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LA PANDEMIA Y LA FE

por: VICTORIA ARRIVILLAGA

Devota de Nuestra Señora de Soledad de la Escuela de Cristo Todos hemos vivido una época difícil, al menos hasta ahora, que nos ha obligado a convivir y coexistir en una nueva forma de vida en todos los aspectos, y las actividades de piedad popular no han sido la excepción, también ha influido en ellas.

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La nueva forma de vivir o nueva normalidad -NN- nos llevó a no poder disfrutar o bien, limitar nuestras actividades religiosas para vivirlas de manera “normal”. Hemos vivido casi más de dos años de actividades de manera irregular y esto nos ha llevado a un punto donde nuestra fe se pone en juego, claro por decirlo de una y muchas formas.

Somos un pueblo de tradiciones y costumbres muy arraigadas, que hemos heredado a través de generaciones, por lo que después de tanto tiempo de vivirlas y disfrutarlas en familia, con amigos etc., El hecho de que nos las ¨quitarán¨

Fotográfias: Danny Gamboa • izquierda Danny Gamboa • arriba de golpe, ha generado por supuesto varias reacciones.

Algunas personas han estado esperando 365 días para ver la imagen de Jesús y la Virgen Santísima recorrer las calles de cada una de nuestras comunidades, para llevarlos en hombros y tener ese ¨momento¨ con ellos. Momento que sirve para reflexionar, pedir perdón, quizás nos lleva hasta comprender muchas de las cosas vividas y también a suplicar por nuestras múltiples necesidades. Es pues, una vivencia que nos llena, nos satisface y nos hace felices. Quizás efímero pero que se queda guardado en nuestra mente y nuestro corazón. Hasta el próximo momento que podamos vivirlo.

Pero… Esta vez no fue el clima, no fue el tráfico, no fue la multitud, no fue por trabajo, inconvenientes en el camino, retraso o porque no había turno para que pudiéramos cargarlos. Ahora en este tiempo, fue algo de mayores proporciones, algo realmente más complejo, fuera de nuestro alcance y control, que ninguno imaginamos al empezar a trabajar en los diseños de las andarías, al empezar a preparar el uniforme, al empezar a contar los días para ver salir la procesión que tanto esperábamos. Ha sido un tiempo extraño y bastante reflexivo y que enmarca nuestra fé en múltiples posiciones y la lleva a buscar nuevas formas de materializarla.

Esta vez fue ̈La Pandemia ̈ algo totalmente desconocido para todos, que no sabíamos como manejar e incluso que no teníamos idea de cómo cuidarnos de ella. Nos vino a colocar el mundo de cabeza. Es que ha sido un nuevo aprendizaje, manifiesto en vivir

sin abrazar, a platicar utilizando mascarilla, incluso a arraigarse de nuevas costumbres a las que nos teníamos que adaptar. Y ello como consecuencia, nos ha obligado a ver afectadas directamente las actividades a las que estábamos acostumbrados durante ésta época. Imposible pensar en una procesión, velaciones, todo eso que para nosotros era lo normal o lo que nos ̈tocaba vivir¨.

La tecnología increíblemente en poco tiempo llegó a la época de Semana Santa, vivimos la procesión con turnos virtuales, el rezo del rosario, un Viernes Santo cada uno desde su casa viviendo de manera distinta. Separados, limitados por tiempo, espacio, ¨ Cuidándonos¨ pero entendiendo que era imposible llegar a ver nuestras imágenes en las calles.

Estos cambios, sin lugar a dudas, intentaron desequilibrar nuestra Fe, hacernos dudar de nuestras creencias, por no tener esa ¨actividad de la época¨. Sin embargo, rezamos más, tuvimos una iglesia en cada casa que escuchó la misa, que vio en vivo el traslado de una imagen, que vivió los actos de crucifixión, que quizás por el tiempo tan corto, por distancia, trabajo, nunca habíamos podido vivir. Y es que fue todo un logró tener un turno, quizás virtual pero tuvo su momento para estar con nuestras imágenes, incluso más de cerca, incluso más privado un momento que se volvió aún más especial.

Con esto nos queda claro que no necesitamos procesiones, no necesitamos imágenes en las calles. Solo necesitamos el amor a Dios y la fe. Y recordar siempre que él está en todas partes, que se encuentra los 365 días en la iglesia, no necesitas que sea una fecha especial, para verlo, para hablarle, para rezar con el. Solo necesitas lograr que tu fe, se mantenga siempre viva.

Fotografía: Danny Gamboa • arriba

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