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Formación Profesional, una realidad regulable

José Antonio Zazo. Responsable de FP de ECM

El hecho es evidente. La FP sigue en el candelero. Se manifiesta y entiende como solución a muchos de nuestros retos: empleabilidad, cualificaciones exigidas por empresas, nuevas profesiones y tecnologías, recuperación en tiempo de post-pandemia, etc. Suscita el interés social y mediático y la atención de las administraciones, al tiempo que desaparecen inveterados prejuicios sobre ella. Sin embargo muchos planteamientos y cambios en la Formación Profesional no pasan de lo superficial y se mantiene un sistema educativo desajustado en el que siguen sin ocupar su lugar propio estas enseñanzas… La anunciada nueva Ley de Formación Profesional no puede volver a frustrar esperanzas.

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La FP posibilita como ninguna otra enseñanza el uso de pedagogías activas que permiten pasar de enseñanza por módulos a la intermodular

La FP y la Ley que necesita el sistema educativo

La nueva Ley de la FP solo logrará su objetivo si escucha a los técnicos y a todos los sectores afectados, incorpora sus propuestas y busca la calidad prescindiendo de intereses o criterios políticos, simplemente porque la educación trasciende a la política.

Es necesario que el sistema educativo establezca ya un itinerario real de “formación aplicada”, paralelo al actual y único de “formación académica”, con pasarelas entre ambos. Debe pasar a una FP constituida en auténtica vía que, a través de cualificaciones profesionales escalonadas, conduzca de forma natural y lógica a cualificaciones universitarias… Por otro lado, urge integrar los sistemas de FP (primaria o inicial y ocupacional o continua) y las administraciones o ministerios de los que dependen… Y todo esto respetando los logros de una FP que realmente funciona y es por naturaleza diversa y plural, tanto como las competencias que exige el mundo del trabajo y la producción.

El exceso de control normativo asfixia, imposibilita la calidad, impide la innovación, la adaptación a la realidad y demanda de profesionales; agobia y dificulta la gestión en la administración y en el centro educativo o de formación. Por ello, precisa una reglamentación que se reduzca a lo esencial y lo garantice, que sea adaptable y flexible, y atenta y respetuosa con las características de los centros y entornos sociales, y así permita iniciativas, y enriquezca y dé vida al sistema… En este orden es importante garantizar la autonomía de los centros, facilitar y fomentar sus planes educativos, formativos y de innovación de acuerdo con su vocación y entorno. Urge pasar de la Administración que centraliza a la que posibilita y fomenta.

Otra asignatura pendiente en la Formación Profesional es la deficiente presencia de empresas y organizaciones sociales en los foros donde se planifican enseñanzas, se diseñan currículos y se evalúa, pues integrar y contar con los sectores afectados, resuelve además la necesaria adecuación, relación y acercamiento de la formación a la realidad, a las profesiones actuales y futuras, a la sociedad y a la vida. Porque el sistema sigue enfermo mientras se mantengan altas tasas de paro y sobrecualificación con la falta de los profesionales y el personal preparado que demandan empresas y sociedad… Urge igualmente agilizar y simplificar los procesos para actualizar y crear titulaciones y ciclos formativos, respondiendo adecuadamente a las exigencias de formación y de tiempo que impone hoy el sistema de producción y trabajo.

Los tres factores clave para el éxito hoy de la pretendida nueva Ley de FP son: poner la calidad como único objetivo y finalidad en todos los aspectos que se regulen; establecer un buen sistema de orientación integral que se extienda a familias, alumnos, centros, Administración, empresas y sociedad; y dotarla de una financiación suficiente y adecuada que la haga viable y efectiva.

Hay que tener en cuenta que una buena ley de educación debe buscar y centrarse en la formación integral de la persona, dotándola de competencias técnicas, humanas y de relación. No habrá calidad si se reducen los fines y concepciones de la Formación Profesional a la exclusiva adquisición de habilidades técnicas, consecución de empleo, disminución del paro; a acotar el fracaso escolar u homologarse a Europa… Igualmente, es importante que los centros entiendan y atiendan la dimensión social de la FP.Estas enseñanzas siguen siendo “buena noticia” para una sociedad más solidaria.

