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En nuestra escuela caben todos
from Revista EC 113
La acogida y acompañamiento de alumnado inmigrante
Rafa Molina. Departamento de Innovación Pedagógica de EC
Está en la esencia de la escuela católica. Forma parte de una de las principales misiones que como institución católica debemos llevar a cabo. Más aún si escuchamos los repetidos e importantes mensajes del papa Francisco. Una escuela donde cabemos todos, una escuela que sale a las periferias, una escuela que, como lugar de encuentro de jóvenes, es capaz de “hacer lío”.
Pongámonos en situación. Imaginemos por un momento que somos uno de nuestros alumnos. Nuestra familia decide que va a emigrar a un nuevo país para buscar nuevas oportunidades, para huir de determinadas situaciones o incluso para reunirse con otros familiares. Quizá, incluso, justo cuando empiezan nuestras vacaciones (en Latinoamérica las vacaciones de verano son de diciembre a marzo, aproximadamente) nos toca incorporarnos a un nuevo país, en el que además de tenernos que integrar en un grupo que normalmente está bastante hecho, tenemos que incorporarnos a todo un sistema educativo que se parece muy poco al de origen y a una cultura que en mayor o menor medida nos resulta extraña. Empezar a conocer gente desde cero, adaptarnos al nuevo “nivel” curricular que nos hace estar con compañeros más pequeños, echar de menos a nuestra familia y amistades, vivir en un lugar distinto, en ocasiones en circunstancias menos cómodas, gestionar todo ese estrés y en muchas ocasiones también sobrevivir a un entorno sin conocer el idioma e intentar a la vez aprenderlo. Todo este laberinto de situaciones por el que puede pasar el alumno inmigrante no es uniforme. Varía según el país, el idioma, la edad, la situación de origen, el tipo y las condiciones económicas de la familia, la ciudad o pueblo al que se emigra y, por supuesto, la propia personalidad del alumnado.
Como diría el papa Francisco: 'En esta iglesia hay sitio para todos', y en nuestra escuela, cabemos todos
La escuela católica como refugio e impulso
No es de extrañar que en este contexto, la labor de los centros educativos sea esencial y relevante. En ocasiones ese primer encuentro en el colegio supone la vía de detección inicial de necesidades de ese alumno. No hablamos aquí únicamente de necesidades educativas o de relación con los compañeros. Nos referimos también a las necesidades básicas de alimentación, vivienda y cuidado.
Si tomamos como referencia la pirámide de Maslow, podemos observar cómo en el nivel más básico se encuentra el cuidado del bienestar fisiológico para que nuestro alumno pueda tener una buena motivación, en este caso hacia el aprendizaje. La realidad en nuestros centros es que ante determinadas situaciones en las que llegan nuestros alumnos y ante la burocracia y demora de las ayudas, nuestros centros educativos y en algunos casos hasta el propio personal del centro es el que se encarga de cubrir esta necesidad tan básica y necesaria para poder desarrollar el aprendizaje.
Una vez satisfecho el primer nivel, nos da pie a poder desarrollar aspectos que forman parte central de un nivel más educativo y social. Debemos trabajar la percepción del aula por parte del alumnado inmigrante como un lugar seguro en el que puede bajar las barreras de protección con las que en ocasiones acuden, para seguir potenciando el nivel de pertenencia y la creación de sus círculos sociales, para terminar alcanzando la cúspide de la pirámide donde el alumno se sentirá motivado, confiado, respetado, y donde perciba que puede cumplir o alcanzar sus metas.
¿Cómo realizar todo este recorrido?
A lo largo de las distintas leyes educativas españolas ha habido diferentes medidas para atender a alumnado inmigrante, desde unidades destinadas al apoyo del aprendizaje de la lengua cuando el alumnado no conocía el castellano, a otras dirigidas a compensar su desfase curricular.
Sin duda, en este sentido el Diseño Universal para el Aprendizaje y los ajustes razonables que propone como modo de intervención suponen un aspecto clave para adaptar el trabajo curricular del aula, pero frente a esto también hay otras medidas que podemos tomar.
Estas medidas, lejos de partir de la voluntariedad y el trabajo individualizado de profesores más o menos sensibles, deben formar parte de una estrategia o planificación de centro concreta, que todos los miembros de la comunidad educativa deben conocer, asimilar y llevar a cabo para que se alcancen los objetivos de esa intervención.
De esta forma podemos establecer distintos grados de concreción:
Proyecto Educativo de Centro
Los proyectos educativos de nuestros centros deben tener en cuenta la interculturalidad, el cuidado del otro (sea como sea ese otro) y el respeto a las diferencias. En este marco, contar con un proyecto educativo sensible a estos aspectos hará posible que los otros niveles estén dotados de sentido.
En este proyecto educativo de centro también se tendrán en cuenta los recursos con los que cuenta el centro para atender tanto al alumnado inmigrante como a otros tipos de dificultades de aprendizaje que puedan aparecer en el centro. Una declaración de intenciones y exposición de recursos que el centro pondrá a disposición de los alumnos para cubrir sus necesidades específicas de apoyo educativo.
Plan de acogida
Uno de estos planes y medidas que deben contar nuestro centro para poder atender de manera adecuada a cualquier tipo de alumnado de nueva incorporación en el centro debe ser este plan de acogida. En él se deben incluir las distintas circunstancias y momentos en los que el alumno se incorpora al centro. Dichas circunstancias no serán las mismas si un alumno se incorpora a un grupo al principio del curso académico, o si lo hace cuando el curso académico ya está avanzado; debemos incluir también dentro de este plan de acogida una evaluación inicial tanto de los ámbitos curriculares como de los aspectos sociales.
Recurrir a los propios compañeros del alumno recién incorporado para ayudarle a integrarse en el grupo puede ser una medida muy acertada, siempre y cuando también se haya formado de alguna manera a estos compañeros sobre el proceso a seguir. En algunos centros que cuentan con el programa de alumnos ayudantes o alumnos mediadores, dichos escolares asumen estas competencias.
Plan de Acción Tutorial
Se convierte en un factor clave para la incorporación y acompañamiento de alumnado inmigrante. No solo como medida de reacción a la incorporación, sino como creación de un ambiente acogedor previo. Incluir en dicho plan el trabajo de la interculturalidad, el cuidado mutuo, la fraternidad o la igualdad puede suponer tener un abono perfecto para que las reacciones y la acogida social del grupo al nuevo compañero sea más efectiva y rápida.
No debemos olvidar que el Plan de Acción Tutorial no solo se traduce con el trabajo de los tutores y orientadores del centro, sino que la labor tutorial es responsabilidad de todos. Crear ambientes donde todos tienen cabida es un trabajo que, como decíamos antes, debe partir de nuestro Proyecto Educativo de Centro y, por lo tanto, también debe ser llevado a cabo por todos los agentes.
Estos tres elementos quizá sean lo más conocidos y trabajados en nuestros centros educativos, sin embargo, no debemos olvidar que como escuela católica donde todos tienen cabida, es un trabajo del día a día, de gota a gota, de paso a paso para ir realizando ese trabajo de cabeza, corazón y manos, donde todas y cada una de las personas que participan de la comunidad educativa se convierten en casa de puertas abiertas. Casa que acoge, protege y acompaña a todos. Como diría el papa Francisco: “En esta iglesia hay sitio para todos”, y en nuestra escuela, cabemos todos.
Jornadas de orientación
No olvides nuestra cita el próximo 18 de octubre de 2024 para profundizar en este tema y conocer soluciones para unas aulas donde realmente cabemos todos. Te esperamos en la próxima Jornada de Orientadores.