HECHO EN FLANDRIA Jรกuregui, el pueblo-industria de Lujรกn Historia Instituciones Crisis y Actualidad Parque Industrial Empresas
ENGLISH TRANSLATION
Staf EDITOR
DIRECCIÓN COMERCIAL
FOTOGRAFÍA
CORRECCIÓN
Sebastián Stupenengo
Natalia Gigante
Ariel Viccharino
Alicia de Sa Torres
DISEÑO GRÁFICO
JEFE DE REDACCIÓN
REDACCIÓN
ADAPTACIÓN AL INGLÉS
Diego Ay
Horacio Papaleo
Gustavo Charino Nicolás Grande
Estefanía Gimenez Casset Paula Andrea Gutierrez
Museo Textil del Parque Industrial “Villa Flandria” Documental “El fútbol de un pueblo” Documental “Rerum Novarum” Relatos Ángel Arnoldo Ferrari
Historia de la Argentina Insólita Diccionario lujanense Héctor Felice (primera edición) Archivo Zeballos del Complejo Museográfico “Enrique Udaondo”
Pioneros de la industria argentina Encíclica Rerum Novarum Grupo de los Sábados www.clubflandria.com.ar Libro “100 años de fútbol lujanense” (Juan Carlos Rosso)
Fuentes Claudio Tuis Mariela Ceva Revista “El Telar” Archivo “El Civismo” Archivo Club Náutico “El Timón” Revista “Nosotros”
Agradecemos por su colaboración a José Cabral, Jorge Banez, Eduardo Antonelli, Rubén Zucchi, Eduardo Espuña, Alberto Giuliano, Fabián Poli, José Chiurco, Joris Steverlynck, Andrés Mage, Carlos Diforti, Raúl Pruski, Arnoldo Daniele, Guillermo Bertini, Javier Aiassa,
María Inés Fernández, Jorge Artero, Julio García, Juan Carlos López, Jerónimo Mesa, Adolfo Cristante, Clotilde Jeannot, Alejandra Dodorico, Pedro Marcelo Giachino y familia, Angel Arnaldo Ferrari, Héctor Vicchiarino, entre otros.
RICIA LTAR A PAT U S N O C , R MPLAZA
REE
Es una publicación de Luján, historia viva / Sebastián Omar Stupenengo ... [et al.]. 1a ed. - Buenos Aires : Rumbo sur, 2007. 208 p. ; 32x24 cm.
Lavalle 557, piso 9, oficina 902, C.A. de Buenos Aires. Tel: (011) 4393-5764 San Martín 151, of. 7, (6700) Luján, Pcia. de Buenos Aires. Tel: (02323) 435071
ISBN 978-987-23889-0-4
Impreso en: Brapack S.A., Saraza 1310, C.A. de Buenos Aires, Tel. 4926-2800
1. Turismo. I. Stupenengo, Sebastián Omar CDD 338.479 1
La reproducción total o parcial de este libro no autorizada por los editores viola los derechos reservados, cualquier utilización deberá ser previamente solicitada.
Contenido
Historia
Instituciones
Crisis y Actualidad
Empresas
“Canto a la Algodonera”,
“Vivir en la Villa”, por Javier Aiassa
“Antes, durante y después de la Algodonera”
“Y mi pueblo Resucitó”,
del Padre Inglés
de Arnoldo Daniele.
de Marcos Ezequiel Bertini
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Los inicios: el molino de Jaúregui Julio Steverlynck, el hombre que construyó una comunidad
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Algodonera Flandria, gran industria textil Tierra, techo y trabajo: la política de la fábrica hacia los obreros
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Forestación: hacia el pueblo jardín que es hoy Bicicletas: Historias en dos ruedas
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Parroquia San Luis Gonzaga Círculo Católico de Obreros Instituto Inmaculada Concepción Colegio San Luis Gonzaga Grupo Scout Club Náutico El Timón Club Social y Deportivo Flandria Banda Rerum Novarum Círculo Criollo Martín Fierro Carrera de Autitos a piolín
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72. Algoselan S.A. Resistir a pesar de todo Resurgimiento y actualidad
74. Italcolore 76. Tía Maruca 78. Estampados Rotativos 80. LP “Telas para Decoración”
Parque Industrial
82. Prussa Color S.A.
“Un paseo por los recuerdos”
84. Sanyo Color S.A.
por Ruben Zucchi.
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86. Choi Textil
Parque Industrial Villa Flandria
88. TMC Transformers
Museo Textil
92. Productos Texcel S.A.
90. Pisos Argentinos S.A.
94. Parque Industrial y Tecnológico Don Julio Steverlynck 96. Inversora Cortinez.
HISTORIA Canto del Obrero a la Algodonera “Flandria” Desde el fondo del huerto de hortalizas y árboles cubiertos, yo te saludo ¡Oh Gran Algodonera! que de orden y trabajo prodigioso tu silueta destacas altanera cual escudo glorioso, la chimenea levantada al viento bajo el patio azul del firmamento.
Tú eres de nuestros hijos la esperanza, arco iris de bonanza, concierto de turbinas y motores que las aves a veces alegran con sus trinos, que perfuman las flores del cuidado jardín de tus vecinos; fábrica renombrada, de noche y día abierta y ocupada.
¡Que el buen Dios te bendiga! Que tu feliz y buena suerte siga doblando de continuo tus telares… Nunca se apague el fuego que por ti resplandece en los hogares… Vayan con la labor y nuestro ruego, para el bien del obrero y alegría Tus obras aumentando día a día.
En torno a tu sombra bienhechora de hogares protectora, van surgiendo con mágicos encantos las amplias avenidas que bordean las casas bendecidas del obrero, sin penas ni quebrantos, que espera la alborada para ganarse el pan de la jornada.
Aquí, amores, plegarias y canciones entre idiomas de múltiples naciones Tú, del Papa inmortal de los obreros vas cumpliendo normas sociales; por eso tus caudales, siendo de paz y bienestar veneros, van creciendo a porfía, reinando entre el trabajo la armonía.
OCTUBRE DE 1942 REVISTA “EL TELAR” GINÉS PERALD SEUDÓNIMO UTILIZADO POR EL PADRE INGLÉS, PRIMER PÁRROCO DE LA PARROQUIA SAN LUIS GONZAGA, DE JÁUREGUI.
Una imagen que se repitió durante décadas: la salida del turno femenino, desde la portería Norte. Los hombres se retiraban de la planta por la portería Sur.
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Los inicios: José María Jaúregui
Puso en marcha la rueda de la historia
1821 Nace en San Sebastián, España, José María Jáuregui.
1850 José María Jáuregui se radica en Luján.
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e aquellos tiempos coloniales de malones y fronteras imprecisas entre el hombre blanco y el indio, hacia el siglo XIX, la zona donde hoy se levanta la localidad de Jáuregui era apenas un punto intermedio entre la Villa de Luján y Mercedes, sin delimitaciones ni nombre. Con una incipiente economía agraria, especialmente ganadera, esos campos de la pampa bonaerense comenzaron a despertar el interés de pioneros comerciantes y hasta de algunos aventureros. Entre esos hombres, un español originario de San Sebastián fue el responsable de poner en marcha la rueda de la historia grande para este despoblado territorio del oeste bonaerense. A los 30 años, José María Jáuregui ya era un conocido vecino de Luján. Destacado por su espíritu emprendedor, inteligencia y gusto por la conversación, también mantenía una importante gravitación en el mundo político de aquel entonces, al punto de convertirse en tesorero de la primera junta vecinal de Luján.
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Hacía 1864, Jáuregui era el dueño de un molino harinero, ubicado en terrenos donde décadas después se instaló la textil Algodonera Flandria, al que llamó “Nuestra Señora de Luján”. El molino constaba de cinco pisos y alcanzaba una altura total de 12 metros. Para su funcionamiento se nutrió de la fuerza hidráulica del río, mediante la construcción de un tajamar. Siempre empujado por su visión comercial, hacia la década de 1880 logró levantar un puente de madera sobre el río, que facilitó el traslado de la producción generada por el pionero establecimiento industrial. Ya de cemento, con el correr de los años ese paso sería restringido únicamente a la circulación de personas y bautizado como “la pasarela”, denominación informal que llega hasta la actualidad. Pero el aporte más significativo, que le puso un nombre concreto a estos parajes en proceso de desarrollo, ocurrió en 1884: luego de intensas gestiones ante el Ferrocarril Oeste, Jáuregui logró habilitar una estación para pasajeros, encomienda y cargas.
La Estrella ADEMÁS DEL MOLINO “NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN”, EN LOS TERRENOS DONDE HOY ESTÁN INSTALADOS EL COLEGIO SAN LUIS GONZAGA Y EL DESTACAMENTO POLICIAL, FUNCIONABA POR AQUELLOS AÑOS EL SALADERO Y GRASERÍA “LA ESTRELLA”. PROPIEDAD DE JUAN FRANCISCO FONT, EN UNA PRIMERA ETAPA SÓLO SE OBTENÍA LA GRASA ANIMAL, UTILIZADA EN LA FABRICACIÓN DE VELAS. EL ESTABLECIMIENTO EVOLUCIONÓ HASTA CONVERTIRSE EN UN SALADERO DE CARNES. COMO UNA HUELLA DE SU EXISTENCIA, TODAVÍA PUEDE OBSERVARSE EL DESVÍO FERROVIARIO QUE CONECTABA LOS GALPONES DEL SALADERO CON EL FERROCARRIL DEL OESTE.
1883 Se ceden las tierras para construir la estación de trenes.
1895 El 4 de octubre nace en Courtrai, Bélgica, Julio Adolfo Steverlynck.
1900 En Zarauz, España, muere José María Jáuregui a los 79 años.
1914 Hasta 1918, aquel joven que cambiaría la historia de Jáuregui y sus alrededores, se ofrece como voluntario en el ejército belga.
Foto actual de la centenaria casona de la Familia Jaúregui, hoy parte del Colegio Inmaculada Concepción.
José María se despidió de estas tierras un año después, para regresar a su terruño de origen donde falleció cuando comenzaba el siglo XX. El molino quedó en manos de su hijo Vicente y de su hermano Pedro. Las desdichas naturales y las condiciones económicas complicaron el futuro del establecimiento. En pocos años, distintas inundaciones causaron serios destrozos en el lugar. Pero al agua le siguió el fuego: en 1909 un incendio originado por un rayo dañó máquinas y mercadería. El desarrollo tecnológico de los molinos que funcionaban en la ciudad de Buenos Aires fue otro de los factores que precipitaron el declive de la empresa. En ese camino, las instalaciones llegaron a procesar pasto para evitar que las máquinas quedaran inactivas. El pasto era molido, enfardado y luego vendido, especialmente al Ejército. Las bajas ganancias de ese tipo de explotación se mantuvieron durante tres años. El molino “Nuestra Señora de Luján” cerró sus puertas en 1915. Para ese entonces ya se habían realizado dos loteos de tierras, que permitieron incrementar el número de población estable en la zona. La primera división ocurrió en 1902 y la segunda en 1910. Entre los primeros propietarios se encontraban Andrés Santamaría, 10
Jáuregui intendente AL IGUAL QUE SU PADRE, VICENTE JÁUREGUI FUE UN HOMBRE LIGADO A LA POLÍTICA LOCAL. ADHERIDO A LAS IDEAS DE BARTOLOMÉ MITRE, FUE ELEGIDO CONCEJAL Y PRESIDENTE DEL CONCEJO DELIBERANTE. ENTRE EL 1º DE ENERO DE 1895 Y EL 7 DE FEBRERO DE 1896 OCUPÓ LA INTENDENCIA DE LUJÁN. SEGÚN DETALLA EL HISTORIADOR ÁNGEL ARNALDO FERRARI, VICENTE JÁUREGUI EDIFICÓ UNA IMPONENTE MANSIÓN EN LA CALLE COLÓN DE LA CIUDAD DE LUJÁN, QUE DURANTE ALGÚN TIEMPO FUE SEDE DE LA ESCUELA NORMAL. EN LA ACTUALIDAD, LA EDIFICACIÓN ES OCUPADA POR EL CLUB ARGENTINO.
1924 El 22 de julio se casan Julio Steverlynck y María Alicia Gonnet. Comienza su actividad en Valentín Alsina, Algodonera Sudamericana Flandria S.A.
1928 El 27 de enero Algodonera Sudamericana Flandria S.A. compra las instalaciones del viejo molino de José María Jáuregui.
1929 José Penadez es la primera persona que termina la construcción de su casa con ayuda de la fábrica.
Santiago Carca, Francisco Grattone, Domingo Ferrari y Florentino Toccalino. También funcionaba allí la Escuela Nº 16, bautizada con el nombre de “José María Jáuregui”. El predio del molino fue alquilado a los alemanes Strasser y Keggi, quienes instalaron la primera industria textil de la zona, un anticipo 11
de lo que vendría poco tiempo después. Pero la iniciativa duró apenas dos años y en 1923 bajó sus persianas. Cinco años más tarde, en 1928, un industrial belga se convertiría en el protagonista excluyente del capítulo más resonante de esta historia.
Foto actual del aljibe original en la casa de los Jáuregui. La estación del entonces Ferrocarril del Oeste le dio nombre al pueblo. Imagen actual del primer establecimiento educativo del pueblo Vista del saladero, una de las primeras industrias de la zona El Molino de Jáuregui: primera edificación sobre la cual, décadas más tarde, se construyó Algodonera Flandria. El tajamar se utilizó para aprovechar la energía hídrica que proporcionaba el río Luján.
1930 Se levanta el edificio de la Iglesia San Luis Gonzaga.
1931 La demanda de trabajadores para la algodonera hace que se incremente notablemente la llegada de peones y chacareros de campos de la región.
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Julio Steverlynck
El hombre que construyó una comunidad P
ensó en una fábrica que produjera y vendiera a precios competitivos. Pensó en el modo de abastecer de energía a esa planta fabril. Pensó alternativas de riego para sus campos de lino. Pensó en los trabajadores que precisaría para cada especialidad industrial y también pensó en lo que precisarían esos trabajadores. Pensó en las horas de trabajo y en los haberes que sus empleados merecían recibir. Pensó en el tiempo ocioso que tendría esa gente. Pensó en instituciones deportivas y recreativas para desarrollar un modo de vida saludable. Pensó en su entorno y en los años por venir. Pensó en la fe de su pueblo, en viviendas, en forestación. “Mi padre pensaba. Pensaba todo el tiempo. Estaba meses o quizás años pensando en una obra, en una mejora o en la creación de una institución. Uno lo veía que anotaba y anotaba, hasta el día en que se decidía a poner en marcha su plan. En ese momento, ya tenía pensando no sólo qué iba a hacer, con lujo de detalles, sino que también había contemplado los plazos, los materiales que
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precisaba, la mano de obra, la financiación. Así era como le salían las cosas. Recuerdo que se quejaba porque decía que algunos argentinos hacían las cosas y después pensaban”, rememora Joris Steverlynck, uno de los dieciséis hijos del matrimonio que formaron Julio Adolfo Steverlynck y María Alicia Gonnet. La fructífera historia de Julio Steverlynck en Argentina comenzó a escribirse en los albores de 1920. Viajó a este país acompañado de José de la Arena, gerente de Braceras y Compañía, y de sus hermanos Léonard y Charles. ¿Vinieron a rematar pertenencias por una quiebra? Hay quienes lo afirman. Pero Mariela Ceva, historiadora e investigadora de la vida de Steverlynck, sale al cruce de esa versión. “Escuché la explicación de que vino a Argentina a cobrar una quiebra, pero en los papeles no aparece. Me resulta extraña esa versión, principalmente porque que el socio de Steverlynck en Argentina fue Braceras y era el que, supuestamente como importador, le estaba debiendo. ¿Por qué, en-
1932 Fue el año en que se constituye la Cooperativa Obrera de Consumos, entidad que compraba y distribuía artículos de primera necesidad.
1933 La primera inundación golpea fuerte a la algodonera. El pueblo queda aislado de la fábrica, que llega a tener 70 centímetros de agua.
1934 Aparece el primer ejemplar de la revista “El Telar” y expresa su línea editorial: Dios, Patria, Hogar, Paz y Trabajo. Steverlynck, con su tradicional boina, junto al Hermano Jorge, director del Colegio San Luis Gonzaga. Construcción del puente (actual pasarela) que une Villa Flandria Sur con la planta industrial. Las obras de infraestructura impulsadas por Steverlynck iban más allá del complejo industrial. Hacia la década del 50, vista aérea de la planta fabril y las primeras edificaciones del Club Timón. El concepto de Steverlynck al construir la fábrica fue lograr la armonía entre producción y naturaleza.
1936 El obispado de Mercedes crea la Parroquia San Luis Gonzaga y designa sacerdote a Miguel Inglés, quien escribía sobre el pueblo bajo el seudónimo Ginés Perald.
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tonces, en los primeros años de Algodonera, Braceras tuvo el 50 por ciento? También podría haber sido una quiebra de otra empresa, pero lo dudo, por el modo en que funcionaba el mercado entonces”, afirma Ceva. En 1923 los hermanos Steverlynck fundaron La Textil Uruguaya S.A., en Montevideo, que quedó a cargo de Léonard. Y mientras Charles decidía su regreso a la Bélgica natal, Julio, inmortalizado más tarde como “don Julio”, abría las puertas de Algodonera Flandria Sudamericana, en Valentín Alsina, con viejos telares que trajo de Europa. La idea de la familia Steverlynck era el regreso de Julio a Europa, pero hubo cambio de planes. Si bien Julio volvió al Viejo Continente, sólo fue para sellar su casamiento con María Alicia. Regresó a la Argentina y comenzó a dar forma a su sueño familiar e industrial, en un poblado rural al que quería moldear con sus propias manos. Se comunicó con la familia en Europa y les dijo que se quedaba, que aquí tenía la oportunidad de trabajar a su gusto, de sembrar flores y plantar árboles sin que nadie de la sociedad le reprochara esos presuntos “gastos innecesarios”. En 1928 descartó la compra de un predio molinero en Bancalari y decidió adquirir, por gusto personal, 28 hectáreas que costeaban el río Luján, alejadas de la Capital, en una zona conocida por entonces como “El Molino de Jáuregui”: partida de nacimiento de Algodonera Flandria S.A. El río serviría para la energía de la fábrica y la cercana estación de trenes lo comunicaría con el comercio. Aquella adquisición 15
de Steverlynck distaba mucho de su aspecto actual; eran apenas un puñado de edificios abandonados, una represa y las instalaciones deterioradas del viejo molino. “Comprar el predio de lo que fue Algodonera era el equivalente a dos años del alquiler que pagaba por los galpones de Giardino, en Buenos Aires”, destaca Ceva. En ese ambiente, carente de servicios y con caminos imposibles para los días de lluvia, Steverlynck y Gonnet construyeron su propia leyenda. Steverlynck contempló todo lo necesario para la producción y se apoyó en colaboradores coterráneos. Pero también planificó la vida de los trabajadores que se sumarían a su proyecto. Además de ofrecer salarios más que dignos, con beneficios que por entonces no existían en estas tierras, diagramó el tejido urbano. Con enormes facilidades, entregaba a sus trabajadores terrenos de 800 metros cuadrados. “Mi padre soñaba con buenas casas para los trabajadores, pero también con hermosas quintas, gallinas y frutales. Estaba convencido de que, si lograban eso, vivirían mejor porque eran cosas que incrementaban la satisfacción por lo que es de uno, por su propiedad. Creía mucho en el sentido de responsabilidad personal. Decía que de ese modo la sociedad no podía andar mal”, recuerda su hijo Joris. Julio Steverlynck defendió un esquema comunitario, más allá de la visión netamente industrial. Sostenía -y actuaba en consecuencia- que podría haber ganado “diez veces más de lo que ganaba”, pero no era su interés central.
Custodios de la Virgen SE AVECINABAN LOS PEORES AÑOS EN LA RELACIÓN PERONISMO-IGLESIA Y EL OBISPO DE MERCEDES, ANUNCIADO SERAFINI, ENCARGÓ LA REALIZACIÓN DE NUEVE RÉPLICAS “EXACTAS Y PERFECTAS” DE LA VIRGEN DE LUJÁN. SEGÚN NARRAN MARÍA SUSANA AZZI Y RICARDO DE TITTO EN “PIONEROS DE LA INDUSTRIA ARGENTINA”, SIETE DE ELLAS FUERON OBSEQUIADAS A VISITANTES EXTRANJEROS Y SÓLO DOS QUEDARON EN ARGENTINA. UNA EN MANOS DEL CARDENAL ANTONIO CAGGIANO, ARZOBISPO DE BUENOS AIRES, Y LA OTRA EN EL PRIMER PISO DEL CASCO DE LA ESTANCIA DE STEVERLYNCK “POR RECONOCIMIENTO A SU CONSTANTE COLABORACIÓN”. EN JUNIO DE 1955, DESPUÉS DE LOS BOMBARDEOS A PLAZA DE MAYO, SERAFINI LE PIDIÓ A DON JULIO QUE LE PRESTARA LA RÉPLICA PARA PODER EXHIBIRLA EN LA BASÍLICA Y LE ENTREGÓ EN CUSTODIA LA IMAGEN ORIGINAL. FINALMENTE NADA SUCEDIÓ Y LA VIRGEN ORIGINAL REGRESÓ A LA BASÍLICA. EL SECRETO SÓLO LO CONOCÍAN DON JULIO Y SU ESPOSA, QUIEN DURANTE LA HONROSA ESTADÍA HACÍA REZAR A SUS HIJOS EL ROSARIO “PARA VENERAR Y RESPETAR A LA VIRGEN”.
Una de las primeras fotos aéreas, hacia la década del 30: se observa el viejo puente construido por Jáuregui, el Molino y los primeros galpones. Los reyes belgas Balduino y Fabiola, interesados por conocer el innovador proyecto productivo de su coterráneo. Los acompañó el presidente de la Nación, Arturo Illia. Corría el año 1965. Los obreros también se vistieron de fiesta para recibir a las visitas del año 1965. En primer plano, la sección “Carpinteros”. Las inundaciones se reiteraron a lo largo de las década.
1937 Llegan a Flandria bicicletas traídas de Europa. Punto de partida para la fundación del Club Ciclista El Pedal.
1938 Algodonera Flandria agrega a sus buenos salarios beneficios sociales desconocidos para la época.
1939 Es el año en que el río Luján se transforma en espacio para los deportes náuticos. Abre sus puertas el Club Náutico El Timón. Mientras se desata la Guerra Mundial la gente comienza a construir en amplios lotes las primeras viviendas de Pueblo Nuevo.
1941 Linera Bonaerense inicia su industrialización de la fibra de lino.
Apenas comenzó a funcionar la fábrica, Steverlynck notó una carencia en los alrededores: no había nada por hacer después del trabajo, y el lugar preferido de sus empleados pasaban a ser los boliches. Por eso, sin pausa, fomentó la construcción de clubes, de la parroquia y de otras entidades. En todos ponía porciones de lo que eran sus pasiones, sus devociones. Si bien su accionar fue calificado como paternalista, habría que admitir que su paternalismo tenía aspectos laxos. En todo caso, entendía el paternalismo como un sendero para que sus “hijos” se manejaran con libertad. Con los clubes 16
solía tener una costumbre sumamente interesante, que buscaba el crecimiento autónomo. En caso del pedido de una ayuda económica, accedía aportando el doble de lo que cada club recaudara por mes. Así incentivaba el desarrollo de cada entidad, la búsqueda de socios y, en especial, la construcción de responsabilidad. Su idea de realización personal en cada trabajador atravesó pruebas de fuego. Dos inundaciones provocaron en Algodonera una quiebra que se recuerda como funesta. Pero el pueblo no se quedó desocupado. Además de apuntalar la recu-
peración de la planta fabril, surgieron pequeños comercios y talleres; había brotado en Flandria la cultura del trabajo. Hubo años en los que su modo de recompensar el trabajo obrero también chocó contra el modelo de un sindicalismo pujante, apoyado en los gobiernos peronistas. El problema eran las órdenes que bajaban los sindicatos desde Capital. Afirman los testigos de entonces que la gente no tenía intenciones de parar. Y los sindicalistas se enfrentaban con Steverlynck porque creían que boicoteaba los paros. Pero él nunca tomó los paros como medidas “contra” su industria. En 1948, por ese ambiente crispado, lo llamó Eva Perón. Se entrevistó con ella y la esposa de Perón, palmeándole la pierna, le dijo: “El General y yo nunca le vamos a perdonar una cosa, don Julio: que haya sido peronista antes de Perón”. Steverlynck tenía un modo particular de enfrentar esos días de choque de intereses. Se recuerda que en una ocasión la fábrica se vio obligada a parar. Steverlynck llamó a Moine y le dijo: ‘Compre algunas pelotas de fútbol y asado para todo el turno’. El día del paro en la fábrica hubo campeonato de fútbol y asado para todos. La afinidad con su comunidad registró actitudes memorables. Una de ellas atesora uno de los ex-administrativos, que decidió abandonar Aldonera Flandria para abrir un comercio. El día de la apertura, Don Julio mandó una lista de compra que agotó su stock. Explican que Steverlinck tenía una clara política de “Compre Local”, primero en Jáuregui, luego en Luján, y finalmente fuera del partido. Lo mismo hizo con otros nuevos comercios de la zona. Lo mismo hizo con otros nuevos comercios de la zona.
En la estancia “Santa Elena”, donde pasó su vida con su esposa y sus hijos, se escribieron otros notables trazos de la historia de Steverlynck. “Mi trabajo es la fábrica. Pero mi vida es esto”, aseguran que repetía. Estaba encantado con los lagos, los animales y las plantas del predio. Aunque su mente, su múltiple pensamiento, estaba centrado en el pueblo que crecía al ritmo de sus telares, no abandonaba el recuerdo de su familia en su Bélgica natal. Su constante lectura de diarios lo llevó a vaticinar la guerra mundial que vendría. Y en 17
1938 realizó un acto que traza aún más su semblanza de visionario. Conocedor de sus bondades alimenticias y de su sencilla preservación, envió a su familia en Bélgica un cargamento de miel. Junto con el envío explicaba a sus parientes su idea sobre los tiempos que se avecinaban y les recomendaba que pusieran la miel a resguardo de posibles confiscaciones del Estado. “Mi familia guardó la miel en los fondos de un viejo ascensor y durante la guerra fue la comida por excelencia”, recuerda Joris Steverlynck. Víctima de una súbita indisposición, falleció el 23 de noviembre de 1975. Así como había ocurrido años antes con el accidente que arrebató la vida a su esposa, a él también lo lloró todo el pueblo. Los diarios de entonces reflejaban el dolor por la gran pérdida. “Fue una personalidad polifacética, recia, emprendedora, creadora, dinámica, y de una extraordinaria humildad y mansedumbre, en la que por sobre todas las cosas campeó su señorío, su hidalguía y su hombría de bien. Su larga y fecunda vida se apagó en contados minutos. Entregando su alma al Señor con la misma serenidad con que había vivido. Sus restos mortales descansarán en su querida Villa Flandria, en el cementerio local, una de sus tantas obras y donaciones. Según sus deseos, fue cubierto su cuerpo con la túnica de los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro, prendida en el pecho la Cruz de Guerra, y su féretro con tierra argentina y flamenca, que había traído especialmente en el último viaje que realizara a su país natal”, relataba El Civismo.
1943 Dos inauguraciones constan en la historia de Jáuregui para este año: la Sociedad de Fomento y la Capilla de Villa Flandria Norte.
1944 Se instala el Registro Civil y se inaugura el velódromo.
1945 La entrega de un edificio para el Correo y la creación de la Sociedad “Rinconcito de Tierra” son los hechos más destacados del año.
1946 Terminada la segunda guerra mundial, Steverlynck dio una semana de fiesta y alquiló un vestido de gala a sus operarias. El mantenimiento de calles estaba a cargo de la Sociedad de Fomento Villa Flandria, una entidad nacida de la mano de don Julio. Alicia Gonnet junto con el rey Balduino. Ella se ganó el cariño de la comunidad por su constante preocupación por el bienestar de las familias. Don Julio interiorizando al rey de Bélgica sobre su obra productiva.
El Círculo Católico de Obreros y la Escuela N° 24 comienzan a transitar su historia.
1947 Se inaugura la Sala de Primeros Auxilios. También en ese año se terminan las obras de la Escuela N° 4 de Cortínez.
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Algodonera Flandria S.A.