También es necesario flexibilizar la oferta de formación desarrollando y permitiendo diversas modalidades que se adapten a la sociedad y a las personas con ciclos en régimen presencial; a distancia; en modalidad dual; formación modular; continua; cursos de especialización; reconocimiento de experiencias; programas con empresas o por exigencias técnicas; para personas con Necesidades Educativas Especiales; de apoyo o desescolarizadas…

La FP posibilita como ninguna otra enseñanza el uso de pedagogías activas que permiten pasar de enseñanza por módulos a la intermodular (trabajo cooperativo, por proyectos, simulación de empresas); el fomento de la inventiva, el desarrollo de prototipos y la presencia en concursos y premios; la participación en programas europeos e internacionales… Ofrece la formación común de base con la necesaria capacitación técnica de especialización adaptable a un abanico de profesiones reales o previsibles, además de cuidar el desarrollo de competencias trasversales (digitales, adaptación al cambio, adaptabilidad y resilencia, creatividad, relación interpersonal, comunicación, etc.).

La FP en la escuela cristiana

La escuela católica fue pionera en estas enseñanzas y siempre ha impulsado la FP. También hoy ofrece su experiencia en centros caracterizados por niveles altos de calidad, capacidad de innovación, sentido social, formación integral de la persona o idearios definidos; centros con éxito en la inserción laboral que ofrecen las competencias que hoy pide la empresa. La FP en la escuela cristiana manifiesta su “denominación de origen”, su “ADN” con algunos elementos o características y funda su excelencia en el “plus” educativo que aporta. Así lo expresó el salesiano Ángel Miranda Regojo en la “IV Jornada de FP” organizada por Escuelas Católicas de Madrid (ECM) en 2018.

El exceso de control normativo asfixia, imposibilita la calidad, impide la innovación, la adaptación a la realidad y demanda de profesionales

Características de la FP en las escuelas católicas

Se centra en la persona integral. Parte de la persona como es; la acompaña en su aprendizaje y crecimiento; atiende a todas sus dimensiones con la perspectiva de una profesión abierta a la formación a lo largo de la vida.

Su calidad humana es total. Defiende la segunda oportunidad y lucha contra la exclusión; se abre a la sociedad del conocimiento y la inteligencia estratégica; genera competencias personales y profesionales en relación con la empresa; y se convierte en espacio de experiencia de vida en el marco de valores concretos.

Prepara para un futuro ya presente. Está en fidelidad dinámica con la norma que regula el sistema; en diálogo permanente con la empresa; en búsqueda, investigación e innovación continua; en actitud de evaluación y mejora de sus procesos de calidad y excelencia; y en apertura a la dimensión europea y transnacional.

Está comprometida con la mejora y la transformación de su entorno. Promueve el respeto hacia la naturaleza y la vida; educa para tomar conciencia y ejercitar los derechos y deberes cívicos; busca respuestas y soluciones a las necesidades de los más desfavorecidos; propicia y asume crítica y éticamente los procesos de desarrollo tecnológico; y apoya el desarrollo de personas y pueblos con acciones de voluntariado y de economía solidaria.

Posee un ADN reconocido por su identidad definida; por sus raíces y presencia histórica en el entorno; por su influjo social formando integralmente e integrando laboralmente a las personas; por su apoyo a procesos de desarrollo social e industrial en las zonas de referencia; y por su capacidad de adaptación a los cambios y sentido de futuro.

Seguimos abogando desde estas páginas por una FP que ocupe en el sistema educativo el lugar que se merece, que exigen las circunstancias y pide la sociedad. Pedimos a la Administración que legisle con profundidad, contando con todos los sectores afectados, colocando de una vez la FP como itinerario válido y equivalente al resto de enseñanzas y buscando el bien común al margen de criterios e intereses partidistas o políticos; respetando el derecho de libertad de educación expresado en la Constitución. No se pueden volver a frustrar esperanzas.

El “plus” que aporta la escuela católica

• Al horizonte de trabajo como fin de la formación la escuela católica añade la experiencia del trabajo como medio permanente de formación.

• A la demanda de mano de obra para la empresa añade el compromiso de enriquecer su capital humano.

• Al aprovechamiento de las oportunidades de empleo añade la formación de creadores de oportunidades de vida.

• A las exigencias de mejora de los niveles de productividad añade la mejora de los niveles de desarrollo personal y social.

• A la capacidad de uso y aplicación de las tecnologías añade la competencia en la gestión del progreso tecnológico.

• A la visión del trabajo como ocupación añade el sentido del trabajo como misión.

• Al horizonte del trabajo “en” añade cotas de excelencia en el trabajo “con”.

• A la responsabilidad sobre la calidad del producto añade el empeño de mejora de la calidad humana del sistema productivo.

• Al conocimiento y cumplimiento de normas, reglas y protocolos añade la formación en la creatividad, flexibilidad, adaptabilidad, polivalencia.

• Es decir: a la demanda de formación de trabajadores añade la formación de personas que trabajan.

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