CENTRO CARDÍACO
“EL CONTACTO SANADOR“
El Centro Cardíaco abarca el tórax por encima del diafragma. Incluye la columna dorsal, las costillas y el esternón, con sus articulaciones y sus músculos. Encierra dentro de sí a los pulmones, con los que respiramos, y al corazón, que manda sangre pura a todo nuestro cuerpo. Éstos son los órganos más importantes del cuerpo orgánico: gracias a ellos nos mantenemos con vida. Pero el Centro Cardíaco no es sólo huesos, músculos y órganos. Hay algo más que nos mantiene vivos: este Centro está íntimamente relacionado con nuestros afectos que nos comunican con los que nos rodean y motivan nuestra vida. Para ello, el Centro Cardíaco dispone de manos para reconocer y tocar a los que nos rodean, y para acariciar a los que amamos; y tiene brazos para abrazarlos y llevarlos hacia nuestro corazón. En la Gimnasia de Centros de Energía damos enorme importancia a los movimientos del Centro Cardíaco para desacorazarlo, porque este Centro es el que primero se acoraza en nuestra vida, desde que nacimos es el que más sufrió la influencia del entorno. Todo lo que recibimos de los seres que nos acompañaron en el nacimiento queda indeleble en el resto de nuestra vida relacional. Y cuando estas influencias fueron negativas formaron corazas defensivas desde los primeros minutos de la vida: la partera que nos sacó con esfuerzo del vientre de nuestra madre, la luz que necesitaban los médicos para la tarea del parto, el baño que nos dio la enfermera, la inyección de la vacuna que nos puso el médico… Por eso actualmente se le da tanta importancia al parto sin dolor, sin agresión, tanta importancia al cuidado del niño desde el momento que se lo separa del cuerpo de su madre: antes de lavarlo ahora se lo dan a su madre para que lo ponga contra su pecho un rato. Los adultos de hoy no hemos tenido este cuidado que por suerte lo tienen nuestros hijos. Por eso nuestro tórax está tan acorazado y tan defendida nuestra vida afectiva. ¿Y las dificultades que tuvimos que soportar después, en el transcurso de los años? Todo esto hace que de a poco el tórax se convierta en la parte más dura y rígida de nuestro cuerpo, no sólo porque tiene costillas. El trabajo que tenemos que hacer con nosotros mismos es de enorme importancia, simple pero duro: tenemos que aprender a respirar profundamente, para lo cual hay que ablandar las articulaciones de las costillas con las vértebras y con el esternón, elongar los músculos y los tejidos que los recubren, levantar los brazos para aumentar más la capacidad de aire de los pulmones para que respiremos más profundamente. Y nuestro corazón se irá acostumbrando a impulsar sangre cada vez más pura, limpiando las arterias coronarias que irrigan al propio músculo cardíaco. Después tenemos que usar los brazos y las manos para acercarnos a nuestros compañeros de gimnasia, tocarlos y abrazarlos, y finalmente darles masajes para que se sientan mejor. Todo esto es lo que iremos haciendo en este taller. Notaremos que no es tan fácil como lo estoy diciendo ahora, porque no estamos acostumbrados a levantar nuestros brazos, a enderezar la columna dorsal, a respirar tan profundamente, y mucho menos a tocar y abrazar, a ayudar a otro y darle un masaje. Muchos creen que sólo se puede tocar y abrazar a los que queremos y a quienes tenemos muy cerca en nuestra vida. Sin embargo, los Grandes Maestros de la Humanidad, como Jesús, Buda, Gandhi y muchos otros, nos han pedido que aprendamos a amar a todos los seres, a todos los que nos rodean y aun a los que no conocemos. Que nos demos cuenta que todos ellos son parte de nuestra vida, que creceremos y nos enriqueceremos si ponemos en práctica el amor y la ayuda a los demás personas de esta manera Dr. Hugo Ardiles