La fábrica de don Julio S
ociedad Anónima Algodonera Flandria pertenecía a capitales del grupo belga Établissement, con varias fábricas en Courtrai. La empresa se radicó en Argentina y trabajó inicialmente en la importación de hilados y tejidos. En Jáuregui se instaló la tejeduría, blanqueo de telas, tintorería, acabado y la hilandería. Se comenzó la diversificación con productos de alta calidad y llegó a participar en licitaciones para reparticiones oficiales, además de destinar su producción al mercado interno a través de las famosas tiendas Gath y Chaves y Harrods. En su esquema productivo, la empresa Algodonera Flandria S.A. era vista como una gran familia, una familia laboriosa. Según indican quienes analizaron su paso por la historia industrial, su organización administrativa y de gestión era simple. La dirección estaba a cargo de Julio Steverlynck y de algunos hombres de su confianza. Entre ellos, los roles centrales los tenían Eduardo Swinnen y Julio Van Houtte, que llegaron de Bélgica en la década de 1930 y permanecieron activos en la empresa hasta los años 70. Van Houtte era licenciado en Ciencias Comerciales y Consulares de la Universidad 19
San Ignacio de Amberes. Entre 1930 y 1931 Van Houtte trabajó para los Établissements Steverlynck, en Bélgica, como corresponsal exterior. Y pidió su traslado a la Argentina. Fue director de fábrica hasta 1936 y en ese año pasó a ocupar el cargo de gerente administrativo en las oficinas de la empresa. Eduardo Swinnen era licenciado en Ciencias Comerciales y Consulares en la Universidad Lovaina. Tal como se destaca hoy en el Museo Textil, había sido compañero de colegio de Van Houtte y comenzó trabajando en Courtrai, en una fábrica de tejidos de yute. Luego pasó a trabajar con los Steverlynck. Llegó a la Argentina en 1936 y trabajó como director técnico en la empresa hasta 1976. Los otros dos colaboradores principales de Steverlynck en Algodonera fueron el gerente de personal, Manuel Moine, y el administrador, Carlos Marini. Marini se incorporó a la empresa en 1931, a los 20 años, y permaneció en ella hasta su muerte, en 1973. Fue recomendado a Steverlynck por los Hermanos Maristas de Luján. Era quien se ocupaba de las relaciones con los trabajadores en todo lo concerniente a créditos para la compra de terrenos y para la edificación de las casas.
1948 Inicia su labor la Fabril Linera y se suman puestos de trabajo para vecinos de Villa Flandria Norte y Cortínez. Abre Casa Norte, la ferretería de Alfredo Giachino e hijos.
1949 Florecen en Villa Flandria Sur y Norte los comercios particulares, en especial corralones, tornerías y talleres mecánicos.
1950 Llega la luz eléctrica a la Estación de Trenes de Jáuregui. Fue el año en que se radica en Villa Flandria Norte el primer médico: José María López Romera.
1951 Se logra un gran avance en infraestructura: se termina el puente de hormigón que comunica Villa Flandria Norte y Sur. Producción de tela de Denim, utilizada para realizar prendas de jean. Esa línea productiva continúa a través de Algoselan Flandria.
El lino, una cuestión personal
Hasta 1935 Algodonera tenía socios-propietarios. Steverlynck terminó comprando la parte de sus socios por discrepancias con la política social de la empresa. “Fue cuando Stervelynck comenzó a hablar de la construcción de escuelas y de aportes para la apertura de una clínica. De la Arena era uno de los que objetaba que esas erogaciones traerían pérdidas y que no estaba de acuerdo con esa política”, comenta la historiadora Mariela Ceva. La cantidad de obreros que registró Algodonera creció de manera exponencial durante todas las décadas de producción hasta llegar a los años 60. En el año 1925 había 26 trabajadores. En 1930 eran 215 operarios. En 1935, 427 y trepó a 718 personas en 1940. En 1945 se sumaron algunos obreros más y el crecimiento de la planta de personal fue 20
sorprendente durante la década del 50, años en los que registró 1.089 trabajadores. En 1960 se dio el tope en los registros internos: 1.800 empleados. En el Museo Textil abierto en el comedor de la Algodonera se expone un interesante resumen de la fábrica, bajo el título “El mundo del trabajo”. Señala que “la política empresarial de Julio Steverlynck se inspiraba en el catolicismo social de la Encíclica Rerum Novarum. Esto significa ofrecer condiciones de trabajo que, antes del peronismo, eran distintivas: salarios elevados, vacaciones, ocho horas diarias, premio por nacimiento de hijo, licencias por casamientos y créditos para lotes, viviendas y bicicletas, además de la atención en salud”. Steverlynck logró en Algodonera la instalación
CONSTA EN ACTAS DENTRO DEL ARCHIVO DE ALGODONERA FLANDRIA S.A. QUE DESDE 1937 JULIO STEVERLYNCK ESTUVO ENORMEMENTE INTERESADO EN EL DESARROLLO DEL LINO. ERA UNA FIBRA QUE NO TENÍA PRESENCIA EN ARGENTINA. Y SI EN ESE MOMENTO EL VISIONARIO BELGA HUBIESE LOGRADO SU CRECIMIENTO Y PRODUCCIÓN, FLANDRIA SE HABRÍA CONVERTIDO EN PIONERA. EN ARGENTINA NO SE CULTIVABA LINO Y, POR ENDE, TAMPOCO SE LOGRABA CONFECCIONAR SU TELA. DURANTE MUCHOS AÑOS ININTERRUMPIDOS STEVERLYNCK VIAJÓ A BÉLGICA. DESDE 1934 ESOS VIAJES TENÍAN UN OBJETIVO PARTICULAR: ESTUDIAR CÓMO EXPERIMENTAR EL LINO EN TIERRAS ARGENTINAS. LINERA BONAERENSE SE FUNDÓ EN 1939, PERO FUERON MUCHOS LOS FRACASOS PARA PRODUCIR ESA SEMILLA. AL LINO LE FALTABA HUMEDAD EN EL SUELO. DE ALLÍ UNA DE SUS OBRAS OCULTAS: CAÑERÍAS SUBTERRÁNEAS RECORREN GRAN PARTE DE LA ESTANCIA SANTA ELENA Y DE ELLAS SÓLO ASOMAN A TIERRA ALGUNAS ENTRADAS DE INSPECCIÓN. SON LOS RESTOS DE UN COSTOSO SISTEMA DE RIEGO QUE STEVERLYNCK MANDÓ A CONSTRUIR PARA, EN CASO DE SEQUÍA, TENER AGUA EN RESERVA EN CANTIDADES SUFICIENTES COMO PARA INUNDAR SUS PRADOS DE LINO. “SE VE CLARAMENTE EN SU CORRESPONDENCIA QUE PARA STEVERLYNCK LA PRODUCCIÓN DEL LINO ERA UNA CUESTIÓN PERSONAL”, ASEGURA LA HISTORIADORA MARIELA CEVA. LUEGO DE UN INTENSO TRAJINAR, LLEGARON LAS PRIMERAS COSECHAS. EN 1952 STEVERLYNCK ABRIÓ LAS PUERTAS DE FABRIL LINERA. CEVA SEÑALA QUE “EN 1950 ESCRIBIÓ LO QUE PRETENDÍA CON ESA PLANTA FABRIL. QUERÍA LOGRAR LA INTEGRACIÓN PRODUCTIVA. ESO EN ALGODONERA LO HABÍA LOGRADO PORQUE LLEGÓ A GENERAR SUS PROPIAS PIEZAS PARA LOS TELARES, O LAS BALDOSAS PARA LOS PISOS”. EL PROYECTO DE STEVERLYNCK CONTEMPLABA LA COSECHA DEL LINO, REALIZAR LA PRIMERA PARTE DEL HILADO EN LINERA Y DESPUÉS PASARLO A SU OTRA PLANTA FABRIL. POR ESO CREÓ FABRIL LINERA. “EN BÉLGICA SU FAMILIA ERA LÍDER EN LA PRODUCCIÓN DE LINO. Y EN ARGENTINA EL GOBIERNO NO COBRABA IMPUESTOS POR LA PRODUCCIÓN DE ESA SEMILLA PORQUE ESTABA CONSIDERADA EXPERIMENTAL. ADEMÁS, EN EL PAÍS HABÍA UN MUY BUEN MERCADO PARA PRODUCTOS SUNTUARIOS Y EL LINO ENTRABA EN ESA CATEGORÍA PORQUE SE LO UTILIZABA PARA TOALLAS Y SÁBANAS”, DETALLA CEVA, DATO QUE LE SIRVE PARA ASEGURAR QUE “LO DE STEVERLYNCK NO ERA SÓLO EL AMOR POR UNA SEMILLA; TAMBIÉN HABÍA UNA GRAN VISIÓN COMERCIAL”. “TODOS LOS AÑOS TENÍA PROBLEMAS PARA COSECHAR Y POR ESO SEGUÍA EXPERIMENTANDO. TRAÍA DE EUROPA DIFERENTES SEMILLAS O TÉCNICOS ESPECIALIZADOS PARA SEMBRAR Y TAPAR LA SIEMBRA DE DISTINTAS MANERAS. PROBÓ MUCHAS COSAS Y CREO QUE EN ESTE TEMA EXPONÍA SU TENACIDAD. CON EL LINO LOGRÓ PARTE DE LO QUE BUSCABA, AUNQUE NO CON LA MAGNITUD Y LA RAPIDEZ QUE ESPERABA”, AFIRMA LA HISTORIADORA.
1952 El Club Flandria se consagra Campeón Amateur de Fútbol.
1953 El Club Timón concreta la construcción de un amplio edificio con pileta cubierta y agua templada.
1954 de la tejeduría, del blanqueo de telas, de la tintorería, del acabado y la hilandería. Esa expansión de sectores productivos fue acompañada de un crecimiento en el espacio. El predio llegó a abarcar aproximadamente 100.000 metros cuadrados, con 44 cuerpos cubiertos y 23.000 metros cuadrados de pavimento, sumados a una usina y una represa. Cuando la producción de Algodonera gozaba de excelente salud, en su planta entraba el fardo de algodón y de allí pasaba por abridoras, batanes, cardas, manuares, mecheras, continuas y sala de confección. En ese momento del eslabón productivo, la materia prima se dividía en dos caminos industriales: tintorería de rollos o de hilados. 21
De rollos pasaba a warpado, y de hilados a preparación. El proceso del algodón volvía a unirse en tejeduría y revisación para, una vez más, bifurcarse: tintorería de telas y blanqueo. De allí pasaba a aprestado, doblado y expedición. Centenares de trabajadores aún recuerdan cada detalle de ese proceso, porque en la mayoría de los casos pasaron décadas aportando su labor en esas secciones. Y hoy, aunque resulte increíble para muchos de los que comienzan a conocer esta historia, son jubilados que llegan a ofrecer sus servicios gratuitos por el sencillo placer de ver en marcha, una vez más, las máquinas de la Algodonera.
Con cancha de paleta, básquet, cine, confitería y espacios para el Registro Civil, la Sociedad de Fomento y la Biblioteca San Luis Gonzaga, se inaugura el edificio Flandria.
1955 Se pone en marcha la construcción de calles pavimentadas, con la obra de la avenida España.
1958 Operarios en pleno trabajo, en la sección de revisado y tintorería de telas. Formación típica de las operarias de las distintas secciones, para recibir visitas en la planta. La producción de hilados se transportada a través de un puente grúa.
La planta de aglomerados para fabricar Linex se transforma en una realidad.
Bienestar fuera de la fábrica
Tierra, techo y trabajo E
l objetivo quedó plasmado en los archivos escritos de la Algodonera Sudamericana Flandria. La fábrica daba sus primeros pasos en el país y Julio Steverlynck plantea al directorio de entonces que tenía todo dispuesto para el traslado de las máquinas a Jáuregui, porque su idea industrial incluía ofrecer a los obreros mejores comodidades para la vida diaria. Entre esas comodidades, creía que la propiedad era algo que la fábrica no debía ignorar. Su idea de pueblo-industria tenía cimientos firmes en lo propuesto por la Encíclica Papal “Rerum Novarum” y en los postulados del catolicismo social de Europa. Steverlynck compró 28 hectáreas hacia fines de 1927 y concretó la mudanza en 1928. “Las principales discusiones que tiene el directorio con Braceras, socio dentro de la firma, eran sobre la distribución de la propiedad. Sus socios de entonces no estaban de acuerdo con la idea de Steverlynck”, destaca la historiadora Mariela Ceva. No obstante las objeciones internas, en 1930 se realizaron las divisiones y dos años más tarde estaba listo el primer plano del pueblo con las propiedades subdivididas. En primera instancia se loteó Jáuregui, y más tarde lo que sería Pueblo Nuevo; en términos de entonces, Villa Norte y Sur. “Lo característico de la entrega de viviendas fue que se daban lotes iguales, muy amplios, y se
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firmaba un contrato mediante el cual el propietario se comprometía a dejar metros adelante para el jardín y metros en el fondo para la quinta. Había un plano, que se conserva en el Museo Textil, que era el modelo típico de vivienda. No era necesario reproducirlo y eso fue diferente en relación con iniciativas similares que en esos años desarrollaron otras empresas en Argentina. Esas empresas daban las viviendas y les imponían las condiciones de construcción a los trabajadores”, detalla Ceva. Al parecer, lo que Steverlynck daba a los trabajadores era una “sugerencia”, junto con el listado de materiales que hacían falta para la construcción de esa casa modelo. Sin embargo, cada uno podía construirla como quería. En los archivos de Algodonera consta que trabajadores de todos los rangos, desde peones a jefes, recibieron un total de 600 préstamos para lotes y viviendas. El pago se hacía de manera automática, con un descuento proporcional de acuerdo a cada salario. Para acceder al crédito había que hacer las gestiones ante el administrador de Algodonera, Carlos Marini. Era Marini el que directamente hacía los pedidos en los corralones. Ceva subraya que “entre las condiciones que se pedían para acceder a las facilidades estaba la buena conducta dentro de la empresa. Lo ideal era contar con más de un familiar trabajando allí. Bajo esta modalidad, a dos años de instalado, Steverlynck consiguió la construcción de diez casas para los mecánicos y los jefes de sección. 23
ENCÍCILICA RERUM NOVARUM
El sustento teórico
Hasta el momento en que se pusieron en marcha las construcciones de las viviendas particulares, la fábrica levantó fondas para el albergue de los trabajadores. Todavía no había una población estable y la fábrica había arrancado en 1928 con 45 empleados, pero dos años más tarde ya eran 200 operarios y la mayoría carecía de vivienda. “Al repasar la documentación existente en la fábrica se confirma que la política de vivienda le dio muy buenos resultados -afirma Ceva-. El descuento en los sueldos era automático y la permanencia de los trabajadores en la fábrica era de unos 40 años”. El sistema permitía el progreso familiar y, por ende, comunitario, pero a la fábrica también le resultaba beneficioso. El pago estaba asegurado con el trabajo.
“LA EXISTENCIA DE UN CONFLICTO ECONÓMICO, PRODUCIDO POR MÚLTIPLES CAUSAS, EL QUE POR SU GRAVEDAD TIENE PREOCUPADOS LOS ÁNIMOS DE TODOS, INDUCE AL VICARIO DE JESUCRISTO, PARA EL BIEN DE LA IGLESIA Y SALUD COMÚN DE LOS HOMBRES, A TRATAR LA CUESTIÓN OBRERA. Y NO DE PASO, COMO YA SE HIZO EN OTRAS OCASIONES, SINO EXPLÍCITAMENTE Y CON MAYOR AMPLITUD, PROCLAMANDO, EN CUMPLIMIENTO DE SU CARGO APOSTÓLICO, LOS PRINCIPIOS DE UNA SOLUCIÓN JUSTA Y EQUITATIVA DEL PROBLEMA”. ASÍ REZA LA INTRODUCCIÓN A LA ENCÍCLICA RERUM NOVARUM QUE EL PAPA LEÓN XIII DIO A CONOCER EN MAYO DE 1891. LA IGLESIA ATRAVESABA AÑOS COMPLEJOS EN SU CONTENCIÓN HACIA LAS CLASES OBRERAS Y LOS AIRES DE REVOLUCIÓN GENERABAN TURBULENCIAS EN LA FE CRISTIANA. FUE EN ESE CONTEXTO EN EL QUE EL SANTO PADRE REDACTÓ UN NOTABLE TRABAJO QUE APUNTABA A LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES, SIN DESPRECIAR EL DERECHO A LA PROPIEDAD PRIVADA. SU TEXTO, EN EL MUNDO, SE CONVIRTIÓ EN PILAR PARA LO QUE SE DIO EN LLAMAR DEMOCRACIA CRISTIANA Y TAMBIÉN PARA LA CONSTRUCCIÓN TEÓRICA DE LA DOCTRINA SOCIAL EN LA IGLESIA. LEJOS DEL VATICANO, BIEN CERCA DE LA HISTORIA QUE SE PRETENDE CONTAR, UN BELGA TOMÓ ESAS RECETAS A PIE JUNTILLAS Y LAS APLICÓ PARA DARLE FORMA AL MODELO DE SOCIEDAD QUE BUSCABA CONSTRUIR. ESE BELGA FUE JULIO STEVERLYNCK, CUYAS ACCIONES ESTÁN MARCADAS A FUEGO POR ESE TEXTO DE 1891.
Operarias trabajando en la sección “Preparación varios” Las primeras casas le comenzaron a dar vida a un incipiente pueblo.
1959 Aunque se construyen defensas, una nueva inundación vuelve a golpear al pueblo.
1960 El Banco del Oeste inaugura una sucursal en Jáuregui. El telégrafo de la provincia de Buenos Aires abre una oficina en la calle Italia.
1962 Es el año en que llega el gas para uso industrial, servicio que permite la instalación de la red domiciliaria Se crea el Club de Pescadores de Jáuregui.
1965 Visitan Villa Flandria el presidente de la Nación, Arturo Illia, y los reyes de Bélgica, que deseban conocer las obras de su compatriota Julio Steverlynck.
Forestación
Pioneros en el paisajismo
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E
l paisaje que encontró Julio Steverlynck cuando llegó al lugar donde levantaría su poderoso complejo textil era muy diferente al actual. Unos pocos árboles se perdían en esas pampas desoladas, donde la vegetación era tan escasa como las viviendas que conformaban el poblado surgido en torno a la estación del ferrocarril. En ese marco, el visionario belga proyectó un intenso proceso de forestación que tapizaría de verde grandes extensiones de tierras, e iría de la mano de los profundos cambios sociales que generó el desembarco y posterior desarrollo de Algodonera Flandria. Plátanos, eucaliptos, álamos, robles y casuarinas fueron algunas de las tantas especies elegidas por don Julio para su “proyecto ecologista”, desarrollado varias décadas antes de que el cuidado y mejoramiento del medio ambiente se transformara en una preocupación global. El trabajo de forestación no tuvo nada de improvisado. En muchos casos, Steverlynck se valió de paisajistas para establecer los tipos de árboles y su disposición. El trabajo de los especialistas, por ejemplo, todavía perdura en el Club Náutico “El Timón” y en el CampoEscuela. En esos lugares, la exuberante y hermosa forestación causa una grata sensación de tranquilidad. “En esa época no estaba el concepto ecológico. Pero como buen europeo, el árbol forma parte de su paisaje. Steverlynck vino de una zona donde el árbol era muy importante”, explica el profesor Claudio Tuis, responsable del “Grupo de los Sábados”, un espacio dedicado a estudiar la fauna y la flora local. Se calcula que bajo el impulso de Steverlynck fueron plantados alrededor de un millón y medio de árboles. Esa transformación permitió la llegada de aves de distintas especies que, a su vez, se convirtieron en el transporte natural de nuevas semillas. De esta mane-
ra, a los “árboles de don Julio” se sumaron otros -como la cinacina- que incrementaron el patrimonio arbóreo de la zona. Steverlynck buscó contagiar en el resto de la comunidad su amor por los árboles. Para eso habilitó un vivero en la estancia Santa Elena. Y desde allí se proveía de especies vegetales a los vecinos del pueblo. Con el objetivo de optimizar los resultados de la forestación de tipo doméstico, el 25 de febrero de 1945 quedó conformada la Asociación “Rinconcito de Tierra”. En el discurso inaugural, el primer presidente de la entidad, Eduardo Vermeulen, hablaba de “consejos que se darán a los socios en la adquisición y plantación de los árboles, como así también todo lo relacionado con huertas y jardines”. Otro factor resultó fundamental para hacer prender entre los vecinos, en su mayoría trabajadores de Algodonera Flandria, el amor hacía los árboles y el armado de huertas. Los lotes que la textil vendía a sus obreros se destacaban por su gran tamaño y eso permitía plantar frutales de diversos tipos y dedicarse a la cosecha de verduras a pequeña escala. En un documento elaborado por Algodonera en el marco del Primer Congreso Panamericano de la Vivienda Popular, se fi ltra el pensamiento de Steverlynck dirigido a los obreros propietarios: “Sabe que ese pequeño tallo que está plantando, será mañana frondoso árbol cuya sombra refrescará su frente sudorosa, o pródigo frutal que brindará a sus hijos la delicia de la fruta pulposa y madura. La huerta le irá dando durante el año la legumbre fresca y fragante; el corral, aves y huevos; el cerco, grasa, carne y facturas”. La planificación y el trabajo intenso dieron sus frutos. La naturaleza se encargó del resto. 25
Una cuestión patriótica A TRAVÉS DE LA REVISTA EL TELAR, LA ASOCIACIÓN “RINCONCITO DE TIERRA” DIFUNDÍA RECOMENDACIONES SOBRE LA PLANTACIÓN DE ÁRBOLES FRUTALES Y OTRAS ESPECIES. LOS CONSEJOS ABARCABAN LA PREPARACIÓN QUE DEBÍA RECIBIR EL SUELO, LOS TIPOS DE PLANTACIONES QUE MEJOR SE ADAPTABAN A LAS CARACTERÍSTICAS NATURALES DE LA ZONA, EL TAMAÑO Y LA EDAD DE LAS PLANTAS UTILIZADAS Y LOS CUIDADOS POSTERIORES QUE DEBÍAN RECIBIR. TAMBIÉN SE LLEVABAN ADELANTE DIFERENTES CAMPAÑAS PARA INCENTIVAR LA ELABORACIÓN DE HUERTAS COMUNITARIAS. EN 1946, POR CASO, LA ENTIDAD IMPULSÓ LA INICIATIVA “PRO ABARATAMIENTO DE LA VIDA: NO COMBRAR LO QUE USTED MISMO PUEDE PRODUCIR EN ABUNDANCIA”. “ENTRE VILLA FLANDRIA Y CORTÍNEZ SE PRODUCIRÁN EN CIRCUNSTANCIAS NORMALES 250 TONELADAS DE PAPAS. DE NO EXISTIR LA SOCIEDAD, Y CON ABUNDANTE COSECHA AGROPECUARIA, QUIÉN SABE CÓMO SE SOLUCIONARÍA EL PROBLEMA DEL TRANSPORTE PARA TRAER EL ARTÍCULO DE TAN PRIMORDIAL NECESIDAD A NUESTRA VILLA”.
1966 Fue un año triste para todo el pueblo. En un accidente fallece María Alicia Gonnet de Steverlynck. Tenía 62 años y 16 hijos.
1967 El río registra otro desborde y el impacto en la fábrica fue enorme. Casi un metro de agua invade las instalaciones fabriles de la algodonera.
1968 Se construye un amplio local social, canchas de fútbol, básquet y bochas para el Club Defensores de Flandria Norte.
1971 Abre sus puertas la firma Curtarsa, dedicada a la industrialización del cuero.
Vista actual del ombú del Círculo Criollo “Martín Fierro”. Bella postal del río Luján, a la altura del Club Timón. Tupida vegetación a la vera del río Luján, en la pasarela que une al pueblo con el complejo industrial. El embarcadero del Timón y un horizonte arbolado.
1972 Linera Bonaerense pone en marcha una nueva planta industrializadota de alimentos balanceados.
Innovaciones
Historias en dos ruedas
L
a bicicleta fue en Jáuregui mucho más que un medio de transporte: fue parte de la vida misma de los vecinos que estaban vinculados con Algodonera Flandria. En rodado 28, de andar elegante, con uno o dos asientos, eran usadas tanto por hombres como por mujeres para ir de sus hogares al trabajo. Pero también se las veía en los eventos religiosos y hasta dio origen a una entidad dedicada a la práctica competitiva de ese deporte: “El Pedal”, de donde salieron encumbrados ciclistas como
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“Yiyo” Bastasin, Toccalino, Aldo Arregui o Ricardo Picabea, entre otros. A las bicicletas las tenían los obreros, pero también los capataces, jefes y encargados de secciones. El uso de estos rodados promocionados por un belga no parece un dato casual. Justamente, Bélgica es cuna de grandes campeones de ciclismo, un deporte popular que desde 1887 supo darle al mundo verdaderos expertos en el arte de pedalear a toda velocidad. Cuando Steverlynck llegó a estos pagos, en su país natal se bañaban
de gloria Odile Defraye, Aphonse Schepers o Rik Van Steenbergen. El visionario industrial se encargó, entonces, de difundir su uso con pasión y sabiduría. La idea de Steverlynck encerraba conceptos avanzados para la época. Conciencia ecológica o “contaminación cero” y traslado seguro, ya que se aconsejaba colocar un ojo de gato y no descuidar el dinamo como generador de luz si se viajaba de noche. La propuesta se complementó con la construcción de las primeras bicisendas de la zona. ¿La más conocida? “El camino de la Flandria”, sendero que servía para los trabajadores de Cortínez y Pueblo Nuevo. Durante los 42 años que trabajó en Linera Bonaerense, Luis María Bertini se movilizó en una bicicleta. Todo un caballero, el día que se jubiló, en julio de 1990, entregó ese rodado a uno de los hijos de don Julio que había quedado al frente de la industria. Ese rodado, entendía Bertini, no le pertenecía. Diecisiete años después, esa misma bicicleta fue descubierta por Claudio Núñez, amigo de uno de los hijos de Bertini. Lo que quedaba del cuadro y las ruedas estaban arrumbados en el viejo almacén de repuestos, convertido ahora en un “cementerio de bicicletas”. En silencio, los restos oxidados hallados por casualidad comenzaron a ser restaurados por
“La bicicleta de mi viejo”
Javier Aiassa, otro amigo en común, mientras que Javier García se encargó de pintarla de color negro. En ese trabajo artesanal se reconstruyó el típico cartel de chapa adosado al cuadro, que identificaba la sección en la que se desempeñó Bertini padre. Un año después, para el día de su cumpleaños, Guillermo Bertini fue sorprendido por sus amigos de la infancia con un regalo impensando. Aquella bicicleta de la Sección Fibra que prestó servicio para Linera Bonaerense estaba nuevamente frente a sus ojos tan nueva e impecable como la había devuelto don Luis María ese día de julio en que dejó de pertenecer a la fábrica de toda su vida. 27
“-¡VAMOS A DAR UNA VUELTA!- ME DIJO LLENO DE ENTUSIASMO Y EXCITACIÓN. - ¿ADÓNDE?- LE PREGUNTÉ SORPRENDIDO. - ¡A LA LINERA!- ME RESPONDIÓ NERVIOSO. - ¿A LA LINERA? ¿A HACER QUÉ? - VOS PREGUNTÁ MENOS Y ACOMPAÑAME– SENTENCIÓ. - PERO SI YO ESTOY DE A PIE, Y NO TENGO BICICLETA PARA ACOMPAÑARTE- LE DIJE. – ESO NO IMPORTA, SUBITE QUE TE LLEVO EN EL CAÑO– ME ORDENÓ. YO QUEDÉ PERPLEJO. ¿CÓMO IBA A HACER PARA CARGARME SI APENAS TENÍA FUERZAS PARA CAMINAR Y, ADEMÁS, YO PESABA COMO 90 KILOS? PERO PARA NO CONTRADECIRLO LE HICE CASO. PAPÁ MONTÓ LA BICI CON DIFICULTAD, LUEGO ME SUBÍ AL CAÑO COMO ME LO HABÍA INDICADO Y ASOMBROSAMENTE NOS PUSIMOS EN MARCHA. LLEGAMOS A LA PORTERÍA DE LA FÁBRICA, SALUDAMOS A JOSÉ, PASAMOS LA “ROTONDA” Y NOS DIRIGIMOS PRIMERO A LA BALANZA SUR Y LUEGO A LA NORTE. NOS CRUZAMOS CON EL “INGENIERO”, CON BERTO, DON AMBROSIO Y EL “HOMBRE DEL RIFLE”, CUSTODIO INDISCUTIBLE DE LA “TURBINA SUR”. DESPUÉS DE PASAR POR LA “DIRECCIÓN”, Y ASEGURARSE PAPÁ DE QUE TODO ESTABA EN ORDEN, TOMAMOS EL CAMINO HACIA “LOS CINCO SALTOS”. CRUZAMOS EL PUENTE DEL ARROYO, NOS DETUVIMOS EN LA CASA DEL VASCO. COMPRAMOS DE PASO UNOS PAQUETES DE YERBA PARA LLEVARLE DE REGALO A CARLUCHO, CUANDO DE REPENTE... NO LO PODÍA CREER... PERO LAS RUEDAS NO TOCABAN EL SUELO, SE DESLIZABAN POR EL AIRE... ¡ESTÁBAMOS VOLANDO!” FRAGMENTO DE “CUENTO DEL GRILLO”, POR GUILLERMO BERTINI, MAYO 2007. PUBLICADO EN EL CIVISMO EL MIÉRCOLES 29 DE AGOSTO DE 2007.
Equipo femenino y masculino del Club Ciclista “El Pedal” Los bicicleteros, presentes en cada sección, se mantienen inalterables al paso del tiempo (foto actual). Antes y después de la bicicleta de Don Luis María Bertini (ver recuadro a la derecha).
1972 Comienza a funcionar en Jáuregui una fi lial de la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC). Jorge Imaz, remero del Club El Timón, participa en los juegos olímpicos de Munich.
1973 Fallece Carlos Marini, administrador de Algodonera Flandria desde 1931. Fue un tenaz impulsor del crecimiento de las instituciones de la zona.
1974 Algodonera Flandria S.A. cumple 50 años de labor en tierras argentinas.
1975 En el año en que cumple sus 80 años, fallece don Julio Steverlynck. Sin reparar en lo realizado, proyectaba nuevos loteos y plazas públicas.
