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La carta. "Más cerca"
from Revista EC 101
LA CARTA
"MÁS CERCA"
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El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, en su obra Parerga y paralipómena, propone una parábola con la que busca dar explicación a la paradoja de las relaciones interpersonales: En un día frío, un grupo de erizos que están cerca necesitan sentir calor. Para satisfacer su deseo, buscan la proximidad corporal de los otros, pero cuanto más se acercan, más dolor causan las púas del erizo vecino. Para evitar los dolorosos pinchazos se alejan, pero vuelven a sentir frío, por lo que se ven obligados a ir modulando la distancia hasta que encuentran la separación óptima, la más soportable.
Este dilema ético nos invita a pensar que a mayor cercanía interpersonal, más probabilidad de hacernos daño, y a mayor lejanía más probable es sentir la angustia y el dolor de la soledad. Somos seres necesitados de calor y de cuidado, incluso sabiendo que al acercarnos unos a otros también aflorarán las púas que nos hieran y molesten. Pero los dilemas éticos no existen, son solo justificaciones conceptuales para evitar el compromiso y modular nuestras responsabilidades. No es imposible hacer éticamente lo justo y lo contrario, construir espacios de relación y de desencuentro. Además, dicho con la conocida máxima de Voltaire, “Lo óptimo es enemigo de lo bueno”.
Cuando desde Escuelas Católicas nos hemos planteado el acercamiento a las más de 400 entidades titulares que conforman nuestra organización, lo hacemos desde la consciencia de estar en tiempos de necesidad y de frío. No son fáciles las decisiones que en circunstancias así debemos afrontar, el calor que la proximidad nos regala también puede convertirse en diferencia, originando una nueva frialdad, la de saberse solo y distante. Damos por hecho que nos une el calor de la misión, la identificación con una propuesta educativa que nace del Evangelio, el interés de Cristo; pero se enfría nuestro corazón cuando aparecen los individualismos, la competencia tantas veces salvaje entre nosotros, la búsqueda de soluciones por separado y, en ocasiones, tristemente, por caminos divergentes.
Es lógico sentirse como los erizos de Schopenhauer, pero no hay dilema posible, se nos necesita disponibles y cercanos, aunque la proximidad desproteja nuestros castillos y defensas; se nos busca para el encuentro, más allá de identidades en conflicto; se nos espera como rostro de unidad de la Iglesia, especialmente cuando hay nuevos fríos que hacen tiritar nuestros proyectos educativos y evangelizadores.
Esta llamada a estar “Más cerca” lo es, sobre todo, para evitar que el presente y el futuro de nuestras escuelas, pero sobre todo de los titulares de las mismas, se debata en una paradoja infinita sobre lo óptimo y lo bueno de la propuesta educativa propia; es una propuesta a mirar juntos, en una misma dirección, desde nuestra compartida capacidad de encuentro, discernimiento y colaboración, aquella que fue germen para el nacimiento de nuestros respectivos carismas. Es urgente, si no queremos pasar de ser erizos al asno de Buridán.