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El estado del agua: algunos desafíos de la pastoral en nuestros centros hoy
from Revista EC 109
Dolors Garcia Gispert
Directora del Departamento de Pastoral de EC
Cuántas veces nos hemos referido al parecido que pueden mantener los hijos a sus padres o a la similitud entre gemelos. Cuántas veces decimos, cuando la forma de reaccionar o situarse de dos personas es exacta: “son como dos gotas de agua”.
Cuando se habla de identidad católica, cuando hacemos referencia a la esencia y los valores fundamentales que definen una institución educativa como católica en consonancia con los principios de la fe y la enseñanza de la Iglesia católica nos gusta pensar que nuestra forma de ser y estar en el mundo es parecida a la de Jesús de Nazaret. Cuánta gente en todo el mundo revitaliza, mediante el anuncio de vida, la fe cristiana. Cuántos educadores, en su forma de estar en las aulas, en asociaciones, apoyos, ONG… transmiten los valores evangélicos a través de una formación integral, yendo mucho más allá de los aspectos académicos, generando en estos espacios que se pueda abrazar la vida de las personas por medio de la educación. Cuánta gente está entregando su vida a esos tres laboratorios de esperanza de los que nos hablaba el papa Francisco en el encuentro con autoridades, sociedad civil y cuerpo diplomático celebrado el 2 de agosto en el marco de la JMJ de Lisboa: “Imagino tres laboratorios de esperanza en los que todos podemos trabajar juntos: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad”.
En nuestro envío educativo evangelizador velamos para ser “identitas” a nuestro Señor. Ojalá en nuestra forma de ser y de estar, con nuestra impronta, fuéramos como dos gotas de agua de Él: fieles y coherentes con los principios, valores y enseñanzas propias de la fe que se nos ha regalado a través de nuestros antepasados generación tras generación.
La identidad es un tema crucial en el contexto actual de las instituciones educativas católicas y así lo hemos podido comprobar durante todo el año: en primer lugar con la reflexión que pudimos empezar a través del Congreso de Escuelas Católicas en Granada, “Inspiradores de Encuentros”. También a través de los círculos de escucha, seguidos de los círculos de profundización, de la reflexión que hicimos acerca de la instrucción que elaboró el dicasterio (“La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo”). Llevamos muchos años velando por la identidad en nuestros centros.
Jesús es quien nos da una solidez determinada ante un mundo bastante líquido, por no decir gaseoso. En nuestra reflexión aparecen contínuamente diversos desafíos que plantean interrogantes sobre el propósito y misión a la que se nos envía en un mundo en constante cambio. La composición del agua es la misma pero su estado cambia aunque seamos como dos gotas de agua. Desde esta imagen nos planteamos algunos de los retos que podemos encontrar y compartimos la reflexión que nos hacemos como Departamento.
Ojalá en nuestra forma de ser y de estar, con nuestra impronta, fuéramos como dos gotas de agua de Él
Estado líquido y resbaladizo
Uno de estos desafíos es la selección de personal. La contratación de profesionales comprometidos con la identidad y los valores católicos es fundamental para preservar nuestra misión, visión y valores. Encontrar, acompañar y fidelizar a educadores que compartan este estilo está resultando cada vez más complicado en un entorno donde diferentes perspectivas y enfoques educativos compiten entre sí, donde no hay tiempo ni recursos suficientes para poder hacer realidad estos acompañamientos que deseamos y vemos tan necesarios para acompañar a estos docentes. Contra la “rapidación” diaria debemos dedicar tiempo, reflexión e invertir en personas que puedan velar por cada una de las gotas de aguas que forman parte de nuestras instituciones y que, a su vez, forman parte del envío eclesial. No dejemos que lo inmediato nos reste capacidad de reaccionar ante este reto. Como nos decía Pedro José Gómez en el programa EntreTanto: “No es lo mismo pasar 15 años de nuestra vida en un colegio cristiano que estar 15 años conviviendo con cristianos en un colegio”.
Los conflictos en el ámbito disciplinario y doctrinal pueden poner a prueba la identidad de las instituciones educativas católicas. En esta liquidez se mezclan diversidad de opiniones, creencias, tendencias o estilos entre los miembros de la comunidad educativa que generan tensiones y desafíos en la transmisión coherente de la enseñanza con ese plus cristiano que deseamos. Entre los que se postulan defensores del “todo vale” y los que defienden la verdadera identidad afirmando que esto que se hace “nunca se ha hecho así” es esencial abordar un acercamiento de manera constructiva, fomentando el diálogo respetuoso y la comprensión mutua. Solo así nos ayudaremos a mantener la esencia del contenido ante la diversidad de continentes. “Que la Iglesia no sea una aduana para seleccionar a quienes entran y no. Todos, cada uno con su vida a cuestas, con sus pecados, pero como está delante de Dios, como está, delante de la vida… todos”, como dijo Francisco en la celebración de vísperas de la JMJ de Lisboa en el Monasterio de los Jerónimos. Dejémonos sorprender porque Dios continúa haciéndose el encontradizo y porque su presencia nos provocará movimiento atrayéndonos al cuidado hacia los que más lo necesitan.