INSTITUCIONES Vivir en la Villa EL SIGUIENTE RELATO ES FRUTO DE LA IMAGINACIÓN; CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES CONSECUENCIA DE NO HABER SABIDO DISIMULAR QUE SE TRATA DEL LUGAR DONDE VIVÍ, DE PERSONAS QUE CONOCÍ Y DE HECHOS QUE GUARDÉ PARA SIEMPRE ENTRE MIS RECUERDOS QUERIDOS.
N
o había iniciativa que no se pudiera plasmar. El increíble apoyo del dueño mismo de las fábricas, su personal, su infraestructura, y el empeño, perseverancia y trabajo de la gente, permitían materializar ideas y anhelos a niveles que parecían no corresponder a un lugar tan (…) pequeño y sencillo como lo era aquella Villa, ya fueran éstos del terreno deportivo, cultural o social. (…) Ese pequeño mundo de la Villa estaba integrado por un espectro social en el que no se resaltaban las diferencias. A la misma escuela iban el hijo del médico y el del zapatero; unas pocas familias tenían auto propio, y en general éstas lo ponían a “disposición” de los vecinos ante cualquier urgencia; a las fiestas concurrían tanto el jefe como el obrero o el empleado, sin importar demasiado el status de cada uno. (…)
Allí había para todas las edades y todos los gustos: Desde el asadito familiar en las parrillas del parque, o el paseo en el río -ya fuera en bote o en la legendaria e inmortal Lovy que diestramente piloteaba el Capitán del Club- hasta un improvisado partidito de básquet para los más chicos o de bochas para los más veteranos, en el desaparecido galpón de chapas. Si hasta el entrar o salir del club acompañando a alguna chica por el caminito que bordea el río era todo un acontecimiento. Si se trataba de la temporada de verano, era imposible escapar al embrujo de la pileta; y aunque fuera sólo un rato, previa revisación médica y tomando todo el coraje posible para enfrentar la ducha de agua helada que había que atravesar en el último tramo del túnel, se sucumbía a la tentación que provocaban su cristalina y templada agua y sus trampolines. Al caer la tarde, a pie o en bici, se volvía a casa –con un cansancio irrecuperable– recorriendo
el camino de carbonilla por el que los automovilistas transitaban a paso de hombre, para no quedar “escrachados” en el pizarrón del hall por la denuncia de algún socio. La fe cristiana que profesaba la mayoría de la gente local, y que vivenciaba participando de la liturgia dominical y de los actos y celebraciones parroquiales, estaba también entre las actividades del fin de semana, llegando a ser verdaderamente multitudinarias como lo eran las procesiones, las fiestas patronales y las históricas peregrinaciones a Luján. Solemnemente participaban grandes y chicos de aquellas celebraciones, en las que la banda de música local, bajo la batuta de don Valentín, ejecutaba las viejas canciones litúrgicas que todos devotamente entonaban. (…) DE: RELATOS DE DON SAVERIO (FRAGMENTO) POR JAVIER AIASSA
Paseo por el río Luján en los famosos “chinchorros” del Club Náutico “El Timón”.
Parroquia San Luis Gonzaga
El centro religioso del pueblo
A
l terminar la década de 1920, Jáuregui contaba con una población en proceso de crecimiento. Todavía faltaba mucho tiempo para que adquiriera las características actuales. Apenas 30
unas pocas calles demarcaban el todavía disperso y desprolijo mapa urbano. A pesar de ser un pueblo preponderantemente católico, aún no contaba con una parroquia propia y canónicamente dependía de Luján. Hasta esa ciudad vecina tenían que trasladarse los pobladores para bautizarse y casarse. La enseñanza religiosa de los niños que estaban por tomar la comunión quedaba entonces limitada a las viviendas particulares de María Alicia Gonnet, esposa de Julio Steverlynck, y Teresa D’Ariste de Estrugamou. Esta carencia espiritual comenzó a ser superada el 24 de agosto de 1930, cuando quedó oficialmente inaugurada la capilla bautizada con el nombre del santo italiano San Luis Gonzaga. Para su construcción resultaron fundamentales los aportes de don Julio y del estanciero Alejandro Estrugamou. El vecino Francisco Santamaría, en tanto, realizó una incansable búsqueda de donaciones para la compra de las puertas de la nueva edificación. Durante esos primeros años, la capilla fue atendida por religiosos de la Basílica de Luján. Todavía faltaba un paso fundamental: lograr que el templo fuera designado parroquia. El día llegó el 1º de noviembre de 1936. Con una verdadera fiesta que incluyó a las instituciones del pueblo, fue recibido el sacerdote Miguel Inglés. Las crónicas de aquel entonces detallan que, después de la misa, el religioso participó de una recorrida
Memoria en primera persona EL ESCRITO FUE COLOCADO EN UNA CARTELERA ESPECIALMENTE CONFECCIONADA PARA UN ANIVERSARIO DE LA PARROQUIA SAN LUIS GONZAGA. LA INICIATIVA BUSCABA RECONSTRUIR LOS TESTIMONIOS DE LOS VECINOS QUE VARIAS DÉCADAS ATRÁS HABÍAN SIDO TESTIGOS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO. ASÍ FUE COMO LEONILDA HOLVOET DE JEANNOT SE ANIMÓ A DICTAR A UNA NIETA SUS RECUERDOS DE AQUELLOS AÑOS. LA OCTOGENARIA VECINA REMEMORÓ ENTONCES EL INCANSABLE TRAJINAR DE MARÍA ALICIA GONNET POR LAS DISPERSAS CASAS DEL PUEBLO EN BUSCA DE DONACIONES, Y DEL COMPROMISO DE LA POBLACIÓN CON EL CULTO CATÓLICO. LLEGÓ EL RECONOCIMIENTO COMO PARROQUIA, EL CRECIMIENTO Y LA CONFORMACIÓN DE DIFERENTES ESPACIOS VINCULADOS AL TEMPLO. MARÍA ALICIA PASÓ A INTEGRAR LA ASOCIACIÓN DE MUJERES DE LA ACCIÓN CATÓLICA. EN ESE MEMORIAL, LA VECINA FALLECIDA EN 2004 MENCIONA TAMBIÉN UN HECHO DESAGRADABLE QUE PROTAGONIZÓ DURANTE LA SEGUNDA PRESIDENCIA DE JUAN DOMINGO PERÓN: “SE SECUESTRARON LIBROS DE LA PARROQUIA, DOCUMENTACIÓN DE VALOR TESTIMONIAL PARA LA HISTORIA DE LA IGLESIA. YO SUFRÍ LA DETENCIÓN EN ESTA REPARTICIÓN, PERO POR ESTAR EMBARAZADA DE OCHO MESES ME SOLTARON”.
Lugar del descanso eterno SU CONSTRUCCIÓN ESTABA PAUTADA MUCHOS AÑOS ANTES DE LA INAUGURACIÓN OFICIAL. CUANDO ALGODONERA FLANDRIA SE INSTALÓ A LA VERA DEL RÍO LUJÁN, STEVERLYNCK DESTINÓ UN TERRENO PARA LA EDIFICACIÓN DE UN CEMENTERIO. LA TAREA RECAYÓ EN LA SOCIEDAD DE FOMENTO “VILLA FLANDRIA”, ENTIDAD QUE COMENZÓ LOS TRÁMITES DE HABILITACIÓN DEL FUTURO CAMPOSANTO. LAS GESTIONES DEMORARON VARIOS AÑOS. TANTO TARDÓ EN LLEGAR EL VISTO BUENO DEL MUNICIPIO DE LUJÁN QUE, CUANDO EL ENTONCES PRESIDENTE DE LA ENTIDAD FOMENTISTA PRESENTÓ EL BALANCE DEL PERÍODO 1959-1960, DEDICÓ UN PÁRRAFO AL TEMA: “ESTÁ VISTO QUE LAS CONSECUENCIAS DEL INTERMINABLE EXPEDIENTE Y LA BUROCRATIZACIÓN QUE PADECEMOS NO SÓLO ALCANZA A LOS VIVOS, SINO QUE TAMBIÉN NUESTROS QUERIDOS DIFUNTOS SON VÍCTIMAS DE ELLOS”. PERO LAS GANAS SUPERARON LOS OBSTÁCULOS Y FUE ASÍ QUE EL PREDIO QUEDÓ INAUGURADO EN 1960.
por el pueblo. El 10 de diciembre de ese año se realizaría el primer casamiento en la nueva parroquia. En esa fecha, Juan Arturo Araldi y Francisca Mena decidieron unirse en sagrado matrimonio. Aunque su apellido puede dar lugar a confusión, el sacerdote Inglés había nacido en la ciudad de Barcelona, España. Llegó a la Argentina luego de escapar de la Guerra Civil Española y durante un tiempo se desempeñó 31
como capellán de la Villa San José, seminario de los Hermanos Maristas. El padre Inglés era además un aficionado escritor. Con el seudónimo de Ginés Perald publicó varios trabajos literarios. A partir de aquel 1º de noviembre de 1936, un incontable número de vecinos fue bautizado, recibió la comunión y la confirmación, o se unió en sagrado matrimonio. Todo en la Parroquia San Luis Gonzaga, centro espiritual del pueblo.
1978 Villa Flandria cumplió 50 años. Se realiza el primer homenaje a su fundador. El gobierno militar autoriza el cambio de nombre del pueblo como lo había solicitado la sociedad de fomento. Pasó a llamarse “Villa Flandria”.
1979 Repavimentan el camino de enlace de rutas 5 y 7.
1980 Llega el gas natural a Villa Flandria Sur. Con 16 kilómetros de extensión, brinda servicio a 36 manzanas. El Rotary Club de Jáuregui y la Sociedad de Fomento organizan “Villa Flandria Expo ‘80”.
1981 Desde la Parroquia San Luis Gonzaga partían las multitudinarias procesiones que recorrían las calles del pueblo. La bella Parroquia San Luis Gonzaga, epicentro de las manifestaciones religiosas de Jáuregui.
Comienzan a asfaltar Fray Manuel de Torres entre Villa Flandria Norte y Luján. Llega el gas natural a Pueblo Nuevo.
Círculo Católico de Obreros
Difusor de la doctrina social de la Iglesia
Clínica San José Obrero, puntal de la salud en toda la zona (Foto actual).
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l Círculo Católico de Obreros de Villa Flandria quedó inaugurado el 2 de febrero de 1946. Con el objetivo de constituirse como una mutual que auspiciara la defensa de los intereses de los trabajadores, la nueva entidad tuvo como guía de referencia la denominada doctrina social de la Iglesia, plasmada en la encíclica Rerum Novarum. La misión de los Círculos que funcionaban en distintos puntos del país, radicaba en brindar bienestar al obrero en el campo de la salud y recuperar 32
su espíritu religioso. La primera obra de la flamante institución fue alcanzada apenas un año después de su creación. Atentos a las necesidades sanitarias de aquel entonces, los responsables del Círculo comprendieron la urgencia de dotar al pueblo de una sala de primeros auxilios, ubicada en un inmueble de la calle Italia. El establecimiento fue habilitado de manera formal un día poco aconsejable para realizar un acto de inauguración. En la crónica sobre aquella
jornada realizada por la revista “El Telar” se detalla que “el día se presentó tormentoso y lloviendo a todo cántaro, pero una obra social de la magnitud de la que nos proponíamos, no admitía traslado de fecha y es por ello que se decidió realizar la fiesta”. La dirección de la sala recayó en el doctor Pablo Rolandelli, y pese a los malos augurios climáticos del día inaugural, el futuro del centro fue por demás exitoso. Para 1949 había duplicado el número de personas atendidas con respecto al primer año de funcionamiento. Además, ya contaba con instrumental moderno para revisaciones externas y operaciones menores. Como en otras instituciones, el papel de Algodonera Flandria fue fundamental. Por cada socio que se sumaba al Círculo, la empresa de Julio Steverlynck pagaba al establecimiento otras dos cuotas. También se hacía cargo de los sueldos del médico y de la enfermera. El gran anhelo del Círculo Católico de Obreros de Villa Flandria se materializó en 1966. En ese año se concretó la puesta en marcha de la Clínica y Maternidad “San José Obrero”. Denominada inicialmente “centro asistencial”.. La tarea comenzó 10 años antes, con la formación de una subcomisión pro edificio. La recaudación de fondos incluyó todas las iniciativas imaginables: ferias parroquiales, bonos de donaciones, y hasta la entrega de estampillas a cambio de ladrillos.
Colegio e Instituto Inmaculada Concepción
Educar en la vieja casa de los Jáuregui E
l sueño y el impulso compartido por el entonces cura párroco Alberto Kauffman y por miembros de la Acción Católica Argentina, hicieron que ese viejo chalet que había sido propiedad de la familia Jáuregui se convirtiera en el edificio central de un colegio primario. En 1961, Julio Steverlynck cedió esos terrenos para la puesta en funcionamiento de un establecimiento educativo bautizado inicialmente como Escuela-Hogar Inmaculada Concepción. Para ese entonces, el lugar había experimentado diversas modificaciones, tanto en su fisonomía como en su funcionalidad. Conocida como “La Pebeta” a fines del siglo XIX, la casona fue adquirida por Steverlynck y cambió su nombre por el de “El Chano”. Durante los primeros años de la Algodonera Flandria, fue habilitada para la venta de telas. A pesar de las múltiples transformaciones edilicias, todavía se conserva el aljibe original y algunas piezas ornamentales. El nuevo establecimiento de enseñanza mixta tuvo como primera maestra a María Inés Jiménez, quien se hizo cargo de un primer curso conformado por 30 alumnos. La dirección recayó en la religiosa María Rosa Jaurena, y todo lo concerniente al manejo pedagógico y administrativo quedó en manos de la congregación de monjas “De la Providencia Azul”, 33
grupo que dejó ese lugar en 1980 y fue ocupado por la congregación “Esclavas de la Inmaculada Niña”, con religiosas oriundas de México y España. El siguiente paso en la vida de la institución fue la creación del jardín de infantes. Su edificación fue costeada por Linera Bonaerense y realizada con paneles de madera aglomerada, acompañados por un segundo material que les daba mayor consistencia. De esta manera se conseguía una edificación sólida, económica y rápida de levantar, método empleado en otras construcciones del pueblo. En 1970, con el egreso de la primera promoción, surgió la necesidad de habilitar el ciclo secundario. Pero ese objetivo tenía tres grandes inconvenientes: ampliar la escuela desde el punto de vista edilicio, conseguir los docentes y los fondos para pagarles los sueldos. Esas cuestiones quedaron resueltas gracias al aporte de Algodonera Flandria. Así comenzó a funcionar el Instituto Inmaculada Concepción, con Orientación Comercial. El primer plantel de educadores estuvo conformado por apenas nueve docentes. La subvención estatal llegó recién en 1976, luego de arduos trámites que incluyeron el envío de una carta a la entonces presidenta de la Nación, Isabel Martínez de Perón.
1982 Queda inaugurada la Casa Velatoria en Flandes y España. Es una obra de la Cooperativa Eléctrica de Luján.
1983 Clase de bordado, un oficio para las mujeres que durante años formó parte de las manualidades.
El aporte de don Julio CLAUDIO TUIS, ACTUAL DIRECTOR DEL INSTITUTO INMACULADA CONCEPCIÓN E INTEGRANTE DEL PRIMER PLANTEL DOCENTE, PARTICIPÓ EN LA REUNIÓN QUE ALLÁ POR 1970 LAS RESPONSABLES DEL ESTABLECIMIENTO MANTUVIERON CON JULIO STEVERLYNCK. BUSCABAN FINANCIAMIENTO PARA EL CICLO SUPERIOR: “FUI A VERLO A STEVERLYNCK CON DOS HERMANAS. YO TENÍA POCO MÁS DE 20 AÑOS. FUIMOS A UN SALÓN, DONDE DON JULIO TENÍA UN CUADRO ENORME CON SU ROSTRO, ALGO QUE ME IMPACTÓ MUCHO. LAS RELIGIOSAS LE CONTARON QUE TENÍAN PROBLEMAS ECONÓMICOS PARA ABRIR LA SECUNDARIA. DIJO QUE NO HABÍA NINGÚN INCONVENIENTE EN AYUDAR, Y LA ALGODONERA FLANDRIA PAGÓ LOS SUELDOS DE LOS DOCENTES DURANTE SEIS AÑOS”.
Se inician gestiones desde el gobierno municipal para restituir el nombre de Jáuregui.
1984
Luego de 23 años en el pueblo, se despide de la Parroquia San Luis Gonzaga el sacerdote Osvaldo De Marco.
1985
Una nueva inundación afecta seriamente a Algodonera Flandria.
1986
Se realiza la primera muestra de artistas plásticos locales en el Centro Cultural Villa Flandria. El Colegio “Inmaculada Concepción” celebra las bodas de plata. Descubren una placa en homenaje a don Julio Steverlynck.
Colegio San Luis Gonzaga
La preparatoria de Algodonera Flandria
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as primeras clases se dictaban en un salón dividido por tabiques, anexo a la Algodonera Flandria. Ese nacimiento marcaría su futuro durante décadas. Fundado el 24 de marzo de 1934 por impulso de Julio Steverlynck, el Colegio San Luis Gonzaga comenzó como una típica escuela rural. El paso de los años, sin embargo, convertiría a la institución en una verdadera preparatoria para los jóvenes trabajadores de la empresa textil. Su segunda sede, igual de transitoria que la anterior, fue el entonces salón-cine Flandria, donde funcionó hasta 1937, cuando se mudó a su domicilio actual. El crecimiento edilicio fue paralelo al de la oferta académica. A las dos aulas iniciales se sumaron otras en los años posteriores. Al momento
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de incorporarse a la enseñanza oficial, la escuela ya contaba con las dependencias de la dirección, la biblioteca y un museo escolar. Por ese entonces, los alumnos cursaban de tercero a sexto grado. La orientación técnico-textil comenzó a perfi larse en 1942 con la puesta en funcionamiento de talleres complementarios de carpintería, mecánica e imprenta para los egresados del último año. Esta innovación se adelantó a la Ley de Aprendizaje y Orientación Profesional impulsada durante el gobierno peronista. Con la habilitación del ciclo secundario con especialidad técnico textil y la transformación en escuela-fábrica, el colegio terminó de convertirse en el semillero de Algodonera.
Los alumnos cursaban por la mañana, y por la tarde asistían a la Escuela de Tejedores ubicada en la empresa. En “La Perrera”, tal la denominación que recibía ese sector de parte de los estudiantes, los jóvenes daban sus primeros pasos en el arte del tejido. Ante el egreso de cada promoción, la fábrica premiaba a los dos mejores promedios del curso con becas para continuar los estudios superiores en la Universidad Obrera Nacional. Quienes ocuparon las aulas del Colegio San Luis Gonzaga por aquellos años destacan la disciplina existente, tanto como la dedicación y sabiduría de los profesores. Pero no todo era estudio y prácticas laborales. El profesor de gimnasia Amaral, un albañil uru-
1987 La Banda Rerum Novarum cumple 50 años. Vuelve a parar el tren en Cortínez. La Escuela Media Nº 2, de Pueblo Nuevo, pasa a llamarse “Julio Steverlynck”. Cierra la sucursal Jáuregui del Banco del Oeste.
1988 Se anuncia el cierre de Algodonera Flandria. Llega el gobernador Antonio Cafiero y asiste financieramente a la textil.
guayo amante de los deportes, era el encargado de organizar largas y divertidas caminatas por los rincones más inhóspitos de la zona. Para esas travesías, los alumnos contaban con un equipo de rancho dignamente equipado con plato, vaso y cubiertos. Amaral enseñaba los secretos del atletismo en sus distintas variantes, los días sábados, en los predios conocidos como “El Chano”, donde hoy funciona la Escuela Inmaculada Concepción. Sus conocimientos hacían que los estudiantes del San Luis Gonzaga se destacaran en las competencias intercolegiales de aquellos años. 35
Otro capítulo en la historia de la institución comenzó en 1956, cuando la conducción pedagógica quedó en manos de los Hermanos La Salle. La congregación ejercería la dirección del establecimiento hasta fines de la década del 80. En ese momento el colegio inició también una dolorosa separación de Algodonera Flandria. Con el ingreso de la fábrica en su último período de existencia, fue la escuela en su conjunto la que debió aprender a caminar sola. Pero a pesar de los cambios de época todavía conserva el espíritu de sus años fundacionales. Por eso no resulta una casualidad que los egresados del establecimiento sean muy requeridos por las empresas de la zona.
1989 Se repavimentan las calles de Villa Flandria.
1989
Además de la currícula tradicional, en el colegio creado por don Julio se destacaba la enseñanza de distintos oficios.
Los remeros de “El Timón” Gabriel Toledo, Hernán Segura, Marcelo Espinosa y Mauricio Báez se consagran campeones argentinos de remo. Aparece el Semanario “Presente”.
Grupo Scout Nº 1 “San Luis Gonzaga” de Jáuregui
La sana costumbre del scoutismo
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l 9 de julio de 1951 quedó formalmente constituida la Agrupación Scout “San Luis Gonzaga”. La semilla la había sembrado meses antes el maestro Godofredo Chávez, y brotó rápidamente en un grupo de alumnos que por entonces cursaba tercer grado en el Colegio “San Luis Gonzaga”. De esa forma nacía la tropa 36
scout, y fue un paso superador en la organización de campamentos que por entonces ya hacía la escuela. Al principio sólo participaban alumnos y maestros del Colegio, hasta que se sumó el vecino León Albornoz, quien tenía amplios conocimientos acerca del movimiento scout.
Las primeras reuniones se realizaron en dependencias del actual Instituto “San Luis Gonzaga”. Luego compartieron sede con la desaparecida “Banda Lisa” (podría describirse como banda escuela de la Rerum Novarum). El 10 de noviembre de 1958 es una fecha relevante en el scoutismo de Jáuregui. Ese día quedaron inauguradas las instalaciones del Campo Escuela “Flandes”, destinadas a la Unión de Scouts Católicos Argentinos (USCA). El objetivo inicial era realizar allí campamentos y otras actividades scouts. Desde 1997, tanto el Grupo Scout Nº 1 “San Luis Gonzaga” como el Campo Escuela “Flandes”, están afi liados a la Arquidiocesana de Scouts y Guías Católicos. A pesar del paso de los años, todavía se recuerda la llegada de adiestradores provenientes de Buenos Aires. En particular Gabriel Cifres quien, a través del dictado de distintos cursos, fue inculcando a los chicos del pueblo los secretos para ser un buen scout. Fue él quien también transmitió la pasión para que el movimiento nunca dejara de crecer en la localidad. Inseparable de estos acontecimientos asoma la figura de don Julio Steverlynck, quien en su infancia en Bélgica había sido scout y de grande nunca dejó de respaldarlos, tanto en lo material como en lo espiritual. Su influencia perdura en
la generación de actuales dirigentes. Como reflejo de ese reconocimiento, la actual sede lleva su nombre. Pero si ser scout es una elección de vida, nadie mejor que Mario Chiurco para dar fe de ello. Desde 1951, cuando se puso el uniforme por primera vez, no frenó esa pasión. Además de ser scout fundador, jefe de grupo y dirigente, “fue un impulsor en la zona de la formación de los grupos de scouts, los equipos de adiestramiento, y actualmente sigue trabajando”, destaca el dirigente Eduardo Espuña, integrante del grupo desde 1972. Si bien en principio el grupo scout fue un espacio estrictamente de varones, con el tiempo 37
cambió. Actualmente convive con el grupo de scouts mujeres llamado Comunidad Guía “Virgen Niña”. Con un número estable de unas 90 personas, el Grupo Scout Nº 1 se divide en cinco ramas: los Castores tienen 5 y 6 años, la Manada 7 a 10, la Tropa de Scouts de 11 a 14, la Tropa de Raiders de 15 a 17 y el Clan Rover de 18 a 21 años. Los tres “mandamientos” en los que se apoya el movimiento son: el compromiso con Dios, con la Patria y con el hogar. Lo que se busca es una formación integral de la persona bajo los principios sociales de la Iglesia Católica y la Ley Scout. Se fomentan valores como el compañerismo, la vida al aire libre y en contacto con la naturaleza, el juego compartido y el desarrollo de actividades “sanas y sin agresión”, destacan sus dirigentes. Dos o tres veces al año tienen lugar los tradicionales campamentos por la zona. Al igual que el ciclo lectivo, los scouts aparecen en el pueblo entre marzo y diciembre. Todos los sábados por la tarde izan la bandera, repiten el ritual de saludos y oraciones, difunden los avisos de cada grupo, y recién entonces despliegan las actividades programadas del día. “Directa o indirectamente, en cada casa en la que preguntás tienen o tuvieron al hijo, al nieto o a un sobrino en el Grupo Scout. Nosotros decimos que desde los scouts tienen que salir los futuros dirigentes del pueblo. Estamos muy bien reconocidos y si alguien no sabe muy bien qué son, por lo menos te van a decir que son algo bueno”, opina Espuña.
El punto de encuentro EL GRUPO SCOUT 1 SE REÚNE TODOS LOS SÁBADOS DETRÁS DE LA IGLESIA PARROQUIAL “SAN LUIS GONZAGA”. DEBIDO A LA GRAN CANTIDAD DE LOBATOS DEL GRUPO QUE VIVÍAN EN PUEBLO NUEVO, EN LA DÉCADA DEL 80 SE FUNDÓ, JUNTO A LA CAPILLA “SAN ANTONIO DE PADUA”, UNA NUEVA MANADA. EL 20 DE JUNIO DE 1985 QUEDÓ OFICIALMENTE FORMADO EL NUEVO GRUPO SCOUT Nº 7 “SAN ANTONIO DE PADUA”.
1989 Se disputa en “El Pedal” el campeonato provincial de ciclismo. Ganan Hernán Vallerino y Miguel Clavero.
1990 El canciller belga Mark Eyskens visitó Villa Flandria y compartió un almuerzo con la familia Steverlynck.
1991 Oscar Decastelli fue elegido delegado municipal de Villa Flandria. Empiezan las suspensiones en Algodonera Flandria.
1994 Flandria obtiene el cuarto torneo provincial de fútbol infantil.
1996 Año 1955, Tropa “Liebre”, una típica formación de los scouts. El aprendizaje de distintas disciplinas al aire libre, una característica del pintoresco movimiento.
El gobierno provincial otorga un crédito para la construcción de una red de agua potable en Jáuregui. Surge la comisión H2O, preocupada por la calidad del agua en Villa Flandria.
Club Náutico “El Timón”
El lugar para el deporte y la recreación
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n tinglado a orillas del río Luján fue suficiente para iniciar el sueño de un grupo de personas amantes de los deportes náuticos. El entusiasmo inaugural marcaría el posterior desarrollo de una institución que, con el paso de los años, sería el lugar de esparcimiento ideal para los trabajado-
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res de Algodonera Flandria, sus familias y el pueblo en general. El Club Náutico “El Timón” quedó inaugurado oficialmente el 5 de marzo de 1939. En terrenos cedidos por Julio Steverlynck, se levantó una estructura de hierro y chapa que sirvió para
alojar las primeras embarcaciones. Para llegar hasta esas instalaciones había que transitar un camino de tierra que bordeaba el río. En ese trayecto, una verdadera aventura en los días de lluvia, se dejaba atrás un horno de ladrillo ubicado en el sector donde actualmente funciona una de las canchas de fútbol del club. Dos o tres lámparas colgadas en postes de acacias, irradiaban una tenue luz durante las noches. El resto era ocupado por altos pastizales. José Cabral, encargado de “El Timón” durante más de 40 años, recuerda el patrimonio de la institución por aquellos años: “Había un chinchorro para pesca y dos canoas: `La Caprichosa´ y `La Chichí´. También estaba en funcionamiento un bote de paseo. No había mucho más”. El tinglado inicial se convirtió en un galpón cerrado, con piso de baldosas, que incluía vestuarios y una casa donde vivía la familia Cabral. En un sector del río, además, funcionaba una pileta construida con sólo tres paredes, ya que uno de los bordes estaba conectado directamente al curso de agua. Cuando se vaciaba el río mediante la utilización de la compuerta, el piso de la pileta era sometido a una exhaustiva limpieza, cuyos resultados duraban hasta el año siguiente. El crecimiento del Club fue paralelo al de Algodonera Flandria. Mientras ampliaba su capacidad edilicia, la institución crecía en número de socios,
Varios nombres para el Club EN LA REUNIÓN DONDE QUEDÓ ESTABLECIDA LA CREACIÓN DEL CLUB NÁUTICO “EL TIMÓN”, CIRCULARON VARIOS NOMBRES POSIBLES PARA BAUTIZAR A LA NUEVA INSTITUCIÓN. CHRISTIAN CASAMAYOR PROPUSO LLAMARLO “EL BAGRE”. AURELIO FERNÁNDEZ, EN CAMBIO, ARRIESGÓ LOS NOMBRES “SAN MARTÍN” O “DE LOS TEJEDORES”. TAMBIÉN SE PLANTEÓ LA DENOMINACIÓN “LA HÉLICE”, UN ELEMENTO RELACIONADO CON LOS DEPORTES NÁUTICOS.
que en esa primera década eran exclusivamente vecinos de Jáuregui. Para acceder a sus servicios se pagaba una cuota de 1 peso en el caso de los hombres, y de 50 centavos para las mujeres. En 1947, el Club Náutico “El Timón” se afi lió a la Asociación de Remeros Aficionados. Un año después llegaría un debut por demás exitoso. Una delegación local logró imponerse en una competencia realizada en el río Paraná, a la altura de la ciudad de San Nicolás. Así empezó un camino de éxito en un deporte donde “El Timón” aportó varios campeones argentinos y panamericanos, además de competidores olímpicos. 39
Otras actividades deportivas se sumaron al remo: natación, tenis, bochas y voley fueron opciones disponibles y elegidas por el número siempre creciente de socios. Pero además de ser el centro deportivo por excelencia de la zona, se constituyó como un lugar para el desarrollo de actividades sociales. Todavía se recuerdan los bailes que se realizaban en el galpón de botes. La rampa era ocupada por un escenario que recibía a las orquestas más famosas de la época. En 1948, Francisco Canaro paseó su música por “El Timón”, con el río Luján de fondo. Lo acompañó un grande del piano: Mariano Mores.
