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9 factores de riesgo que influyen en el desarrollo de la demencia

Cabe destacar que tener uno o varios factores de riesgo no significa que una persona desarrollará demencia, pero sí que aumenta la probabilidad. Por eso, es vital fomentar estilos de vida saludables y recibir la atención médica que ayude al manejo y control de las enfermedades crónicas.

¿Cómo ayudar a un paciente con demencia?

Para el especialista en medicina conductual es fundamental la integración del componente interdisciplinario que permita al paciente integrarse a su entorno de manera efectiva y proactiva.

“El paciente con demencia comienza a sentir que ya no es útil, se confunde, experimenta alteraciones de humor, ansiedad e inquietud, y el abordaje se hace un poco más difícil. Por eso, hacemos una entrevista profunda al paciente y a los familiares para poder ayudarlo a redirigir esas emociones y crearle un plan de activación conductual que le permita realizar tareas simples que le causen placer, como caminar, ejercicios, rompecabezas o crucigramas”, detalló.

• Enfermedades crónicas: Tener ciertas enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, hipertensión y trastornos en el metabolismo.

• Salud deficiente del corazón: “Las enfermedades coronarias del corazón son top tres en Puerto Rico y se ha demostrado que la presión arterial alta, el colesterol alto y fumar aumentan el riesgo de la demencia, si no se tratan de manera adecuada”.

• Grupos étnicos: Los estudios a nivel de raza demuestran que los afroamericanos tienen el doble de probabilidad de presentar demencia que la raza blanca. En las personas hispanas, la probabilidad es 1.5 veces mayor que en la raza blanca.

• Lesiones cerebrales traumáticas o infecciones del cerebro: Una persona que sufre una contusión, y no se atiende, puede aumentar su riesgo, especialmente, si son graves o tuvo un sangrado.

• Estilo de vida poco saludable: Falta de ejercicio y ausencia de una dieta balanceada.

• Consumo excesivo de alcohol: Los trastornos de alcohol están vinculados a un mayor riesgo de demencia temprana.

• Depresión o el aislamiento social: Una depresión a largo plazo, entiéndase comprometido anímicamente por un período de dos años o más, pudiera ser un factor precipitante de esta condición cuando la persona cumpla 65 años o más.

Cruz reconoció los beneficios del tratamiento farmacológico para aumentar los niveles de neurotransmisores que participan en el rol de la memoria, el aprendizaje y el sentido de la realidad, pero, al mismo tiempo, entiende que la clave está en incluir el componente psicológico y emocional que ayude al paciente a mejorar la calidad de vida que se ha visto afectada.

“Es importante abordar el contexto familiar y ofrecerle asesoramiento en estrategias preventivas que eviten que los miembros sufran de un trastorno de quemazón. Además, [es necesario] ayudarles con herramientas de aceptación, compromiso y planes de contingencia para trabajar los síntomas del paciente, así como ofrecerles estrategias de afrontamiento y adaptación para que puedan ayudar al paciente”, puntualizó.

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