¿Qué tiempo dedico y qué personas tengo en mi institución para poder cuidar el relevo carismático y evangelizador? ¿Podríais compartir buenas experiencias en este tema y ser fuente de inspiración para otros?
Estado sólido
Por mucho que haga calor coger un cubito con la mano nos produce sensación de quemazón y llega a paralizar los dedos. Las leyes estatales también pueden plantear desafíos a la identidad de las instituciones educativas católicas; las normativas que va imponiendo el estado pueden entrar en conflicto con los principios y valores fundamentales de la enseñanza católica y este hecho nos puede helar por dentro. Toca navegar cuidadosamente entre el cumplimiento de las leyes y regulaciones y la preservación de aquello que es sólido y nos da firmeza en el día a día. Esto requiere un enfoque equilibrado que garantice la integridad de nuestra misión y visión educativa y a la vez que no nos paralice para poder ser creativamente fieles a lo que Jesús de Nazaret haría y diría hoy. Buscar la solidez sin helarse, andar sobre suelo firme pero caminando por las alturas como nos diría el profeta Habacuc (Hab 3,19); ayudarnos unos a otros a ser “emprendedores de sueños, no administradores de miedos”, como dijo el papa Francisco a los jóvenes universitarios de la Universidad Católica Portuguesa el pasado 2 de agosto dentro de la JMJ de Lisboa.
Una y otra vez se nos habla de acogida respetuosa, apertura a los diferentes porque, en estos, el Señor también puede aparecerse como a los de Emaús, como a Tomás, como a los discípulos en plena pesca sin rumbo o con vendabal. Hay cosas que, por abrazar la solidez de una tradición, nos pueden entumecer. Debemos estar muy atentos a lo que la Ruah Santa está suscitando hoy con fuerza: sinodalidad y Pacto Educativo Global que nos pone en esta clave de dialogar unos con otros, de salir al encuentro.
¿Cuáles son esas situaciones en las que debemos encontrar el equilibrio y mantenernos alerta? ¿Cómo puedo poner en práctica la sinodalidad o concretar el Pacto Educativo Global?
Estado gaseoso
La diversidad entre los miembros de la comunidad educativa es otro desafío que puede afectar la identidad de las instituciones católicas. Como sabéis las partículas de un cuerpo en estado gaseoso no están cohesionadas, y tienden a dispersarse, no tienen forma ni volumen fijos. ¡Qué importante cuidar la comunidad educativa! La participación de diferentes actores, como obispos, párrocos, consagrados, familias, directivos y asociaciones, enriquece la comunidad educativa, pero también puede generar tensiones y discrepancias en relación con la identidad y el enfoque educativo. Es fundamental fomentar un diálogo inclusivo y constructivo que promueva un sentido de unidad en la diversidad y fortalezca la identidad católica de la Iglesia. “A la comunión con Dios se accede a través de la realización de la comunión de Dios con el hombre, que es Cristo en persona; el encuentro con Cristo crea comunión con él mismo y, por tanto, con el Padre en el Espíritu Santo, y, a partir de ahí, une a los hombres entre sí. Todo esto tiene como finalidad el gozo perfecto: la Iglesia entraña una dinámica escatológica”, decía, en el año 2000 el entonces cardenal Joseph Ratzinger, en la conferencia sobre la eclesiología de la Lumen Gentium pronunciada en el congreso internacional sobre la aplicación del Concilio Vaticano II, organizado por el comité para el Gran Jubileo del año 2000.
Es un buen momento para hacer una reflexión dialogante con los agentes educativos que intervienen en la evangelización de forma más directa en nuestros alumnos: los profesores. Necesitamos espacios donde poder compartir nuestra vocación educadora y reforzar que somos educadores pero… en Jesús. Y ese “pequeño” matiz nos diferencia y empuja para continuar ofreciendo una educación alternativa.