FINALMENTE, Y POR UNANIMIDAD, LOS PRESENTES DETERMINARON QUE EL FLAMANTE ESTABLECIMIENTO SE LLAMARÍA “EL TIMÓN”. EN ESE ENCUENTRO FUNDACIONAL, REALIZADO EN EL ENTONCES SALÓN RERUM NOVARUM, QUEDÓ CONFORMADO EL GRUPO INICIAL QUE TUVO EN SUS MANOS LA CONDUCCIÓN DEL CLUB EN SUS PRIMEROS AÑOS DE VIDA. LOS YA MENCIONADOS AURELIO FERNÁNDEZ Y CHRISTIAN CASAMAYOR OCUPARON LA PRESIDENCIA Y EL CARGO DE TESORERO RESPECTIVAMENTE. EDUARDO CORRALES FUE NOMBRADO SECRETARIO GENERAL, Y CARLOS MARTÍNEZ SECRETARIO DE ACTAS.
El imponente edificio del Club Timón, es orgullo de todo un pueblo. Uno de los primeros equipos de remo del Club Náutico “El Timón”.
1996 Por quiebra, se decreta el cierre de Algodonera Flandria. Desempleados de la Algodonera realizan el zanjeo de la red de agua potable en Jáuregui.
1997 Comienza a gestarse la idea de contar con destacamento de Bomberos Voluntarios. Se intensifica la búsqueda de un pozo con agua potable para Jáuregui. Pavimentan 13 cuadras del barrio Beláustegui, de Pueblo Nuevo. El Jardín de Infantes Nº 912, de Cortínez, tiene nuevo edificio. Restituyen nombre de Jáuregui al pueblo y autorizan la construcción de un monolito en la esquina de Flandes y España. La Corte Suprema de Justicia revoca la quiebra de Algodonera Flandria. Empieza a hablarse del “Nuevo Parque Industrial Flandria S.A.”.
La práctica de natación en la pileta climatizada fue un sello distintivo de la entidad durante décadas.
También permanecen en la memoria de los socios más viejos “los martes de carnaval”. Steverlynck frenaba la actividad de Algodonera Flandria medio día para que los obreros asistieran a esas fiestas, famosas en toda la zona, que terminaban con un gran baile. La importancia de la institución y su estrecha relación con la empresa textil, hacía que el club fuera visitado por las diversas delegaciones que por distintos motivos llegaban a la fábrica de Steverlynck. Mucho más acá en el tiempo, y como parte de esa intensa actividad social, también pasaron a la 40
historia las fiestas de 15. Una vez al año, las quinceañeras de la zona desfi laban con sus vestidos por la pileta olímpica. Como cierre se realizaba el denominado “baile de 15”. La fisonomía actual del club comenzó a forjarse en la década del 50. Varios años demandó la construcción del actual edificio que ocupa el centro de “El Timón”. El inmueble sorprende por su enorme estructura y por la cantidad de servicios que ofrece. Imponentes columnas sostienen la edificación que, desde el momento de su inauguración, en 1956, quitó importancia al viejo pero noble gal-
pón de botes. En el interior se encuentra una pileta de natación -hoy en desuso-, un salón de fiestas y otro para encuentros menos formales. También cuenta con un gimnasio, canchas de ping pong, vestuarios y bar. El paso de los años no hizo más que afianzar al Club “El Timón” como una de las instituciones más reconocidas del pueblo. El establecimiento mantiene la mística que supieron darle sus fundadores, como lugar de vínculos sociales y deportes varios. El galpón, punto de partida de esta historia, todavía mira hacía la fábrica que supo verlo crecer.
Club Social y Deportivo Flandria
Testimonio de un fanático
Pasión en amarillo y negro
“SER FANÁTICO DE ALGO ES PERDER OBJETIVIDAD –DICE EL DOCTOR FABIÁN POLI, HISTORIADOR DEL CLUB-. YO SOY HINCHA DE FLANDRIA POR MI PAPÁ, QUE ESTUVO TODA LA VIDA EN EL CLUB. CUANDO ÉL SE ENFERMA EN 2001 Y SÉ QUE VA A MORIR, SURGIÓ ESTO. MI HERMANO COMPRÓ UNA CÁMARA PARA FILMAR Y EMPECÉ A HACER REPORTAJES A MI VIEJO, QUE HABLÓ DE FLANDRIA DURANTE DOS HORAS. EN ESE TIEMPO ERA MÉDICO DE PAMI, Y A TODOS LOS PACIENTES DE JÁUREGUI QUE VEÍA LES PEDÍA COSAS VIEJAS DEL CLUB. TENÍA A LA GENTE Y ACCESO A TODOS; ME IBA A LAS CASAS, REVOLVÍA CAJAS, Y ASÍ ENCONTRÉ FOTOS VIEJAS, ROTAS Y QUEMADAS. EMPECÉ A JUNTAR Y SE HIZO APASIONANTE. FUE COMO ARMAR UN ROMPECABEZAS”.
El pase del siglo
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l Club Social y Deportivo Flandria está íntimamente ligado a la vida de Algodonera Flandria. De hecho, antes de adoptar el apodo de “Los Canarios”, se lo conocía simplemente como “El Equipo de la Fábrica”. Nació, creció y continúa siendo una institución básicamente dedicada al fútbol. Por sus colores, historia y algunas hazañas deportivas que atesora, en el pueblo despierta una auténtica pasión que pasa de generación en generación. La fecha fundacional data del domingo 9 de febrero de 1941, cuando un grupo de 41
vecinos se reunió en el salón Rerum Novarum para dar vida a una nueva entidad. Sin embargo, hacía varios años que la idea venía tomando forma entre los amantes de la redonda. La práctica de deportes entre los trabajadores de la fábrica, formaba parte de la concepción acerca de la vida que tenía Julio Steverlynck. El industrial, otrora jugador de un encumbrado equipo belga, estimulaba toda iniciativa que estuviese relacionada con la recreación y el sano entretenimiento. Aunque en 1923 existió efímeramente un equipo llamado Club Atlético Foot Ball Jáure-
PEDRO “PERICO” MANSILLA FUE TRANSFERIDO DE FLANDRIA A BOCA JUNIORS EN 1956, POR LA SIDERAL SUMA DE 400.000 PESOS Y UN PARTIDO AMISTOSO EN JÁUREGUI CONTRA EL EQUIPO DE LA RIBERA. EL RESULTADO FAVORECIÓ A LA VISITA POR 6 A 3. ESA TARDE MANSILLA JUGÓ UN TIEMPO PARA CADA EQUIPO Y EL PUNTAPIÉ INICIAL LO DIO DON JULIO STEVERLYNCK.
Vuelta olímpica en la cancha de Ferro, una fiesta que vivieron 7.000 hinchas “canarios” que colmaron las tribunas.
1997 La Escuela Nº 16 “José María Jáuregui” cumple 100 años.
1998 “La Flor de Luján”, tradicional empresa de colectivos que unió la zona con Luján, pasa a manos de “Transportes Atlántida”. Se asfalta la calle Alsina que une Jáuregui con Luján. Se crea la sub comisión de Cultura y Deportes en la Sociedad de Fomento “Villa Flandria” con el objetivo de recuperar la estación. Los Bomberos Voluntarios pusieron la piedra fundamental del Cuartel de Pueblo Nuevo. Felipe Solá lanza su precandidatura a gobernador en el Circulo Criollo “Martín Fierro”. En ese año se aprueba la creación del Centro de Extensión Municipal de Pueblo Nuevo. Nace UVECOR (Unión de Vecinos de Cortínez).
gui y años más tarde se formó el primer club del pueblo denominado Jáuregui Juniors, la llegada de Algodonera Flandria significó también el arribo del verdadero dueño de la pelota: Steverlynck. En “Cien años de fútbol lujanense”, Raúl Ricardo Rosso señala: “Para 1929 se había formado una especie de unión entre el club y los primeros tejedores de la fábrica. Estos aprovechaban para jugar al fútbol con una pelota que les proporcionaba don Julio, en los intervalos en que se cortaba la luz de la Algodonera, mientras esperaban el regreso de la fuerza motriz”. Con alguna variante, la página oficial del club coincide también a la hora de mencionar a Steverlynck como poseedor de la redonda de cuero. “La energía para el funcionamiento de la fábrica era producida por un tractor. En uno de los descansos del rodado, algunos obreros iban a 42
la casa de don Julio y le pedían la pelota de fútbol, la que siempre estaba inflada. Se había permitido a los obreros hacer la cancha donde se encuentra la sección Hilandería. De estas prácticas surgió la idea de formar un club, al que se decidió llamar Flandria”, reseña. Documentos fotográficos en poder del Dr. Fabián Poli, confeso fanático de Flandria, muestran la existencia de un equipo de fútbol de fines de los años veinte, luciendo una camiseta similar a la del Club Atlético Boca Juniors y la de un ayudante o, tal vez, director técnico, portando un banderín con los colores amarillo y negro. Se cree que esos jugadores fueron los primeros trabajadores que llegaron al pueblo junto con don Julio desde Valentín Alsina. Hay algo certero: antes y después de la fundación del club, los colores del equipo jamás se cambiaron.
Sin sede ni estadio propio, en sus ratos de ocio los obreros del pueblo jugaban partidos contra combinados de Luján y Mercedes. Como locales debían hacerlo en una cancha ubicada dentro del predio de la fábrica, más precisamente en el sitio de secado a cielo abierto de las telas. Durante la llamada “década infame” lucían una casaca con franjas verticales bajo el nombre de Flandria. Para 1935 supo llamarse Villa Flandria. Ese año la cancha del secadero de telas se trasladó al lado del teatro Rerum Novarum. Allí se jugaría hasta 1940. La depresión económica tuvo su correlato en el deporte. Pero un día Antonio Somoza decidió hacer resurgir la práctica del fútbol. En 1940, el primer equipo de Flandria disputa por primera vez el torneo de la Liga Lujanense. Ese año se inauguró el nuevo campo de deportes, donde hoy se encuentra el Colegio Inmaculada Concepción. Pero al cuadro del pueblo le seguía faltando una sede y la jerarquía de club. Meses después, un grupo de vecinos se convocaron en el salón Rerum Novarum y acordaron fundar la institución que hoy perdura. El esplendor de la empresa textil se reflejó en los años 60. El 9 de julio, Flandria, con don Julio al frente del proyecto, deja inaugurado el campo de deportes Estadio “Carlos V”. La obra había sido planificada como un complejo deportivo y cultural, e iba a ser monumental, pero quedó inconclusa. Su capacidad es para 5.000 espectadores sentados. Una de las características propias del nacimiento del club fue el doble rol de algunos muchachos. Varios jugadores eran también obreros de la textil. El polifuncional defensor Julio García, campeón en el 72, recuerda con emoción esos
Partidos Memorables EN 1962, COLÓN DE SANTA FE 0 VS. FLANDRIA 2. EL SEGUNDO GOL FUE DE PENAL Y EN TIEMPO ADICIONADO AL REGLAMENTARIO. EL AUTOR DEL GOL, JORGE MARTÍN, PATEÓ, CONVIRTIÓ Y SALIÓ CORRIENDO, PERO EN LUGAR DE ABRAZARSE CON SUS COMPAÑEROS SE DIRIGIÓ DIRECTAMENTE AL VESTUARIO. LO SIGUIÓ EL RESTO DEL EQUIPO. TRABARON LA PUERTA CON UN BANCO Y TRAS DOS HORAS SALIERON DEL ESTADIO COMO PUDIERON. EN 1977, FLANDRIA 3 VS. ESTUDIANTES DE BUENOS AIRES 0. EL RIVAL VENÍA PUNTERO EN PRIMERA “B”. LOS TRES GOLES LOS HIZO DANTE SEPPAQUERCIA.
años. “Trabajaba en el Taller de Construcciones Mecánicas. Entraba a la fábrica a las 7 de la mañana y cuando terminaba mi horario, a las 16, me iba a practicar. Ésa era la rutina diaria, salvo los sábados de por medio, cuando viajábamos a jugar”. A García, como al resto de los jugadoresobreros, le pagaban como trabajador y como futbolista semi profesional de un equipo gerenciado por la Flandria. “Con don Julio nunca hablábamos de fútbol. En la final en Ferrocarril Oeste estuvo en la tribuna. En la época que jugaba teníamos un muy buen equipo con un 80 por ciento de gente de la zona. Ese año estaban Quilmes, Lanús, Defensores de Belgrano. Era una categoría bravísima, muy fuerte. Para mí fue una hazaña, porque ese año don Julio cortó la plata y hubo que ajustarse. Se empezó 43
a trabajar y se fueron dando los resultados. Fue increíble todo lo que pasó en las últimas fechas, hasta que llegamos en igualdad de puntos con Sarmiento de Junín. Flandria para mí es algo que me llena. Fue un orgullo haber jugado ahí”, recordó el defensor “canario”. “Ese día Flandria fletó más de 14 colectivos desde su sede social. Se llenó la tribuna local de Ferro siendo la oportunidad en que más gente llevó afuera: 7.000 personas”, destaca la página oficial del club. No todas fueron rosas en el camino del fútbol de ascenso. Bajó a Primera “C” y estuvo cerca de caer a Primera “D”. Se recuperó y en 1998, otra vez con jugadores surgidos en el club, obtuvo el campeonato. Fue el primer y único titulo que tiene Flandria, desde que participa en AFA en primera división.
1999 Anuncian la llegada de la red de agua potable a Jáuregui. El Concejo Deliberante decreta el “estado de emergencia” de la industria textil local. Jáuregui firma un acuerdo con la ciudad estadounidense de Marshfield. Se declaran “ciudades hermanas”. El piloto de Pueblo Nuevo, Rodolfo Bianchi, se consagra campeón en TC Regional. Falleció Luis María Bertini, presidente de la sociedad de fomento “Villa Flandria”. Donan terreno para el cementerio de Jáuregui.
2000
Caballeros de fina estampa, con la misma pasión por el Club Flandria que los hinchas actuales. El equipo que derrotó a Sarmiento de Junín y consiguió el ascenso de categoría.
Retoma sus transmisiones FM Asteroides, la radio habilitada en el Colegio San Luis Gonzaga. Terminan la obra de pavimentación de la calle Alsina, en el tramo que une Jáuregui con Luján.
Rerum Novarum
Los músicos vienen marchando L
as luces se apagaron. La audiencia, de pie, aplaudía emocionada el final del documental “Rerum Novarum”. Desde una de las puertas laterales de un salón del Hotel Hilton, irrumpió la banda. Marchó al son de la Marcha General Rodríguez. La sorpresa fue doble: para los músicos y para su público, un grupo de trescientos médicos geriátricos que culminaba un congreso. José Chiurco vuelve a llorar al recordar ese día del año 2004 y no duda en describir ese momento, esa presentación sorpresa, como lo más emocionante que le tocó vivir dentro de la Banda de Música “Rerum Novarum”. “Todos llorábamos”, admite. La Banda “Rerum Novarum” nació con 38 obreros de la Algodonera Flandria a los que Julio Steverlynck unió a través de la música. El debut, después de algunos ensayos en un galpón de la fábrica, quedó registrado el 25 de mayo de 1937. Ese día acompañó con marchas el lento caminar de una procesión callejera. Figuran, entre sus primeras autoridades, Julio Steverlynck como presidente honorario, Eduardo Swinnen como presidente, Víctor del Grosso como secretario y Pablo Kinderman como maestro. Quizás alguien se pregunte por qué una banda de música nace desde el corazón de una empresa algodonera. La respuesta está en la tradición belga: allí cada fábrica acostumbraba
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tener una banda. El padre de don Julio tenía la suya y la dirigía él mismo. En estas tierras, su hijo Julio emuló la agradable costumbre. Con ese objetivo en su mente compró 14 instrumentos y el resto los consiguió con un pequeño ardid comercial que hoy se recuerda con picardía: “Algodonera tenía un montón de proveedores muy importantes. Don Julio les pidió a todos, amablemente, que donaran algún instrumento para la banda en formación. Lo cierto es que, si esos proveedores no le donaban nada, no les compraba más”, recuerdan los escasos testigos y dan fe los archivos. La primera imagen de la “Rerum Novarum” data del 7 de noviembre de 1937. Fue durante la salida para regalar su música en el Tigre. Cada obrero-músico lucía impecable pantalón blanco, saco gris y gorra gris.
Con el correr de los años, el traje ganó en prestigio. En 1942 don Julio les agregó correaje de cuero. “Era de un porte impresionante”, recuerda Chiurco. Esos pasos primarios de la “Rerum Novarum” se daban al compás de marchas belgas, entre ellas “La Marcha del Regimiento de Don Julio Steverlynck”. Los acordes de esa canción fueron recibidos por el director de la banda, Pablo Kinderman, un polaco educado en Alemania. A pesar del amateurismo de la mayoría de aquellos músicos, sus actuaciones no estaban libradas al azar. Con materiales aislantes, Steverlynck acondicionó uno de los espacios cubiertos de la Algodonera para que, después de cumplir con su obligación laboral, los músicos pudieran ensayar en un sitio adecuado. Mantener la imagen impoluta para las presentaciones públicas era otro gran desafío. La banda llegaba a los actos o celebraciones en la zona de Luján en camiones abiertos. Y los caminos de tierra no conocían de regadores. Por eso, al llegar, era difícil conocer qué músico se escondía debajo de la capa de polvo. A lo largo de los años, la “Rerum Novarum” supo musicalizar diferentes hechos históricos. Fue la única encargada de recibir con música al Papa Juan Pablo II en su visita a Luján. Y en los años de la Guerra de Malvinas sus actuaciones
Música para tocar a oscuras LLEGAR A DIRIGIR LA BATUTA EN LA BANDA “RERUM NOVARUM” ES UN ORGULLO RESERVADO PARA POCOS (CRISTANTE, RODRÍGUEZ, RECAREY Y EMPERÁN, ENTRE OTROS MÁS RECIENTES). SIN EMBARGO, HAY CINCO CASOS EN LOS QUE EL MAESTRO SE TRANSFORMA EN FIGURA DECORATIVA. LA BANDA SUELE SER INVITADA A EVENTOS, REUNIONES Y ACTOS. EN MUCHAS OCASIONES, LA PRESENTACIÓN SE INICIA FUERA DE LOS SALONES DE ENCUENTRO Y POR ELLO DEBE RECORRER ESCALERAS O INGRESAR A SALAS CON ESCASA LUZ.
terminaban con la Marcha de San Lorenzo, desprendiendo lágrimas en cada audiencia. Para tocar, la banda debió sobrevivir a su propia guerra: la económica. Una comisión interna consiguió aportes fuera de la fábrica. Y un documental con su nombre difundió su fama a nivel internacional. De todos modos, siempre, en tiempos de gloria o crisis, su música sonó con la misma fuerza. Para ese entonces había quedado atrás el traje gris, legado del padrinazgo de Steverlynck. La banda se presentaba con una llamativa chaquetilla roja e imponentes gorros negros. Los detalles en dorado le agregaban esplendor. En su imagen, los avatares para sostener a la banda no hacían mella. Esa indumentaria fue encargada por Chiurco a un sastre judío, que accedió a realizar el trabajo de confección por mucho menos 45
dinero que el necesario para comprar nuevos trajes en casas de rezagos militares. Después de más de 70 años de vida, la música de la “Rerum Novarum” está grabada en miles de oídos lujanenses. Pero la banda pasó a la inmortalidad más allá de las fronteras argentinas a partir de la realización del documental “Rerum Novarum”. En 75 minutos de imagen, sonido y narración, los documentalistas Fernando Molnar, Sebastián Schindel y Nicolás Batlle recorrieron, con una estética propia de la fi lmación casera, las siete décadas de riquísima historia. Si hay que subrayar una virtud de ese documental, sin duda es la transparencia que logra en las imágenes y en el relato ofrecido por sus protagonistas, que recorren los sitios de la historia con narraciones que denotan añoranza por los tiempos vividos.
CONOCEDORES DE ESA EXIGENCIA, LOS MÚSICOS DE LA “RERUM NOVARUM” TIENEN LO QUE LLAMAN “LAS CINCO MARCHAS PARA TOCAR A OSCURAS”. SON CANCIONES QUE, A TRAVÉS DE LOS ENSAYOS Y LA PRÁCTICA, PUEDEN INTERPRETAR SIN NECESIDAD DE SEGUIR LAS ÓRDENES DEL DIRECTOR.
2000 Muere el sacerdote Osvaldo De Marco, recordado cura de San Luis Gonzaga. La remera del Club El Timón, Paula López, participó de los juegos olímpicos de Sidney.
2001 Se proyectó por primera vez la película “Rerum Novarum”. Justo en ese año se resolvió la compra del predio de Algodonera. Se despidió el sacerdote Armando Schiavone de la Parroquia San Luis Gonzaga. Llega Luis Jáuregui. La banda Rerum Novarum recibe el premio “Santa Clara de Asís”.
2002 Banda “Rerum Novarum” durante un desfi le patrio. A pesar de las vicisitudes, la Banda siempre se mantuvo en pie, regalando su música.
Se confirma la instalación de Algoselan en la ex Algodonera Flandria. Alrededor de 600 vecinos presentan sus curriculums. Fabio Yabar y Ariel Laureli se consagran campeones en TC Regional.
Círculo Criollo Martín Fierro
Un rincón reservado a la tradición
E
n 1954 Arnoldo Daniele ingresó a trabajar en Algodonera Flandria. Desde entonces, su vida gira en torno a su familia, a esa fábrica y a su gran pasión: el tradicionalismo. De su puño y letra, escribió: “Rancho gaucho que en el tiempo te erigís como un bastión, mezcla de pampa y malón, de bagual y de cencerro, sos Círculo Martín Fierro un trozo de tradición”. En sus ratos libres, Daniele escribe. Lo hace muy bien. En los últimos 10 años lleva ganados más de 45 premios en toda la provincia. Su especialidad es la escritura tradicionalista. Tiene 46
un don particular a la hora de escribir décimas, cuartetas, sextillas, romances. Su vinculación con el Círculo Criollo “Martín Fierro” data de 1965, el mismo día que llegaron a Flandria los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola, junto con el presidente Arturo Illia y su esposa. Arnoldo se vistió de gaucho, ayudó a servir el asado a los ilustres visitantes, y desde esa fecha, durante dos décadas, formó parte de la institución. “Fui partícipe de la revolución que fue hacer conocer al Círculo. Se hicieron fiestas importantes y la institución se hizo respetar en el ambiente tradicional”, destaca. Daniele divulga la historia del Círculo Criollo. Lo hace por medio de una publicación que regala a
todo aquel que muestre interés en los orígenes de la entidad. También narra, con sus letras, la Peregrinación Gaucha que desde 1945 organiza “Martín Fierro” junto al Círculo Criollo “El Rodeo”. “Si no fuera por la gente de El Rodeo, que pidió formar una institución gauchesca, lo nuestro habría sido un grupo de gauchos sueltos, desparramados”, rememora. Si bien no fue idea de Steverlynck, como toda entidad que surgía por esos años, la figura de don Julio fue preponderante para el desarrollo del Círculo Criollo. “A don Julio se le pedía permiso, que desde luego aceptaba, y se encargaba de dar el lugar”, destaca Daniele. Recuerda que “en mayo de 1945, el señor Eduardo Delorenzi, comisario de Corrales del Matadero Municipal, invita verbalmente al paisano de Jáuregui, don Félix Banez, para que congregue para el día 8 a un grupo de jinetes a fin de realizar un desfi le gauchesco en homenaje a la Virgen de Luján en su día y también una corrida de sortija”. Ese grupo de jinetes eran operarios de Algodonera Flandria y Linera Bonaerense. Se aceptó el desafío. Entre tragos de ginebra, “Martín Fierro” daba sus primeros pasos. Los primeros socios eran operarios de la textil. Y a la hora de plantar un árbol, había que pedir permiso a don Julio. El buen comportamiento era cosa sagrada.
2002 Declaran de Interés Municipal el proyecto para crear un Parque Industrial en la ex Algodonera Flandria.
2003 800 firmas de vecinos reclaman la continuidad del servicio ferroviario. AOT seccional Jáuregui anuncia un aumento del 50% en la industria textil.
2004 Mientras la Algodonera iba viento popa, el Círculo “Martín Fierro” estaba en su apogeo. Allí se daban los mejores festivales de doma y por su escenario pasaban encumbradas figuras del canto folclórico como Los Chachaleros, Los Cantores del Alba, Ramona Galarza, Argentino Luna y Horacio Guarany. Daniele, en su función de tesorero, debía llevar una lista con los socios que tenían la cuota al día. “Por cada peso que entraba a la institución, don Julio daba la misma cantidad y pasaba a las arcas de la entidad. Era una ayuda muy importante”, dice el gaucho-operario.No sólo Arnaldo es un testimonio viviente de la historia de “Martín Fierro”. Su esposa e hijos 47
formaron parte del cuerpo de baile de la institución. “Fui presentador de peñas y ocupé todos los cargos en la Comisión Directiva, menos el de presidente. Aunque me lo propusieron, nunca quise agarrar. La mejor época para mí fue en la década del setenta, pero sería ingrato no destacar a los actuales directivos, que no tienen subsidios y la están luchando de otra forma”, expresa Daniele. “El azote del pampero nunca podrá detenerte y aunque a veces sople fuerte no ha de parar tu vuelo mientras haya en ese suelo un criollo pa’ defenderte”.
Julia Redondo, representando a El Timón, se consagra Campeona Sudamericana de Master Single de Remo. En abril, Flandria consigue un record histórico: ganó seis partidos seguidos.
2005 Desfi le de tropilla durante la inauguración del Círculo Criollo “Martín Fierro” Primer grupo de baile de la institución tradicionalista. Carrera de sortija, una de las pruebas de destreza y puntería del paisanaje.
Funcionarios de la Secretaria de Políticas Universitarias y del Ministerio de Educación de la Nación reconocen la importancia del archivo de la ex Algodonera Flandria.
Carrera de autitos a piolín
Un Gran Premio muy particular D
esde hace 30 años -15 en forma consecutiva-, el último domingo de septiembre o el primero de octubre, en Jáuregui tiene lugar un acontecimiento único: la carrera de autitos a piolín. Se trata de un evento que reúne a la familia para conjugar lo lúdico con lo social y, en cierta manera, también lo deportivo, aunque no se trate de una competencia en el estricto sentido que encierra este término. Más que automovilismo profesional esto es automodelismo hecho por autodidactas. Acá no se mueven sumas siderales de dinero, sino todo lo contrario. Lo económico no tiene relevancia alguna, aunque la adrenalina y la emoción, en muchos aspectos, puede ser similar o mayor que la que se vive en una carrera de autos profesionales. De generación en generación, como una tradición que se transmite de padres a hijos, autitos construidos artesanalmente son piloteados por los pibes del pueblo. El límite para los conductores es estricto: 14 años. Una vez al año recorren un serpenteante circuito callejero por la localidad, como lo hace la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco. Esta singular carrera tiene sus orígenes en el año 1946 y se hizo hasta 1966 bajo la organización de la Acción Católica. Aunque por varios años se interrumpió, los Rovers del Grupo Scouts
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volvieron a reflotarla en 1978. Desde entonces, este fenómeno social no paró de crecer en cantidad de participantes y en convocatoria de público.
En 2008 y con motivo de celebrarse su 30º aniversario, se batió el récord de inscriptos: 237 chicos y muchos no tan niños, que junto a sus padres y en algunos casos abuelos -que acompañan a los corredores en calidad de “mecánicos”- se dieron cita en el punto de partida. La largada es de un auto cada 10 segundos. Luego, a correr. Los chicos llevan su autito a tiro y a toda velocidad. Los padres les siguen el ritmo a su lado, con la lengua por el piso ante el esfuerzo que demandan los 1.500 metros de extensión que tiene el trazado. Hay premios para todos los participantes y nadie se queda sin subir al podio. También se reconoce al modelo más original y al mejor presentado. En rigor, los actuales organizadores no hablan de una carrera sino de una “auténtica fiesta de la familia y del pueblo”, donde padre e hijo se divierten fabricando su propio bólido y dan rienda suelta a la imaginación a la hora de concebir un determinado modelo de chasis y carrocería. Por eso se pueden observar prototipos de todos los tamaños, auténticos autos conceptos pero en escala, réplicas de formas y colores dispares, miniaturas hechas a manos de grandulones. Alguna vez el trazado unió la Clínica San José Obrero con la Plazoleta de los Niños, pero en cada edición el recorrido de la pista se fue modificando. Otra curiosidad es el vehículo que hace de Pace Car. Por lo general abre pista un auto de carrera de verdad, conducido por alguno de los pilotos del pueblo que, además, colaboran donando trofeos que supieron ganar en competencias zonales. 49
2005 Cooteflan inaugura edificio en Pueblo Nuevo. Fallece Alfredo Giachino, conocido vecino que intervino en distintas entidades del pueblo, y recopiló la historia de Jáuregui.
