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DIEGO DE PORRES, DESCENDIENTE DE ESCLAVO AFRICANO Y MAESTRO ARQUITECTO DEL ORATORIO SAN FELIPE NERI, ESCUELA DE CRISTO

Fotográfias: Danny Gamboa • arriba Detalle de la fachada del Templo de la Escuela de Cristo, Gary Velásquez • derecha Detalle de la clave del ingreso al Templo de la Escuela de Cristo, Gary Velásquez • extremaderecha

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DIEGO de PORRES, de esclavo africano a MAESTRO ARQUITECTO

DEL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI ESCUELA DE CRISTO

por: WILLIAN ALFREDO

SALAZAR QUEMÉ

Historiador | Universidad de San Carlos de Guatemala

En los casi trescientos años de existencia de la sociedad hispánica en Guatemala, se establecieron algunos rasgos que en la actualidad se pueden percibir al admirar un templo barroco, una pintura colonial, las manifestaciones religiosas o culturales originadas en ese contexto y sobre todo en la diversidad de sus habitantes. La historia social de las grandes ciudades como Santiago de los Caballeros hoy la Antigua Guatemala dan cuenta del intricado desarrollo de la llamada época colonial en nuestro país. El Oratorio de San Felipe Neri Escuela de Cristo, es una fuente material que a través del análisis de su arquitectura evidencia la actividad creadora de una ciudad que llegó a ser la más importante de todo el Istmo Centroamericano (Reino de Guatemala) pero que, al hacer un estudio histórico de la misma, ha permitido conocer datos mucho más profundos relacionados a las condiciones sociodemográficas y socio-raciales de su vida cotidiana entre los siglos XVI y XVIII.

En la mayoría de los casos para toda América Hispana, las ciudades sirvieron como instrumento de control español en los planos político y económico sobre todo de las clases indígenas, africanas y sus descendientes. El modelo ideal de la ciudad colonial era el del grupo español establecido en el centro urbano donde estaban las plazas centrales, los edificios de autoridades civiles y eclesiásticas, y un sector indígena en la periferia. Sin embargo, la evolución demográfica reacomodó este modelo y sus ciudades, y bajo el peso del mestizaje se originó una mayor diversidad racial. Uno de los principales acontecimientos para este fenómeno fue la introducción de esclavos africanos al continente, Christopher Lutz plantea que los primeros esclavos llegaron a Guatemala con Pedro de Alvarado en la expedición de conquista hacia 1524, pero no es sino hasta la promulgación de las Leyes Nuevas en 1542 en donde se prohíbe la esclavitud indígena, entonces son introducidos regularmente siendo en 1543 el primer registro de embarque con una carga de “150 piezas” según datos del profesor José Joaquín Pardo. A partir del acuerdo promulgado por parte del presidente de la Real Audiencia de Guatemala Alonso López de Cerrato mediante el cual “se declaró por libertos a los indios que estuvieren de servicio en casas de españoles” en 1549 (AGCA. AI.23 leg. 4575, fol.100, v.) se siguió autorizando el ingreso de esclavos africanos en el Reino, “Su majestad para evitar que los indios sean empleados en el laboreo de minas y en obras públicas autoriza la venta de esclavos negros” (AGCA. AI.23 leg. 1512). Inicialmente eran destinados para los trabajos en minas y plantaciones, pero el acceso como forma de posesión de un bien material suntuoso, llegó a ser uno de los rasgos característicos de la élite local española civil y eclesiástica. Por ejemplo, un esclavo negro destinado para el trabajo en trapiches o plantaciones podía tener un precio de 25 pesos, otro para servicios domésticos en casas de españoles hasta en 300 pesos o tal es el caso de uno destinado para la atención de la Catedral de Santiago llegó a ser vendido en 450 pesos. (AHAG. Fondo Catedralicio, sección Mayordomía, Libro de cuentas).