Otro elemento que puede hacernos zozobrar y representa un desafío adicional para nuestra identidad, al menos que nos mueve de dónde estábamos, son los posibles cierres o cambios en la titularidad de las instituciones educativas católicas. Los cambios en la estructura de propiedad o el cierre de estas instituciones pueden amenazar su continuidad y su capacidad para mantener una identidad católica sólida que ofrezca esa brújula de sociedad samaritana. Ante estos desafíos, es importante buscar soluciones creativas y estratégicas para preservar y fortalecer el anuncio de VIDA que se nos ha invitado a dar. La inspiración la podemos encontrar en nuestros fundadores. Cada uno de ellos aportaba un matiz diferente, pero, TODOS, fueron seguidores de Jesús de Nazaret: “arraigados y cimentados en él, confirmados en la fe que les enseñaron, derrochando agradecimientos” (Col 2, 7). Por eso se hace cada vez más necesario promover un Pacto Educativo Global que nos vaya vinculando y generando alianzas con otras entidades afines para que, “en medio de la debilidad podamos hacernos fuertes” en el envío. Si alguien se debilita, lo que se debilita en el fondo es un lugar donde poder anunciar el mensaje del Reino. La situación no es fácil pero si no pactamos, si no nos ayudamos, dejamos de ser testimonios directos de lo que decimos anunciar.
¿Cuál es ese plus que ofrecemos a nuestras familias y entorno? Si nuestro centro desapareciera de donde está, ¿qué parecería diferente y alternativo en la sociedad? ¿Qué relación tengo con los colegios concertados del entorno?
Qué difícil vivir la llamada a ser como gota de agua idéntica o lo más parecida posible a Jesús. Qué reto tan inspirador sentirnos llamados a ser como Él, de quien procede la fuente de la vida, y “en la que su luz nos hace ver la luz” (SI 35) No para de recordarnos, día tras día, que somos creados a imagen y semejanza suya.
Los desafíos mencionados plantean interrogantes y exigen respuestas en el ámbito de la identidad de las instituciones educativas católicas. Por eso hay que dar un enfoque reflexivo y proactivo para salvaguardar la esencia y la misión de nuestras instituciones en un entorno cambiante ya sea líquido o gaseoso. Es necesario fomentar la colaboración, el diálogo y la adaptabilidad que susurra el Espíritu para mantener una identidad católica sólida, capaz de responder a las necesidades de la comunidad educativa y contribuir a la formación integral de las personas en un mundo en constante transformación pero sin helarnos ni paralizarnos.
Debemos seguir apostando por una formación experiencial de cara al profesorado que pueda cuidar la vocación recibida o suscitar el encuentro con aquellos que aún no conozcan el “desde dónde” hacemos lo que hacemos. Necesitamos personas preparadas para promover este tipo de espacios de Encuentro. No hace falta formación de fuegos artificiales, sino aquellas formaciones que toquen el corazón, formaciones experienciales en las que haya una breve fundamentación bíblica, donde pueda aterrizarse la pastoral en la práctica organizativa de nuestros centros y donde podamos ahondar como aquel que se acerca sediento a un pozo de agua fresca.
De la formación al profesorado que he programado en este curso escolar: ¿qué porcentaje dedico a la experiencia, la oración, el carisma, el encuentro con Jesús? ¿Qué porcentaje del profesorado participa?
Creemos en centros educativos que eduquen para enfocar la mirada SIEMPRE hacia aquellos que más lo necesitan. Niños que crezcan dando por supuesto que el mundo es necesario cambiarlo y que el ser humano es agente de cambio. Jóvenes que no retiren su mirada ante las dificultades e injusticias que se van prolongando en el tiempo y que tengan bien reforzada en su interior esa “voz” que les empuja a arremangarse y a no tener pereza cuando los descartados están cerca. Y, si no lo estuvieran, debemos hacer que se sientan cercanos, que su piel no sea impermeable ante el sufrimiento de los otros. Nuestros centros deben ser fuente de compromiso porque ser gota de agua nos responsabiliza y nos envía a hacernos cargo y a encargarnos de la realidad de otros, nuestros hermanos y hermanas.
Debemos hacer reflexión de las acciones solidarias que realizamos. Hacemos muchas cosas pero… ¿las hacemos por inercia? ¿Porque toca? Debemos pasar de actividades solidarias sin conexión a un proyecto de compromiso social que pueda transformar a la persona así como el entorno. Nuestros alumnos deben ir creciendo no solo a lo alto y a lo ancho, también a lo hondo. Cabeza, manos y corazón deben ponerse en movimiento porque forman parte de nuestra fórmula: H2O.
El envío del papa Francisco desde 2019 a comprometernos con el Pacto Educativo Global nos empuja como Escuelas Católicas a continuar con la línea que hemos ido siguiendo desde el principio. En la reunión mantenida con el dicasterio en el mes de julio el P. Ezio, coordinador del Pacto Educativo Global en el Dicasterio para la Cultura y Educación en el Vaticano, nos animaba a continuar concretándolo en acciones locales, que salpiquen en lo pedagógico y que “sigan reforzando el ‘hacer coro’ junto con otras entidades, no solo colegio y universidades”.