2006 Queda inaugurada en Cortínez la plaza “Héroes de Malvinas”. Fue remodelada la plaza “Virgen Niña” de Pueblo Nuevo.
2007 Como toda carrera de autos no está exenta la toma de tiempos y, aunque en la actualidad los registros se hacen mediante precisos relojes que cronometran hasta una milésima de segundo, tres décadas atrás se hacían con un sistema de cintas que utilizaban los colombófi los para medir el tiempo que tardaba una paloma en regresar al palomar. Toda una rareza. En épocas donde se imponen los videojuegos y el rol del juego en los niños empieza a estar en debate, los autitos a piolín en Jáuregui lejos están de pasar de moda.
Fallece Jorge “Coco” Moronta, referente de la Comisión de Fiesta Villa Flandria, entre otras instituciones. Resurge el Centro Cultural Villa Flandria. A pesar de los años, el espíritu de la curiosa competencia se mantiene intacto. Las primeras carreras de autitos a piolín fueron organizadas por la Juventud Obrera Católica. De generación en generación pasa la pasión por construir sus propios bólidos de carrera. En el parque cerrado puede apreciarse cómo los participantes dan rienda suelta a su imaginación, en cada diseño de los autos.
2008 Se logró la reapertura del destacamento policial en Pueblo Nuevo. El Campo-Escuela Flandria cumple 50 años.
CRISIS & ACTUALIDAD El renacer del pueblo EL SIGUIENTE RELATO ES FRUTO DE LA IMAGINACIÓN; CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES CONSECUENCIA DE NO HABER SABIDO DISIMULAR QUE SE TRATA DEL LUGAR DONDE VIVÍ, DE PERSONAS QUE CONOCÍ Y DE HECHOS QUE GUARDÉ PARA SIEMPRE ENTRE MIS RECUERDOS QUERIDOS.
L
a Algodonera Flandria fue un tipo de estructura empresarial muy particular y casi única en la Argentina. Su fundador, Don Julio Steverlynck, la soñó, pensó y desarrolló de acuerdo con la estructura “paternalista y católica” que él había conocido en la Europa de comienzos del Siglo XX. Esta organización fue un claro ejemplo de empresa católica, basada en los principios de la doctrina social de la Iglesia y, fundamentalmente, en las Encíclicas Papales Populorum Progressio y Rerum Novarum. (…) Hubo varios hechos significativos en el triste epílogo de la Algodonera. Uno fue el fallecimiento de Don Julio, el 28 de noviembre de 1975. Él era realmente el “alma mater” de la empresa, y eso quedó demostrado con el tiempo puesto que ningún otro pudo o supo reemplazarlo. Además, coincidentemente con su desaparición, se produjeron en el país abruptos cambios en la política y la economía.
El golpe militar del año 1976 y la política económica, provocaron la desindustrialización del país, abriéndose los mercados de importación y generándose la “ruleta financiera”; consecuentemente, las empresas nacionales perdieron competitividad, disminuyeron sus ventas y comenzaron a cerrar sus puertas, provocándose una gran desocupación. En 1982 Algodonera Flandria comienza a sentir los primeros cimbronazos de la crisis que se avecinaba. En 1988 la empresa comienza a tener serios problemas económicos, que se agudizan durante el primer gobierno de Menem. Como consecuencia de esto, primero se llama a concurso de acreedores, para finalmente cerrar sus puertas por quiebra el 30 de enero de 1995. Por supuesto que esta lamentable situación generó mucha indignación y desazón, no solamente en los obreros despedidos, sino también en toda la comunidad. Los habitantes del pueblo se
preguntaban ¿y ahora qué? Les parecía que todo se terminaba y que el pequeño paraíso que los rodeaba se transformaba de pronto en un gran infierno. A pesar de las dificultades y vicisitudes vividas, y por más que algunos agoreros -en complicidad con medios periodísticos nacionales- quisieron mostrar a Villa Flandria- Jáuregui como un “Pueblo Fantasma”, no pudieron con la herencia que Don Julio dejara: Dios, Patria, Hogar y Trabajo. Por todo y a pesar de todo, la Villa Flandria de Don Julio continúa en pie, porque sus raíces son fuertes y siguen nutriendo; su tronco es robusto como el roble; su follaje, que renace en cada primavera, nos regala sus frutos, que son los hijos, los nietos y los bisnietos de aquellos gringos pioneros que supieron hacer la Patria en serio. MARCOS EZEQUIEL BERTINI (EXTRACTO) JÁUREGUI, AGOSTO DE 2003 CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DEL PARQUE INDUSTRIAL “VILLA FLANDRIA”
Crisis
Resistir, a pesar de todo
E
l cierre del complejo industrial Algodonera Flandria se presentaba como el epílogo de una época soñada. La villa ingresaba en un presente de dudas. Las máquinas de la Flandria se fueron acallando de a poco hasta que un día finalmente se detuvieron. La sirena de la fábrica dejó de sonar con la luz del alba y los obreros en bicicleta no salieron más como malones. La crisis económica que venía sacudiendo desde hacía años al sector textil, en Flandria daba un golpe de knock out. Corrían los inicios de la década del 90. El proceso de desindustrialización se reflejaba en todos los rubros y en Algodonera algunos obreros recibían parte del sueldo en especies. Se 52
pagaba con metros de sábanas que, al principio, eran adquiridas por los vecinos, pero pronto el mercado se saturó. Antes de la crisis de 1990, el partido de Luján tenía el 25 por ciento del mercado argentino de la sábana. Tenía tanta fama que en el barrio porteño de Once hay una sábana que todavía se comercializa bajo el nombre de “la lujanera”. Es de urdimbre de algodón y trama de poliéster. “En Flandria había un parque textil de 40 años de antigüedad. Pero se invirtió y hoy esa edad, en tecnología, bajó a 10 ó 15 años. Si nos fijamos en Algoselan o en otras empresas grandes, seguramente hay telares nuevos. En los textiles pequeños nunca se logró la tecnología que tenemos ahora.
Somos menos que antes pero producimos más”, relata un tradicional fasonero de Jáuregui, Raúl Pruski. Una historia que confirma que la crisis paralizó, pero no frenó el impulso del pueblo. La quiebra de Flandria hizo resistente a la región. En los años que antecedieron al cierre, a pesar de la esperanza de patrones y obreros, sólo se escuchaba hablar de concurso preventivo, remate, acreedores, audiencias conciliatorias o quiebra. En 1995 se concretó el mal augurio. En enero se enviaron los telegramas de despido y a los pocos meses se hizo efectivo el primer remate judicial de máquinas. La debacle del sector se agudizaba. Algodonera Flandria anuncia que no abriría en abril. Un
enorme y pesado candado se adueña del portón de la gran planta. Las instituciones reciben el cimbronazo. En medio del confl icto, el plantel del Club Social y Deportivo Flandria reclama el pago de sueldos y amenaza con dejar de entrenar. Un directivo propuso dar un golpe de timonel drástico para dejar atrás el pasado: cambiar el nombre al club y no remitir más a la Algodonera. Su propuesta no fue bien recibida. Y luego de evaluar salidas alternativas, en julio del 1994, Flandria sella un acuerdo con Chacarita Juniors que, si bien no se prolongó en el tiempo, al menos le dio algo de oxígeno. En el Club Náutico de El Timón se pierde gran parte de la masa societaria. De los 4.000 socios de sus años de esplendor, llega a 1.700. La pileta climatizada, orgullo de la institución, deja de tener agua caliente porque la usina de Linera frena su andar y ya no había energía para la caldera del club. El mantenimiento de las instalaciones se hace cuesta arriba. Se interrumpe el servicio de gas y el plomero y el electricista, que venían de la Flandria, dejan de cumplir su labor. “Hubo inviernos en los que no sabíamos qué hacer”, recuerda el encargado del club, Roberto Grande. El futuro de los colegios tampoco se vislumbraba alentador. A fines de 1992 el Instituto San Luis Gonzaga organiza una rifa para cambiar las membranas de los techos, pero en enero de 1993, los directivos de la fábrica le piden al director Eduardo Antonelli que use ese dinero para pagar el sueldo de los docentes. El sábado 6 de marzo de ese año Antonelli recibió la noticia menos pensada: la fábrica dejaba de subvencionar a la institución educativa. 53
Pese a esto, las clases comienzan el lunes siguiente. Se forma la primera Comisión de Padres con el objetivo de gestionar una subvención al Estado para cubrir los sueldos de los docentes y esa entidad pasa a ser la propietaria de la escuela. Al igual que lo hecho con los trabajadores, la Flandria entrega telas como forma de pago a los docentes. “Iba a San Antonio de Areco a una reunión de directores y llevaba a mi familia, que salía a vender telas casa por casa de esa ciudad”, cuenta Antonelli. Para el resto de las instituciones, la situación era similar. Como si esto fuera poco, estaba latente la posibilidad de que todo lo que había sido creado bajo el amparo de Julio Steverlynck se rematara y, con el dinero obtenido, los acreedores cobraran sus deudas. De haberse concretado, el impacto social habría sido tan doloroso como de consecuencias inimaginables. Afortunadamente, la historia fue muy diferente.
La puerta a medio abrir, una imagen repetida durante la crisis. Las manifestaciones de obreros comenzaron a ser periódicas en los años difíciles. Las listas informaban a los operarios quién estaba suspendido. Las asambleas de operarios en la Portería estaban cargadas de incertidumbre.
Resurgimiento, actualidad
El renacimiento C
on el cierre de la Flandria, las reglas de juego definitivamente cambiaron. Hubo que empezar de cero. Mientras muchas pequeñas localidades iban camino a la desaparición por el levantamiento de ramales ferroviarios, la salida de circulación de una locomotora -como fue la Algodonera Flandria- parecía augurar un destino similar. Pero el pueblo jamás descarriló. Los primeros tiempos no fueron para nada fáciles, pero se salió adelante con tesón y apelando a la imaginación. Todos le pusieron el hombro a la situación. La reacción de la sociedad civil motivó un movimiento que fue acompañado por el Estado a través de peticiones del entonces intendente de Luján, Dr. Miguel Angel Prince, y la senadora provincial Dra. María Inés Fernández. Se inició una estrategia judicial en la que intervino el obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich, quien solicitó la “indisponibilidad material de parcelas”, con la idea de proteger las instituciones católicas. Quienes conocieron de cerca los pormenores de las negociaciones destacan el rol que tuvo el padre vicentino Miguel Angel Bianchi, que en esa época era administrador de la Basílica de Luján y amigo personal de toda la vida del entonces gobernador Eduardo Duhalde. Meses después del quiebre de la fábrica, la senadora Fernández presentó un proyecto de ley 54
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para salvar del inminente remate los inmuebles donde estaban asentadas prácticamente todas las instituciones surgidas al calor del complejo textil. En los fundamentos del proyecto de ley se menciona un resumen de la historia que permite comprender los pasos dados: “La empresa Algodonera Flandria S.A. desarrolló –es imposible negarlo- una importante obra progresista y social, siendo la causa del vigoroso impulso de la creación y desarrollo de nuevos barrios, negocios y fuentes de trabajo. Así, fundó colegios, escuelas, jardines de infantes, bibliotecas, clubes, círculos sociales y deportivos y demás emprendimientos (...) Pero como toda obra terrena, la de don Julio Steverlynck tuvo y tiene los límites que le impone el tiempo y la falibilidad de los actos del hombre. A su muerte, la empresa quedó en manos de los sucesores del industrial belga y, con el transcurso de los años, fue declinando paulatinamente hasta que, en el año 1993, se solicitó la convocatoria de acreedores. Y luego de un sinnúmero de dolorosas circunstancias y diversas maniobras, el día 10 de abril de 1996 se decretó la quiebra de la empresa. Esta situación ha producido una profunda conmoción en la comunidad, llenando de inquietud a las poblaciones que, de alguna manera, nacieron y crecieron gracias a la obra del fundador de esa empresa textil. A la incertidumbre de los más de cuatrocientos obreros despedidos –que no saben si alguna vez cobrarán los salarios que no les fueron abonados a lo largo de más de un año- se suma hoy la situación de las instituciones comunitarias que ocupan inmuebles pertenecientes a la Algodonera quebrada. A raíz de esta problemática, a principios de este año los titulares y representan57
tes de las distintas entidades entablaron diversas negociaciones con la Sindicatura, llegándose a acuerdos parciales que –por lo menos- garantizan el funcionamiento de las instituciones hasta fin de año. Pero más allá de ese lapso es imposible pronosticar nada, ya que lo más probable será la realización del activo de la empresa mediante el remate de sus bienes remanentes. Conclusión: todas las entidades quedarán en la calle”. Los argumentos eran claros. El alivio llegó el 23 de diciembre de 1998, cuando la Legislatura Bonaerense sanciona la Ley 12.261 que resguarda los inmuebles de la posibilidad de remate. Todo un pueblo respiró; entre ellos una vecina, hija de 58
un obrero de Algodonera Flandria, de apellido Fernández, de profesión abogada y por esos años legisladora provincial. Las instituciones, bases sólidas que sostuvieron a la comunidad, poco a poco se fueron reacomodando. A pesar de los pronósticos más agoreros, las villas del norte y del sur retomaron lentamente su propio ritmo. Aunque muchos padres no volvieron a la fábrica, sus hijos podían seguir asistiendo a clases. Los colegios se las ingeniaron para seguir en pie y apostando, como siempre, al futuro. Los clubes se adaptaron a la nueva realidad y también se mantuvieron a flote. 59
Una muestra de unión y trabajo en equipo quedó demostrada por la comunidad educativa del Instituto San Luis Gonzaga. El nuevo panorama obligaba a ampliar la matrícula. Con este objetivo, organizaron una campaña para captar alumnos de la ciudad de Luján. Directivos, docentes y estudiantes recorrieron casa por casa repartiendo folletos sobre el colegio. Y aquellos padres cuya situación económica era más holgada, abonaban una cuota proporcional a su capacidad de ingresos. La tarea dio resultados: de los 200 alumnos que tenía la institución cuando se produjo el cierre del complejo textil, la matrícula se fue incrementando hasta contar con los 650 alumnos actuales.
¿Qué estaba en riesgo? SE DECLARÓ “DE UTILIDAD PÚBLICA Y SUJETO A EXPROPIACIÓN”, A LOS SIGUIENTES LOTES Y EDIFICIOS QUE ESTABAN A NOMBRE DE “ALGODONERA FLANDRIA SOCIEDAD ANÓNIMA”: • 81 LOTES • EL INSTITUTO “SAN LUIS GONZAGA”, LA CASA PARROQUIAL CÁRITAS, EL GRUPO SCOUT “SAN LUIS GONZAGA”, EL CENTRO DE EX ALUMNOS Y LA COMUNIDAD GUÍA “VIRGEN NIÑA”. • EL COLEGIO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y EL VELÓDROMO “EL PEDAL”. • EL CLUB NÁUTICO “EL TIMÓN”. • EL CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO “DEFENSORES”. • EL CAMPO ESCUELA FLANDES DE SCOUTS. • EL CLUB FLANDRIA Y LA SEDE DEL REGISTRO NACIONAL DE LAS PERSONAS. • EL ESTADIO “CARLOS V” Y EL CÍRCULO CRIOLLO “MARTÍN FIERRO”.
El tradicional Club Náutico “El Timón” aplicó una política de apertura que le permitió sumar nuevos socios y, aunque no llegan a ser todos los que fueron en su mejor momento, los 3.000 activos del presente son una cantidad suficiente como para causar sana envidia en otras entidades sociales y deportivas. Traducido en obras, El Timón cuenta con cancha de fútbol 5 iluminada, cinco hectáreas con canchas de tenis y paddle, un quincho para 250 personas y un sector de juegos para chicos. 60
Por su parte, luego de haber fluctuado durante varios años en el torneo de Primera “C”, el glorioso Club Social y Deportivo Flandria subió de categoría en 1996. Desde entonces se mantiene con un presupuesto acotado, pero sin pasar las penurias que conoció cuando la Algodonera bajó la persiana. Otras, en cambio, no corrieron la misma suerte. El Velódromo “El Pedal” se convirtió en un criadero de cerdos y hoy está abandonado, a la espera de poder recuperar algún día aquellas
jornadas épicas y consagratorias para los ciclistas del pueblo. El Círculo Criollo “Martín Fierro” trata de sobrevivir como puede y se mantiene firme en la organización de gloriosas jornadas tradicionalistas y de la multitudinaria Peregrinación a Caballo al Santuario de la Virgen. Lo mismo ocurre con la Banda de Música “Rerum Novarum”, que dejó de recibir algunos fondos que posibilitaban su sostenimiento, transformando su presente en una compleja realidad.
A pesar de ello, a través de su Escuela de Música se sigue instruyendo a los propios integrantes de la formación musical. Eso no quita la urgencia de obtener recursos que las permitan renovar sus instrumentos, comprar nuevos y movilizarse a cada una de las actuaciones. “Hace meses que nos ofrecemos para actuar en teatros o fiestas, como cualquier otra banda de música. Y mientras esperamos que el tiempo mejore, seguimos tocando; como siempre”, dice Gustavo Recarey, el maestro actual de la gloriosa “Rerum Novarum”. 61
PARQUE INDUSTRIAL Un paseo por los recuerdos
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ué cantidad de recuerdos nacen cuando trasponemos el portón de entrada de la ex Algodonera! La Sala de Recepción se encuentra muy reacondicionada. Allí estaba la casa del señor Firino, quien cumplía la función de cuidador y portero. Luego observo la vieja Enfermería, que por aquellos años era atendida por médicos y enfermeras. Veo la Portería, donde había un botón que los obreros teníamos que accionar y, si se encendía la luz, nos revisaban para evitar posibles robos; una norma de la empresa que se tenía que cumplir. Enfrente de la Enfermería, una casa con comodidad para dos familias, hoy ocupada por la Administración. Más allá el Salón Blanco, lugar donde antaño se realizaban importantes reuniones.
Las calles internas, pese al tiempo transcurrido, se conservan en buen estado. La arboleda les da ese color verde intenso. Llegamos así al Museo Textil “Algodonera Flandria”, habilitado en el lugar donde antiguamente funcionó un comedor para los obreros. Hoy, el museo sintetiza la historia de la Algodonera. Cada sector representa un recuerdo que cada ex trabajador revive, según haya sido su paso por el establecimiento. Estos recuerdos pueden ser muy variados, los tiempos cambian, la disciplina también. Mi generación mantenía un respeto que lejos estaba de ser temor; por eso la visión de Don Julio de crear el colegio San Luis Gonzaga como la antesala de la Algodonera, con cursos de 3º a 6º grado. Luego se creó el Artesanado de Carpintería y Mecánica, teniendo a los jóvenes ocupados en el
tiempo que va de los 12 hasta los 14 años, para luego tomarlos en la fábrica con una pequeña preparación. El cierre de la visita es un recorrido en sentido contrario, pasando por distintas secciones de la Algodonera. Regresamos a la Portería de entrada. Son muchos los recuerdos y es muy nutrido el bagaje de anécdotas que forman parte de la vida misma, analizadas a la distancia con mucho cariño.
RUBÉN ZUCCHI TRABAJÓ EN ALGODONERA ENTRE 1949 Y 1962
64 Parque Industrial Villa Flandria
LOS TELARES VOLVIERON A SONAR
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abía una idea de revancha. Había un nuevo dueño y el aire era nuevo. Por eso la gente veía ese proceso de cambio con alegría. Se arrastraban años de esplendor y, más frescos en la memoria, los tiempos de crisis. Por eso, en agosto de 2003, en la inauguración del Parque Industrial Villa Flandria, la euforia le disputaba protagonismo a la emoción. Se transitaba el complejo fin del
año 2001. El clima en el país se había enrarecido y en los primeros días de diciembre salió publicada la venta de Algodonera Flandria. Carlos Diforti, por entonces dueño de Algoselan, hoy también responsable del Parque, recuerda que “sólo sabía que estaba cerrada y después todo era mito respecto de ese lugar. Fui a ver la planta una tarde en que Gaona estaba cortada por los saqueos de los
supermercados. Lo que vi en Jáuregui me fascinó; no sólo las instalaciones, porque además las máquinas eran muy viejas, sino el entorno. Pensé en comprarla”. La cotización concreta del inmueble no guardaba relación con el valor real de semejante monstruo. Y menos aún si en la balanza se ponían sus gloriosos años de historia. “Si se miraba en metros cuadrados de construcción y en inmuebles, el precio de Flandria resultaba una cifra baja”, señala Diforti. Sus asesores le decían que lo que debía hacer era comprar las máquinas, porque ahí estaba el negocio. Y que era una locura comprar el inmueble. “Me decían que si esa venta quedaba desierta, saldría a la venta otra vez pero en un 20 ó 25 por ciento menos del valor inicial”, expresa el empresario. Ese planteo frío, meramente calculador de sus asesores, no terminaba de cerrarle. “A mí lo que más me gustaba era el inmueble y me parecía un crimen comprar máquinas o desguazar todo. Me presenté en el remate y fui la única oferta”. Ese 28 de diciembre de 2001 la sala del Centro de Rematadores estaba repleta de gente que quería comprar. Algunos fueron por las máquinas. Otros querían elementos particulares o adquirir por bloques máquinas o muebles. Los inmuebles no valían nada porque en la debacle no había potenciales compradores. “A nadie se le ocurría comprar todo para poner una industria. Recuerdo que el mejor proyecto que se barajaba para
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Flandria era la construcción de una cárcel. Oferté, compré y listo, pero ahí comienza otra historia”, dice Diforti, el protagonista central del día después de Algodonera. El 2 de enero de 2002 Diforti le dijo a su familia que lo acompañara a Jáuregui para ver “el galpón” que había comprado. Pudieron entrar a pesar de la custodia de la Sindicatura.
Recorrieron el predio caminando y su familia le preguntaba qué galpón había comprado. “Les expliqué que había adquirido todo. Y les aseguro que no es lo mismo ver el predio ahora que en ese momento. Pensaba que en el momento de la entrega tenía que empezar a recuperar espacios, pagar vigilancia, luz, inmobiliario. ¿Cuánto gasto era? La verdad, una estimación que me supera-
ba, que trasmitía miedo”. El primer día hábil de enero de 2002 Diforti recibió un llamado en Algoselan. Le informaban que en la puerta del arrumbado predio fabril había cerca de 600 personas que hacían cola para anotarse para trabajar en “la Flandria”. “Nosotros no sabíamos qué íbamos a hacer cuando recibiéramos el predio”, recuerda Diforti. De todos modos, en AOT se realizó la
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inscripción de personas. Para la gente de la zona la compra del predio era una excelente noticia. Eso sí, desconocían que la compradora era una pyme de San Martín que había puesto todos sus ahorros en ese emprendimiento. Algo ocurrió para que Diforti, del modo menos pensado, tomara conciencia de la magnitud de la compra realizada. En esos días una persona le dijo que en el cine estaban dando la película “Rerum Novarum”, que era sobre una banda de la fábrica. “El 6 de enero de 2002 fui con mi familia a verla, en una sala de la calle Corrientes. Casi no la proyectan, porque se había roto el proyector. Miramos la película y ahí reaccionamos. Yo no había comprado una fábrica. Había comprado una historia y una responsabilidad”. Recién el 2 de mayo de 2002 le dieron la posesión. Hubo una impugnación del remate y la Justicia no dio lugar. Habían pasado cinco meses en los que, literalmente, no se sabía absolutamente nada respecto del futuro. Finalmente, con paso lento pero seguro, el Parque Industrial Villa Flandria comenzó a tomar forma. Primero se mudaron instalaciones de Algoselan. Se pusieron en marcha cuarenta telares para tela de jean. La pyme oriunda de San Martín ocupaba un sector de 10 mil metros cuadrados, el doble de la planta madre. Para ello hubo que arreglar vidrios y recuperar los techos. “Era un presupuesto terrible”, recuerda Diforti. “Con dos personas empezamos a trabajar. Había que cambiar vidrios, pero era una fortuna. Se nos ocurrió conseguir una persona que nos fabricara placas planas de fibra de vidrio. Se podían cortar con tijera y pegar con sellador. Y si se caían
no eran peligrosas. No era lo mejor, pero nos permitía hacer los arreglos. También a pulmón se reacondicionaron las máquinas”, detalla el hacedor de la recuperación. Superada esa etapa, dos nuevas preguntas se presentaron en el camino del comprador: ¿qué hacer con semejante predio? Y ¿qué hacer con tanto material antiguo? Para dar solución a esta última pregunta surgió la propuesta del Museo Textil. Para responder a la primera pregunta se comenzó a barajar la idea de un Parque Industrial. Con apoyo del municipio y de la provincia de Buenos Aires se elaboró un desarrollo. Se regularizaron todos los trámites de posesión y recién después se trabajó en la confección de un predio con orientación textil. “Buscamos desde entonces que todas las empresas trabajen en interrelación, que se bajen costos y se amplíen los contactos. Pero también se busca dar satisfacción a esa
demanda laboral de los primeros días después de la compra. La única manera de responder era con el trabajo de muchas empresas, porque Algoselan podría contratar, con suerte, a unas 200 personas. No las cerca de 2 mil que hubo en su momento”. Hubo gente que se ofreció a trabajar gratis. “Les pagábamos aunque no querían, porque decían que su paga era la satisfacción de ver la fábrica otra vez en marcha”, señala Diforti. El día de la inauguración del Parque sólo estaba instalada Algoselan y la empresa Choi Ho Beom. “Era un parque con dos empresas -sonríe Diforti-. Es decir que estaba todo bárbaro, pero con la mira puesta en el futuro”. Fueron muy complejos esos pasos iniciales. La tecnología del lugar era antigua, pero los compradores no reparaban en ese detalle: querían calidad. Se empezaron a cambiar telares viejos y más tarde se puso en marcha la hilandería.
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Mientras esto sucedía con Algoselan, se pensaba en la puesta en marcha del Parque. ¿Cómo hacer para que las empresas se radicaran? La única manera era dándoles facilidades. Diforti destaca que se realizaron obras, mejoras, se postergaron cobros de alquileres, se acercaron servicios. “Cuando se instalaron las primeras firmas nos preguntaban por qué no hacíamos publicidad del Parque. Pero me parecía algo en contra, porque venían dos empresas y las dos exigían obras, mejoras, cables. Era costo a nuestro cargo y trabajo de atención de las mismas personas que queríamos hacer crecer a Algoselan. El paso que podíamos dar era lento, pero sostenido. Cuando se instalaron otras empresas y en especial Italcolore (año 2006), modelo en su tipo, el prestigio cambió. Teníamos montada en el Parque la tintorería modelo más moderna de Sudamérica. A ellos se sumaron tejedurías, tintorería”, detalla el empresario. Todo en el Parque es muy grande. El ejemplo de Diforti es contundente: “ ¿Hay que tirar un cable? Perfecto, son cuatro kilómetros de cable que equivalen a 200 mil pesos. Cuando se hizo la instalación de gas buscamos presupuestos y el constructor fue vivo. Nos bajó el precio pero nos dijo ‘los caños los pintan ustedes’. Estuvimos un año pintando caños. Se invirtió mucho en cosas no visibles como energía, agua, cables. Ensamblar un cable, por ejemplo, nos costó cerca de 10 mil dólares. Son números que asustan, pero avanzamos”. En ese contexto, fue costoso pero determinante el arreglo de la planta de efluentes del Parque. El flamante propietario se encontró con
una montaña de tierra y una laguna. Y nada más. Los italianos decían que ellos no pensaban instalar una tintorería de la magnitud de Italcolore y quedar supeditados a problemas de habilitación. “Hoy estamos orgullosos de eso porque somos modelo de tratamiento de efluentes en la provincia de Buenos Aires y también en el país”, subraya Diforti. En la actualidad, con el orgullo de los escollos superados, el Parque Industrial alberga a 21 empresas y por día ingresan a trabajar unas 800 personas, a las que se sumarán 200 cuando concluya el trabajo de mudanza de la empresa Tía Maruca. “La idea del Parque es lograr que sea un modelo a seguir. No nos caracterizarnos por el gran tamaño, ya que es relativamente pequeño con respecto a otros, sino por tratar de hacer las cosas bien. Principalmente, trabajamos mucho en el tema ecológico. Ofrecemos un entorno
forestado en plena convivencia de flora, fauna y producción, donde se aprecie el orden y el buen gusto”, enumera Diforti, a modo de carta de presentación. Tomando distancia de aquella compra que revolucionó al pueblo, Diforti reflexiona sobre la comparación inevitable; sobre la sombra de Steverlynck que sigue recorriendo el recuerdo de miles de villaflandrinos. “Es algo que tengo muy claro. Algodonera Flandria era una fábrica paternalista y todos esperaban cosas de ella. Nosotros tratamos de seguir esa idea. Tratamos de ayudar, de escuchar, pero no tenemos tantos recursos. Nosotros mismos necesitamos cosas que nadie nos puede dar. Todo se hace a pulmón, de manera lenta, tediosa. Hoy tenemos la fábrica paternalista, pero con un papá pobre. Todo el mundo espera de la fábrica. Y la historia nos indica que no lo podemos tomar a mal; al contrario”.