Este componente racial de la sociedad colonial no llegó a ser solo importante para el génesis de una cultura mestiza sino para sus actividades económicas, artísticas, religiosas y culturales. En este sentido casos como el “Baltasara de Barcárcel vecina de la ciudad de Guatemala, viuda del Oidor Rodrigo de Barcárcel vende un esclavo al maestro bordador Sebastián Hurtado. 1633” (AGCA. AI.20 leg. 1123) o el del “presbítero Diego Jérez Serrano vende un esclavo al maestro estampador de plata, Juan Rodríguez, 1653”. (AGCA. AI.20 leg. 1107) reflejan la relación profesional de los esclavos y sus descendientes con las artes, la música, la religión y la arquitectura.

Esta última, la arquitectura, ha perdurado con el trascurrir de los siglos, a pesar de los fenómenos naturales que la han afectado. Tal es el caso del Oratorio de San Felipe Neri comúnmente mencionado como la Escuela de Cristo, construido entre 1720 y 1730, según datos del historiador Luis Luján Muñoz, es la primera obra en la que se sabe que la mano de Diego de Porres intervino directamente como maestro arquitecto. La familia Porres, perteneció al grupo de mulatos libres, es decir con mezcla de sangre de indígenas, negros y españoles. Algunos de los antepasados fueron introducidos al Reino de Guatemala como esclavos africanos, durante el proceso era común que algunos de ellos se casaran con indígenas o españoles para obtener su libertad, o en otros casos procrearan hijos ilegítimos para acceder a la ley de vientre en donde el niño desde la concepción adoptaría la condición de la madre, por lo tanto, si esta era libre, su descendencia también, otros buscaban la manumisión a partir de su participación en las campañas de guerra contra los ingleses o simplemente les eran otorgadas por sus dueños. De esta manera y bajo las relaciones explicadas en los párrafos anteriores, la familia Porres, se convirtió en un grupo familiar con características de estatus social y económico, hasta convertirse como lo menciona Luján Muñoz en una “dinastía de artistas” en su libro La pilastra abalaustrada serliana en el Reino de Guatemala 1730-1790. El título de Maestro Mayor de arquitectura se le concede al padre de Diego, Joseph de Porres en 1687, luego de un largo recorrido que va desde el origen humilde hasta elevarse con este cargo. Realizó importantes diseños como las iglesias de San Pedro, la Catedral, Santa Teresa, La Compañía de Jesús y San Francisco (Luis Luján Muñoz, El Arquitecto Mayor Diego de Porres 1677-1741). En tanto, no es de extrañarse que Diego, tuvo la mejor instrucción que un aprendiz u oficial pudo tener. En 1701 tras la muerte de su padre Joseph, Diego asume el cargo de Arquitecto Mayor siendo reconocido en lo que hoy es el sur de México hasta Costa Rica, además el Ayuntamiento lo nombra Fontanero Mayor de la Ciudad en 1713 con ello Porres controlaba directamente de la corriente de agua de toda la ciudad. Otras obras importantes son La Recolección, Santa Clara, Capuchinas,

Ilustración: Elevación Fachada del Templo y Entrada al Convento de la Escuela de Cristo

Fotográfias: Danny Gamboa • arriba Danny Gamboa • derecha

Casa de la Moneda, la fuente de la Plaza Mayor de Santiago, entre otras.

Podríamos realizar análisis de varias obras creadas por la mano de obra de artísticas coloniales guatemaltecos y en todos los casos estos rasgos de mestizajes se encuentran inherentes ya sea por su adaptación al entorno o por sus rasgos característicos, como es el caso de la Virgen de Soledad de este templo, que, entre sus facciones, el autor, quiso tallar ese componente étnico mestizo. La Escuela de Cristo constituye así, una obra de gran valor para la importante ciudad colonial, desde su inusual fachada con cantera, de extraordinaria sobriedad, con el uso de la pilastra abalaustrada serliana distintiva de del siglo XVIII y de su creador Diego de Porres, pero a su vez, la muestra del producto social en las complejas relacionas étnicas, ya que su mente creadora es el resultado la interacción de las clases sociales coloniales. El arte así representa la fuente material que guarda entre sus características los rasgos de la historia y este monumento arquitectónico, La Escuela de Cristo, merece ser reconocido por su valor artístico y social.

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