Somos agua porque nuestro “ser molécula” está compuesta por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno. “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”, como decía Antonio Machado en Proverbios y cantares. Dejarnos ver por los demás nos evoca a nuestra dimensión comunitaria, a nuestra composición más original. Nuestra esencia e identidad comienzan no solo cuando defendemos nuestra marca carismática. El carisma al fin y al cabo es un regalo que se nos ha concedido para ser junto con otros y estar al servicio junto con otros. “Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos” (EG 230). Creemos en un Dios que es comunidad y que relacionarnos solo un poco como Él nos regala alegría y plenitud. Actualmente en medio de la “sequedad” hay signos de gente e instituciones que están agarrándose a la alegría de ser gota junto con otros. Desde Escuelas Católicas nacional hacemos una llamada a nuestra dimensión comunitaria y es que nos hemos hecho expertos analizando la realidad, pero tenemos como asignatura pendiente caminar sintiendo los otros átomos que nos rodean: ponernos manos a la obra junto con otros, promover experiencia de encuentro directa con ellos y gracias a ellos. ¡Qué suerte creer en un Dios así! Sabemos que es fácil pronunciar nuestro deseo de ser colegios de puertas abiertas fruto de esa concepción de Iglesia en Salida a la que tanto nos anima el papa Francisco y que es complejo poderlo llevar a cabo día a día. Pero también sabemos que esa utopía es la que nos hace avanzar. Sentirnos y ser “en salida” implica un establecimiento de relaciones fraternas y colaborativas, un diálogo dentro y fuera de la propia institución. Implica decir ¡adiós! para abrazar un nuevo ¡hola!
Salir al encuentro y promover el diálogo es ahora mismo un testimonio que podemos y debemos regalar al mundo, porque continuamos creyendo y debemos ser Buena Noticia.
Ser como gota de agua es estar en diálogo con la sociedad, atendiendo a las necesidades y desafíos presentes de las familias, los estudiantes y el entorno. Se busca actualizar la presencia de Jesús en la realidad, transmitiendo una imagen de Dios que sea relevante y significativa para las personas en su vida cotidiana, sean creyentes o no. Es tiempo de promover una cultura del cuidado y transmitir el Reino allí donde vivamos porque: “este es tiempo favorable, este es el día de la salvación” (2 Co 6,2). No otro, sino este.
¿Cómo anda tu claustro de esa esencia comunitaria? ¿Cómo cuidas como institución el dejarte ver por el otro/ Otro? ¿Cómo hacéis posible ese ser Iglesia en Salida?
El Dios de la vida continúa llamando, el Dios de la vida continúa haciéndose presente en la existencia de las personas. La pregunta que inspiraba a Pablo en los Efesios continúa hoy vigente: ¿Hemos comprendido “cuál es la anchura, la longitud, la profundidad del amor de Cristo” o quizá es que queremos atar y retener lo que es inabarcable diciendo que ya no da más de sí y que a la gente ya no le interesa? ¿Dedicamos tiempo a contemplar y cuidar la dimensión espiritual que se nos ha regalado como gota de agua que somos? El versículo del apóstol sigue diciendo de Jesús, el Cristo: “Un amor que supera todo conocimiento y que os llena de la plenitud misma de Dios”. No sabemos si estamos en estado líquido, gaseoso o sólido, lo que sí sabemos es que Él nos llena de “la plenitud misma de Dios” y da sentido a lo que somos: gota de su manantial. Cuidemos y hagamos lo posible para que siempre vayamos a la fuente y para que otros, que continúan sedientos, puedan ir a beber de ese Agua interior para que les sacie la sed.
SÉ PARTE DE ESTE GUION. DESPUÉS DE UN AÑO DE ESCUCHA PASTORAL…
Durante este año hemos reflexionado junto a los asesores de las comunidades autónomas, los coordinadores de pastoral y en los círculos de escucha sobre la identidad, el sujeto y la importancia de dialogar. La identidad, tema que hoy nos urge en la realidad que hoy vivimos (Instrucción 79-83):
Selección de personal.
Conflictos en el ámbito disciplinario y/o doctrinal.
Leyes estatales.
Diversidad entre los miembros de la comunidad (obispo, párroco, consagrados, familias, directivos, asociaciones…).
Cierre o cambio en la titularidad. El sujeto, siempre el sujeto (la comunidad educativa y la fuerza identitaria).
En diálogo, ¿con quién dialogar?
Con las otras escuelas: llamados a crear red, sinergias entre nosotros, reflejo de identidad en la diversidad, cultura del cuidado (Reforzar la identidad, contagiarla).
Con la Iglesia: somos misión de la Iglesia. Necesidad de acoger la diversidad que somos, en camino sinodal, construyendo pacto educativo (Apoyarnos como una familia que somos).
Con la sociedad: cambio vertiginoso, misma llamada a contagiar la Buena Noticia, la presencia de Dios en la realidad, qué necesita hoy la sociedad (las familias, el alumnado, el contexto), en salida, Pacto Educativo Global... (Actualizando la presencia de Jesús, aquí y ahora, la imagen que tenemos y transmitimos de Dios).