68 Museo textil
EL ESPACIO PARA LA MEMORIA
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sto es turismo del sentimiento- dice el profesor Claudio Tuis, uno de los historiadores que dedica días enteros a la preservación de la obra de Julio Steverlynck en toda su dimensión. Su frase se refiere a la apertura del Museo Textil, un espacio que el empresario Carlos Diforti reservó en el nuevo Parque Industrial “Villa Flandria” para la exposición de una emotiva historia. Para los alumnos de la zona, el Museo es una recorrida por anécdotas escuchadas miles de veces
en sus hogares. Para los estudiantes de Historia, es un acercamiento a un pasado fabril y a un modo de producir con fuerte impacto social. Para decenas y decenas de vecinos y jubilados, es recorrer los mismos pasos que hicieron durante décadas enfundados en el uniforme laboral. El Museo expone su historia en el salón que supo ocupar el comedor de Algodonera Flandria. Gran parte de los muebles y utensilios se encuentran en el lugar, congelados en el tiempo. Mostra-
dores, cocinas, ollas, heladeras, platos y viandas remiten a los años de esplendor de ese espacio en el que los trabajadores reponían fuerzas para la tarea fabril. “A nosotros nos interesaba salvar el archivo. En Argentina hay muy pocos estudios sobre la industria, porque suele ocurrir que, al cambiar de firma una empresa, lo que encuentran los nuevos lo tiran, lo venden o lo queman”, destaca Tuis, quien batalló por la instalación del Museo junto a Mariela Ceva. Tuis cuenta que “cuando le hicimos el planteo a Diforti se buscaba preservar los papeles bancarios, los registros de los empleados, las planillas de entradas y salidas. Era material increíble que tal vez se había destruido”. Para gratitud de Ceva y Tuis, Diforti accedió gustoso. Se concretó la formación de un equipo de trabajo. En un primer momento se llevó a cabo la recuperación de material de archivo y de museo. Durante los tres primeros años de labor, los hacedores del Museo no contaron con ningún subsidio. Fue una tarea profesional ad-honorem. “Diforti venía y tenía que romper las fajas que había puesto la jueza. Y lo primero que buceamos fue la administración, que tenía todo desordenado, con plantas que entraban por las ventanas y los techos, y repleta de desecho de palomas. Con Ceva hicimos una tarea lenta de rescate de objetos y papeles”, explica Tuis, quien recuerda que los traslados del material se realizaban los jueves y sábados en un carrito de cuatro ruedas de goma.
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La iniciativa, que ya dio pasos importantes, contempla la instalación concreta de tres grandes áreas: una dedicada a la vida de Julio Steverlynck; otra para exposición del material utilizado en la industria textil y una tercera etapa con el recorrido por el complejo. Hay aspectos planificados que los visitantes ya disfrutan. En el interior del Museo, además de los elementos propios del comedor, se expone un uniforme rosa y pañuelo rosa, de las hilanderas sección urdimbre; uno verde oscuro, de limpieza; uno azul, de mecánicos; uno verde claro, de enfermería y capataces; uno celeste, de encargados y jefes de secciones; uno gris, de sección preparación, y uno beige, de los tejedores. Emocionada durante su visita al predio, María Di Martino mira esas prendas y confiesa: “Este pantalón que llevo puesto me lo hice con la tela de mi uniforme. Era tela de primera”.
Hay fotos de las diferentes secciones, de las actividades recreativas, de la recordada visita de los reyes de Bélgica, y cuadros que intentan trasmitir la metodología de trabajo imperante en el amplio predio. Todos los días aparecen elementos para exponer. Por ejemplo, un dibujo que un obrero recordó que estaba guardado en las oficinas que ahora ocupa Algoselan. Era un diseño pintado con témpera, tarea que demandaba dos meses de trabajo. Se expone, además, una foto que refleja la dura realidad que la planta vivió entre 1995 y 2002: la faja de cierre. “En ese momento la desesperación era enorme, pero nos enseñó que de las peores crisis pueden salir lindas cosas”, reflexiona Tuis. En el Museo también hay espacio para las máquinas o para piezas que se fueron encontrando en los arrumbados galpones. La presencia más fuerte es la de un viejo Jacquard que se restauró para exponerlo y que ingresó al predio luego de romper paredes. La tarea de recuperación de objetos fue voluntaria, y por ello hay piezas sin nombre ni referencia. En una de las recorridas, Tuis mostró una herramienta y uno de los oyentes contempló en silencio. Cuando el resto del contingente se alejó, el hombre, que peina canas y trabajó décadas en la Algodonera, se acercó al profesor y le dijo: “Eso que usted mostró es una engrasadora. Le digo por si quiere ponerle nombre. Yo la usé durante años”. Con ese espíritu toma forma el Museo. Con el aporte de miles de testimonios, historias y recuerdos personales.
El valor de lo escrito CUANDO CLAUDIO TUIS Y MARIELA CEVA SE ENTERARON DE LA COMPRA DE ALGODONERA FLANDRIA, LO QUE LES OCURRIÓ ES SENCILLO DE EXPLICAR: SE DESESPERARON. “QUERÍAMOS DAR RÁPIDAMENTE CON EL COMPRADOR PORQUE NO NOS PERMITÍAMOS QUE ESE ARCHIVO SE TIRARA. YO VENÍA TRABAJANDO EN EL TEMA DESDE 1991 Y SABÍA LO QUE HABÍA DENTRO”, RELATA CEVA. EN EL MOMENTO DE LA COMPRA EL KILO DE PAPEL SE PAGABA 80 CENTAVOS. POR ESO, LA CUENTA ERA FÁCIL DE HACER: EN LA PLANTA CERRADA HABÍA UNA FORTUNA. DIFORTI RECIBIÓ A CEVA Y TUIS Y ESCUCHÓ EL PEDIDO DE RESGUARDAR LOS ARCHIVOS. UN PAR DE DÍAS DESPUÉS RESPONDIÓ: “SE PRESERVARÁN”. A PARTIR DE ENTONCES SE EMPEZÓ A TRABAJAR EN EL OPERATIVO RESCATE. HOY, ESA TAREA MINUCIOSA Y VOLUNTARIA, CON APORTES MÍNIMOS PARA PASANTES QUE ESTUDIAN HISTORIA, PERMITE QUE ALLÍ SE ATESORE EL ARCHIVO INDUSTRIAL DE VILLA FLANDRIA; ES DECIR, EL ACERVO DOCUMENTAL PERTENECIENTE AL GRUPO STEVERLYNCK, ENTRE 1924 Y 1995. ESTÁN LOS LEGAJOS DE PERSONAL, CON EL REGISTRO DETALLADO DE LA HISTORIA LABORAL DE CERCA DE 10.000 TRABAJADORES. SU UTILIZACIÓN PERMITE LA RECONSTRUCCIÓN DEL ÁRBOL GENEALÓGICO; ES FUENTE PARA ACCEDER A LA DOBLE NACIONALIDAD Y MATERIAL DE INVESTIGACIÓN PARA DIVERSOS CAMPOS DE LA CIENCIA SOCIAL. FUERON RECUPERADOS LOS LIBROS DE SUELDOS Y JORNALES Y LOS LEGAJOS DE LAS INSTITUCIONES CREADAS POR INICIATIVA DE STEVERLYNCK. CON ELLO SE PUEDE ESTABLECER LA RELACIÓN ENTRE EL DESARROLLO DE LA EMPRESA Y LA REGIÓN. PERO EN LA PRÁCTICA, EN EL DÍA A DÍA, EL ARCHIVO TIENE UN VALOR INCONMENSURABLE PARA QUIENES BUSCAN COMPLETAR SUS TRÁMITES JUBILATORIOS. A PESAR DE LA PREDISPOSICIÓN DEL PROPIETARIO DEL PARQUE, ESE ARCHIVO SIGUE CORRIENDO RIESGO. CUANDO SE INFORMÓ AL TITULAR DE “ARCHIVO” DE ANSES LA EXISTENCIA DE LA MEMORIA ESCRITA DE ALGODONERA FLANDRIA, NO SE REGISTRÓ INTERÉS EN LA PRESERVACIÓN. EN TODO CASO, SE ACCEDIÓ OFICIALMENTE A CEDER LA RESPONSABILIDAD SOBRE EL MATERIAL A LOS HISTORIADORES TUIS Y CEVA. DESDE ENTONCES, YA SIN APORTE ECONÓMICO EXTERNO, SON ELLOS LOS QUE VOLUNTARIAMENTE RASTREAN LOS LEGAJOS Y AYUDAN A LOS VECINOS QUE TRAJINAN PARA JUBILARSE. “FALTA ALGUIEN QUE PUEDA DEDICARSE DE LLENO AL ARCHIVO”, PIDEN, IMPLORAN, SUS ACTUALES CUIDADORES VOLUNTARIOS.
EMPRESAS Y mi pueblo renació
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n junio y noviembre de 1985 don Julio ya había fallecido. Azotaron al pueblo y por ende a la fábrica, dos terribles inundaciones que cubrieron máquinas, instalaciones y depósitos, perdiéndose miles de metros de telas y toneladas de hilados. Tal vez ése fue el comienzo del fin. De ahí en más, fueron 10 años de sacrificios, donde los pagos de los jornales se hicieron cada vez más espaciados, donde muchos obreros optaron por buscar otros rumbos y donde, los pocos que quedamos, creíamos en la recuperación. Y no se pudo. En 1995 se decretó la fatídica quiebra y quedaron en la calle cientos de trabajadores. Había cerrado Fabril en Cortínez, luego Flandria, poco más tarde Linera; y este sitio, que fuera el Emporio Textil del Oeste, pasó a ser un pueblito más, que reflejaba la debacle en los frentes de sus ca-
sas, otrora pintados y lucientes (no había dinero para comprar pintura). Los yuyos comenzaron a cubrir los canteros, antes florecidos y cuidados. Esta situación costó vidas. Unos murieron de pena, quizás; algún otro optó por el suicidio. ¿Y mi pueblo? Para mí, aún así ¡Lindo! Prestigiosos medios televisivos de Capital mandaron sus noteros y apareció en las pantallas del país aquel titular que nos amargó a todos: ¡Jáuregui, un pueblo fantasma! ¿Fantasma mi pueblo? No lo podía creer pero dudaba ¿Moriría acaso mi pueblo? Pero... en diciembre de 2001 apareció en los periódicos de mayor tirada un aviso que rezaba: “Judicial por quiebra – Algodonera Flandria S.A. – Importante Planta Industrial Desocupada – Sobre 32 Has. En Luján, Bs.As”.
Sobre esto se escuchaban, pasados pocos días, distintos comentarios como: - ¿Vio Doña?, se vendió la Flandria... - Dicen que la compraron los dueños anteriores... O también: - Me enteré de que la van a demoler y van a construir un barrio privado. Tiempo después apareció Carlos, el comprador. Y no faltó el que opinaba: - Seguro que este señor va a vender todas las máquinas como chatarra y con eso salva la plata que pagó. Pero no fue así. Carlos, industrial textil él, se trazó el difícil desafío de poner en funcionamiento la empresa abandonada, y para ello convocó a algunos viejos obreros -entre éstos a mí- pidiéndoles colaboración. Y ocurrió el milagro: ¡La Flandria vive! Y sigue siendo A.F.; antes por Algodonera Flandria, ahora por Algoselán Flandria. Y ¿por qué no?, también por Ave Fénix, eso de resurgir de las cenizas. Hoy, la vieja fábrica se ha convertido en el Parque Industrial Villa Flandria, donde unas 20 empresas (algunas en construcción), son fuente de trabajo de cientos de obreros.
Carlos ganó la pulseada. El Parque Industrial es floreciente realidad. Se han conservado las edificaciones, remozándolas de a poco. Se mantienen con prolijidad sus canteros y sus arboladas calles, que hoy tienen sus nombres propios. Hasta se ha creado un Museo Textil. Y mi pueblo resucitó, tiene más vida; muchos comercios que habían cerrado, abrieron nuevamente sus puertas. Y ¿qué quieren que les diga? ¡Mi pueblo es lindo! Dicen algunos, del turno noche, que a veces se suele ver la figura como de una persona que deambula por las calles del Parque, como si recorriera las ahora ruidosas instalaciones. Yo no creo en fantasmas y nunca ví nada pero... imagino a una figura corpulenta, cubriendo su cabeza con una boina grandota y una amplia sonrisa en su rostro adusto. Esto es sólo imaginación mía, porque los fantasmas no existen. ¿No existen...? ¿Quién me podrá decir que mi pueblo no es lindo? AUTOR: ARNOLDO DANIELE SEPTIEMBRE 2007 APARECIDO EN “HISTORIA DE MI BARRIO” ANTOLOGÍA DE ANÉCDOTAS Y RELATOS LUJANENSES PUBLICADO POR LA MUNICIPALIDAD DE LUJÁN
72 Algoselan S.A.
DE SAN MARTÍN A VILLA FLANDRIA C
arlos Diforti cursaba la secundaria y en su cabeza de adolescente sólo tenía la idea, a futuro, de diseñar autos. Su padre, Miguel Diforti, era socio de la fábrica textil Algoselan S.A. fundada en 1951 junto con Mario Cámara, Santiago Mendive y Teófi lo Contreras. La industria se instaló en el partido de General San Martín y se inició en el rubro textil con el proceso de urdido y encolado de hilados de algodón. Posteriormente incorporó telares planos y luego tintorería industrial, fabricando principalmente gabardinas de algodón, lienzos y lonas para calzado. “Yo tenía 17 años cuando mi padre falleció en un accidente. A partir de ese momento me inserté de manera intempestiva en la industria textil”, cuenta Diforti. Los socios de la fábrica eran personas mayores. Por eso le pidieron al joven Carlos recorriera los fasones. La mayoría de esas pequeñas producciones estaban en Jáuregui. “Eso fue lo primero que hice en mi vida como textil y fueron mis primeros lazos con Jáuregui”, cuenta Diforti. Recuerda que visitando fasones “conocí la calidad de esa gente, todos sencillos, de pueblo, muy honestos. Tenían tarifas bajas por su producción familiar. Y también tenían en común que todos nos hablaban de ‘la Flandria”. De a poco, Diforti se fue afianzando en Algoselan, tomó más responsabilidad y comenzó a vender tejidos. “En tiempos que se pusieron difí-
ciles, un socio falleció y otro se retiró. A ambos les compramos sus partes”. “En el año 1992 quedábamos Contreras y Diforti. Pero Contreras era mayor y a sus hijos no les interesaba demasiado la fábrica. Propusieron vender o cerrarla. En ese entonces vender una fábrica textil era un utopía. La única opción era venderla, pero yo estaba a cargo de la administración y de las ventas y no me gustó la idea. Implicaba despedir a 50 personas. Pensaba que aunque le pagáramos a la gente era como abandonarlos en el mar con un bote y una vianda”, detalla Diforti.
Pero también recuerda que no podía comprarla. Una auténtica encrucijada. “Me pareció que había que seguir, apostando todo a compartir la suerte de la empresa. Mi capital estaba en la fábrica y no tenía resto. Nos costaba mantenernos”, asegura. Sin embargo, en ese contexto tomó la decisión que define como “la más difícil de mi vida; más que comprar Algodonera Flandria”. Fue su familia la que le dio el empujón necesario. “Ellos me dijeron que le diera para adelante y me arriesgara. Compramos el resto de las partes y debutamos
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mal, con crisis globales y dos clientes grandes que nos plantaron con cifras importantes”, admite. En determinado momento, 1996, Algoselan tenía mucha tela y crédito de los proveedores. Diforti juntó a toda la gente de la fábrica y les dijo el plan a seguir. “Salíamos todos a vender; todos con una muestra a la calle. Fueron expediciones de venta y se comenzó a mover la mercadería. Recuerdo que un mayorista, cuando mi empleado le fue a vender, directamente lo trató de estúpido por nuestra idea de seguir fabricando tela en Argentina. El tipo vino destrozado”.
“En ese momento dijimos ‘mayoristas nunca más’, pero debíamos transformar la mercadería en plata para pagar la luz, los servicios y los sueldos. Que lo demás espere. No había ambiciones de nada. Fue una pequeña fórmula que nos permitió obviar a los mayoristas que pagaban a seis meses”. El presidente de Algoselan cuenta que por entonces “nos compraban pequeños confeccionistas. Dábamos crédito de una semana y se armó una economía pequeña, pero sana. Los muchachos de mi fábrica eran vendedores, camioneros, fleteros, cobradores”.
Fueron años en los que empezaron a cerrar fábricas en todos lados y eso permitió a Algoselan comprar tecnología superior a la suya. “En ese momento -destaca Diforti- cayó en mí la semilla del Museo Textil. Vi infinidad de fábricas cerradas, en venta, de las que tiraban todo. Con el correr de los meses Algoselan se instaló como fabricante mayorista. Había logrado un precio sin intermediarios y daba crédito. Llegaron a los complejos años 1999, 2000 y 2001 con avances en la técnica. “Nuestra fábrica era otra. Las máquinas eran buenas, teníamos lindos artículos y la red de venta estaba afianzada. Con Jáuregui canjeábamos hilado por tela. Así nos agarró la crisis: tranquilos, bien plantados, adaptados a ese esquema de ventas de corto plazo”. Ésa fue la base que permitió a Diforti primero soñar, y más tarde concretar la compra que cambiaría el rumbo de la historia fabril, en especial la textil, de la zona de Jáuregui. Algoselan, aquella pyme de San Martín que en la actualidad tiene 300 empleados, adquiría Algodonera Flandria para ampliar su planta y dar lugar al proyecto de un Parque Industrial.
74 Italcolore
TINTORERÍA INDUSTRIAL
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talcolore S.A. está instalada en el Parque Industrial Villa Flandria. Es un establecimiento dedicado al proceso de ennoblecimiento textil denominado comúnmente “tintorería industrial”. La empresa es producto de la sinergia de dos antiguas empresas textiles argentinas -dirigidas respectivamente por Marco Meloni y Eduardo y Guillermo Logiudice- y uno de los grupos italianos líderes en el rubro maquinarias. El Gruppo Giamminola, de Como, Italia, tiene una historia de tres generaciones. Es una de las empre-
sas más importantes en el rubro maquinarias textiles del norte de Italia, con filiales en toda Latinoamérica y norte de África. En cuanto a las dos empresas argentinas, ITG S.R.L. está dedicada a la venta de repuestos y servicios de maquinarias textiles; y Filotex S.R.L., es especialista en la preparación y venta de hilados de poliéster, y provee a la mayoría de las fábricas nacionales especializadas en tejidos. Italcolore cuenta con una planta de alta complejidad tecnológica con maquinarias de
última generación; se trata de la tintorería más moderna del país que brinda servicios a terceros, cuyo montaje y puesta en marcha fueron realizados íntegramente por mano de obra argentina con la asistencia de técnicos de origen italiano y alemán.La elección del Parque Industrial Villa Flandria como sede de la empresa responde a que se trata de un polo textil, ideal para generar un desarrollo de este tipo. Esta industria complementa la cadena de producción, agregándole valor. Hasta el momento, los
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productores locales vendían sus telas sin más proceso. Con este servicio, se les brinda terminación a sus productos, mejorando así el valor agregado de los mismos. Italcolore posee estándares internacionales en el cuidado del medio ambiente, lo que significó poner en funcionamiento una planta de efluentes rigurosamente controlada para lograr un mínimo impacto. A tal efecto se la equipó con la ultima tecnología existente de origen sueco.
76 Tía Maruca
PRODUCIR CON ESTILO ARTESANAL
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ie ientras la mayoría de las tradicionales galletiterías desaparecían, el aroma a galletitas ti de Tía M Maruca Argentina comenzaba a impregnar el merca mercado argentino. En 1998 Alejandro Ripani dió vida a esta empresa que se proponía recrear ese tipo de comercio “en cada punto de venta de consumo masivo”. La idea id se puso en marcha en 1998, cuando junto a las varitas de hojaldre, tortitas dulces y crackres crackr sin sal la empresa comenzó a ganarse un lug lugar. Poco tiempo después, la firma ya ofrecía a sus clientes más de 35 variedades de galletitas galletita dulces y saladas.
Tía Maruca nació con sólidos principios comerciales; que le permitieron abrirse paso en un mercado altamente conservador dominado por gigantes, las multinacionales. Dichos principios fueron determinantes para su crecimiento: Pioneros en su forma, decidieron utilizar envases con ventana que hicieran visibles los productos. Así se revalorizaba la forma de compra en las galletiterías, dónde el cliente podía apreciar la mercadería a través de la lata. Los productos se destacaron en un exhibidor exclusivo de madera que transmitía su estilo artesanal.
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Además la empresa estableció un precio único para todas las variedades de galletitas, con el objetivo de permitir al consumidor acceder a toda la línea. Este aspecto era una gran diferencia respecto a la galletitería, dónde la de chocolate o rellena solía cobrarse más cara. Articularse fue un principio clave. Este resolvió el desafío de acceder a diversas tecnologías y ofrecer más variedades de galletitas. Así se formaron dos redes de colaboración. La primera con
más de 15 productores PyMes, le permitía ampliar su oferta y consolidar un avance en la venta de productos de alta calidad. La segunda red se conformó con más de 100 micro-emprendedores quienes actuaron como distribuidores independientes, logrando presencia y cobertura nacional. Con foco en su objetivo, mucho trabajo y espíritu emprendedor, Tía Maruca logró superar la crisis económica desatada en el país. A partir de 2003, terminó de afianzarse en el mercado, especialmente en Kioscos, Maxi-kioscos y Almacenes. Pocos años más tarde, estableció nuevos canales comerciales en territorio argentino. La empresa comenzó a comercializar en grandes cadenas de supermercado, dónde incorporó la “Línea Familiar”. Con las recetas de la Tía la firma siguió creciendo. Amplió su cartera de productos, incorporando piononos, budines, pan dulce y alfajores, entre otros, bajo la línea repostería. Su inquietud emprendedora también llevó a Tía Maruca a probar su propuesta comercial en diversos países como Estados Unidos, Chile y Uruguay. En la actualidad, Tía Maruca es la marca de galletitas número uno en kioscos y maxi-kioscos, con un 6.8% de participación de mercado. Sus productos llegan a más de 40 mil puntos de ventas en todo el país. El aroma a galletita se sigue expandiendo, junto a Tía Maruca quin entre harina, azúcar y dulces levanta sus paredes en el Parque Industrial “Villa Flandria”. Este hecho significa una inversión con vistas a incrementar su volumen productivo, la calidad de sus productos, y una apuesta a seguir creando en su propio país.
No resulta casual que esta nueva etapa en la historia de la empresa tenga lugar en la ex Algodonera Flandria. En ese sitio todavía perdura la memoria de don Julio Steverlynck, aquel emprendedor por excelencia que hace poco menos de 100 años iniciaba un capítulo único en esa zona del oeste bonaerense. En 2008, en un contexto que presenta grandes desafíos, Tía Maruca Argentina cierra una década de trayectoria y abre un nuevo capítulo en su historia: con el sueño de seguir creando valor genuino para todos. Tía Maruca abre sus puertas en Flandria e invita a saborear esta parte de la historia.
78 Estampados Rotativos
CRECIMIENTO CON ESPÍRITU FAMILIAR E
stampados Rotativos es una empresa textil dedicada a la producción de tejidos planos y de punto. Como parte de la cadena agro-industrial, cuenta con tejeduría, estampería, tintorería, terminación y comercialización. Cuando en 2003 surgió la posibilidad de sumarse al incipiente Parque Industrial “Villa Flandria”, la firma decidió dar otro paso hacia adelante en su prodigiosa historia. Con la mirada puesta en el crecimiento, instaló en ese lugar una tejeduría de tejidos planos. En una superficie de 5.000 metros cuadrados, la planta produce parte de los metros de telas en crudo utilizados en la producción y comercialización final. Para tal fin cuenta con equipamiento especializado en elaboración de tejidos planos, con más de 80 telares de doble ancho, urdidoras y reenconadoras. El resto de las telas se mandan a tejer “a fasón”, en otras tres tejedurías de la zona. Con el mismo objetivo, Estampados Rotativos estableció alianzas estratégicas con otros colegas y proveedores industriales para la adquisición y provisión de los hilados utilizados en la producción. Por esto, no resulta casual que la empresa sea líder en el mercado de tejido plano, especialmente en la línea hogar. Además, incrementó su participación en el mercado de tejido de punto, especialmente en la línea estampado.
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Pero a pesar de su gran crecimiento, Estampados Rotativos mantiene el espíritu de industria familiar que marcó sus orígenes en 1947. Fue en un pequeño galpón de Los Polvorines donde sus fundadores y seguidores, comenzaron “manchando” de forma artesanal los primeros metros de telas. La empresa mantuvo un crecimiento sostenido que derivó en ampliaciones sucesivas de su primitiva planta y la adquisición de equipamiento de última tecnología. Hacia fines de la década del 80 se eligió a la ciudad de Luján para relocalizar la empresa y bautizarla con el nombre actual. En esta zona, de gran tradición textil, Estampados Rotativos dio el salto fundamental. Dejó de estampar exclusivamente para terceros, y pasó a trabajar con tejidos propios. El predio inicial consta de 20.000 metros cuadrados y está equipado con toda la tecnología de vanguardia necesaria para llevar a cabo el trabajo. Dispone de una capacidad instalada de 2.000.000 de metros lineales mensuales. De aquellos inicios hace más de 60 años, la firma se dedica en la actualidad a la producción y comercialización de tejidos textiles. El proceso productivo abarca: tejido, estampado, teñido y acabado, tanto de telas planas como de punto, además de mantener los trabajos de estampado para terceros.
80 LP “Telas para Decoración”
EL DESAFÍO DE SEGUIR CRECIENDO
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l golpeteo de los telares suena fuerte en la tejeduría del Parque Industrial “Villa Flandria”, donde Leandro Patles, presidente de la empresa “LP, Telas para Decoración”, se entusiasma con la actividad actual dentro del complejo fabril, e hilvana proyectos que a la brevedad, estima pueden hacerse realidad. Heredó el interés en este rubro de su padre, que en sus inicios comercializaba telas, y que en la actualidad lo acompaña en este nuevo emprendimiento. “LP” se inició importando telas de Estados Unidos y Colombia. “En el año 2000, con la debacle financiera y el corralito, nos dimos cuenta que era imposible seguir importando. Fue entonces que decidimos tejer a fasón. El crecimiento, dado por el incremento de la
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demanda y por la ampliación de la cartera de clientes, nos hizo nuevamente replantear la situación. Nuestra tela debería ser tejida por nuestros propios telares; y así fue, compramos los primeros telares”, detalla Patles. Todos estos cambios generaron el actual rubro de la pujante Empresa: las telas de cortinería y tapicería, conocidas en el mercado como “telas para decoración”. “Comenzamos con nuestra producción y fuimos creciendo hasta tomar la decisión de instalarnos en el Parque, un paso que dimos en agosto de 2008. Al disponer de nuestra propia maquinaria, encaramos la compra de telares de Jacquard y máquinas de hilandería para la fabricación de hilado de chenille y de fantasía para cortinería”, adelanta Patles. En su horizonte, como suele ocurrir con la mayoría de los empresarios textiles, sólo cabe la idea de producir más, ampliar mercados, mejorar el posicionamiento de la empresa y agregarle mayor calidad a sus productos. Por ello, Patles cuenta que mediante el trabajo de diseñadores incorporará nuevos motivos, los que se sumarán a los diseños que aportará una visita a los principales centros de exposiciones textiles de Europa. La planta industrial en el Parque Villa Flandria cuenta con seis operarios y sus oficinas comerciales y depósito, emplazadas en la localidad de Temperley, cuentan con un plantel de cuatro empleados. “LP” distribuye sus productos en Capital Federal y a mayoristas de todo el país. Además, está avanzado el trámite para iniciar el complejo camino de la exportación.
“En nuestros inicios, contábamos con un solo telar. Hoy disponemos de catorce de 3 metros, más diez telares de Jacquares, más seis telares de 1,50 metros. Destinados estos últimos a abastecer el mercado de confeccionistas de cortinas pre-listas. También se adquirió la máquina para producir el hilado de chenille y las fantasías para cortinería”, enumera el empresario. Patles acepta que este rubro no es sencillo. “Hay que estar en el día a día, semana a semana. Más cuando en el país se importa mucha mercadería y no hay un clima estable en lo monetario. Pero tratamos de adaptarnos y trabajar constantemente con la modificación de diseños. La única manera de hacerle frente a todo aquello que entra de importación”.
La inserción en la estructura del Parque Industrial es otro de los elementos propios de la política empresarial de “LP”. “La situación para nosotros es nueva. A los clientes ya los teníamos y aún no hemos sumado compradores por estar en el Parque, pero la idea es que esto suceda en el corto plazo. Estar acá nos comodidad para trabajar y nos aporta mayor seguridad. Desde lo comercial, esperamos que los frutos lleguen pronto”. “A nivel personal, todavía no se han visto gratificaciones. Todo lo que hicimos, desde los comienzos hasta ahora, fue apostar al crecimiento y a la expansión de la empresa. Eso nos permitió crecer y avanzar continuamente. Siguiendo con esta política, pronto obtendrá recompensa”, expresa y augura el pujante empresario.
