a los hombres armados y a los otros, sucios y ensangrentados. 2265. De allí en adelante recobré mi derecho natural y no volvieron a cubrir mis ojos. 2266. No me preguntes lo que vi. De nada serviría contarte eso. Tampoco contribuiría a nada si te dijera lo que vi. 2267. Desde entonces soy sordo y ciego, por propia voluntad. 2268. Volví a mi lugar entre los “detenidos”. Drogado, convertido en un tonto, y solo.
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VUELVO 2269. De Miami al Sur. Al Hemisferio Sur. A la Octava Región de mi país, donde el grito del viejo carbonero se escucha en el aire conformando toda una sinfonía con el crujir del yugo y el chirrido de los ejes de la tosca carreta. 2270. Todavía la vida pasa por estas tierras. 2271. Los estudiantes enarbolan sus banderas y marchan en desfile gritando sus consignas. 2272. Pronto vivirá Chile una histórica gesta cuando todos marchemos a elegir Presidente. 2273. ¿QUÉ ES ESO? ¿Cómo se hace? ¿Qué significa? 2274. ¿Se acabará el horror? ¿Se acabará? 2275. Escucho los gritos de los jóvenes y pienso en ellos más que en mí. 2276. Ellos son los hombres del mañana y allí van, marchando, decididos a construirse “su” mañana.
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2277. Veo futuros ingenieros, futuros profesores, futuros abogados, futuros médicos, futuros arquitectos. 2278. Esta es Ciudad Universitaria y las consignas, este día de reciente Primavera, hablan de libertad, de justicia, de igualdad. 2279. El viejo carbonero detiene su carreta, en una esquina, y pasa el desfile de jóvenes, vitales, desgranándose por la calle como río de savia nueva, limpia. 2280. El hombre, sucio de carbón, aprovecha el minuto de obligado descanso, para sacarse el sombrero y secarse, con el dorso de la mano, el sudor de la frente. 2281. No entiende. No participa. Mira, calmadamente, a la turba juvenil. 2282. ¿Será Chileno? ¿Vivirá en el mundo del mañana? ¿Será posible que su hijo sea atendido, alguna vez por un médico joven que pasó, por una esquina, un día, enarbolando una bandera y gritando: ¡Justicia! ¡Justicia!?
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2283. Yo camino, lento, y siento que algo no anda bien. No sé qué es pero algo no anda bien. No encaja. No calza. No anda bien.
LA INCERTIDUMBRE 2284. Así quedé, con la vida agarrada de un hilo delgadísimo, pendiendo de la “suerte” o qué sé yo.
2285. Tirado boca abajo, sobre el frío cemento del Hangar Número Uno, con los brazos abiertos y el corazón saltando, me acordé de mi madre y de su tibio abrazo. 2286. Entonces elevé una plegaria y le pedí la vida. 2287. No me importaba ni siquiera el canto. Sólo quería salir vivo de allí, regresar a casa y comenzar de nuevo. 2288. Podría ser, otra vez, obrero de la construcción, lavador de platos, vendedor de diarios, lustrador de zapatos. Pero, para todo eso, necesitaba la vida.
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2289. Entonces se la pedí a mi madre. En silencio. Con los ojos húmedos, confiado. Así supe que viviría y me quedé tranquilo. 2290. No puedo relatar las cosas que puedan ser perjudiciales para nadie. No es esa la idea. La idea es el amor y eso es lo que escribo. 2291. Un día se acabó aquel pasar incierto cuando fui llamado, de viva voz y por mi nombre completo: “¡Humberto Waldemar Asdrúbal Baeza Fernández, preséntese a la guardia!”
NOTAS 2292. Consigno, en estas notas, que a Viernes 29 de Septiembre de 1989 el candidato del oficialismo pasa por la plaza principal de Concepción y es abucheado por el pueblo. 2293. Hace muy poco fue abucheado, también, por la gente del sector en que yo vivo. 2294. No me consta otra cosa, hasta el día de hoy.