82 Prussa Color S.A.
PRODUCIR, UNA FORMA DE VIDA L
a historia de Prussa Color S.A. o, mejor dicho, de las generaciones de Pruski que crecieron al ritmo de los telares, comienza con los desprendimientos particulares de Algodonera Flandria. Operarios de diferentes secciones de la fábrica volvían a sus casas, comían y, sin descanso, se ponían a trabajar en sus telares. Así se fueron esparciendo en el pueblo los famosos fasones. Raúl Pruski, titular de Prussa S.A., recuerda que “la relación con la Algodonera era muy buena. Nadie se quejaba. En todo caso, se disimulaba la doble tarea, aunque todo el mundo lo sabía. Poner un telar en un pueblo de dos mil personas sin que se enterara nadie, no era fácil”. Los inicios fueron con máquinas muy viejas que se conseguían de la posguerra mundial. Tenían su valor pero, siendo austeros, los trabajadores de Algodonera conseguían ahorrar para comprar un pequeño telar. La producción de entonces estaba destinada a lo que se define como “la era del plástico”. Los manteles de hule, los tapizados de los autos y un lienzo colchonero, hacían marchar a los telares. En esta firma, los primeros pasos en el atrapante mundo textil lo dieron Eugenio, el padre de Raúl, y su tío, Vladimir Pruski. Ellos contagiaron el interés en Raúl, que ya comienza a delegar tareas en la nueva generación: Israel Pruski, de 20 años, quien trabaja junto a su padre. La hija de Raùl, Anabel, se encuentra cursando la carrera de Diseño Textil.
Prussa Color hoy está conformada por cuatro operarios, el matrimonio Pruski y su hijo Israel. Prussa se trasladó con su producción desde el centro de Jáuregui (Italia 275) hasta el Parque Industrial Villa Flandria. El espacio urbano quedó como depósito. En el inabordable predio industrial Villa Flandria, Prussa ocupa 1.300 metros cuadrados y tiene instalados ocho telares, una urdidora y una decatizadora, una máquina para terminación de tela. Pero la mirada está puesta hacia el futuro: compraron una tintorería de hilado en cono. “Con la posibilidad de teñir en cono podremos producir los colores por trama. Pero la idea es seguir invirtiendo”, afirma Pruski. Desde Prussa, la ubicación de Luján es considerada crucial por su nudo de rutas. “Es mucha la gente que pasa por acá cuando va o viene de Once, en Capital. Y eso permite la venta de distintos productos”, asegura el empresario. Eso sí: nada de dormirse en los laureles. Prussa debió adaptarse a los tiempos y nada asegura que los cambios no sigan surgiendo de modo constante. “Seguimos trabajando con la tapicería, pero hay que aggionarse. Por eso buscamos otras cosas, otros mercados no explotados. No son tiempos sencillos”, expresa Pruski. En la actualidad, desde la empresa indagan más en los hilados de colores y no se trabaja tanto con dibujo de rattier sino con diseño con colores. “Por eso sumamos la tintorería de hilados y la decatiza-
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dora, para terminar telas sin necesidad de estampar o teñir afuera. La idea es poder completar solos todo el proceso productivo”. “Nosotros siempre buscamos mercados. Ahora estudiamos con Algoselan diseños en jean con hilados en la urdimbre de poliéster, agregando escoceses, fantasías”, comenta Pruski. Una expresión del empresario ayuda a comprender por qué, si no son tiempos sencillos, el
entusiasmo por producir no cesa: “este trabajo, este rubro, es una forma de vida. Y lo único que nosotros queremos es tejer. Todo lo que hacemos apunta a poder tejer. No vamos detrás de fortunas ni del premio al mejor textil. Eso no existe. Lo único que queremos es que nos dejen tejer. Que se pongan reglas claras y nos dejen tejer. Si nos dejan, buscamos ser los mejores, y así es imposible que te vaya mal”.
Pruski subraya que “de lo que producimos en Prussa comemos, ahorramos, viajamos, compramos máquinas. Y los domingos nos damos una vuelta para ver qué se hizo. No especulamos. Si hay dinero compramos máquinas y materia prima. Porque es una forma de vida que en nosotros se trasmite de generación en generación. Israel respiró pelusa de telar; listo, no se la saca más. Entró en este vicio”.
84 Sanyo Color SA
SANYO, GESTORES DEL COLOR
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a presencia de Sanyo Color en el Parque Industrial Flandria responde a su compromiso con la industria textil a la cual satisface desde hace más de treinta años.
Creada en 1973, Sanyo Color S. A. es una empresa nacional de origen familiar con una fuerte presencia en el procesamiento y el control de colorantes para la industria textil. Dirigida
en la actualidad por su segunda generación de responsables, cuenta desde su fundación con una estructura técnica caracterizada por su excelencia. Su laboratorio es uno de los más importantes y reconocidos de la industria textil, puesto que cuenta con certificación de las normas ISO 9001-2000, lo que garantiza la calidad de sus colorantes y su aplicación sobre la más variada gama de fibras textiles en diversos estados. La empresa cuenta con 6.500 metros cuadrados de planta, en donde se producen 180 toneladas mensuales de auxiliares textiles, dispersores de pigmentos y blanqueadores ópticos. También comercializa colorantes reactivos, ácidos, dispersos, directos, tinas, básicos y sulfuros. Desde 2009, Sanyo mudará sus plantas de San Martín a una moderna planta industrial en Florida Oeste. Allí concentrará sus operaciones con la misma garantía, calidad y la más alta tecnología. Su actividad trasciende las fronteras puesto que satisface mercados tales como Bolivia, Perú, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Ecuador; mientras que realiza importaciones desde Estados Unidos, Alemania, Italia, Inglaterra, Bélgica, India, China, Corea y Japón, entre otros países.
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86 Choi
LA EXPERIENCIA TEXTIL EN EL DISEÑO DE INDUMENTARIA F
ue la primera empresa que acompañó a Algoselan o, dicho en otras palabras, la primera que confió en la propuesta que gestaba el empresario Carlos Diforti, por entonces flamante propietario del incipiente Parque Industrial “Villa Flandria”. En enero de 2003, Choi Da Il (oriundo de Corea del Sur) propietario de la empresa Choi Textil -hoy rebautizada en el ámbito del parque como Textil Luján- tenía resuelta la mudanza de parte de su producción a las amplísimas instalaciones de la ex Algodonera. Antonio Mantenga, el ingeniero encargado de la planta local, recuerda que se comenzó a trabajar en la limpieza, pintura y acondicionamiento de los galpones y en mejorar los servicios. “En 2002 me encontré con Carlos Diforti y me contó sobre la adquisición del predio. Me decía que su idea era de inversión, pero no tenía definido el perfi l de Parque Industrial. En ese momento nosotros buscábamos un lugar que nos permitiera ampliar la planta de Capital con un espacio más tranquilo y seguro. Nos resultaba ideal”, relata. Choi y su gente se animaron a cambiarle la cara a una porción de la abandonada planta fabril. En ese entonces, ni el Parque ni el pueblo eran lo mismo que en la actualidad. “La imagen era, literalmente, de un cementerio industrial”, cuenta Mantegna. Había mucho por hacer, pero las instalaciones se vislumbraban agradables, apacibles para el trabajo. En ese año, 2003, comenzaba un plan
en el Parque Industrial que con el correr del tiempo se rediseñó a la medida de las necesidades comerciales. “Desde nuestra empresa notamos el cambio no sólo en el parque, sino también en el pueblo.
Cada año que pasó el pueblo resurgió y en gran parte tiene que ver con la instalación de las industrias”, se destaca desde la firma textil. Choi aplica en Jáuregui todo su bagaje de experiencia. El empresario llegó a Argentina hace
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más de 15 años. Conocía en detalle el trabajo textil con tejido de punto y la moda femenina a partir de diseños propios. Inició la producción argentina a través de fasones y de la compra de hilados de buena calidad. Hacía angora cuando
no era común esa producción en el país. Pero carecía de estructura. De a poco fue creciendo comercialmente dentro de su comunidad y logró comprar máquinas propias. El primer salto productivo lo dio con la adquisición de la máquina
de retorcer para hacer su propio hilado. “De ese modo se evitaba la competencia, se accedía a hilados de gran calidad y se ganaba en el producto final”, destaca Mantegna. Ya en el Parque, Choi tuvo un tiempo de producción de tejidos planos y de lavadero para terminación especial de la prenda. Llegó a colocar 24 telares y una sección de retorcido, todo con personal de la zona. Por manejar todos los pasos de producción y lograr un equipo especializado de trabajo, Choi accedía a una excelente calidad. Hoy, dentro de Choi, trabajan en el Parque unas 15 personas. Se dedican al retorcido de hilados, lavadero, terminación y suavizado de la prenda. A ellos se suman los obreros de los fasones que producen para Choi y todos los que cumplen tareas en su planta de Flores. Su objetivo comercial es la venta mayorista dentro de Argentina de ropa de mujer con moda color y de diseño, apuntando al confort. Por eso Choi viaja al menos dos veces al año a Europa y Corea a buscar nuevas propuestas. En ese contexto productivo, la instalación en Jáuregui es subrayada como un acierto. “Nos sirvió por la tranquilidad que genera la estructura de un Parque Industrial. Lo que se gasta en fletes, se gana en tranquilidad. No es lo mismo producir en Jáuregui que en los alrededores de la Capital Federal”, expresaron desde la empresa.
88 TMC Sudamerica SA
TRANSFORMANDO EL MUNDO
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l Grupo TMC base en Australia con una sede matriz desde 1937, luego expande sus actividades a Italia, España y consolida su presencia en América Latina a través de su fi lial argentina TMC Sudamerica S.A. Este año completó sus sedes productivas de Israel, Bulgaria y Rusia, ade-
más se instalaron oficinas comerciales en Reino Unido, República Checa, Alemania y Francia, que se sumas a las sedes europeas en expansión. Asimismo, continúa la constante inversión en maquinaria de última tecnología para la fabricación de sus productos. La unidad productiva TMC
Sudamerica S.A., que se inició con una función meramente comercial en 2005 pero que, en poco tiempo, comenzó a producir transformadores en seco y a atender los mercados de Sur y Centroamérica. También en este año amplió sus instalaciones completando su planta con una superficie de 2000 m2 ubicada en el Parque Industrial Villa Flandria. El ciclo productivo de TMC está certificado bajo los estándares de calidad de ISO 9001 revisión 2000. Productos testeados, con certificados de los laboratorios CESI en conformidad con las clases ambientales E2, climática C2 y de comportamiento al fuego F1 según la normativa CEI-IEC 60076-11 (mayo 2004). Las oficinas de ingeniería y los laboratorios de las distintas unidades productivas, se encuentran constantemente en comunicación a través de Internet. Éstas, utilizan software de última generación para el diseño y el relevamiento de datos que permiten sacar ventaja de las distintas experiencias, para luego volcarlas a la mejora de la calidad y del precio del producto. Hoy, TMC Sudamerica S.A. es una empresa líder en el mercado local argentino y exporta sus productos a México, Cuba, Guatemala, Venezuela, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Uruguay. Así, afianzando la tendencia de crecimiento constante que viene desde sus inicios como sede productiva, ha comenzado el 2008 ampliando y creciendo en el mercado de exportación.
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90 Pisos Argentinos S.A.
JUVENTUD, CALIDAD Y SOLIDEZ
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isos Argentinos es un desprendimiento productivo de Pencisa S.R.L., empresa con más de 20 años en el mercado de la industria papelera. El joven emprendimiento orienta su producción a la elaboración de pisos de madera maciza. Pisos argentinos cubre todas las etapas de la cadena productiva: forestación autosustentable, aserrado y secado de la madera en hornos con tecnología de avanzada. Para esto cuenta con dos plantas.
La primera estructura fabril funciona en el Parque Industrial de Chivilcoy, donde está habilitado un aserradero y se realiza el secado de la materia prima. En tanto, en el establecimiento ubicado en el Parque Industrial “Villa Flandria” se concreta el último paso para la obtención del producto final. En sus inicios, la empresa se dedicó exclusivamente al procesamiento de las variedades de Eucalyptus viminalis y rostrata, maderas semiduras reforestables de origen nacional, utilizadas para pisos de interiores. Los buenos resultados obtenidos llevaron a Pisos Argentinos a incrementar su oferta mediante la producción de pisos de exteriores, con maderas provenientes del norte argentino. El resultante de ese proceso tiene múltiples utilidades. Es elegido para embellecer los alrededores de una pileta, en galerías abiertas o para tapizar las terrazas de los edificios más modernos.
Con la intención de poner en el mercado un producto de excelente calidad a un precio económico, Pisos Argentinos sumó la fabricación de deck, piso de exterior para cuya producción se utiliza Lapacho, Curupay, y Grandis (clase de Eucalyptus que crece en la Mesopotamia). Con estas mismas tres especies también se realizan pisos para interior. El sistema de deck se basa en listones de maderas colocados en forma paralelas entre sí, con una pequeña separación que facilita el escurrimiento del agua. El producto terminado, fabricado con capital y mano de obra argentina, alimenta el mercado interno, con una calidad de excelencia como característica distintiva. La producción es requerida por constructoras y mayoristas. Además, la firma se encuentra dando sus primeros pasos en el mercado internacional. En estos primeros años de vida, Pisos Argentinos supo conjugar con éxito calidad y cuidado del medio ambiente. Como muestra de esto, la empresa obtiene su materia prima de un proveedor con certificación internacional sobre la sustentabilidad de la explotación forestal (F.S.C). Todavía con el nombre de Pencisa, la empresa se inició en el mercado de pisos de madera mediante la venta de productos elaborados por terceros. Juventud, calidad y solidez se conjugaron para que hoy Pisos Argentinos sea una empresa con una producción propia, cuya diversidad y calidad siempre se encuentra en proceso de crecimiento.
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92 Productos Texcel S.A.
PAPELES CON BIOSEGURIDAD Y EFICIENCIA EN APLICACIONES DE HIGIENE P
roductos Texcel S.A. es una empresa dedicada al rubro papelero que comenzó a escribir su historia industrial en 1986. En mayo de 2008 inició la obra civil para concretar el emplazamiento de sus maquinarias en el Parque Industrial “Villa Flandria”. ¿Por qué instalarse en el complejo fabril de Jáuregui? Desde Texcel se explica que “de la oferta disponible en los distintos parques industriales nos resultó atractivo su entorno natural y la disposición de sus responsables en facilitar nuestro emprendimiento”. En la actualidad, Texcel de “Villa Flandria” emplea a 30 personas, aunque sería inminente la superación de las 50 fuentes laborales, a partir de la ampliación de las tareas en el Parque. Puntualmente, en la planta local Texcel realiza el proceso de elaboración del papel. Se trata de una producción con dos etapas o estaciones. En primera instancia se lleva a cabo la preparación de la pasta de celulosa, virgen o reciclada. El segundo paso es la formación de la hoja de papel. En la primera de las etapas, diversos equipos intervienen en el tratamiento de las fibras a fin de depurarlas, refinarlas y destintarlas si la materia prima proviene del reciclado. Por último, se blanquea esa materia prima para su disposición en el circuito de la máquina continua de papel. A partir de ese momento, comienza la tarea de formación de la hoja de papel. Eso implica distribuir las fibras en un flujo acuoso, con dife-
rentes tratamientos que culminan en la estación de secado, en el rebobinado en formato de rollo industrial para luego dar lugar a la conversión y alistamiento como producto terminado. Los productos de Texcel se encuadran en las necesidades de la higiene industrial y personal, con un amplio rango de productos que responden con calidad a diversas aplicaciones tanto en procesos industriales como en la higiene sanitaria o personal.
Se inscriben en su nómina de productos, entre otros, el papel higiénico de 400 metros para alto tránsito, el papel higiénico intercalado en dispenser, la toalla tradicional, la toalla regia, la toalla americana, la toalla americana “foot to foot”. Y para la demanda industrial, Texcel produce bobinas spack laminated, bobinas tbox de alta absorción, bobinas t390 que absorbe hidrosolubles, bobinas para exigencia en catering, paños texair y paños spack de
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alta resistencia a la tracción, además de instalaciones adecuadas para su uso externo. Aunque su elaboración no se realiza en el Parque “Villa Flandria”, Texcel también dedica su capacidad productiva a los químicos, con fabricación de jabón líquido bactericida, limpiavidrios, detergente ecológico, limpiador germicida, desodorante de ambientes, desengrasante multiuso, gel sanitizante, odorizador programable, fluido
sanitizante para mingitorios y para inodoros, y dispensadores manuales y automáticos para los más variados usos, además de productos específicos para tambos. Texcel cubre, a través de su amplia red de distribuidores, todo el territorio de Argentina, países del Mercosur y Chile. “El mercado de nuestras manufacturas comprende a las celulosas orientadas a la higiene de proceso y mantenimien-
to industrial e institucional, en las más diversas ramas de la actividad económica, con formatos que van desde los papeles sanitarios y toallas para el secado de manos a bobinas con laminaciones de sustratos que permitirán su aplicación en productos tales como baberos odontológicos, paños ultra absorbentes y resistentes al uso prolongado, tisúes auxiliares en la higiene pre y post ordeñe en el tambo, por mencionar algunos destinos”, detallan desde la empresa. Se destaca, por su parte, que la industria papelera “es de funcionamiento normal en cualquier economía que posea recursos fibrosos propios y éste es el caso de la Argentina, donde a pesar de carecer de incentivos crediticios particulares al rubro -se trata de una actividad de capital intensivosupo medir durante el segundo bimestre del 2008 una utilización de la capacidad instalada del 72 por ciento, semejante a los otros dos importantes bloques industriales: las industrias metálicas básicas y la refinación de petróleo”.
94 Parque Industrial y Tecnológico Don Julio Steverlynck
INTERACCIÓN ENTRE EMPRESAS, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
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n el predio de la empresa Linera Bonaerense, fundada en la década del 30 por don Julio Steverlynck, se está gestando desde principios del año 2000 un proyecto que propone la interacción entre las empresas y el sistema científico y tecnológico. Las casi cien hectáreas forestadas cuentan con la infraestructura industrial de la antigua fábrica en proceso de recuperación, destinadas a la radicación de empresas, a través del alquiler de espacios o venta de lotes industriales de 5.000 metros cuadrados. El proyecto que tiene a disposición los beneficios tributarios habituales, se lleva adelante partiendo de algunas definiciones de carácter conceptual que resultan destacables e innovadoras. Aprovechando su notable ubicación, con costas al río Luján, posibilidad de acceso directo a la Autopista sobre Ruta Nacional 5 y la alternativa de instalar en el propio predio una playa ferroviaria de carga (bordea el campo el Ferrocarril Sarmiento) pretende construir su propia identidad, resultado del contexto y las condiciones de la región, privilegiando el cuidado del entorno y de la comunidad dentro de la cual se encuentra inserto. Los fundadores y desarrollistas del Parque han previsto la radicación en el mismo de una incubadora de empresas, la reconversión de espacios para la instalación de aulas para capacitación y formación técnica y universitaria, y la conformación de alianzas y relaciones interinstitucionales
con sectores de la ciencia y técnica, empresas, gobiernos y sectores de la cooperación internacional, con el objeto de colaborar en la mejora de la competitividad del territorio. El proyecto de este parque ha revalorizado los criterios con los que don Julio Steverlynck y su esposa doña Alicia Gonnet de Steverlynck, fundaron empresas industriales y agropecuarias, pero tam-
bién colaboraron y apoyaron efectivamente por más de cincuenta años la creación de entidades que hoy son un modelo para la comunidad. Es en ese espíritu, en el aprovechamiento y mejoría de la infraestructura existente en la zona, y en la promoción y desarrollo de ese capital inmaterial, que está fundamentado este proyecto que es ya una realidad.
96 Inversora Cortínez
APORTE PARA LA INTEGRACIÓN REGIONAL E
l valor no está en lo individual o en la propuesta aislada. Para explicar qué objetivos empujan la idea de Inversora Cortínez, es necesario abordar un concepto de trabajo que trasciende lo local y pretende, con sobradas herramientas, lograr un crecimiento regional. Ésa es la idea fuerza que se encuentra latente en el predio que supo ocupar Fabril Linera, una de las industrias nacidas bajo la acción de Julio Steverlynck. La firma, por un acuerdo entre los hijos de Steverlynck, había quedado como garantía ante la quiebra de Algodonera Flandria. Y fueron los mismos hijos de Steverlynck los que lograron destrabar las cuestiones legales y económicas y volvieron a tomar las riendas del lugar. Con el correr de los años, más y más empresas encontraron en los cerca de 25.000 metros cuadrados de la ex Fabril el espacio adecuado para la radicación de sus fábricas. Hoy, producen a diario firmas vinculadas con la alimentación, el calzado, la construcción y el reciclado. Pero no es ése el horizonte que se traza Joris Steverlynck. La propuesta vigente para Inversora Cortínez es la de enmarcar el predio en un gran Parque Tecnológico Regional que incluya, entre otras, a las empresas que ya pusieron un pie en las instalaciones de la ex Linera Bonaerense. Como modelo teórico, se busca la creación de un Parque que tenga como finalidad profun-
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dizar los procesos de incubación y radicación de empresas de base tecnológica, mediante alianzas estratégicas y acuerdos interinstitucionales y empresariales, entre socios existentes y actores de cuatro sectores: política pública, empresa, ciencia y técnica y sector financiero. Lo que se busca es un plus a la mera instalación de empresas y la creación de una interrelación entre diferentes instancias de la producción, potenciando la fortaleza de la región oeste. “Esa coordinación, ese trabajo en
red, genera un posicionamiento que hace muy diferente pelear con los productos hacia afuera”, expresa Steverlynck, quien además asegura que esa amplitud de la propuesta no hace más que rescatar el espíritu intrínseco que guió a su padre al impulsar el crecimiento de Algodonera Flandria. Por lo pronto, más de 300 personas ingresan a diario a cumplir labores en un predio con ambiente bucólico, que volvió a sentir el ruido de máquinas, sinónimo de trabajo.
ENGLISH TRANSLATION HISTORY Workers’ Chant for Algodonera Flandria [Flandria Cotton Factory] From the back of the garden Sown with vegetables and thick trees, I greet you, Oh Big Cotton Factory! Give us order and prodigious work Your silhouette you highlight, arrogant As a glorious shield, Your chimney, rising against the wind Under the blue courtyard of the sky Around your charitable shadow Of homes protector, Arise as if magically The wide avenues Which skirt the blessed houses Of the worker, showing no pain nor suffering, waiting for the aubade To earn the bread of the day. You are our children’s hope, Prosperity rainbow, A concert of turbines and motors That cheer us up with their trill as well, Scented by the flowers Carefully cared by your neighbours; Renowned factory, Day and night open and busy. Here, love, prayers and songs Among languages of various nations You, the immortal Pope of workers Fulfi ll our social regulations: That’s why your wealth, Born in peace and well-being, Grows doggedly, Reigning among work, harmony. May the good Lord bless you! May your blissful and good luck remain Continously folding your looms... May your fire never go out
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Fire blazing in homes because of you... Go with your labour and our prayer, For the workers’ sake and happiness Your works increase day by day. October 1942, “El telar” magazine Ginés Perald DON JÁUREGUI
Setting off the wheel of history When he was 30, José María Jáuregui was already known as a neighbour of Luján. In 1864, Jáuregui was the owner of a flour mill, where some time later Algodonera Flandria S.A. was settled. In 1884, he created up a station for passengers, parcels and loads. He passed away at the beginning of the XX Century. Natural misfortunes and economic conditions altered the future of the company. The mill “Nuestra Señora de Luján” closed its doors in 1915. The premises were rented to Strasser and Keggi, both German citizens, who settled the first textile industry of the area. But the initiative lasted only two years and in 1923, it closed it doors.
Don Jáuregui, the Mayor Between January 1st, 1895 and February 7th, 1896, Don Jáuregui was the Mayor of Luján. He built an important property which today is occupied by Club Argentino. JULIO STEVERLYNCK
A Man Who Built a Community He thought about a factory which would produce and sell to competitive prices. He thought about the way to supply the factory with energy. He thought about risk
alternatives for his linen fields. He thought about the workers that he would need for each industrial specialty and he also thought about what those workers would need. He thought about the work hours and the salaries his workers would deserve. He thought about the leisure time for those people. He thought about sports and recreational institutions in order to develop a healthy life style. He thought about his environment and the years to come. He thought about the faith of his people, their houses, afforestation. Julio Steverlynck’s successful life in Argentina started in 1920, when he travelled to this country with José de la Arena and his brothers Léonard and Charles. In 1923, the Steverlynck brothers founded La Textil Uruguaya S.A., in Montevideo, which was in charge of Léonard. And while Charles decided to return to Belgium, Julio opened the gates of Algodonera Flandria Sud Americana, in Valentín Alsina, using old looms brought from Europe. He started to shape his familiar dream in a rural village. In 1928 he decided to purchase 28 hectares of land along Luján’s river bank. That was the beginning of Algodonera Flandria S.A. In that environment, with no services and impossible tracks on rainy days, Steverlynck and Gonnet -his wife- built their own legend. He planned the life of his workers and offered them decent salaries, with benefits which did not exist in those lands. Julio Steverlynck defended a communal scheme: He encouraged the building of clubs, entities and church. His idea of personal fulfi llment went through acid tests. Two floods caused in Algodonera Flandria S.A. a fatal bankrupt. But the people continued working. They helped to recover the factory, small shops and workshops appeared, and the work culture bloomed in Jáuregui. Victim of a sudden illness, he passed away on November 23rd, 1975. The newspapers
reflected a great sadness for the loss: “He had a versatile, strong, enterprising, creative and dynamic personality, and a great humility and gentleness in which, above all, his nobility and manliness abounded.”
Virgin Mary’s Custodies In June 1955, after the attack to Plaza de Mayo, Bishop Serafini asked Steverlynck for the copy of Virgin Mary he had in his house to exhibit her in the Basílica, giving him the original Virgin in custody. The secret was only known by Julio and his wife, who, during the stay, prayed with their children to “venerate and respect the Virgin.” ALGODONERA FLANDRIA S.A
Don Julio’s Factory Algodonera Flandria S.A.[Flandria Cotton Factory Corporation] belonged to capitals of the Belgian group “Etablissement,” with several factories in Coutrai. The Company was settled in Argentina and focused its activities principally in the import of spinning and knitting. The knitting, clothes bleaching, cleaner’s, finished and spinning factories were located in Jáuregui. The diversification with high quality products started and it took part in bids for official distribution. It also destinated its production to the domestic market through the famous shops Gath & Chaves, and Harrods. In its production scheme, Algodonera Flandria S.A. was seen as a big family, a hardworking family. According to the people who analyzed their activity through the industrial history, their administrative and management organization was very simple. The management was in charge of Julio Steverlynck and some reliable men. Among them, the principal roles were performed by Eduardo Swinnen and Julio
Ban Houtte, who came from Belgium in the 1930s and stayed active in the Company until the 70s. The amount of workers that Algodonera Flandria S.A. registered increased in an exponential way during all the production decades until the 60s. In 1925 there were 26 workers; in 1930 there were 215 workers; in 1935, 427 and in 1940 there were 718 workers; but in 1960 there was a maximum register of 1800 employees. In the Open Textile Museum of Algodonera Flandria S.A. there is an interesting summary of the factory under the tittle “The World of Work.” Hundreds of workers still remember every detail of the first manual process.
Linen, a Personal Matter Since 1937, Julio Steverlynck was very interested in linen development, as it was a nonexistence fiber in Argentina. Through the years, Steverlynck travelled to Belgium in order to study how to experiment with linen in Argentine lands. Linera Bonaerense was founded in 1939, but there were a lot of problems in order to produce this seed. This is why Julio Steverlynck created subterranean works: subterranean pipes go through and under Estancia Santa Elena. He was not only showing love but also a commercial view. He achieved part of what he had been looking for but not in the expected way and time. RERUM NOVARUM ENCYCLICAL
The Theoretical Support The Catholic Church went through a difficult time as regards the working class, and the revolution caused a strange turbulence on the Christian Faith. In that
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context, Pope León XIII wrote a brilliant work aiming at the workers’ organization including the private property right. His writings became a pillar for the socalled Christian Democracy and also the theoretical construction of the Social Doctrine of the Church. Julio Steverlynck managed to put these methods into practice, in order to shape the model of society he had dreamt of. LAND AND HOMES
A Piece of Land, a Roof and a Job The factory was giving its first steps in the country and the industrial idea of Don Julio Steverlynck included the offer of better commodities for the workers’ daily life. He purchased 28 hectares of land in 1927, and achieved to move the machines to Jáuregui in 1928. In 1932 he had finished the city plan, dividing the city into two different villages: Villa Norte and Villa Sur. Everybody received a piece of land with the same measure, and they signed a contract by which they committed themselves to grow their own gardens and orchards. The Cotton Factory records show that workers received a total amount of 600 loans to build their homes. Payments were automatically and proportionally discounted from their salaries. As an extra incentive, they used to take part in facade, fruits, vegetables and gardens competitions. THE AFFORESTATION PROCESS
Don Julio’s Trees The landscape Julio Steverlynck found when he arrived at the place where he
would build his powerful textile complex was very different from the one we can see nowadays. A few trees were lost in those devastated pampas, where vegetation was so scarce as the houses forming the small village, which was born around the train station. Having that context in mind, the Belgian visionary planned an intense afforestation process to turn those extense lands green, and that idea also brought a growing development for Algodonera Flandria. It’s estimated that over a million and a half plane trees, eucalyptus, oak trees and casuarinas were planted under Steverlynck’s encouragement. With the aim of optimizing the results of home afforestation, on February 25th, 1945, the “Rinconcito de Tierra” [Land Corner] Association was founded. As entered in its foundation register, “Rinconcito de Tierra” arose from the problems seen in gardens and orchards organized by the City Hall. That desolated land of the late 1800s was soon born as a small lung, still active and casting its life shade over the future of the village. Planning and hard work were profitable. Nature was in charge of the rest. INNOVATIONS
Two-Wheeled Stories Useful, big, strong, durable, imported, simple, bicycles were in Jáuregui more than a means of transport: they were a very important part of the life of the inhabitants who were linked to Algodonera Flandria S.A. They were rode by workers, foremen, bosses, managers and Don Julio Steverlynck himself, who promoted its use among the borders inside his factory. Apart from having become the most common vehicle in the village, Steverlynck ideas enclosed many other upgrading
concepts for the time as for example ecological conscience.