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2295. Pero por lo que he oído la gente no lo quiere. A pesar de su despliegue de sonrisas. A pesar de la súper millonaria propaganda. A pesar de sus múltiples promesas la gente no lo quiere. 2296. Es que el pueblo quiere paz y él no la representa. Es que el pueblo quiere justicia y él no la representa. Es que el pueblo quiere pan y él no lo representa. Es que el pueblo quiere a su representante y él no es el hombre indicado para eso. 2297. Entonces aparecen los gritos, las consignas, las ofensas. 2298. No me gustan las ofensas. Ni en este caso ni en ningún otro. No me gustan los insultos ni las patadas. Mi madre me dio la vida dos veces y no fue para eso. LA “LIBERTAD” 2299. Escuché mi nombre con un sobresalto. ¿Qué significaría eso? 2300. Un soldado me pateó las costillas (ya eran expertos en hacerlo) y me empujó, con la culata de la metralleta, haciéndome trastabillar. 249
2301. Así llegué a la guardia. Había un capitán y un individuo moreno, de pelo ensortijado, de bigote corto, vestido de civil, que llevaba un montón de papeles en la mano. 2302. “Firma aquí” - me dijo -tendiéndome una hoja del legajo. 2303. - ¿Puedo leer lo que voy a firmar? - pregunté. 2304. Es tu declaración en el interrogatorio me respondió, y no se lee, simplemente se firma, ¿OK? 2305. No creo que mi declaración real ocupara más de una carilla, de modo que “eso” no era mío. Pero firmé. Al fin y al cabo era un preso y los presos no tienen otro derecho ni otra obligación que la de luchar por mantenerse vivos. 2306. Después de firmar firmó el Capitán, firmó el hombre de civil y el Capitán me dijo, respetuosamente: “Puedes irte, estás libre”. 2307. Me volví hacia el hombre de civil y le pregunté dónde nos habíamos visto antes. - “Tal vez en Panamá” - me contestó sonriendo. Me estrechó la mano y se fue, con el legajo de papeles bajo el brazo. 250
2308. Pensé, por un segundo, en lo que contendría aquel escrito, en el OK de su respuesta, tan poco Chileno, después agradecí a mi madre, saludé a los centinelas y salí, con paso lento, hacia la “libertad”. 2309. “Tal vez en Panamá” ¿Qué significaría eso? CANTO 2310. Vivo en el quinto piso del Hotel Ritz, en Concepción. 2311. Poca gente conoce la eterna soledad de los Hoteles y piensa que nuestra vida, de viajeros, es envidiable y nos la envidian. 2312. Afuera, las palomas se arrullan y me recuerdan los amaneceres en el viejo “Lancaster” de Valparaíso, el mismo de las primeras páginas de este Libro. 2313. Yo debo volver a sonreír. 2314. Un día perdí la sonrisa, no sé dónde, y aprovechando mi vida de viajero penitente la buscaré hasta encontrarla. 2315. ¿Quién se quedó con mi sonrisa? ¿Por qué me la robó?, ¿O la perdí, de distraído, simplemente? 251
2316. Anoche una bruja se metió a mi camarín y me vaticinó los tormentos del infierno. 2317. Desde estas páginas yo niego lo que dijo. No lo acepto. No es así. Y, aclaradas las cosas, no volveré a referirme a ellas, nunca. 2318. A la gente le gusta mi poesía alegre (tal vez me he vuelto demasiado serio) de modo que, no bien recuperada mi sonrisa, echaré a andar por los caminos con una copla viva que pinte de colores el gris en donde esté. 2319. Yo vengo desde la tierra y a la tierra vuelvo cada vez que mi canto se escucha en algún lado, y ¿quién mejor que yo para decirle al mundo que la vida empieza hoy y que es buena y bella? 2320. Toma en tus brazos a la mujer amada, cúidala. No dejes que se vaya, allí está la razón de la existencia y la única verdad que hay que cantar.
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EL MIEDO 2321. Salí a la calle, diez años más viejo. Caminé, lento, hasta la esquina. Mi cara me miraba desde la portada de una revista en un kiosco de diarios. ¿Qué hacía, yo, allí? Junto a mi cara joven estaban los rostros, sonrientes, de los Huasos Quincheros, artistas apologistas del Régimen. 2322. Algún día contaré esa historia, cuando no sea peligroso nombrar a la gente y podamos conversar sin miedo. 2323. Descubrí que tenía mucho miedo. ¿Por qué? ¿No era, ya, libre? 2324. Así volví a la calle. Destrozado. Maltratado. Aterrorizado. 2325. La gente iba y venia como si nada. 2326. ¿No sabrían lo que estaba ocurriendo detrás de esas murallas? 2327. Sí, lo sabían, se les notaba en los ojos que tenían tanto miedo como yo. 2328. Revisé mi billetera. Allí estaban todos mis documentos y todo mi dinero. 253
2329. Me subí a un taxi, di mi dirección. El taxista esquivó mi mirada y no fue amable como siempre. Ni siquiera me habló. Me dejó en la puerta de mi casa, cobró sus honorarios y huyó. 2330. Algo no era igual. 2331. Así volví a la casa. Abrí la puerta. No había nadie. ¿Por qué? ¿Dónde estaban todos? ¿Mi mujer, mis hijos? ¿Dónde estaban? ¿Por qué estaba la casa sola? ¿Qué había pasado? 2332. Estaba todo limpio y ordenado. Como a mí me gustaba. 2333. Me metí bajo la ducha, tratando de sacarme la mugre acumulada, y aprendí que la mugre sale con agua y jabón pero no los golpes. 2334. Ya llegará alguien (pensé) y me caí en la cama dormido para siempre.
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EL SUR 2335. Pasa mi paso por esta tierra indígena y, en Cañete, en la casa de Carlos Martínez almuerzo un plato de sopa de lentejas y me bebo el sol con todos los ojos. 2336. Un día el Norte, otro día el Sur. En este Chile, largo y flaco, no hay otra alternativa. 2337. Hilvano algunos versos mientras mi voz suena, allá en la calle, invitando a la gente a mi fiesta de canto. 2338. “Nada de lo que está aquí, existe” y en esta casa hay plantas, flores y muchos trabajos de artesanía. Hay una colección de llaves y de candados y tal vez alguna de estas llaves es la que puede abrir la puerta del duro corazón de aquellos que no entienden. 2339. Jubilosa me late la vida, aquí en el pecho, y canto. 2340. Es otro día más. Nada más.
NOTA: Es para que te enteres de qué trata este libro.
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