INSTITUTIONS Living at the village The following story is a product of imagination; any resemblance to reality is a consequence of not having been able to hide that it is the place where I lived, people that I met and facts I kept forever among my dearest memories. The cool April night let us hear the unmistakable sound of the Ranquelino train. The next morning, every alarm clocks sounded breaking the peaceful environment. Don Ángelo, Franco’s father, was already awake and having breakfast. In his impeccable black “Legnano”, he took a slow ride so as to be at 6 o’clock in his loom. At the same time, Rosita also closed the door of her house, having left her two children’s breakfast on the table, and walked towards the knitting factory while dreaming of a better future. Later on, Don Luis was off, riding the means of transport provided by the company: the black bicycle with a yellow sign with the words “Fiber Section” in it. The days of the week had an unmistakable rhythm. The time could be told by the town’s sounds and the train’s horn. But the most significant sound was the factory’s siren, which had a perfect timing announcing the different shifts. There were many interesting characters in town, such as Don Lito, who delivered bread in his cart; Don Padula, who used to sell his sweets and school supplies; and Pirucho, the hairdresser’s, who strictly followed our mothers’ directions. The area was quickly populated by families of different nationalities. Surnames were the proof of it, and some of them
ENGLISH TRANSLATION were finally changed, as people couldn’t pronounce them. The only free time immigrants had was a short break on Saturday afternoons. On Sundays, they used to work in their own vegetable gardens and produce their canned food for the whole year. Don Jaime used to repair his old Studebacker van in his own garage while we played football in his street. Don Giuseppe used to repair the shoes of the whole family by his own methods and machines. Don Carmelo was the heaters’ fixer. Grandpa Ciro used to grow potatoes, as a contribution to the familiar economy. After a refreshing rest, they went back to work on Monday, feeling happy because of the results of that hard work. There were no social differences, the doctor’s and the shoe maker’s children went to the same school. There were a few cars but they were available for any neighbour who may need them. People went to the club, ate together, played and sailed in the river, and after the medical examination, they swam in the extraordinary swimming pool. In the afternoon, people slowly came back home: by bicycle, by car or on foot. Church was in the people’s plans, too. On weekends a lot of people attended processions, celebrations and the historical pilgrimage to Luján. Doña Ana listened to soap operas on the radio and, at night, Serafín -her husbandenjoyed “Glostora Tango Club, La Cita de la Juventud Triunfadora”. This is what life in the village was like, but as time went by, things started to change. Factories stopped making their horn’s sound, the alarm clocks became silent and looms were abandoned. There rest the memories, evidence, stories and legends silently sleeping their deep sepia dreams, knitting with cotton and linen threads, waiting for the arrival of a
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knight such as the main character of the stories we were told as children, such as that young Julio, from Flandes, who was noble, intelligent and very capable, only appearing in today students’ homework.
CÍRCULO CATÓLICO DE OBREROS [CATHOLIC WORKERS SOCIETY]
INMACULADA CONCEPCIÓN SCHOOL AND INSTITUTE
Church Social Doctrine Promoter
Educating at Jáuregui’s Ancient House
From: Relatos de Don Saverio Author: Javier Aiassa
Villa Flandria’s Círculo Católico de Obreros was born on February, 2nd 1946. Its main aim was to constitute itself as a friendly society to sponsor the defense of the workers’ interests. The new entity was guided by the Social Doctrine of the Church, expressed by Rerum Novarum’s encyclical letter. In those times, the task of those societies working in various parts of the country was to provide the workers with their deserved social and health welfare, and also recover their religious spirit. Villa Flandria’s Círculo Católico de Obreros’ great hope was materialized in 1966. On that year, they founded San José Obrero Clinic and Maternity.
The old house that belonged to the Jáuregui family is today the central building of a primary school. In 1961, Julio Steverlynck gave those lands for the functioning of an educational building baptized as Inmaculada Concepción School Home. The next step was the creation of the kindergarten, financed by Linera Bonaerense. In 1970 the high school cycle was created. Today the school has a commercial orientation.
SAN LUIS GONZAGA SCHOOL
On July, 9th 1951, the “San Luis Gonzaga” Scout Group was formally constituted. The seed had been sown some months before by teacher Godofredo Chávez, and it sprouted rapidly within a group of students which, by that time, were in third year at San Luis Gonzaga School. The first meetings took place in the premises of today’s San Luis Gonzaga Institute. November, 10th 1958 is a very important date for Jauregui’s Scoutism. That day, the premises of the Flandes Country School were inaugurated for the Argentine Catholic Scouts Group (USCA). It is very difficult to detach Don Julio Steverlynck from these events. When he was a child, in Belgium, he used to be a scout,
SAN LUIS GONZAGA CHURCH
The Religious Centre in Town In the late 1920s, the town of Jáuregui had a continuously growing population. In spite of being a mainly Catholic community, it still didn’t have its own chapel, and thus depended on the city of Luján. This spiritual problem was overcome on August, 24th 1930, when the chapel named after the Italian saint San Luis Gonzaga was founded. Don Julio and farm owner Alejandro Estrugamou were very important figures in the building process, but a main step was still missing: the temple had to be established as a parish chapel. That so longed day finally came on November, 1st 1936.
After Steverlynck. This is a very popular story: Some neighbours assure it’s true, and some others can’t believe it. The story tells that religious celebrations had a very particular ritual: the parishioners used to wait for Don Julio to enter the curch, and followed him as a sign of respect.
The Place for Eternal Rest When Algodonera Flandria settled by Luján’s river bank, Steverlynck assigned a piece of land for the creation of a cemetery. This task was pursued by Villa Flandria’s City Hall, and it was finally inaugurated in 1960.
Algodonera Flandria Primary School Founded on March 24th, 1934 by an impulse of Julio Steverlynck, this school started as a rural school. The technicaltextile orientation started in 1942 with the setting off of complementary workshops of carpentry, mechanics and press for the last year’s graduates. In 1956, the pedagogical conduction was in charge of the La Salle Brethren until the 80s. In that moment, the school went through a hard separation from Algodonera Flandria S.A. It had to learn how to walk alone. Nowadays, it still has the spirit of its fundamental years.
SCOUT GROUP NO. 1 “SAN LUIS GONZAGA,” JÁUREGUI
The Healthy Tradition of Scoutism
and as an adult he never hesitated to support them with material things as well as spiritually. His influence lives in the generation of today’s leaders. As a reflection of that acknowledgement, the current headquarters have been named after him. The three “commandments” of the movement are the following: Commitment to God, the Homeland and their homes. Their most important aim is to reach a comprehensive education of the person based on the social principles of the Catholic Church and the Scout Regulations. Values such as comradeship, life outdoors, contact with nature, sharing games and safe activities are encouraged.
The Meeting Point Scout Group No. 1 meets every Saturday behind San Luis Gonzaga church and San Antonio de Padua chapel. NAUTICAL CLUB “EL TIMÓN”
A Place for Sports and Recreation It was created on March 5th, 1939, and while the institutions increased its buildings, the amount of members rose too. In the first decade the members were exclusively Jáuregui neighbours and in order to become members they had to pay a monthly installment. With the years, the club became one of the most recognized institutions in the village. “El Timón” contributed with several Argentine and Panamerican rowing champions and also many Olympic competitors, besides the other sports you can practice at this institution such as swimming, tennis, bowls and volleyball.
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CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO FLANDRIA
Emotions in Black and Yellow The football club “Club Social y Deportivo Flandria” is closely bound to life in the Flandria Cotton Factory. In fact, before adopting the name “Los Canarios” [The Canaries], they were simply known as “the Factory Team.” It was born, raised and continues to be an institution basically devoted to football. Because of its colours, its history, and some sports achievements, it arises an authentic passion which is passed on from generation to generation. It was founded on February, 9th 1941, when a group of neighbours gathered together at the Rerum Novarum hall to give birth to a new entity. However, that idea had been taking its shape for many years in the minds of the football lovers. Football practice among the factory workers was part of Steverlynck’s life ideals. This Belgian industrial stimulated and supported any initiative taken by his workers related to leisure, safe entertainment, and keeping them away from the bad habits many of them brought from Europe during the war. Photographs kept by Dr. Fabián Poli show the existence of a football team in the late twenties, wearing a very similar football jersey to the one Boca Juniors Club’s members wore to practise. It also showed a helper, or maybe a coach, waving a black-and-yellow pennant. Although there are no written records, it is believed that those players were the first workers which arrived in town together with Don Julio from Valentín Alsina. There’s something that cannot be doubted: Before
and after the foundation of the club, its colours have never been changed. In 1940, the first Flandria team played the Liga Lujanense tournament for the first time. That year the new sports field was inaugurated, in today’s Inmaculada Concepción School’s premises. One of the main characteristics of the birth of the club was the double role of some of the boys. Many players were also workers of the textile factory. They were paid as workers and as semi-professional players. RERUM NOVARUM BIG BAND
When the Musicians Go Marching in The lights were off. The audience, standing on their feet, were excitedly clapping the end of the “Rerum Novarum” documentary. From one of the side doors of the conference hall of Hilton Hotel, the Big Band burst onto the stage, playing the Marcha General Rodríguez. Rerum Novarum Big Band was first formed by 38 factory workers united by music and also by Don Julio Steverlynck. Their début, after a few rehearsals in a factory warehouse, was registered on May, 25th 1937. That day, they played at a street procession. Its first authorities were Don Julio Steverlynck, Eduardo Swinnen, Víctor del Grosso and Pablo Kinderman. The same year, they received their Belgian magnificent banner, which they still keep. As time went by, Rerum Novarum played at various historic events. They were the only Big Band in charge of welcoming Pope Juan Pablo II in his visit to Luján. And during Malvinas War, their performances ended with the Marcha de San
Lorenzo, causing every audience’s tears. After more than 70 years, Rerum Novarum’s music is deeply kept in thousands of Luján citizens’ minds. But the Big Band was best known beyond Argentine borders after the launch of the Rerum Novarum documentary. The fi lm creatively shows each one of the steps given by the workers’ band.
A Space for Acting The same year the Big Band was born, the Theatre group named after it gave its first steps. It was founded on August, 15th 1937 by Víctor del Grosso, and was formed by workers of Algodonera Flandria and Linera Bonaerense. Its first performance on stage was “Yo soy Rosignana.” CÍRCULO CRIOLLO MARTÍN FIERRO
A Traditions Corner In 1954, Arnoldo Daniele started working at Algodonera Flandria. Since then, he was never away from his job, only for those periods of time when there was a hard crisis. His life revolves around the factory, and Círculo Criollo Martín Fierro. In his spare time, Daniele likes to write. In the last ten years, he has won 45 awards all around the Province. He’s specialized in traditionalist writing. As regards work, he was one of the first employees called by Carlos Diforti when he had to organize a new company challenge. His bond with Martín Fierro dates from 1965, and from that moment on, he was part of the institution for over twenty years. While the Cotton Factory worked so well, the Círculo Martín Fierro was also very prosperous. The best horse braking fes-
ENGLISH TRANSLATION tivals took place there, and the most famous folklore stars performed their shows in the premises. STRING-LED CARS RACES
A Peculiar Award For about 30 years -15 years consecutively-, the last Sunday of September, or the first of October, a unique event takes place in Jáuregui: the annual string-led cars race. It is an event that gathers the whole family together and mixes leisure with social and sports activities, though it is not a strict competition. Rather than being professional car racing, it has to do with model car making by self-taught families. This peculiar races have their origins in 1946, and were run under the organization of the Acción Católica [a Catholic entity]. Although it was interrupted for many years, the Scout Group Rovers were in charge of them from 1978 on. Today’s organizers don’t call them races but “an authentic celebration of the family and the town,” where parents and children have fun by designing and creating their own cars.
CRISIS AND NOWADAYS Before, During and After Algodonera Algodonera Flandria adopted a very peculiar business structure. Its founder, Julio Steverlynck dreamt, thought and developed it according to the “paternalist and Catholic” structure he had known in Europe around 1920.
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Algodonera Flandria had started working in 1924 in the provincial town of Valentín Alsina, under the name of Algodonera Sud Americana Flandria S.A. But due to the constant growth of the company and the need of larger premises, Don Julio decided to search for new lands in 1927. In 1928 he moved the factory to the piece of land where the Flour Mill had been located: in the old José María Jáuregui train station. Don Julio started purchasing different pieces of land around the factory, and this is how the workers’ village was born. It was called Villa Flandria after the Belgian area of Flandes, his hometown. Before the creation of labour unions, his employees and workers enjoyed labour and social benefits. One of the most important things he had in mind was that the future of the company and the village depended exclusively on families. This is why he created and supportive social, educational, cultural, recreational, sports, services, and religious institutions. For over five decades, Flandria learnt to be one of the biggest textile companies of the country, and together with Linera Bonaerense and Fabril Linera they finally became the area’s most important industrial complex. There were many meaningful facts that constituted a milestone in the sad end of Algodonera. One of them was Don Julio’s death on November, 28th 1975. He was the creator and pillar of the company, and nobody else was able to replace him. In 1976, the military coup and the economic politics caused a very hard crisis which forced the factories to close their doors, leading to a great number of unemployment.
In 1998, the company started suffering serious economic problems and, as a consequence, it was forced to declare bankruptcy and close in 1995. In spite of the difficulties, and although many prophets of doom, together with the national media, labeled Villa Flandria - Jáuregui as a “ghost town”, they were never able to break through Don Julio’s cultural inheritance: God, the Homeland and Work. Marcos Ezequiel Bertini Jáuregui, August 2003 Villa Flandria Industrial Park Inauguration CRISIS
To Resist in Spite of Everything The village entered a doubtful present. The Flandria factory’s machines gradually became silent until one day it finally stopped. The economic crisis gave Flandria a knock out, in the early 90s. All this had an impact on the area and the people’s spirit. “In 1970, there were 160 knitting factories; today we are less than 100, but we produce more metres of fabric,” said by traditional outsourcer Raúl Pruski. This story confirms the paralyzing state of the crisis but it did not restrain the people’s impulse. Flandria fought the crisis, but in 1955 the employees received the dismissal telegrams and the first judicial round off started. There was a a very high possibility that everything that was created under the protection of Julio Steverlynck may be rounded off. If this had happened, the social impact would have been very hard. But fortunately, the story was very different.
RESURGENCE, TODAY’S SITUATION
The Revival of the Dream The first years were not easy at all, but with determination and imagination everything went better. Relieve arrived on December 23rd, 1998 when the Town Council enacted Law 12261, which protected the properties from judicial round offs. Schools continued working and clubs adapted their activities to the present situation. The traditional nautical club “El Timón” applied a new strategy which allowed the entering of new members. The football club “Club Social y Deportivo Flandria” went up a category, and the famous music band “Rerum Novarum” continued instructing its members.
INDUSTRIAL PARK A Stroll among Memories Many memories arise when we enter the exAlgodonera’s gates. The reception hall has been fit out. It was the place where Mr. Firino, caretaker and doorman, used to live. I then cast eyes on the old Nursery and the caretaker’s office, where there used to be a button which had to be pushed; and if lights were on, we were checked in order to avoid possible robberies: a rule the company had to comply with. In front of the nursery, there was a building which housed two families; nowadays, it’s occupied by the Administration. Farther away we can find the White Hall, where important meetings used to take place. Along the inner streets we reach Algodonera Flandria Textile Museum. Each one of its sections represents several memo-
ries, as times and discipline continuously change. Don Julio founded San Luis Gonzaga School as an entrance hall for the factory, giving lessons from 3rd to 6th grades. Then, children aged 12 to 14 were able to take Carpentry and Mechanics courses, in order to be hired by the company after a short training. The amount of memories and anecdotes is very rich. Rubén Zucchi Algodonera Worker between 1949 and 1962 VILLA FLANDRIA INDUSTRIAL PARK
The First Looms Played their Music Again In August 2003, at the Villa Flandria Industrial Park inauguration, there were loads and loads of excitement. In the end of 2001, things were really difficult. The country was very concerned with this situation, and on the first days of December, Algodonera Flandria S. A. was going to be sold. Carlos Diforti, who was the owner of Algoselán, and runs the Park today, remembers having seen the land one day from his car, and immediately thinking of buying it. On January, 2nd 2002, Diforti told his family to go with him to Jáuregui to se the “warehouse” he had bought. But only on May, 2nd 2002 he could finally make use of the premises. There had been some legal problems which didn’t allow him to start working in the place. Finally, slowly but safely, Villa Flandria Industrial Park started taking its shape. When the building and rebuilding stage ended, two new questions arose for the buyer: What to do with such a big piece
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of land, and what to do with that amount of historic material. To give an answer to the second question, he got in touch with Mariela Ceva and Claudio Tuis, and they started working on the production of a Textile Museum. In order to answer the first question, he started thinking of an Industrial Park. He got help from the City Hall and the Province of Buenos Aires. “The idea of a Park is to make an example of it, so that it can be later followed. It is not a very large place, compared to others, but we try to do things right. We work a lot on ecology, and fulfi ll the Province’s requirements. We offer a green environment where production lives together with flora and fauna, where order and good taste can be seen,” says Diforti. TEXTILE MUSEUM
A Space for Memory “This is feelings’ tourism.” The phrase was pronounced by Professor Claudio Tuis, one of the historians who dedicated -in the past and now- long hours to the preservation of Don Julio Steverlynck’s work in its whole dimension. His phrase refers to the opening of a Textile Museum, a space Mr. Carlos Diforti assigned for the exposition of History in today’s Industrial Park. History is exposed in the hall which once was the dining room of the Cotton Factory. A great amount of furniture and tools can be found there, frozen in time. This is the place Diforti granted after the proposal presented by Mariela Ceva and Claudio Tuis. The proposal made to the businessman was to preserve and keep the local heritage; strengthen social bonds through past recovery; contribute to the creation of a
local record and provide the town with a space for the investigation of the historical events of the 20th Century.
Archive: The Value of Written Documents In Algodonera Flandria S.A. there is a great industrial archive of Flandria Village: they keep all the documents belonging to Steverlynck Group between 1924 and 1995. Its use allows the reconstruction of t genealogical trees, the access to double nationalization, and research material of different fields in the social science.
COMPANIES My Town’s Resurrection Between June and November 1985, two devastating floods lashed the town, ruining nearly the total amount of machinery and fabric. That was the beginning of the end. From that moment on, we went through ten long years of sacrifice, and many workers moved to other factories, but some of us believed in the so longed recovery. Unfortunately, this never happened. In 1995, bankruptcy was declared, and more than a hundred workers lost their jobs... The town’s facade reflected this whole situation. Some time later, the purchaser, a man named Carlos Diforti, appeared, and everybody thought he was going to sell the machines in order to recover the money he had invested. But that didn’t happen. Carlos, a textile industrial, challenged himself to set the factory to work, and that’s why he called a couple of old factory workers -and I was among them. The unexpected miracle happened. Flan-
dria is working again, under a new name: Algoselán Flandia. The old factory is today Villa Flandria Industrial Park, were hundreds of people work. And my town came to life again! Some people say that sometimes, during the night, they can see the shape of a mysterious man walking along the inner paths... I don’t believe in ghosts, and I’ve never seen anything, but... I imagine well-built body, covering his head with a big beret, a wide smile in his face... Author: Arnoldo Daniele September, 2007 Extract from “Historias de mi barrio”, anecdotes and stories anthology from Luján. Published by the City Hall of Luján. Granted by the author for this book’s publication. ALGOSELÁN S.A.
From San Martin to Flandria Miguel Diforti was one of the partners of Algoselán S.A., founded in 1951. He died in an accident and since then, his son Carlos Diforti is in charge of the factory. He started to sell his own fabric. As time went by, Algoselán S.A. became a wholesale factory and Diforti purchased Algodonera Flandria S.A. in order to expand its plant, and by this means he gave birth to the project of an industrial park. ITALCOLORE
Industrial Dyeing This company is the synergy of the two old Argentine textile companies guided by Marco Meloni and Eduardo and Guillermo Logiudice and one of the most important machinery Italian leader groups.
ENGLISH TRANSLATION The Gruppo Giamminola from Como, Italy, is the third generation in this job dedicated to textile machinery, spare parts and accessories from Northern Italy with subsidiaries all over Latin America and Northern Africa. In Argentina, Itg srl , sells spare parts and supplies textile machinery service. Filotex srl specializes in the preparation and sale of polyester threads supplying most of national textile factories. Italcolore owns a high complex technological plant with the latest machinery technology. It is the most updated dyeing plant supplying the whole country. It was completely assembled and started by argentine manpower with Italian and German assistance.. Lujan, Industrial Park Villa Flandria, were chosen as headquarters as this place is a strategic textile area for the said production and development.. This industry acts as complement of the production chain adding worth value to it with its finishing. Italcolore responds with correct international environmental requirements with the functioning of waste rigorous control to achieve a minimum impact hiring the latest Swedish technology.
selling its products in more than 55 thousand points of sale all around the country. Following its enterprising spirit, the company arrived at Villa Flandria Industrial Park, which means a very important and looking-forward investment. ESTAMPADOS ROTATIVOS
Growth with a Family Spirit A long time ago, under the name Block & Company, Don Jorge Enrique Block and his son, Don Lipton Block, started “staining” a few metres of fabric with their own hands. It is now a textile company which works on the production of plain and knitted fabric. As part of the agro-industrial chain, it has knitting as well as pattern machines, a cleaner’s, and finishing and trading processes. Given the opportunity of being part of the Villa Flandria Industrial Pak, the company decided to move forward by setting up its plain knitting machines. In the late 80s, the company moved its facilities to Luján and took today’s name.
TÍA MARUCA
Producing with a Traditional Method While most of the traditional cookie factories were going through a long path into extinction, Alejandro Ripani created Tía Maruca, a company intended to reach every massive consumption point of sale. In 1998, the firm already offered its costumers over 35 different kinds of cookies. Today, Tía Maruca is the leader company
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LP “TELAS PARA DECORACIÓN” [DECORATIVE FABRIC]
The Challenge of a Continuous Growth “LP” started to work in the import of clothes from the United States and Colombia. “In 2000, during the serious Argentine crisis, we started working with outsourcers. Work grew and we had to purchase machines,” Leandro Patles,
President of the Company, said. “LP” sells its products in Capital Federal and in wholesale shops around the country. “Since 2000, we have invested and that has allowed us to go forward, never stop and gradually grow. We have to move on,” the successful businessman said. PRUSSA COLOR S.A.
A Passion beyond Generations The story of Prussa Color S.A., or, in better words, of the Pruski generations which grew up with the looms’ sounds, starts with the different detachments from Algodonera Flandria S.A. Workers from various factory sections came back home, ate quickly and, taking no rest, they worked in their own looms. This is how the famous “fasones” [outsourcers] started spreading in town. They started working with the very old machinery available after the Second World War. They were quite expensive; but though austere, the Cotton Factory workers managed to save some money to buy a small loom. Prussa moved its production from the very core of Jáuregui (275 Italia St.) to the Villa Flandria Industrial Park. The urban space remained as a warehouse. In the unapproachable premises of the Villa Flandria Industrial Park, Prussa occupies 1300 square metres today, and has eight looms, a warper, a decatizing machine, and another machine for the fabric finish process. But they also lay eyes on the future: They’ve bought a cone spinning machine.
SANYO COLOR S.A.
Dye Stuff Producers The settlement of Sanyo Color in Flandria Industrial Park has responded to its commitment to the textile industry for more than 30 years. Created in 1973 as a familiar enterprise interested in the process and control of dye stuff for the textile industry. Nowadays in control of second generation directives counts with and important technical structure. With a well known laboratory in due accordance to 9001 2000 regulations, high quality warranty of dye stuff and the most varied related applications. In the 6500 sq. mt. plant is where 165 tons of textile accessories, dispersing pigments and optic bleaching are monthly produced. It also commercializes dyeing stuff and acieds, dispersing and direct. Sanyo supplies international market such as Bolivia, Peru, Brazil and Uruguay and imports from EEUU, Germany, Italy and Japan among others. CHOI
Textile Experience in Clothes Design It was the first company which trusted the proposal made by Carlos Diforti, who was the owner of Villa Flandria Industrial Park. In January 2003, Choi Da Il, a Korean citizen and the owner of Choi Textil -known today as Textil Luján- moved part of its production to the comfortable premises of the ex-Algodonera. The businessman came to Argentina over 15 years ago, contributing with many new ideas: he knew in detail the knitting fabric
textile work and fashion for women. He also had his own designs. He started his Argentine production with the help of the fasones [outsourcers] and the purchase of high quality thread. He worked with mohair before any other company in the country, but he lacked structure. He set up 24 looms and a twisting section, giving work to the people of the area. Through the management of every production step and the acquisition of a working specialized team, Choi produced high quality clothing. TMC TRANSFORMERS
Energy for the World TMC Transformers, a worldwide company with many commercial and productive branches strategically located, manufactures transformers in resin epoxi capsule. TMC Group has a commercial office in China and a headquarter in Australia where, since 1937, produces transformers with fluid insulation and traditional dry type. And, since 80´s, transformers in resin epoxi capsule have been included in Australia and Orient regions. The first European branch set in 2001 was “TMC Italy A.p.a”, considered today leading European company; its is strategically located in the north of our country to be in contact with European markets. In 2003, located in Basque de Lemoa, TMC Spain, became a commercial branch o TMC Italy, increasing its sales through commercialized quality products and better service and becoming a productive plant for Spanish and Portuguese markets. In 2005 TMC settled in South America
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under the name TMC Sudamerica S.A., started commercializing and soon, manufacturing dry transformers for South an Central America. Today, TMC Sudamerica SA, a local leading company exports products to Mexico, Cuba, Guatemala, Venezuela, Brazil, Colombia, Equator, Peru, Chile and Uruguay. PISOS ARGENTINOS S.A.
High technology in Wood Floor From 2004, this new company is dedicated to solid wood flooring manufacturing. In a first stage to the processing of eucalyptus viminalis and rostrata, national semihard wood and for reforestation. It contemplates production en several stages, amount, sawmills and wood drying in high technology ovens. The last stage in the chain production is being developed in the plant located en Villa Flandria Industrial Park with high technology machinery resulting in an excellent wood finishing. The finished product manufactured with national capital and work power supplies local as well as international markets with the best quality and environmental care. TECHNOLOGIC INDUSTRIAL PARK DON JULIO STEVERLYNCK
Business, Science and Technology Interaction Located in Buenos Aires on the Cotton Firm property founded by Don Julio Steverlynck in the 30´s is now taking place this enterprise and scientific technological system interaction. The almost hundred hectares of trees include an industrial
infrastructure which belonged to the old factory now in restoration process destined for the settlement of new enterprises renting the place for industrial purposes in its 5000 sq. mt. The innovative Project with tax benefi ts for those involved is highly favored for its location near Lujan river, direct access from the highway over route nro. 5 and the possibility of building a railway cargo station according to the existing conditions taking care of the surroundings and the community. The founders and planning staff have in mind to settle an Business Incubator System, the organization of training as well as university and technical education and the formation of Science and Technologic unions with firms, government and International Cooperation sectors with the purpose of collaboration in this regional project. The original project founded by Don Julio Steverlynck and his wife Doña Alicia Gonnet de Steverlynck has been revalued today, after 50 years of had work creating entities that are now excellent example for the community. Nowadays their spirit continues in the improvement of the existing infrastructure and the promotion and development of non material capital ground of this Project. INVERSORA CORTÍNEZ
A Contribution for Regional Integration The firm, according to what was agreed by Steverlynck’s children, was the guarantee after Algodonera’s bankruptcy. They managed to solve the legal and economic
problems and were back in charge of the place. Today, they sponsor companies related to food, shoes, building and recycling. Inversora Cortinez’s aim is to frame the premises of a big Regional Technological Park. PRODUCTOS TEXCEL S.A.
La industria con un papel preponderante Productos Texcel S.A. es una empresa dedicada al rubro papelero que comenzó a escribir su historia industrial en 1986. En mayo de 2008 inició la obra civil para concretar el emplazamiento de sus maquinarias en el Parque Industrial “Villa Flandria”. ¿Por qué instalarse en el complejo fabril de Jáuregui? Desde Texcel se explica que “de la oferta disponible en los distintos parques industriales nos resultó atractivo su entorno natural y la disposición de sus responsables en facilitar nuestro emprendimiento”. En la actualidad, Texcel de “Villa Flandria” emplea a 30 personas, aunque sería inminente la superación de las 50 fuentes laborales, a partir de la ampliación de las tareas en el Parque. Puntualmente, en la planta local Texcel realiza el proceso de elaboración del papel. Se trata de una producción con dos etapas o estaciones. En primera instancia se lleva a cabo la preparación de la pasta de celulosa, virgen o reciclada. El segundo paso es la formación de la hoja de papel.
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